Soledades, galerías y otros poemas - Antonio Machado - E-Book

Soledades, galerías y otros poemas E-Book

Antonio Machado

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Beschreibung

Una poda de ramas superfluas en la poesía española. Así definía Antonio Machado su volumen de poemas publicado en 1907. Escrito durante su etapa en la bohemia madrileña, en él se abordan temas como la infancia o la memoria, con un gusto por el aspecto onírico y el sabor de la nostalgia. Muy alejado de su estilo más seco en volúmenes posteriores, este libro ahonda en una poesía intimista, sensible, con gusto por la rima asonante y una temática centrada en el tiempo y la muerte.

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Seitenzahl: 53

Veröffentlichungsjahr: 2020

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Antonio Machado

Soledades, galerías y otros poemas

 

Saga

Soledades, galerías y otros poemasOriginal titleSoledades. Galerías. Otros poemas

Cover image: Shutterstock Copyright © 1907, 2020 Antonio Machado and SAGA Egmont All rights reserved ISBN: 9788726456387

 

1. e-book edition, 2020

Format: EPUB 2.0

 

All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.

 

SAGA Egmont www.saga-books.com – a part of Egmont, www.egmont.com

Soledades

1899-1907

I*

(EL VIAJERO)

Está en la sala familiar, sombría,

y entre nosotros, el querido hermano

que en el sueño infantil de un claro día

vimos partir hacia un país lejano.

Hoy tiene ya las sienes plateadas, 5

un gris mechón sobre la angosta frente;

y la fría inquietud de sus miradas

revela un alma casi toda ausente.

Deshójanse las copas otoñales

del parque mustio y viejo. 10

La tarde, tras los húmedos cristales,

se pinta, y en el fondo del espejo.

El rostro del hermano se ilumina

suavemente. ¿Floridos desengaños

dorados por la tarde que declina? 15

¿Ansias de vida nueva en nuevos años?

¿Lamentará la juventud perdida?

Lejos quedó —la pobre loba— muerta.

¿La blanca juventud nunca vivida,

teme, que ha de cantar ante su puerta? 20

¿Sonríe al sol de oro

de la tierra de un sueño no encontrada;

y ve su nave hender el mar sonoro,

de viento y luz la blanca vela hinchada?

Él ha visto las hojas otoñales, 25

amarillas, rodar, las olorosas

ramas del eucalipto, los rosales

que enseñan otra vez sus blancas rosas...

Y este dolor que añora o desconfía

el temblor de una lágrima reprime, 30

y un resto de viril hipocresía

en el semblante pálido se imprime.

Serio retrato en la pared clarea

todavía. Nosotros divagamos.

En la tristeza del hogar golpea 35

el tic-tac del reloj. Todos callamos.

II*

He andado muchos caminos,

he abierto muchas veredas;

he navegado en cien mares

y atracado en cien riberas.

En todas partes he visto 5

caravanas de tristeza,

soberbios y melancólicos

borrachos de sombra negra,

y pedantones al paño

que miran, callan, y piensan 10

que saben, porque no beben

el vino de las tabernas.

Mala gente que camina

y va apestando la tierra...

Y en todas partes he visto 15

gentes que danzan o juegan,

cuando pueden, y laboran

sus cuatro palmos de tierra.

Nunca, si llegan a un sitio,

preguntan adónde llegan. 20

Cuando caminan, cabalgan

a lomos de mula vieja,

y no conocen la prisa

ni aun en los días de fiesta.

Donde hay vino, beben vino; 25

donde no hay vino, agua fresca.

Son buenas gentes que viven,

laboran, pasan y sueñan,

y en un día como tantos

descansan bajo la tierra. 30

III*

La plaza y los naranjos encendidos

con sus frutas redondas y risueñas.

Tumulto de pequeños colegiales

que, al salir en desorden de la escuela,

llenan el aire de la plaza en sombra 5

con la algazara de sus voces nuevas.

¡Alegría infantil en los rincones

de las ciudades muertas!...

¡Y algo nuestro de ayer, que todavía

vemos vagar por estas calles viejas! 10

IV*

(EN EL ENTIERRO DE UN AMIGO)

Tierra le dieron una tarde horrible

del mes de julio, bajo el sol de fuego.

A un paso de la abierta sepultura

había rosas de podridos pétalos,

entre geranios de áspera fragancia 5

y roja flor. El cielo

puro y azul. Corría

un aire fuerte y seco.

De los gruesos cordeles suspendido,

pesadamente, descender hicieron 10

el ataúd al fondo de la fosa

los dos sepultureros...

Y al reposar sonó con recio golpe,

solemne, en el silencio.

Un golpe de ataúd en tierra es algo 15

perfectamente serio.

Sobre la negra caja se rompían

los pesados terrones polvorientos...

El aire se llevaba

de la honda fosa el blanquecino aliento. 20

—Y tú, sin sombra ya, duerme y reposa,

larga paz a tus huesos...

Definitivamente,

duerme un sueño tranquilo y verdadero.

V*

(RECUERDO INFANTIL)

Una tarde parda y fría

de invierno. Los colegiales

estudian. Monotonía

de lluvia tras los cristales.

Es la clase. En un cartel 5

se representa a Caín

fugitivo, y muerto Abel,

junto a una mancha carmín.

Con timbre sonoro y hueco

truena el maestro, un anciano 10

mal vestido, enjuto y seco,

que lleva un libro en la mano.

Y todo un coro infantil

va cantando la lección:

mil veces ciento, cien mil, 15

mil veces mil, un millón.

Una tarde parda y fría

de invierno. Los colegiales

estudian. Monotonía

de la lluvia en los cristales. 20

VI*

Fue una clara tarde, triste y soñolienta

tarde de verano. La hiedra asomaba

al muro del parque, negra y polvorienta...

La fuente sonaba.

Rechinó en la vieja cancela mi llave; 5

con agrio ruido abrióse la puerta

de hierro mohoso y, al cerrarse, grave

golpeó el silencio de la tarde muerta.

En el solitario parque, la sonora

copla borbollante del agua cantora 10

me guió a la fuente. La fuente vertía

sobre el blanco mármol su monotonía.

La fuente cantaba: ¿Te recuerda, hermano,

un sueño lejano mi canto presente?

Fue una tarde lenta del lento verano. 15

Respondí a la fuente:

No recuerdo, hermana,

mas sé que tu copla presente es lejana.

Fue esta misma tarde: mi cristal vertía

como hoy sobre el mármol su monotonía.

¿Recuerdas, hermano?... Los mirtos talares,

que ves, sombreaban los claros cantares

que escuchas. Del rubio color de la llama,

el fruto maduro pendía en la rama,

lo mismo que ahora. ¿Recuerdas, hermano?... 25

Fue esta misma tarde de verano.

—No sé qué me dice tu copla riente

de ensueños lejanos, hermana la fuente.

Yo sé que tu claro cristal de alegría

ya supo del árbol la fruta bermejar, 25

yo sé que es lejana la amargura mía

que sueña en la tarde de verano vieja.

Yo sé que tus bellos espejos cantores

copiaron antiguos delirios de amores:

mas cuéntame, fuente de lengua encantada, 35

cuéntame mi alegre leyenda olvidada.

—Yo no sé leyendas de antigua alegría,

sino historias viejas de melancolía.

Fue una clara tarde del lento verano...

Tú venías solo con tu pena, hermano; 40

tus labios besaron mi linfa serena,