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«Estudios religiosos» (1906 ) es un ensayo sobre filosofía religiosa de Alberto Nin Frías, con prólogo de Miguel de Unamuno y presentación de José Enrique Rodó, donde el autor analiza desde el punto de vista intelectual diferentes temas religiosos.
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Seitenzahl: 175
Veröffentlichungsjahr: 2021
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Alberto Nin Frías
Saga
Estudios religiosos
Copyright © 1906, 2021 SAGA Egmont
All rights reserved
ISBN: 9788726642506
1st ebook edition
Format: EPUB 3.0
No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.
This work is republished as a historical document. It contains contemporary use of language.
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Salamanca 13 de Diciembre de 1906.
Señor don Alberto Nin Frías.
¡Ay mi buen amigo, y en qué torbellino me veo metido! He de dar dos clases diarias, despachar el rectorado, atender á colaboraciones fijas como la de La Nación, de Buenos Aires, y luego una correspondencia que cada día crece, sobre todo con americanos, y añada que preparo tres libros, el primero de versos. Y paseo á diario, gracias á lo cual y á esta excelente constitución física con que Dios me regaló, resisto todo ello sin resentirme. Ahí sólo, en Montevideo, tengo tres amigos de los de primera, de aquellos con quienes me gustaría departir de largo, que son: don Juan Zorrilla de San Martín, don José Enrique Rodó y usted.
Pero hagan cuenta que hablo con mis amigos en mis escritos públicos, y en mis libros, La vida de don Quijote, pongo por caso, les habrá hablado de mí.
Con usted querría departir—á ver si llego á ir por esas tierras, que lo deseo—muy en especial del cristianismo en esa América.
Yo no sé por qué el protestantismo histórico no acaba de satisfacerme y me parece poco adecuado para los pueblos que llamamos latinos. Cierta estrechez de criterio, y por mucho que quieren sacudirse de ello siempre conservan un supersticioso culto á la letra. Tal vez en el fondo sea el católico más racionalista, por ser más pagano, que el protestante, que es más fideísta. Los cristianos educados en el catolicismo, cuando dejan éste siguiendo cristianos están más prontos á aceptar los resultados de la exégesis libre.
Lo que creo se prepara, es un cristianismo á secas, un cristianismo amplio y universal, igualmente elevado sobre catolicismo y protestantismo, sin dogma católico ni protesta protestante, algo á que confluyen la tendencia del abate Soisy—cuyos dos preciosos libros L’Evangile et l’Eglise y Autour d’un petit livre conocerá usted—y de Harnack de otra parte, por ejemplo. En todas partes se camina á algo que es á modo de una sintesis ó una depuración de las distintas confesiones cristianas en aquello en que se asemejan. Y si el catolicismo tiene que dejar todo lo específico suyo, que es, digamos, como un 80 por 100 de su contenido, también el protestantismo tiene que dejar del suyo aunque sólo sea un 20 por 100. Tiene que dejar el literalismo y la doctrina de la inspiración verbal de las Escrituras. Hay que ir al cristianismo puro, dejando hasta el dogma de la divinidad de Jesús, en que no creyó Jesús mismo.
Hasta otra. Sabe es su amigo afectísimo
Miguel de Unamuno.
No hace mucho tiempo que, comentando otro libro de Nin Frías, señalaba yo lo diferente, y aun opuesto, de nuestros respectivos puntos de partida, en nuestra orientación ideal. El procede—decía—del protestantismo, yo del helenismo; pero después de notar esta diferencia agregaba que, á pesar de ello, nuestros espíritus se aproximaban más cada día y convergían á un mismo término, porque toda gran ruta ideal, no importa cuál sea, lleva en dirección á la armonía, á la amplitud, á la comprensión de todo lo bueno, á la amistad con todo lo hermoso.
Y he aquí que ha llegado la ocasión de que luchemos juntos, porque esta es la hora en que me ha tocado asumir, contra ciertas tendencias, la defensa de la tradición cristiana y del ideal cristiano, á pesar del paganismo de mi imaginación y de mi gusto artístico.
He explicado recientemente cómo cabe participar sin contradicción de ambas devociones. La obra de Grecia perdura en lo mejor de nuestra mente: es el sentido de lo bello, la investigación metódica, el pensamiento libre. Sin la persistencia de esta obra, el cristianismo sería un veneno que consumiría hasta el último vestigio de civilización. Las esencias más salutíferas, los específicos más nobles, son terribles venenos tomados sin medida ni atenuante. Es una gota de ellos lo que salva; pero no por ser una gota deja de ser la parte esencial en la preparación en que se les administra. Lo que en la redoma del farmacéutico da el olor aromático, el color, la eficacia medicinal, la virtud tónica es, á menudo, una gota diluida en muchas partes de agua. El agua fresca y preciosísima, el agua pura de la verdad y la Naturaleza, es lo que Grecia ha suministrado al espíritu de nuestra civilización. Agradezcamos esta agua, pero no desconozcamos por eso la gota de quinta esencia que la embalsama y le da virtud de curar y la guarda de que se corrompa.
Ambos principios han llegado á reunirse en la complejidad de nuestra alma, en nuestro concepto de la vida; pero no sin conflicto frecuente, no en síntesis perfecta y estable, sino más bien como mezcla que sólo se consigue por la tenaz agitación del vaso en que los dos elementos se contienen. La concordia definitiva, la unión íntima y segura, ¿es asequible y se producirá alguna vez? Cabe esperarlo de esta misteriosa alquimia que tiene por laboratorio el tiempo, y por material las ideas y los sentimientos humanos.
Uno de los conductores de almas que en nuestro ambiente pueden cooperar con más eficacia á esa tarea es, sin duda, Nin Frías. Pertenece al escaso número de los escritores que, en nuestro idioma, tratan con amor y conciencia el problema religioso (así lo ha reconocido Unamuno), y suyo es principalmente el mérito de haber atraído á ese alto objeto la atención de nuestra juventud. Su interpretación y comprensión del cristianismo es amplia, delicada y profunda, y no excluye un vivo y justo sentimiento del espíritu clásico. Este cristiano sabe el modo de sacrificar, sin inconsecuencia, en el altar de las Gracias. Tiene un hondo sentido moral y religioso, y tiene además un claro sentido de lo bello.
José Enrique Rodó.
Littérateur et critique, journaliste et professeur, a revélé, dans son jeune âge, un rare talent, un esprit original et une érudition peu commune.
Né á Montevidéo, il a fait son éducation en Angleterre, en Belgique et en Suisse, se formant á l’école critique et positive des Taine et Carlyle. Mais son positivisme n’est jamais pesimiste: sa vision de beauté et de vérité l’emporte toujours:«J’aime le suggestif», dit-il; la suggestion du bien, la suggestion du beau, font de ce jeune homme un intellectuel exquis.
Il a fondé á Montevidéo la Société Cervantes, et il travaille avec toute son ardeur á relever le niveau intellectuel de son pays. La critique littéraire a acueilli avec enthousiasme les premiers essais de ce jeune et puissant littérateur, qui semble destiné á jouer un role considérable et bienfaisant dans l’Uruguay.
Sur les traces de ces deux maîtres, Renan et Taine, il ateindra á son tour les hauteurs.
On lui doit aussi un essai en francais sur La religion de Taine (1900), un essai sur Cervantes (1900), á l’occasion de la création de la société littéraire ínternationale de ce nom; mais surtout des Ensayos de crítica é historia y otros escritos (1902), 309 pages; Nuevos ensayos de critica (1904), 250 pages. A la fin de cet intéressant volume, se trouve une bibliographie compléte des écrits de ce jeune et brillant littérateur en voie de devenir á son tour un maitre.
On lui doit en plus L’Arbre, livre de lecture pour les écoles primaires de son pays, en vue de la propagande pacifiste. Ce livre est pieuseument dédié á la mémoire d’Elisée Réclus et á la sympathie pour son frére Onésime, deux auteurs favorits du jeune écrivain.
En outre il a publié cette année 1906: Études sur Jésus et son influence, 120 pages; Essai sur la vie de l’étudiant et ses rapports avec la morale, qui a été le sujet d’une conférence donnée á l’Université de Montevidéo (1906); en ce moment il prépare un volume avec ses meilleurs essais édité par la maison Sempere, de Valence (Espagne), et un étude sur le celebre styliste et penseur uruguayen J. E. Rodó.
Ajoutons qu’il y a quelques jours le grand journal argentin La Nacion a publié un article fort important de Nin Frias. Or, chacun sait avec quel soin l’organe de Buenos Aires trie les travaux qui lui sont remis. Acueillir l’œuvre de Nin Frias c’est un nouveau et serieux hommage pui lui a été rendu.
Rome, 1906
Por César L. Rossi
Nació en Montevideo, el 9 de Noviembre de 1879. Él puede repetir, respecto de sus antepados, la frase de Marco Aurelio, el piadoso emperador romano: «Recibí de mi abuelo costumbres apacibles, paciencia inalterable; de mi padre, vigor, y de mi madre, instintos piadosos, generosidad: no solamente no hacer nunca el mal, sino que tampoco pensarlo siquiera.»
En 1887, su padre, el doctor Alberto Nin, presidente entonces del S. Tribunal de Justicia, fué nombrado encargado de negocios en Inglaterra, trasladándose á ese país con toda su familia. El joven Alberto continuó allí sus estudios primarios. La familia del doctor se trasladó á Wíndsor, preciosa ciudad donde residen con preferencia los reyes de Inglaterra. En este ambiente pintoresco y poético se deslizó la soñadora infancia de Nin Frías. La influencia del medio de que nos habla Taine—el gran maestro de Nin Frías—, determinó en éste una admiración muy pronunciada por las bellezas de la Naturaleza, de la cual ha sido siempre un observador amante y sagaz. Espíritu esencialmente religioso, las serias cuestiones del destino humano tenían un lugar preferente en su pequeña vida intelectual.
Á los catorce años hizo un viaje á Italia, en compañía de sus padres. Varias veces, en íntimas confidencias, nos ha hablado de ese viaje, y siempre notamos que guarda un recuerdo dulcísimo de aquel magnífico pais: su libro de viaje es la mejor prueba de ello. Y notamos también que, aunque muy joven todavía, ya observaba las cosas de una manera seria á la vez que picaresca. Sin duda, esas circunstancias tuvieron una gran influencia para su amor por la Historia y el Arte.
Algún tiempo después, volvió con su familia á Montevideo, donde permaneció seis meses. De nuevo en Europa, ingresó al Colegio Internacional de Ginebra (Suiza), donde hizo sus estudios de francés y siguió el curso de bachiller en ciencias. Pasó luego á Berna para estudiar el alemán y continuar luego sus estudios superiores en Alemania. Su conversión al cristianismo evangélico es una de las páginas más interesantes del libro de su vida, tan rico en experiencias morales é intelectuales. Las primeras manifestaciones que de la libertad para elegir el camino de su salvación eterna recibió, fué en Windsor, donde conoció la Biblia. Es sabido que en las escuelas inglesas las clases comienzan por la lectura de las Sagradas Escrituras.
Nin Frías, en su carácter de católico, fué privado de asistir á esas clases; pero él halló el medio de anular esa disposición, yendo á escuchar, detrás de la puerta, los cursos bíblicos de sus jóvenes condiscípulos. Su joven imaginación sintió ansias de esa lectura, y tanto habló de ella á sus padres, que éstos concluyeron por tolerar sus inclinaciones á la Biblia, regalándole un ejemplar de la Vulgata, ejemplar que nuestro distinguido amigo conserva como un precioso tesoro de su infancia. Nos cuenta que su ocupación preferida, su diversión más amada, consistía en reunir, los domingos, á sus pequeños hermanos y enseñarles la historia del pueblo de Israel y los cánticos sencillos y conmovedores de los himnarios evangélicos.
Quizás sea por la comunión de ideas, pero podemos asegurar que la faz más interesante de este «joven filósofo»(como lo ha sancionado la crítica) la vemos en sus ideales religiosos. ¡Cuántas veces nos extasiamos, soñando en cosas lejanas, al escuchar á Nin Frías en sus conversaciones sobre el «más allá»… sobre su inmensa fe en una vida futura!...
Los gérmenes de cristianismo recibieron su sazón en Berna, donde asistió con frecuencia á la Iglesia reformada, haciéndose bien pronto un espiritualista convencido. Desde entonces el espíritu de San Pablo y Lutero—esa fortaleza de carácter que sólo el cristianismo puede generar—han impreso un sello característico en todos los numerosos y profundos escritos de Nin Frías.
En aquella época, su padre había sido ministro plenipotenciario de nuestro país en Bélgica y Suiza, además de Inglaterra, pero ciertas circunstancias de orden privado determinaron al doctor Nin á regresar al Uruguay.
Nin Frías, que había ingresado al colegio de San Luis de Bruselas, se vió en la precisión de abandonar sus cursos y seguir á su padre á América.
El director del Colegio Internacional de Ginebra había dirigido, poco antes de abandonar la Suiza, al doctor Nin una carta que hemos leído y constituye una profecía, hoy hermosamente cumplida, sobre lo que sería el talento y el carácter de nuestro biografiado.
Definitivamente en su patria, Nin Frías ha ocupado distintos puestos, revelando en todos condiciones excepcionales. Ha sido encargado de sección en el Museo Pedagógico, y hoy desempeña el puesto de Bibliotecario en la Cámara de Representantes. Profesor de idiomas en la Facultad de Comercio, sustituto de Filosofía, catedrático de Inglés en la de Preparatorios de nuestra Universidad. En este primer centro de enseñanza, Nin Frías es justamente muy solicitado: formó parte del tribunal examinador en el concurso para llenar la cátedra de Francés, y se le llama para todas las mesas examinadoras de idiomas y Filosofía.
El 28 de Octubre de 1905, inició con los jóvenes Juan Carlos Gómez Folle y Wáshington Paullier un Comité de juventud intelectual colorada, para manifestar al doctor Claudio Williman la simpatía con que era recibida su candidatura entre el elemento joven. Dicha iniciativa, como se sabe, tuvo el más franco y brillante éxito, recibiéndose, desde un principio, numerosas adhesiones de los departamen tos. Esos trabajos fueron continuados activamente, y después de la Asamblea verificada por la Juventud Colorada en el Instituto Verdi, dió origen al actual Comité Pro Williman de la Juventud.
Es socio corresponsal del Ateneo de Guatemala, corresponsal de El Mundo Latino, de la Sociedad Heleno-Latina de Roma, del Ruskin Hall de Oxford, de la Revista positiva de Méjico, de la Revista de Derecho, Letras é Historia de Buenos Aires, de la Revue Américaine de Bruselas, de la Ilustración Sudamericana, etcétera, etc.
Ha publicado varias obras de aliento, entre ellas un Ensayo sobre la Sociedad Cervantes (de la cual es iniciador); numerosos estudios críticos, históricos y filosóficos, un estudio sobre la religiosidad de Taine, dos volúmenes de Ensayos de crítica é historia, varios estudios en las revistas más importantes de Sud-América, una conferencia sobre la vida del estudiante y la moral, Estudios sobre Jesús y su influencia, un libro de lectura, El Arbol, y otros muchos escritos, en los que campea su maravilloso espíritu de pensador y observador.
Á la extensa lista de sus escritos, habría que agregar ahora el tomo de Ensayos de crítica é historia que la Casa Editorial Sempere, de Valencia, acaba de publicar. La importancia de esa biblioteca es de todos conocida: en los libros que ha publicado está el torrente de luz que iluminará la futura grandeza de Hispano-América. Un critico justiciero ha señalado esta aparición en los siguientes términos:
«La obra de Nin Frías, bajo la etiqueta de la casa Sempere, recorrerá todos los países de habla castellana, llevando á ellos, por vez primera en esa encuadernación, una voz del pensamiento uruguayo.»
(Publicado en el Trabajo, de Canelones.—Añe I. núm. 9.)
Debido á la gentileza nunca desmentida de esta Casa Editorial hacia el pensamiento elevado y culto, publico estos estudios religiosos. Contribuyo así con mi pequeño esfuerzo á presentar al neo-cristianismo. En mí no habla el creyente á ciegas, ni el protestante liberal, que he sido desde los quince años, sino el profundo amigo de la ciencia y de la belleza moral que expresa en esta forma el agradecimiento por cuanto el cristianismo ha contribuido á mis satisfacciones físicas, morales é intelectuales, por cuanto me ha hecho atisbar la inmarcesible armonía del Universo.
La humanidad no debe ni puede vivir en el pasado, pero es su deber continuarlo bajo formas más perfectas. Una imagen sugestiva y verdadera á la vez del concepto de la vida y del progreso era aquella que perpetuaba en Atenas la fiesta simbólica de las lampadophorie. Para esa solemnidad se colocaban varios ciudadanos á cierta distancia unos de otros formando una cadena. El primero del círculo encendía una tea en el fuego del altar, y luego la transmitía, tal como la había recibido, al otro, y así sucesivamente. Cada uno de los concurrentes sólo debía preocuparse de conservar el brillo de la llama. Así es la vida mental, asi es la luz del cristianismo, que lleva en la mano nuestra civilización.
Nuestro deber presente no es extinguirla, sino buscar su mayor esplendor, á fin de que se extienda la visión de lo bello y moral á todos los seres.
¿Pertenece la filosofía cristiana á un régimen que cesa ó á uno que se afianza?
La lectura de estos Ensayos por un lado y las obras de Ernesto Renán, Draper, David Strauss, de Mæterlinck, Merejkowsky, Tolstoi, Nietzsche por otro, podrán sugerir al lector consciente una idea cabal de la elevada teoría cristiana.
Cualesquiera pueda ser la opinión definitiva que adopte la sociedad futura respecto al cristianismo, no podrá negársele, á la par de los grandes sistemas filosóficos y morales del mundo, el haber sido una brillante y vigorosa etapa de la mente humana en la ruta áspera hacia sus inmortales destinos.
La palabra cristianismo proviene del adjetivo cristiano, que á su vez se deriva del griego cristos, es decir, ungido; en su más lato sentido se aplica á la religión introducida por el hebreo Jesu-Cristo y comunicada á sus discípulos.
Está constituído por dos elementos: el uno objetivo, la revelación de la mente infinita al hombre á efectos de su salvación; el otro subjetivo, la posesión de esta manifestación y lo que implica para el ser humano, mediante la fe.
La vida de Jesús y de su pueblo, que constituye la esencia del cristianismo, se manifiesta en una organización visible y externa con objeto del culto, que vulgarmente se llama iglesia.
Pero este culto no es el cristianismo, y aun menos lo son las diversas instituciones y ceremonias por las cuales se efectúa el culto.
El cristianismo no puede menos de afectar poderosamente todo el elemento intelectual de la vida del hombre... El cristianismo no puede menos de diferir de Platón y Aristóteles en su concepción de Dios. El considera al pecado como algo que se extiende á toda la raza humana, mientras que el pagano lo cree un error ó desgracia de los individuos... La teología y el cristianismo son dos cosas muy distintas...
Las críticas hechas al cristianismo por las Dietas, reforzadas por los enciclopedistas ( 1 ), de que Jesús era un charlatán y que todo su sistema se basaba sobre el fraude, han desaparecido. Otros han creído ver en él una de las tantas religiones que contiene parte del patrimonio de las grandes verdades. Este es el punto de vista evolucionista.
La escuela de Tubinga, á la que pertenece Strauss, ha sugerido el método seguido por la mayor parte de los filósofos supernaturistas. Su método consiste en una crítica negativa, ingeniosa, para separar los elementos primitivos del cristianismo, tales como se presentaron en la mente de Jesús y los comunicó á sus discípulos, y los demás elementos agregados después por adherentes más filósofos.
Este sistema tiende á explicar cómo surgió la armonía actual del conflicto entre las dos tendencias opuestas, es decir, entre el judaísmo y el antijudaísmo.