Lecciones instructivas sobre la historia y geografía Tomo I - Tomás de Iriarte - E-Book

Lecciones instructivas sobre la historia y geografía Tomo I E-Book

Tomás De Iriarte

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Beschreibung

Una de las mayores contribuciones de la Ilustración a la sociedad fue la de secularizar la enseñanza.Eso permitió que autores seglares como Tomás de Iriarte publicasen obras instructivas para las nuevas generaciones, en este caso, unas lecciones sobre historia y geografía que no solo abarcan el ámbito español, sino que van más allá.-

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Tomás de Iriarte

Lecciones instructivas sobre la historia y geografía Tomo I

TOMO PRIMERO HISTORIA SAGRADA.

OBRA PÓSTUMA DE D. Tomas de Griarte Tirijida á la Enseñanza de los Niños

Saga

Lecciones instructivas sobre la historia y geografía Tomo I

 

Copyright © 1849, 2021 SAGA Egmont

 

All rights reserved

 

ISBN: 9788726685886

 

1st ebook edition

Format: EPUB 3.0

 

No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.

This work is republished as a historical document. It contains contemporary use of language.

 

www.sagaegmont.com

Saga Egmont - a part of Egmont, www.egmont.com

Novena Edicion

En la que se ha aumentado los sumarios de la historia eclesiastica y de España que compuso en verso el P. Isla, añadiendo á los trabajos de aquel célebre escritor, los hechos históricos hasta el dia y corrigiendo en la parte geografica, las mejoras, variaciones y nuevos descubrimientos de esta importante ciencia, los indices de que carecian las anteriores ediciones y un mapa de España

ADVERTENCIA DEL EDITOR.

Cuando en el año de 1782 se hallaba don Tomás de Iriarte, autor de la presente obra, mas empeñado en la traduccion de la Eneida de Virgilio, que intentó como por via de ensayo, durante la convalecencia de uno de sus frecuentes insultos de gota; cuando, vencidas las primeras dificultades que ofrecia una empresa tan ardua y delicada, poseido, por decirlo así, del estro y espíritu del poeta latino, habia empezado á familiarizarse con las dificultades mismas, lisonjeándose de superarlas en lo posible; cuando tenia concluido el cuarto libro, y bosquejaba ya los primeros versos del 5.° ( 1 ), se vió precisado á suspender de improviso una version que le habria dado quizá no menos crédito que sus propias obras originales, para emprender y trabajar las presentes Lecciones instructivas en fuerza de superior precepto.

Por varios incidentes, que aumentaron y justificaron la suma repugnancia con que se allanó á componer este compendio, no solo le dejó inédito al fallecer, sino tambien sin haberle dado aquella última mano y correccion escrupulosa que realzan el mérito de todos sus escritos, y sin haber concluido tampoco un tratado original de principios ó máximas morales que empezó á formar ( 2 ) para sustituirle en lugar de otro que se le obligó á estraer ó mas bien á copiar de Fr. Luis de Granada, colocándole antes del Compendio de la Historia Sagrada, y que habia ya determinado suprimir.

De aquí es que se ha omitido y suprimido ahora en efecto conforme á las intenciones del autor, y con apoyo y dictámen de las personas juiciosas, prefiriéndose carezcan estas Lecciones instructivas del tratado de Moral, á incluir en libro trabajado originalmente por don Tomás de Iriarte, un retazo de libros agenos aunque tan recomendables.

Si la instruccion que proporciona á los niños la obra póstuma que hoy se publica, corresponde al concepto que de ella han formado sugetos no menos celosos de la buena educacion de la juventud española, que dotados de inteligencia y doctrina, y al deseo con que generalmente se anhelaba saliese á luz, resultará á quien ha cuidado de darla á la prensa la justa satisfaccion de que el erudito que distrajo de otras tareas mas análogas á su literatura y florido ingenio para componer este Tratado, contribuya con él, aun despues de no existir, á la ilustracion y bien de la patria.

FRAGMENTO

De la parte moral que dejó empezada DON TOMAS IRIARTE, y es como sigue:

LECCIONES DE MORAL. INTRODUCCION.

El alto concepto que los racionales debemos formar de la grandeza de Dios en cuanto lo permite nuestro débil entendimiento, y la consideracion de los indecibles beneficios que continuamente dispensa al linaje humano, nos persuaden la justa obligacion en que vivimos, no solo de tributarle una admiracion y obsequio sin límite, sino tambien de aspirar á agradarle con la práctica de las virtudes.

Cuál ha de ser esta práctica, y cuáles los vicios que á ella se oponen, nos lo enseña la Moral, ciencia que dirige las costumbres, dándonos verdaderas instrucciones sobre el bien y el mal, é inclinando nuestra voluntad á apetecer el primero y evitar el segundo.

Todo el que puede y quiere reflexionar, con tal que alguna pasion no le ofusque el entendimiento, ó los malos hábitos no le hayan pervertido el corazon, es capaz de discernir solo por la razon natural lo que debe hacer ó dejar de hacer para obrar bien y ser feliz; y este interior conocimiento que todos tenemos de lo que es bueno ó malo, justo ó no justo, se llama conciencia. Pero como no todos los hombres meditan, ni racioninan acertadamente sobre los principios y las consecuencias de sus acciones, muchos, ya distraidos en los cuidados públicos ó negocios domésticos, ya guiándose por el mal ejemplo de otros, se acostumbran á no examinar con escrupulosidad las operaciones de su vida, y se dejan llevar de los apetitos y deleites presentes sin pensar en lo porvenir, suelen no atender á lo que su conciencia les dictaria, si quisiesen consultarla, lisonjeados con el logro de alguna felicidad aparente y de corla duracion, abandonan la virtud sólidamente fundada en la razon y la justicia, y llegan á tener por bueno lo que realmente es malo.

Estando, pues, los hombres espueslos á incurrir en tan grave error, hemos de mirar como singular beneficio que Dios, para asegurarnos el conocimiento del bien y del mal, haya querido manifestárnosle por medio de la revelacion, prescribiéndonos espresa y claramente lo que debemos hacer, prohibiendo lo que debemos evitar, sin que en esto pueda el cristiano alegar ignorancia, ni creer que dependa de nuestro capricho el aprobar ó reprobar las acciones que Dios recomendó como rectas, ó condenó viciosas.

Así es que uo podemos reconocer por verdadera otra moral que la que el mismo Hijo de Dios vino á enseñarnos, la moral cristiana, única norma de nuestra conducta y necesario fundamento no solo de nuestra felicidad eterna, sino tambien de la temporal.

Y suponiendo que los niños y jóvenes que hayan de leer los breves documentos que vamos á dar sobre lo principal de esta importante materia estarán ya impuestos en la doctrina cristiana por el catecismo, dividiremos las presentes lecciones en dos tratados, uno de Moral cristiana, otro de Moral civil; pues aunque esta depende sustancialmente de aquella, como que no hay virtud de ninguna especie que la religion cristiana no apruebe, conviene á la mayor claridad tratar separadamente de la Moral del buen cristiano y de la del buen ciudadano. La primera es indispensable para el bien espiritual, y la segunda enseña particularmente el modo de conseguir el corporal, viviendo el hombre tranquilo y bien quisto entre sus semejantes.

TRATADO PRIMERO.

DE LA MORAL CRISTIANA.

LECCION PRIMERA. De la virtud en general.

Las acciones buenas se llaman virtudes, y las malas pecados. Cuando estos llegan á ser un hábito ó se cometen por costumbre, se llaman vicios: y á los pecados que perturban la paz de la sociedad civil, se da el nombre de delitos.

Varios son los motivos por que suelen los hombres inclinarse al bien y huir del mal. Unos lo hacen porque de obrar bien se les sigue alguna utilidad, y temen algun daño si obran mal; otros porque desde su infancia y primer educacion tuvieron á la vista buenos ejemplos, y se habituaron insensiblemente á imitarlos; y otros, en fin, porque aspiran al honor y buena fama que es fruto del buen proceder, y desean evitar el descrédito y la vergüenza que es fruto del malo. Pero el cristiano debe obrar bien porque Dios lo quiere y se lo manda: y el que observa los preceptos de la religion, y se abstiene de lo prohibido en ella solo por amor de Dios, y porque Jesucristo así lo ha enseñado, es quien verdaderamente aspira á la perfeccion cristiana.

Las principales virtudes, que para conseguirla debemos practicar, se hallan espresadas en el Evangelio, en los escritos de los Apóstoles, y en otros de la Sagrada Escritura, principalmente en los hechos y discursos de nuestro Salvador, dechado perfectísimo de toda bondad. Sus ejemplos y palabras nos manifestan cuáles son nuestras obligaciones para con Dios, para con el prójimo, y para con nosotros mismos; y estas tres especies de obligaciones estan claramente comprendidas en el precepto fundamental de la religion cristiana: Amarás á Dios sobre todas las cosas, y á tu prójimo como á tí mismo: pues si la primera parte de este precepto es un compendio de nuestras obligaciones respecto á Dios, la segunda lo es de la que tenemos respecto al prójimo, é incluye como regla y modelo de ellas las que tenemos respecto á nosotros mismos.

LECCION II. De las obligaciones del hombre respecto á Dios y de la primera de ellas, que es creerle.

Creer en Dios, esperar en él, y amarle, son las tres partes á que sustancialmente se reducen nuestras obligaciones respecto á aquel Ser eterno.

Le creemos ‘con la fe, don sobrenatural del mismo Dios, á lo cual sujetamos el entendimiento, recibiendo con humilde obediencia cuanto el Padre celestial ha revelado á su iglesia por medio del divino Maestro, que siendo la misma verdad, y la bondad suma, no puede engañarse, ni engañarnos. Pero no por esto estamos dispensados de elevar la consideracion al conocimiento de Dios y de procurar por los medios naturales que á este fin nos ha concedido, convencer nuestra razon acerca de su existencia y de sus perfecciones; pues aunque estas como infinitas no caben en el discurso humano, podemos á nuestro modo concebir de ellas lo bastante para creerlas.

Por poco que reflexionemos, es fácil advertir cuán débiles somos; que nuestra vida y felicidad no dependen de nosotros mismos, y que no somos dueños de hacer ni lograr lo que deseamos, porque vivimos sujetos á innumerables causas que obran en nosotros. Estas necesariamente nacen de otra causa primera y soberana que las gobierna, supuesto que ninguna cosa se mueve sin que haya otra que la obligue á moverse. Cuando vemos que la mano de un reloj señala las horas, bien conocemos que hay algun muelle que la da movimiento, y que tampoco habria este muelle si un relojero no le hubiese fabricado. De la misma suerte, cuando los niños ponen en fila una porcion de naipes medio doblados, si derriban el primero de ellos, todos van cayendo unos tras otros. La caida del segundo naipe es efecto de la caida del primero, y causa la del tercero, y así en los restantes, advirtiéndose una serie de causas y efectos; pero siempre es preciso que haya habido uno que derribe el primer naipe; así como tampoco habria reloj si no hubiera habido relojero.

Estos ejemplos materiales bastan para convencernos de que en donde hay causas y efectos hay una causa primera. Así el universo con todo lo que en él hay es obra de un Criador infinitamente sabio poderoso, inmenso, independiente, libre, inmutable y eterno, que es Dios, absoluto Señor nuestro.

Es sabio, porque al modo que la inteligencia del relojero comprende todas las partes del reloj, la inteligencia de la primera causa comprende todas las del universo; y si hubiese olvidado ó colocado fuera de su lugar alguna de ellas, no hubiera podido darlas el órden admirable que las dió.

Es poderoso, porque no basta que el relojero sepa el modo de hacer un reloj, si no tiene poder y facultad para hacerle; y Dios no solo supo, sino que pudo criar el universo, siendo su poder tan infinito como su sabiduría.

Es inmenso, porque lo abraza todo, y en todas partes está; y es independiente, porque si no lo fuese, no sería causa primera, sino causa subordinada á otra superior.

Siendo, pues, infinitamente sabio, poderoso é independiente; hace en todo su voluntad, y por consiguiente es libre.

Su sabiduría no puede aumentarse con adquirir nuevas ideas, porque entonces sería limitada. Ve á un tiempo lo pasado, lo presente y lo porvenir, sin ser capaz de mudar de resolucion, porque esto sería prueba de que no lo habia previsto todo. Con que es inmutable. Para ser independiente es forzoso que no haya tenido principio, pues si le tuviese dependeria de una causa que le hubiese dado el ser. Tampoco ha de tener fin, porque en tal caso dependeria de otra causa que le privase del mismo ser. Luego consta que es eterno.

Como sabio, discierne el bien y el mal, juzga el mérito y el demérito. Como libre, obra segun aquella sabiduría, amando el bien y aborreciendo el mal, premiando la virtud, castigando el vicio, y perdonando al que se arrepiente y enmienda: en todo lo cual hace lo que es su voluntad; esto es, querer solamente el bien. En cuanto castiga le corresponde el atributo de la justicia; en cuanto premia, el de la bondad, y en cuanto perdona, el de la misericordia.

Reconozcamos, pues, que la primera causa enteramente sábia, todopoderosa, inmensa, independiente, libre, inmutable, eterna, justa, buena y misericordiosa, es Dios, á quien todo lo debemos.

LECCION III. De la segunda obligacion del hombre respecto á Dios, que es esperar en él.

Poco serviria la fe, y cuantos esfuerzos hiciésemos para confirmarnos en ella, si contentándonos con creer que somos hijos de un Dios dotado de tan escelentes perfecciones, no aspirásemos á gozarle despues de nuestra presente vida mortal y transitoria, y á poseerle como el único y supremo bien para que fuimos criados.

El mismo Señor que nos infunde la fe, nos infunde igualmente la virtud sobrenatural de la esperanza. Por ella confiamos que, segun sus inalterables promesas, nos ha de hacer eternamente felices, si por nuestra parte procuramos no desmerecerlo: por ella vivimos en la firme persuasion de que su Providencia no nos abandona aun en los mas estrechos peligros: y entregándonos en sus manos para cuanto disponga de nosotros, recibimos con resignacion los trabajos y desgracias á que está espuesta nuestra frágil humanidad; por ella, en fin, nos animamos á invocarle en las necesidades que continuamente padecemos tanto en lo espiritual como en lo corporal, prometiéndonos que oirá nuestros ruegos y fervorosos votos.

La esperanza por consiguiente está fundada en la fe, y es un don que debemos á la gracia divina, el cual nos inspira cierta magnanimidad y elevacion de espíritu superiores á nuestra natural flaqueza para pretender adquirir parte en la herencia celestial, esperando de la suma bondad, á pesar de nuestro ningun merecimiento, los mas eficaces auxilios con que lograrlo.

Por dos estremos viciosos faltamos á la virtud de la esperanza: el uno es la presuncion, ó demasiada satisfaccion propia, y el otro la desconfianza que toca en desesperacion. La presuncion haciéndonos formar un ventajoso concepto do nosotros mismos, nos persuade que podemos algo sin ayuda de Dios, ó que sin diligencia alguna de nuestra parte nos ha de conceder los bienes temporales eternos que solo tiene prometidos á quien ejerce con actividad las virtudes. La desesperacion, al contrario, nos induce á temer que no alcanzaremos perdon de nuestras faltas por ser muchas y graves; á creer que no hemos de poder corregirnos de las malas inclinaciones, ya sea por causa de hábito adquirido, difícil de desarraigarse, ó ya por las diarias esperiencias que tenemos de nuestra debilidad, de donde nace lä pereza y la obstinacion en la culpa; á perder la confianza en Dios, y la sumision á su Providencia; ó finalmente ä colocar nuestras esperanzas en nosotros mismos ó en otra cualquiera criatura, en vez de ponerlas todas en el único objeto de ellas: que es el soberano autor y conservador de cuanto existe.

PROLOGO.

No hay ciudadano celoso y bien persuadido de cuán importante y delicado asunto es la acertada educacion de la niñez, que no se compadezca si entra en una escuela de primeras letras, y advierte por qué libros aprende á leer la mayor parte de los niños. Para un tratado útil y bien escrito que vea en manos de alguno, verá en las de otros muchos ya la historia de los Doce Pares, ya la Cueva de San Patricio, ya el Devoto Peregrino, ó ya en fin novelas vulgares y cuentos estravagantes de todas especies. Poco importa se usase de semejantes libros, si los niños no aprendiesen en las escuelas mas que la materialídad de leer; pero es el daño, que al mismo tiempo que se les graban pro fundamente en la memoria ideas supersticiosas y contrarias á la verdadera piedad ó repugnantes al sano juicio, al buen gusto, y á las costumbres arregladas y cultas, de suerte que, aficionándose desde luego á lo maravilloso, por mas falso ó inverosímil que sea, posponen lo verdadero á lo provechoso y lo necesario. Así se advierte que los que por desgracia han tenido en sus tiernos años tan ociosa ó perjudicial lectura, no solo carecen de las mas comunes é indispensables noticias concernientes á la historia de su religion y de su patria, y al conocimiento de la tierra que pisan, sino que no les basta quizá todo el tiempo de la vida para desaprender lo que imprudentemente les enseñaron.

Por estas consideraciones ha parecido conveniente resumir en la presente obrita algunos documentos históricos y geográficos que los niños pueden leer, cuando no con provecho, á lo menos sin daño del corazon y del entendimiento. El que por su rudeza no conserve algo de estas lecciones en la memoria, solo ganará el haber aprendido á leer: mas nada perderá. El que las retenga, se hallará sensiblemente instruido por mayor de no pocos principios que tarde ó temprano estará obligado á saber ó como cristiano, ó como miembro de un cuerpo civil; sin que por esto se crea que la instruccion que aquí se le ofrece es radical y científica, sino la que basta para que en aquella dócil edad empiece á gustar de lo útil, conciba los primeros elementos con algun órden, claridad y rectitud; adquiera para en adelante una loable curiosidad de estudiar lo que ahora solo se le indica; emplee dignamente el tiempo y se habitue á leer verdades y desechar fábulas.

Van divididas estas lecciones en dos partes: la primera histórica, y la segunda geográfica. El primero de los tres libros que componen la parte histórica refiere compendiosamente los mas notables hechos de la historia sagrada desde la creacion del universo hasta el establecimiento de la iglesia. Da el libro segundo una breve noticia de los principales imperios antiguos, señaladamente del griego y del romano; y en el libro tercero se recopilan los mas importantes sucesos de la historia de España. Síguese la parte geográfica, en cuyo primer libro se hallará una sucinta descripcion general de los paises mas conocidos, y en segundo la particular de España y sus islas adyacentes; pero aunque no contiene (ni destinándose á niños convendria contuviese) un verdadero método para aprender con los debidos fundamentos y estension la ciencia de la geografía, esplica históricamente lo que basta para que se instruyan en la division, confines y principales regiones de la tierra, y para que desde luego se habituen á pronunciar y conocer los nombres de las provincias y ciudades mas considerables, de suerte que cuando los lean en los libros de la Historia, no les sean del todo nuevos, y tengan adelantados estos principios para cuando, llegando á jóvenes, hagan estudio formal de la geografía.

Contemplando que esta obra no se escribe determinadamente para jóvenes, sino para niños, se escusa en ella el amontonamiento de reflexiones y sentencias que era fácil deducir de los mismos hechos; método que seguramente no desaprobará quien tenga presente que la edad de la memoria no es la edad del juicio, y que no todos nacen con la feliz comprension que logren desempeñar á un mismo tiempo los dos oficios de aprender la historia ó de meditar sobre ella.

Cualquier padre se dará por contento de que su hijo sepa á los siete ú ocho años lo que en estos ensayos se contiene, por mas breves que parezcan; y ojalá que muchas personas adultas se hallasen en estado de no necesitar de ellos, ó de otros semejantes.

PARTE HISTORICA LIBRO PRIMERO.

LECCIONES DE LA HISTORIA SAGRADA

desde el principio del mundo

HASTA EL ESTABLECIMIENTO DE LA IGLESIA.

INTRODUCCION.

La Historia Sagrada es la mas importante para los cristianos; por ser la historia de las obras del mismo Dios desde el punto en qué quiso manifestarse á sus criaturas; la historia de su omnipotencia y demás atributos demostrados con los hechos mas admirables; la historia en fin por la cual se dignó de enseñarnos cuáles son nuestras obligaciones mientras vivimos, y cuál nuestro destino despues de muertos. En ella se nos representa el estado feliz en que fue criado el primer hombre, justo, inocente y destinado para la eterna bienaventuranza, si hubiese permanecido en su inocencia; su caida por el pecado, funesto orígen de nuestros males, y su futura redencion por medio del Salvador que Dios le prometió para su consuelo. Vemos tambien en la misma historia la tierra inundada de un diluvio en castigo de las culpas de los primeros habitantes, y la corrupcion del corazon humano, que no se corrigió aun con este acontecimiento, pues entregados los hombres á la sensualidad, y desconociendo al autor de todas las cosas, atribuyeron al entendimiento, al valor, ó al poder de ellos mismos todos los sucesos en que tenian alguna parte; y aquellos en que ninguna tenian, al acaso, á la fortuna, y á otros nombres frivolos y vanos, error que abrió el camino á la idolatría.

Para desvanecer estos errores eligió Dios un varon, cuya descendencia formase un pueblo y fuese depositario de la verdadera religion: separóle de las demas naciones por medio de sus leyes y costumbres; condújole y gobernóle con especial providencia, así para establecerle en la tierra que le tenia prometida, como para conservarle en ella; tuvo á bien ser su cabeza y su legislador, y manifestándose á aquel pueblo, le hizo sabedor de sus misteriosos designios, y le declaró su soberana voluntad, ya por figuras y símbolos, ya por milagros y profecías.

Grandes frutos podemos sacar del conocimiento de la Historia Sagrada: convencernos de la existencia de un Dios criador de todo, y que todo lo gobierna, venerar los inefables atributos que son inseparables de su divinidad, principalmente su providencia, la cual influye en todos los sucesos públicos y particulares; y reconocer que la criatura depende enteramente de su Criador. Debemos asímismo atender á la estrecha union que tiene esta historia con la religion cristiana, y á que sería vergonzoso ignorar unos hechos tan respetables por su antigüedad, y en que está sólidamenta fundada la religion que profesamos.

LECCION PRIMERA. Creacion del Uuniverso.

No hay idea mas sublime que la de aquel primer momento en que Dios, por un efecto de su sola bondad, sacó de la nada las criaturas que antes no existian, y quiso fuesen testimonios de su omnipotencia.

Crió en el primer dia el cielo y la tierra, hizo la luz, y la separó de las tinieblas; de suerte que con decir hágase la luz, la luz quedó hecha. En el segundo dia hizo el firmamento, esto es, el cielo, y separó las aguas de él de las de la tierra. En el tercero separó la tierra del agua, é hizo que la misma tierra produjese toda especie de plantas. En el cuarto hizo el sol, la luna, los demás planetas y las estrellas. En el quinto crió los peces y los pájaros. En el sesto todos los animales y reptiles de la tierra; y crió tambien al hombre y á la mujer para que dominasen á los demás animales. Formó al hombre sacándole del cieno de la tierra, y animándole con un soplo de vida ó espíritu. Dióle alma inteligente, dióle la razon, la memoria, la voluntad y el don de la palabra, con otras prendas que le hicieron á su imágen y semejanza, superior á todas las criaturas, aunque inferior á los ángeles, que son puros espiritus sin mezcla corporal.

LECCION II. Estado de la inocencia del primer hombre, y su caida por el pecado. Muerte de Abel.

Dios, despues de haber criado á Adan, le colocó en el paraiso terrestre, jardin deleitoso, que muchos sabios creen estuvo situado en los confines de Mesopotamia. Quiso el Supremo autor darle la muger por compañera, y formó á Eva de una costilla del mismo Adan, mientras este dormia. Aquellos dos primeros racionales, formados á imágen de Dios, y destinados á poblar la tierra, gozaban una vida inocente y descansada, cuando el Señor quiso probarles la fidelidad, obediencia y reconocimiento. En medio de los árboles del paraiso habia uno llamado de la ciencia del bien y del mal.

Declaró Dios á Adan que le permitia comer del fruto de todos ellos, pero que le prohibia tocar al de aquel árbol, pues si le probaba, perderia todos sus privilegios, y quedaria sujeto á la muerte.

El demonio, uno de aquellos desgraciados ángeles que por su orgullo y rebeldía cayeron del glorioso estado para que habian sido criados, envidiando los bienes del primer hombre, empleó su astucia en privarle de ellos. Tomo la figura de serpiente, é indujo á Eva á quebrantar el precepto del Señor, diciéndola que si ella y su esposo comian del fruto del árbol vedado, sabrian el bien y el mal y serian como dioses. Presta la muger oidos al espíritu tentador, y comió del fruto, llevada del apetito. Así como Eva se rindió á la sugestion de la serpiente, se rindió Adan á la de su consorte, y cayó en la tentacion de probar el fatal fruto.

No dejó Dios sin castigo esta desobediencia, porque Adan y Eva empezaron á sentir remordimientos. Abriéronse los ojos de ambos, conociendo su desnudez, y teniendo vergüenza de ella (que antes no tenian) se cubrieron con hojas de higuera, y se escondieron. Pero Dios llamó á Adan, hízole cargo de su delito, y le dijo que ya no comeria pan sino á costa del sudor de su frente. A la mujer dijo, que pariria con dolores, que seria aflgida de muchos males, y que viviria sujeta al dominio del marido. Al misino tiempo maldijo á la serpiente; diciéndola: Pondré enemistad entre tí y la mujer, y entre tu linaje y el suyo: esta hollará tu cabeza, y tú pondrás asechanzas á su carcañal. Dando así á entender que de una mujer naceria el Mesías que habia de destruir el poder del demonio.

Echó luego del paraiso terrenal á Adan y á Eva y puso un querubin con una espada de fuego para quedes impidiese la entrada en aquella mansion, con lo cual se vió Adan precisado á cultivar la tierra para alimentarse, y condenado á la muerte con toda su posteridad. Esta obligacion impuesta á nuestro primer padre Adan, de trabajar para ganar el sustento con el sudor de su rostro, se estiende á nosotros, hijos suyos, que el no cumplirla faltamos á un precepto de los mas importantes, y nos hacemos indignos del favor divino, y de la estimacion de los hombres. Vivió Adan novecientos y treinta años. Tuvo tres hijos, Cain, Ahel y Set: Cain, que era el mayor de ellos, envidioso de la inocencia de su hermano Abel, que ejercia la vida pastoril, y de que sus ofrendas fuesen agradables á Dios, le dió impía muerte. La voz de la sangre de Abel pidió justicia al cielo: y Cain, que agitado de continuos temores andaba errante sobre la tierra, creyó hallar un asilo con edificar la primera ciudad que hubo en el mundo.

Set, tercer hijo de Adan, le sucedió como patriarca, nombre que significa cabeza de una familia. Por su piedad y la de sus hijos merecieron estos el título de hijos de Dios; llamándose los de Cain, hijos de los hombres.

LECCION III. Primeros Patriarcas.

Desde Set, hasta el tiempo del diluvio, que acaeció á los mil setecientos cincuenta y seis años de la creacion del mundo, vivieron los patriarcas Enós, hijo de Set, el primero que invocó el nombre del Señor con culto religioso, es á saber: que ordenó y dió forma esterior á este culto. Cainan, Malalcel, Jared, Henoc, á quien por su gran virtud arrebató Dios entre los hombres. Matusalen, cuya vida de novecientos sesenta y nueve años fue la mas larga que se ha conocido, y Lamec, desde cuyo tiempo empezaron las artes. Tubalcain, su hijo, inventó el arte de trabajar el bronce y el hierro, y Jubal algunos instrumentos músicos. Siguióse Noé, que tuvo por hijos á Sem, Cham y Japhet.

Multiplicáronse tanto los pecados sobre la tierra, que Dios resolvió destruir por medio de un diluvio á todo el linaje humano, escepto Noé y su familia. Fabricó este por mandado del Señor una arca. Allí se refugió con su mujer, sus tres hijos y tres nueras, encerrando en la misma arca animales de todas especies. Empezó á caer una espantosa lluvia que sumergió la tierra con todos los vivientes. Subieron las aguas quince codos sobre las mas altas montañas y duró la inundacion cuarenta dias con sus noches. Saliendo Noé del arca un año despues de haber entrado en ella, ofreció á Dios sacrificios en accion de gracias. Su Magestad bendijo á él y sus hijos, prometiendo no enviar otro diluvio universal, y poniendo el arco iris como señal de su promesa.

Este patriarca fue el que plantó la vid, y pronto esperimentó la fortaleza del fruto de ella; pues bebiendo de su licor, se quedó dormido en una postura poco decente. Cham, su hijo, que con este motivo se burló de su padre, llevó por castigo su maldicion: pero Sem y Japhet, que cubrieron á Noé con una capa, merecieron su bendicion.

De estos tres hermanos proceden todas las familias de hombres que han poblado el mundo. Primero habitaban todos un mismo país, y hablaban una misma lengua; pero al fin se vieron obligados á repartirse por la tierra, porque habiendo emprendido edificar una torre que llegase al cielo, Dios los confundió allí con variedad de lenguas, por lo cual se dió á aquella torre el nombre de Babel, que significa confusion.

LECCION IV. Vocacion de Abrahan.

En el largo espacio de años que pasaron desde el diluvio hasta Abrahan, la mayor parte de los hombres olvidó la ley natural y se entregó á la idolatría. En medio de esta corrupcion quiso Dios formarse un pueblo escogido en que se conservase la religion verdadera, y del cual naciese el Salvador prometido. Para tronco y padre de este pueblo eligió á Abrahan, qne vivia en Caldea, y era uno de los patriarcas descendientes de Noé. Mandóle Dios salir de su país para pasar á la tierra que él le mostrase, y prometióle que le haria padre de un gran pueblo, y que daria á sus descendientes la tíerra de Canaan, conocida con el nombre de tierra de promision, en que está figurado el cielo prometido á todos los cristianos.

Partió Abrahan con su mujer Sara, con Lot, su sobrino, y con toda su hacienda, y despues de haber pasado algun tiempo en la tierra de Canaan, le precisó el hambre á pasar á Egipto. Volvió á Canaan rico de ganados, oro y plata; y Lot, que tambien lo era, hubo de separarse de él porque no podia una misma tierra sustentar los ganados de ambos. Confiando Abrahan en las promesas de Dios, y obediente á sus preceptos, alcanzó victoria del rey Codorlahomor y otros cuatro reyes aliados de este, y libró á Lot de manos de aquellos enemigos que habian invadido el país de Sodoma.

No habiendo Abrahan tenido hijos de Sara, su mujer, se casó con Agar, sierva suya, en la cual tuvo á Ismael. Dispuso Dios que él y toda su familia se circuncidasen, renovando la alianza con su pueblo y queriendo que la circuncision fuese carácter distintivo de él.

Sucedió entonces el incendio de las ciudades de Sodoma y Gomorra, causado por una Nuvia de fuego en castigo de los abominables pecados de sus habitadores. La mujer de Lot se convirtió en estatua de sal por haber mirado atrás al salir de Sodoma, cosa que espresamente se les habia prohibido.

Vivió Abrahan colmado de riquezas; pero conservando siempre la sencillez de las antiguas costumbres. Dióle el cielo ángeles por huéspedes, los cuales le anunciaron que de su mujer Sara le naceria un hijo. Así se verificó, pues en edad muy avanzada parió á Isaac.

Dios para probar la fidelidad de Abrahan, le mandó que sacrificase este mismo hijo, en quien, segun la divina promesa, se afianzaba toda su posteridad. No se detuvo Abrahan en ejecutar las órdenes del Señor, y partiendo con Isaac llegó al lugar destinado; erigió un altar, ató á su hijo, y cuando ya tenia el brazo levantado para sacrificarle, le contuvo un ángel, enviado del cielo, en prueba de quedar Dios satisfecho de su obediencia.

Isaac tomó por esposa á Rebeca, hija de Batuel y niela de Nacor, hermano de Abrahan, de la cual tuvo dos hijos, Esaú y Jacob. Este, tomando por consejo de su madre el vestido de Esaú, se presentó á su padre Isaac, que por suma vejez ya no veia; y dándole por el mismo Esaú, consiguió la bendicion privilegiada de hermano mayor. Jacob para evitar las iras de Esaú se refugió á Mesopotamia, á casa de su tio Laban. Durante su viaje vió en sueños una escala que llegaba desde la tierra al cielo, y desde lo alto le prometió Dios hacerle padre de una posteridad innumerable.

Siete años sirvió Jacob en casa de Laban, en donde le dieron por esposa á Lia, aunque habia pedido á Raquel. Obtuvo tambien poco despues esta con la condicion de servir otros siete años. Al volver á su casa luchó con un ángel que se le presentó en figura humana, y este le dió el nombre de Israel (que significa fuerte contra Dios), por lo cual se llamaron israelitas sus descendientes. Tuvo doce hijos, que fueron patriarcas ó gefes de las doce tribus, llamados Ruben, Simeon, Leví, Judas, Isacar, Zabulon, Dan, Neftali, Gad, Aser, José y Benjamin.

Refirió José á sus hermanos unos sueños misteriosos que daban á entender estarian algun dia sujetos á él. Estos sueños y el singular cariño que le tenia su padre, escitaron la envidia y el odio de sus hermanos, los cuales determinaron quitarle la vida. Impidiólo Ruben, el mayor de ellos, y por consejo dǝ Judas le vendieron á unos mercaderes ismaelitas.

Conducido José á Egipto cayó en poder de Putifar, uno de los principales oficiales del rey Faraon, acusado con calumnias por la mujer de Putifar, que habia solicitado en vano hacerle quebrantar la castidad, fue encarcelado; mas protegióle Dios, que no queria pereciese aquel justo.

Allí esplicó los sueños de dos presos, saliendo verdadera su esplicacion: interpretó otro sueño del rey, y le dió tan sabios consejos, que llegó á ser su primer ministro. En los siete años de abundacia, que esplicando el sueño habia pronosticado, acopió y reservó la quinta parte de los frutos de la tierra, y cuando llegaron los siete años de hambre, distribuyó los granos á los egipcios. Vinieron entonces sus hermanos á Egipto á comprar trigo, y conociéndolos (sin que ellos le conociesen á él) quiso tratarlos como espías para tenerlos inquietos, y con las preguntas que les hacia darles motivo de arrepentirse de su delito. Impúsoles la condicion de ir á buscar á su hermano Benjamin, dejando á uno de los otros en rehenes. Por fin se dió á conocer; los trató benignamente, y dispuso viniese su padre Jacob, que aunque no acertaba á creer semejante maravilla, vino lleno de gozo, y se estableció con sus hijos en la tierra de Gesen, que José le señaló.

Estando Jacob para morir junto á sus hijos, dió á cada uno su bendicion, les profetizó sucesos venideros, y dijo, particularmente á Judas, aquellas notables palabras: El cetro no saldrá de Judá, y en sus descendientes permanecerá la autoridad del gobierno hasta que venga el que ha de ser enviado: él será la esperanza de las naciones. Profecia en que claramente anunció la venida del Mesías.

Muertos Jacob y José se multiplicó prodigiosamente en aquel pais su descendencia con el nombre de israelitas. Los egipcios, á quienes empezó á dar cuidado el admirable acrecentamiento de una sola familia, resolvieron tratarlos como esclavos, sujetándolos á los trabajos mas penosos. Mandó el rey Faraon á las parteras de Egipto que quitasen la vida á todos los varones que naciesen entre los israelitas, arrojándolos al Nilo; pero aquellas mujeres, llevadas del temor de Dios, no pusieron por obra el mandato del rey. Entonces quiso el Omnipotente que viniese Moisés al mundo para libertad de semejante opresion á su pueblo.

LECCION V. Vocacion de Moisés y su ministerio.

Era Moisés hijo de Amrom, de la tribu de Leví. A los tres meses de nacido le echaron al Nilo en una cesta para que allí pereciese; pero le libró Dios de este peligro, haciendo que la hija de Faraon le sacase y le mandase criar secretamente con tanto cuidado como si fuera su propio hijo. Por esto le llamaron Moisés, que significa sacadode las aguas. Educáronle en la corte de Faraon, instruyéndole en todas las ciencias de los egipcios. A los cuarenta años fue á buscar á sus hermanos que vivian en esclavitud, y por haber dado muerte á un egipcio que maltrataba á un israelita, huyó á la tierra de Madian, y se empleó en guardar las ovejas de su suegro Jetro. Estando en el monte Horeb se le apareció Dios desde una zarza que ardia sin consumirse, le mandó fuese á Egipto á decir á Faraon dejase salir de aquel reino al pueblo de Israel, en cuya promesa le acompañó su hermano Aaron.

Llegó Moisés á Egipto, é intimando á Faraon la órden de Dios le espantó con diferentes prodigios; pero resistióse endurecido el corazon de aquel rey. Padeció Egipto diez terribles plagas, de las cuales la primera fue convertirse las aguas en sangre; la segunda una multitud de ranas; la tercera otra multitud de mosquitos que perseguian á hombres y animales; la cuarta unas moscas de gran tamaño; la quinta una horrible mortandad de ganados; la sesta úlceras ó llagas que atormentaban así á los brutos como á los hombres; la séptima granizo con truenos y rayos; la octava una infinidad de langostas; la nona espesas tinieblas. De todas estas plagas preservaba el divino poder únicamente á los israelitas; y obstinándose Faraon quiso Dios, antes de enviar á Egipto la última plaga, mandar á su pueblo que celebrase la Pascua con misteriosas ceremonias que le dictó, reducidas principalmente á matar un cordero de un año y sin mancha, teñir con su sangre las puertas, comer asada toda su carne con pan sin levadura y lechugas silvestres, y hacer esta comida en traje de caminantes, ceñidas las cinturas, calzados y con báculos en las manos. Ordenó que todos los años renovasen los israelitas esta celebridad en memoria del beneficio que iban á recibir.

Cumplido aquel divino precepto en la noche siguiente á la Pascua, bajando el ángel esterminador dió muerte á todos los primogénitos de Egipto, y solo se libertaron de la espada de aquel ángel las casas de los israelitas señaladas con la sangre del cordero. La consternacion que causó esta última plaga obligó á Faraon á permitir la pronta salida del pueblo de Dios. Antes de partir, las mujeres israelitas pidieron cada una á su vecina vasos de oro y plata, y ropas preciosas. Presentaron las egipcias cuanto les pidieron, disponiéndolo así el Señor, que como dueño de todos los bienes puede darlos y quitarlos á quien quiera; y salieron los hijos de Israel casi en número de seiscientos mil, sin contar los niños, y cargados de despojos de los egipcios. Una nube en forma de columna durante el dia y una columna de fuego durante la noche les mostraban el camino. Llegaron al desierto á orillas del mar Rojo, y indicioso entretanto Faraon de la partida de los israelitas, fue en su seguimiento con un copioso ejército. Moisés levantando su vara hizo que las aguas de aquel mar se separasen á uno y otro lado, y los israelitas le pasaron á pie enjuto. Cuando hubo entrado Faraon tras ellos por el misino camino, volvieron á juntarse las aguas y le sumergieron ron todos los suyos, sin que escapase ni siquiera uno de ellos; admirable suceso que Moisés celebró en un sublime cántico de accion de gracias.

No fue menor prodigio el que obró Dios en beneficio de los israelitas, cuando para sustentarlos en el desierto hizo cayese de las nubes todos los dias menos el sábado, un rocio dulce que llamaron maná, con el cual se alimentaron abundante y deliciosamente. Era tanta la inconstancia é ingratitud del pueblo hebreo, que desde su salida de Egipto no habia cesado de murmurar contra Moisés como causa del hambre, sed y demás trabajos que pasaban; pero si la divina Providencia les remedió el hambre con el maná, tambien les aplacó la sed cuando quiso que tocando Moisés con su vara un peñasco, brotase de él un copioso mauantial de agua.

LECCION VI. Da Dios su ley al pueblo de Israel.

Llegado el tiempo en que quiso Dios dar su ley á los israelitas, les mandó por medio de Moisés que se purificasen. Esta misma preparacion anunciaba la santidad de aquella ley; y la magestuosa ostentacion con que bajó Dios al monte Sinaí inspiraba el respeto debido al legislador. Desde lo alto del monte inflamado entre relámpagos y truenos publicó Dios los diez mandamientos de su ley, conocidos con el nombre de Decálogo, que contienen los principios del culto divino y de la sociedad de los hombres. Subió Moisés al monte y hablándole el Señor á solas le comunicó varias leyes que habian de observar los hombres. Pronunciólas aquel venerable caudillo ante todo el pueblo, el cual prometió observarlas fielmente: recibió despues de mano del mismo Dios las tablas de la ley, que eran de piedra, y pasó cuarenta dias con sus noches en el monte. Entonces le mandó el Señor edificar el tabernáculo, el arca de la alianza, el altar de los holocaustos, y otras cosas conducentes al culto sagrado.

Impacientes los israelitas de la detencion de Moisés, obligaron á Aaron á que les hiciese un becerro de oro, y sacrificaron ante este ídolo. Bajó Moisés del monte, é indignado en estremo hizo pedazos las tablas de la ley y redujo á polvo el becerro de oro. Con auxilio de los levitas dió muerte como á unos veintitres mil de los culpados, y habiendo despues reprendido al pueblo, volvió á la presencia del Señor, á quien logró aplacar con sus ruegos. Preparó dos tablas de piedra iguales á las primeras: en ellas escribió los diez mandamientos de su ley; y al bajar entonces Moisés del monte para presentarlas al pueblo, despedia de su frente dos rayos de luz sin que él mismo lo advirtiese.

Con tres escarmientos terribles manifestó Dios en aquel tiempo su ira contra los violadores de sus preceptos. Nadab y Abiú, que pusieron en los incensarios fuego ageno y profano, y no el del altar, fueron consumidos con una llama milagrosa. Uno que blasfemó y otro que trabajó en dia festivo perecieron apedreados por el pueblo, segun la divina sentencia.

Cuando ya los israelitas estaban cerca de la tierra de promision, enviaron esploradores á reconocerla. Volvieron estos al cabo de cuarenta dias, trayendo un sarmiento de vid tan lleno de uvas, que era la carga de dos hombres. Dijeron que el país era escelente; pero sus ciudades muy fortificadas y los habitantes de agigantada estatura. Intimidado con esto el pueblo prorumpió en murmuraciones, y el Señor ofendido de ellas declaró que todos los israelitas que habian murmurado de su Magestad desde la edad de veinte años arriba moririan en el desierto sin entrar en la tierra de promision, á escepcion de Caleb y Josué, que habian sido fieles y que solo entrarian en ella al cabo de cuarenta años los hijos despues de muertos sus padres.

Subleváronse contra Moisés, Coré, Datan y Abiron, con doscientos y cincuenta de los principales del pueblo, acusando tambien á Aaron de haber usurpado el sacerdocio: mas por disposicion divina abriéndose la tierra tragó á Datan y Abiron, y un fuego repentino consumió á los doscientos y cincuenta rebeldes que ofrecieron incienso juntamente con Coré.

Confirmó Dios con un nuevo prodigio la eleccion que habia hecho de Aaron y su familia para poseer la dignidad sacerdotal, queriende que entre las varas secas que se juntaron de cada tribu, floreciese y produjese fruto la de la tribu de Leví, en que estaba escrito el nombre de Aaron.

Como continuase el pueblo en su descontento y murmuraciones durante aquella larga peregrinacion, le castigó el Señor con enviarle unas serpientes cuyas mordeduras eran mortales. Intercedió Moisés con Dios, y por órden suya hizo una serpiente de metal con tal virtud, que cuantos la miraban quedaban sanos de las venenosas heridas.

Selion, rey de los amorreos, y Og, rey de Basan, que con sus tropas se opusieron al paso de los israelitas, fueron vencidos por estos. Balac, rey de los moravitas, envió al adivino ó profeta Balaan á que maldijese á Israel; pero un ángel detuvo á la burra en que Balaan iba montado. Este la daba de palos, y dispuso Dios que aquella bestia le hablase quejándose del mal trato. Vió entonces Balaan al ángel del Señor y quedó espantado y arrepentido. Al fin, en vez de maldiciones pronunció muchas bendiciones sobre Israel.

Para perder á los israelitas recurrió Balac por consejo de Balaan al arbitrio de enviarles mujeres moabitas y madianitas que los pervirtiesen, y en efecto prevaricaron aquellos y se entregaron al desórden y á la idolatría; mas por castigo del cielo murieron violentamente veinticuatro mil hombres.

Moisés despues de haber acaudillado al pueblo de Israel y escrito la historia de las obras de Dios hasta su tiempo, conoció que llegaba el fin de sus dias. Dejó entonces á Josué nombrado por sucesor suyo; compuso aquel admirable cántico que refiere los beneficios de Dios y la ingratitud de su pueblo; bendijo á todas las tribus de Israel: subió al monte Nebo, desde cuya altura tuvo el consuelo de que el señor le mostrase la tierra de Canaan, y murió á la edad de ciento y veinte años.

No consta el tiempo en que vivió el virtuoso baron Job, de cuyas desgracias y suma paciencia hacen muy particular mencion las divinas escrituras; pero se trata de él en este lugar, porque hay muchas opiniones de que floreció antes de la entrada de los israelitas en la tierra de promision.

Job era hombre riquísimo en la tierra de Hus, muy temeroso de Dios y bienhechor de los necesitados. El Señor permitió al demonio que afligiese á Job con privarle de todos los bienes del mundo; de modo que de repente perdió sus haciendas, sus ganados y sus diez hijos. Una espantosa llaga le cubrió de pies á cabeza; y abandonado de todos yacia en un muladar sufriendo además de estos males las ásperas reconvenciones de sus amigos y de su misma esposa. Resignado Job con la voluntad del cielo sufrió con tal constancia aquellas penas, que en premio de su tolerancia quiso Dios restituirle la salud y la hacienda, dándole otros diez hijos y colmándole de prosperidades durante una larga vida.

LECCION VII. Gobierno de Josué.

Guiado Josué por el Señor, que le prometió su asistencia, recibió el gobierno del pueblo y envió á Jericó dos hombres con el fin de reconocer aquella ciudad, una de las mas fuertes de Canaan. A estos alojó y tuvo ocultos en su casa una mujer llamada Rahab, con promesa que la hicieron de que ni á ella y á su familia se causaria daño alguno en el saqueo de la ciudad.

Consternáronse aquellos habitantes al acercarse el pueblo de Israel, el cual venia marchando con el arca al frente. Apenas llegaron al rio Jordan los sacerdotes que la llevaban, cuando las aguas se dividieron dejando libre el paso á los israelitas; con lo cual entraron sin estorbo en la tierra de promision.

Josué, á quien un ángel anunció que tomaria á Jericó, mandó que su ejército, seguido del arca y de todo el pueblo al son de trompetas, diese vueltas al rededor de la ciudad durante seis dias. Al séptimo dieron todos juntos grandes voces por órden de Josué, y al estruendo de ellas y de las trompetas cayeron las murallas, y los moradores fueron pasados á cuchillo, perdonando los israelitas solamente á Rahab y á su familia.

Hicieron alianza con Josué los gabaonitas, y resentidos de ello cinco reyes comarcanos pusieron sitio á Gabaon. Acudiendo Josué á socorrer á sus aliados desbarató el ejército enemigo, y para completar la victoria antes de anochecer mandó al sol que se detuviese, y obedeció el sol, alargándose milagrosamente aquel dia.

Estendió Josué sus conquistas, apoderóse de varias ciudades, y repartió despues la tierra de promision entre las tribus. No entró en este repartimiento la de Leví, porque Dios la señaló los diezmos y primicias de todos los frutos, una parte de todos los sacrificios y ofrendas, y cuarenta y ocho ciudades con sus arrabales y distritos al rededor de las mismas, repartidas en medio del territorio de las otras tribus. Pero no por eso dejó de hacerse la division entre doce tribus, porque la familia de José componia dos, la de Efrain y la de Manasés. Ninguna fue tan célebre como la de Judá, á la cual favoreció el Señor particularmente. Tuvo una larga sucesion de reyes; gozaba la preeminencia y la autoridad del mando; al fin dió el nombre al pueblo judío, y de ella nació el Mesías.

Siguióse una paz durable y murió pacifico y glorioso Josué, el ilustre caudillo de los israelitas.

Olvidando luego el ingrato pueblo las solemnes promesas que habia hecho á Josué, se alió con los estraños que habitaban la tierra de Canaan; y esta alianza le hizo caer en la idolatría; por lo cual le suspendió el Señor su proteccion, entregándole en manos de sus adversarios.

Poco despues de muerto Josué acaeció la trágica y casi total destruccion de la tribu de Benjamin, con motivo del delito que cometieron los de aquella tribu, habitantes de Gabaá. Los torpes insultos que de ellos recibió la mujer de un levita, obligaron á las demás tribus á tomar las armas en venganza de escesos tan infames y crueles. Negáronse los do Gabaá á entregar los reos, y despues de haberse resistido algun tiempo, fueron pasados á cuchillo y abrasadas las ciudades pertenecientes á la tribu de Benjamin, reservándose únicamente para la propagacion de ella seiscientos hombres, que se libertaron huyendo al desierto y despues se unieron con las cuatrocientas virgenes que se libraron del cuchillo en la destruccion y esterminio de Jabes Galaad, y otras que les permitieron robar en otras tribus.

LECCION VIII. Gobierno de los demás jueces.

Padeció el pueblo judio seis diferentes cautiverios; y así para libertarles de ellos como para gobernarlo se valió Dios de caudillos con el nombre de jueces.

El primero de estos cautiverios fue el que sufrió durante ocho años bajo la tiranía de Cusan, rey de Mesopotamia, de cuya opresion le libertó Otoniel.

El segundo cautiverio de diez y ocho años acaeció bajo Eglon, rey de los moabitas, en castigo de la idolatría en que cayeron los hijos de Israel. Aod que los acaudillaba les restituyó la libertad con la victoria que alcanzó do Eglon, quitando la vida á él y á casi diez mil soldados.

Fue el tercer cautiverio en tiempo de Jabin, rey de Canaan, cuando tenia la gloria de ser juez de Israel Dévora, mujer insigne en piedad, y que fortalecida con el espíritu del Señor gobernó cuarenta años al pueblo escogido. Sirvióla de grande auxilio Barac, famoso capitan que derrotó á Sisara. Este era general de Jabin y murió á manos de la valerosa Jael, que le atravesó la cabeza con un clavo.

Volvieron los israelitas á padecer por sus nuevas infidelidades otra esclavitud bajo los madianilas y amalecitas, y afligidos do indecibles males acudieron á implorar el divino auxilio. Manifestó Dios entonces que para libertar á su pueblo queria servirse de Gedeon, varon de la tribu de Manasés, confirmando la eleccion de este capitan con el milagro del vellocino, que puesto al aire durante una noche se cubrió de rocío, mientras toda la tierra de alrededor estaba seca; y en otra noche se mantuvo seco, aunque estaba humedecida la tierra.

Componíase de treinta y dos mil hombres el ejército de Gedeon: mas este por mandato del Señor publicó que se volviesen los que no tuviesen bastante valor para seguirle. Retiráronse veintidos mil, y quedaron diez mil, á los cuales condujo hácia las orillas de un rio á que bebiesen, y de ellos escogió solamente trescientos, que fueron los que bebieron, cogiendo el agua en el hueco de la mano, y despidió á todos los demás que para beber habian puesto las rodillas en tierra.

Dispuso Gedeon que cada uno de estos trescientos hombres llevase en una mano una trompeta, y en la otra una olla ó cántaro vacío con una antorcha oculta dentro. Llegaron en el silencio de la noche al campo del enemigo, y al dar Gedeon la señal todos rompieron sus cántaros uno contra otro, y levantando el grito y tocando las trompetas, fue tal el terror de los madianitas que se mataron unos á otros, y acabando Gedeon de derrotarlos, redimió de la opresion á su pueblo.

Al morir este caudillo de Israel dejó setenta y un hijos de varias mujeres. Abimelec, que era uno de ellos, dió muerte á todos sus hermanos menos á Joatan, y se alzó con el gobierno, que obtuvo durante tres años. Al fin murió desgraciadamente, hiriéndole una mujer la cabeza con un pedazo de piedra de molino.

No acaeció cosa notable en tiempo de los jueces Tola y Jair.

Padeció despues el pueblo de Israel el quinto cautiverio bajo los amonitas, contra los cuales marchó Jephte, y habiendo hecho gran destrozo en ellos les tomó y arruinó varias ciudades, hasta que logró con sus victorias libertar de la servidumbre á la nacion hebrea.

El sesto cautiverio bajo la dominacion de los filisteos duró muchos años; pero Dios eligió para consuelo de Israel á Sanson, hombre dotado de estraordinaria fuerza, que empezó á mostrarla desde su juventud, despedazando á un furioso leon sin otras armas que sus manos. Quemó los campos del enemigo, soltando en ellos trescientas zorras atadas de dos en dos con un hachon encendido á la cola. Dió muerte á mil filisteos con la quijada de un jumento, y cuando ardiendo en sed despues de semejante pelea pidió á Dios le diese agua, brotó de una de las muelas de aquella misma quijada una fuente con que apagó la sed. Viéndose encerrado dentro de la ciudad de Gaza, salió de ella á media noche, arrancando las puertas y llevándolas á un monte.

Amaba tanto á la filistea Dálila que tuvo la flaqueza de descubrirla que sus fuerzas dependian en cierto modo de sus cabellos, y las perdió luego que por disposicion de Dálila se los cortaron. Prendiéronle entonces los filisteos; y sacándole los ojos le pusieron á dar vueltas á un molino. Ibanle ya renaciendo los cabellos y con ellos las fuerzas, cuando le llevaron á una gran casa ó templo en que los filisteos celebraban una solemne fiesta. Abrazóse de dos columnas, y conmoviéndolas fuertemente derribó todo el edificio, en cuyas ruinas quedó sepultado con los príncipes filisteos y tres mil personas de ambos sexos. Así acabó Sanson, despues de haber sido juez de Israel por espacio de veinte años.

El pontífice Heli, uno de los últimos jueces, fue desgraciado á causa de los delitos de sus hijos Ophini y Phinées, pues por no haberlos reprimido como debia recibió el castigo que Dios le habia anunciado. Eran aquellos hijos unos sacerdotes ambiciosos, deshonestos y tiránicos, que exigían en las ofrendas mas de lo que la ley les permitia. En pena de la condescendencia de Helí con ellos, permitió Dios que saliendo los filisteos victoriosos de una batalla contra los israelitas, tomasen el arca, y que al recibir Heli esta noticia cayese de la silla en que estaba sentado, muriendo del golpe.

Padecieron los filisteos tantos males mientras estuvo el arca en su poder, que al fin la restituyeron.

Despues del sumo sacerdote Heli, fue juez del pueblo el profeta Samuel, criado en el tabernáculo y empleado en servicio del Señor. Su sabio gobierno y exhortaciones sacaron á la nacion de la idolatría, y por sus fervorosas oraciones quedó esta vencedora de los filisteos.

A los tiempos del gobierno de los jueces pertenece la historia de Rut, que refieren los sagrados libros. Era Rut una moabita casada con un hijo de Elimelec, natural de Belen. Este se habia retirado al país de los moabitas con motivo de una cruel hambre que se padecia en su patria, y murió algun tiempo despues dejando dos hijos varones, uno de los cuales casó con Rut; pero habiendo muerto tambien este y su hermano, Noemi, suegra de Rut, determinó volver á la tierra de Israel, y Rut quiso acompañarla. Booz, hombre rico, pariente de Elimelec, habiéndola encontrado en un campo durante la estacion de la siega, y viéndola aplicada á respigar, se prendó tanto de su humildad y modestia que la tomó por esposa. De ella tuvo un hijo llamado Obed, que fue abuelo de David, y así aquella mujer estranjera logró por su virtud la dicha de entrar en la familia de que descendió el Mesías.

LECCION IX. Gobierno de los reyes y reinado de Saul.

El pueblo inconstante, cansado del gobierno de los jueces, quiso establecer el monárquico, y los principales de la nacion pidieron al anciano Samuel que les eligiese un rey. Instruido aquel santo hombre de la voluntad del Señor les representó, aunque infructuosamente, no ser del divino agrado semejante mudanza de gobierno; pero al fin nombró y consagró á Saul, hijo de Cis, de la tribu de Benjamin, y le presentó al pueblo.

Saul mandando valerosamente un poderoso ejército se señaló desde luego por sus hazañas con la derrota de los amonitas y moabitas, y consternacion de la tierra de los filisteos. Pero su orgullo en sacrificar sin sacerdotes y su desobediencia mal escusada, fueron causa de su reprobacion y de que Samuel le anunciase que Dios habia escogido para cabeza de aquel pueblo un hombre segun sus intenciones.

Jonatás, hijo de Saul, hizo gran destrozo en los filisteos; y cuando estaba condenado á perder la vida por no haber guardado el juramento que Saul en su nombre y en el de todo el ejército habia hecho de no comer hasta vencer á los filisteos, fue libertado por el pueblo, que pidió su perdon.

Continuando Saul sus victorias triunfó de los amalecitas; pero dejó con vida á su rey Agag, y los soldados reservaron la mayor parte de los despojos ganados del enemigo, desobedeciendo Así los preceptos que el Señor habia impuesto por boca de Samuel. Negó Dios entonces su proteccion á Saul, y se apoderó de este un espíritu maligno que á ratos le causaba ciertos impulsos frenéticos.

El profeta Samuel consagró despues rey de los israelitas á David, hijo de Isaí, de la tribu de Judá, el cual viniendo á la corte de Saul templaba al son del arpa los raptos de furia de aquel príncipe.