El señorito mimado o la mala educación - Tomas De Iriarte - E-Book

El señorito mimado o la mala educación E-Book

Tomás De Iriarte

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Beschreibung

Iriarte en su comedia El señorito mimado (1788) retrata a un joven aristócrata dilapidador y sin educación. El dramaturgo, oriundo de Puerto de la Cruz (Tenerife), muestra las consecuencias de la falta de instrucción de D. Mariano, que es engañado constantemente por algunos personajes sin escrúpulos (Dª. Mónica, D. Tadeo y los amigotes). A su vez, él oculta sus grandes gastos a su madre y, también, su desarreglada vida. 

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Tomás de Iriarte

Tomás de Iriarte

EL SEÑORITO MIMADO O LA MALA EDUCACIÓN

Traducido por Carola Tognetti

ISBN 979-12-5971-059-8

Greenbooks editore

Edición digital

Marzo 2021

www.greenbooks-editore.com

ISBN: 979-12-5971-059-8
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Indice

I

II

I

PERSONAJES
D. MARIANO,
señorito mimado; joven imprudente, superficial, indócil y de estragada conducta.
D.ª DOMINGA,
su madre; señora de mediana edad, bonaza y contemplativa.
D. CRISTÓBAL, tío, tutor y padrino de D. MARIANO
; hombre recto, franco y activo.
D. ALFONSO,
caballero de Granada, hospedado en casa

de

D.ª DOMINGA
; anciano pundonoroso y de buen corazón.
D.ª FLORA,
su hija; señorita bien criada, bastante viva y muy sensible.
D. FAUSTO, amante de D.ª FLORA y competidor de D. MARIANO
; mozo de generosas prendas.
D.ª MÓNICA,
mujer sagaz, que se finge señora de distinción.
PANTOJA,
criado antiguo de la casa; fiel y honrado, nada lerdo y de humor festivo.
FELIPA, doncella de D.ª DOMINGA
; simple y algo interesada.
D. TADEO, trapalón, que pasa por cuñado de D.ª MÓNICA.

La escena es en Madrid, en una sala de la casa de D.ª DOMINGA. Esta sala tendrá tres puertas:

la de la derecha conduce a los cuartos

de

D.ª DOMINGA y D.ª FLORA; la de en medio a los de D. CRISTÓBAL,
D. ALFONSO y D. MARIANO; y la de la izquierda a la antesala y otras piezas de la casa.

La acción empieza a la hora de la siesta y concluye al anochecer

.
Acto I
Escena I
D. CRISTÓBAL, examinando con atención unos papeles, sentado junto a una mesa en que hay recado de escribir. D.ª DOMINGA,
sentada en una silla algo

distante de la mesa

.
D. CRISTÓBAL

(Con la pluma en la mano

.
)
Nueve y seis, quince... dieciocho...
veintisiete... treinta y cuatro...
llevo tres... y nueve, doce...
D.ª DOMINGA
Ahora con el bocado
en la boca, ¿tienes gana
5
de ajustar cuentas, hermano?
D. CRISTÓBAL
Y cuanto más las ajusto,
menos las entiendo. Un año
de examen se necesita,
según encuentro enredados
10
estos papeles.
D.ª DOMINGA
Descansa
de tu viaje; y más despacio
podrás ir viendo...
D. CRISTÓBAL
Señora,

(Dejando la pluma

, y apartando de sí con enfado algunos de los papeles que tiene delante.
)
perdido está el mayorazgo.
Aquí me faltan recibos.
15
Las cuentas, los inventarios,
todo está como Dios quiere.
No hay formalidad. El gasto
excede en mucho a la renta.
En bien diferente estado
20
dejó mi hermano su casa.
D.ª DOMINGA
¡Ah! ¡Dios le tenga en descanso!
D. CRISTÓBAL
Si él viera algunas partidas
de estas cuentas... Vamos claros;
su hijo de usted, mi dichoso
25
sobrinito, don Mariano,
se porta. En toda su vida
sabrá ganar un ochavo;
pero arruinar una casa,
eso lo sabe de pasmo.
30
Él tiene mala conducta;
yo riño; no me hacen caso;
usted le contempla en todo.
Pues bien: darle barro a mano;
que se pierda, que nos pierda,
35
si usted quiere. Ya estoy harto
de predicar.
D.ª DOMINGA
Don Cristóbal,
seis días ha que has llegado
de vuelta de tu gobierno
de las Indias, y ha otros tantos
40
que no cesas de clamar
contra el infeliz muchacho.
D. CRISTÓBAL
No, amiga; contra su madre,
sí, contra usted sola clamo.
¡Qué crianza! Ahora todos
45
hemos de pagar el daño,
cuando de nadie es la culpa
sino de usted... Lo bonazo
de ese genio, ese amor ciego
al hijo, el mimo, el regalo...
50
D.ª DOMINGA

(Arrastrando lánguidamente las palabras

.
)
Yo, como naturalmente
soy benigna...
D. CRISTÓBAL

(Con viveza

.
)
Demasiado.
D.ª DOMINGA
Pero, hermano mío...
D. CRISTÓBAL
Pero,
cuñada mía, ¿es mal chasco
el que me he llevado yo?
55
Vaya usted considerando.
Cuando partí a mi gobierno,
aún no tenía cuatro años
ese chico. Su buen padre
le encomendó a mi cuidado;
60
me nombré por su tutor;
soy su tío; en estos brazos
le he sacado yo de pila.
Vea usted con cuántos cargos
quedé respecto a un sobrino,
65
un pupilo y un ahijado.
Me era forzoso partir
a mi destino. Los llantos,
las plegarias de su madre
entonces me precisaron
70
a sustituir en ella
la tutoría, esperando
que no me tocase estar
en Indias sino cinco años;
pero de un gobierno en otro
75
he pasado quince largos.
Desde allá, cada correo,
¿no escribía un cartapacio,
dando mis disposiciones
para educar a Mariano
80
al lado de unos maestros
hábiles, y de un buen ayo?
Usted los buscó a su modo,
según veo: descuidados,
o necios, o aduladores,
85
que la estaban engañando,
y me engañaban a mí,
con enviarme unos retazos
de latín y de francés,
como verdaderos partos
90
del ingenio de su alumno;
dibujos bien acabados;
muestras de gallarda letra;
y nada era de su mano...
Usted siempre aseguraba
95
que el tal niño era un milagro
de aplicación, una alhaja;
tan vivo y adelantado,
tan obediente a su madre,
tan cortés... Yo mentecato
100
lo creí muy santamente;
y con gozo extraordinario
le prometí que sería
dueño de cuanto he ganado
en Indias con mi sudor.
105
D.ª DOMINGA
Ni él ni yo desconfiamos
de promesa tan segura...
D. CRISTÓBAL
Conforme. No hay que fiarnos.
En fin, vuelvo de mi viaje
muy satisfecho; y lo que hallo
110
es que ese caballerito
cumplirá presto veinte años
sin saber ni persignarse;
que está lleno de resabios,
de mil preocupaciones;
115
que es temoso, afeminado,
superficial, insolente,
enemigo del trabajo;
incapaz de sujetarse
a seguir por ningún ramo
120
una carrera decente.
¿Por las letras? Es un fatuo.
¿Por las armas? Es un mandria.
Tirará... por mayorazgo.
D.ª DOMINGA
¡Qué terrible eres! El chico
125
todavía no ha logrado
ver sereno ese semblante.
Se asusta, se pone malo
sólo con que alces la voz.
Siempre ha sido delicado.
130
El estudio no le prueba.
Ni tampoco es necesario
que un hijo de caballero
lo tome tan a destajo
como si con ello hubiera
135
de comer.
D. CRISTÓBAL
Quedo enterado.
¡Viva mi doña Dominga!
Piensa bien. ¿Conque sacamos
en limpio que un caballero
no ha de ser hombre? En contando
140
con una renta segura
de cinco a seis mil ducados,
¿a qué fin ha de afanarse
para ser buen ciudadano,
ni buen padre de familia,
145
ni sabio, ni buen soldado?
¿Para qué? Dejemos eso
a los hombres ordinarios.

(Levantándose

.
)
¡Vaya; que merece usted
dirigir un seminario!
150
D.ª DOMINGA
Digo: ¿y te parecerá
que no sé yo quién te ha dado
contra tu mismo sobrino
unos informes tan falsos?

(Exclamando

.
)
¡Hijo de mi alma! Pantoja,
ese traidor de criado
es quien le ha vendido. ¡Infame!
Pues ¿qué? ¿Tú y él encerrados
no estabais de conferencia
antes de ayer muy temprano?
160
Ya mi doncella Felipa
oyó, no todo, pero algo,
por el hueco de la llave.
D. CRISTÓBAL
Cierto; y porque sentí pasos,
dejé la conversación
165
para otra vez. Llega el caso
de que en presencia de usted,
no a espaldas, la prosigamos.

(Toca una campanilla

, que está sobre la mesa.
)
¿Para qué andar con misterios
en un asunto tan claro?
170
Él vendrá...
D.ª DOMINGA
Déjale ahora.

(Levantándose

.
)
¿A tal extremo llegamos
que se nombra por fiscal
de la conducta del amo
a un criado, a un chocarrero?
175
Yo no sé cómo lo aguanto.
D. CRISTÓBAL
Le cito, no por fiscal,
por testigo y abonado...

(Vuelve a tocar la campanilla

.
)
Pantoja es algo chancero,
pero no miente; es honrado;
180
nos tiene gran ley; conoce
desde la cuna a Mariano,
y sabe todas sus mañas.
Se explica con desparpajo...
D.ª DOMINGA
Más de lo que es menester;
185
porque es tan atravesado,
tan socarrón, tan ladino...
Escena II
D. CRISTÓBAL, D.ª DOMINGA, FELIPA, que sale por la puerta de la derecha; y PANTOJA, que viene luego por la de la izquierda.
FELIPA
¿Qué mandan ustedes?
D. CRISTÓBAL
Llamo
a Pantoja.
PANTOJA
Ya está aquí.
D. CRISTÓBAL
( A D.ª DOMINGA.)
Usted perdone el mal rato.
190
Nuestra disputa será
muy breve; vamos al grano.
Pantoja.
PANTOJA
Señor.
D. CRISTÓBAL
Parece
que esta señora, intentando
convencerme y disculparse
195
de la crianza que ha dado
a mi sobrino, desea
que me venga el desengaño
por tu boca. Di sobre esto
cuanto sabes, sin empacho
200
y con toda realidad.
PANTOJA
Pero, señor...
D. CRISTÓBAL
Habla claro.
PANTOJA
No sé cómo he de atreverme...
D. CRISTÓBAL
Contemplaciones a un lado.
A quien tenga la razón,
205
dársela.
D.ª DOMINGA
Me haces agravio...
D. CRISTÓBAL
La averiguación importa;
y yo seré el agraviado
si usted se resiste a ella.
D.ª DOMINGA
Eso es darle mucha mano...
210
D. CRISTÓBAL
Y si usted no está culpada,
¿qué teme?
PANTOJA
¿Con que mi encargo
es predicar un sermón
panegírico en aplauso
de la vida y las hazañas
215
de aquel joven...?
D.ª DOMINGA
Sí, de tu amo;
y mira cómo hablas de él.
Su madre te está escuchando.
D. CRISTÓBAL
Y su tío te prohíbe
disimular.
PANTOJA
Apretado
220
es el lance en que me ponen.
Para quedar bien con ambos,
¿no hay medio?... Pues si no le hay,
aquí del valor. Hagamos
justicia seca; y perdonen
225
ustedes, que soy mandado...
Mi sermón tendrá dos puntos;
que, al fin, me ha de servir de algo
haber estudiado un poco
de latín cuando muchacho.
230
Primer punto: las flaquezas
de mi señor don Mariano
en cuanto al entendimiento.
Segundo punto: las que hallo
por lo que hace al corazón.
235
Y digo así...

(Tose y escupe

.
)