El amor de Magdalena - Anónimo - E-Book

El amor de Magdalena E-Book

Anónimo

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Beschreibung

Con palabras muy cálidas y audaces, este texto presenta el amor de María Magdalena por Jesús y de Jesús por ella. María Magdalena encarna la sucesión de estadios del amor humano, lo cual es diferente de lo que representa María de Nazaret. La primera encarna el arquetipo de la amante (en su doble versión transgresora y sublime), mientras que la segunda ensalza el ideal de la virginidad y de la maternidad. María es el nombre de la Madre-Hermana-Esposa, porque, en verdad, se trata de un único ser: la naturaleza humana hipostasiada en una persona. Por ello el autor de nuestro texto asocia hacia el final la figura de María Magdalena con la Iglesia, que es toda la humanidad convocada al encuentro con Dios, a la unión con Él.

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ANÓNIMO

EL AMOR DE MAGDALENA

Traducción deCLAUDIA BERDEJAEpílogo deJAVIER MELLONI

Herder

Título original: L’amour de Madeleine

Traducción: Claudia Berdeja Alarcón

Diseño de la cubierta: PURPLEPRINT Creative

Edición digital: José Toribio Barba

© 2017, Herder Editorial, S.L., Barcelona

ISBN DIGITAL: 978-84-254-3913-1

1.ª edición digital, 2017

Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro de Derechos Reprográficos) si necesita reproducir algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com).

Herder

www.herdereditorial.com

Índice

Sobre el sermón

El amor de Magdalena

Epílogo de Javier Melloni

Sobre el sermón

A principios del siglo XX, el abad Joseph Bonnet descubrió el sermón El amor de Magdalena, escrito en el siglo XVII y de autor anónimo, en el manuscrito q 1, 14 de la Biblioteca de San Petersburgo. En el Prefacio de la edición original, fechada el 24 de marzo de 1909, Bonnet plantea el problema de la autoría del texto:

Si no he mencionado ningún nombre al principio de esta maravilla, no es porque no se me hubiese ocurrido ninguno. Quien esté familiarizado con Bossuet1 creerá, tal vez con razón, reconocer aquí ya lo sublime de su pensamiento, ya lo ardiente de sus imágenes, ya la seguridad de su progreso por los senderos más resbaladizos, ya la inagotable sucesión, la infinita variedad y la sorprendente prontitud de sus movimientos oratorios. Pero quien quiera que sea el autor, nadie le recriminará el haber elegido un sujeto tal o haberlo realzado con colores tan vivos. El Espíritu Santo en el Cantar de los Cantares nos ha dado un ejemplo que le ha permitido al genio, guiado por la fe, imitarlo con discreción.

Sin embargo, más allá de quién fue el autor de este sermón, lo cierto es que su difusión se dio gracias a Rilke, quien, en 1911, descubrió el texto por azar en la vitrina de un anticuario en la Rue du Bac en París, y lo rescató del olvido. El poeta quedó absolutamente fascinado por el contenido de su hallazgo y decidió traducirlo al alemán. El texto fue iluminador para Rilke, tocaba el corazón de sus inquietudes espirituales y de su sensibilidad. En una carta a la princesa Marie von Thurn und Taxis2 le dijo que le enviaría un ejemplar de la traducción de «un sermón extraordinario, luminoso, de una verdadera actualidad espiritual: L’amour de Madeleine». Y fue este entusiasmo del poeta lo que propició que el texto recobrara interés en el mundo místico y espiritual hasta nuestros días. Rilke no se equivocó cuando vio en este texto «un sermón de sublime grandeza».

La imagen de la cubierta de este libro es un detalle de la obra Magdalena en éxtasis. Este óleo sobre lienzo pertenece a la pintora italiana Artemisia Gentileschi (1593-1653), una de las pocas mujeres que en el siglo XVII logró ser reconocida y valorada por su arte.

1 Jacques Bénigne Bossuet (1627-1704) fue un destacado clérigo, predicador e intelectual francés, conocido sobre todo por la lucidez de sus sermones y discursos en honor a los santos.

2 Princesa del Imperio Austrohúngaro, fue fiel amiga y mentora de Rilke. En su castillo de Duino a orillas del Adriático, el poeta empezó a escribir, durante una de sus estancias en 1912, lo que sería su obra capital Las elegías de Duino. Estas elegías están dedicadas a la princesa.

EL AMOR DE MAGDALENA

Magdalena, la santa amante de Jesús, lo amó en sus tres estados. Lo amó vivo, lo amó muerto, lo amó resucitado. Mostró la ternura de su amor por Jesucristo presente y vivo; la constancia de su amor por Jesucristo muerto y sepultado; las impaciencias y los arrebatos, las pasiones, las debilidades y los excesos de su amor desamparado por Jesucristo resucitado y subido a los cielos.

Cuando miro a Magdalena a los pies de Jesús, me parece que veo al amor extraviado que lamenta sus yerros y busca la recta senda a los pies de Aquel que es la senda misma. ¿Acaso la apremia el amor? Sus besos ardientes lo demuestran; las palabras de Jesucristo lo confirman. Pero ¿qué tipo de amor es el amor de Magdalena? El amor todo lo puede; el amor se anima a todo; el amor no es solo libre y familiar, sino también osado y atrevido, pero veo que Magdalena permanece detrás, que no se atreve a alzar los ojos ni a mirar el rostro de Jesús, se siente afortunada solo de acercarse a sus pies. Veo que suspira y no habla, que llora y no se atreve a esperar consuelo. Veo que lo da todo, que se entrega toda ella e incluso así no se atreve a pedir su gracia. Si es el amor el que te incita, Magdalena, ¿a qué le temes? Atrévete a todo, inténtalo todo. El amor no conoce límites, sus deseos son su regla; sus pasiones, su ley; sus excesos, su medida. Solo teme el temer; y su razón para poseer es la osadía de pretenderlo todo y la libertad de intentarlo todo.