Erhalten Sie Zugang zu diesem und mehr als 300000 Büchern ab EUR 5,99 monatlich.
Juan de Mañara es una obra de teatro de Antonio Machado que revisita el mito de Don Juan, aunque basada en el personaje histórico de Miguel Mañara. Narra el triángulo amoroso entre el propio Juan, la pérfida Elvira y la sacrificada Beatriz en una historia hacia la redención después de un calvario de crímenes.
Sie lesen das E-Book in den Legimi-Apps auf:
Seitenzahl: 78
Veröffentlichungsjahr: 2021
Das E-Book (TTS) können Sie hören im Abo „Legimi Premium” in Legimi-Apps auf:
Antonio Machado
DRAMA EN TRES ACTOS, EN VERSO
Saga
Juan de Mañara
Cover image: Shutterstock
Copyright © 1927, 2021 SAGA Egmont
All rights reserved
ISBN: 9788726485356
1st ebook edition
Format: EPUB 3.0
No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.
This work is republished as a historical document. It contains contemporary use of language.
www.sagaegmont.com
Saga Egmont - a part of Egmont, www.egmont.com
A Josefina Díaz de Artigas,
A (Santiago Artigas
“creadores“ admirables de Beatriz de Montiel y Juan de Mañara. Cordiaimenie,
Los Autores.
Esta comedia se estrenó en Madrid, en el teatro Reina Victoria , la noche del 17 de Marzo de 1927, con el siguiente
REPARTO
Hombres y mujeres del pueblo de Sevilla
Jardín de una finca de los alrededores de Sevilla
don gonzalo, don gil y doña casilda.
don gil
La vocación religiosa
es rara. Cuando la Iglesia
de una piedad desconfía,
que al vulgo asombra, da prueba
de cordura. Pocos nacen
para la vida perfecta
del claustro. Y a la mujer,
que un mundo entrevisto apenas
quiere renunciar, conviene
enseñarle cuantas sendas
son de Dios, que a nadie obliga
a seguir la más estrecha.
don gonzalo
Don Gil, conozco a mi sangre:
monjitas y calaveras.
Ya sabe usted que tenemos
los cascos a la jineta
los varones de mi casa,
y ellas—Dios las oiga—rezan
para que Dios nos perdone.
Por cada Montiel tronera,
hay una Montiel que gana
el cielo, o ganarlo intenta.
Mas siempre por el atajo
vamos nosotros y ellas.
doña casilda
Cúmplase la voluntad
de Dios. Sí, Beatriz nos deja;
la llama el claustro; parece
su vocación verdadera.
¿Usted lo duda?
don gil
¡Dudarlo!...
Sólo aconsejar prudencia
es en asunto tan grave
mi deber.
don gonzalo
¡Santa cautela!
Don Gilhabla como deben
hablar los libros. Mi ciencia
es saber que no se rige
el mundo por las cabezas.
La mía no me ha servido
de mucho.
don gil
Quien lo confiesa
camino va de emplearla
para bien.
don gonzalo
Hoy, que blanquea,
veleta fuiste, le digo,
con perdón de las veletas,
que al fin señalan el viento
que sopla, y tú ni siquiera
eso hiciste. Pero vamos
con Beatriz: Beatriz es buena;
educada santamente
por esta santa
Señalando a Doña Casilda.
—¡ protestas
no permito, hermana mía!—,
la vida devota lleva
con el afán que su padre
tuvo por las bagatelas
del mundo. De mí ha heredado,
ya que no virtud, vehemencia;
temor de Dios, de mi pobre
Angustias, que gloria tenga.
Su vocación religiosa,
o mística ventolera,
yo respeto. ¿Quiere ser
monjita? ¡Bendita sea!...
Seguirá las tradiciones
de la casa. Sor Teresa,
su tía, mi hermana, en Soria
carmelita; Sor Lorenza,
mi otra hermana, capuchina
en Navarra, hoy abadesa;
Sor María de los Angeles,
mi prima, ¡ qué linda era!,
monjita de Santa Clara
no sé dónde; Sor Aurelia,
sobrina mía, ¡un asombro
por lo juncal!, en Sigüenza
dominica, y tantas otras...
Vaya mi niña con ellas.
Pausa.
¡ Sor Beatriz!, qué lindo nombre
para una monja.
Pausa.
¿Y Esteban?
doña casilda
Esteban...
don gonzalo
Comprenderás
que mi pregunta no lleva malicia.
doña casilda
¡ Oh, no!... Resignado.
don gonzalo
Otro santo, a su manera.
Le quiero bien, aunque no
lo entienda siempre. Poeta,
pintor, tan enamorado
de Beatriz y... ¡tan babieca!
doña casilda
¡Pobre muchacho!
don gonzalo
Un bendito;
también le sobra la tierra.
Mas no es el claustro, es la luna
quien lo llama. Yo le diera
a nuestra Beatriz, mas santo
y santa no hacen pareja
ni en matrimonio; son pan
con pan, de bobos merienda.
En esto del santo yugo
tengo también mis ideas,
Don Gil.
don gil
Que serán donosas,
como de usted.
doña casilda
Si pudieras
dejarlas para otro día...
Vamos a lo que interesa.
don gonzalo
Nuestra Beatriz será esposa
del Señor; no habrá quien tuerza
su inclinación, porque ya
el hombre que ella pudiera
amar no se estila o no
es fácil que ella lo vea
en su mundo. Dios me libre
de calumniar a esta nueva
generación, pero creo
que a mi niña no le inquietan
esos pisaverdes que
tozudamente acocean
el pelotón, o que danzan
al son de esas murgas negras
que hoy se gastan. No es galante
la juventud: es atlética,
gimnástica, deportiva.
Ya no es la mujer su tema,
como en mis tiempos. En cambio,
los viejos aun galantean,
y así, el amor es ya cosa
de viejos, sosa o perversa.
¿Qué piensa usted?
don gil
Don Gonzalo,
bajo múltiple apariencia,
los enemigos del alma
son hoy los tres que ayer eran.
don gonzalo
Convencido y aplastado,
Don Gil, por esa sentencia.
Pausa.
¿Y mi sobrino?
doña casilda
¿ Quién?
don gonzalo
Juan.
doña casilda
Hoy ha de venir. De él cuentan
y no acaban. Ahora dicen
que vende toda su hacienda
de Sevilla y de Sanlúcar
y se va a París.
don gonzalo
¿Con ella?
doña casilda
¿Con quién? ¿Con Elvira?
don gonzalo
No...
con la última que tenga.
De cuanto el vulgo propala,
sólo es verdad que la venta
me hace de Los Espartales;
y de cuanto se chismea,
que Elvira, su antigua novia,
o su antigua lo que fuera,
vive en Sevilla, casada,
y por Sevilla pasea
a un polaco, su marido,
y a un perro de fosca greña;
y en coche, a pie o a caballo
la ha visto Sevilla entera.
Pausa.
doña casilda
¿La sigue Juan?
don gonzalo
No lo creo;
acaso ni la recuerda.
Juan es de mi casta, mi
sobrino por excelencia.
Su padre, mi primo, tuvo
un harén en la bodega
de su casa, y le decían:
Don Enrique, in vino, vertias.
¿Qué piensa usted?
don gil
Don Enrique
murió en Sevilla, de vuelta
de Roma, y arrepentido
de sus locuras.
doña casilda
Clemencia
tendría Dios de su alma.
don gonzalo
Sin duda. Mas Juan no lleva
camino de arrepentirse.
Verdad que aun tiempo le queda.
Aparece Esteban en el jardín por el primer rompimiento de la izquierda, senda que figura comunicar con la puerta principal de la verja. Al verle Don Gonzalo exclama:
Pintorcito, ¡ Dios te guarde!
Dichos. esteban , con un caballete de mano y una caja de pinturas, que abre a su tiempo, sacando de ella una tabla, con el busto del retrato de Beatriz.
doña casilda
Esteban...
don gonzalo
A Don Gil, por Esteban.
Mejor paleta
no hay en Sevilla.
esteban
Señora...
Don Gil... Don Gonzalo...
don gonzalo
A Esteban.
Enseña
ese portento.
esteban
¡ Portento...
un borrón!
don gonzalo
No es la modestia
virtud de pintor. Veamos.
esteban
¿No hay otro remedio? Sea.
Muestra el retrato borrado.
don gonzalo
¡ Pintorcito, tú estás loco!
doña casilda
¿ Qué ha hecho usted, querido Esteban, de nuestra Beatriz?
esteban
Borrarla.
don gil
¡ Borrar una obra maestra!
esteban
No, Don Gil, un mal retrato.
Nada hay perdido si ella
quiere hoy posar; todavía
queda luz.
don gonzalo
Mas la paciencia
del modelo...
esteban
Don Gonzalo,
si hoy, al mirarla, no veo
lo que quiero ver, renuncio
a pintar.
don gonzalo
¿Por mucho tiempo?
esteban
Para siempre. Hoy he soñado
con el retrato. Del lienzo
salir quería y gritaba:
¡ Mal pintor, cómo me has hecho!
Toda obra mala reniega
de su autor.
doña casilda
Siempre el maestro
desconfía.
don gonzalo
Sobre todo
si aplaude el vulgo.
esteban
No es eso,
Don Gonzalo; en esta casa
nadie es vulgo; y yo agradezco
su elogio de mi pintura.
Pero un retrato no es bueno,
aunque aplauda el sabio, si
no es trasunto del modelo.
¿Qué es un retrato? Es un rostro
pintado que largo tiempo
mirará con ojos que
no parpadean, y, abiertos
o entornadas, seguirán
mirando, vivos y quietos,
a otros ojos cuando no
los puedan mirar los nuestros.
Los ojos han de tener,
no como dicen misterio,
sino verdad. Enfoscados
bajo de turbio entrecejo,
o bajo frente tranquila,
dulces, claros y serenos,
los ojos en un retrato
no pueden ya ser espejos
del mundo en que los miramos,
mas del mundo que ellos vieron.
Importa, cuando unos ojos
han de quedar en el lienzo
para siempre, que nos digan