Hombre del Silencio. Diario de Prisión de Ramón Labañino Salazar - Ramón Labañino Salazar - E-Book

Hombre del Silencio. Diario de Prisión de Ramón Labañino Salazar E-Book

Ramón Labañino Salazar

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Para aquellos que aún puedan pensar que Los Cinco vivieron un ambiente diferenciado y fácil dentro de las cárceles de los Estados Unidos, esta obra es el mejor mentís. Como describe Ramón, sobrevivir las condiciones de las prisiones en los Estados Unidos fue una experiencia muy difícil.La convivencia con otros presos, el tráfico de drogas, la violencia, los asesinatos, el hueco, la tuberculosis y otras enfermedades infectocontagiosas, las peleas, las mafias y otros fenómenos de la prisión, son descritos por Ramón. En aquel contexto, que se extendió durante casi dieciséis años, la familia, la solidaridad, la patria y Fidel fueron para Ramón –Luis Medina en su seudónimo– los principales resortes para resistir y vencer.

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Seitenzahl: 212

Veröffentlichungsjahr: 2022

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Página legal

Edición y corrección: Vivian Lechuga

Diseño de cubierta: Ernesto Niebla

Diseño interior y realización: Julio Cubría

© Ramón Labañino Salazar, 2020

© Sobre la presente edición: Editorial Capitán San Luis, 2020

ISBN: 9789592115774

Editorial Capitán San Luis. 
Calle 38 no. 4717 entre 40 y 47, Kohly, Playa, La Habana, Cuba.

Email: [email protected]

www.capitansanluis.cu

www.facebook.com/editorialcapitansanluis

Sin la autorización previa de esta Editorial queda terminantemente

 prohibida la reproducción parcial o total de esta obra, incluido eldiseño 

de cubierta, o transmitirla de cualquierforma o por cualquier medio. Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización escrita de los titulares del Copyright, bajo la sanción establecida en las leyes, la reproducción parcial o total de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, y la distribución de ejemplares de ella mediante alquiler o préstamo público. Si precisa obtener licencia de reproducción para algún fragmento en formato digital diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) o entre la web www.conlicencia.com EDHASA C/ Diputació, 262, 2º 1ª, 08007 Barcelona. Tel. 93 494 97 20 España.

Dedico este libro con todo amor a Ely y mis niñas Ailí, Laury, 

Lizbeth, a mi mamá, papá, hermanos y a Tony, René, Fernando, 

Gerardo y todos sus familiares, a nuestro heroico pueblo y nuestras 

hermanas y hermanos de todo el mundo que nos acompañaron día a 

día en esta batalla que duró más de dieciséis años.

A todas y todos nuestros “hermanos del silencio” donde quiera que

 estén, donde quiera que luchen…

Muy en especial a nuestro querido Comandante en Jefe Fidel, a Raúl 

y a la dirección de la revolución que logró la victoria final.

Tal como usted dijo Comandante y cumplió:

¡VOLVIMOS!

Agradecimientos

Mi gratitud eterna a Ely y mis niñas, a mi madre, padre y hermanos. A mis compañeros de la sección de intereses de Cuba en Washington y ahora embajada nuestra allí. A Walter y Kay Tillow, a todos los norteamericanos de pueblo, buenos y fieles, cuyos nombres harían infinita esta lista. A mis compañeros de Miami, donde luchan y sueñan.

A todas nuestras compañeras y compañeros de la editorial “Capitán San Luis” que desde el inicio tanto esfuerzo y empeño pusieron en esta obra.

A nuestro querido luchador eterno por la libertad de Los Cinco, Ricardo Alarcón de Quesada. Gracias por tu lucha sin treguas.

A mi camarada de batallas literarias Emilio Comas.

Por esta y por todas las que han de nacer.

A todas y todos los que me acompañaron en esta travesía, en cada detalle y esfuerzo, cada idea e impulso, cada corrección y entrega, con cada gota de afecto.

Sin ustedes habría sido imposible realizar este sueño.

¡Gracias humanidad!

Ser un hombre de Fidel

A pesar de todos los argumentos vertidos durante años de intensa lucha por la excarcelación de Los Cinco, por la verdad y la justicia, creo necesaria una explicación inicial, sobre todo pensando en que todavía puede existir algún lector extranjero víctima de la manipulación mediática o con poca o ninguna información sobre quiénes eran Los Cinco, cuál fue la misión que cumplieron en los Estados Unidos y por qué fueron llevados a prisión.

El caso de Los Cinco (Antonio Guerrero, Ramón Labañino, René González, Gerardo Hernández y Fernando González), fue un caso fabricado por el gobierno norteamericano, con participación sobresaliente del FBI. Fueron acusados de espionaje y además, Gerardo Hernández, de conspiración para cometer asesinato. Sin embargo, en mayo de 2001 la propia Fiscalía solicitó que se retirara la acusación formulada contra Gerardo, reconociendo que no podía sustentarla. Por su parte, en el 2009 la Corte de Apelaciones decidió revocar las sentencias impuestas por el cargo de “conspiración para cometer espionaje”, porque catorce jueces habían determinado por unanimidad que, en este caso, no había nada que afectase la seguridad nacional de los Estados Unidos, ni prueba alguna de espionaje. Pero el gobierno estadounidense evitó nuevamente que se hiciera justicia y que estos acontecimientos se convirtieran en noticia.

Lo más perverso de toda esta historia es el hecho de que el gobierno norteamericano trató de vender una imagen de Los Cinco como la de unos criminales que querían destruir esa nación, y al mismo tiempo, protegió a los verdaderos terroristas que actuaban en su territorio, de cuyos movimientos y planes tenían la información necesaria para ponerlos tras las rejas, poniendo en riesgo así no solo la vida de los cubanos, sino la de los propios ciudadanos estadounidenses. Lo ratifica Ramón en este libro: “Porque la lucha nuestra contra el terrorismo es contra todo tipo de terrorismo, y no solo contra el que afecta a la Isla”. De ahí que sostenemos que Los Cinco –y en eso coinciden estadounidenses honestos que conocen su historia– podrían ser considerados no solo héroes de Cuba, sino de muchos países del mundo, incluyendo hasta de los propios Estados Unidos. Uno de esos estadounidenses honestos fue el propio abogado de Ramón, William Norris, quien llegó a plantear en la Corte: “Quiero decirle a la Corte que para mí ha sido un privilegio defenderlo, porque ya quisiera Estados Unidos tener dentro de sus filas de militares a hombres como Ramón”.

El único “delito” de Los Cinco consistió en haber penetrado las organizaciones que desde los Estados Unidos practicaban el terrorismo contra Cuba. Terrorismo que ha costado al pueblo cubano 3 478 fallecidos y 2 099 incapacitados.

El terrorismo contra la mayor de las Antillas también ha provocado dolor y daños materiales más allá de nuestras fronteras. Por mencionar solo algunos ejemplos: los seis marinos franceses que murieron cuando el brutal sabotaje al vapor La Coubre en marzo de 1960, los once guyaneses y cinco norcoreanos fallecidos cuando la voladura en pleno vuelo del avión de Cubana en Barbados, en octubre de 1976, o Fabio Di Celmo, el joven turista italiano víctima de un acto terrorista contra Cuba, al explotar una bomba que ordenó poner Luis Posada Carriles en el Hotel Copacabana, en La Habana. La lista es mucho más amplia y las secuelas de dolor y sufrimiento de los seres queridos, incalculables. También por investigaciones realizadas se conoce que el territorio estadounidense fue el más afectado por el terrorismo de origen cubano en los años 70, como parte de lo que se denominó la “guerra por los caminos del mundo”.

Los Cinco, fueron acusados de “conspiración”, cuando la verdadera conspiración vino del gobierno estadounidense para someterlos a los más crueles e inhumanos castigos. La corte de Apelaciones de Atlanta en agosto de 2005, había decidido anular el juicio amañado que tuvo lugar en Miami, considerando el realizado como una flagrante violación a los principios constitucionales de los Estados Unidos, pero las presiones del gobierno lograron a la larga una retractación. Parte de esta conspiración gubernamental consistió en el pago a la prensa local miamense y a otros periodistas reclutados, utilizando ilegalmente fondos del presupuesto federal, para desatar contra los cubanos toda una campaña sensacionalista, que influyera en la decisión del jurado.

Hombre del Silencio. Diario de Prisión de Ramón Labañino Salazar, es un libro que estremece. Para aquellos que aún puedan pensar que Los Cinco vivieron un ambiente diferenciado y fácil dentro de las cárceles de los Estados Unidos, esta obra es el mejor mentís. Como describe Ramón, sobrevivir las condiciones de las prisiones en los Estados Unidos fue una experiencia muy difícil: “para nosotros era muy importante aprender a convivir para que no se nos quedaran las mañas, y era tan importante porque nos lo habíamos propuesto firmemente, debíamos salir mejores seres humanos de lo que éramos al entrar, y eso parece que no, pero es un reto”. La convivencia con otros presos, el tráfico de drogas, la violencia, los asesinatos, el hueco, la tuberculosis y otras enfermedades infectocontagiosas, las peleas, las mafias y otros fenómenos de la prisión, son descritos por Ramón. Tal pareciera que se trata de un filme Hollywoodense, pero no, es la pura realidad. En aquel contexto, que se extendió durante casi dieciséis años, la familia, la solidaridad, la patria y Fidel fueron para Ramón –Luis Medina en su seudónimo– los principales resortes para resistir y vencer.

Ramón hace referencia a una anécdota que impacta y emociona, y tiene que ver con lo que significó para él dentro de aquella prisión de máxima seguridad en Beaumont, Texas, ser considerado por el resto de los reclusos un hombre de Fidel, no la adelanto al lector para que pueda disfrutarla directamente de la narración de su autor, pero sí me parece importante citar su reflexión acerca de esa experiencia: “Por eso lo he dicho donde quiera y ahora lo vuelvo a repetir, cualquiera que sea el trabajo que usted realice un día, cualquiera que sea la misión que usted cumpla en la vida, el orgullo más alto que tenemos los cubanos de hoy en día es que nosotros somos y tenemos el honor de ser los hombres y mujeres de Fidel”.

Debemos agradecer hoy y siempre a Ramón el hecho de haberse decidido a ofrecer este testimonio, verdaderamente edificante. Ya contábamos con el diario de René, Escrito desde el banquillo, publicado por la Editorial Capitán San Luis, en tres tomos. Ojalá pronto también podamos disfrutar los cubanos de las memorias de Fernando, Tony y Gerardo. Cuba, en especial las nuevas generaciones, necesitan de ese capital simbólico, más cercano a su tiempo histórico. Los Cinco, sin duda, nos recuerdan todos los días que lo épico sigue formando parte de nuestra realidad. Cuando la gran epidemia de Ébola en África, volvió a ponerse de manifiesto; cientos de médicos cubanos estuvieron dispuestos a partir a tierras lejanas a salvar vidas, bajo el riesgo incluso de entregar la suya. Y es que, sin duda, ese sentido de justicia, esa cultura de la resistencia y de la liberación, forma parte de nuestro tejido espiritual. En las coyunturas más aciagas, brota aun con más fuerza de las entrañas más auténticas de nuestro pueblo.

No podemos olvidar las circunstancias en que Los Cinco salieron a cumplir sus honrosas misiones, en esos difíciles años 90 de Período Especial cuando pocos apostaban por la sobrevivencia de la Revolución Cubana ante el desplome del campo socialista, sin embargo, ellos supieron inspirarse en lo más glorioso de nuestra tradición patriótica y rebelarse una vez más contra el imposible histórico. Pero no solo salieron a cumplir honrosamente su misión, sino que en ellos no hubo la más mínima vacilación frente a las adversidades y en las horas más inciertas supieron crecerse como esos revolucionarios que Bertolt Brecht llamó los imprescindibles, que no son otros que los que luchan toda la vida.

Con su actitud, Los Cinco escribieron una de las páginas más hermosas de dignidad y heroísmo de nuestra historia contemporánea, que nos recuerda la posición de Céspedes en el momento crucial del levantamiento del 10 de octubre de 1868; la de Maceo en la Protesta de Baraguá; la de Martí cuando no cejó en el empeño de reiniciar la lucha a pesar del dramático fracaso de la expedición de La Fernandina; la de Mella, Villena y Guiteras frente a gobiernos corrompidos y el imperialismo yanqui; la de Almeida con su grito: ¡Aquí no se rinde nadie!… en Alegría de Pío, la del Che, dispuesto a dejar sus huesos en cualquier rincón del mundo en defensa de los más nobles ideales de justicia y libertad; la de Raúl y Fidel, en el Moncada, el desembarco del Granma, la Sierra, en Girón, la Crisis de Octubre, y en muchos otros momentos de nuestra epopeya revolucionaria; así como otras muchas figuras de nuestra historia, que forjaron un espíritu de lucha en nuestro pueblo que estuvo también presente en los momentos de mayor definición de Los Cinco. Como destaca Ramón: “para nuestro pueblo rendirnos no es una opción, luchar sí”.

El libro termina con un final feliz y emocionante, el 17 de diciembre de 2014, día de san Lázaro, con el regreso definitivo a la patria de Ramón, Tony y Gerardo, sus encuentros con el General de Ejército Raúl Castro, y el Comandante en Jefe. Un jurado de millones terminó con la injusticia. Cuba y sus líderes no dejaron de luchar ni un solo instante por sus valerosos hijos. No se equivocó aquel desconocido prisionero, que en las horas más críticas del arresto les exclamó a los Cinco: “Fuerte ahí, que a la patria no se le traiciona. Fidel no los va a abandonar”. Y una vez más no se equivocó el Comandante, cuando con su fe infinita en la victoria, basada en una férrea voluntad de lucha, señaló: ¡Volverán!

Elier Ramírez Cañedo

Comienza la larga noche...

En Beaumont, Texas, 2006.
Facsímil de la carta que le envió a su padre y hermanos al caer preso.
Querida familia:
Reciban todos, este gran amor de gigantes, mi aprecio y cariño, que cada día se hace más grande e infinito.
Me parece verles las caras a cada uno de ustedes, y sé que hoy en día van conociendo un poquito mejor qué “Papi” hacia en cada uno de esos viajes y ausencias que parecían interminables, según ustedes mismos me decían en ocasiones.
Bueno, ya hoy puedo hablarles más francamente y creo que ya no tengo mucho que decir; pues imagino que sepan ya más de mi vida que yo mismo. Eso me alegra pues me cuesta mucho trabajo hablar de mí, como ustedes conocen de mis cartas; pero a veces hay explicaciones que son necesarias y esta es una de estas ocasiones.
Siempre me he debido a mi patria, y por cuidar el sueño de ustedes mismos, de nuestros hijos y de esa familia eterna que es Cuba, hube de marchar un día, y aunque nunca soñé con lo que está ocurriendo ya puedo decirles mi verdad.
Espero que ahora sepan comprender por qué no pude compartir más con ustedes, porque me ausentaba tanto y con tanta frecuencia e incluso en fechas importantes, cumpleaños, fines de año, aniversarios, no pude estar presente. Pueden estar seguros que siempre añoré estar allí con ustedes, en nuestras comidas y festejos y también en cada momento difícil. De igual manera pueden estar convencidos que mi corazón siempre estaba en cada uno de ustedes y nunca falté.
Hoy recuerdo con alegría y emoción cada momento dulce y de cariño que viví, desde que nací hasta el último día. Y solo siento que no hayamos compartido mucho más; pero no me apena, pues el deber en sí reconforta y alienta. Además sé que más pronto que tarde estaremos de nuevo juntos y recuperaremos cada una de mis ausencias y con creces.
Por mí no se preocupen, estoy bien, además los escucho por el pequeño radio que tengo, además de no sentirnos nunca solos, pues sabemos que todo el pueblo y la verdad del mundo nos acompaña. Nosotros cinco somos tan unidos como la tierra y sus raíces y nada ni nadie podrán partirnos. Confíen siempre en mí, tanto como yo confió en ustedes y en esta causa noble que me mueve.
Recibí las cartas y fotos de todos. Espero tener tiempo de responderles a cada uno; pero si no fuera posible en esta ocasión pues estamos velando para hacérselas llegar lo antes posible, reciban esta carta que va dedicada a todos; mi papá, mis hermanos, mi querido tío-padre Misael, mi sobrino, vecinas y vecinos y mi gran familia de Oriente.
Las fotos me encantan, todos se ven muy bien y cada día más jóvenes. Ojalá me puedan enviar más en el futuro.
Me alegró mucho oír la voz de mi papá en la entrevista de televisión, en la que también hablaron mis hijas. El viejo estuvo muy bien y creo ya puede ser actor de cine.
Gracias por todas las cartas de cariño y apoyo, las disfruté mucho. Síganme escribiendo y ojalá me puedan escribir mis vecinas y vecinos. No saben cuánto los extraño a todos.
Díganle a José Luis que le responderé su carta, que no tiene idea de cuánto hemos hablado aquí de nuestra infancia, las travesuras de niños, en cuyos episodios yo no podía dejar de mencionarlo. Así también envío especiales saludos a Dulce, que siempre ha sido como una segunda mamá, un abrazo a Amado mi otro hermanito, un beso y todo mi cariño a Deysi y sus hijos, en especial a Yaíma que la tengo siempre presente. Ojala sepa más de todos ustedes y me escriban algún día.
Bueno adorada familia, cuídense mucho, cuídenme al viejo que tiene que estar “entero” para mi regreso. Mantengan la fe y firmeza de que pronto “Volveré”.
Hasta que ese momento hermoso llegue, les envío todo mi amor.
Los quiere mucho “Papi” Ramón.
Julio 15/ 2001. 4:24 p.m.

El amor crece, crece como los pinos,

crece como las palmas.

Y desde lo alto de él se ve pequeño el mundo.

La obra delante, y el amor adentro.

José Martí

Era el año 1990

Cuando cayeron la Unión Soviética y los países socialistas de Europa del Este, Cuba se quedó sola, la opción nuestra era sobrevivir, no teníamos otra alternativa que resistir. Para nuestro pueblo rendirnos no es una opción, luchar sí. Nuestros enemigos en Miami, por su parte, comienzan a hacernos tremendo fuego. Todos los países socialistas habían desaparecido, y Cuba era la próxima, por lo menos eso pensaban, y la extrema derecha, al ver que el tiempo pasaba y Cuba se mantenía, empezó a tomar acciones más agresivas, incluyendo sabotajes: bombas en hoteles, en restaurantes, bombas en barcos, en aviones. Debido a ello el gobierno cubano decide preparar a un grupo de compañeros de la seguridad del estado, y los envía a investigar esos actos terroristas, con el fin de detectarlos, impedirlos, y desenmascararlos, y sobre todo prevenir que murieran personas inocentes. Yo era parte del grupo. En el transcurso de esa investigación descubrimos que ellos querían poner bombas no solo en Cuba, sino también dentro de Estados Unidos, provocando, ante la muerte de ciudadanos norteamericanos, la ansiada invasión. Porque la lucha nuestra contra el terrorismo es contra todo tipo de terrorismo, y no solo contra el terrorismo que afecta a la Isla. Debido a eso cinco de nosotros fuimos enviados allá, éramos muchos más, un grupo mayor, el caso es que realizamos varias actividades antiterroristas importantes, previendo la explosión de barcos llenos de explosivos, explosiones en restaurantes, hoteles, aviones. En el año 1994 habían señales muy fuertes de que los terroristas querían poner bombas en un avión de Estados Unidos que volaría a Costa Rica, y otros actos importantes de terrorismo, y por tanto, nuestro Comandante Fidel Castro mandó, a través de Gabriel García Márquez, el famoso escritor colombiano, una carta a Clinton, explicándole todos los actos terroristas que se planeaba realizar. La carta se la hizo llegar un alto representante del gobierno de Clinton, y se enviaron comisiones del FBI a Cuba. Muchas de las informaciones que nosotros recopilamos les fueron entregadas al FBI, con datos específicos de personas, videos, grabaciones, etcétera. El FBI en aquel momento prometió que se iban a tomar medidas y organizar acciones en relación con lo que estaba pasando, y en realidad, años después, en 1998, caímos presos. Esa es la verdadera respuesta que dio el FBI. Nuestro proceso es político, porque en ese mismo momento Estados Unidos estaba llevando a cabo una supuesta guerra en contra del terrorismo en Iraq, y a la misma vez decidió poner tras las rejas a cinco antiterroristas, una cosa totalmente absurda, porque Cuba solo quería defenderse del terrorismo. Nosotros nunca realizamos un acto en contra de Estados Unidos, y nunca ha sido la intención de nuestro gobierno. El caso es que el 12 de septiembre del año 1998, a las cinco y treinta de la madrugada, irrumpieron los oficiales del FBI en las diferentes casas que teníamos los cinco. En el caso concreto mío, que vivía en un edificio en Hollywood, Hollywood Beach, el apartamento 3F de la 1776 Street, en lo que se llama Círculo de Hollywood, muy famoso y conocido; a esa hora y con todo el aparataje que nosotros conocemos, derrumbaron la puerta con un tubo de hierro, armando la gran gritería para que nos tiráramos en el piso, mi apartamento era muy pequeño, y la puerta de entrada estaba a unos cinco metros de la cama, no daba tiempo a reaccionar.

A esa hora uno está en un sueño profundo, y yo reaccioné, salté y agarré a uno de los oficiales y nos caímos al piso, entonces sentí la pistola del hombre en mi sien, no sé de qué estatura era, pero sí que era más grande que yo.

En ese momento estaba Fernando conmigo, los dos caímos presos en el mismo lugar, porque por razones de trabajo yo le tenía que entregar ciertas cosas a él, y en ese instante nos detienen a ambos. Ahí me tiran en el piso, me encadenan, me ponen las esposas a la espalda, y me tiran una camisa encima, luego fuimos escaleras abajo, donde había un operativo tremendo, con helicópteros en el aire, tipo película. Nos llevan directo para el Estado Mayor del FBI de Miami, y en ese lugar nos someten a unas entrevistas, supuestas entrevistas que eran de convencimiento, para que nosotros colaboráramos con el gobierno de los Estados Unidos, ante el argumento de que Fidel nos iba a abandonar.

En ese momento comenzó todo, de manera parecida le pasó a mis hermanos, sucedió más o menos en estos términos, quizás con otros matices, pero en iguales condiciones comenzó mi entrevista.

Estaba sentado en una silla con una mano esposada a la pared, y entra un oficial del FBI, evidentemente puertorriqueño, y me empieza a decir:

Yo soy colega tuyo, lo que quiero es ayudarte, todo lo que queremos saber es la disposición que tú tengas de colaborar con nosotros, queremos que tú nos digas si tienes disposición de colaborar con nosotros.

Bueno, no sé qué es lo que ustedes quieren.

No, lo que nosotros queremos es que nos digas tu nombre, el lugar de nacimiento, donde naciste, etcétera.

Mi nombre es Luis Medina, nací en Houston, Texas, y me críe en Puerto Rico.

Todo esto con acento boricua, porque me hacía pasar por un puertorriqueño.

El oficial me responde:

No, no has entendido bien. Yo te quiero ayudar. Me dices la verdad y te vas para la calle, confía en mí que quiero ayudarte, vas a ser un hombre libre, pero me dices tú verdadero nombre, nosotros lo sabemos, pero queremos que nos digas tu verdadero nombre, olvídate de Fidel, olvídate de Cuba, aquí nadie te va a ayudar, cuando estás preso, estás jodido.

Bueno, ¿y qué es lo que quiere?

Tu nombre y apellidos.

Bueno, yo me llamo Luis Medina, nací en Houston, Texas, y me críe en Puerto Rico.

Entonces riposta.

No, no has entendido, si tú colaboras con nosotros ahora mismo sales para la calle, te podemos dar una identidad nueva, ubicarte en una isla del Caribe, lo que tú quieras, dinero, pero lo que queremos saber es tu colaboración con nosotros, que trabajes con nosotros. Yo soy colega, te quiero ayudar. Te voy a dar una última oportunidad, sé cuáles son tus datos, dime cuál es tu nombre verdadero y dónde naciste.

Bueno, está bien, mi nombre es Luis Medina, nací en Houston, Texas, y me críe en Puerto Rico.

Y aquel hombre casi explota.

Mira, le dije, no vamos a perder más tiempo, yo no tengo nada que decir, esa es mi verdad, si tú conoces algo de mí que no sé, dímelo, y te digo si es verdad o mentira, pero no tengo otra verdad. Y mejor detenemos la entrevista aquí, porque no sé si lo que estoy diciendo me puede incriminar ante una Corte de Justicia. Yo quiero llamar a mi abogado en Puerto Rico.

Es muy temprano para llamar a un abogado.

A mí no me interesa, yo quiero llamar a mi abogado y no voy a hablar más con usted, quiero que esté mi abogado presente, porque no quiero decir algo que me incrimine en una Corte. Nunca en mi vida he estado preso.

Y ahí cesó la entrevista.

De la misma manera, unas palabras más, unas palabras menos se desarrollaron las entrevistas de los cinco. Realmente éramos diez, para ser estrictos a la verdad, pero por respeto y caballerosidad revolucionaria, no hablaremos de los otros cinco, solo mencionaremos a mis cuatro hermanos Gerardo, Antonio, René y Fernando.

Cuando los oficiales del FBI se dieron cuenta que los cinco no íbamos a traicionar, decidieron mandarnos para el hueco.

Héctor Pesquera, el jefe del FBI en el sur de La Florida, fue la clave en todo el proceso. Este personaje era el oficial del FBI que atendía Puerto Rico cuando capturaron a los terroristas que querían, en la Isla Margarita, atentar contra la vida del Comandante, que estaba allí en una reunión. Pesquera ayudó a que salieran absueltos todos en el juicio que se les siguió, y entonces, como premio a eso, la extrema derecha de Miami le dio el puesto de jefe del FBI en el sur de la Florida.

Cuando ocupa su nuevo puesto se da cuenta de que había una red nuestra trabajando en contra de los exiliados terroristas, y lo que hizo fue aprovechar que Cuba había empezado a tener sus contactos con el FBI y a darles algunas informaciones, se mete en el caso y comprueba que hay agentes nuestros infiltrados, y entonces desvía todos los recursos, todos los oficiales del FBI para encargarse de nosotros, para descubrirnos, seguirnos. Incluso, en aquel período, uno de los terroristas que atacó las torres gemelas de Nueva York el 11 de septiembre, estaba preparándose en aeropuertos de la Florida, y por el FBI haberse dedicado a desenmascararnos, no fueron capaces de detectarlo.