El rey David: Una biografía no autorizada - Samuel Pagán - E-Book

El rey David: Una biografía no autorizada E-Book

Samuel Pagán

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Beschreibung

La vida de David, pastor, salmista y rey, ha inspirado la creatividad de todo tipo de artistas. Poetas, dramaturgos, novelistas, ensayistas y escultores, han visto en la figura de David un personaje ideal para estudiar y explorar, exponer y analizar, actualizar y describir, dibujar y esculpir… Biografías, novelas, películas y oratorios musicales han contado sus gestas, sus virtudes y sus errores. Los pinceles de Caravaggio, Pussin, o Rembrandt se extasiaron tratando de plasmar sobre el lienzo lo peculiar de su personalidad. El cincel de Donatelo, Verrogio, Bernini y especialmente de Michelangelo, alcanzaron su máxima inspiración movidos por su hermosura física. Los libros y comentarios biográficos escritos en diversos idiomas desde una perspectiva cristiana, no cabrían en una biblioteca. Y uno se pregunta ¿cabe añadir algo cosa más? Aunque David ha generado en la historia mucha creatividad artística, tanto visual como literaria, las biografías científicas, sobrias y analíticas sobre su persona no abundan. Se pueden encontrar en castellano obras de corte homilético y espiritual, orientadas a la devoción, pero que no atienden las dificultades históricas, los desafíos éticos y las complejidades teológicas relacionadas con el personaje. Exploran, explican y actualizan algunas facetas gratas de su vida; sin embargo, en referencia al hombre que adultera, y que para encubrir su pecado es capaz de asesinar a un fiel y dedicado aliado y amigo, los estudios no son muchos. No es de extrañar, por tanto, que el doctor Angel Velez, Director de la Escuela de Teología de la Universidad de Puerto Rico, afirme categóricamente: "No hemos tenido acceso, por el momento, a muchos textos que ofrezcan mayor cantidad de datos o hayan trabajado con mayor rigor el número de fuentes en torno a David que esta obra del Dr. Pagán.

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El rey David:

una biografía no autorizada

Samuel Pagán

EDITORIAL CLIE

C/ Ferrocarril 8

08232 VILADECAVALLS

(Barcelona) ESPAÑA

E-mail: [email protected]

http://www.clie.es

© 2013 Samuel Pagán

«Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org <http://www.cedro.org> ) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra».

© 2013 Editorial CLIE, para esta versión en español

EL REY DAVID: una biografía no autorizada

ISBN papel: 978-84-8267-813-9

ISBN epub: 978-84-8267-818-4

Estudio Bíblico

Historia y Cultura

Referencia: 224829

ÍNDICE

Portada

Portada interior

Créditos

Prólogo

Presentación

Prefacio

El rey David: un personaje extraordinario

Una biografía no autorizada

Agradecimientos

INTRODUCCIÓN. Úngelo, porque este es

El joven David

La familia de David

Esposas e hijos de David

Listas de hijos de David

David, según la Biblia

Era músico

Su posición económica y social

Hombre de guerra

Era prudente en sus palabras

Era hermoso

El Señor estaba con él

El David histórico

CAPÍTULO UNO. Fue ungido en medio de sus hermanos

Fuentes literarias en torno a David: 1 y 2 Samuel

Samuel (1 Sam 1-12)

El rey Saúl (1 Sam 13–2 Sam 1)

El rey David (2 Sam 2–24)

El primer libro de las Crónicas

El libro de los Salmos

David en los libros proféticos: el mesianismo

Referencias implícitas a David en el libro de Génesis

David en el islam

El rey David y Jesús de Nazaret

CAPÍTULO DOS. Del rebaño al reino

Samuel unge a David

David llega al palacio real

¿Quién mató a Goliat?

El amor entre David y Jonatán

Los celos de Saúl

Saúl intenta matar a David

David y Jonatán se despiden

CAPÍTULO TRES. David, el fugitivo y mercenario

David huye de Saúl

El asesinato de los sacerdotes de Nob

David huye al desierto

David perdona la vida a Saúl

David, Nabal y Abigail

David entre los filisteos

Saúl y la adivina de Endor

Los filisteos desconfían de David

La guerra contra los amalecitas

La muerte de Saúl y sus hijos

Saúl y David

CAPÍTULO CUATRO. Y ungieron a David como rey

Lamento de David por Saúl y Jonatán

David es coronado en Hebrón

La guerra civil

Pacto de Abner con David en Hebrón

Muertes de Abner e Is-boset

David es proclamado rey de Israel

La unificación y el reconocimiento del reino

El Arca del Pacto llega a Jerusalén

El pacto de Dios con David

Del David bíblico al histórico

CAPÍTULO CINCO. Y el Señor le dio la victoria

David extiende su poder y sus dominios

David y la descendencia de Saúl

La guerra contra los amonitas

CAPÍTULO SEIS. Hizo lo malo ante los ojos del Señor

David y Betsabé

Natán amonesta a David

Violación de Tamar

Venganza de Absalón

Absalón regresa a Jerusalén

Absalón se subleva contra David

Absalón llega a Jerusalén

Muerte de Absalón

CAPÍTULO SIETE. El Señor es mi roca, mi fortaleza y mi libertador

David vuelve a Jerusalén

Sublevación de Seba

Venganza de los gabaonitas

David y los gigantes filisteos

Cántico de liberación de David

Últimas palabras de David

Los valientes de David

El censo de David

CAPÍTULO OCHO. Durmió con sus padres y fue sepultado en su ciudad

Adonías intenta usurpar el trono de David

David proclama rey a Salomón

Instrucciones finales de David a Salomón

La muerte de David

CAPÍTULO NUEVE. Somos tuyos y estamos contigo

David en los libros de Esdras-Nehemías

David en las Crónicas

Paralelos temáticos

El traslado del Arca a Jerusalén

Gratitud de David

El pacto de Dios con David

Primera orientación de David a Salomón

Preparativos para la edificación del Templo

Salomón sucede a David

CAPÍTULO DIEZ. Lávame más y más de mi maldad

Los Salmos

David en el título de algunos de los Salmos

Salmo 51

David en el texto de varios Salmos

Salmo 89

Salmo 132

David en el salterio

Salmo 1

Salmo 2

Salmo 23

David como modelo

CAPÍTULO ONCE. Se sentará en el trono de David

Un nuevo David

David en la literatura profética

Isaías

Jeremías

Ezequiel

Zacarías

Jesús de Nazaret, el Hijo de David

Un hombre de acuerdo al corazón de Dios

Bibliografía

Libros

Artículos

Prólogo

Escribir el prólogo del libro de un colega nunca es tarea fácil, pero cuando se trata de un erudito en el tema expuesto, se magnifica la responsabilidad adquirida por el prologuista. Esto es lo que me ocurre al presentar esta obra.

El doctor Samuel Pagán escogió hace mucho tiempo el tema del Antiguo Testamento como objeto de sus estudios, investigaciones y publicaciones. Por lo tanto, realiza una intensa labor de recopilación de datos sobre la historia y cultura del pueblo hebreo, cuyo comienzo y desarrollo lo observamos al obtener un grado de Doctor en Literatura Hebrea en el famoso Seminario Teológico Judío de Nueva York y Jerusalén.

En gran parte, ese singular interés académico se relacionaba con los contactos obtenidos en sus diálogos y estudios en la comunidad del Seminario Evangélico de Puerto Rico. Ese singular entorno educativo le facilitó adentrarse en una temática que algunos han considerado fascinante e interesante, y que ha podido en algún momento levantar debates, interrogantes y controversias.

Curiosamente, el tema del rey David es uno de esos asuntos que contribuye a las más interesantes interpretaciones dentro del mundo histórico, teológico y religioso. De esto puede dar fe el autor de este libro, que ciertamente se convertirá en una pieza clave para el estudio futuro de tan cimera figura dentro de la tradición judeocristiana.

Después de un largo período de trabajo en la investigación y redacción de esta obra, nuestro autor ha demostrado una vez más un muy alto grado de conocimiento en el área que compete a la vida y obra del famoso monarca bíblico. Es claramente visible el hecho de su familiarización y dominio del tema expuesto, pues se manifiesta con claridad en los recursos bibliográficos que analiza, pondera y evalúa. Al leer esta obra, es evidente que el haber contado con la vasta biblioteca que le pertenece, al igual que el análisis de otras importantes fuentes literarias, han contribuido de forma significativa al desarrollo de las ideas que se manifiestan en este importante libro.

El autor, al menos, ha superado tres posibles problemas metodológicos, si nos acercamos cautelosamente a los temas expuestos en el libro. Uno de estos sería la abundancia del material disponible relacionado con el período de este estudio; otra dificultad estaría representada por el análisis cuidadoso de las fuentes literarias y arqueológicas en torno al asunto expuesto; y, por supuesto, se impone siempre atender con rigor y creatividad las conclusiones de la obra. El Dr. Pagán en este libro ha superado esos desafíos.

Veamos: al perseverar en la ardua tarea de enfocar los temas en torno al rey David, el autor ha tenido entre sí algunas realidades que pasarían inadvertidas en otros estudios. Lo específico del tema justifica, en nuestra opinión, la atención especial que el Dr. Pagán ha dedicado a la historia y vida del personaje en plena época antigua. El análisis de las narraciones bíblicas, unido a las evaluaciones críticas de la información proveniente de la arqueología, por ejemplo, pone de manifiesto claramente las destrezas académicas e investigativas del autor.

En nuestra opinión sería casi imposible imaginar un esfuerzo superior al realizado por el Dr. Pagán, si tomamos en consideración que en muchos casos es imposible el acceso a documentación ya desaparecida o que nos llega en idiomas ajenos a las letras castellanas. Sin embargo, y superados todos esos desafíos, en nuestra opinión, nuestro autor ha realizado una exitosa y amplísima investigación sobre este tan singular y emblemático personaje bíblico.

No hemos tenido acceso, por el momento, a muchos textos que ofrezcan mayor cantidad de datos o hayan trabajado con mayor rigor el número de fuentes en torno a David que esta obra del Dr. Pagán. En verdad este pudiera ser uno de los primeros estudios académicos en Puerto Rico, con un tema histórico, cultural y religioso, y sin propósitos propagandísticos, presentado a una comunidad intelectual y de fe. Considero que sería muy difícil, incluso para un equipo de trabajo compuesto de especialistas en el área y financiado por alguna institución de educación superior, ir más allá de lo que aquí se nos presenta.

Este prólogo se escribe días después de la Cuaresma del 2011, año de grandes cambios en el planeta que ejemplifican el seguimiento de lo que debe ser el llamado a la unidad, no tan solo de los cristianos, sino de todas las comunidades de fe monoteístas. Mucho de lo que puede describirse sobre el período que cubre el relato de la vida del rey David es similar a nuestros días. Los cambios siempre traerán nuevos protagonistas; sin embargo, las figuras como nuestro personaje han de quedar en la memoria colectiva de los creyentes.

La riqueza de datos que pueden extraerse de esas experiencias, además de motivar al Dr. Samuel Pagán desde la perspectiva menos apasionada o sectaria de otras geografías, como la de Israel y Palestina, que le permite reflexionar con mayor sobriedad y calma, es una verdadera contribución al estudio de lo que tan correctamente se ha descrito en el título de esta obra: El rey David: una biografía no autorizada.

Dr. Ángel Vélez Oyola

Director de la Escuela de Teología

de la Universidad Interamericana de Puerto Rico

Presentación

Cuando se pasa revista a la historia de la educación teológica en América Latina puede observarse un proceso a veces lento y gradual, pero irreversible, de criollización de las distintas cátedras. Sin duda alguna, la cátedra teológica que más tiempo perduró en manos extranjeras, europeas y norteamericanas, ha sido la relativa al Antiguo Testamento.

El estudio del Antiguo Testamento presenta unos desafíos académicos y lingüísticos que las Iglesias latinoamericanas a duras penas estaban capacitadas para enfrentar, mucho menos resolver. Exige el dominio cabal del hebreo clásico y la capacidad de distinguir entre sus distintas variantes, un conocimiento al menos funcional de los idiomas vecinos y emparentados, la facultad para leer el griego, por la importancia de la Septuaginta (la traducción helenística del Antiguo Testamento), además del estudio erudito —histórico, social y cultural— de épocas extensas y complejas, al margen en ocasiones de la historiografía grecolatina clásica.

Para jóvenes con intereses teológicos, la ausencia de una sofisticada tradición intelectual familiar y eclesiástica y la relativa escasez de bibliotecas, casi excluía de inicio el considerar hacer estudios graduados en Antiguo Testamento. El problema ha sido común en toda América Latina, y solo recientemente comienza a solucionarse. Es ciertamente un reflejo de madurez en la educación teológica protestante en un país latinoamericano cuando uno de sus hijos o hijas asume la cátedra de exégesis y teología veterotestamentaria.

He esbozado brevemente esta característica de la educación teológica latinoamericana como trasfondo para resaltar la importancia que tiene el libro que presentamos: El rey David: una biografía no autorizada. Su autor, Samuel Pagán, es el erudito puertorriqueño en el estudio académico del Antiguo Testamento de mayor prestigio internacional. Su disertación doctoral From Crisis to Hope: Study of the Origin of Apocalyptic Literature, aceptada por el prestigioso Jewish Theological Seminary de Nueva York, en 1988, abrió un sendero inédito en nuestras letras teológicas especializadas. Ha sido profesor en varias instituciones teológicas de América Latina y en las comunidades hispanas estadounidenses, ha dirigido las traducciones de la Biblia para los idiomas que se hablan y leen en este vasto hemisferio. Ha escrito y publicado una impresionante cantidad de ensayos, artículos y libros, en español e inglés, además de coordinar la edición de revistas y antologías. Desde hace varios años habita y labora en Tierra Santa, justo en la frontera entre Israel y Palestina, en uno de los lugares más sagrados y sanguinarios de toda la historia humana.

Pagán es teólogo y admirador de las letras hispanas, sobre todo de su pináculo literario, Don Quijote de La Mancha, sobre el que ha escrito hermosas reflexiones. Ha sido uno de nuestros intelectuales evangélicos más activos, con un estilo que aspira a combinar la erudición académica, típica de los biblistas profesionales, con la facilidad de lectura y entendimiento. Escritor incansable, algunos de sus libros son los siguientes: La resurrección de la esperanza (1983), Púlpito, teología y esperanza (1988), Esdras, Nehemías y Ester. Comentario bíblico hispanoamericano (1991), Visión y misión (1993), Su presencia en la ausencia (1993), Palabra viva: entorno histórico, literario y teológico del Antiguo Testamento (1995), La visión de Isaías (1997), El tiempo está cerca: una lectura pastoral del Apocalipsis (1997), El misterio revelado: la comunidad de Qumrán y los manuscritos del Mar Muerto (2002), De lo profundo, señor a ti clamo (2007), Yo sé quién soy: don Quijote para el siglo xxi (2008) y Jesús de Nazaret (2010).

En sus obras teológicas, ha logrado conjugar el rigor académico y la labor pastoral, el estudio científico y crítico de los textos bíblicos y el estudio comunitario devoto de esos mismos textos considerados escrituras sagradas. No es tarea sencilla. Con facilidad se crea un abismo entre ambas miradas exegéticas, la académica y la eclesiástica. En ocasiones ese dualismo cruza por la mente y el alma de una misma persona. Harto conocidas son las angustias de los estudiantes que inician simultáneamente sus estudios teológicos y su trabajo pastoral al tener que analizar críticamente, en el salón de clase, un texto bíblico sobre el cual luego predican en sus congregaciones. Superar ese dualismo ha sido norte de Samuel Pagán en sus escritos.

Su presencia en la ausencia (1993), por referirme a una de sus obras que más he disfrutado, estudia la literatura hebrea producida entre la destrucción de Jerusalén por el ejército babilónico de Nabucodonosor (c. 586 a. C.) y el decreto de Ciro de Persia que autorizó el retorno a la ciudad santa (538 a. C.). Es un escrito de manifiesta solidez académica. Sin embargo, su horizonte hermenéutico principal es el entorno de crisis que padece el pueblo de Dios latinoamericano de hoy que desea vivir de acuerdo a las demandas divinas de justicia y rectitud, y no según los dictados de quienes comandan el poder terrenal. Enlaza un estilo ágil y atractivo, el conocimiento cabal de los problemas históricos y textuales en cuestión, y la reflexión teológica pertinente a los israelitas de entonces y a los creyentes de hoy.

Samuel Pagán es, además, el puertorriqueño de principal protagonismo en la traducción de la Biblia al español y, en general, a todos los lenguajes latinoamericanos. Sobre las dificultades que confrontan los traductores al enfrentarse a las diferencias históricas, culturales y sociales, en ocasiones enormes, entre los tiempos bíblicos y los actuales, es iluminador su ensayo «Poor and Poverty: Social Distance and Bible Translation», Semeia, vol. 76, 1996, págs. 69-79. Participó destacadamente en la edición de La Biblia de estudio y la revisión de 1995 de la Biblia Reina Valera, además de coordinar la traducción de las escrituras sagradas cristianas en diversos lenguajes americanos autóctonos. Sigue así una tradición que se inicia, en nuestras comunidades hispanoparlantes, con Casiodoro de Reina y su Biblia del Oso (1569), quien en el prólogo a su famosa edición insiste en la necesidad de traducir la Biblia a las lenguas populares y nacionales.

Igualmente debe destacarse, en todos sus escritos, su notable esfuerzo por explicar las distintas alternativas exegéticas y hermenéuticas que confrontan los estudiosos de los escritos bíblicos, su disposición a optar por algunas de ellas y no otras, y su respeto a quienes defienden lecturas alternas. Ejemplos destacados son sus disquisiciones sobre el posible orden de llegada a Jerusalén de Esdras y Nehemías y sobre el valor de los libros llamados «deuterocanónicos» para el entendimiento cabal del imaginario simbólico del Nuevo Testamento.

Ahora, desde las tierras que siglos atrás gobernase el rey David, nos regala este nuevo libro, El rey David: una biografía no autorizada. Es un texto ejemplar en el que se conjugan las exigentes demandas de la erudición académica con un estilo diáfano y transparente, las nuevas investigaciones exegéticas y hermenéuticas con la generosa claridad literaria. Su tema, la monarquía davídica, es central en las escrituras judeocristianas, y nuestro autor analiza magistralmente cómo la figura de este rey israelita, David, se percibe y configura desde diferentes perspectivas en la Biblia. En algunas tradiciones escriturarias es un monarca de carne y hueso, extremadamente complejo y con abismales contradicciones éticas y morales; en otras, se le transfigura en un paradigma de monarca ejemplar; aún otros autores sagrados, en el contexto de la amargura de un pueblo devastado y desterrado, le confieren un toque mesiánico de esperanza apocalíptica, de renovación nacional y religiosa.

Escribo estas notas el Domingo de Ramos de 2011, cuando en toda la cristiandad, se conmemora la entrada de Jesús a Jerusalén con vítores que le proclaman «¡Hosanna al Hijo de David!» (Mt 21:9) y «¡Bendito el reino que viene, de nuestro padre David!» (Mc 11:10).

Samuel Pagán conoce muy bien cómo esas visiones del monarca nacionalista y guerrero interfieren con los anhelos de reconciliación y paz justa entre los pueblos que actualmente habitan la Tierra Santa. Este libro no surge exclusivamente de sus inquietudes académicas. Procede también de sus nobles esfuerzos solidarios con las comunidades judías, islámicas y cristianas, que viven y laboran en las tierras que una vez gobernó el rey David, guiados por la esperanza de labrarse un futuro común.

Luis N. Rivera Pagán

Profesor emérito de ecumenismo

Princeton Theological Seminary

Prefacio

Pero el Señor respondió a Samuel:

«No mires a su parecer,

ni a lo grande de su estatura,

porque yo lo desecho;

porque el Señor no mira lo que mira el hombre,

pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos,

pero el Señor mira el corazón».

1 Samuel 16:7

El rey David: un personaje extraordinario

El rey David es un personaje fascinante. Desde las primeras narraciones escriturales, en las cuales se revela que fue subestimado por su padre, hasta los relatos en los cuales vence fulminantemente a Goliat y a los temibles filisteos, sus acciones ponen de manifiesto que era una persona intensa, firme, decidida, arriesgada, visionaria, intrépida, aventurera…

David es, en efecto, un hombre sin igual en los testimonios bíblicos, pues genera pasiones intensas en hombres y mujeres, reyes y siervos, amigos y enemigos, grandes y pequeños, cortesanos y plebeyos…

Esa personalidad tan intensa del famoso rey de Israel ha inspirado la creatividad de diversos tipos de artistas. Poetas, dramaturgos, novelistas, ensayistas y escultores, han visto en la figura de David un personaje ideal para estudiar y explorar, exponer y analizar, actualizar y describir, dibujar y esculpir… Y en esas representaciones, se revelan no solo algunos detalles significativos de la vida del gran personaje bíblico, sino que se manifiestan las propias interpretaciones de los artistas en torno a la vida del rey.

En la literatura, por ejemplo, las obras relacionadas con David no son pocas. Basta solo mencionar algunas: el poema «Absalón y Ahitofel» de Drysen (s. xvii d. C.), que presenta la rebelión de Absalón contra el rey David; la novela de Elmer Davis, Vencedordegigantes (1928), en la que se describe al rey como el poeta que siempre consigue a alguien que le haga el «trabajo sucio» en el reino; Gladys Schmitt escribió una interesante novela, David el rey (1946), en la que desarrolla la vida del monarca, y lo presenta en una relación amorosa con Jonatán.

Otras obras en torno a la vida y las acciones legendarias de David, son las siguientes: Thomas Buenett Swann, Cómo caen los poderosos (1974); Jill Eileen Smith, Las esposas del rey David (2009); y Cliff Graham, Los valientes de David (2009). Y en esta lista de obras distinguidas en torno al famoso rey de Israel, no podemos dejar de mencionar la importante contribución de Don Juan Bosch, David. Biografía de un rey (1966), en la que el político y expresidente de la República Dominicana hace un análisis de la vida, las acciones y la carrera política de David.

En el cine, David ha sido un personaje popular y exitoso. En primer lugar, Gregory Peck hizo el papel del rey en la película David y Betsabé (1951). Y, posteriormente, los siguientes actores han representado al famoso monarca en otras películas de importancia cinematográfica: Finlay Currie, en Salomón y Seba (1959); Richard Gere, en El rey David (1985); y Nathaniel Parker, en David (1997).

La música ha visto al rey David de muchas formas y en diferentes estilos. Josquin des Prés escribió un cántico de lamento del rey David, ante la pérdida de su hijo. El oratorio de Arthur Honegger, El rey David, es muy popular entre las piezas musicales que ejecutan regularmente los coros. La canción del grupo Sting, Loco por ti (1991), presenta la obsesión del rey por Betsabé. Y en esa misma tradición musical está el oratorio moderno Rey David, con la lírica de Tim Rice y la música de Alan Menken.

La televisión también ha cedido ante la fascinación que genera el rey David. La compañía nbc creó la serie Reyes, para representar la vida del rey David en términos contemporáneos. En la serie de pbs, Wishbone, el programa«El pequeño gran perro» recuenta la historia de David, especialmente su triunfo contra Goliat. Y en Xena. La princesa guerrera, se presenta un episodio, «Destrucción de gigantes», en la que se recrea la gran batalla entre David y Goliat.

En el mundo de las esculturas, David no ha quedado sin representación. Las estatuas más famosas del famoso rey han sido talladas por los siguientes artistas: Donatello (c. 1430-1449), Andrea del Verrocchio (1476) y Antonin Mercié (1873).

Sin embargo, es quizá la monumental escultura de Miguel Ángel la que más gente ha visto en torno al distinguido monarca israelita. La ironía de la vida es que ese David tiene la estatura de un Goliat (más de 15 pies, como cinco metros de altura), y ,además, ¡no está circuncidado!

Personajes como el David de la Biblia, que en vida llevaron a efecto hazañas singulares y tuvieron victorias ejemplares, al morir incentivan la inspiración e imaginación de quienes intentan relatar sus aventuras y destacar sus logros. Este tipo de personalidad, tan firme, aguerrida e intensa, propicia la creatividad de quienes quieren poner de manifiesto, de alguna forma ordenada, su desarrollo físico, moral, educativo y espiritual. Es muy difícil escribir un libro de una figura como David, pues su vida genera respuestas firmes y decididas que no siempre están de acuerdo.

Para algunos, David fue un héroe nacional, ejemplo de la antigua sociedad israelita, líder indiscutible que llevó al pueblo de Israel a disfrutar la primera monarquía unificada de las tribus del norte y del sur; además, era un buen poeta, recordado como «el dulce cantor de Israel». Para otros, sin embargo, fue un forajido, maleante, inmisericorde, asesino y mercenario, un personaje sin escrúpulos y de carácter cuestionable, ante la posibilidad de lograr sus aspiraciones personales.

Y quizá entre esos dos polos, diametralmente opuestos, es que debemos ubicar este singular personaje bíblico.

De importancia singular es notar, sin embargo, que aunque David ha generado en la historia mucha creatividad artística, tanto visual como literaria, las biografías científicas, sobrias y analíticas sobre su persona no abundan. Generalmente, el tratamiento que se le brinda a nuestro personaje es más teológico y espiritual, y, además, se exploran solo algunos componentes positivos de su vida, no se analizan sus limitaciones éticas, sus pecados, sus dificultades en la administración de la vida y el hogar ni las relaciones con sus amigos. Inclusive, en torno a David, no faltan estudiosos que dudan de su existencia histórica, y afirman que se trata más bien de un personaje ficticio creado con propósitos propagandistas por los escribanos oficiales del reino.

Sobre el famoso rey David se pueden encontrar algunas obras en castellano que exploran, explican y actualizan algunas facetas gratas de su vida; sin embargo, en referencia al hombre que adultera, y que para encubrir su pecado es capaz de asesinar a un fiel y dedicado aliado y amigo, los estudios no son muchos. En las comunidades religiosas, los estudios en torno David generalmente están orientados a la devoción, son obras de corte homilético y espiritual que no atienden las dificultades históricas, los desafíos éticos ni las complejidades teológicas que se relacionan con nuestro personaje.

Una biografía no autorizada

El propósito de este libro, El rey David: una biografía no autorizada, es precisamente ese: explorar las complejidades de su vida, sus aspiraciones, proyectos y triunfos, junto a sus derrotas, ansiedades y pecados. No intentamos en este libro presentar un David piadoso y consagrado: la verdad es que el David cuyas acciones se exponen en la Biblia no solo fue «dulce cantor», sino que fue un hombre lleno de conflictos, contradicciones, incertidumbres y complicaciones.

Quizá esas mismas sean las razones por las cuales este personaje es tan fascinante y atrayente. Es posible que una de las explicaciones por la cual nos sentimos tan atraídos hacia David, es que descubrimos que todos los seres humanos tenemos un lado difícil y que estamos llenos de contradicciones y conflictos. La gente, en efecto, se relaciona con personajes complejos como David.

Esta es una biografía de David no autorizada, pues el objetivo es presentar al personaje bíblico tal y como se presenta en las Escrituras, con sus diferentes matices, facetas y descripciones. No nos interesa solo el poeta y cantor de Israel, sino el monarca que deshonró a Betsabé. No analizaremos solo al guerrero que triunfó sobre el coloso Goliat y también contra los ejércitos filisteos, sino el traidor que mandó a asesinar a Urías Heteo, su amigo. No queremos explorar solo la vida del experto en guerra de guerrillas, sino el buen analista político, al calculador sobrio, que tomaba sus decisiones bien evaluadas para lograr sus objetivos políticos y militares sin importar el costo ni las implicaciones de sus actos.

Ese David humano, lleno de logros y limitaciones, virtudes y defectos, es el que analizaremos y expondremos en este libro, pues nuestro objetivo es poner de manifiesto cómo una persona de esas cualidades puede llegar a convertirse en una figura ideal, en un personaje emblemático, en un buen modelo para las generaciones subsiguientes, en una figura mesiánica. No queremos presentar un David plástico, distante, artificial y superficial, sino la figura compleja, contradictoria, intensa, humana, fuerte y frágil… Nos interesa el hombre que nació en Belén, y gobernó primeramente en Hebrón, para al final, ser el monarca indiscutible del reino unido desde la ciudad de Jerusalén.

Escribir esta obra es una tarea grata y compleja. En primer lugar, la investigación y redacción del libro se hace mientras vivo en Jerusalén, específicamente en Tantur, una montaña muy cerca de Belén donde, de acuerdo con las Sagradas Escrituras, David nació, vivió, aprendió a ser pastor, desarrolló su habilidad de manejar la honda, y articuló algunos de sus primeros poemas o salmos. Y también escribo en un momento de gran inestabilidad política y de desafíos enormes en las negociaciones de paz entre Israel y la autoridad palestina.

Con alguna frecuencia, en esos diálogos de paz se alude a David. Los bandos en controversia, con regularidad, tanto israelíes como palestinos, hacen referencia a la llamada Ciudad de David, que es un sector muy importante en Jerusalén, reclamado por los dos grupos en confrontación.

Escribir esta obra, para mí es una necesidad tanto académica como espiritual. En mis cursos sobre el Antiguo Testamento o la Biblia hebrea, la sección en la cual se estudia a David es generalmente corta, y no hay mucho espacio ni tiempo para explorar con alguna intensidad los diversos componentes y particularidades de su personalidad ni las grandes contradicciones y dificultades de su vida.

Por esa razón pedagógica, me es necesario producir un libro en el cual pueda explorar el tema con profundidad y sobriedad, para compartir con mis amigos y amigas, estudiantes y colegas, algunos aspectos importantes y significativos de la vida de David, que el diseño curricular tradicional, en efecto, no me permite explorar adecuadamente en un curso introductorio a la Biblia.

Es muy importante mencionar, además, que David es una figura mesiánica en la Biblia. Que fundamentados en la profecía que Natán le brinda en torno a su descendencia y dinastía (2 Sam 7), los teólogos bíblicos desarrollaron una teología de restauración, futuro y esperanza, de gran significación espiritual para las iglesias y los creyentes en Cristo.

Jesús de Nazaret proviene de esa casa o dinastía de David, y de esa forma se convierte en heredero de las promesas divinas. Jesús es el Cristo, el Ungido, el Mesías, pues es parte de ese gran acervo histórico, teológico y espiritual que nació en el oráculo del antiguo profeta a David. Y en ese contexto teológico y mesiánico, este libro me produce mucha satisfacción.

Agradecimientos

Los agradecimientos referentes a la culminación de esta obra no son pocos. Sin embargo, voy a limitarlos a dos personas o grupos. En primer lugar, mis estudiantes en el Colegio Universitario Dar alKalima (Colegio de la Palabra) tienen una mención especial. Fueron ellos los primeros que me desafiaron a escribir este libro, para poner de manifiesto que David nació en Belén, y que, aunque fue rey de Israel, su origen geográfico se encuentra en los territorios palestinos actuales.

Además, luego de haber escrito un comentario sobre los Salmos, pienso que necesitaba explorar la vida de la persona a quien se le atribuyen tantos poemas del salterio. Fue mi esposa, Nohemí, quien siempre revisa y edita mis escritos, la que me indicó la importancia y necesidad de escribir esta obra complementaria. A ella va mi agradecimiento más profundo.

Y para culminar este prefacio, incluyo una sección breve de una plegaria y salmo que se atribuye a nuestro personaje David. Hago mío este poema, pues deseo que el aceite divino me oriente e inspire; además, le pido a Dios que mis reflexiones y análisis generen el bien y la misericordia en los lectores y las lectoras de esta obra. Esos valores son los que deben acompañarnos el resto de nuestras vidas.

«… unges mi cabeza con aceite;

mi copa está rebosando.

Ciertamente el bien y la misericordia

me seguirán todos los días de mi vida,

y en la casa del Señor moraré por largos días.»

Salmo 23:5b-6

Introducción

Úngelo, porque este es

Y dijo Samuel a Isaí: «Envía por él [David],

porque no nos sentaremos a la mesa

hasta que él venga aquí».

Envió, pues, por él, y lo hizo entrar.

Era rubio, de hermosos ojos y de buen parecer.

Entonces Jehová dijo:

«Levántate y úngelo, porque este es».

1 Samuel 16:11b-12

El joven David

Las narraciones en torno a David comienzan en el primer libro de Samuel (1 Sam 16:1-13). Se ubican específicamente en el contexto amplio de la transición de la época de los jueces a la instauración de la monarquía en Israel (c. 1050-970 a. C.). Esos relatos relacionan la figura de David con las hazañas de Samuel y Saúl, para posteriormente pasar a la historia de Salomón. Es una época de violencia y crisis internacional, de desorganización y desorientación nacional.

La primera noticia que tenemos de David es muy positiva, y prepara el camino para sus triunfos, logros y popularidad: el joven, aunque de primera instancia fue subestimado por su padre, era «de buen parecer», es decir, elegante, de buena presencia, que es una manera física de indicar que caía bien, que era agradable. Ese elemento descriptivo es de gran importancia teológica en el relato, pues en la Antigüedad esas características físicas eran signos del agrado divino, del favor de Dios.

Ya desde el comienzo mismo de las narraciones bíblicas que exponen los detalles de su vida, los escritores bíblicos indican de forma directa y clara que hasta el físico de David delataba claramente el aprecio que le manifestaba el Señor.

El nombre David aparece en más de mil ocasiones en la Biblia hebrea, y como en sesenta ocasiones adicionales en el Nuevo Testamento. Posiblemente, «David» significa «amado», que pone de relieve claramente, desde el inicio mismo de nuestro estudio, las posibles reacciones de la gente y de Dios en torno a su persona: ¡David era una persona fácil de amar!

Esa es una de las características distintivas de nuestro personaje, a través de las historias y narraciones bíblicas que se presentan en torno al hijo de Isaí. De singular importancia bíblica e histórica es que ese nombre emblemático, David, lo utiliza solamente el rey de Israel en toda las Sagradas Escrituras…

El nombre, que en hebreo es dawid, y daueid en griego, aparece en documentos de la antigua Babilonia tan temprano como el segundo milenio a. C. (p. ej., da-wi-da-un-um), y también es posible que haya algunas referencias escritas de ese nombre (p. ej., dwd) en documentos moabitas que provienen del ix a. C.

Algunos estudiosos, sin embargo, sin mucho éxito, han sugerido que el nombre David no es personal o propio, sino más bien que se trata de una especie de título monárquico, o nombre real para la persona que ocupaba el trono. Fundamentan esta interpretación, entre otras razones, en un pasaje bíblico que indica que quien mató a Goliat fue un tal Elhanán, hijo de Jaare-oregim, que provenía de Belén (2 Sam 21:19). David, de acuerdo con esa singular interpretación, era el nombre oficial o título como monarca, y Elhanán era su nombre propio.

Esas afirmaciones e interpretaciones, sin embargo, no toman en consideración que posteriormente, en los libros de las Crónicas, se indica que realmente a quien Elhanán mató en batalla fue a Lahmi, el hermano de Goliat (1 Cro 20:5). Además, es extraño pensar que Elhanán sea, a la vez, David y uno de los hombres de David, como se pone de manifiesto en otras narraciones escriturales (véase, p. ej., 1 Sam 21:18-22; 1 Cro 20:4-8).

Quienes interpretan el nombre David como título, tienen también cierto apoyo en lecturas y comprensiones de la palabra en textos extrabíblicos, como los que se encuentran en los archivos de Mari, la antigua ciudad de Ugarit. Basados en esos documentos, algunos eruditos, sin mucho fundamento o éxito, relacionan la palabra david con los títulos de «general» o «comandante en jefe». Otros estudiosos del tema indican, además, que inclusive es posible que la raíz semítica del nombre David se pueda asociar con el concepto de «derrota».

La familia de David

De acuerdo con las narraciones bíblicas, David era biznieto de Boaz y Ruth, nieto de Obed (Rt 4:18-22), y el más joven de los hijos de Isaí, que provenía de la comunidad de Belén (1 Sam 17:12-14). Aunque la Biblia no identifica explícitamente a su madre, el Talmud indica que fue Nitzevet, la hija de Adael. Tenía dos hermanas, o quizá medio hermanas (Sarvia y Abigail, 1 Cro 2:16), además de seis o siete hermanos (véase, p. ej., 2 Sam 16:5-8 y 1 Cro 2:13-15). Y sus antepasados se incluyen en varias listas que se encuentran en la Biblia hebrea (Rt 4:18-22; 1 Cro 2:1-15), y también en el Nuevo Testamento (Mt 1:2-6; Lc 3:31-38).

La lectura inicial de las narraciones que se encuentran en el libro de Samuel (p. ej., 1 Sam 16:1-10; 17:12-15) da la impresión que David era el octavo hijo en la familia de Isaí. En Crónicas, sin embargo, de la evaluación de la lista de hijos, se desprende que David era el séptimo (1 Cro 2:13-15). Es posible que la lista de Samuel, cuando se dice que llegaron los siete hijos de Isaí ante el sacerdote, aluda a todo el grupo familiar, incluyendo a David, como se revela en el libro de las Crónicas.

Tener siete hijos en la Antigüedad era una forma simbólica y literaria de afirmar que se tenía una familia buena, adecuada y completa, y que el séptimo hijo gozaba de una bendición especial. Por otro lado, ser el hijo octavo, no el séptimo, es una manera de poner de manifiesto los orígenes sencillos y humildes de David: ¡no era el séptimo hijo el que recibiría una bendición especial! Sin embargo, según las Escrituras, Dios le llevó de ser un hijo subestimado a ser el rey escogido que unificó las antiguas tribus del pueblo de Israel.

Más que un detalle histórico y familiar, las afirmaciones en torno a que David era el menor de los hijos de Isaí, es una gran declaración teológica: Dios, en el proceso de manifestar su voluntad en medio de la historia humana, está muy interesado en trabajar con personas pequeñas, humildes, desaventajadas, subestimadas, ignoradas, humilladas, rechazadas…

Ese es el mismo mensaje que se desprende del estudio de las narraciones patriarcales, que revelan que Isaac, Jacob y José eran los menores en sus familias, pero recibieron y disfrutaron la gracia, el favor y la misericordia de Dios. El tema bíblico de la bendición divina para las personas subestimadas, no debe ignorase ni minimizarse.

De gran significación teológica son las genealogías de David, que lo asocian directamente con uno de los patriarcas, Judá, hijo de Jacob o Israel. Esas referencias familiares son formas literarias de asociar a David con las importantes promesas reales hechas en la Antigüedad a Abrahán y sus descendientes (Gn 49:8-12). Además, la lectura cuidadosa de estas genealogías pone en clara evidencia que parte de los ancestros de David, no eran israelitas: ¡Rut era moabita! ¡Tamar, cananea! Esos relatos familiares revelan el interés internacional de los autores sagrados.

Una de las implicaciones de la lectura detallada de esas genealogías, es que la selección de David como rey de Israel, y como singular portaestandarte de la voluntad de Dios en el pueblo, no estaba basada puramente en consideraciones nacionalistas o étnicas. Desde muy temprano, en las narraciones escriturales se manifiesta esta visión universalista de la revelación divina, que incorpora personas de culturas y pueblos que no son descendientes de Abrahán en la historia de la salvación. Ese sentido de universalismo religioso y cultural es un componente principal en el desarrollo posterior de la espiritualidad y teología mesiánica asociada con David.

De acuerdo con el testimonio de las Sagradas Escrituras, David tuvo ocho esposas identificadas, y con siete de ellas procreó hijos. Entre las más prominentes se encuentran Abigail (1 Sam 25) y Betsabé (2 Sam 11–12), además de la hija de Saúl, Mical, con la cual no engendró descendencia (2 Sam 6:23). No debemos ignorar que las narraciones escriturales indican que tuvo muchas más mujeres y concubinas, con las cuales posiblemente tuvo más hijos e hijas (1 Cro 3:9; 14:3).

¡Son 19 los hijos de David, y una hija, identificados en la Biblia! Su descendencia se mantuvo en el poder en el reino de Judá, hasta la época del exilio, cuando los ejércitos babilónicos destruyeron Jerusalén en el 587 a. C. Y entre sus descendientes famosos, según el testimonio bíblico o la tradición, se pueden identificar personas como Salomón (s. x a. C.), su sucesor en el trono; Jesús de Nazaret (s i d. C.), el fundador del cristianismo; y hasta Maimónides, el famoso rabino español (c. 1135-1204 d. C.), se asocia con el recordado rey de Israel.

Esposas e hijos de David

Mical (1 Sam 18:27): no tuvo hijos de DavidAbigail (1 Sam 25:42): Daniel (1 Cro 3:1), también conocido como Quileab (2 Sam 3:3)Ahinoam (1 Sam 25:43): Amnón (1 Cro 3:1)Maaca (1 Cro 3:2): Absalón (1 Cro 3:2) y Tamar (2 Sam 13:1)Haguit (1 Cro 3:2): Adonías (1 Cro 3:2)Abital (1 Cro 3:3): Sefanías (1 Cro 3:3)Egla (1 Cro 3:3): Itream (1 Cro 3:3)Betsabé (1 Cro 3:5): Samúa, Sobab, Natán y Salomón (2 Sam 5:14; 1 Cro 3:5)Otros hijos de David: Ibhar, Noga, Nefeg, Jafia, Elisama, Beeliada o Eliada, Elifelet (2 Sam 5:14; 1 Cro 3:6-8; 14:47)

Listas de hijos de David

A continuación, incluimos las listas de hijos de David que nacieron en Hebrón y Jerusalén, de acuerdo con los testimonios de los libros de Samuel y Crónicas. Las diferencias y variantes escriturales se pueden deber a diferencias lingüísticas de los mismos nombres, dificultades en la transmisión del texto bíblico, o sencillamente a tradiciones alternas en torno a la familia de David.

Nacidos en Hebrón

2 Samuel 3:2-5

1 Crónicas 3:1-4

Amnón

Amnón

Quileab

Daniel

Absalón

Absalón

Adonías

Adonías

Sefanías

Sefanías

Itream

Itream

Nacidos en Jerusalén

2 Samuel 5:14

1 Crónicas 3:5-9

1 Crónicas 14:4-7

Samúa

Simea

Samúa

Sobab

Sobab

Sobab

Natán

Natán

Natán

Salomón

Salomón

Salomón

Ibhar

Ibhar

Ibhar

Elisúa

Elisama

Elisúa

Elifelet

Elpelet

Noga

Noga

Nefeg

Nefeg

Nefeg

Jafía

Jafía

Jafía

Elisama

Elisama

Elisama

Eliada

Eliada

Beeliada

Elifelet

Elifelet

Elifelet

Todas estas genealogías y listas de hijos e hijas de David, tienen un singular y claro propósito teológico: afirman la importancia de David como el rey más prominente y destacado de Israel, e intentan subrayar que las promesas divinas, que heredó a través de su ascendencia que lo asocian con Judá y Jacob o Israel, lo relacionan con las promesas proféticas posteriores hechas por Natán. ¡En David se une el pasado y el futuro! ¡Las promesas a los patriarcas y matriarcas de Israel se asocian directamente al oráculo de Natán!

Y esas peculiaridades familiares y teológicas, de acuerdo con la fe cristiana, lo ubican en la línea mesiánica que llega hasta el Nuevo Testamento, en la figura de Jesús de Nazaret, que se convierte en el cumplimiento pleno de esos oráculos antiguos.

David, según la Biblia

Generalmente, la Biblia no describe en sus narraciones las apariencias físicas de sus personajes y protagonistas. Ese es el caso de figuras de gran importancia (p. ej., Abrahán, Sara, Moisés, Miriam, Jesús y María), de las cuales desconocemos sus características fisiológicas. Las Escrituras, sin embargo, ponen de manifiesto sus decisiones y hechos, que nos permiten de alguna manera penetrar en su mundo conceptual, la filosofía de vida que tenían, el fundamento de sus acciones. En muy pocas ocasiones se dan detalles físicos que nos permitan visualizar cómo eran esas personas en la Antigüedad.

Ese no es, sin embargo, el caso de David. De acuerdo con la narración bíblica, en su primera descripción física, el libro de Samuel revela lo siguiente: «Era rubio, de hermosos ojos y de buen parecer» (1 Sam 16:12).

Y a esas palabras iniciales, y en el contexto de la llegada del joven David al palacio de Saúl, se indica que uno de los criados del rey, afirma: «He visto a un hijo de Isaí de Belén, que sabe tocar; es valiente y vigoroso, hombre de guerra, prudente en palabras, hermoso, y el Señor está con él» (1 Sam 16:18).

La afirmación familiar pone de manifiesto su trasfondo íntimo y comunitario: David es hijo de Isaí de Belén. Esa forma de presentación, en la cual no se indican antecedentes ni se explican detalles genealógicos, puede ser un indicador de que Isaí era una figura muy bien conocida en Belén y fuera de su ciudad, en la tribu de Judá. Inclusive, es muy probable que también fuera conocido en la tribu de Benjamín, de donde procedía Saúl. Y, por las indicaciones que Samuel le da a Isaí y a sus hijos, se desprende que el padre de David era uno de los ancianos de la ciudad (1 Sam 16:1, 2-4), una persona distinguida e influyente en su comunidad, y reconocida en otras ciudades.

Era músico

Un detalle en torno a David que tiene significación teológica es que, según las Escrituras, «sabe tocar» (1 Sam 16:1-23), en referencia clara a sus habilidades musicales. Sin embargo, es irónico ver cómo David llega al palacio de Saúl para calmar los tormentos y ansiedades del monarca, cuando era precisamente David la fuente de sus complejos, preocupaciones, angustias, desequilibrios y ansiedades. De acuerdo con las narraciones escriturales, el rey no lo sabía aún, pero quien había llegado al palacio para confortarlo y ayudarlo era quien posteriormente le sustituiría en el trono.

En los relatos de las relaciones entre Saúl y David, el texto bíblico desea contrastar la personalidad de esas dos figuras. Un rey que debería ser poderoso, fuerte y seguro, pero que se mostraba ansioso, inseguro y débil; y un joven sin experiencia militar, que con su música manifestaba seguridad, sobriedad y fortaleza.

El contraste es claro y significativo: se ponen las bases sicológicas y temáticas para el desarrollo de la trama en torno a estos dos líderes del pueblo.

La llegada de David al palacio como músico no tiene una finalidad artística o de entretención. En la Antigüedad, la música estaba al servicio de la religión y la espiritualidad, pues se pensaba que tenía funciones curativas, salutíferas y liberadoras. Además de ser utilizada en ceremonias religiosas y cúlticas, la música servía inclusive para ayudar a los profetas a alcanzar sus trances e inspiraciones (p. ej., Eliseo: 2 R 3:15; y Saúl: 1 Sam 10:1-6, 10). Y en el singular caso de David, la música era parte de la terapia emocional y espiritual que necesitaba Saúl para bajar los niveles de ansiedad, producidos, según las Escrituras, «por un espíritu malo que lo atormentaba y provenía del Señor» (1 Sam 16:14-16). El relato contrapone a los dos protagonistas: David era favorecido, y Saúl, atormentado por el Señor.

En ese sentido, David no solo era músico, sino sanador y taumaturgo. ¡Saúl necesitaba al joven para mantener su compostura emocional y salud espiritual! Estos son los detalles en las narraciones bíblicas que van preparando el camino para describir a Saúl como una persona sin salud mental, y a David como un joven con virtudes musicales. Esas afirmaciones tempranas en torno a David y sus dones musicales son el fundamento para reconocerlo posteriormente como el poeta y salmista por excelencia y como la persona clave en la organización de la adoración y las alabanzas en el posterior Templo de Jerusalén, conocido también como el Primer Templo o el Templo de Salomón.