Una científica saltando vallas - Laura Lechuga - E-Book

Una científica saltando vallas E-Book

Laura Lechuga

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Beschreibung

En Una científica saltando vallas, Laura M. Lechuga hace un repaso de su carrera, ahondando en los problemas a los que se enfrenta el género femenino en el ámbito científico, tanto académico como profesional, con el propósito de orientar y dar una valiosa lección a las mujeres que desean desarrollar una carrera científica, clave para el progreso científico y técnico de la sociedad. Temas como la vocación científica, los estereotipos, el estigma, los palos en la rueda, las experiencias de acoso, los grupos de investigación, las competencias transversales, la igualdad y las brechas de género son puestos sobre la mesa por una de las científicas más reconocidas del mundo. Si eres mujer y te gusta la investigación, la lectura de estas páginas te servirá como guía para conocer a qué deberás enfrentarte en el camino para convertirte en una profesional de la ciencia, especialmente en un país en el que la presencia de mujeres en el estudio y la investigación de la ciencia, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas (disciplinas STEM, por sus siglas en inglés) es muy reducida.

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Una científica saltando vallas

Laura M. Lechuga

Primera edición en esta colección: octubre de 2021

© Laura M. Lechuga, 2021

© de la presente edición: Plataforma Editorial, 2021

Plataforma Editorial

c/ Muntaner, 269, entlo. 1ª – 08021 Barcelona

Tel.: (+34) 93 494 79 99 – Fax: (+34) 93 419 23 14

www.plataformaeditorial.com

[email protected]

ISBN: 978-84-18582-83-7

Diseño de cubierta y fotocomposición: Grafime

Reservados todos los derechos. Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización escrita de los titulares del copyright, bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, y la distribución de ejemplares de ella mediante alquiler o préstamo públicos. Si necesita fotocopiar o reproducir algún fragmento de esta obra, diríjase al editor o a CEDRO (www.cedro.org).

Índice

Introducción1. Un apunte sobre mujer y autoestima2. Vocación tempranaSororidad insospechadaFamilia, amistades y estereotipos3. Ser mujer en el mundo académicoSobrellevar el estigmaPalos en las ruedasMatrículas de honorPetroleras y noviosEl cortijoEl ingeniero «cariñoso»La tesis doctoral, el postdoc y la tierra de los tulipanesExperiencia de acosoMi grupo de investigación y la guerra química y bacteriológicaConsolidando un grupo de investigaciónApunte final de capítulo4. Igualdad de género y elección de grados STEMMujeres y grados STEMEstablecer un modelo de orientación libre de estereotiposReorientar la educación hacia las competencias transversalesFomentar más capacitación técnica y digitalSuprimir los estereotipos en todos los ámbitosEducar en igualdad de género desde las familias5. La carrera de científica6. Estado de la cuestiónBrechas de géneroSobre el informe Mujeres investigadoras 20217. Breve explicación de mi trabajo científicoMi labor científicaPremios recibidos8. Palabras finales

Introducción

«Un científico en su laboratorio no es solo un técnico: es también una criatura colocada ante fenómenos naturales que le impresionan tanto como un cuento de hadas».

MARIE CURIE (Varsovia, 1867-Passy, 1934), Premio Nobel de Física 1903, Premio Nobel de Química 1911.

Maria Salomea Skłodowska, más tarde Marie Curie, fue la primera mujer en recibir el Premio Nobel. De hecho, a lo largo de su vida recibió dos, el de Física y el de Química.

Han pasado ciento dieciocho años desde ese primer reconocimiento, y el tiempo se ha encargado de diluir de la memoria colectiva un detalle significativo que por extensión refleja de manera notoria la realidad de la mujer en la ciencia a lo largo de la historia: Marie Curie no estaba nominada al Premio Nobel de Física.

El motivo: la Real Academia de las Ciencias de Suecia se negaba a reconocer en público que el descubrimiento del radio se debiera tanto a Pierre Curie como a Marie, una mujer.

Pierre se negó a aceptar el galardón si la Academia no reconocía a Marie como coautora de los estudios científicos y, por tanto, tan merecedora del premio como él.

La academia sueca, ante la posibilidad de que uno de los descubrimientos más notables de la historia de la humanidad quedara fuera de su ámbito, finalmente aceptó, aunque a regañadientes.

En aquel momento, en realidad, hacía ya tiempo que Pierre, que muy poco después de conocerla ya se dio cuenta de las capacidades de Marie, había pasado a ser el asistente de su esposa en el laboratorio.

Sin embargo, a pesar de su demostrada brillantez científica, las dificultades para abrirse camino en el ámbito científico institucional continuaron, y en 1911 la Academia de Ciencias de Francia rechazó su ingreso. Curiosamente, ese mismo año le concedieron su segundo Premio Nobel.

Abundan los ejemplos similares:

Dorothy Hodgkin, la brillante cristalógrafa que confirmó la estructura de la penicilina, de la vitamina B12 y de la insulina, entre otros logros, y que recibió el Nobel en 1964, sigue siendo la única mujer británica que ha obtenido dicho galardón.

Esther Lederberg, microbióloga norteamericana, realizó investigaciones pioneras en el campo de la genética sin las cuales su marido no habría podido ganar el Nobel en 1985. No obstante, a ella no se la mencionó en ningún momento.

Henrietta Swan Leavitt, astrónoma estadounidense, estableció la relación entre la luminosidad de las estrellas y su distancia con respecto a los demás cuerpos celestes. La mayoría de sus descubrimientos, que fueron legión, se atribuyeron a sus supervisores en el laboratorio: Edward Pickering y, especialmente, Edwin Hubble.

Vera Rubin, astrónoma nacida en Filadelfia, descubrió la materia oscura, pero tardó décadas en ser tomada en serio.

Jocelyn Bell descubrió los púlsares en 1967, pero hasta hace poco aún era una completa desconocida para el común de los mortales.

Lise Meitner descubrió la fusión nuclear, pero quedó excluida del Premio Nobel que la academia sueca le concedió al resto del grupo de investigación, todos hombres.

Hedy Lamarr, actriz austriaca, estudió Ingeniería y sentó las bases para las comunicaciones inalámbricas que hoy conocemos como wifi, sin embargo, es más conocida por interpretar el primer orgasmo femenino en la gran pantalla en la película Éxtasis, cosa que le supuso la denuncia del mismísimo papa de Roma.

Rosalind Franklin, química y cristalógrafa, fotografió por primera vez la doble hélice de las cadenas de ADN, pero el Nobel se lo concedieron a su jefe, Francis Crick, y a su colega James Watson, obviando su participación.

Chien-Shiung Wu, una de las científicas más importantes del siglo XX en el campo de la física nuclear, realizó a petición de dos físicos teóricos, Tsung-Dao Lee y Chen Ning Yang, un experimento que refutó lo que en física se conoce como la ley de paridad; por ello, Lee y Yang recibieron el Nobel; Wu no. También participó muy activamente en el Proyecto Manhattan, pero casi nadie se acuerda de ella.

Podría seguir nombrando a lo largo de páginas y más páginas a mujeres cuyas ideas y labor han significado un antes y un después en el ámbito científico, porque las hay a miles, y la mayoría son tan desconocidas como relevantes han sido sus trabajos, pero eso sería cometido de otro libro.

Los párrafos anteriores solo pretenden mostrar unos pocos ejemplos para que te hagas una idea del estado de las cosas entre la mujer y la ciencia, y si bien sugieren el ambiente en el que flotarán las palabras a lo largo de este libro, insisto, la idea más importante que se deriva de estas páginas es que, si te lo propones, mujer, tú puedes.

El texto que ahora tienes entre manos quiere ser, en parte, una suerte de instantánea personal y autobiográfica de una científica, y a un tiempo un estímulo, un aliciente para todas aquellas adolescentes y jóvenes que valoran la posibilidad de empezar una carrera científica, o que ya están en pleno recorrido académico y pueden sentirse identificadas con el contenido de estas páginas.

También incluyo algunos capítulos que contienen información orientativa para que decidas qué tipo de carrera científica puedes desarrollar, y algunas cifras que plasman el estado de la cuestión de la mujer en la ciencia y en el ámbito científico entre los años 2019 y 2021.

Pero, sobre todo, es un texto dirigido especialmente a aquellas mujeres que lo han contemplado, pero no se han atrevido, probablemente por alguno de los tan numerosos como variados motivos que la sempiterna estructura patriarcal se ha encargado de generar —inventar— de manera artificial y artificiosa.

Partiendo de mis propias experiencias vitales, académicas y profesionales, te hablaré de vocación, de estudio, de perseverancia, de retos, de límites superados y de todos los palos que me han puesto en las ruedas a lo largo de mi carrera académica y profesional simplemente por ser mujer; una mujer, además, inteligente, luchadora y conocedora de sus derechos, algo triplemente amenazador para esta sociedad fundamentalmente dirigida por el patriarcado.

Y esto es así porque creo que los ejemplos extraídos de la vida cotidiana tienen un impacto más directo que los habituales —y necesarios, claro— discursos generalizados, por bienintencionados que sean, que nos hablan de paridad e igualdad de oportunidades; y, por ahora —quién sabe cómo será el paisaje científico dentro de algunas décadas—, es una buena manera de enfrentarse a las curvas peligrosas y a los socavones que llenan la carretera que te conduce a ti, mujer, hasta el ámbito científico: si sabes qué obstáculos le han puesto en el camino a quien ya ha recorrido gran parte de él, quizá tengas más posibilidades de sortearlos. Espero que, después de leer este libro, no te pillen tan de sorpresa.

Emitiré juicios de valor (es decir, expondré las cosas según mis valores), por supuesto, pero espero que el simple relato de los hechos te haga reflexionar y extraer conclusiones por ti misma.

Quizá te veas reflejada en las escenas que describo, tal vez conozcas a alguna mujer que ha vivido esos mismos trances o puede que tengas la inmensa suerte de no haber pasado nunca por ellos. Sea como fuere, creo firmemente que hay que luchar contra las situaciones en las que se intenta relegarnos, por razón de género, a posiciones que no nos corresponden, y una manera de hacerlo es contar mis propias experiencias dentro de mi sector: el mundo científico.

De igual modo, evitaré exponer los nombres propios de aquellos que convirtieron mi recorrido en una carrera de salto de vallas, algunos de ellos muy conocidos e influyentes en el ámbito académico: no aportan verdadero valor a la exposición de los hechos en sí, y además sus respectivas actitudes son extensibles a la sociedad en general, aún enquistada en conductas que, poco a poco, vamos cambiando con nuestras acciones y con el ejemplo que estas generan, pero cuya presencia continúa siendo palpable a diario.