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Roberto Gómez Fernández, psiquiatra y testigo de épocas clave de la historia argentina, analiza con agudeza los eventos desde la muerte de Eva Perón hasta el grito popular de "Que se vayan todos" en 2001. En esta obra, combina recuerdos personales, observaciones sociopolíticas y un análisis crítico del peronismo, las divisiones ideológicas y los efectos de políticas neoliberales recientes. Una obra que invita a reflexionar sobre los ciclos de esperanza y conflicto en una nación marcada por sus tensiones internas y su capacidad de resiliencia.
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Seitenzahl: 580
Veröffentlichungsjahr: 2025
ROBERTO GÓMEZ FERNÁNDEZ
Gómez Fernández, Roberto De Evita al que se vayan todos : recuerdos de un psiquiatra peronista / Roberto Gómez Fernández. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2025.
Libro digital, EPUB
Archivo Digital: descarga y online
ISBN 978-987-87-6007-0
1. Historia. I. Título. CDD 982
EDITORIAL AUTORES DE [email protected]
Ilustraciones: Hugo Goldgel
Ilustración de tapa: Evita desde arriba auspiciando y encarnada en un pueblo rebelado. Piquete y cacerola la lucha es una sola.
DEDICATORIA
AGRADECIMIENTOS
PRÓLOGO MENUDO
Capítulo 1 - Peronismo: ¿qué peronismo?
Capítulo 2 - Fusiladora: si la hacemos, hagámosla bien
Capítulo 3 - La fusiladora en acción (1955-1958)
Capítulo 4 - La crueldad
Capítulo 5 - El país antiperonista
Capítulo 6 - Los votos del tirano prófugo
Capítulo 7 - Frondizi presidente 1958-1962
Capítulo 8 - La carrera espacial dentro de la guerra fría
Capítulo 9 - Guido
Capítulo 10 - Arturo Humberto Illia
Capítulo 11 - El onganiato en la revolución argentina
Capítulo 12 - Bachilleres 70
Capítulo 13 - Cámpora al gobierno y Perón al poder
Capítulo 14 - ¿Y qué pasaba acá abajo?
Capítulo 15 - La lucha armada
Capítulo 16 - Una economía única en el mundo
Capítulo 17 - Proceso, proceso… ¿qué cuernos es eso?
Capítulo 18 - Ahora Alfonsín
Capítulo 19 - Ahora a los papeles
Capítulo 20 - Del tercer movimiento histórico a caer cuesta abajo en la rodada
Capítulo 21 - Cambia, todo cambia
Capítulo 22 - Menem con decisiones drásticas
Capítulo 23 - Las relaciones carnales
Capítulo 24 - Que parezca un accidente
Capítulo 25 - 1995. El cuarto poder
Capítulo 26 - Si fragmentamos, que cada cual atienda su juego
Capítulo 27 - Detrás, está la gente
Capítulo 28 - Una jodita para videomatch que rompe los ratings
Capítulo 29 - El chacho y cesarina: “Le tocaron el traste”
Capítulo 30 - “Camino al corralito”
Capítulo 31 - “Que se vayan todos”
BIBLIOGRAFÍA
“Hoy no pienso que hay mal radical, el bien es radical.
El bien echa raíces profundas, en cambio
el mal se extiende fácilmente por la superficie.
Solo lo bueno es profundo; por eso
es más trabajado y no es volátil”
Hannah Arendt
A los valientes habitantes de nuestro suelo de ayer y de hoy, quienes, hasta frente a las adversidades más terribles, se han esforzado y se esfuerzan en legar las genuinas atribuciones que nos constituyen como nación.
A esos corajudos que nos traspasaron a través de generaciones un entramado social que ha pretendido contenernos e incluirnos a todos en la patria argentina, durante un período histórico, de apenas, doscientos y pico de años de existencia.
Y a los que hoy en día resultan inspiradores de una identidad nacional patriótica mediante sus comunicaciones y decires.
Quien con esperanza o sin ella busque en este libro un manifiesto peronista no lo va a encontrar. Simplemente me he definido para mostrar desde qué lugar hablo, sin ser excluyente de otros perfiles políticos, porque me complace el juego democrático. Cada uno con sus preferencias conforme a las heredades y aprendizajes que lo configuran.
Este libro va enfocado con suma deferencia a las nuevas camadas de compatriotas que no tuvieron la ocasión de ser coetáneos de la época que abarco en la narrativa. A los jóvenes de este milenio, futbolísticamente hablando, les dejo la pelota cortita y al pie, para que ellos enhebren con su creatividad la jugada que sigue.
Sí, apunto a poner de relieve las contradicciones, hipocresías, soberbias, mentiras, maltratos al pueblo propio; falta de escrúpulos, de empatía y de humanización en la comunicación comunitaria, por parte de nuestros gobernantes, que, salvando algunas honrosas excepciones, se ocuparon del lapso 1952-2001.
En suma, este libro está especialmente dedicado a todos los que intentan recorrer el camino inverso a aquellos perpetradores de las acciones desatinadas de los gobiernos de morondanga.
Y va para los que aspiran a construir un tejido interpersonal que siga sedimentando valores propositivos, humanísticos y de espíritu crítico, para así sostener los pilares de una patria con todos.
Para ellos:
José de San Martín, Manuel Belgrano, Manuel Dorrego, Juan Manuel de Rosas, Hipólito Yrigoyen, Mariano Moreno, María Remedios del Valle, Martín Miguel de Güemes, Macacha Güemes, Raúl Ricardo Alfonsín, Arturo Jauretche, Juan José Hernández Arregui, Raúl Scalabrini Ortiz, Carlos Chacho Álvarez, Juan Domingo Perón, Eva Duarte, Néstor Kirchner, César Luis Menotti, La Negra Mercedes Sosa, Víctor Heredia, Adolfo Fito Páez, José Hernández, Cristina Fernández de Kirchner, René Favaloro, Rodolfo Walsh, Diego Armando Maradona, León Gieco, Norberto Galasso, Leopoldo Marechal, John William Cooke, Hebe de Bonafini, Estela de Carlotto, Taty Almeida, Santiago Cúneo, Juan Pablo Feimann, Charly García, Osvaldo Bayer, Rafael Bielsa, Lisandro de la Torre, Juan Gelman, Manuel Ugarte, Ricardo Rojas, Azucena Villaflor, Carlos Mujica, Mónica Mignone, Adolfo Pérez Esquivel, Juan Grabois, Ricardo Foster y Horacio González.
Sé que los nombrados son solamente una muestra representativa, y que hay muchísimos más. Ellos son, paradigmas de aquello que he introyectado y articulado con las enseñanzas familiares desde las tempranas estaciones del tren de la vida.
Sé que ellos no fueron ni son seres perfectos, y, para mi modo de mirar, eso los mejora, porque los aleja de la estatua o del bronce que muchas veces solo enmudece y apaga los gritos de libertad que supieron proferir.
Los errores, claro que sí, los tuvieron, todos los tenemos, pero como dijo el Diego: “me equivoqué, pero la pelota no se mancha”.
Rober
A mis tres benditos: Lucía, Ignacio y Pachi. Y a sus compañeres de ruta en la vida. A Matilda, el porvenir de nuestras ilusiones.
A Hugo Goldgel, colega y artista plástico que colaboró con todo de sí para este libro con sus ilustraciones. Hoy contamos por décadas la amistad que nos une, ya no por años.
A Román Gil, por su lectura amiga y sabia del original en crudo.
A Manuel Enrique Roberto (Manu), y a todos los integrantes de nuestra Agrupación Cultural y Política Evitista “La Santa Bastarda”.
Mi modo de existir hubiera sido otro los últimos tiempos sin la lectura de la historia grande de las obras de escritores e historiadores como Pacho O’Donnell, Jorge Abelardo Ramos, Juan José Hernández Arregui, Alberto Lettieri y Felipe Piña. Espero solamente haber asimilado bien sus mensajes.
A las dos “M”: Martina, por colaborar con el título y más; a María Bogetti por seguir la travesía de la escritura palmo a palmo.
A Laura Mattioli por todo, todo el tiempo.
Rober
Intentaré, y hasta ahora intuyo que lograré, retratar una época que para bien o para no tan bien, nos ha tocado transitar a muchos de quienes habitamos la Patria.
Mi plan es involucrarme en primera persona, de ahí que lo medular del relato irá: desde la muerte de Eva Perón hasta el estallido popular del 2001: “Que se vayan todos”.
Hace tiempo que me ronda la idea de tomar un recorte de la historia argentina y darle un flujo de sentidos, obvio, según mi mirada, y sin apartarme de los hechos en sí, tal cual ocurrieron.
Décadas de ejercicio de mi profesión me dejaron al menos una enseñanza: y es que de las insatisfacciones más profundas pueden emerger grandes y peores males, o, en cambio, fulgurantes creatividades.
Escribo, en momentos en que nos encontramos acostumbrados, desde hace ya décadas, a vivir un acontecer discordante. Sin embargo, en el aquí de esta fascinante argentina 2024, olfateamos que, hoy por hoy, hay algo más. Un quiebre de etapas, un cisma. Hay un punto de caramelo, eso sí de gusto horrible. De disgusto.
Desde el resultado del ballotage de noviembre 2023 la sociedad argentina transcurre dentro de una eclosión de novedades. No obstante, muchos, en medio de un entorno conocido desde siempre, percibimos algo que no es, algo que no encaja. Algo que no va.
Y a medida que, con los meses, despertamos del estupor, y tras el manto de las nieblas de los sopores del shock en la economía, la política y la comunicación, de a poco, vamos comprendiendo que no se trata de una pesadilla, claramente están trastocando el espíritu y la materialidad del país conocido, más allá de la identificación política que tengas, y aun si careces de ella. Llaman a esto la “batalla cultural”.
Se trata de que una fracción libertaria autodenominada anarcocapitalista se impuso en las elecciones y se hizo cargo del gobierno argentino.
Describiendo este pantallazo del hoy, y cuando nos lanzamos a ponerle palabras a los rayos verbales que bajan del cielo anarcocapitalista, nos sale describir el condimento de crueldad con el que adornan al paisaje nuevo.
Y así, nosotros rebuscando la capacidad de asombro que se nos agota, nos incrustamos en una nueva catáfila, que es el capítulo siguiente del sainete de vivencias distópicas.
Parece que nada es suficiente para surgir juntos de dónde habitábamos.
Quizás haya que asumir, como prioridad, que el asunto no es tanto rebelarse a las propuestas alocadas del poder o del gobierno, sino tener la iniciativa de reconstruir los nexos personales, presenciales; la formación de vínculos, los trabajos en equipo de carne y hueso. Humanizar nuestro ida y vuelta comunicacional. ¿Es muy grande el desafío? Sí. Pero es ese el único camino.
La crueldad es el condimento que le da más picor a la distopía, la que más atonta en la conversación pública.
¿Pero cuándo arrancó toda esta disfunción? No fue ni el año pasado ni de golpe, aunque muchos lo hayan sentido así.
En los capítulos del libro haremos la sintonía fina de los fenómenos sociales en nuestro país, y a nivel mundial, que fueron cambiando la política y la interacción social, tal como antes la conocíamos. Hasta llegar a este hoy sin red.
En la Argentina, en septiembre de 2022, se pudo observar –incluso por televisión en directo– un atentado arma en mano contra la vicepresidenta de la Nación. Ese delito simbolizó demasiado por las consecuencias y reacciones sociales que no ocurrieron –y que hubiesen correspondido–. Lo que era normal o anormal del dispositivo simbólico social de interpretación, anterior a este intento de magnicidio, cambió. Ergo: se habilitó algo nuevo: una baja intensidad de la política, incluso se tornó anémica la justicia, transcurriendo sin profundizar la ruta hacia posibles autores intelectuales. Y llegó el olvido.
¿Qué nos dejó la frágil y lavada respuesta ante un intento de magnicidio?: que una frontera con el pasado se rompió, y un límite se perforó dando entrada a la fundación de un mecanismo sociocultural clave, que permitió quitar trascendencia al intento criminal: minimizándolo, ninguneándolo, negando su espesura y veracidad.
La realidad para el dispositivo clásico de interpretación hubiese sido la muerte de Cristina; por lo tanto, el crimen fallido se colocó inmediatamente en el mundo de las distopías.
Ya que no hubo muerte, digamos entonces, que casi no existió atentado alguno en la realidad cotidiana de todos. Ese fue el principio de esta etapa nueva, de recorrido por la virtualidad tuitera, de posturas cancheras, de enunciados cuya veracidad no se comprueba, y de declaraciones plenamente ciertas que pesan lo mismo que las anteriores.
Hubo un momento, a principios de este siglo, en que la sociedad decidió darles un punto final a los perfiles políticos hipócritas, y a los desmanes del ajuste económico impuesto desde afuera y adoptado adentro con fruición.
¿Qué pasó?: los sacó a todos al grito de:
✓ “Que se vayan todos, que no quede ni uno solo”.
Y ni el presidente quedó.
Un humilde consejo: con cuidado; ya pasó que el día menos pensado, los hilos ocultos e inmanentes que se entretejen entre los miembros del pueblo de la Patria se recalientan y los ponen de patitas en la calle.
¿Cómo eran las cosas en la época de la empatía?
Un día antes de morir, Eva lo llamó a Perón para hablar a solas:
✓ “No abandones nunca a los pobres. Son los únicos que saben ser fieles”.
A las veinte y veinticinco del 26 de julio de 1952 murió Eva Duarte. Un minuto después la radio del Estado anunció que había fallecido la Jefa Espiritual de la Nación.
Esa es la etapa que buscaré interpretar.
Fue un sábado de invierno, había amanecido gris y húmedo.
Cesarina, mi madre, fue evitista por amor e identificación más que por los contenidos políticos de los discursos. No porque no fuera peronista (que lo era), sino porque Eva, con su temperamento de fuego, habilitó sus rebeldías y naturalizó sus discusiones y controversias con los varones, además, porque era diletante de la carrera de la Eva actriz.
Cesarina había estado de vigilia y rezando desde el 3 de noviembre de 1951, cuando Eva fue internada, para operarse a los tres días de ingresada. Se sumaba silenciosamente a la guardia de mucha gente con velas, frente al Policlínico Presidente Perón, uno de los tres gemelos construidos por la Fundación en la localidad de Avellaneda. En medio de la estadía en la clínica, el 11 de noviembre, Eva votó por primera y última vez. El 14 abandonó el hospital seguida por una caravana de micros que la escoltaron hasta la residencia presidencial, donde ya había gente aguardando por un renovado y acompañador desvelo. Desde noviembre del 51 hasta julio del 52 Eva tuvo días buenos, hasta algunos alegres, pero la mayoría fueron insoportables, dando señales de su futuro con los tremendos dolores que padecía. Se había hecho lo imposible durante esos días en el policlínico; no obstante, no había sido suficiente para eliminar el mal de raíz.
Volviendo al 26 de julio; ese día mi madre había pasado una mañana en la que no se sentía bien, la primera indisposición física en sus cinco meses de embarazo. Cerca del mediodía fue a unas de las misas por Eva y luego volvió a casa y se acostó. A eso de las ocho de la noche estaba algo mejor, pero las noticias en la radio no eran buenas con respecto a La Abanderada de los Humildes, hasta que finalmente se anunció oficialmente su fallecimiento a las 20:25. La misma hora en que se habían casado Perón y Eva en la iglesia San Francisco de Asís de La Plata, el 10 de diciembre de 1945.
Con la noticia mi madre se desmayó.
Consideremos que todavía faltaban casi veinte años para el sistema sanitario de las obras sociales, por lo que la cosa era recurrir a la medicina privada o ir al hospital. Nuestra familia, como casi todas, tenía su médico de cabecera para todo tipo de consultas. Vino el doctor enseguida y pidió hablar a solas con su paciente.
Le había dicho a mamá que estaba haciendo sobreesfuerzos para no desfallecer él mismo, porque todavía le esperaban quince consultas. La cuestión es que no sabemos si fueron las sales o la psicoterapia silvestre, pero Cesarina surgió erguida y plena de salud de la entrevista. Esa vez, con su garra habitual. Salió diciendo que Eva no abandonaría al pueblo, y menos ahora que Perón estaba solo. Que había que luchar y punto.
El resto de los meses de embarazo y el parto fueron perfectos para madre e hijo. Ella vivió más de ochenta años. El hijo, hoy frente a la computadora, relata estas líneas.
Dijo Ezequiel Martínez Estrada: “Ella era la sublimación de lo torpe, ruin, abyecto, infame, vengativo, ofídico, y el pueblo vio que encarnaba los atributos de los dioses infernales…”. “Esta mujer tenía no solo la desvergüenza de la mujer pública en la cama, sino la intrepidez de la mujer pública en el escenario”(1) (2). Un Pereyra Iraola, alto patricio porteño, en 1950, frente a los concurrentes a un discurso de la Sociedad Rural, se dirigió a la primera dama como “esa yegua” despertando las carcajadas de los presentes. (3)
Los círculos antievitistas predicaban su lógica ácida desde el altar de los medios informativos propios, y desde sus usinas de odio rapaz.
No existe posición política válida que pase por descalificar al oponente en términos de su propia persona, en sus características humanas, menos si se trata de una enferma terminal. Sin embargo, esas diatribas emanaban de conspicuos e ilustrados componentes de la sociedad.
Esas fuentes antiperonistas anunciaban de tanto en tanto su muerte, desoyendo los boletines médicos oficiales. Entretejían delirantes fantasías sobre el origen de su enfermedad; el cáncer de útero. Que era prostituta y su madre regenteaba el sitio de las Venus pecadoras. Exageraban con los olores nauseabundos que despedía su cuerpo enfermo, y hablaban de un Perón sumamente atildado que entraba con mascarilla de oxígeno al cuarto de Evita, y agregaban para sumar repugnancia: “Justo a él que le gustaban tanto los perfumes y las cremas”. Han llegado a decir que ella era el varón que compensaba la femineidad de Perón. Aunque en otros párrafos era una “pobre mujer que trabajaba muchas horas usada por el dictador”. (4)
Cuenta Alicia Dujovne que por la cocinera de una casa aristocrática se supo que los patrones festejaron con champaña la noticia de la muerte de Eva, mientras la servidumbre lloraba en la cocina. (5)
Ya me extenderé, pero falta decir algo más: se cuenta que apareció la tan linda frasecita “Viva el cáncer”, en la residencia presidencial, el Palacio Unzué, escrita en una pared que daba sobre la calle Austria.
Alejandro Grimson me da a entender que el antiperonismo es anterior al peronismo. Lo consideramos de características sarmientinas, por aquello de “Civilización y Barbarie”.
Pero obvio que ese flujo sarmientino se transforma e intensifica cada vez más con los años, formando un cascarón elitista y dominante sobre la pirámide social. Una cima privilegiada, asustadiza, reactiva, alérgica, irracional y egoísta. Es la que acusó a los escupidos del sistema económico, calificándolos de vagos; es como ahora, que se define a los nuevos pobres como planeros poco emprendedores.
Una elite que se preocupa por tanto pobrismo jamás reflexionó si no tendrán ellos y su riqueza, algo que ver con el tema. O si lo pensaron, decidieron que así era mejor; que sus ultrajes y humillaciones los mantengan bien separados de los de abajo.
El problema de esta costra elitista en su trato con los subalternos ya había tenido antecedentes cercanos durante la era de la polarización yrigoyenistas /antiyrigoyenistas del radicalismo de principios del siglo XX.
El riesgo siempre fue que las clases bajas tomaran plena conciencia y pelearan por lo suyo. Por mejores condiciones de vida y por ser ciudadanos de primera.
Eva cobijó a sus descamisados y les enseñó a despertar sus deseos de derechos. Desde esa concepción rechazó a “Las Damas de la Caridad”.
Minga a las migajas… ¡¡¡derechos!!! En la Fundación recibía más de 12 000 cartas por día, que junto a un grupo de colaboradoras clasificaban, leían y respondían.
¿Qué más para reflejar la deshumanización? Digo, en sorna: ¡qué sociedad amorosa, que para combatir las leyes impulsadas por Perón la atacaban a Eva en su humanidad precaria!
Hace tan poco, como en julio de 2017, en el programa Animales Sueltos, los panelistas hicieron comentarios que no pasaron para nada desapercibidos. Se estaban dando a conocer las andanzas con tropiezos de un tren llamado “Eva Perón” en el sur argentino. Se dijo: “¿Cómo va a andar si se llama así? Es un cáncer”. Igual que Iraola, en la Sociedad Rural la otra vez, ahora también se rieron a lo loco.(6) (7)
Volviendo al 11 de noviembre de 1951, cuando las mujeres votaron por primera vez, la Junta Electoral permitió que le llevaran la urna a Eva, que estaba internada en el Policlínico. La medida de la Junta fue adoptada a pesar de la oposición de los apoderados de los partidos radicales y socialistas. El Partido Comunista votó a favor, solicitando lo mismo para Rodolfo Ghioldi, enfermo en Rosario, lo cual también se concedió.
Américo Ghioldi, dos años menor que su hermano Rodolfo, se coronaría como el gran sabedor de Eva y Juan Perón. Llegó a decir que no había nada redimible en ella, y que era producto del totalitarismo de Perón. “Corta de inteligencia, deficiente de cultura y sensibilidad femenina, ignorante de las relaciones morales y civiles de los hombres, sin autocrítica, sin carga de escrúpulos de conciencia, falta de gusto, Eva Perón ingresa a la historia como una leyenda plantada en el mentidero argentino”. (8)
Ghioldi, como si su vena antidemocrática se quedase corta con lo dicho, después del sangriento ataque del 16 de junio de 1955 con el objetivo de matar a Perón, cuando aviones sublevados bombardearon y ametrallaron la Plaza de Mayo, publicó en el periódico La Vanguardia una editorial, a modo de homenaje, exaltando el atentado. (9)
Américo fue un político del PS (Partido Socialista) y más tarde, embajador en Portugal durante toda la última dictadura genocida (1976/1983). Eso sí, fue uno de los primeros políticos en manifestarse por el regreso de la democracia. Sin lugar a duda, una voz oportuna y autorizada.
Bien, haciendo foco en la elección en la que debutan las mujeres: Perón ganó con 4 608 951 votos (el 66,5%), el radicalismo –con Ricardo Balbín-Arturo Frondizi– 2 326 563 votos (32,33%).
Quijano, que se presentó de nuevo como el vice de Perón, no llegó a asumir. Falleció, incluso antes que Eva, el 23 de abril de 1952. Por eso se celebró una elección especial para vicepresidente y la ganó Alberto Teisaire.
Del total de votos peronistas, 2 441 558 fueron femeninos, o sea, más que los masculinos, y más que la fórmula radical.
Imposible no regresar a lo que dijo Cesarina con su ojo de halcón para la política: “Nosotras solas le ganamos a Balbín”. Lo dijo antes de la votación y lo repitió durante los siguientes sesenta años. Espectacular.
¿Cómo fue posible que, en los años 50, en una sociedad donde la mujer carecía de derechos políticos, incluido el voto, surgiera una figura social tan potente?
Si el antiperonismo fue anterior al peronismo, ¿quién fue Eva?, que ya en la cumbre adhería en sí misma fuerzas tan opuestas, como el odio y la veneración.
Dada la conquista del voto de las mujeres, la formación del Partido Peronista Femenino, y otras victorias semejantes, uno podría deducir que tuvo el destino de batallar contra una construcción patriarcal de la sociedad.
Patriarcado derivado de ideas directivas puntuales, de lo que debía ser y por cuál andarivel se le permitía transitar a la mujer en la comunidad. O sea, el modelo que sí se aceptaba era el de la mujer bien despolitizada y portadora de una femineidad graciosa.
Podríamos agregar que Eva es parte significativa de un largo movimiento que empezó mucho antes, y seguirá después, que brega por la reconfiguración del papel que encasilla a la mujer en madres, esposas e hijas. Es decir, limitada a la esfera de lo privado.
Pero la construcción de la formulación antimachista no alcanza, de ninguna manera, para explicar la vigencia en el siglo XXI de Eva Perón.
Los que la odiaron en vida, robaron su cadáver y lo escondieron en Europa por muchos años, contribuyeron, tanto como los que la amaron como a una santa, a la perpetuación del mito Evita. Agreguemos que ella no solamente es una leyenda alimentada por los más intensos de los dos lados, también es, y estimo que seguirá siendo, símbolo y bandera, para impulsar más derechos para los de abajo, así como una punta de lanza amenazante hacia aquellos privilegiados de la pirámide que temen ceder hasta la porción más pequeña.
Más adelante veremos que este tironeo violento llega desde las entrañas más profundas de nuestro país. Ya ensayaremos profundizar.
Mi padre es a quien aquí nombraré Gómez; papá no, Gómez. Respeto siempre.
Para 1955 ya era contador público nacional, con unos cuantos clientes. Quinto y último hijo de un matrimonio de gallegos emigrados de Lugo. Fue la taxativa prueba del ascenso social en Argentina. Los de Lugo se instalaron en un terreno alargado por el barrio de Villa Crespo, al que fueron cubriendo, construyendo pieza tras pieza. A la par de las diversas salas se encontraba el patio, más un baño en el medio para todos los habitantes del sitio. La típica casa chorizo.
Gómez tenía un par de comerciantes, que atendía en la avenida Paseo Colón, a unas diez cuadras de la Casa Rosada. Al mediodía del 16 de junio de 1955, a las 12:30 a. m., había terminado sus tareas con los dos clientes y estaba juntando sus papeles en su maletín de cuero cuando escuchó la primera oleada de aviones, y enseguida, las explosiones infernales de las bombas sobre la Casa de Gobierno y la Plaza de Mayo.
Era un jueves de clima feo y las nubes parecían estar ahí nomás tapando el cielo, lo que obligó a los aviones a volar bien rasantes para pasar por debajo de tal cobertura; y ahí apareció el factor suerte, porque algunas bombas no tuvieron tiempo de explotar cuando las dejaron caer.
Gómez se quedó en el negocio de camisas y corbatas, que fue el segundo que visitó. El dueño, los empleados y mi padre se amontonaron en una oficina del fondo, y fueron testigos de las pasadas de los bombarderos y cazas de la Aviación Naval y la Fuerza Aérea, en su bautismo de fuego; sí, sí, contra su propio país, se entiende, ¿verdad?
Perón había sido anticipado, por cuatro vías distintas, de la amenaza, y alcanzó a refugiarse a 150 metros de la Rosada, en el subsuelo del Edificio Libertador, sede del Ejército.
Debe ser una fábula, cuando se cuenta que gran parte de la operación de ataque fue delatada por la empleada doméstica del teniente de navío Carlos Massera, piloto y conspirador; hermano de Emilio Eduardo, también conspirador, aunque marino e interviniendo más adelante en el acontecer de la argentina, ya en los 70.
El aviso de la acometida por aire también fue esperado por el fuego defensivo de los leales a Perón. Los atacantes, apurándose, para evitar que les dieran a ellos, soltaron muchas bombas de los cuarenta aviones antes de tiempo, sobre la calle Paseo Colón; así, una cayó sobre un trolebús, matando a todas las personas; el transporte voló por el aire.
Gómez y los otros departieron aterrorizados en el cuartito del fondo hasta tarde, a esas horas papá decidió regresar a casa, en ese entonces ubicada en el barrio de Belgrano.
Cuando llegó, Gómez se fue a un sillón, escuchó por radio el discurso tranquilizador de Perón, que anunció un consejo de guerra a los golpistas. Después se dedicó a pensar; y no habló hasta el día siguiente, pese a haber sido un testigo bastante cercano de los hechos.
Antes de recibirse, como la mayoría de los estudiantes universitarios, fue reacio al peronismo; pese a haber cursado y haberse recibido de contador en la UBA (Universidad de Buenos Aires), en los años vigorosos del General.
Pasó todo el viernes, y a la noche, en el medio de una pizza, como quien no quiere la cosa, Gómez comenta que ya no se sentía radical, que lo iba a pensar, pero desde ya, que le parecía que mamá tenía razón en su modo de acompañar al peronismo. Lo iba a repasar unos días y nos lo iba a decir claramente. Yo estaba presente en el mitin familiar de la pizza de los viernes, pero sin captar el contenido de lo hablado, debido a mi corta edad. Cesarina esperó con ansiedad el nuevo discurso de Gómez como a uno de Perón.
Sucedió en la siguiente pizza, siete días después. Juró que se iba a afiliar al partido de Perón, y que además iba a sostener su doctrina mientras viviera el General, y después de él, a quien mejor lo representara.
Con los años fui testigo de su compromiso, incluso todavía en el 2015 a los noventa y tantos, la chica empleada en su casa tenía el encargo de cortar a tijera, y prolijo, los dos diarios más conocidos. Debía dejar afuera las páginas que apuntaban a la descalificación de Cristina. Luego, Gómez leía el resto lo más tranquilo, porque le gustaba como abordaban los otros temas.
Pero ¿a quién se le puede haber ocurrido tamaña masacre, que se llevó más de trescientas vidas y más de mil heridos, bombardeando la Casa de Gobierno –donde estaba el propio presidente– y la plaza icónica del centro cívico y político de la Argentina?
Desde hacía un tiempo existían tensiones entre partidarios del Gobierno y los antiperonistas, clima, que, en los últimos meses se hallaba incrementado. Indudablemente nada justificaba semejante operativo de terror con aviones de guerra contra un mandatario que había sido elegido, menos de tres años antes, con más del 60% de los votos. Máxime que todo lo que hicieron fue sin preocuparse, ni apenas, por la enorme cantidad de potenciales víctimas civiles, muchos paseantes y niños, esperable por el día y la hora.
Se afirma que el ideólogo, al que le rondaba en la cabeza esa acción desde hacía dos años, era el capitán de fragata Jorge Alfredo Bassi, piloto naval. Han dicho sobre él que estaba obsesionado con el ataque de los japoneses a Pearl Harbor. Parece que el hombre, asombrado con la espectacularidad y la sorpresa de tal invasión, procuró repetir y así conseguir la parálisis de la reacción de las Fuerzas Armadas que apoyaban al Gobierno, de la CGT y de la población. En el camino fue consiguiendo convencer a algunos camaradas y propugnó la acción nomás. (10)
Pero, como en Pearl Harbor, donde los norteamericanos ya estaban prevenidos por los servicios de inteligencia y habían resguardado sus portaaviones, lo mismo sucedió acá. Perón estaba alerta, se refugió y dispuso las defensas antiaéreas. Fueron cuatro oleadas de bombardeos.
La agresión por aire se convirtió en una batalla en tierra cuando concurrieron los 50 000 obreros convocados por la dirigencia de la CGT, con palos, ayudados por la Alianza Libertadora Nacionalista y los comandos civiles peronistas.
Con las horas, el resto de la Marina, la Fuerza Aérea y el Ejército, que se mantuvieron leales, fueron arrinconando a los rebeldes, quienes finalmente se fugaron a Uruguay donde el presidente Battle les dio asilo.
Al igual que pasó en Pearl Harbor, no hubo sorpresa y sí hubo, como allá, una derrota.
Son muchos los historiadores e investigadores que afirman que esta acometida aérea fue el origen de la etapa dramática de la Argentina desde 1955 hasta 1983, el lapso que nadie supo manejar.
En el 55, los ingresos económicos de las clases obreras eran del 53% del PBI, en el marco de un proyecto de distribución de la riqueza nacional y plena participación política de los trabajadores.
En resumen, yendo al punto central, este ingreso crecido del pueblo fue el auténtico motivo de la conspiración, que gozó del apoyo de las grandes empresas, los dueños de la tierra y los Estados Unidos.
Historia trágica la de los bombardeos. Toda su génesis y trama, a mi modo de ver, ha sido muy poco subrayada, analizada e interpretada objetivamente por los que comunican política.
Se dice que la tragedia se repite como comedia, no obstante, en el lapso que mencioné antes, no fue así; se repitió como más tragedia. El 16 de junio de 1955 tan solo fue el huevo de la serpiente.
El coronel Osinde fue un militar de inteligencia de Perón y se dice que él introdujo a la doméstica infiltrada en la casa del hermano de Eduardo Massera, es el mismo Osinde que el 20 de junio de 1973 estaría a cargo de la seguridad en la Ezeiza preparada para recibir al General el día que se produjo la famosa masacre contra sectores de la juventud peronista.
A esta altura de los acontecimientos de los bombardeos, un actor, todavía de reparto, fue López Rega, el Brujo. Una foto que se difundió de él, en el estribo de un auto del cortejo presidencial, le permitió a Josecito sacar chapa de haber sido custodio de Perón. Más conocido fue el hecho de haber sido policía numerario de la Seccional 23, con destino en la Residencia Presidencial de Las Heras y Austria. Hablamos de Argentina, nuestra casita común.
1. Sergio Wischñevsky, “Esa mujer”, Página 12, martes 27 de julio 2010.
2. Marysa Navarro, Evita, Edhasa, p. 332.
3. Ídem 1.
4. Marysa Navarro, op. cit., pp. 330-331
5. Alicia Dujovne Ortiz, Eva Perón. La biografía, 1995, p. 287.
6. “El repudiable comentario de Milei contra Eva Perón”. El Destape. 7 julio de 2017.
7. “El tren fantasma de Río Turbio”, YouTube, @Medios y Opinión. Hernán Hache. Consultado por el autor 1 de diciembre 2024.
8. Marysa Navarro, op. cit., p. 332.
9. Aldo Duzdevich, “Historias olvidadas de la Resistencia Peronista: los festejos de los fusilamientos y el papel de la izquierda”, Infobae, 12 Sept., 2021. https//www.Infobae.ccom/sociedad/2021/09/12
10. “El trágico bombardeo de Plaza de Mayo, en clave novela”. Infobae, 6 de junio de 2015 redacción sobre “El bombardeo”, de (Sudamericana) El trágico bombardeo de Plaza de Mayo, en clave de novela - Infobae.
Estas dictaduras golpistas y fusiladoras les han puesto nombres rimbombantes y cínicos a sus rupturas del orden constitucional y democrático. Parece broma, pero a esta que trataremos le pusieron “Revolución Libertadora”. Con el tiempo, fui comprobando que “Libertadora” no solo respondía a los publicistas allegados a los militares rebeldes… ¡no!, no era solamente eso. Veamos.
Los golpistas se la creían realmente. Expresaban con sus actitudes el adoctrinamiento que viajaba en el ADN de su sangre; como en gran parte de las clases media y alta.
El marcador sanguíneo distintivo del antiperonismo fue una democracia en clave excluyente y paternalista, que viajó hacia el interior de la arquitectura social. Un formidable tren del liberalismo oligárquico, bosquejado por los intereses de los poderosos, donde la escuela sarmientina fue el gran motor impulsor de estereotipadas ideas clasistas. Una elite, a la que los perpetradores dictatoriales y asociados, muchas veces, ni siquiera pertenecían en los hechos.
Gómez no precisaba lo que el eje rector del antiperonismo sí necesitaba: la sensación de primacía e impunidad. Y Cesarina no creía que los pobres tuviesen que ser puestos al “amparo de la demagogia” por los gobiernos ilustrados del liberalismo, y menos a través de golpes de Estado.
Gómez sabía llegar a sus logros, los sabía conquistar. Su punto de partida había sido desde el sector de los más pobres y desprotegidos. En el seno de una familia solidaria y amorosa, de padres y hermanos hábiles y astutos. Nació en 1921 y desde la secundaria en el Pellegrini siempre trabajó a la par del estudio, inclusive en la carrera universitaria. El punto que quiero enfocar es que adquirió pensamiento crítico, y a medida que subía en la escala económica y social nunca se olvidó de los eslabones anteriores. Eso le permitió tener perspectiva y distancia de los relatos oficiales, y más lejos aún de estos golpistas hipócritas y autoritarios.
El relato de los liberales oligárquicos no hacía más ricas a las clases medias y medias altas, que tanto los acompañaban. De hecho, estas últimas habían aumentado sus bienes y mejorado notablemente sus consumos en los años peronistas. Pero aún hoy en día no se trata de eso.
Sucede que las clases medias se han sentido más seguras al cobijo mental, primero, de ser “la joya más preciada de la Corona Británica”, y luego al calor del esplendor de los Estados Unidos. Albergue psíquico al que eran y son tan afectas estas áreas sociales medias, llamadas por Jauretche “el medio pelo y los primos pobres de la cima”.
Desde esta visión de periscopio, tanto la dependencia como el autoritarismo, les tiene asegurada la propia autoestima a este colectivo grupal, amén de que les permite organizar ciertos parámetros para congelar a los pobres en el rol que ellos mismos les asignan: exclusión, desprotección y fragilización de derechos.
El peronismo es por origen y destino un lugar desde el que se incomodará a estos sectores. Este movimiento, históricamente, fue víctima del antiperonismo con unas formas violentas y hasta mortales. Después veremos los momentos de peleas, donde el peronismo también se equivoca de palabra y acción.
Los cabecillas del evento libertador fueron Eduardo Lonardi, Pedro Eugenio Aramburu e Isaac Rojas. La rebelión, como otras veces, comenzó en Córdoba y, tras algunos días de combate, la desigual situación en esta vuelta hizo que Perón entregue el mando para evitar mayores derramamientos de sangre. Unos días más tarde, el 23 de septiembre, ante la aclamación de aquellas clases medias y altas, asumió la presidencia el general Lonardi. Perón, obligado a exiliarse, después de una travesía por Latinoamérica, se estableció en Madrid.
De vicepresidente fue el almirante Rojas, que llegó desde la línea militar más dura. Los rebelados encargaron un operativo para secuestrar y excluir al cadáver de Eva Perón de la política argentina, ya que las eventuales operaciones de rescate de sus partidarios podrían ocasionar una guerra civil. Este es el análisis de cómo se produciría, para esta gente, una conflagración. O sea, mediante el rapto de una momia. ¿Cómo? Sí, un cadáver, que se secuestró, vejó y mutiló. Al que luego, hicieron viajar a través de un largo periplo por Buenos Aires y Europa, hasta ser enterrado en Italia, bajo un falso nombre. (11)
Importante y sofisticada praxis de estos militares para evitar una guerra civil.
Por supuesto que nada de eso sirvió para olvidar. Perón siguió siendo desde su exilio en España, por los futuros dieciocho años, eje de la política nacional. Y Evita, sea por amor, sea para desafiar al poder o por ambas cosas, fue cada vez más “abanderada de los humildes” y “eterna en el alma del pueblo”.
El presidente Lonardi había asumido con la consigna “ni vencedores ni vencidos”. Demasiado blando para las ínfulas del sector más duro de los golpistas.
El nivel de antiperonismo explícito de Lonardi era muy insuficiente, y estaba muy ligado solamente a refutar las prácticas sociales y políticas: movilización social, intervencionismo estatal, etc. Eso era poco para el sector dominante de los nuevos dictadores. Encima, Lonardi pertenecía a un sector de ideas nacionalistas.
Aramburu y Rojas eran diferentes, básicamente perpetraban sus acciones en función del proyecto económico y social liberal. La verdad que ese era el antiperonismo más buscado.
11. Verónica Smink, “El extraordinario y macabro destino del cuerpo de Eva Perón tras su muerte”, BBC News, Mundo, Argentina, 26 de julio de 2022. El extraordinario y macabro destino del cuerpo de Eva Perón tras su muerte - BBC News Mundo
Claramente a Lonardi lo usaron para una especie de transición mientras iban viendo de qué iba la cosa. O bien, el nuevo presidente de facto sobrestimó el mapa que tenía en su cabeza, de cómo conducir la revolución; o estaba francamente descarriado. Una de tres.
Lonardi había dicho que los males del peronismo que debían eliminarse eran la demagogia, la corrupción y el autoritarismo. Un retintín que desde los medios se suele hoy día echar como un fuego, si es posible de entrada, al rostro de los miembros de los gobiernos populares.
No obstante, este general procuró mantener las políticas sociales y laborales del peronismo. Se dedicó a una particular alquimia, dado que a los sindicalistas les propuso un sindicalismo sin Perón, evitando intervenir la CGT (Confederación General del Trabajo).
Designó a nacionalistas católicos en su gabinete.
Agrupó a todos los antiperonistas que apoyaron su golpe en una Junta Consultiva Nacional —UCR (Unión Cívica Radical), Partidos Conservador, Socialista, Demócrata Progresista; pero sin el Partido Comunista que quedó afuera—. A la Junta de Asesoramiento con funciones de consejo gubernamental, la presidía el vicepresidente de la nación Rojas.
Vista así, la alquimia de Lonardi resultó un cóctel explosivo. Los peronistas lo consideraban un golpista enemigo, y la Junta, de tendencia extrema, quería esfumar todo vestigio de peronismo e instalar una arquitectura nueva de orden liberal.
Pedro Eugenio Aramburu y los suyos abogaban por una desperonización total.
“Extirpar ese cáncer que flagela a la Argentina”. Este no es sino, el sueño permanente de las facciones de derecha y ultraderecha argentina: la fumigación del peronismo, su música, sus fechas icónicas y sus nombres. Así, la intriga de palacio lo deja afuera a Lonardi.
A mediados del siglo XX, cuando ya Freud había dejado asentado que lo reprimido siempre retorna… ¿cómo se imaginaban los de la Libertadora una proscripción y un olvido absoluto del peronismo con el tiroteo de esos decretos que lanzaban?
¿Acaso pensaban que Cesarina y Gómez iban a hablar del “tirano prófugo” o de “la yegua” y se irían a cantar la marchita de Hugo del Carril bien bajito, para que no se escuchara desde la intimidad del hogar del barrio de Belgrano? El tiempo echaría a andar y les demostraría a estos poco ilustrados en la teoría de la represión de Freud, e incompetentes en otras varias cosas, que lo reprimido retorna, y con mucha fuerza.
Aramburu sacó a los nacionalistas del gabinete, mantuvo la junta consultiva y sí, proscribió al peronismo. Además, entre otros actos, disolvió al PJ, intervino la CGT, mandó a exfuncionarios a la cárcel y procedió a la persecución de militantes destacados.
El célebre, a esta altura, Decreto 4161 del 5 de marzo de 1956 merece un tratamiento especial. Es la mismísima prueba de que no alcanzaba con instalar el proyecto liberal, sino que había que crear una nueva gimnasia de la negación y proscripción.
Es decir, había más cosas que hacer; se imponía traducir el odio en clave cultural. Basta con detenerse en que el decreto prohibía pronunciar los nombres de Perón y Evita, cantar la marcha peronista, y usar los símbolos relacionados con el peronismo. Mucho, ¿no?
Se prohibieron las comisiones internas y los cuerpos de delegados. Se suspendieron las negociaciones colectivas y se congelaron los salarios.
Además, lo más desopilante: se suprimió mediante un bando militar la Constitución del 49. Atención, que ésta, salió hasta el día de hoy de la escena sociopolítica. Prácticamente nunca se volvió a hablar de ella. ¡De una constitución! Por todo esto, desde entonces volvió a regir la de 1853, con el agregado del artículo 14 bis sancionado en una reforma en 1957, y luego vendría la reforma del 94.
Esta embestida contra los derechos de los trabajadores fue avalada por los partidos que apoyaron el golpe contra la democracia. Todos ellos tuvieron su parte del botín con la distribución de cargos públicos. La UCR del Pueblo, liderada por Balbín, ocupó el Ministerio del Interior y el de Educación; a la UCR Intransigente, liderada por Frondizi, le tocó el de Trabajo, y todo así.
Lo que sigue a continuación no va a ser ninguna novedad viendo la trazabilidad del comportamiento de los partidos políticos y sus ideologías en la sociedad. Digo que, a la hora de la realidad efectiva de tomar decisiones de importancia, se notará una contradicción palmaria entre la pretendida fe en los estamentos democráticos de la república versus sus posicionamientos fácticos robustamente reaccionarios, antipopulares y de apoyo a la ruptura del orden institucional.
El budismo dice que el problema no es no saber, sino no saber que no se sabe:
Ser ignorante es creer que no sabemos algo, pero sucede que no estamos viendo las cosas con claridad.
La ignorancia en sí no es un mal, pero cuando ignoramos la ignorancia, y lo que significa en nuestra vida, entonces tiene lugar una vida estresada y una concatenación de males. (12)
Una elite dispuesta a corromper el orden institucional y avasallar la democracia, hasta llegar al límite de autopercibirse como Libertadores, es una suma de varios no saberes. Por un lado, la ignorancia simple de aquello que es verdadero o no, por otro, la ignorancia de la ignorancia. Sumemos una manipulación más que se hizo con el tema del conocimiento; el cultivo de un secreto, o sea la negación de un saber por parte de un grupo para los de afuera del mismo, por caso, el paradero del cadáver de Evita.
Mantener el secreto en un grupo funciona como un modo de mantener a resguardo el poder de la elite. Es factor de cohesión y poder en una determinada jerarquía social.
También el ninguneo general resulta una forma de ignorancia colectiva que está bien descripta por Charles Mills en la Ignorancia Blanca. Con una normatividad blanca, narrativa blanca y de este modo se arrastran varias formas de amnesia social. Todo termina siendo una disfunción de la cognición psíquica de la mayoría blanca, a su vez aceptada por el resto de los blancos, lo que les ha permitido mantener la supremacía sobre los demás sectores.
En tiempos brumosos o críticos la población suele optar por la ignorancia para no tener que tramitar, de momento, un proceso complejo, y es ahí cuando apoya masivamente a dictadores o a gobiernos capaces de hacerles pasar la parte más fea de los dramas, no imaginados antes.
Cesarina y Gómez tenían ya la suficiente amplitud de conciencia social como para captar la esencia del momento que la Argentina atravesaba, sin consumir el relato oficial; sin embargo, de estos dos, solo Gómez fue a las reuniones masivas de Lonardi, porque le impresionó cómo formó su gabinete, y porque el presidente dijo que mantendría muchas de las políticas sociales y laborales de los funcionarios depuestos. Gómez era capaz de poner distancia mental como para permitirse la curiosidad colosal de ser testigo del cambio de era. No hubiera ido, y hasta se hubiera disgustado si asumía un liberal, y no un nacional como Lonardi.
Cesarina siempre fue pasional, intuitiva y a la vez práctica. El día de marras, lo acompañó a Gómez hasta la puerta y en seco le dijo: “Este es un muñeco que no dura dos meses”.
A los 52 días exactos, Lonardi se enteró por la radio de que la Junta que él mismo presidía lo hacía a un lado para que la encabece Pedro Eugenio Aramburu. Rojas seguía.
12. Edith Sánchez, “Los tres fuegos que nos consumen según el budismo”. La mente es maravillosa, revisado por Sergio de Dios González, 19 de octubre de 2019 Los tres fuegos que nos consumen, según el budismo - La Mente es Maravillosa.
Aun en la guerra la crueldad es un exceso.
Sin embargo, es muy interesante estudiar las circunstancias previas a un conflicto armado. Es cuando se generan procedimientos de indiferencia y goce por el dolor ajeno. Estas emociones, desde una posición de poder y por repetición, pasan a ser aceptadas y naturalizadas por una parte importante de la sociedad.
Es decir, una guerra suele requerir varias fases de un trabajo previo de deshumanización hacia un sector social o hacia una nación, ahora enemigos.
Se trata de despojar de caracteres humanos a los adversarios políticos. Estos se convierten, en la conversación social, en piojos, ratas, yeguas, cucarachas y otras adjetivaciones que surten un fuerte efecto descalificador. Al hablante le sirve para un doble juego: crear enojo en la comunidad, y luego capturar ese enojo que, sumado a otros sentimientos negativos como frustraciones colectivas e individuales, va en un nuevo paquete, el cual se reenvía como herramienta política contra los adversarios. O sea, una colección de broncas habilitadas en paralelo por la insistencia y el retintín de los medios de comunicación pública.
Una vez instalada la deshumanización, se despliega con toda su magnificencia el destello maligno de la crueldad. En el fondo, apunta a normativizar el proceso de oscuridad y estrés social, para hacerse fuertes en el poder. Cosificar, disfrutar de la humillación, y así manipular desde la gestión.
A Lonardi lo corrieron en un golpe palaciego para inyectar puro antiperonismo, pero este general cordobés no tenía menos fiereza que los subsiguientes. En esa provincia hubo al menos 112 muertos. Y ya en Buenos Aires, en fecha épica, “justo” el 17 de octubre de 1955, al mes de la asonada, mandó tres tanques Sherman a ametrallar a una manifestación de 5000 personas en Pavón y Centenario Uruguayo, con muertos y heridos en el suceso. El cumple del 17 de octubre. Sí, se entiende.
Por otro lado, Lonardi sería para la posteridad quien cometió el primer crimen de la dictadura, al darle un tiro en la cabeza al jefe de la Escuela de Artillería en Córdoba, por no sumarse al golpe.
La parte que le tocaba a Aramburu en el plano de los derechos individuales se destacó por la militarización de las agencias de seguridad para espiar a los comunistas y a los simpatizantes de Perón. Pero hubo más; en su ideario, él mismo, general libertador top, se estableció como un enclave “del saneamiento moral”. De esta manera fue que dictó decenas de edictos contravencionales que criminalizaban la homosexualidad, el travestismo y otras conductas consideradas “vicios depravados e inmorales”. Aparecieron las listas rosas de artistas y escritores señalados como homosexuales que “representaban un peligro para el país”.
Aramburu hizo correr datos falsos para desprestigiar al expresidente Perón; como que tenía un harén de jóvenes de la UES (Unión de Estudiantes Secundarios) o que científicos alemanes le habían fabricado unos anteojos especiales para poder ver desnuda a Gina Lollobrigida. Se lanzaron otros comentarios difamantes, cargándole una relación homosexual a Perón con Archie Moore, cuando el famoso boxeador visitó la Argentina. Moore vino tres veces a la Argentina; la segunda vez, con Evita fallecida, la campaña de desprestigio fue colosal. Por reflejo inmediato la muchachada a la defensiva no se hizo esperar con las pintadas “Puto y ladrón lo queremos a Perón”. (13)
Diversos artistas fueron encarcelados, entre ellos Hugo del Carril, también Lucas y Atilio Mentasti, dueños de Argentina Sono Film, impulsores del cine nacional.
Muchos de los nuevos militares no disimulaban su sumisión con los de arriba y sus aliados: el poder dominante se permitió retomar la ubicación del país como solo productor de materias primas, cuya renta la deberían disfrutar las elites y sus descendientes. Eso es la llamada oligarquía.
Siempre tenemos algún exacerbado que deja patente sus sueños oligárquicos. En esta revuelta tenemos a Rial, un capitán de navío que apoyó a Aramburu. Cierta vez, estando algunos sindicalistas de la CGT esperando a Lonardi, cuando todavía se mantenían diálogos con la Casa Rosada, apareció este Rial, y dejó una frase para que migre hasta la psiquis de cada uno de los argentinos y, además, viboree hasta los confines de nuestro territorio.
Para que todos comprendan bien comprendida de qué iba la cosa de la Misión Libertadora, les dijo a los de la CGT:
“Sepan ustedes que esta gloriosa revolución se hizo, para que, en este bendito país, el hijo del barrendero muera barrendero”(14). Realmente insuperable.
Milei: La revolución que no vieron venir es el libro del 2024 de Nicolás Márquez y Marcelo A. Duclos.
Ya desde la introducción, dice Nicolás Márquez algo que a mí me suena como una confesión o un blanqueo. Afirma sobre Duclos, su socio en este libro: “Es un libertario de estricta observancia, y yo, un derechista de pura cepa”. Sigue: “Repentinamente, en los últimos tiempos hubo un poderoso efecto unificador, que barrió con toda discrepancia y agigantó las coincidencias: la decisión de Javier Milei de lanzar su candidatura presidencial”. (15)
Esta es una muy buena síntesis para los que todavía padecen los efectos del tembladeral de fin de 2023, porque “no la vieron venir”.
Los libertarios desorientan cuando les ponen etiquetas a sus adversarios o enemigos: comunistas, socialistas, colectivistas, peronistas, etc. O sea, despistan cuando los ponen a todos en la misma bolsa, sin grandes diferenciaciones. Algo que realmente confunde, porque las discrepancias existen entre esas agrupaciones, tanto por compromisos históricos, por trayectorias, como por ideologías. Pero veremos que no es algo tan complejo. Nadie debería seguir al pie de la letra estas declaraciones de las nuevas derechas. Es pura “batalla cultural”, así ellos le dicen.
Hay un punto ahí, en lo que dice Márquez. Justo donde los conferencistas y las personas que los siguen pueden llegar a marearte con las referencias teóricas que se adjudican incluso a sí mismos. Bueno, tampoco con respecto a las autopercepciones los tomemos a pie juntillas.
La trilogía “Tradición, Familia y Propiedad” de los años 60 está ahí, solapada con la trilogía de las nuevas derechas: “Vida, Libertad y Propiedad”.
Además, por un lado, estas diferenciaciones tan restringidas que hacen de sus fracciones: liberales, libertarios, austríacos, liberales clásicos, etc., se pueden borrar de un saque con un candidato a presidente que resulta bienvenido.
Se entiende adónde van con tantas disquisiciones. Toda esta magia alquímica de frases y construcciones cuasi teóricas denota por lo dicho ut supra que, al final, todas las divergencias pueden confluir y sintetizarse, tal como lo produjo la decisión de un Milei candidato presidencial, por el propio “efecto unificador” de esa posibilidad electoral, que borra “toda discrepancia y así agiganta las coincidencias”.
Es la batalla cultural, tonto. Parafraseando de muy lejos aquella que dijo alguna vez Bill Clinton: “Es la economía, estúpido”.
Agustín Laje, en el prólogo de Márquez, acepta lo que se ha dado en llamar “Nueva Derecha”, donde le asigna a Milei el hecho de no haberse detenido solamente en temas económicos, sino que se abrió a tópicos como “la ideología de género, las causas provida, el feminismo hegemónico, el llamado adoctrinamiento de la ESI (Educación Sexual Integral), derechos a la identidad según la autopercepción de cada uno” (dice Márquez).
Eso sí, en el apogeo de su éxtasis por Milei presidente, afirma que estos temas por fuera de lo económico no hubieran sido abordados por “la vieja centroderecha”, porque ella los hubiera considerado ociosos. A mí, francamente, las significaciones de estas tramas no me parecen tan diferentes a las listas rosas de Aramburu (16). Hay simbolismos semejantes, muy grosos.
Mr. Laje: nuevo, allí, no hay nada.
Pero lo que dicen los autores del libro es cierto: no la vimos venir. Esto no solo habla de los sujetos políticos que minimizaron o se desentendieron del recorrido de la nueva derecha, sino también de la audacia y la insistencia tenaz de estos grupos.
Me permito decirles a Laje, Márquez y otros divulgadores, que no son ni nuevos ni tampoco “derechistas puros y duros”. Conservadores duros eran los de antes.
Los de ahora son buenos propaladores, originales y abiertamente oportunistas, a partir de lo que han dado en llamar “batalla cultural”, que no es más que una prolongación de los discursos de la Libertadora, por ejemplo. Sin necesidad de edictos, como aquella. A vosotros, por esas cosas de los incompetentes presidentes de la democracia que dicen que tuvimos, les tocó la libertad de publicar libros de esa calaña sin censura, ni edictos prohibidores.
Ernesto Tenembaum hace poco le realizó una entrevista a Nicolás Márquez. De entrada, Ernesto le sacó el tema de los tuits.
Le recordó algo, que él, el periodista, cierta vez había comentado por la red social X, y fue cuando, por la misma vía, Márquez le espetó “Zurdo emputecido”. “¿Me podés explicar esto?”, le dijo Tenembaum, de frente, a su entrevistado: “Veamos, vamos por partes, el hecho de que haya mandado ese tuit hace que yo esté hoy sentado acá –hablando y moviéndose con unos gestos supercancheros–, por lo tanto, no hice tan mal, y, además, no hay que tomar lo que se dice por la jerga tuitera y traerlo acá. Es distinto lo que puedo llegar a decir en un libro, o ahora con vos”. Son dos cosas distintas. (17)
Por su lado, Milei en su momento había dicho sobre el presidente democrático de Colombia que “nada se puede esperar de alguien que fue un terrorista como Petro” (18),despertando roces diplomáticos con esa Nación; más adelante Milei arregló esto diciendo que no tiene nada que ver con las relaciones entre los pueblos, que se tienen que preservar.
Ahí tenemos la voluntad de influir de la que habla Agustín Laje, dentro del concepto más abarcativo de “batalla cultural”. Esta última sería la “clave hermenéutica” para interpretar a la “nueva derecha”. Vamos comprendiendo… y recordemos que somos nuevos en esto, y que no la vimos venir.
Y ahora me gusta el tema. Más adelante, la batalla cultural a fondo.
Por ahora otro tip; la nueva derecha tiene un discurso tipo carretel de pesca. En cualquier punto que le hagas la pregunta o acotes algo van para atrás, recogen el hilo “para contextualizar” y lo común es que frenen en 1974, la época de la Triple A. Desde ahí van a ir a denostar a todo el peronismo histórico, a todos los presidentes democráticos. Y justificar la violencia homicida de la dictadura del 76, a la que llaman guerra, como si hubiera habido una porción del territorio nacional en mano de fracciones enemigas durante siete años. Sin especificar que fue una guerra contra los sectores del pueblo argentino que enuncia Sabato en el Nunca más.
La novedad y la clave está ahí: en digo y desdigo, la cambio, la amaso, la escondo, la acomodo, que por tuit sí, pero no.
Ahora, estimados: argumentos de derecha pura, dura, y liberal, ya tuvimos un montón en la historia.
Y para cerrar esta digresión y luego volver a la secuencia histórica, que abandoné por un rato, dejo un par de anécdotas de Milei y yo. Una indirecta y otra no tanto. La segunda se refiere a las iniciales apariciones del presidente en los distintos medios de comunicación masivos, donde más allá de la economía, se largó con temas de índole personal. Un dato que me puso contento es que había sido arquero de Chaca, lo cual, para un funebrero como yo, es un cincuenta por ciento –mínimo– de una conexión importante; tendrías que romper muchos cables para que yo te desestime.
Entre el 85 y el 87, Gómez fue presidente de Chaca; para entonces un gran amigo mío era arquero de las inferiores del club en una categoría distinta a la de Milei; lo conocía, y confirma lo que dicen ahora las biografías, sobre el propio Javier Gerardo, de aquella época.
Gómez algo me comentó de ese Javo, sin embargo, no me llegó a hablar de sus cualidades de arquero; pero sí una vuelta, salió con que “hay un arquerito que tiene una melena como la tuya, pero rubiecito”, al toque dudé, porque jamás –pero nunca– ninguna cabellera me hacía par. Y fue cierto lo de Gómez nomás.
De mi parte, algunas veces, que se daba un partido oficial de las inferiores de Chaca, iba a oficiar de médico. ¿Se habrá dado cuenta el joven Javo que los Gómez éramos una mini castita? Presidente, amigo arquero de la quinta división y médico de partidos oficiales. Sorry, prescribió. Pelito pa’ la vieja.
La otra historia me llegó de forma más directa, es reciente, de cuando el mismo Javier Milei dio a luz detalles de su vida íntima y familiar durante su niñez. No olvidemos sus intervenciones desacompasadas, destempladas y llenas de gestos de disgusto, en las que no se lo entendía mientras narraba esos días infelices. Como médico me sentí muy mal por él.
En la época en que actuaba así en los medios, con ese relato de su infancia, me daban ganas de ayudarlo. Pero cuando se llega al poder tan arriba, el que ayuda o no ayuda sos vos.
Con la presidencia, no está calmado todo su entorno de diletantes libertarios; parecen hablar siempre con bronca y con cero resonancias afectivas, ni empatía y sin consuelo para con los vulnerables, los discapacitados y los caídos del sistema. ¿Qué les pasa?
Justo acá no me puedo desprender de mi profesión de psiquiatra y psicoanalista, pues me llega profundamente la íntima comprensión del dolor de estas personas desvalidas, que, a su vez, está enmarcado en un proceso mayor, que es la intensidad de la angustia y el estrés social.
Así no. Fijate, capo, un poquito en los sentimientos de la gente. Capaz podés.
13. Norberto Alayón, “Perón y el boxeador yanqui Archie Moore”. La Tecl@ Ñ, 19 de junio de 2022. Profesor Consulto (Facultad de Ciencias Sociales-UBA).
14. Horacio Raúl Campos, “Gratuidad universitaria para el hijo del barrendero”. AUNO. Agencia Universitaria de Noticias. 30 de octubre 2019. https://auno.org.ar/gratuidad-universitaria-para-el-hijo-del-barrendero.
15. Nicolás Márquez-Marcelo Duclos, Milei. La Revolución que no vieron venir