Pablo - Samuel Pagán - E-Book

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Samuel Pagán

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EL APÓSTOL Pablo A TRAVÉS DE LOS OJOS DE UNO DE LOS GRANDES TEÓLOGOS DE LA ACTUALIDAD El apóstol Pablo, mientras es una de las figuras más importantes del Nuevo Testamento, también está rodeado de misterio. Para comprender correctamente su teología y vida, es necesario viajar al Medio Oriente del Imperio Romano y conocer en profundidad la cultura, religión, historia y época en la que se insertó. En su nuevo libro, el Dr. Samuel Pagán hace un estudio detallado de la vida de Pablo antes y después de su conversión, llevando al lector de la mano a través de pasajes bíblicos famosos y momentos históricos de la humanidad, mostrando cómo todo esto moldeó la vida del apóstol Pablo. Aprenderás sobre: - La historia de los imperios y su impacto en el Israel del siglo I. - La cultura grecorromana en confl icto con la judía. - Los viajes misioneros del apóstol Pablo - La teología paulina y sus impactos en la iglesia primitiva y moderna

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Pablo: el apóstol en su contexto

© 2022 por Samuel Pagán

Publicado por Editorial Patmos,

Miramar, FL 33025

Todos los derechos reservados.

Las citas bíblicas han sido tomadas de la Reina-Valera 1960®

© Sociedades Bíblicas en América Latina, 1960.

Renovado © Sociedades Bíblicas Unidas, 1988.

Utilizado con permiso.

Revisado por Abigail Bogarin

Diseño de portada e interior por Elisangela Santos

ISBN: 978-1-64691-233-9

eISBN: 978-1-64691-234-6

Categoría: Estudio bíblico

Conversión a libro electrónico: Cumbuca Studio

DEDICATORIA

Dedico este libro sobre el apóstol Pablo a las nuevas generaciones, en las cuales incluyo a mis nietos. A los jóvenes interesados en estudiar con profundidad la vida de una persona ejemplar.

Confío que este nuevo libro los oriente y desafíe a estudiar, comprender, disfrutar y compartir las enseñanzas de un verdadero apóstol.

PREFACIO

Por la ternura y la bondad de Cristo, yo, Pablo, apelo a ustedes personalmente; yo mismo que, según dicen, soy tímido cuando me encuentro cara a cara con ustedes pero atrevido cuando estoy lejos. Les ruego que cuando vaya no tenga que ser tan atrevido como me he propuesto ser con algunos que opinan que vivimos según criterios meramente humanos, pues aunque vivimos en el mundo, no libramos batallas como lo hace el mundo. Las armas con que luchamos no son del mundo, sino que tienen el poder divino para derribar fortalezas. Destruimos argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevamos cautivo todo pensamiento para que se someta a Cristo.

2 Corintios 10.1-5 NIV

Un nuevo libro sobre el apóstol Pablo

Una vez más exploramos los textos bíblicos para descubrir y disfrutar sus enseñanzas, para analizar y reflexionar en torno a sus teologías, y para identificar y compartir sus mensajes transformadores contemporáneos. En esta ocasión, el tema es el apóstol Pablo, que ciertamente juega un papel protagónico en los inicios del cristianismo. La literatura paulina ha contribuido de manera destacada en la historia de las iglesias, en el desarrollo del pensamiento cristiano y en la articulación de las teologías neotestamentarias.

Desde su conversión, el joven Saulo, que posteriormente se identifica con su nombre griego Pablo, ha marcado indeleblemente la vida de los creyentes en Cristo y el ministerio de las comunidades de fe. A través de la historia, el señorío de Jesucristo se ha proclamado en los escritos del Nuevo Testamento en general, y en las cartas asociadas al apóstol Pablo en particular. Esas enseñanzas paulinas a las iglesias neotestamentarias se convirtieron en literatura indispensable, no solo para articular la fe cristiana de manera fiel, pertinente y contextual, sino para comprender la vida de las iglesias nacientes en el primer siglo de la era cristiana.

Para comprender mejor la vida, el pensamiento, las enseñanzas, las teologías y las implicaciones del mensaje paulino, debemos leer con detenimiento la literatura primaria asociada al apóstol, como el libro de los Hechos de los apóstoles y las cartas tradicionalmente asociadas a Pablo. Además, es importante evaluar los diversos contextos personales, familiares, religiosos, políticos y culturales que enmarcan sus pensamientos y su literatura.

El mundo del apóstol

El apóstol Pablo nació en un hogar judío, siendo ciudadano romano de nacimiento. La experiencia religiosa y el trabajo eran componentes básicos en la práctica educativa de Pablo. El hogar de Pablo era conservador y tradicional como el de un judío fariseo de la Dispersión. Como trabajador en la industria de la construcción y reparación de tiendas de campaña, Pablo viajó por el mundo de su época.

Pablo se educó en un mundo complejo, en el cual se manifestaban y convivían diversas dinámicas sociales y espirituales de su época. Tarso fue un importante centro cultural, especialmente en el área de la filosofía. La infraestructura cultural que enmarcó la vida y el pensamiento paulino es la romana, que heredó el mundo filosófico y administrativo de la previa administración griega. El Imperio romano es el que gobierna la región en la época de Jesús y Pablo, y ese mundo de ideas, políticas, milicias, administración y vida es el que influye en el pensamiento, la teología y la literatura que con el tiempo articuló el apóstol. Ese singular mundo romano estaba seriamente influenciado por la filosofía griega.

Una nueva mirada al apóstol

El propósito de este libro referente a Pablo es revisar nuevamente la vida, el pensamiento y la literatura paulina, para identificar y descubrir las implicaciones de sus enseñanzas para la sociedad postmoderna del siglo 21. La finalidad de esta obra es revisar nuevamente las diversas dinámicas que afectaron la vida y el pensamiento del llamado apóstol a los gentiles. El objetivo de nuestro estudio es mirar con ojos contemporáneos el mundo y las teologías de Pablo, para identificar las enseñanzas que pueden influir fuertemente a las nuevas generaciones.

Una vez más estudiamos a Pablo, no solo para repetir enseñanzas tradicionales, que ciertamente pueden ser buenas y apreciadas, sino para explorar cómo esas recomendaciones del sabio apóstol, tienen relevancia en medio de las complejas sociedades contemporáneas que nos han tocado vivir. Miraremos a Pablo con ojos postmodernos y contextuales.

Los posibles usos de este nuevo libro sobre Pablo son varios. En primer lugar, deseo llegar a las iglesias locales. Como utilizo un idioma no técnico en la redacción, se puede usar esta obra en los estudios bíblicos de las congregaciones, en las devociones privadas de creyentes maduros y nuevos convertidos, y en el desarrollo de series de estudios y sermones. Además, como se incluye una bibliografía importante y mayormente contemporánea sobre el apóstol, esta obra puede servir para iniciar a estudiantes universitarios y seminaristas en el estudio del extraordinario mundo del apóstol Pablo.

Gratitudes

Este libro sobre Pablo ha estado en mi corazón desde mis primeros años como seminarista en Puerto Rico. Temprano en la década de los setenta, mientras estudiaba el Nuevo Testamento en el Seminario Evangélico de Puerto Rico, descubrí la importancia de los contextos para la comprensión adecuada de la literatura bíblica. Mi comprensión de esa metodología básica de estudios bíblicos se pulió posteriormente en el Seminario Teológico de Princeton y también en la escuela rabínica y graduada del Seminario Teológico Judío.

Posteriormente, en la Universidad de Texas, descubrí que tanto los contextos lingüísticos, juntamente con el cultural, político, social y religioso, son imprescindibles para el estudio profundo de las Sagradas Escrituras. A esas experiencias académicas en instituciones de educación superior, debo sumar los cursos que tomé en el Centro de Estudios Avanzados en Tantur, Jerusalén, y los programas que he dirigido en la Tierra Santa. Esas vivencias académicas me han permitido estudiar explícitamente y a la vez disfrutar de la literatura paulina.

De singular importancia en mis estudios de la literatura paulina, está el ministerio pastoral que desempeño. Por cinco décadas me he dedicado a escribir, predicar y enseñar sobre la vida y las enseñanzas de Pablo en diversas congregaciones. Y para transmitir adecuadamente esas enseñanzas apostólicas, hay que estudiar continuamente el pensamiento del apóstol, además de reflexionar en las ideas de otros autores sobre Pablo. Ese mundo pastoral, de homilética bíblica, literario y educativo requiere la actualización continua de los temas asociados al apóstol Pablo.

Mi primera expresión de gratitud es a todos mis maestros de Biblia en esas instituciones de educación superior. Ese ambiente académico moldeó mis estudios, pensamientos, metodologías, teologías y enseñanzas. Muchas gracias a todos ustedes por las importantes contribuciones en mi formación teológica y pastoral.

Debo señalar, además, que el mundo de la traducción de la Biblia ha sido una escuela extraordinaria en mi vida, ministerio y pensamiento. Desde mediados de los años ochenta del siglo pasado, he participado en muchos proyectos de traducción bíblica. La práctica de la traducción de las Escrituras se convierte en un ambiente pedagógico continuo, en el cual se aprende de otros colegas de culturas diferentes que hablan diversos idiomas. Gracias a las Saciedades Bíblicas Unidas y la Sociedad Bíblica Internacional por propiciar esos ambientes educativos y profesionales que me permitieron crecer y disfrutar el mensaje divino. Muchas gracias, colegas, amistades de EUA, AL, el Caribe, Europa, África, y Oriente Medio y Lejano.

Finalmente, debo agradecer a mi familia. Mi abuela Consuelo me enseñó la importancia de la Biblia; mis padres, Luis e Ida, compartieron el mensaje bíblico en el hogar; mis hijos, Samuel (y su esposa Yasmín) y Luis Daniel (y su esposa Ileana) vivieron conmigo la pertinencia de las Escrituras en sus hogares; y mis nietos, Samuel Andrés, Ian Gabriel y Mateo Alejandro, y mi nieta Natallie, ellos pertenecen a la generación que quiero influenciar con este nuevo libro. Y a Nohemí, mi esposa, un agradecimiento especial por vivir conmigo diariamente el evangelio de Jesucristo y las enseñanzas de Pablo.

Gracias, muchas gracias, muchas veces…

La conversión de San Pablo

Y para finalizar este prefacio, comparto con ustedes el siguiente poema, que describe la conversión del sabio apóstol Pablo:

Conversión de San Pablo (Hch 22.3)

- Me estabas esperando

en la última curva del camino,

y mi atraco tramando

con zarpazo felino;

¡el más perfecto atraco a lo divino!

- Me derribaste luego

de mi duro soberbio judaísmo,

y me dejaste ciego;

tu luz fue el exorcismo

que exorcizó lo oscuro de mí mismo.

- “Dime quién eres”

cómo se llama el que a Saulo ha vencido;

y dime lo que quieres

-salteador fingido-

que con astucia tal me has sorprendido.

- “Soy Jesús Nazareno,

el mismo a quien persigues tú, sañudo;”

en ti mi gracia estreno,

no seas testarudo

y deja que mi gracia sea tu escudo.

- Señor, cuenta conmigo,

que, en adelante, haré lo que tú digas

como el mejor amigo;

quiero que me persigas

hasta hacerme uno en ti, y lo consigas.

José Luis Martínez

ÍNDICE

Dedicatoria

Prefacio

Un nuevo libro sobre el apóstol Pablo

El mundo del apóstol

Una nueva mirada al apóstol

Gratitudes

Índice

Introducción

Documentos de importancia

Hechos de los apóstoles

Cartas paulinas

Notas biográficas

Importancia del apóstol y sus enseñanzas

Capítulo 1: Contextos

Contextos, culturas, educación, familia y religión

El mundo griego y la filosofía helenística

Aspectos políticos

Sucesores de Alejandro Magno

Los tolomeos (314-197 a.C.)

Los judíos bajo la administración tolomea

Los seléucidas (197-142 a.C.)

Los macabeos (175-134 a.C.)

Los asmoneos (134-63 a.C.)

Literatura apocalíptica

Influencias del judaísmo en la vida de Saulo de Tarso

Capítulo 2: Saulo de Tarso

Fuentes para nuestro estudio

Saulo de Tarso y Pablo el apóstol

La familia del apóstol

Pablo en las culturas judía y griega

Perspectivas sociales, laborales y personales

La espina en el cuerpo

Capítulo 3: Pablo el apóstol

Una conversión extraordinaria

La conversión en la literatura paulina

Las narraciones de la conversión en los Hechos

Primeras experiencias misioneras

Capítulo 4: Viajes misioneros

La misión del apóstol Pablo

La iglesia en Antioquía

Primer viaje misionero de Pablo

La asamblea en Jerusalén

Viaje final a Roma

Capítulo 5: Las cartas de Pablo

Las cartas en la antigüedad

Las cartas de Pablo

Primeras cartas: 1 y 2 Tesalonicenses

Grandes cartas: Romanos, 1 y 2 Corintios, y Gálatas

Cartas desde la prisión: Efesios, Filipenses, Colosenses y Filemón

Cartas pastorales: 1 y 2 Timoteo y Tito

Capítulo 6: Teología del apóstol Pablo

Trasfondo teológico de Pablo

La revelación camino a Damasco

Pablo en diálogo con las comunidades cristianas primitivas

Las experiencias apostólicas y misioneras de Pablo

Cristo en la teología de Pablo

El evangelio de Pablo

El “misterio” del evangelio

Dios es parte del “misterio” paulino

La obra redentora de Cristo

El pueblo de Israel en el plan de redención

La escatología de Pablo

El Señor o el Kirios

Pasión, muerte y resurrección de Cristo

Implicaciones teológicas de la revelación del Kirios

Capítulo 7: Enseñanzas de Pablo

Tres valores indispensables

La fe

La esperanza

El amor

El Dios de Israel

El Espíritu Santo

Bibliografía

INTRODUCCIÓN

En otro tiempo ustedes, por su actitud y sus malas acciones, estaban alejados de Dios y eran sus enemigos. Pero ahora Dios, a fin de presentarlos santos, intachables e irreprochables delante de él, los ha reconciliado en el cuerpo mortal de Cristo mediante su muerte, con tal de que se mantengan firmes en la fe, bien cimentados y estables, sin abandonar la esperanza que ofrece el evangelio. Este es el evangelio que ustedes oyeron y que ha sido proclamado en toda la creación debajo del cielo, y del que yo, Pablo, he llegado a ser servidor.

Colosenses 1.21-23 NVI

Documentos fundamentales

El estudio adecuado de figuras históricas de importancia requiere análisis de fuentes confiables y disponibles. Esas fuentes, en el caso de personajes vivos, personas con las cuales se relacionaron, las entrevistas y los diálogos con esos testigos de su vida, acciones e importancia, son indispensables e insustituibles. Cuando el personaje es histórico y antiguo, o cuando no existen testigos que puedan corroborar las percepciones comunes de sus contribuciones y acciones, las fuentes primarias son literarias. Y en ese caso de fuentes literarias, es menester identificar la literatura disponible y confiable para hacer los análisis adecuados y pertinentes.

El estudio de la vida y las enseñanzas del apóstol Pablo se fundamenta en la literatura. Se basa en el análisis de las fuentes neotestamentarias, que nos permiten estudiar la vida, las experiencias educativas y religiosas, la conversión y transformación, los viajes misioneros, las enseñanzas a las iglesias, las recomendaciones a líderes eclesiásticos, y las reflexiones teológicas y administrativas. Y la evaluación atenta de esas fuentes antiguas debe ubicarse en sus contextos históricos, literarios, culturales, religiosos y teológicos.

Las fuentes primarias para estudiar a Pablo son primordialmente dos: el libro de los Hechos de los apóstoles y las cartas apostólicas asociadas a su ministerio que se incluyen en el Nuevo Testamento. A esas fuentes primarias debemos añadir la literatura que nos permite comprender las dinámicas históricas, culturales y religiosas que constituyen el marco de referencia de la vida y el ministerio del llamado apóstol a los gentiles.

Hechos de los apóstoles

El libro de los Hechos de los apóstoles es la continuación del Evangelio de Lucas. Mientras que en el evangelio se destacan los dichos y las enseñanzas de Jesús de Nazaret (Hch 1.1), en el libro de los Hechos el evangelista afirma que, luego de la muerte, resurrección y ascensión de Cristo, la intervención divina en la historia humana no había finalizado. Según los relatos de Lucas en los Hechos, Dios escogió apóstoles, diáconos y líderes para continuar las enseñanzas de Jesús y para aplicarlas a las nuevas realidades que vivían las iglesias incipientes y sus líderes.

Entre el grupo de líderes que continuaron la labor misionera de Jesús, se encuentra el apóstol Pablo. Su nombre original es Saulo, que delata su trasfondo judío. Su experiencia de conversión a la fe cristiana se relata reiteradamente en los Hechos (Hch 9.1-19; 22.6-16; 26.12-18). Pablo fue escogido por Dios, según las narraciones bíblicas, para dar testimonio de la presencia activa y liberadora de Cristo a través de las manifestaciones del Espíritu Santo. En cuanto a las enseñanzas apostólicas, en la vida, el ministerio, el sacrificio y la resurrección de Jesús, Dios cumplió sus promesas al pueblo de Israel. Y en esas enseñanzas se incluyó la institución del nuevo pueblo de Dios, que supera los límites geográficos, étnicos, culturales y lingüísticos.

Las contribuciones de Pablo a la vida de las iglesias se ubican en el contexto general de los temas que Lucas busca destacar en su escrito. Y entre los asuntos y las afirmaciones teológicas de importancia que el libro de los Hechos quiere afirmar están los siguientes:

• Se declara con firmeza que Dios es fiel a las promesas a su pueblo Israel a través de los profetas en el Antiguo Testamento (Hch 2.3, 16-35).

• Se destacan las reiteradas intervenciones y manifestaciones del Espíritu Santo en medio de la tarea misionera y educativa de las iglesias (Hch 2.1-3; 2.38-39; 10.44-48).

• Se revela el anhelo de Lucas de distinguir las actividades pastorales de Pedro (Hch 2.14-36; 3.12-26; 4.8-12; 5.29-32; 10.34-43).

• Se declara que ningún poder humano puede detener el avance de la predicación del evangelio, ya que los líderes cristianos están dispuestos a enfrentar a las autoridades y hasta la muerte por ser fiel a las enseñanzas de Jesús el Cristo (Hch 4.18-20; 5.17-42; 7.57-58; 8.1-4; 9.23; 12.1-19; 21.27-28).

• Se afirma la teología y los programas misioneros de Pablo porque el libro de los Hechos afirma que el evangelio de Jesucristo no es solamente para la comunidad judía, sino que llega con poder a grupos gentiles y a todas las naciones (Hch 1.8). Además, indica que esa propagación a las naciones de las enseñanzas de Jesús son parte de la voluntad de Dios para la humanidad (Hch 10.15, 34-35,47; 15.7-11), ya que el pueblo judío rechazó el ministerio del Señor (Hch 7.51-53; 13.46; 28.25-29).

• Se presenta la conversión de Saulo, se destaca su labor misionera, especialmente en las comunidades gentiles, y se subraya su labor de orientación teológica, educativa, administrativa y pastoral con las iglesias y sus líderes (Hch 13.16-41; 14.15-17; 17.22-31).

Al estudiar el libro de los Hechos es importante notar la estructura de la obra. Luego de la introducción general del libro (Hch 1.1-26), las primeras dos secciones (que son como como una tercera parte de la obra) presenta la predicación del evangelio en Jerusalén (Hch 2.1—8.3) y en Judea y Samaria (Hch 8.4—9.43). El resto de la obra de Lucas se dedica a la predicación del evangelio a las comunidades gentiles, y en esta sección se destacan las continuas labores misioneras del apóstol Pablo (Hch 10.1—28.31).

Cartas paulinas

La lectura cuidadosa del Nuevo Testamento claramente manifiesta que las cartas representan una sección de gran importancia de esa literatura eclesiástica. A diferencia del Antiguo Testamento, en el Nuevo las epístolas juegan un papel protagónico en la comunicación del evangelio, la educación cristiana, las reflexiones teológicas y las afirmaciones cristológicas. Este tipo de literatura, muy popular en el primer siglo de la iglesia, responde a necesidades reales e inmediatas de las incipientes y diversas comunidades de fe.

Las cartas de Pablo, y también las de los otros apóstoles, fueron escritas en respuesta a las necesidades concretas de las congregaciones, que crecían rápidamente y enfrentaban desafíos temibles en medio de ambientes generalmente hostiles. Las incipientes comunidades de fe cristianas debían responder a adversidades continuas que, en muchas ocasiones, se originaban en las dinámicas asociadas a las políticas del Imperio romano o por las respuestas de los diversos grupos judíos al rápido crecimiento de las iglesias.

En la historia de la iglesia se pueden identificar varias etapas en los procesos de comunicación del evangelio. En primer lugar, las predicaciones y las enseñanzas de la nueva fe cristiana se fundamentaban en la oralidad. Los recuerdos y la memorización de discursos, oraciones, parábolas y relatos de milagros, entre otros temas, fueron determinantes en la época después de la crucifixión y resurrección de Cristo. Fundamentados en esos recuerdos y relatos orales, los evangelistas, maestros y apóstoles cristianos presentaron el evangelio tanto a las comunidades judías como a los grupos gentiles.

Con el paso del tiempo, sin embargo, los líderes cristianos se percataron de la necesidad e importancia de la redacción de los discursos y las memorias de las enseñanzas de Jesús. De ese proceso de reflexión surgen los evangelios canónicos y el resto de la literatura neotestamentaria. Las cartas de Pablo, por ejemplo, surgen a mediados del siglo primero de la iglesia, para traducir el mensaje de Jesús en enseñanzas específicas y en formas literarias. La finalidad era ayudar al liderato de las comunidades de fe a entender la especial naturaleza de la revelación de Dios en Jesucristo y responder de forma inteligente a las adversidades diarias de los creyentes y las iglesias. Y esos problemas eran, entre otros, de naturaleza espiritual, social, interpersonal, administrativa doctrinal, política, religiosa y teológica.

Las cartas de Pablo generalmente tenían una estructura definida, compuesta de un saludo, junto a algunas acciones de gracias, el cuerpo o contenido fundamental de las enseñanzas apostólicas, y para finalizar una despedida. Esas cartas no eran rigurosamente comunicaciones privadas, aunque en ocasiones se dirigían a personas específicas (p.ej., a Filemón, Tito o Timoteo).

Esencialmente las cartas de Pablo eran respuestas concretas a peticiones, inquietudes, problemas, desafíos, necesidades o aspiraciones de las congregaciones locales. El orden en el que se disponen en el canon tradicional del Nuevo Testamento no es cronológico, ya que se agrupan de acuerdo con la extensión del documento. En primer lugar, se incluyen las comunicaciones más extensas, y en orden decreciente se llega hasta las más cortas. La disposición del resto de las cartas del Nuevo Testamento (Hebreos, Santiago, Pedro, Juan y Judas), no parece seguir los criterios de extensión de la literatura paulina.

El orden cronológico de las cartas asociadas al apóstol Pablo, puede ser el siguiente:

• 1 Tesalonicenses (50-51 d.C.)

• 2 Tesalonicenses (50-51 d.C.; algunos estudiosos ubican esta carta en una época posterior)

• Gálatas (55-57 d.C.)

• 1 Corintios (55-57 d.C.)

• 2 Corintios (55.57 d.C.)

• Romanos (55.57 d.C.)

• Filipenses (60-62 d.C.)

• Filemón (60-62 d.C.)

• De acuerdo con algunos estudiosos aquí debería estar 2 Tesalonicenses (60-62 d.C.)

• Colosenses (60-62 d.C.)

• Efesios (60-62 d.C.)

• 1 Timoteo (64-65 d.C.)

• Tito (64-65 d.C.)

• 2 Timoteo (64-65 d.C.)

La lectura de esta literatura epistolar asociada a Pablo revela su noción sobre: teologías, comprensiones del evangelio, análisis del ministerio de Jesucristo, respuesta a los desafíos que presentaban a las iglesias las políticas del imperio romano, actitudes de los líderes y las comunidades judías, y dinámicas interculturales relacionadas con la incorporación de las comunidades gentiles a las iglesias de trasfondo judío. Además, las cartas destacan las fuerzas familiares, sociales, religiosas y políticas que moldearon la vida y el pensamiento del apóstol.

Notas biográficas

El nombre propio de Pablo es Saulo, en referencia al primer rey de Israel, y resalta el nacionalismo y la afirmación judía en la familia del apóstol. Oriundo de Tarso, entre los años 4 y 15 del primer siglo cristiano, y murió posiblemente en Roma entre los años 64-68 d.C. La evaluación de su vida, de acuerdo con los documentos disponibles, revela un cambio de vida fundamental, al convertirse de un perseguidor acérrimo de los creyentes en Cristo y las iglesias, a un seguidor fiel de las enseñanzas de Jesucristo. Esa transformación ubicó al apóstol en el corazón mismo del movimiento misionero cristiano.

Por sus viajes misioneros y sus cartas, Pablo fue responsable de la predicación del evangelio en la antigua Palestina, Siria, Asia Menor y Grecia; inclusive, llegó hasta la ciudad de Roma, corazón político, administrativo y militar del imperio. Y su énfasis teológico se concentró en la predicación del evangelio a las comunidades no judías o paganas, por lo que con el tiempo fue identificado como el apóstol de los gentiles.

Tarso o Tarsis

La familia de Saulo era judía con muy buena posición social y económica. Creció en ese ambiente religioso y tradicional, relacionado con el fariseísmo y se dedicó a las labores de artesanía de la familia.

La ciudad de Tarsis o Tarso estaba ubicada a las orillas del mar Mediterráneo, en la región sur central de la actual Turquía, y era parte de una especie de encrucijada, donde se unían varias rutas comerciales de importancia en la antigüedad. Además, en la época de Pompeyo (57 a.C.), la ciudad se convirtió en la capital de la provincia romana de Cilicia, y por su importancia comercial y económica, los judíos de la ciudad pudieron recibir la ciudadanía romana.

Los beneficios y privilegios a la ciudad continuaron en la época de Augusto, que le concedió el privilegio fiscal de exención contributiva ante el imperio romano. Y con el tiempo, Tarsis se convirtió en un importante centro intelectual en la región, pues varios filósofos estoicos se incorporaron a esa comunidad en el primer siglo de la iglesia cristiana. Se cree, además, que Cleopatra llegó a la ciudad en su famoso viaje para encontrarse con Marco Antonio (41 a.C.).

El contexto básico familiar y de ciudad de Saulo, propició un buen ambiente intelectual que, unido a su educación judía, lo preparó para opinar y evaluar las realidades sociales, políticas y religiosas con sobriedad, juicio y profundidad. Además, como parte de una familia judía trabajadora y acomodada, en una ciudad próspera, vivió con holgura económica, que le permitía dedicar tiempo de calidad para sus estudios, actividades comerciales, desarrollo intelectual y formación religiosa.

Estudió en Jerusalén y se convirtió en perseguidor

El joven Saulo fue criado en Jerusalén donde cursó sus estudios (Hch 22.3). Su interés primordial era profundizar en el conocimiento y la comprensión del judaísmo. Con esa finalidad, estudió bajo la tutela de Gamaliel, uno de los eruditos judíos más importantes, reconocidos y apreciados de la época, y pudo completar su formación teológica, filosófica, jurídica, comercial y lingüística. Esa experiencia educativa amplia, en el hogar, la sinagoga, la academia en Tarso y la comunidad rabínica en Jerusalén, además de ser ciudadano romano (Hch 16.37; 22.25-28), permitió que Pablo pudiera comunicarse en arameo, griego, latín y hebreo, y moverse con libertad en medio de las culturas griega, romana y judía.

Aunque posiblemente Saulo no vivía en Jerusalén por el año 30 d.C., cuando las autoridades romanas y los líderes judíos crucificaron a Jesús, en el año 36. Sin embargo, en el tiempo que apedrearon a Esteban, Saulo ya estaba en la ciudad y tenía algún tipo de responsabilidad en la comunidad judía. Con la educación farisaica que había recibido, Saulo se constituyó en uno de los líderes opositores del nuevo movimiento religioso, que se fundamentaba en las enseñanzas del rabino galileo ajusticiado en Jerusalén.

Para el judaísmo tradicional, el incipiente grupo cristiano conocido como “los del camino” era herético (Hch 9.2), porque no cumplía debidamente las tradiciones y leyes judías, según las interpretaciones oficiales de los grupos fariseos de Jerusalén. Y en ese singular contexto de ortodoxia radical, Saulo fue testigo y aprobó el martirio de Esteban, ¡y a sus pies quedaron los mantos de quienes apedrearon al primer mártir cristiano!

Esa actitud intransigente de Saulo referente a la religión, unida al crecimiento del grupo de cristianos en Jerusalén y otros lugares del imperio romano, fue el contexto amplio para que las autoridades judías ordenaran al joven judío ortodoxo y celoso de su fe, a proseguir con la búsqueda del incipiente grupo cristiano. Y para detener el avance de los seguidores de Jesús, Saulo decidió salir de Jerusalén, y dirigirse a Damasco a proseguir con la persecución de creyentes en comunidades de leales a Jesús y sus enseñanzas (Hch 7.58; 8.1; 9.1-2; 1.13-14; 1 Ti 1.13).

Camino a Damasco

Mientras Saulo iba camino a Damasco, para continuar el exterminio de las comunidades cristianas, el joven perseguidor tuvo una experiencia singular y transformadora. Este suceso de camino a Damasco, que fue determinante en la vida y la transformación de Saulo a Pablo, el libro de los Hechos presenta tres versiones, para destacar la importancia y las implicaciones del evento (Hch 9.1-19; 22.6-16; 26.12-18; véase también Gá 1.15-16). Según las narraciones bíblicas, el mismo Jesús se le apareció a Saulo en medio del camino, reprochó su conducta impropia e irracional, y lo llamó a proclamar como apóstol a los gentiles y a predicar el evangelio de Jesús

Las narraciones de la conversión de Pablo describen una experiencia religiosa profunda, que ciertamente tiene implicaciones muy serias en la vida y el comportamiento de las personas. La revelación a Pablo, mientras era perseguidor de cristianos, manifiesta el poder transformador de Dios en la figura de Jesucristo. Para el autor del libro de los Hechos, esa experiencia de Pablo no solo representaba un cambio en la vida misma del joven perseguidor, sino que preparaba el camino para el cumplimiento del mandamiento de Jesús. Conforme al testimonio de Lucas, el Señor ordenó a sus discípulos y seguidores a predicar el evangelio “desde Jerusalén hasta lo último de la tierra” (Hch 1.8). Y con la conversión de Pablo, se hacía posible la propagación del mensaje cristiano a las comunidades no judías o gentiles.

Luego de la experiencia de transformación en el camino, Saulo prosiguió su viaje a Damasco (Hch 9.8-19). Una vez en la ciudad, además de recuperar la vista, Pablo dialogó con líderes de la pequeña comunidad de cristianos en ese lugar. Esas conversaciones posiblemente fueron intensas y complejas, que debieron incentivar reflexiones serias sobre toda su vida y educación, en torno a sus decisiones y acciones en los procesos de persecución y asesinato de creyentes, y referente a su futuro. Saulo dejaba de ser un perseguidor de la nueva fe cristiana para convertirse en aliado de los creyentes en Jesucristo.

Luego de pasar un tiempo en la ciudad de Damasco, decide ir al desierto, posiblemente en Arabia (Gá 1.17-21). En ese contexto de soledad y silencio, el joven Saulo reorganizó su vida, pensamiento y prioridades. Luego de ese tiempo de introspección, regresó a Damasco, donde vivió la persecución de un grupo de fanáticos judíos, que trataron de matarlo violentamente. Se salvó porque un grupo de amigos de la comunidad cristiana, lo ayudó a escapar clandestinamente de la ciudad, al bajarle en un canasto por una ventana de la muralla.

De regreso a Jerusalén

Desde Damasco Pablo viajó a Jerusalén, donde estaban los líderes de la iglesia, como Pedro y otros apóstoles. A su regreso, notó que todavía estaban vivos en la comunidad personas que fueron testigos de sus actividades como perseguidor de cristianos, y especialmente recordaban el martirio de Esteban. Posiblemente el apoyo de Bernabé, que quizá era pariente de Pablo, contribuyó para que aceptaran la validez de su testimonio de conversión.

Luego de su estadía en la Ciudad Santa, Pablo regresó un tiempo a su ciudad natal, Tarso, donde vivió y predicó. Posteriormente, como en el año 43 d.C., Bernabé lo fue a buscar para responder a una crisis en Palestina, y juntos fueron a Siria, a la ciudad cosmopolita de Antioquía. Allí había una comunidad creciente de creyentes y en la cual por primera vez se le había dado el nombre de “los del camino”, a los grupos cristianos incipientes. El objetivo de estos misioneros era fraternal: llevar apoyo y ayuda a las iglesias y los creyentes en necesidad de esas ciudades.

Viajes misioneros

Esa experiencia de apoyo a las iglesias en medio de crisis, debe haber influenciado la vida y el pensamiento de Pablo, porque luego de esa incursión misionera con Bernabé, su vida tomó un nuevo giro. El joven judío celoso de la Ley y las tradiciones judías, que había participado en los procesos de persecución y asesinato de creyentes en Jesucristo, luego de su conversión y sus experiencias de apoyo a comunidades en necesidad, se convirtió en misionero, en predicador, maestro y apóstol del evangelio.

Referente al apóstol Pablo son dos las contribuciones ministeriales mayores que lo distinguen. La serie de cartas que escribió a diversas congregaciones y creyentes, para responder a preguntas específicas y orientar en torno a problemas concretos, y para educar y afirmar la fe. Además, la otra contribución extraordinaria de Pablo a la historia de la iglesia fueron sus viajes misioneros.

El primer viaje misionero de Pablo, que hizo con Bernabé, comenzó en Chipre en el año 6 d.C. y llegó hasta diversas localidades del Asia Menor, Perge (Panfilia), Antioquía de Pisidia, Listra, Iconio y Derbe de Licaonia (Hch 13.1—14.28). El éxito fue notable, pero no faltaron las dificultades porque en Listra lo apedrearon y dieron por muerto (Hch 14.8-23).

En Chipre, al comienzo mismo de su primer viaje misionero, es donde el apóstol abandona definitivamente su nombre hebreo Saulo, para utilizar el latino, Paulus, que posiblemente tenía desde niño como un apellido (Hch 13.4-12). Posiblemente, el cambio de nombre del apóstol responde a su firme anhelo de alcanzar con eficacia a las comunidades griegas y latinas. Y para facilitar su trabajo entre los grupos no judíos, Pablo decidió identificarse desde una perspectiva latina y destacar su ciudadanía romana y comprensión de las culturas griegas y latinas. El joven apóstol descubrió, temprano en su carrera misionera, que su vocación principal era servir a las comunidades gentiles porque él comprendía muy bien la naturaleza del pensamiento y las costumbres judías.

Las enseñanzas del apóstol Pablo salieron del mundo judío tradicional palestino y de la diáspora, para convertirse en una experiencia de vida universal. El mensaje original del joven rabino de la Galilea, que fue crucificado por las autoridades romanas y los líderes judíos, a través de la vida y las acciones de Pablo, se convierten en experiencias de vida transformadoras que llegan “hasta los confines de la tierra” (Hch 1.8).

Desde su primer viaje misionero, Pablo dedicaba tiempo para predicar el evangelio en las sinagogas de las ciudades que visitaba; sin embargo, esos esfuerzos generalmente terminaban en fracasos. Pero esas respuestas de rechazo en las comunidades judías prepararon el camino para su ministerio entre grupos gentiles. Por un lado, los grupos judíos monoteístas no aceptaban el mensaje del evangelio; y del otro, los sectores politeístas de la comunidad respondían con interés a las enseñanzas cristianas y la teología que presentaba el apóstol.

Por los años 49-50 d.C., entre el primer y el segundo viaje misionero, Pablo y Bernabé se quedaron mucho tiempo en Antioquía (Hch 14.24-28). Desde Antioquia ellos salieron a Jerusalén para participar del concilio de los apóstoles en la Ciudad Santa (Hch 15.1-35). El problema para discutir en el concilio era teológico y culturalmente complicado e intenso, por afectar la naturaleza misma de las labores misioneras de Pablo: ¿cuáles van a ser las decisiones y actitudes de las iglesias cristianas ante las respuestas positivas de grupos gentiles a la predicación del evangelio de Jesucristo? El corazón del conflicto era: ¿se exigiría a los nuevos convertidos gentiles cumplir las leyes de los judíos para ser cristianos?

Las intervenciones de Pablo en el concilio fueron determinantes. El éxito en su primer viaje misionero abría una puerta misionera extraordinaria, una oportunidad especial para responder de forma práctica a la comisión de Jesús a sus seguidores, y una manera explícita de cumplir la voluntad de Dios. De acuerdo con el apóstol, que conocía muy bien el mundo social, cultural, teológico y religioso del judaísmo, los nuevos grupos gentiles que llegaban a las iglesias debían tener el mismo respeto por los judíos que ya eran parte de las comunidades de fe cristianas.

Para el apóstol Pablo, la salvación de Jesucristo superaba las barreras étnicas, sociales, políticas, culturales, nacionales, religiosas y de género. Y esas percepciones teológicas del apóstol, referente a la nueva fe cristiana, claramente se destacan en el documento que aprobó el concilio, referente a los conversos gentiles (Hch 15.15.22-35).

Terminado el concilio en Jerusalén, Pablo organiza y comienza su segundo viaje misionero (50-53 d.C.). En esta ocasión llega a las iglesias cristianas de Anatolia, luego de recorrer parte de la región de Galacia y algunas ciudades Asia, y finalmente visita Macedonia y Acaya (Hch 15.36—18.22). En este viaje, la tarea de evangelización más importante se realizó en las ciudades de Filipos, Tesalónica, Berea y Corinto. En Atenas, afligido al ver la idolatría, Pablo pronunció un importante discurso en el Areópago, para refutar la filosofía estoica (Hch 17.16-33).

Es importante resaltar, y asociado a su segundo viaje misionero y las necesidades de las congregaciones, que en esa época Pablo comienza su ministerio epistolar. Durante su estadía en Corinto, estuvo en contacto con Galión, gobernador de la provincia y hermano del filósofo Séneca, escribió 1 Tesalonicenses (y posiblemente también la segunda carta a esa comunidad). Y en esa carta expone el tema de la segunda venida de Cristo, o Parusía, que manifiesta una necesidad teológica y pastoral inmediata en esa iglesia. Además, Pablo explora el tema de la resurrección en la carne, pues luego de dos décadas de la crucifixión y resurrección de Cristo, los creyentes comenzaron a manifestar sus inquietudes teológicas y sus preocupaciones prácticas.

El tercer viaje misionero del apóstol Pablo (53-54-58 d.C.) comienza con sus visitas a las comunidades de Asia Menor, para llegar a Macedonia y Acaya, donde estuvo por unos tres meses (Hch 18.23--20.38). Sin embargo, el centro de su operación apostólica y literaria fue en la gran ciudad de Éfeso (Hch 19.1-40), donde realizó su ministerio por casi tres años. En esta ocasión, su labor fue muy productiva, aunque no podemos ignorar los contratiempos como es el caso del tumulto en la ciudad, provocado por el platero Demetrio, quien acusó a Pablo por el descrédito de su negocio por las ventas de estatuillas de la diosa Artemisa.

Desde la ciudad de Éfeso el apóstol prosiguió su ministerio de orientación y comunicación con las congregaciones. Ese fue el contexto geográfico e histórico de 1 Corintios, donde se responde de manera específica a las interrogantes de una iglesia que vivía y servía en un ambiente cosmopolita, politeísta, frívolo y licencioso.

En el entorno del tercer viaje misionero, además, Pablo escribe cartas desde Éfeso a las iglesias en Galacia y Filipos; y desde Macedonia escribe y envía la segunda Epístola a los corintios. Desde la ciudad de Corinto envía la muy importante carta a los romanos, en la que explora el tema de la relación entre la fe y las obras, y cómo estos temas inciden en la salvación. Además, con esa carta preparaba el camino para su viaje a la capital del imperio.

Viaje final a Roma

Los detalles al final de la vida de Pablo no están tan claros. Luego de su tercer viaje misionero, el apóstol se dirigió a Jerusalén para apoyar personalmente y fiscalmente la iglesia en la Ciudad Santa; sin embargo, las decisiones y acciones del Imperio romano y sus representantes afectaron adversamente sus planes (Hch 22.22-29). En medio de su programa de viajes fue encarcelado y enviado al procónsul romano Félix en Cesarea (Hch 23.23-35), donde permaneció bajo custodia militar por dos años. Posteriormente, las autoridades decidieron trasladarlo a Roma, en medio de un contingente estricto de seguridad (Hch 27.1-7). Y el sistema judicial en Roma, bajo la autoridad del emperador Nerón, lo procesó.

El viaje a Roma estuvo lleno de incidentes y episodios de gran importancia misionera (60-61 d.C.). La embarcación donde Pablo iba prisionero naufragó, pero el apóstol logró salvar su vida (Hch 27.13-44). Posteriormente, fue librado de la muerte, cuando una víbora venenosa en la isla de Malta lo mordió en la mano; sin embargo, el relato bíblico afirma que Pablo superó la crisis mortal sacudiéndose la mano y la serpiente cayó en el fuego y de esa forma se ganó el respeto de los isleños y de sus carceleros (Hch 28.1-10).

Después del incidente en la isla de Malta, el apóstol Pablo vivió en Roma unos dos años (61-63 d.C.). En algunas ocasiones preso y en otras, gozaba de un tipo de libertad condicional, posiblemente en la casa de alguna familia cristiana. Y en medio de esas dinámicas de cautiverio en el corazón del Imperio romano, el apóstol escribió las cartas a las iglesias en Éfeso y Colosas, y la epístola a Filemón.

Una vez Pablo fue sobreseído de las acusaciones, ya que los tribunales romanos ninguna causa digna de muerte hallaron contra él, prosiguió con su ministerio apostólico (Hch 28.1-25). La información de sus actividades luego de su liberación en Roma no es mucha, ya que el libro de los Hechos destaca su llegada a Roma para afirmar la predicación del evangelio “a todas las naciones”, pero omite detalles de lo que sucedió al finalizar sus dificultades legales en la capital del imperio.

Posiblemente visitó las ciudades de Creta, Iliria y Acaya, y algunas comentaristas piensan que pudo inclusive haber ido a algunas ciudades de España. Ese período fue importante, ya que se atribuyen a Pablo las cartas a Timoteo y Tito, que manifiestan el compromiso apostólico con la organización auténtica y la buena administración de las iglesias locales.

Los detalles de la etapa final de la vida y el ministerio del apóstol Pablo provienen mayormente de fuentes de tradiciones antiguas. El apóstol fue nuevamente detenido y llevado preso a Roma por una falsa acusación en Tróade (66 d.C.). Y otra vez desde el centro mismo del Imperio romano, el apóstol a los gentiles continua con su ministerio literario de orientación a las comunidades de fe y sus líderes. Se sabe que desde Roma escribió la segunda carta a Timoteo, en la que revela sus sentimientos más profundos en relación con su fe en Jesucristo: está dispuesto a sufrir por su Señor y llegar hasta la muerte y el martirio, para demostrar su fe y su firme compromiso cristiano, como un ejemplo a las iglesias.

Antes de su muerte, Pablo pasó un encierro total y doloroso. Se sintió humanamente solo y abandonado, aunque no decayó su esperanza en Dios. Las instituciones jurídicas imperiales lo sentenciaron a muerte, en un proceso no del todo claro y justo, aunque era ciudadano romano. Según la tradición cristiana, Pablo fue decapitado por los romanos alrededor del año 67 d.C., no muy lejos de la carretera entre Roma y Ostia. Quizá la abadía de las Tres Fontanas marca el lugar de su ejecución.

Importancia del apóstol y sus enseñanzas

El significado y la importancia de la vida y el ministerio del apóstol Pablo no deben subestimarse. Sus contribuciones misioneras fueron muy buenas y sus cartas a las iglesias, admirables. Su valor en el desarrollo de la fe cristiana ha sido de tal magnitud, que hay estudiosos que opinan de Pablo como el agente divino capaz de convertir el movimiento de Jesús, que se origina en la Galilea y llega a Jerusalén, en una institución formal, internacional y transcultural, independiente del judaísmo y con identidad teológica propia. Por cierto, Pablo fue una de las figuras más importantes en el desarrollo del cristianismo a nivel histórico, administrativo, teológico, doctrinal y cristológico.

La importancia de las contribuciones de Pablo se destaca claramente en las cartas que envió a las comunidades de fe incipientes, a mediados del siglo primero de la era cristiana. Esa literatura es fundamental en la evaluación atenta de la vida del apóstol, donde incluye sus respuestas a problemas específicos de las diversas comunidades de fe, además de enseñar sus eclesiologías, teologías y cristologías. Y de la evaluación de esa importante literatura paulina resultan enseñanzas a creyentes y comunidades, en torno a la vida cristiana y referente a la fe y sus virtudes transformadoras.

Los escritos de Pablo toman el mensaje de Jesús, fundamentado en la Biblia hebrea y sus interpretaciones, y lo presentan a la cultura general que prevalecía en el Imperio romano en la cuenca mediterránea, que ciertamente resalta una gran influencia helenística. Y esa transformación de las categorías judías tradicionales a sistemas de comunicación eficientes en ambientes griegos y latinos, propició la predicación del evangelio al resto de la humanidad, independientemente de la cultura, el idioma o la geografía.

En sus escritos, Pablo cita e interpreta el mensaje de la Biblia hebrea, además de aludir a la literatura griega y filosófica de la antigüedad. Esa singularidad académica y pastoral, no solo revela su capacidad intelectual y su formación teológica y filosófica, sino que muestra su poder de integración ideológica y sus virtudes en los procesos de contextualización y aplicación del mensaje cristiano. El apóstol vive en medio de choques culturales y lingüísticos, y de encuentros religiosos no necesariamente amigables.

En ese ambiente de contrariedades e interpretaciones complejas, Pablo supera las comprensiones culturales contrarias a la voluntad divina. Su afirmación, de que en Cristo ya no hay judío ni griego, esclavo ni libre, hombre ni mujer (Gá 3.28), revela una teología muy adelantada a su época. Y esa comprensión amplia de las relaciones sociales, políticas e interpersonales de la fe cristiana, es una contribución importante del apóstol. Beneficia no solo al pensamiento y la vida de la iglesia sino incentiva el respeto y la dignidad humana en medio de la historia, independientemente del momento histórico, la ubicación geográfica o las singularidades culturales.

Para comprender la vida y el ministerio del apóstol Pablo, debemos estudiarlo en su contexto histórico, político y religioso. El joven Saulo proviene de un ambiente religioso conservador e intransigente, pero al tener un encuentro con Jesús cambia radicalmente su vida. Ese encuentro con el Señor transforma su visión de la cultura, la vida y la religión en cumplimiento de las antiguas profecías al pueblo de Israel. De esta manera, el joven Saulo se transforma de perseguidor a apóstol de Jesucristo a los gentiles. Pablo entendió personalmente que la revelación divina llega a la humanidad, independientemente de sus singularidades culturales, lingüísticas, religiosas, políticas y espirituales.