Cu Chulaín, el valiente - Anónimo - E-Book

Cu Chulaín, el valiente E-Book

Anónimo

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Beschreibung

La leyenda heroica más representativa de la cultura celta relata, con dinamismo, las fabulosas aventuras del héroe del Ulster, las peripecias que atraviesa a lo largo de su vida y su lucha contra feroces guerreros y temibles encantamientos.

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Cu Chulaín, el valiente

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Relato Anónimo

Ilustraciones  -  Cristian Bernardini

COLECCIÓN La Puerta Secreta REALIZACIÓN: Letra Impresa EDICIÓN: Elsa Pizzi DISEÑO: Gaby Falgione COMUNICACIÓN VISUAL ILUSTRACIONES: Cristian Bernardini

Cu Chulaín, el valiente / adaptado por Elsa Pizzi. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Letra Impresa Grupo Editor, 2021. Libro digital, EPUB Archivo Digital: online ISBN 978-987-8933-04-7 1. Leyendas. I. Pizzi, Elsa, adapt. CDD 808.8037

© Letra Impresa Grupo Editor, 2021 Guaminí 5007, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina. Teléfono: +54-11-7501-1267 Whatsapp +54-911-3056-9533contacto@letraimpresa.com.arwww.letraimpresa.com.ar Hecho el depósito que marca la Ley 11.723 Todos los derechos reservados. Queda prohibida la reproducción parcial o total, el registro o la transmisión por un sistema de recuperación de información en ninguna forma ni por ningún medio, sea mecánico, fotoquímico, electrónico, magnético, electroóptico, por fotocopia o cualquier otro, sin la autorización previa y escrita de la editorial.

Esta colección se llama La Puerta Secreta y queremos invitarlos a abrirla.

Una puerta entreabierta siempre despierta curiosidad. Y más aun si se trata de una puerta secreta: el misterio hará que la curiosidad se multiplique.

Ustedes saben lo necesario para encontrar la puerta y para usar la llave que la abre. Con ella podrán conocer muchas historias, algunas divertidas, otras inquietantes, largas y cortas, antiguas o muy recientes. Cada una encierra un mundo desconocido dispuesto a mostrarse a los ojos inquietos.

Con espíritu aventurero, van a recorrer cada página como si fuera un camino, un reino, u órbitas estelares. Encontrarán, a primera vista, lo que se dice en ellas. Más adelante, descubrirán lo que no es tan evidente, aquellos “secretos” que, si son develados, vuelven más interesantes las historias.

Y por último, hallarán la puerta que le abre paso a la imaginación. Dejarla volar, luego atraparla, crear nuevas historias, representar escenas, y mucho, mucho más es el desafío que les proponemos.

Entonces, a leer se ha dicho, con mente abierta, y siempre dispuestos a jugar el juego.

Algo vuela por el cielo de Metrópolis. Los ciudadanos pueden quedarse tranquilos: es Superman que llega para protegerlos de los villanos. Sus superpoderes lo hacen imbatible. Y los habitantes de Ciudad Gótica confían en que Batman se presente en el batimóvil y, con su agilidad fenomenal, trepe por los edificios y detenga a los pillos. Uno que le hace competencia es Spiderman, pero él está en Nueva York, así que los neoyorquinos tienen quién los defienda. Quizás el mundo necesite de la Liga de la Justicia para que acabe con todos los males. Y si ella no puede, llamarán al modesto Chapulín Colorado.

Todos conocemos las aventuras de estos héroes. Admiramos su fuerza, su habilidad, su valentía. Parecen no descansar nunca, pues siempre están cuando se los necesita. Y aunque sus rivales sean muy malvados, ellos aparecen y, sin medir los riesgos, les hacen frente. Lo interesante es que los villanos abundan, entonces siempre tenemos la oportunidad de leer o ver nuevas aventuras de nuestros héroes preferidos.

Y si un día queremos ser los protagonistas de proezas sin igual, encendemos la computadora y jugamos al Age of Empires. Viajamos en el tiempo y nos sumergimos en lejanas civilizaciones para batallar contra ejércitos enemigos, sin descuidar a los aldeanos, quienes nos abastecen de lo que nuestras tropas necesiten.

Pero tanto los juegos de computadora como las aventuras de los superhéroes actuales se inspiraron en los pueblos antiguos y sus historias de asombrosas proezas. Podemos imaginar a nuestros antepasados relatando las hazañas de Hércules, Thor, Gilgamesh, Atila, el Cid.

Quizás conozcan a algunos de estos héroes. Pero, ¿han oído hablar de Cu Chulaín, el campeón del Ulster? ¿No? Él estaría muy desilusionado si se enterara, pues lo que más quería en el mundo era ser famoso por sus hazañas.

Si han elegido leer este libro es porque están dispuestos a conocerlo: a él y a todo lo que hizo para alcanzar la gloria. Entonces, prepárense para viajar a la antigua Irlanda y para vivir, junto a este guerrero celta, sus increíbles aventuras.

Capítulo

· 1 ·

Un nacimiento extraordinario

~

Esta historia sucedió hace ya muchos, muchos años en Irlanda. Esa hermosa isla estaba dividida en cuatro regiones: Ulster, Conacht, Munster y Leinster, cada una gobernada por su rey. Aquellas eran épocas de héroes, de guerreros, de sacerdotes llamados druidas, y también de hadas, brujas y encantamientos. Eran épocas en las que los dioses intervenían en los asuntos de los humanos y en las que los hombres se enfrentaban en feroces batallas.

En aquel tiempo, Conachor, el rey del Ulster, ofreció un banquete en su fortaleza de Avin Macha para celebrar la boda de su hermana Dejterá con Sualtim. En un momento Dejterá tuvo sed, entonces le dieron una copa de vino. Mientras ella bebía, una mariposa entró en la copa, y ella la tragó con el último sorbo. E inmediatamente, acompañada por sus cincuenta doncellas, apareció en un soleado salón, donde cayó profundamente dormida. En su sueño, Lug, el dios supremo, se presentó y le dijo:

–Yo era la mariposa que entró en tu copa y ahora tú y tus cincuenta doncellas deben acompañarme.

Acto seguido, las convirtió en pájaros y se fueron con él hacia la Tierra de los Sidh: la morada de los dioses, las hadas, los héroes y los muertos. Y nadie en Avin Macha supo adónde habían ido o qué había sucedido con ellas.

Un año después, Conachor y sus hombres celebraban otro banquete en su fortaleza. De pronto, vieron por la ventana que unas aves se posaban en la tierra y devoraban todo, sin dejar ni una brizna de hierba.

Los hombres del Ulster se disgustaron mucho y se subieron a sus carros de guerra para perseguirlas. Conachor iba en el suyo y detrás, sus caballeros más sobresalientes: Fergus, Blai, Sencha, Amergin y otros.

Siguieron a las aves hacia el Sur, a través de muchas comarcas, pero no lograban alcanzarlas. Era la bandada más hermosa que habían visto jamás: formaban nueve grupos, unidos de dos en dos por una cadena de plata. Al frente había dos pájaros de distinto color, unidos por una cadena de oro. Tres pájaros que volaban sueltos cerraban la bandada. Y así, siempre siguiendo a las aves, llegaron al extremo más lejano del país, hasta que oscureció y dejaron de verlas. Entonces, Conachor dijo a su gente:

–Descendamos de los carros y busquemos un lugar donde podamos pasar la noche.

Fergus tomó la iniciativa y se alejó del grupo. Caminando, encontró una choza pequeña y miserable. Un hombre y una mujer estaban en la puerta y, al verlo, le dijeron:

–Trae a tus compañeros, que serán bienvenidos.

Fergus se sorprendió de que supieran que no estaba solo y cuando regresó junto a los otros caballeros, les contó lo que había visto. Blai se opuso a que se hospedaran en una casucha. No le parecía un alojamiento digno para el rey y su comitiva. Sin embargo, quiso inspeccionarlo. Pero cuando llegó al lugar que Fergus le había indicado, no encontró una choza miserable, sino un espléndido palacio. En la puerta lo esperaban un joven muy alto y apuesto, rodeado de un halo brillante, y una mujer joven y noble, de hermoso cabello ondulado.

–Entra en la casa, Blai. ¿Por qué desconfías? –le dijo el hombre.

–Eres bienvenido –agregó ella.

A Blai esto lo extrañó, pues en aquellos tiempos no era habitual que se les diera la bienvenida a los desconocidos. Entonces le preguntó al joven:

–¿Por qué ella me da la bienvenida?

–¿No la reconoces? –preguntó a su vez el joven.

–No estoy seguro –contestó Blai, mientras observaba a la mujer.

–¿No hubo un suceso raro el año pasado en Macha?

–Claro que sí. Hace un año la princesa Dejterá y sus cincuenta doncellas desaparecieron misteriosamente. Y no volvimos a saber nada de ellas en todo este tiempo –respondió Blai.

–Bueno, mírala con atención –dijo el joven.

–¡Es Dejterá! –exclamó Blai, asombrado.

–En efecto. Yo traje a la princesa y sus cincuenta doncellas a esta casa y fueron ellas, transformadas en pájaros, quienes hoy los guiaron hasta aquí.

Contento con el hallazgo, el guerrero regresó a buscar a sus compañeros. En el camino, pensó que no le diría a Conachor que había encontrado a su hermana, así el rey se llevaría una grata sorpresa cuando la viera por sí mismo.

–¿Qué noticias traes, Blai? –le preguntó el monarca al verlo.

–Hallé un palacio iluminado. Su dueño es un joven alto, generoso y distinguido. Vi también a una reina de hermoso cabello ondulado y a muchas mujeres bellas y bien vestidas.

–Entonces, pasaremos allí la noche –decidió Conachor y partieron con sus carros, sus caballos y sus armas.

Apenas entraron, el dueño de casa los saludó amablemente y los condujo hasta un resplandeciente salón. Allí, hizo que les sirvieran los manjares más exquisitos que habían probado en toda su vida. Al terminar de cenar, Conachor le preguntó:

–¿Dónde está la dueña de casa, que no ha venido a recibirnos?

–No puedes verla esta noche, pues está a punto de tener un bebé –respondió el joven.

De pronto el rey y su comitiva se sintieron tan cansados que pidieron autorización para retirarse. Entonces el joven los llevó a unos espléndidos aposentos, donde durmieron profundamente.

Conachor fue el primero en levantarse a la mañana siguiente. Buscó al señor del palacio pero no lo encontró y, de repente, escuchó el llanto de un niño. Se dirigió al cuarto de donde provenía y allí reconoció a Dejterá, con un bebé en brazos. Ella lo saludó emocionada y le contó todo lo que le había sucedido. Luego le dijo que había enviado a sus doncellas, transformadas en pájaros, para que lo guiaran hasta esa lejana comarca, pues deseaba regresar al Ulster y criar allí a su hijo.

Entonces Conachor comprendió que el dueño de ese palacio era el dios Lug y que la comarca a la que habían llegado era la Tierra de los Sidh.