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«Ensayos» es una recopilación de artículos y ensayos breves de Miguel Cané, de temas variados como arte, sociedad, historia, filosofía y política, que incluye textos como, por ejemplo, «Dos palabras», «Positivismo», «Viejo tema», «Música», «Si jeunesse savait !», «El canto de la sirena», «Honor moderno» o «Nessun maggior dolor !».
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Seitenzahl: 253
Veröffentlichungsjahr: 2021
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Miguel Cané
Saga
Ensayos
Copyright © 1877, 2021 SAGA Egmont
All rights reserved
ISBN: 9788726623901
1st ebook edition
Format: EPUB 3.0
No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.
This work is republished as a historical document. It contains contemporary use of language.
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Dos palabras—Positivismo— . . . —Viejo tema— Música—Si jeunesse savait!—El canto de la Sirena—Honor moderno—Nessun maggior dolor!—La Africana—Jorge Travel—Cartas á un amigo—Fausto—Los músicos de la montaña—Rodophe Töpffer—Facundo, por Domingo F. Sarmiento—Dos partidos en lucha—Julian Gayarre Una sombra en el espíritu—Ricardo Gutierrez—La voz de Dios— La selva de la Yerba-Buena.
Los artículos que contiene éste volúmen han sido escritos en varias épocas y bajo el imperio de circunstancias diferentes. Al reunirlos en un tomo, es decir, al tener el coraje de publicar un libro en mi país, obedezco á un sentimiento íntimo que me impone la debilidad de querer esos tristes hijos de mi espíritu, sobre cuyo mérito no me hago ilusiones.
Hace poco tiempo un hombre jóven, con todo el talento y la ilustracion necesaria para producir, se impuso la ingrata tarea de traducir un libro, rindiendo así un homenaje de respeto á uno de los maestros que han dado direccion al pensamiento moderno, Edgard Quinet, y creyendo hacer un servicio á la juventud argentina. Posse decia en las palabras con que precedió su trabajo, que no tenia esperanza ninguna de lucro y que se daria por satisfecho con cubrir los gastos de la edicion. Si Quinet hubiera escrito su “Esprit Nouveau” en aleman ó en inglés y un literato francés cualquiera, hubiese traducido esa obra admirable, habria ganado en ese solo trabajo una suma séria. Es indisputablemente sensible que los conquistadores de la América del Sud no hablasen un idioma vivo.
Comprendo fácilmente que cuando no se compra el “Espíritu Nuevo” de Quinet, no deben comprarse éstos cuentos ligeros que no tienen importancia ninguna y cuyo éxito completo seria, en caso que lo hubiera, distraer un instante al animoso comprador. Mas aun, si supiera que alguien ha comprado mi libro, no habiendo comprado el de Quinet, perderia por ese simple hecho, ante mis ojos, toda la consideracion que inspira regularmente al autor de un libro, aquel que le asegura haberlo leido.
No parezca estraño que hable en ese sentido, porque lo hago intencionalmente, siguiendo un objeto que me he propuesto hace muchos años.
La República Argentina no tiene en la actualidad literatura nacional. Es acaso porque faltan hombres de espíritu superior, capaces de dar vida á obras imperecederas? Basta recordar unos cuantos nombres para resolver la cuestion. Basta nombrar á Ricardo Gutierrez, el primero entre los primeros, á Pedro Goyena, á José M. Estrada, á Dardo Rocha, á José M. Gutierrez, de quien el pueblo solo conoce la brillante faceta del periodista, á Cárlos Encina, que cantó á Colon y enmudeció, como si esa sola figura llenára el Universo, á Olegario Andrade, esa vida oscura que se revela de tiempo en tiempo por un magnífico resplandor, á Juan C. Varela, que hace quince años era una esperanza y hoy es un recuerdo, á tantos otros, á quienes la inteligencia estorba para incrustarse brutalmente en la vida vegetativa de nuestra sociedad!
Y entre los viejos? Creeis que es el cansancio ó un desencanto profundo, lo que ha paralizado la pluma de Vicente F. Lopez, Juan C. Gomez, Juan M. Gutierrez y tantos otros?
Los que habeis leido la “Nóvia del Herege”, los que habeis admirado el brillo incomparable de la imaginacion que ha creado los tipos que allí se agitan y la ciencia de historia americana que aquellas escenas revelan, no comprendeis que Lopez estaba llamado á dar cuerpo y vida á nuestras tradiciones leyendarias y á imprimir en el espíritu del pueblo la epopeya argentina, por medio del romance y la novela?
Es que no hay estímulo ninguno para las letras y como la inteligencia se desenvuelve bajo la ley fatal de la actividad, Gutierrez se convierte en un médico admirable, Encina en ingeniero, Goyena y Gomez en abogados distinguidos, Lopez en un filólogo profundo y Del Campo, el autor de Fausto! en oficial mayor de un Ministerio.
Ahora dos años, encontrándome en Paris, emprendí la tarea de persuadir á Ricardo Gutierrez del deber moral en que se encontraba de publicar sus poesias. Aprovechaba el medio en que nos hallábamos, siempre bajo la influencia de un libro ó una comedia nueva, envueltos, en una palabra, en el movimiento intelectual que no cesa un instante en aquel centro sin igual. Del mismo modo que al salir de una galeria del Louvre ó de Florencia, los colores y los contornos persisten en la retina, del mismo modo que aun tres horas despues de contemplar las estátuas que nos ha legado el Renacimiento, se siente uno atraido al mundo encantado del arte, así, cuando veiamos á Victor Hugo en la imperial de un Omnibus ó á Dumas, hijo, en un teatro, parecíanos sentir robustecerse dentro de nosotros las inclinaciones á las letras y soñábamos en los tiempos en que pudiéramos mirar en las calles de Buenos Aires á algunos de nuestros compatriotas con el respeto con que mirábamos á aquellos dos hombres.
Al fin vencí, pero con una dura condicion. Gutierrez queria que á mi vez publicára éste volúmen insignificante; hubiera sido capaz de componer un poema (yo que jamas he podido armonizar dos rimas ó vencer un ritmo) con tal de dotar á mi pais de una obra que será para él un timbre de honor.
Hechos los cálculos de desembolso y resignado Gutierrez á perder parte de su clientela (porque segun su idea, cada estrofa le costaria un enfermo) estalló la revolucion de Setiembre del 74. Con ésto fracasó mi empresa, es decir, Gutierrez no publicó sus poesias.
Decla al principio que no me hacia ilusiones sobre el mérito de éstos ligeros trabajos, destinados casi todos á la vida efímera de un diario. Desde luego, no hay plan ninguno ni hilacion entre ellos. Una lectura, una impresion, un recuerdo ó una esperanza, he ahí de donde han salido, incompletos, desaliñados, sin soñar jamas en el honor de verse encuadernados. Sin embargo, les he conservado su primera forma, con la conciencia de que es defectuosa y ésto por dos razones: la primera, por un deber de lealtad para con ellos y la segunda, porque, aquí, entre nosotros, creo sinceramente que la primer forma es la mejor.
En el caso de que llegue á cubrir los gastos de la edicion, y esta suposicion tiene mucho de paradoja, diré á Gutierrez que publique sus versos, á Goyena que escriba un libro y llevaré la buena nueva á todos los rincones en que se oculte un hombre de espíritu. Quien sabe si mis pobres artículos preceden algunas obras magistrales! Si á D. Clemente Diaz no se le hubiera ocurrido publicar un folleto estúpido, no tendriamos el inimitable artículo de Larra: de como, pues, D. Clemente Diaz se convirtió en benemérito de las letras españolas.
M. C.
Veo dibujarse una sonrisa sarcástica en los lábios de los semi-dioses de la bolsa.
Bellas artes, letras, pintura, poesia, música! dirá alguno de esos graves personajes vestidos de negro, sérios y estirados: habládme de cupones, de sheckes, de empréstitos, cotizaciones y fondos públicos! Su cara espresará entonces una pequeñísima marca de animacion y la turba de corredores y prestamistas, individuos que andan en tilbury, reventará de placer al oiros.
Sé que todo lo bueno, noble y jeneroso se vá; sé que las ideas elevadas no encuentran éco ya en nuestra sociedad mercachiflada; sin embargo, hay un deber sagrado de propender incesantemente al retorno de los dias serenos del reinado de lo bello.
Hemos tenido esa época: cuando se peleaba en toda la América por la libertad, la lucha engendraba el patriotismo, y este sentimiento superior á todos, elevaba los espíritus y calentaba los corazones. Nuestros padres eran soldados, poetas y artistas—Nosotros somos tenderos, mercachifles y agiotistas. Ahora un siglo, el sueño constante de la juventud era la gloria, la patria, el amor: hoy es una concesion de ferro-carril, para lanzarse á venderla al mercado de Lóndres.
Falta en todo el espíritu público, y por consiguiente, el elemento de vitalidad social. Dónde vamos por ese camino? Cuál es el brillante porvenir que nos espera, á nosotros, pueblo jóven, lleno de vida y riqueza? En esa senda, hay dias de grandeza que esperar?
Aun no os lo he perdonado, mis amigos: ambos teniais un espíritu elevado, generoso, y amabais lo bello con el entusiasmo de la juventud.
Mas de una vez oí de vuestros lábios la palabra de la ciencia y la verdad. — Habeis renegado de vuestro señor como el apóstol de Cristo.
“Milicia es la vida del hombre sobre la tierra” me decias tu ayer, amigo, repitiéndome las palabras de Job—Es una verdad la sentencia bíblica, dime, tú que vives entre los que dijieren, por no darte el trabajo de vivir con los que piensan?
Estábamos en una sala, delante de varias personas; las mujeres hablaban de modas, tiendas, etc.; tú oias atentamente y hasta creo que formulaste una opinion; luego me llamaste aparte, léjos, bien léjos de los demás, y en voz ténue, casi imperceptible, y mirando á tu alrededor como el que vá á confesar un crímen, me dijiste: “he encontrado el Esquilo y estoy leyendo Prometeo, el primer grito de duda sobre la tierra” . . . . y callaste aterrado; ya creias haber visto la mirada terrible de tus cólegas, tus amigos políticos, tus lectores, posarse sobre tu rostro é imprimir en él el signo del réprobo—Yo te contesté muy bajito tambien;
“Y que libro nuevo has recibido? “Uno de un médico norte-americano, espléndido: un estudio del movimiento intelectual en Europa, tomando por base la fisiologia.” Aquí levantaste la voz: fisiología es ya voz utilitaria, que se puede pronunciar sin temor alguno.
Ay, amigo! perdona la opinion, pero creo que serias capaz en un arrebato económico, de quemar todos esos libros que tienes ó debes tener ocultos tras una cortina, que se llaman Dante, Shakespeare, Gœthe, Corneille, Hugo, Manzoni, Musset etc. Oh! entónces serias electo por unanimidad—presidente de la cámara sindical de la bolsa—delegado del gobierno para inspeccionar compañias de seguros — gerente del banco nacional— gefe de la oficina de estadística, y serias encargado de levantar el nuevo censo . . . . pero, ay de tí, si el alma es inmortal!
En vano en el otro mundo buscarias ansioso la sociedad de los génios poéticos y artísticos que han honrado al mundo: te verias rodeado por judios, prestamistas, usureros y encargados de revistas comerciales. Ay de tí, si el alma es inmortal!
Y tú, solemne bribon, que escribes en prosa como Chateaubriand y haces versos como Musset, tú quoque, Petrus! Un dia me dijiste: Qué lees ahora?—Taine y Macaulay—Deja esos metafísicos que conducen a nada. Quieres ser teniente alcalde por lo menos? Abierto tienes el camino: el Digesto, el Fuero Juzgo, las Pandectas, las Partidas y Recopiladas, el código civil y el de procedimientos te ofrecen ancha y segura via.—Te gusta el Hamlet de Shakespeare? Boberias! Aprende á entablar una demanda!
Y tú las entablas y deduces acciones legales, y te dicen doctor y tienes conferencias con vascos de Barracas y creo que has llegado á citar á Cuyaceo! Horror!
Dime ¿gozas de escelente salud? No tienes nunca indigestiones? No necesitas drogas para facilitar la inmersion de tanto tomo in fólio, de tanto fólio en tomo?
Y viven vds. casi juntos, y ambos son abogados, ó ninguno de los dos y toman la cosa á lo sério! Un dia voy á espiarlos; como se reirán mirándose mútuamente en la punta de la nariz, á la manera de los augures romanos!
Un bruto . . . . bruto, es perdonable, porque á nadie se le ocurre pedir higos chumbos al sauce—pero un bruto . . . . por conveniencia, merece la horca.
Te acuerdas cuando hablabas de la inmortalidad del alma, de Dios, de la creacion y del Universo? Con qué gusto te iba á oir, fastidiado de las sombras y penumbras, de los planos é intersecciones, de las elipses y asímptotas de la geometria analítica, y sobre todo, de las fórmulas de mecánica; el rostro se te iluminaba y hablabas con altura, con una nobleza digna de Leibnitz ó Reid en su cátedra;—enseñabas, pero en la enseñanza misma se traslucia tu espíritu generoso é idólatra de lo bello: cuando te oia, murmuraba para mí: méme quand l’oiseau marche, on voit qu‘il a des ailes.
Quam mutatus ab illo! . . . . perdona, no te habrás olvidado de Virgilio?
Y tú, especie de Camilo Desmoulins, espíritu enérjico y corazon recto, tambien has colocado un puesto en el átrio del templo?
Oh! tiempos en que Cristo andaba sobre la tierra, cuando volvereis!
No importa: esperemos la reaccion, que no dejará de venir.
Dias pasados hicioron una cita—hoy la repito, con mas propiedad y con un íntimo anhelo: Post multa venit una serena dies!
1872
.....
La tèmpête sous un crâne —
(V. Hugo).
Quien, quién quiere entrar en mi alma?
Quién quiere hacer el sacrificio de arrojarse á ese abismo, y arrancar de allí el mónstruo que me envenena?
Es un sufrir contínuo, un eterno combate en que no hallo paz ni reposo.
Si tengo alma, mi alma está maldita.
Con fé, viviria:—hoy, me arrastro cobardemente en la senda de la vida, como el decrépito anciano que se aferra á los tristes dias de la vejez, sin enerjia para abandonar un mundo que lo rechaza.
No hay nada en la vida: la carne es una miseria, el cariño una farsa que mata y envenena: la gloria . . . . un hierro candente que abrasa el espíritu.
Dios. . . . sí, hay Dios, pero vive léjos, muy léjos del mundo. “Exento de envidia, el gran ordenador deseó que todas las cosas fuesen lo mas posible semejantes á sí mismo. Todo aquel que crea, todo aquel que admita ésto como la causa primera del mundo, vivirá en la verdad.” Platon, Platon y nada mas! Grano imperceptible en el movimiento de los mundos infinitos, la tierra es la escoria de lo creado—los hombres la escoria de la tierra, y el alma la impura espuma caida de los mundos de luz.
Oh! maldito una y mil veces el dia que vine á la vida, el momento fatal de mi primer llanto, la formacion estúpida de mi ser!
Qué represento yo en la humanidad? Sirvo para los demás? Odio á los hombres, porque son imbéciles. Sirvo á mí mismo? Tiene un fin, un móvil, mi existencia?
No; mañana moriré; mi cuerpo se hundirá en la tierra y la sangre que siento hervir en mi corazon y el cerebro agitado por ideas espantosas, solo servirá para dar vida y vigor á la raiz de una planta infecta que nacerá sobre mi tumba como nace la peste en las maremas!
Bello es vivir! La vida es la armonia, dice un hombre á quien han llamado poeta.
Si la poesia es la estupidez, si esa inspiracion divina es el idiotismo, Zorrilla tiene razon.
Tambien habla ese hombre y muchos otros del amor; sabeis lo que es amor? Una maldicion.
Yo amo y hay momentos en que ahogaria entre mis manos á esa pobre criatura; es el único vínculo que me liga á la tierra y creo que hubiera vivido sumida en el profundo idiotismo que constituye la felicidad humana, si yo no me hubiera cruzado en su camino, como una maldicion sobre su blanca frente.
Lo que toco está maldito.
He dicho…. amo! Quiere decir que martirizar una pobre criatura con las ráfagas terribles de un carácter inesplicable, torturar su alma con el espectáculo constante de un porvenir sombrío y espantoso; mostrarle un corazon, que ella cree henchido de ternura y cariño, ulcerado de miseria y desesperacion, convertir, en fin, su vida en un infierno, es lo que forma el amor?
Entonces que es el ódio? Qué son esas palabras vacias que significan una pasion, un sentimiento, un ímpetu del alma?
Todo es nada, todo es el vacio.
Y la muerte?
Es el aniquilamiento completo, la cesacion del movimiento y de la idea?
Será el alma un átomo de materia intangible pero de condicion tan miserable como la corrompida carne del leproso?
Dios . . . .es materia tambien?
Cerrad los ojos y aglomerad maldiciones sobre mi frente abrasada, tímidas criaturas! Gritad: blasfemia!
Blasfémia!
Todo es sarcasmo en la vida, desde la pudorosa vírgen, hasta el ébrio moribundo!
Edgardo Poe murió entre el barro pútrido de una calle pública . . . .y que espíritu!
Lamartine, decrépito, despreciable, murió en su cama . . . . . . . . . . . . . . .
Byron y Musset, murieron en el infierno!
Y tú, idea exelsa, único destello puro de una hoguera corrompida, irás á morir en la frente del último y mas imbécil de los hombres!
Maldita sea la vida!
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Eso has escrito, amigo!
Infeliz! Si hay un cielo, en él reposa—tu vida fué a del esclavo.
Sea tu inmortalidad la de un espíritu sublime!
1872
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A UN AMIGO
Pedre, hundido por la enormidad de su defeccion y agoviado por la justicia de mi queja, se ha callado; tú, siguiendo ese espíritu de lucha que te empuja en todo momento, te has vengado de mi ataque como se vengan los hombres de tu altura. He recordado esos niños que dicen en su media lengua una inocentada terrible, y á quienes acaricia el qu ha recibido el golpe, jugueteando con su rubia cabellera y repitiendo con acento cariñoso: que criatura tan viva! Que inteligencia!
Tú, que conoces algo de cerca los soñadores, has querido ver en mi uno de ellos: tu bella imaginacion ha buscado uno de esos hombres que con las fauces secas, la mirada ardiente y vaga, cruzan la vida sufriendo el contacto material con sus álas doradas!
Mis álas doradas!
Oh! si hubiera dentro mí la fuerza del espíritu y la fuerza del corazon, si consiguiera vivir aislado de las miserias de la vida, crees que me quejaria? Entonces si seria el ave de doradas álas que vive sola en el espacio; pero, como tú, me siento arrastrar y si caigo . . . . un corredor marítimo será un jóven de Platon á mi lado.
Antes de ayer almorzaba, amigo, no como un hombre de álas doradas, sino como uno de buen estómago: no como un vago soñador que vive de idealidades, sino como un materialista que busca en la satisfaccion animal, la base del goce espiritual.
Tú, cuya constitucion exhuberante te hace apto para convertirte en ardiente prosélito de la secta sibarítica, y que llevas sobre tus hombros la cruz de la frugalidad, tú, que en tus ensueños vivirás entre los romanos, aquellos semi-dioses que cruzaban la tierra, comiendo recostados; tú, que entre nosotros te privas de farináceos por su enérgica accion obésica; tú, el mas frugal de los sibaritas y el mas sibarita de los frugales, comprenderás lo que vale en sí un buen almuerzo chez Sempé, y las consecuencias morales que se pueden deducir.
Mientras almorzaba, un amigo se me acercó: ha vivido en la Bolsa, ha trabajado constante y prósperamente; creo que hubo un tiempo en que anduvo en tílburi, y habia leido mi artículo. Ya comprendes qué género de conversacion tuvimos … . . ó mas bien, nó, no lo comprendes. Tú creerás que me hizo una defensa en regla del comercio, del movimiento económico, del progreso material, no es así?
Bah! Bajó la voz, como tú en aquella famosa conversacion, y me dijo que tenia una quinta que era su delicia: que allí, cuando se alejaba del bullicio bursátil, cuando se veia desprendido de todos sus vínculos de comercio, se internaba solo con un libro en la mano, y pasaba momentos deliciosos, elevando el alma al cielo de la belleza eterna. Sin embargo, leia á Balzac. Si hubiera tomado uno de esos poetas verdaderos, que viven eternamente en el alma, como la idea en el cérebro, si leyese á Musset ó R. Gutierrez, la transicion hubiera sido violentísima, y en el rápido cambio del mundo material al idealismo, la violencia del choque hubiera debilitado el placer.
Balzac es otra cosa: es el hombre de las teorias sociales y económicas, el gran conocedor de las miserias humanas, el espíritu que vive en el fango con el mismo placer que Homero en las nubes.
Los estudios de Balzac son el resultado del trabajo contínuo, violentando la naturaleza y el espíritu. La obra del poeta es el reflejo de la inspiracion. Cuando Balzac quiere ser poeta, entra en el género erótico y si logra alcanzar á Rabelais y superar á Parny, queda siempre bajo Anacréon y Boccacio. Balzac es el tipo híbrido; hasta tú mismo puedes citarlo en público sin peligro.
Y sin embargo, mi amigo confesaba leerlo con cierta reserva. Oh! todos son iguales! Todos ocultan el diamante y enseñan el carbon!
Y yo los seguiré y me convertiré en cosa y renunciaré á mis únicos y delicados placeres, que nada me producen, es cierto, amigo, pero que me indemnizan de muchos de los martirios de la vida?
No creas que mi vida es la de un soñador, que solo piensa en idealidades, que vive constantemente en la region de las hadas y las nacaradas visiones: trabajo como tú, porque la ley eterna es el trabajo, y no ha sonreido la fortuna en mi primera hora para librarme de su imperio.
Otro comerciante, tal vez el mas ilustrado de todos ellos, me esplicaba ayer mi situacion moral—Decia que la enseñanza de los clásicos influia poderosamente en las tendencias morales de la juventud: que el imperio contínuo de la escitacion intelectual en la antigüedad, mal podia avenirse con el espíritu eminentemente práctico y positivista de nuestra época. Que de esa completa desarmonia entre el pensamiento y el medio en que se desarrolla, nacian los mayores cataclismos sociales y el aniquilamiento del nérvio y fuerza de accion, necesarios para la vida vigorosa de nuestro tiempo.
Esa es una opinion que tendria razon de ser en Europa, donde la enseñanza clásica imprime á los hombres ideas utópicas de buen gobierno y aun de sociabilidad: la Comuna, por ejemplo, es un reflejo adulterado y absurdo de la república platónica.
Pero ¿crees tú, que el Virgilio que nos hacen traducir sin comprenderlo, el Homero que leemos por recreo, ó Platon, á quien se cita en nuestras escuelas eclécticas como testo estravagante, puedan ejercer alguna influencia en nuestro modo de ser moral?
No; la defensa del distinguido caballero de que hablaba, es ingeniosa y hasta cierto punto tiene sus esterioridades de exactitud, pero es querer atribuir á causas enfermas, efectos sanos y robustos.
Tanto tú como Petrus conocen bien las causas de este estado de cosas; pero de seguro que ambos las callarán y me atreveria á creer que, como el panfletista Giboyer, serian capaces de hacer una refutacion en regla . . . .aun sospecho que triunfarian y probarian hasta la evidencia que todos los males que han agitado al alma de la humanidad sobre la tierra, tienen su orígen en las manifestaciones poéticas de los espíritus superiores que han brillado y sufrido en el mundo.
Antes de hacerse judio, un hombre de talento me decia que no habia don mas envidiable que la inspiracion poética: que un relámpago de poesia ejercia sobre él una influencia moral tan dominadora, que se veia obligado á respetar la inteligencia de donde habia nacido. Y él, el judio de hoy, hace versos delicados y entre todos ellos, hay uno que en los momentos deliciosos, en los amplessi de amor y felicidad, viene á los lábios como un perfume íntimo que nace en el corazon, para embalsamar la frente de la mujer querida!
Oh! si yo fuera poeta! Si encontrára en mí esa fuerza creadora que concentra el mundo, el espacio, los cielos y todo lo creado en una idea, envuelta en armoniosa frase musical!
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De todas maneras, amigo, aunque te hundas en el mas compacto materialismo, aunque reniegues del culto divino, jamás perderás la alta intelijencia y el noble corazon.
Adios y gracias.
1872.
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Uno de los mas dulces placeres del espíritu, es la contemplacion de la belleza artística; cuanto mas la impresion se aproxima al ideal íntimo, mas fija y penetrante es su influencia.
En general, son las manifestaciones artísticas, las que tienen el don especial de hablar al sentimiento con la misteriosa voz de la simpatía poética.
Todos conservamos en el alma, con mas ó ménos conciencia de ese depósito divino, el amor á lo bello, y la tendencia inalterable á la armonía. En algunos desborda ese sentimiento y es en los que crean; en otros se perfecciona por la observacion, y es en los que juzgan.
Los grandes artistas de la escuela griega, nacian con el ideal impreso en el alma: la naturaleza que los rodeaba, perfectamente definida y bellísima, así como el delicado sensualismo de su mitolojía, determinaban las manifestaciones de ese ideal. En esa relijion escenta completamente de las abstinencias y eternos sufrimientos corporales del budismo ó de los terrores futuros del cristianismo, el alma de los griegos se paseaba por los cielos, recibiendo en su ensueño misterioso las inspiraciones elevadas.
Mas tarde, en la época de los Médicis, los grandes artistas aun estaban envueltos en las nieblas de la mística noche de la Edad Media. El mundo real desaparecia y el génio buscaba la inspiracion en los sentimientos íntimos del alma; eran fuertes y robustas como su fé, pero carecian de esa delicadeza aérea de los griegos, de ese sens des nuances, que ha caracterizado el gusto de los helenos.
Pero en las dos épocas, el artista no hacia mas que reproducir en la piedra ó en el lienzo el sentimiento general de la sociedad en que vivia: todos los griegos se figuraban á Júpiter grandioso de hermosura corporal y de magestad, y Fidias amoldaba el mármol á esa idea.
Todos los italianos veian mas allá de la muerte, el dia de la justicia eterna, y Miguel-Angel trazaba su “Juicio Final,” pintaba sus” Parcas” y arrancaba de la tosca piedra la figura sublime de Moisés.
Seguian la corriente impetuosa de su tiempo: aquello era un torrente de ideas de un mismo carácter, de un mismo orígen y tendentes á un mismo fin.
El arte en esas épocas de uniformidad de pensamiento, ocupa un puesto culminante en el movimiento intelectual del mundo; todos lo comprenden, y todos lo necesitan, porque en ese estado de escitacion del espíritu, las emociones agradables son como el fresco rocío de la noche sobre la frente del fatigado viajero.
Con los viejos tiempos, mueren la estatuaria y la pintura: entra el periodo moderno y otro arte, abandonado desde los griegos, la música, nace espléndido y brillante.
Ya el mundo moral no se encuentra en aquel estado de uniformidad de ideas y sentimientos fundamentales que determinaba el carácter artístico de la Edad Media: todo se debate, todo se discute y en esa controversia universal entran todos los ramos del saber humano, así como todas sus aspiraciones y creencias.
Empieza el hombre á no creer mas que en si mismo y la fé, esa inspiracion contínua de los grandes artistas del Renacimiento, vá desapareciendo perdida en los infinitos dias de la historia como una vaga luz en medio de los mares.
Los griegos consagraban el arte á los Dioses como una emanacion de ellos mismos; los génios de la Edad Media daban formas místicas á las imágenes de su imaginacion calenturienta.
Nosotros, que vemos alejarse el cielo cada vez mas, para quienes el reino de Dios, es una esperanza tan ténue é incierta como la reflexion de un niño, no buscamos ya las gradas de ese cielo para subir hasta lo bello. En el esclusivismo absoluto en que vivimos, en esta ráfaga de desesperanza que nos envuelve, los poetas cantan las pasiones humanas, se arrastran entre las tumbas de los hombres y circunscriben su ideal supremo á todas las miserias de la vida.
Los filósofos no hablan de Dios en aquel simple y sencillo estilo de Platon y sus discípulos; aun á los teológos de la Edad-Media han sucedido los psicólogos modernos.
Oid cantar en una hermosa noche de luna los versos del Tasso en ese idioma divino, único capaz de parangonarse al poético de los griegos, y luego de sentiros impregnados por la suavísima emanacion de esas estrofas inimitables, abandonad el sitio en que las oisteis, el rayo de luna que bañaba el rostro del que las recitaba y subid á vuestro gabinete, encended allí una lámpara y aun palpitando el corazon por la impresion de hace un momento, tomad á Balsac y leed una de sus pájinas, al azar, el Pére Goriot, la Eugenie Grandet ó una de las obras de Dickens.
El espíritu se siente oprimido, el corazon desfallece y el sentimiento, semejante á esas flores delicadas que cierran sus pétalos al venir el dia, se recoge en sí mismo, esperando otro rocío poético que la refresque. . . .
El arte, pues, no puede ser uniforme en el mundo moderno y es una de las causas porque va perdiéndose: nos queda la música y sobre todo, la música dramática, la que traduce las pasiones humanas.
Es á la única manifestacion que el criterio del positivismo moderno permite ser bella por sí misma; lo utilitario penetra en todas partes, como el éter de los antíguos. Victor Hugo mismo, espíritu superior, ha tenido que difundir en su obra poética, algo de esa enseñanza utilitaria, indispensable á la sociedad moderna. Ya el arte no es bello por sí mismo, independientemente de las miras temporales de los hombres y en vano los partidarios y defensores de Gœthe trataban de demostrarlo á los discípulos de Schelegel y Schiller.
A la música sola le es dado brillar libre del ergotismo académico y de la enseñanza escolástica; ella solo puede entrar en el alma y depositar allí el sentimiento de la belleza sin que turbe su límpida impresion la grosera materia.