Las parábolas del reino de Jesús de Nazaret - Samuel Pagán - E-Book

Las parábolas del reino de Jesús de Nazaret E-Book

Samuel Pagán

0,0

Beschreibung

Las narraciones en forma de Parábolas se articulan con gran imaginación teológica, capacidad de comunicación y belleza literaria. Son relatos breves muy bien pensados que usan la cotidianidad para transmitir alguna enseñanza y afirmar valores éticos y principios morales. Y esas narraciones propician decisiones fundamentadas en la fe, que superan las expectativas religiosas de la época. Por medio de esas Parábolas nos acerca al Reino de Jesús de Nazareth y a las prioridades de ese Reino .Las conclusiones del estudio de Las parábolas del reino de Jesús de Nazaret superan el disfrute de las virtudes literarias de las narraciones y sobrepasan el aprecio al mensaje profético que articulan. El mensaje de las parábolas desafía a las iglesias contemporáneas a proseguir esa tradición profética en sus programas y prioridades. Los valores del Reino deben motivar a los predicadores y las predicadoras a traducir las virtudes y los desafíos que se ponen de manifiesto en el mensaje de las parábolas en mensajes y enseñanzas contemporáneas que produzcan en los oyentes salud, bienestar, liberación y esperanza

Sie lesen das E-Book in den Legimi-Apps auf:

Android
iOS
von Legimi
zertifizierten E-Readern
Kindle™-E-Readern
(für ausgewählte Pakete)

Seitenzahl: 452

Das E-Book (TTS) können Sie hören im Abo „Legimi Premium” in Legimi-Apps auf:

Android
iOS
Bewertungen
0,0
0
0
0
0
0
Mehr Informationen
Mehr Informationen
Legimi prüft nicht, ob Rezensionen von Nutzern stammen, die den betreffenden Titel tatsächlich gekauft oder gelesen/gehört haben. Wir entfernen aber gefälschte Rezensionen.



LAS

PARÁBOLAS

DEL REINO DE

JESÚS DE NAZARET

Dr. Samuel Pagán

Editorial CLIE

C/ Ferrocarril, 8

08232 VILADECAVALLS

(Barcelona) ESPAÑA

E-mail: [email protected]

http://www.clie.es

© 2021 por Samuel Pagán

«Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com; 917 021 970 / 932 720 447)».

La versión bíblica utilizada para esta obra ha sido NVI, Nueva Versión Internacional.

© 2021 por Editorial CLIE

Las parábolas del reino de Jesús de Nazaret

ISBN: 978-84-18204-41-8

eISBN: 978-84-18204-48-7

Estudios bíblicos

Nuevo Testamento

El Dr. Samuel Pagán, ministro ordenado de la Iglesia Cristiana (Discípulos de Cristo), es un reconocido y apreciado biblista puertorriqueño, que ha publicado más de 50 libros y cientos de artículos en torno a temas exegéticos, teológicos, educativos, literarios y pastorales; además, ha trabajado en la edición y preparación de cinco Biblias de estudio, y colaborado en decenas de proyectos de traducción de la Biblia en América Latina, Europa, África y en el Extremo y Medio Oriente.

Entre las obras exegéticas y teológicas más conocidas de Samuel están sus libros sobre Jesús de Nazaret, el rey David, Introducción a la Biblia Hebrea y los Salmos; también ha publicado varios libros y artículos sobre diversos aspectos teológicos y ministeriales de la obra Don Quijote de la Mancha; ha editado varias revistas de educación cristiana transformadora y escribe regularmente sobre temas religiosos, educativos y sociales en diversos periódicos de Estados Unidos y América Latina.

En su trayectoria ministerial el Dr. Pagán ha enseñado, predicado y dictado cátedra en cientos de países y ciudades alrededor del mundo, ha sido profesor de la Biblia, decano académico y presidente de seminarios y universidades en Puerto Rico, Estados Unidos, Europa e Israel y, en la actualidad, es decano de programas hispanos en el Centro de Estudios Bíblicos de Jerusalén. Como profesor de Biblia y decano en este centro organiza y auspicia anualmente viajes educativos y transformadores a las tierras bíblicas para miles de peregrinos de habla castellana del mundo.

Posee los siguientes grados académicos: Bachillerato en Ingeniería Química de la Universidad de Puerto Rico-Mayagüez, Maestría en Divinidad del Seminario Evangélico de Puerto Rico, Maestría en Teología del Seminario Teológico Princeton, Doctorado en Literatura Hebrea del Seminario Teológico Judío y Doctorado en Sagrada Teología del Centro para la Educación Teológica de Florida. Además ha cursado estudios post-doctorales en lingüística y antropología en la Universidad de Texas y en geografía bíblica en el Centro Avanzado para la Educación Teológica en Jerusalén.

Samuel está casado con la Dra. Nohemí C. Pagán y tienen dos hijos y cuatro nietos. Viven, alternadamente, entre Jerusalén y EE. UU.

_Dedicatoria

A Don Plutarco Bonilla Acosta:

Español y latinoamericano,

escritor y erudito,

compañero de muchos años

y buen amigo…

_Índice

Prólogo por el Dr. Plutarco Bonilla Acosta

Prefacio

Presentación

Mis objetivos

Agradecimientos

El poema

Introducción

Un mensaje y cuatro evangelios

Propósito de las parábolas

Definición de las parábolas

Procesos de transmisión oral y redacción

Características de las parábolas de Jesús

Interpretación de las parábolas

Trasfondo histórico, cultural y religioso de las parábolas

Las parábolas en los Evangelios sinópticos

Las parábolas en el Evangelio de Juan

Nuestra metodología

Capítulo 1. Parábolas del Reino y el rey

El tema del Reino

En el Reino, Dios es rey

El Reino en la historia y la escatología

El Reino y Dios

El Reino y las parábolas

Capítulo 2. Parábolas del Reino de Dios o de los cielos

Parábola del sembrador: Marcos 4.1-20

Parábola de la semilla que crece: Marcos 4.26-29

Parábola del trigo y la cizaña: Mateo 13.24-30, 36-43

Parábola de la semilla de mostaza: Mateo 13.31-32

Parábola de la levadura: Mateo 13.33

Parábola del tesoro escondido: Mateo 13.44

Parábola de la perla: Mateo 13.45-46

Capítulo 3. Parábolas del Reino y los animales, cosas o personas perdidas

Tres parábolas y un tema

Parábola de la oveja perdida: Lucas 15.1-7

Parábola de la moneda perdida: Lucas 15.8-10

Parábola de los dos hijos perdidos: Lucas 15.11-32

Capítulo 4. Parábolas del Reino y el pueblo de Israel

Parábola de la higuera estéril: Lucas 13.6-9

Parábola de los dos hijos: Mateo 21.28-32

Parábola de los labradores malvados: Mateo 21.33-46

Parábola de la fiesta de bodas y la gran cena: Mateo 22.1-14

Capítulo 5. Parábolas del Reino y sus ciudadanos

Parábola de los dos cimientos: Mateo 7.24-27

Parábola del buen samaritano: Lucas 10.25-37

Parábola de los obreros de la viña: Mateo 20.1-16

Parábola del edificador de la torre y el rey que va a la guerra: Lucas 14.28-32

Parábola de los dos deudores en Mateo: Mateo 18.23-35

Parábola de los dos deudores en Lucas: Lucas 7.41-43

Capítulo 6. Parábolas del Reino y las riquezas

Tres parábolas y un tema

La parábola del rico insensato: Lucas 12.16-21

La parábola del mayordomo infiel: Lucas 16.1-13

La parábola del rico y Lázaro: Lucas 16.19-31

Capítulo 7. Parábolas del Reino y la piedad

Parábola del amigo necesitado: Lucas 11.5-8

Parábola de la viuda y el juez injusto: Lucas 18.1-8

Parábola del fariseo y el publicano: Lucas 18.9-14

Capítulo 8. Parábolas del Reino y la escatología

Parábola de la red: Mateo 13.47-50

Parábola del siervo fiel y prudente: Mateo 24.45-51

Parábola de las diez vírgenes: Mateo 25.1-13

Parábola de las monedas de oro: Mateo 25.14-30

Parábola de las ovejas y los cabritos: Mateo 25.31-46

Capítulo 9. El Reino en parábolas: Conclusiones

El Reino en parábolas

El Reino y sus prioridades

El Reino y las mujeres

El Reino y sus implicaciones éticas

Él era un hombre cojo

Bibliografía

Apéndices:

_A. Las parábolas en los evangelios

_B. Las parábolas por capítulos

_Prólogo

“Círculo vicioso” es una expresión negativa, como lo indica el adjetivo peyorativo que acompaña a la palabra “círculo”. El Diccionario de la lengua española, de la Real Academia Española y de la Asociación de Academias, la define así: “Vicio del discurso que se comete cuando dos cosas se explican una por la otra recíprocamente, y ambas quedan sin explicación”.

El círculo vicioso está emparentado, en cierta forma, con otro error de raciocinio: el llamado petitio principii (“petición de principio”), que consiste en dar como probado aquello que hay que probar.

A esas formas desvirtuadas del razonamiento, podemos oponer lo que hemos denominado –para seguir utilizando simbolismos geométricos– “espiral virtuosa”.

Nos explicamos.

La argumentación que se sigue en el círculo es, como el nombre deja claro, circular. O sea, que en el recorrido argumentativo se llega, con precisión, al punto de partida. Con ello quiere decirse que no se ha avanzado nada en el razonamiento. Al terminar el recorrido se está en el mismo preciso lugar desde donde se partió. Por eso, a ese círculo se le añade el calificativo de “vicioso”.

En la espiral, al contrario, no se cierra el discurso. Como en la espiral geométrica, el círculo va elevándose de plano, de tal manera que cuando podría parecer que va a tocar el punto de partida, la línea se encuentra en un nivel superior.

¿Es esto, acaso, una lección de geometría? –se preguntará el lector–. ¿O de lógica? ¿Qué tiene que ver esto con las parábolas?

Con mucha probabilidad, nada.

Pero sí, y mucho, con un libro sobre las parábolas.

Y lo tiene, porque “saltamos” del nivel estrictamente lógico que analiza la corrección del pensamiento al más amplio de comprensión de los contenidos. Lo aclaramos en los párrafos siguientes.

“Escribir más y más libros es un trabajo interminable”, dijo el Predicador (Ec 12.12). No obstante, hay libros y libros.

Unos libros son como los círculos viciosos, al tomar en consideración la bibliografía referida al mismo tema. Dicen solo lo que ya se ha dicho. El punto de llegada es el mismo al que otros ya han llegado siguiendo la misma ruta, sin añadir ningún elemento nuevo o novedoso… o sin profundizar más en la comprensión de lo ya dicho.

No se nos malentienda…, a pesar de haber usado, para referirnos a esos libros, el mismo adjetivo que ya mencionamos. Muchos de esos textos tienen su razón de ser, por muy diversas razones. Por ejemplo, por las personas que los escriben; por la forma en que se dice lo que se dice (o sea, por el estilo, al que algunos autores no le prestan la debida atención); por la inopia de textos sobre el mismo tema, en el contexto propio de la publicación; por las experiencias que los autores hayan añadido de su propia cosecha, etcétera.

Hay, así mismo, otros libros que responden a eso que hemos bautizado como “espiral virtuosa”, pues la espiral no se desdice de la curvatura un tanto circunferencial que le es propia. Con esto queremos señalar que el autor de esos libros presta atención a lo que otros hayan expresado sobre el tema. En estos otros libros hay nueva información; nuevos acercamientos al tema (sin dejar de reconocer los aportes hechos por otros comentaristas); nuevos detalles, producto de la acuciosidad del ojo del investigador; nuevos énfasis, que pueden responder a experiencias de quien escribe o de aquellos para quienes se escribe…

Pues bien, dicho lo dicho, consideramos que el presente libro del doctor Samuel Pagán se enmarca dentro de la categoría de “espiral virtuosa”. Por supuesto –repetimos– sin desdeño alguno, como debe ser parte de cualquier investigación responsable, por lo que otros hayan investigado sobre el mismo tema. La bibliografía que se incluye al final de este libro da testimonio de ello.

De las parábolas se ha escrito mucho. Y en diversos idiomas.

Y de esas mismas parábolas se ha predicado aún mucho más desde los púlpitos de las diversas comunidades cristianas.

Escuchar en la actualidad a dos expositores predicar, en tiempos distintos y en contextos diferentes, sobre una misma parábola es no solo interesante sino también intrigante. Dejemos de lado lo que podría considerarse accidental, aunque importante, en la predicación (como, por mencionar solo un aspecto, las habilidades y recursos retóricos de los que cada uno de los expositores pudiera echar mano). Lo intrigante radica en que nunca son dos predicaciones iguales. La labor que cada predicador haga en la “desmetaforización” de la parábola, o sea, en la traslación de las metáforas del relato a la realidad del propio predicador y de su auditorio, para determinar a qué corresponden, nunca coincide. Por ejemplo, ¿a qué se refieren las metáforas que el parabolista utiliza para describir las distintas clases de terreno en que cayeron las semillas? Más aún: tampoco coinciden esos predicadores en sus esfuerzos por señalar las implicaciones que tienen esas enseñanzas para las respectivas congregaciones receptoras de los mensajes. Y se da el caso, incluso, de divergencias en la comprensión de qué es la semilla que se siembra.

Todo ese proceso es significativo porque ilustra un hecho que bien destaca el profesor Pagán. Dice él, en efecto, lo siguiente:

Con el paso del tiempo, y también con el desarrollo de los primeros grupos de fe, los creyentes, particularmente los líderes –p. ej., evangelistas, apóstoles, maestros, pastores y profetas– fueron repitiendo, redactando, revisando, reestructurando y actualizando el mensaje original de las parábolas de Jesús, para adecuarlas a las nuevas circunstancias y los nuevos desafíos.

(El énfasis, por medio de la letra itálica,lo ha añadido el autor de este prólogo).

No hay que olvidar algo que también se destaca en el texto que prologamos: tal como salieron de los labios de Jesús, las parábolas fueron narradas en arameo, por lo que ya en las transcripciones que encontramos en los Evangelios ha habido diversos procesos de traducción oral que recorrieron un largo camino hasta plasmarse en los textos que sirvieron de base a nuestros Evangelios canónicos, escritos en griego.

Ese hecho no contradice, en absoluto, la otra afirmación que se hace así mismo en el presente libro: en esas parábolas se mantiene, no obstante, esas transformaciones, el núcleo esencial de las enseñanzas que Jesús quería transmitir. Y cada Evangelio acentúa detalles o aspectos de las parábolas que registran y que le sirven para destacar el oportuno mensaje. Así deben interpretarse, creemos, las diferencias en detalles cuando comparamos el texto de una misma parábola en dos o en los tres Evangelios canónicos.

Junto a ello, hay que destacar otro dato, como aporte indispensable para la más plena comprensión de las parábolas y, por ende, para su aplicación a nuestras diversas realidades. Lo expresamos, de nuevo, en palabras del autor:

El entorno de las parábolas se relaciona con la Palestina ocupada por el imperio romano, los campos de la Galilea, el mar de Genesaret, el camino de Jericó a Jerusalén, el judaísmo del siglo primero, el conflicto con los samaritanos.

Lo explicamos con otras palabras: en efecto, las parábolas tuvieron sus propios contextos. Y estos fueron diversos, pues van desde la presentación original (la hecha por Jesús), pasando por las etapas por las que hayan pasado en el proceso de transmisión, oral y escrita, hasta la formulación en el texto canónico que ahora poseemos. Hay que añadir, además, que estos contextos son totales, en el sentido de que incluyen tanto los aspectos geográficos, políticos, religiosos, económicos y culturales, como los espirituales (por ejemplo, las expectativas mesiánicas de liberación que el pueblo albergaba y anhelaba). Si no se toma en consideración todos esos datos, se pierde el auténtico sentido del relato parabólico.

Préstese atención, a este respecto, a lo que el propio autor dice en el Prefacio en relación con el contexto en que este libro se gestó, pues tiene que ver, así mismo, con su propio contexto.

Aquí también resulta significativo percibir cómo el autor de nuestra obra ha esquematizado sus comentarios de las parábolas.

Aunque en la Introducción se explican aspectos que tienen que ver con lo que hemos comentado en líneas precedentes (hay una sección que se titula “Trasfondo histórico, cultural y religioso de las parábolas”) se incluyen ahí otros epígrafes muy importantes. Entre ellos, destacamos estos dos: “Características de las parábolas de Jesús” (con diez subtítulos) e “Interpretación de las parábolas” (con la indicación de diez principios que deben tenerse presentes o seguirse al hacer la labor exegética).

Además de lo anterior, en cada uno de los comentarios a las parábolas, en los diversos capítulos de la obra, encontramos los siguientes apartados: (a) la parábola misma; (b) la cultura; (c) las implicaciones.

Un último detalle deseamos destacar.

No hay total unanimidad, entre los estudiosos de las parábolas, a la hora de definir cuántas son las que encontramos en los Evangelios del Nuevo Testamento. ¿Son parábolas los relatos que solo ocupan un versículo (en la división del texto en versículos propia de nuestras ediciones de la Biblia)? Por ejemplo, ¿son sendas parábolas lo que se dice en Lucas 13.19 y 13.21? ¿Son parábolas lo que encontramos en Marcos 2.21 y 22? Si se comparan con otras, como las de “Los labradores malvados”, “El hijo pródigo”, “El buen samaritano”, pareciera que no lo son…, en caso de que nos atuviéramos solo a la extensión. De ahí que algunos comentaristas hablen también de “dichos parabólicos” …

Pero tampoco hay unanimidad cuando se trata de clasificar las parábolas.

Todos los estudiosos concuerdan en que gran número de las parábolas tienen que ver con el tema central del ministerio de Jesús, tema que él mismo expuso desde su primera predicación en la norteña provincia de Galilea, según el testimonio del Evangelio de Marcos. O sea, el “reino (o reinado) de Dios”. Pero pareciera que la unanimidad de criterio termina ahí.

Por eso, es significativo que el Dr. Pagán haya enmarcado, dentro de ese tema general, todas las parábolas. Y lo hace siguiendo este llamativo esquema:

Parábolas del Reino

Parábolas del Reino y las cosas y las personas perdidas

Parábolas del Reino y sus ciudadanos

Parábolas del Reino y las riquezas

Parábolas del Reino y la piedad

Parábolas del Reino y la escatología

Nota final

Más, mucho más, habría que añadir, pero queda en manos de los lectores. Ahora solo queremos señalar que quienes hayan leído otras obras de la fecunda pluma del Dr. Samuel Pagán se percatarán de inmediato del hecho de que la que tiene en sus manos se enmarca dentro de su inconfundible estilo. Léxico variado; expresión clara; énfasis reiterados donde lo cree oportuno, con el uso de palabras (verbos, substantivos o adjetivos) que en escala ascendente van revelando diversos aspectos del punto que desea destacar; intención pedagógica; interés pastoral.

Y una nota muy personal: agradezco el inmerecido privilegio de escribir esta presentación.

Plutarco Bonilla A.Tres Ríos, Costa Rica6 de junio de 2020

_Prefacio

Y les enseñaba por parábolas muchas cosas,

y les decía en su doctrina:

Oíd: He aquí, el sembrador salió a sembrar;

y al sembrar, aconteció que una parte cayó junto al camino,

y vinieron las aves del cielo y la comieron.

Otra parte cayó en pedregales, donde no tenía mucha tierra;

y brotó pronto, porque no tenía profundidad de tierra.

Pero salido el sol, se quemó; y porque no tenía raíz, se secó.

Otra parte cayó entre espinos;

y los espinos crecieron y la ahogaron, y no dio fruto.

Pero otra parte cayó en buena tierra,

y dio fruto, pues brotó y creció,

y produjo a treinta, a sesenta, y a ciento por uno.

Entonces les dijo:

El que tiene oídos para oír, oiga.

Marcos 4.2-9

Presentación

Este libro sobre las parábolas nació mientras escribía sobre la vida, las enseñanzas, la obra y el significado del ministerio de Jesús de Nazaret. Al analizar de forma sistemática y crítica los pasajes bíblicos que ponen de relieve el mensaje del famoso rabino galileo, me percaté que el corazón de sus enseñanzas se encuentra en esas narraciones, generalmente breves, que viven diseminadas en los evangelios canónicos, particularmente en los sinópticos. En efecto, la evaluación sosegada de la vida de Jesús pone claramente en evidencia que, en las parábolas, se descubre el núcleo fundamental de su mensaje, el centro básico de su doctrina y el corazón de sus enseñanzas. Además, las parábolas incluyen varias de las ideas, los desafíos y las imágenes más populares y famosas expuestas por el famoso Maestro de Nazaret.

Aunque las personas no sean religiosas ni estén muy interesadas en los asuntos asociados a la fe cristiana, las iglesias, la espiritualidad o la religión, ciertamente han escuchado, entienden y aun repiten frases como “el hijo pródigo”, “los talentos” y “el buen samaritano”. Esas expresiones provienen de las enseñanzas de Jesús que se encuentran en las parábolas. Esas afirmaciones han roto los linderos geográficos, históricos, religiosos y temporales, y han llegado con fuerza y vigor a las sociedades contemporáneas, particularmente al mundo hispanoparlante.

La verdad es que las parábolas son relatos sencillos, cuentos cortos, narraciones gratas que educan, motivan, inspiran, entretienen y desafían. ¡A la gente le gusta escuchar cuentos! Los niños y las niñas, y también muchos adultos, no quieren que les presenten datos complejos, informaciones confusas, estadísticas aburridas ni conclusiones ininteligibles. ¡Desean disfrutar la narración de un buen relato! Y Jesús, conocedor de esa singular característica humana, transmitió gran parte de sus enseñanzas en parábolas, que son narraciones espontáneas, cuentos cortos, relatos interesantes, asociados a la vida diaria de las personas y comunidades a las cuales se dirigía.

Me han guiado en la redacción de este nuevo libro sobre las parábolas de Jesús, varias obras de importancia capital en los estudios sistemáticos de este tipo de literatura, y en general de los evangelios y del fundador de la religión cristiana. Algunas se han convertido en documentos clásicos, como los libros de C.H. Dodd y J. Jeremías. Algunos autores presentan teorías interesantes y pensamientos innovadores, y han influenciado de forma destacada mis pensamientos y reflexiones: José Enrique Ruiz de Galarreta, Craig L. Blomberg y Klyne R. Snodgrass. Referencias a esas obras se notan o incluyen, no solo en la redacción de este libro, sino en la bibliografía, junto a los detalles particulares de cada publicación.

Mis objetivos

El siguiente libro está dirigido a personas interesadas en estudiar esta importante sección de los evangelios: las parábolas. El objetivo, además de introducir el tema para el lector y la lectora general, es identificar, exponer y comentar una gran parte de las parábolas de Jesús, para descubrir y disfrutar su mensaje, e identificar los valores y las enseñanzas que pueden ser apreciadas, aplicadas y vividas en la actualidad.

El libro que usted tiene en sus manos no nace en las bibliotecas de universidades famosas o seminarios teológicos distinguidos. Tampoco desea responder únicamente a las necesarias y muy importantes preocupaciones de mis buenos amigos y amigas de la academia. Esos son objetivos loables, pertinentes y necesarios, que yo ciertamente afirmo sin inhibiciones. Sin embargo, mi finalidad inmediata ha sido llegar a pastores y pastoras, maestros y maestros, y creyentes en general. Personas de habla castellana con apetitos espirituales, intelectuales, teológicos y pedagógicos, que deseen comprender mejor la naturaleza y extensión del mensaje de Jesús, aunque no estén iniciados en los análisis bíblicos avanzados, ni hayan comenzado sus estudios en la teología crítica, ni estén tomando cursos en el idioma griego koiné, en el cual están redactadas en el Nuevo Testamento las palabras de Jesús de Nazaret.

No quiero decir con estas afirmaciones que este libro evada o carezca de la necesaria rigurosidad académica profesional, o que no posea la reflexión crítica pertinente a obras serias de este tipo en torno al tema. Por el contrario, he querido incorporar en esta obra el estado actual de la investigación del estudio de las parábolas, para propiciar que esa información llegue a las comunidades de fe. Intento poner al servicio de todo el pueblo de Dios el estado actual de las investigaciones sobre las parábolas y la teología del Reino en el mensaje de Jesús de Nazaret.

Estoy interesado, por ejemplo, en llegar a seminaristas, estudiantes, creyentes y no creyentes, y académicos en general; que desean disfrutar y estudiar de forma profunda este sector importante de la pedagogía y teología de Jesús. Y con este objetivo didáctico he incluido al final del libro una importante –aunque no tan extensa– bibliografía, que puede motivar, inspirar y guiar a personas que deseen profundizar aún más en los temas que expongo y analizo. Invito a los lectores y las lectoras interesados en continuar estas investigaciones a penetrar aún más en este mundo maravilloso de las parábolas, guiados por nuestra bibliográfica y las reflexiones críticas que incluyo en el libro.

La verdad es que escribir en torno a este tema de las parábolas me ha dado una gran satisfacción personal, por las implicaciones familiares y profesionales que tiene. De un lado, honro a mi abuela y mis padres, pues con ellos escuché por vez primera las extraordinarias narraciones bíblicas que estudio aquí de manera formal, detenida y sistemática. Y del otro, espero que este estudio llegue a mis hijos y nueras, y a mis nietos y nieta, para que se mantenga en la familia, y también entre mis amistades, colegas y estudiantes, y en el pueblo en general, el mensaje grato, significativo, transformador, relevante y desafiante de las parábolas de Jesús de Nazaret.

He escrito este libro en medio de mis vivencias en la Tierra Santa, específicamente en Jerusalén. Es decir, que al analizar las parábolas y reflexionar en torno a las implicaciones de las enseñanzas de Jesús, he vuelto a los lugares tradicionales que recuerdan el escenario original de esas extraordinarias narraciones bíblicas. En medio de la redacción de esta obra me rodeaban los paisajes de Jerusalén, Jericó, el lago de la Galilea y Nazaret donde estas narraciones cobraron vida por vez primera.

En efecto, mientras investigo, reflexiono y escribo, he querido recorrer nuevamente las montañas alrededor de Jerusalén, transitar los terrenos pedregosos de la Galilea, disfrutar los paisajes del desierto de Judea, navegar las aguas del lago de Genesaret, caminar la ruta de Jerusalén a Jericó, y volver a Betania, para ver en lontananza el paisaje inspirador que se contempla desde la cima del monte de los Olivos, muy cerca de donde vivían el amigo y las amigas de Jesús, Lázaro, Marta y María. Esos ambientes son inspiradores, esos parajes son desafiantes, esas localizaciones son estimulantes, esas experiencias son transformadoras…

Escribo este libro, además, en medio de la traducción y revisión de la Biblia conocida como la Nueva Versión Internacional. Esas labores académicas y pastorales me han permitido regresar al corazón de la literatura que contiene las parábolas de Jesús, me han motivado a leer y releer las enseñanzas del maestro en el idioma en que se presentaron, y del cual se han traducido, a través de la historia: el griego koiné o común.

Agradecimientos

Son muchos los agradecimientos relacionados con la investigación, redacción y edición de esta obra. En primer lugar, la oportunidad que me concedió Global Ministries de vivir por varios años en la Tierra Santa, ha sido de un valor incalculable en mi vida personal, familiar y profesional. Le agradezco mucho al Dr. Peter Makari esa valiosa oportunidad. También Educational Opportunities me permitió vivir por períodos de tiempo prolongados en Jerusalén y proveyó los recursos necesarios para llevar a efecto las investigaciones pertinentes para preparar esta obra. Al Dr. James Ridgway y a su hijo James Ridgway Jr., va también nuestro muy sincero agradecimiento. Y a ambas instituciones y ejecutivos: Muchas gracias, muchas veces…

Además, quiero aprovechar la oportunidad para expresar públicamente mi agradecimiento al buen amigo y colega, Plutarco Bonilla Acosta. Fue su libro Los milagros también son parábolas, el que me inició en el estudio riguroso de las parábolas de Jesús de forma sistemática. Una vez leí su obra, supe que algún día visitaría esos temas y le impondría mis huellas digitales, mis pensamientos, mis ideas, mis teologías, mis prioridades, mis aspiraciones… Gracias Plutarco, eres un escritor magnífico y un amigo ejemplar…

Nohemí ha editado mis libros por muchos años. Ella no solo lee los manuscritos, sino los comenta y analiza, añade ideas y contribuye positivamente no solo en los procesos de redacción y edición, sino que me desafía con sus preguntas, reflexiones, análisis y teología. Gracias Nohemí…

El poema

Quisiera culminar este prefacio con algunas ideas que se exponen en una de las parábolas más famosas de Jesús. En efecto, «el sembrador salió a sembrar», y como respuesta a esa enseñanza incluyo un poema que escribí hace algunos años en torno a ese importante Sembrador, y las implicaciones transformadoras y contextualización de su mensaje…

El Sembrador…

Sembrador de las edades,

Sembrador de la esperanza,

Riega paz, justicia, danza,

Virtud, nobleza, verdades.

Labrador de las bondades,

Sembrador, Señor y Dios.

Toma un pedazo de tierra,

Haz surco en el corazón,

Toma la espina, el dolor,

De un pueblo que está llorando,

Destruye quejas, quebrantos.

Sembrador, Señor y Dios.

Sembrador de muchos suelos,

Que linderos, tiempos rompes,

Métete aquí entre los hombres,

Transforma, mueve y libera.

Cambia en vida las cadenas,

Sembrador, Señor y Dios.

Sembrador que sueñas gracia,

En medio de las tristezas,

Que a las mujeres renuevas,

Y les brindas libertad,

Llega con vida y lealtad

Sembrador, Señor y Dios.

Sembrador que vives presto,

Y respondes a clamores,

Eliminando dolores

Y destruyendo quimeras.

Libertador de mil penas,

Sembrador, Señor y Dios.

Sembrador de las ideas,

Forjador de pensamientos,

Levanta a un pueblo, que lento

Va rechazando las vedas.

Destructor de mil condenas,

Sembrador, Señor y Dios.

Sembrador de gracia y vida,

Quijote de las bonanzas,

Llega hasta aquí, a mis labranzas,

Endereza mis veredas,

Constructor de fortalezas,

Sembrador, Señor y Dios.

Samuel PagánJerusalénSemana Santa 2020

_Introducción

También dijo: «Un hombre tenía dos hijos,

y el menor de ellos dijo a su padre:

“Padre, dame la parte de los bienes que me corresponde”.

Y les repartió los bienes.

No muchos días después, juntándolo todo,

el hijo menor se fue lejos a una provincia apartada,

y allí desperdició sus bienes viviendo perdidamente».

Lucas 15.11-13

Un mensaje y cuatro evangelios

La lectura inicial de los cuatro evangelios canónicos revela la importancia que tienen las parábolas en el estudio y la comprensión del mensaje de Jesús. De forma continua y sistemática, el Señor hablaba a sus discípulos en esa singular forma literaria. Tenía muchas enseñanzas y discursos, pero afirmaba un solo mensaje de esperanza, transformación y vida.

Una evaluación atenta de los documentos bíblicos pone en evidencia clara que las parábolas contienen una parte fundamental e indispensable del mensaje del famoso Rabino de la Galilea. Inclusive, hay porciones evangélicas que afirman, de manera directa y categórica, que Jesús solo le hablaba en parábolas a sus discípulos (p. ej., Mt 13.34; Mr 4.34). Estos versículos ponen claramente de manifiesto, en un lenguaje figurado e hiperbólico, que las parábolas jugaban un papel protagónico en la metodología pedagógica, la afirmación de los valores y la teología de redención del Señor.

La verdad histórica y académica en torno a las parábolas de Jesús es que sin identificarlas, analizarlas y explicarlas nos perderíamos un componente primordial y necesario del mensaje y las doctrinas fundamentales de Jesús. Sin las parábolas nos quedamos sin entender la amplitud, intensidad y profundidad de la teología cristiana en torno al Reino de Dios, el Reino de los cielos o simplemente al Reino.

Nos interesa mucho comprender no solo quién es Jesús de Nazaret, para entender lo que hizo, sino analizar con detenimiento el contenido de lo que dijo a sus discípulos y a los diversos grupos de líderes judíos de su tiempo. Deseamos evaluar con sobriedad las enseñanzas religiosas, los principios morales, las afirmaciones éticas y los valores espirituales del Maestro galileo, pues esos relatos tienen la capacidad de romper los linderos del tiempo, superar las limitaciones de espacio y llegar a la sociedad contemporánea con virtud liberadora.

El número de parábolas que se incluye en los evangelios no es tan fácil de precisar. Esta dificultad no se relaciona con nuestra imposibilidad de identificarlas, aislarlas, contarlas y estudiarlas en los evangelios canónicos, sino con la definición específica que se haga de este singular género literario. Para algunas personas que estudian profesionalmente el Nuevo Testamento y que de forma específica analizan el mensaje de Jesús, se pueden contar como parábolas tanto algunas de las frases muy cortas y las expresiones breves que hablan del Reino, como las narraciones más extensas que llevan al oyente o lector a meditar con detenimiento y profundidad en algunos detalles del relato y en las implicaciones del mensaje.

Dependiendo de la definición que se adopte, las parábolas en los evangelios pueden llegar quizá de treinta a cuarenta y hasta cincuenta, aunque para algunos estudiosos ese número inclusive puede ser mayor. De todas formas, en este trabajo sobre las parábolas me propongo estudiar el mayor número de ellas, aunque también identifico y exploro algunos dichos parabólicos más breves para descubrir alguna enseñanza singular del joven rabino galileo.

Propósito de las parábolas

Referente al propósito de Jesús al usar las parábolas, los evangelios nos brindan dos posibilidades. La primera explicación se relaciona con la facilidad de comprensión: ¡Para que todos los discípulos y oyentes entendieran con claridad el significado del mensaje! (véase Mt 13.34-35; Mr 4.33-34). En efecto, para lograr su propósito educativo fundamental, Jesús requería del uso reiterado de esta singular forma de comunicación indirecta, pues facilitaba la comprensión de su prédica y propiciaba el entendimiento de sus enseñanzas. Estas narraciones, junto a su capacidad de oratoria, le permitían al Señor exponer sus doctrinas y actualizar sus enseñanzas.

Hablaba en parábolas, según el evangelio, para que su auditorio inmediato pudiera asimilar con facilidad su palabra redentora y pudiera aquilatar sin dilación su mensaje transformador. Inclusive, de acuerdo con las narraciones de los evangelios, nada impedía que luego de la presentación pública de las parábolas, posteriormente las explicara con detenimiento y sobriedad a sus seguidores más íntimos. Ese ambiente íntimo con sus discípulos propiciaba el diálogo necesario para profundizar en los temas expuestos y destacar algún asunto de importancia ulterior.

Los evangelios presentan otra razón de peso para justificar el uso continuo de las parábolas en la difusión del mensaje de Jesús. De acuerdo con varios pasajes evangélicos (p. ej., Mt 9.9-13; Mr 4.9-12; Lc 8.8-10) el propósito también era esconder el contenido de ese mensaje. Según varias narraciones evangélicas, ¡la finalidad era obstruir el proceso de asimilación de su palabra! Esa conclusión, que se basa en una lectura rápida de solo algunas narraciones, sin tomar en consideración el resto de las enseñanzas canónicas, no necesariamente hace justicia al mensaje educativo más amplio e inclusivo de Jesús. Posiblemente los evangelistas, al explicar esta metodología educativa del Señor, pensaban en hacer más difícil la comprensión del mensaje del Reino a quienes se allegaban al grupo de sus seguidores con la intención de sorprenderlo en alguna ofensa a la Ley o en expresiones en contra de las autoridades religiosas y políticas de Jerusalén.

Referente a este singular tema del uso repetido de las parábolas, es menester comprender que entre las personas que seguían a Jesús había discípulos, colaboradores, amigos y amigas, y gente que positivamente estaba interesada en su mensaje transformador de esperanza y vida en abundancia. Sin embargo, no debemos ignorar que, a la vez, había un grupo de individuos que buscaba desafiarlo, confrontarlo con las enseñanzas rabínicas tradicionales y oficiales, comparar sus palabras con las de otros rabinos, maestros y líderes judíos, y hasta para contradecir en público su sabiduría y doctrina. Ese grupo funcionaba como espías al servicio de las autoridades políticas y religiosas de la época, tanto judías como romanas.

Al utilizar imágenes comunes e ilustraciones populares en la articulación de sus enseñanzas, Jesús pretendía que sus discípulos y seguidores sinceros lo entendieran; y al mismo tiempo, intentaba nublar el entendimiento y complicar el significado y las implicaciones redentoras de sus palabras ante los líderes de los escribas, fariseos y representantes del imperio romano. Esa forma de enseñar hacía que sus amigos y amigas se sintieran atraídos, fascinados y edificados por sus palabras; y esas enseñanzas, a la vez, hacían que sus adversarios, enemigos y contrarios las rechazaran, se ofendieran y hasta se escandalizaran.

Esta comprensión amplia de la pedagogía de Jesús apunta posiblemente hacia el significado adecuado de expresiones complejas y un tanto enigmáticas de Jesús. Y entre ese tipo de afirmaciones están las siguientes: para «que viendo no vean, y oyendo no oigan» (Lc 8.10), o «el que tenga oídos para oír, oiga» (Mt 13.43). El maestro usa de esta forma una singular y antigua manera de comunicación bíblica, que atribuye a Dios tanto la virtud capaz de renovar un corazón como la autoridad de endurecerlo.

En esa tradición teológica de doble significación, está el singular caso del famoso faraón de Egipto, en los tiempos de Moisés, que fue objeto de una intervención divina compleja: Dios mismo hizo que el corazón de ese líder político se endureciera, para propiciar el éxodo o la salida extraordinaria de los hijos e hijas de Israel de esas tierras. Egipto representaba, de acuerdo con los antiguos profetas bíblicos, el cautiverio y la opresión del pueblo de Dios; y Moisés era símbolo de esperanza, futuro y liberación. En esos relatos del éxodo, Dios mismo comisiona a Moisés la liberación de los israelitas y, a la vez, endurece el corazón del faraón para complicar el proceso de salida a la Tierra Prometida.

Las parábolas se relacionan muy bien con la pedagogía de Jesús. Como es un género literario imaginativo, que toma en consideración la cultura, el entorno, la naturaleza y la historia para transmitir el mensaje, facilitaba los procesos efectivos de comunicación. Para el Señor, la educación verdadera no era la repetición acrítica de las tradiciones antiguas del pueblo de Israel, sino la revisión de los valores prioritarios y los principios rectores que se manifiestan en la Ley y las enseñanzas de los profetas bíblicos, para explicarlos y aplicarlos a las nuevas realidades históricas, espirituales, sociales, económicas, políticas y religiosas del mundo palestino del primer siglo.

En el análisis detenido de las parábolas, se pone de manifiesto la capacidad didáctica y la visión teológica de Jesús de Nazaret. El Señor no se dedicaba a repetir las doctrinas de los fariseos y los saduceos, sino que, fundamentado en las tradiciones de los antepasados del pueblo, articuló un mensaje pertinente a su generación, que ciertamente rompió los límites del tiempo y la geografía, para llegar con fuerza a otras épocas y latitudes. Jesús, en efecto, era un maestro de las parábolas, un educador contextual, un buen orador con gran capacidad de comunicación, y un predicador extraordinario de valores, sueños y esperanzas.

Respecto a las parábolas de Jesús, la gente puede escucharlas con agrado y sencillez, disfrutar su mensaje esperanzador, aquilatar el significado desafiante y responder positivamente al llamado divino. Hay personas que, al escuchar el mensaje de las parábolas, y al ver el resultado de esas palabras transformadoras en los individuos y en la comunidad, responden con humildad, gratitud, conversión y fidelidad a los valores que se destacan en esas enseñanzas.

Otras personas, sin embargo, ante esa misma palabra, ripostan al mensaje parabólico de Jesús, con indiferencia o altivez, con hostilidad e inmisericordia, con resentimiento y agresividad. Ante las palabras redentoras, desafiantes y penetrantes del Maestro, hay individuos que deciden rechazar el llamado divino e ignorar su reclamo fundamental e indispensable: Vivir a la altura de los valores de paz, justicia y dignidad, que se ponen claramente de manifiesto en las enseñanzas del Reino de los cielos, que es la forma que utilizaba Mateo para identificar esa importante enseñanza de Jesús.

Definición de las parábolas

De fundamental importancia en este estudio es la definición de parábolas que usaremos. Esa definición básica nos ayudará a desarrollar los parámetros necesarios para enmarcar nuestro estudio en un entorno temático y teológico adecuado, y para ubicar nuestras reflexiones en un contexto literario y lingüístico pertinente. Además, nos permitirá agrupar las parábolas en categorías, para propiciar un mejor manejo de los asuntos expuestos y para fomentar una mejor identificación de las diversas características que manifiestan.

Algunas definiciones tradicionales nos pueden ubicar en la tradición hermenéutica, o de interpretación, de estas narraciones relacionadas con el ministerio de Jesús. De forma sencilla y popular, una parábola es un tipo de relato sencillo que transmite una verdad profunda. Otra manera breve de explicar el género es indicar que las parábolas son narraciones cortas que se cuentan con una segunda intención, con una finalidad alternativa. Esta última definición destaca el componente referencial del relato, sin necesariamente identificar a lo que se alude. Se trata de un tipo de relato que tienen una intención ulterior, además de las realidades que presenta.

Una definición más elaborada y académica, que presenta los diversos niveles de la narración, indica lo siguiente: “En lo esencial, una parábola es una metáfora o símil de la naturaleza o de la vida cotidiana que cautiva a quien la escucha por su fuerza o novedad, y que deja en la mente suficiente acerca de su aplicación exacta como para provocarla a pensar activamente” (C.H.Dodd). Esta definición, un poco más elaborada, compleja y técnica, destaca los elementos de comparación e incluye el propósito de pensar con juicio para descubrir las implicaciones de la enseñanza.

Nuestro análisis de las parábolas, explora las definiciones necesarias y adecuadas entre esas directrices. Desde la perspectiva temática y literaria, las parábolas son narraciones sencillas, comunicaciones indirectas, generalmente breves, que toman de la vida diaria sus imágenes, personajes, contextos y asuntos. Jesús las utiliza como un vehículo fundamental y prioritario en la comunicación de su mensaje. Las realidades de la vida, con sus desafíos, contentamientos y paisajes palestinos, son el recurso fundamental para el desarrollo de este tipo de enseñanza de Jesús. El ambiente genera en Jesús la creatividad y propicia la inspiración. Los gozos y las tribulaciones del pueblo estaban en el corazón de los propósitos de Jesús al comunicar esas narraciones breves y directas. Y fundamentado en esas realidades de la vida presentaba una enseñanza que desafiaba a los oyentes.

El estudio sobrio de las parábolas revela que, además, como se fundamentan en la cotidianidad, sus detalles, imágenes, colores, olores e insinuaciones incentivan la comunicación, propician el aprendizaje, fomentan la asimilación de los valores y contribuyen positivamente al proceso educativo transformador. Son narraciones que llaman al oyente y lector a la renovación: los desafían a moverse del mundo conocido a esferas noveles de la imaginación y la creatividad. Ese ambiente familiar de las parábolas le permite al oyente o lector identificarse con los personajes de las narraciones, que propicia una muy buena manifestación de contrastes y revelación de sorpresas.

En este proceso de definición literaria y temática, una singular y clara afirmación metodológica es de importancia capital: las parábolas no son alegorías, por lo menos en el contexto primario de sus presentaciones. La palabra «alegoría» proviene del griego alla-agoreuo, y etimológicamente, significa «decir otra cosa».

Las alegorías son formas de comunicación que están llenas de significados. ¡Hay enseñanzas e implicaciones definidas en cada uno de los detalles de las narraciones! Los personajes, las imágenes, los parajes y los silencios; tienen relevancia y significación. Las alegorías son comunicaciones preñadas de simbolismos en sus diversos componentes.

A través de la historia muchas parábolas se han visto, estudiado e interpretado desde esta forma alegórica. Y los intérpretes de estas narraciones de Jesús, descubrieron diferentes significados en los detalles, las ilustraciones y los personajes de las parábolas. La verdad es que ha sido un ejercicio de creatividad e ingenio, pues muchas de las interpretaciones delatan más las teologías de los intérpretes que las enseñanzas de Jesús.

Las parábolas, aunque en algunos procesos de interpretación han sido alegorizadas con intensidad –es decir, han sido comprendidas como si fueran alegorías– tienen solo un propósito específico y una finalidad determinada. Los detalles de esas narraciones no tienen necesariamente significación particular y no cumplen función educativa alguna. Las parábolas tienen un mensaje central definitivo que debe identificarse, destacarse y asimilarse. Y ante esa enseñanza y desafío, se espera del oyente o lector alguna respuesta.

Un elemento singular de las parábolas de Jesús es que son narraciones abiertas, sin conclusiones definidas claras, y en ocasiones finalizan de forma abrupta y sorpresiva. Parte del proceso educativo del Predicador nazareno es desafiar a la persona que oye y lee el relato a sacar sus propias conclusiones. El Señor motiva a quienes escuchan y leen sus enseñanzas a descubrir y disfrutar algunos alcances, tanto individuales como colectivos, del mensaje. Esta singular característica de las parábolas mueve a las personas a crecer y desarrollarse en los niveles del conocimiento: van de lo que conocen, aprecian y aquilatan, a planos noveles de comprensión que propician cambios fundamentales en sus actitudes, prioridades, valores, principios, decisiones y estilos de vida.

El tema fundamental de las parábolas es lo que Jesús identifica como el Reino de Dios o de los cielos, que es una manera singular de referirse a lo eterno, a Dios y a su señorío y poder sobre la historia, la humanidad y la naturaleza. Además, el Reino es una forma significativa de aludir a las relaciones humanas del Creador y las personas.

Referente a este singular tema del Reino, que veremos con detenimiento más adelante, es indispensable indicar de antemano que el objetivo primordial de las narraciones evangélicas no es solo transmitir informaciones o compartir conocimientos, sino llamar a una nueva forma de vivir, convocar a una manera novel de enfrentar la existencia, y reclamar un cambio sustancial de prioridades, valores y actitudes en la vida. ¡Los mensajes del Reino requieren cambios éticos, conversiones personales, transformaciones espirituales, renovaciones morales, redenciones sociales, liberaciones nacionales!

El Reino, más que un espacio histórico, es el reconocimiento del señorío divino sobre individuos, comunidades y pueblos. Más que un gobierno humano es la manifestación plena de la hegemonía divina en medio de la historia de la humanidad. Más que una administración geográfica es el aprecio a los valores que dignifican a las personas y enaltecen al Dios Creador. Más que súbditos serviles es la afirmación de la creatividad, la propiciación de la imaginación, la incentivación de esperanza y la promulgación de la renovación.

De singular importancia es comprender que las parábolas de Jesús son formas de comunicación simbólicas, son maneras de transmitir el mensaje que evitan las referencias claras y explícitas a los temas expuestos. Al mismo tiempo, son formas de referirse al Reino de manera directa, es decir: se trata de un valor supremo, un asunto fundamental, un principio distinguido en la vida, que demanda y requiere todo lo que las personas pueden brindar, todo lo que la gente quiere llegar a ser.

En las parábolas evangélicas, sin embargo, se indica únicamente que el Reino es «semejante a…», evitando de esa forma producir una definición explícita, definitiva y directa del término o de la idea. Se asocia el Reino con varias imágenes que destacan diversos conceptos que transmiten contenidos importantes para comprender su significado. Con el tema del Reino, Jesús inspiraba a sus discípulos y desafiaba a sus adversarios, abría nuevos horizontes teológicos para sus seguidores, e incentivaba la creatividad y la proyección al porvenir…

El análisis lingüístico del término griego parabolé también puede contribuir positivamente a nuestra comprensión de las parábolas en los evangelios. En español, la voz «parábola» tiene por lo menos tres usos y significados inmediatos. En primer lugar, puede describir, de forma amplia, a casi cualquier comparación que desee estimular el pensamiento y la reflexión. La expresión griega se puede utilizar para representar proverbios (Lc 4.23), enigmas o acertijos (Mr 3.23), comparaciones (Mt 13.33), contrastes (Lc 18.18), y narraciones simples (Lc 13.6-9) y complejas (Mt 22-14). Inclusive, si las alegorías constituyen un género literario singular, también pueden ser descritas de forma general por nuestro término (Mr 4.3-9).

Nuestra palabra «parábola», además, puede tener un uso más restringido y singular. Se puede utilizar solo para describir las analogías, y de esa manera se excluirían los proverbios, los enigmas o acertijos, y las formas narrativas de comunicación. Inclusive, una tercera forma aún más limitada de entender «parábola» en castellano, es distinguirla también de similitudes, alegorías e historias ejemplares.

La comprensión del término que usaremos en nuestro libro (p. ej., paraballo) se fundamenta en el análisis y la evaluación del sustantivo hebreo mashal, que generalmente se traduce en el texto griego de la Biblia hebrea conocida como la Septuaginta (LXX), como parabolé (p. ej., ¡en 28 de 40 oportunidades!). En efecto, mashal en hebreo posee un campo semántico amplio, pues puede referirse a cualquier frase o pensamiento que tiene la finalidad de estimular el estudio pausado, la reflexión profunda y el análisis sobrio. Hay estudiosos que entienden, inclusive, que Jesús, en una muy buena tradición rabínica, recurría regularmente a los mashalim (plural de mashal) para desarrollar sus ideas y presentar sus mensajes.

En nuestra evaluación de las parábolas, entendemos que Jesús hereda en sus enseñanzas esa comprensión hebrea del término mashal, traducido al griego como parabolé. Ese entendimiento de la antigua imagen bíblica lo incorpora en sus discursos, proverbios, comparaciones, enigmas o acertijos, e imágenes que estimulan el pensamiento crítico, la reflexión ponderada, el análisis cuidadoso, y la educación transformadora.

En hebreo hay tres verbos relacionados con la palabra mashal. Y pueden significar «ser como», «usar un proverbio o parábola» o inclusive «gobernar». Posiblemente esos tres verbos provienen de una misma raíz hebrea, que se puede asociar directamente con las ideas de «semejanza» o «comparación». De esta forma, los mashalim hebreos, son formas de comunicación indirectas que presentan semejanzas o articulan comparaciones. Esas ideas se revelan de forma clara en la comprensión que hacen los evangelios de las parábolas de Jesús.

Procesos de transmisión oral y redacción

Según se incluyen en los evangelios, las parábolas de Jesús han vivido procesos literarios importantes, que van desde la transmisión oral en las comunidades de fe, a la redacción individual y arreglo en grupos temáticos, pasando por varias etapas de revisiones estilísticas, transformaciones literarias, reformulaciones teológicas e interpretaciones contextuales. Desde el momento mismo en que el Señor pronunció las parábolas en su entorno inicial, hasta que se fijaron de manera escrita, para posteriormente incluirse en los evangelios, pasaron como tres décadas, posiblemente cuatro, o quizá más. En ese período la vida continuó, y las necesidades de los creyentes y las iglesias incipientes cambiaron, según variaban las realidades sociales, políticas, económicas y religiosas de las comunidades.

Con el paso del tiempo, y también con el desarrollo de los primeros grupos de fe, los creyentes, particularmente los líderes –p. ej., evangelistas, apóstoles, maestros, pastores y profetas– fueron repitiendo, redactando, revisando, reestructurando y actualizando el mensaje original de las parábolas de Jesús, para adecuarlas a las nuevas circunstancias y los nuevos desafíos. Y ese singular proceso de recuento, estudio, adaptación y presentación, se pone de relieve en la redacción de los evangelios canónicos en general, y también en la incorporación y fijación final de las parábolas que los evangelistas incluyen en sus documentos canónicos.

Jesús de Nazaret, de acuerdo con el testimonio evangélico, no escribió sus mensajes ni puso por escrito sus parábolas. ¡No tenemos constancia de que haya escrito sus enseñanzas! ¡El Señor dominaba la oralidad! ¡Era un genio de la palabra hablada! ¡Era un maestro de la expresión, los matices y la entonación! ¡Y tenía control sobre las pausas y los silencios, los gestos y las insinuaciones, las miradas y los suspiros, las declaraciones y los reconocimientos!

Lo que comenzó con un discurso pedagógico de importancia, llegó a la memoria de los oyentes. En esos recuerdos se mantuvieron las parábolas y enseñanzas de Jesús, que fueron repetidas por sus seguidores de manera reiterada. Las personas que escucharon las parábolas directamente de Jesús, y posteriormente de sus discípulos, las recitaban en diversos ambientes familiares y educativos, las explicaban en variados contextos eclesiásticos, las analizaban en entornos religiosos diferentes, y las exponían en distintas discusiones apologéticas.

Una forma de mantener la fidelidad en las narraciones originales, son los recuentos repetidos de las parábolas en diversos contextos. En presencia de otros testigos de los recuentos originales, no podían introducirse muchas variaciones ni podían incorporarse cambios temáticos y literarios que alteraran las fórmulas originales. La oralidad era una forma importante de mantener los temas singulares, los contenidos específicos y las fórmulas precisas de las parábolas. En ese período inicial del cristianismo, donde el recuento oral era visto con respeto y seguridad, la desconfianza recaía sobre los documentos, pues podían variarse o cambiarse de acuerdo con el propósito de quien redactaba el escrito.

Cuando las parábolas fueron fijadas por escrito, todavía estaban vivos algunos testigos de lo que Jesús había dicho. Entre los miembros de las iglesias había personas que escucharon esos mensajes en su contexto original. Esos testigos, que no necesariamente eran pocos, garantizaban la fidelidad de las transformaciones de las parábolas, que viajaron de una fundamental y básica etapa oral a otra escrita, de igual importancia.

Las enseñanzas de Jesús, incluyendo las parábolas, se utilizaban repetidamente en homilías, en la eucaristía o cena del Señor, en los procesos educativos, en diálogos teológicos entre creyentes, en himnos y cánticos espirituales, y en discusiones apologéticas. Y esos necesarios contextos eclesiásticos y pedagógicos constituyeron el ambiente adecuado, no solo para la fijación de las parábolas, sino para la redacción final de los evangelios canónicos.

Una de las fuerzas que motivó la redacción de las parábolas y los evangelios fue el rápido crecimiento de las iglesias, que demandó de sus líderes, particularmente de los maestros, materiales adecuados para discipular a los nuevos convertidos; necesitaban recursos eficientes para preparar a los creyentes que debían crecer y desarrollarse en la fe. El avance de las congregaciones por el Oriente Medio fue un detonante principal para transformar las narraciones en documentos, para mover la oralidad a la literatura.

De singular importancia en la evaluación de las parábolas de Jesús, es la relación entre Jesús y sus enseñanzas. Para los creyentes, las predicaciones y enseñanzas que se brindaban en las iglesias, particularmente en los procesos educativos, no eran los recuerdos de alguna persona fallecida y que recordaban con agrado y distinción. Por el contrario, esas enseñanzas y valores eran las palabras de un ser viviente, pues para las comunidades cristianas Jesús había resucitado, para los grupos de creyentes el Cristo resucitado estaba presente en sus actividades. Para la gente de fe, ¡Jesús no quedó cautivo en la tumba, no permaneció muerto! ¡El sepulcro no le había vencido! ¡Esas enseñanzas y narraciones y narraciones provenían de un líder que había roto con las comprensiones tradicionales de la vida y la muerte!

Las parábolas de Jesús, como también el resto de los evangelios, eran una forma de afirmar el milagro de la resurrección, era una manera espiritual de celebrar la vida sobre la muerte, era parte de un proceso teológico que destacaba la esperanza como un valor indispensable en la vida. El Jesús que había pronunciado las parábolas en su entorno original en la Galilea y Jerusalén, para sus seguidores, era el mismo Cristo que se manifestaba con virtud, gracia y misericordia en la vida de las congregaciones luego del día de Pentecostés. De esa forma teológica se unían las tradiciones históricas sobre Jesús de Nazaret con los reclamos de la fe, que afirma, sin temores e inhibiciones, que Dios resucitó a Cristo de entre los muertos.

En ese extraordinario proceso histórico, educativo, espiritual y teológico, las parábolas de Jesús fueron leídas y explicadas en las congregaciones. Algunas de esas reflexiones y revisiones posteriores se incorporaron en la redacción final de los evangelios como explicaciones de las parábolas (véase, p. ej., Mt 7.1-14). Y esas reflexiones se relacionan generalmente con los sermones y las enseñanzas de los líderes congregacionales, específicamente con las necesidades espirituales de las primeras comunidades cristianas.

Características de las parábolas de Jesús

Al estudiar el cuerpo en general de las parábolas de Jesús, se pueden descubrir y explorar algunos elementos significativos que las caracterizan. Se pueden discernir y descifrar, en efecto, al analizarlas, algunos detalles literarios, varias singularidades teológicas y diversas particularidades temáticas, tanto en el estilo del Maestro como del evangelista, que pueden contribuir positivamente al proceso de análisis y comprensión del mensaje.

No intento en esta sección imponer de forma arbitraria algunos criterios externos y ajenos a la gama rica, compleja y extensa del género parabólico de Jesús. La verdad es que cada una de las parábolas tiene su identidad, genio, sentido y singularidad: ¡No hay nada de lo que podamos decir que las abarque a todas! ¡No hay forma de contener la creatividad de un maestro excepcional! ¡No es posible subestimar la extensión y las implicaciones de las enseñanzas de Jesús!

Cada parábola es una unidad en sí, y no es tarea fácil descubrir y presentar características temáticas, estilísticas y literarias que se manifiesten en todas. Mi objetivo es identificar y subrayar algunos elementos estilísticos y temáticos que nos pueden ayudar en nuestro estudio. Sigo de esta forma los estudios contemporáneos en torno a las parábolas.

Las parábolas evangélicas son generalmente narraciones cortas

El mensaje se presenta de manera directa y clara, y la narración, en la gran mayoría de los casos estudiados, es corta. ¡Más de la mitad de las parábolas tienen cuatro versículos o menos! ¡Y solo nueve tienen más de diez versículos! Las parábolas van desde dichos breves en un solo versículo, hasta algunas narraciones un poco más extensas, que llegan a veintidós versículos. Los relatos son directos y desafiantes.

Las parábolas omiten detalles que no son relevantes para el objetivo del mensaje. Incluyen solo personajes y entornos que son necesarios para el descubrimiento y la afirmación de la enseñanza. Y de esta forma se excluyen pormenores y motivaciones que a nosotros nos pudieran parecer importantes y necesarios. En este sentido, hay que recordar y reiterar que las parábolas generalmente transmiten un solo mensaje, no son alegorías en las que cada detalle del relato tiene alguna significación ulterior.

Las parábolas son sencillas y en ocasiones, simétricas

La simplicidad de las parábolas impide que se vean más de dos personas o grupos actuando a la vez en la misma escena, aunque la narración incluya más personajes. Esa misma sencillez hace que el relato incluya estructuras balanceadas, contrastes, repeticiones y paralelos, que ayudan al importante proceso de memorización en las dinámicas educativas. Y para la oralidad y la memorización, esos detalles estructurales son muy importantes.

Las parábolas generalmente relatan acontecimientos relacionados con alguna persona