La vida del Lazarillo de Tormes - Anónimo - E-Book

La vida del Lazarillo de Tormes E-Book

Anónimo

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Beschreibung

El Lazarillo de Tormes es una de las creaciones capitales de la literatura universal, obra singular y originalísima y, sin duda, la mejor de las novelas del género que ella inaugura, el picaresco. Los avatares que sufre Lázaro, divertidos y llenos de ingenio, son un magnífico pretexto para la ácida crítica de la sociedad de la época; y el tratamiento de la anécdota, presidido por un lenguaje sobrio y extraordinariamente eficaz, implica una inflexión definitiva de los usos literarios del momento. Esta edición crítica de Alberto Blecua, escrupulosa y ampliamente anotada, nos aclara cuantas dudas nos ofrece la rica y compleja prosa de la obra y nos permite disfrutar de su lectura con toda plenitud.

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Franciscode Goya:Lazarillo de Tormes(h. 1808—1812). Colecciónparticular.

LA VIDA DE LAZARILLO

DE TORMES

Y DE

SUS FORTUNAS Y ADVERSIDADES

EDICIÓN, INTRODUCCIÓN Y NOTAS DE

ALBERTO BLECUA

En nuestra página webwww.castalia.esencontrará el catálogocompletode Castalia comentado.

es un sello propiedad de

Oficinas en Barcelona:

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Primera edición impresa: octubre 2011

Primera edición en e-book : junio 2012

Edición en ePub: febrero de 2013

© de la edición: Alberto Blecua

© de la presente edición: Edhasa (Castalia), 2012

www.edhasa.es

ISBN 978-84-9740-532-4

Depósito legal: B-16565-2012

Ilustración de cubierta: Diego Velázquez:Vieja friendo huevos(h. 1618, detalle). National Gallery of Scotland, Edimburgo.

Diseño de cubierta: RQ

Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización escrita de los titulares del Copyright, bajo la sanción establecida en las leyes, la reproducción parcial o total de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, y la distribución de ejemplares de ella mediante alquiler o préstamo público.

Diríjase a CEDRO

(Centro Español de Derechos Reprográficos,www.cedro.org)

descargarse o hacer copias digitales de algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com; 917021970 / 932720447).

INTRODUCCIÓN CRÍTICA

I.FECHADEIMPRESIÓN

A1554se remontan las tres primeras ediciones conocidas deLa vida de Lazarillo de Tormes, y de sus fortunas y adversidadesy fueron impresas respectivamente por Juan de Juntaen Burgos, porMartínNucio en Amberes ypor Salcedo en Alcalá. Esta última, que se presenta comosegunda impresióncorregida yde nuevo["porprimeravez"] añadida,seterminódeimprimir, según reza su colofón, el26de febrero delcitado año. Los cambios que sufre eltexto de la edición de Alcalá sonatodas luces apócrifos[1]y todo hace pensar que se tratan de correcciones y añadidos llevados a cabo por el propio Salcedo para dar cierta novedad al texto y poder así competir con otras ediciones.

Al año siguiente, otro impresor antuerpiense, Simón, reedita la obra y ya no volveremos a encontrar ninguna otra edición hasta años más tarde. La obra había sido incluida en el tristemente célebreIndicede 1559, y cuando se imprime en 1573, el benemérito preparador de la edición, Juan López de Velasco, alude a una cierta difusión del libro fuera de España ("aunque estaba prohibido en estos reinos, se leía e imprimía de ordinario fuera dellos").[2]No sabemos en qué lugares del extranjero se imprimió elLazarillodurante su prohibición, pero lo cierto es que tales textos nos son desconocidos y, si los hubo, no han dejado descendencia alguna, porque todas las ediciones posteriores a 1554 se remontan en última instancia al texto impreso por Nucio en Amberes.

Como los tres textos de 1554 presentan numerosas variantes entre sí, los críticos han intentado resolver el problema de la filiación de las tres ediciones con mayor o menor eficacia. Para no fatigar al lector no especialista, he preferido dedicar el último capítulo de la introducción al estudio minucioso del problema textual y exponer aquí tan sólo las conclusiones. Un cotejo detenido de las ediciones de 1554 demuestra que existió una ediciónXperdida de la que deriva Burgos (B) por una parte, y por otra un texto impreso perdidoYdel que a su vez proceden Amberes (C) y Alcalá (A). Al de Amberes, como ya hemos indicado, se remontan las ediciones posteriores:

No es imposible que haya habido más textos perdidos entreXyByXeY,pero su existencia es indemostrable. Si los hubo, su número sería reducido. Los textos perdidosXeYverían la luz muy probablemente en 1553, quizá en 1552, pero no en fecha más temprana. El lugar de la impresión deXnos es desconocido. Es posible que este texto estuviera impreso en caracteres góticos por lo que habría que descartar a Amberes y dirigir nuestra atención hacia las prensas españolas. Sí es seguro, en cambio, que no fue Nucio el primer impresor de la obra porque su sistema de puntuación difiere del utilizado enXeY.

II. FECHA DE COMPOSICIÓN

Pocas son las referencias históricas precisas que aparecen en elLazarillo.En una ocasión se alude a la desdichada campaña de los Gelves, que tuvo lugar en 1510; en otra, muy vagamente, al rey de Francia, que algunos críticos interpretan como referencia a la prisión de Francisco I —de febrero de 1525 a febrero de 1526— después de la batalla de Pavía; finalmente, la acción se cierra cuando el "victorioso emperador", Carlos V, celebró Cortes en Toledo, durante las cuales "se hicieron grandes [fiestas y] regocijos".

La crítica ha centrado su discusión en esta última referencia a las cortes de Toledo, puesto que la expedición a los Gelves es anterior y la alusión al rey de Francia poco concreta.[3]Carlos V celebró cortes en Toledo en dos ocasiones con anterioridad a la fecha de publicación delLazarillo:en 1525yen 1538-39. Como el anónimo autor prodiga las referencias a la edad desu personaje, es fácil trazar una cronología interna.[4]Según ésta, si Lázaro contaba ocho años al morir su padre en los Gelvesyunos veinticinco al concluir su narración, las cortes de Toledo no pueden ser otras que las celebradas en 1525. Como hubo, sin embargo, otra expedición a los Gelves, en 1520, dirigida por Hugo de Moneada, la cronología interna nos llevaría a las Cortes de 1538-39.[5]A esta última hipótesis se opone el que la expedición de 1520 no tuvo la importancia de la primera,[6]ni las Cortes de 1538-39 se celebraron con tanto festejo como las anteriores, porque Carlos V acababa de firmar la tregua de Niza poco favorable a los españolesyla emperatriz moría en Toledo al dar a luz un hijo muerto.[7]Estos últimos argumentos parecen los más sólidos para situar las Cortes en 1525, aunque, de hecho, cuando Lázaro cuenta ocho años su padre va a"ciertaarmada contra moros"; es su madre quien más adelante identificará esta armada con la campaña de los Gelves,yno sabemos si, en efecto, se trata de aquella "cierta armada" o, lo que esmás probable, dada la ironía que tiñe la presentación de los padres por parte del narrador, se alude a los Gelves para poner de relieve, ante el ciego, la 'honradez' y 'valentía' del padre, muerto no en una vulgar campaña, sino en una expedición que se había hecho proverbial.

Sin embargo, aun cuando tuviéramos la certeza de que las Cortes fueron las de 1525, este dato sólo nos confirmaría que elLazarilloes posterior a esta fecha, pero seguiríamos desconociendo cuándo se redactó la obra, pues el autor pudo retrasar a propósito la cronología de su relato.[8]Ante esta situación, la crítica ha acudido para fechar el libro a otros materiales, no siempre rigurosos, como son los basados en las corrientes intelectuales y preocupaciones sociales que se advierten en la obra. Así, por ejemplo, Manuel J. Asensio[9]considera que elLazarillodebió de escribirse antes de 1530, porque está íntimamente ligado a la espiritualidad valdesiana y sería, por tanto, obra de un autor de tendencia iluminista del grupo que se forjó en torno al viejo duque de Escalona, muerto en 1529 —y aludido quizá en el texto—. Otros eruditos, como Bataillon y Márquez Villanueva,[10]fechan la obra en años muy próximos a los de su impresión y se basan para ello, en primer lugar, en el cariz literario de la obra, que seencuentra en la misma perspectiva histórico—literaria que elClareoyFloriseade Núñez de Reinoso, elAbencerraje,elViaje de Turquía,elCrótalonyMeninayMora,todos ellos compuestos en la década de los cincuenta; y en segundo lugar en el peculiar ambiente social que refleja elLazarillo.Bataillon[11]ve en la obra un eco de la situación en que se encontraban los pobres vagabundos a raíz de la ley dada por el Consejo Real en 1540 y publicada en 1545. Esta ley "prohibía la mendicidad de quien no hubiera sido examinado por pobre, el ejercerla fuera de lugar de naturaleza y, aún entonces, sin llevar una cédula de sus curas que no se les daría sin previa confesión".[12]La promulgación de la citada ley dio origen a una interesante polémicaen la que intervienen fray Domingo de Soto y fray Juan de Robles con sendos opúsculos impresos en 1545.[13]Y aunque ya en 1518, en 1523 y en 1525 tomaron las Cortes acuerdos semejantes,[14]es en la década del 1540 a 1550 cuando vuelve a suscitarse de forma perentoria el triste estado en que se hallaban los mendigos. Comenta Márquez Villanueva:"En efecto, la lectura tanto de Soto como de Robles persuade por completo de que se trataba de medidas que se imponían por primera vez en aquellos años, única explicación delapasionamiento que suscitaban".[15]

Esta situación social justificaría plenamente la mención (p. 143) que se hace en elLazarillodel decreto dictado por el Ayuntamiento de Toledo, segúnelcual se prohibía la mendicidad a los pobres extranjeros; la alusión al "año estéril" (p. 143), que podría referirse, según Bataillon, a la sequía que asoló la provincia en 1543; y, sobre todo, la insistencia constante en la falta de caridad que todos muestran para con el pobre Lázaro.[16]Frases del tipo: "Tú, bellaco y gallofero eres. Busca, busca un amo a quien sirvas" (p. 129), que las gentes espetan a Lázaro cuando acaba de sanar de las heridas producidas por el clérigo, no harían sino reflejar literariamente lo que Soto exponía en laDeliberación en la causa de los pobres(Salamanca, 1545): "De más de esto, aunque sea un hombre sano y de fuerzas, por ventura no halla amo o no halla labor u oficio".[17]A esto, sin embargo, puede oponerse que ya en textos muy anteriores a 1545 se encuentran frases similares que, en modo alguno, podían hacer referencia a la citada ley. Así, por ejemplo, en la biografía de San Ignacio de Loyola se relata el siguiente episodio:

Llegado a Alcalá empezó a mendicaryvivir de limosna. Y después de allí a diez días que vivía desta manera, un día un clérigoyotros que con él estaban, viéndole pedir limosna se empezaron a reír de él y decirle algunas injurias como se suele hacer a estos que, siendo sanos, mendican.[18]

La estancia de san Ignacio en Alcalá ocurría precisamente en 1525, es decir, veinte años antes de que Soto publicara su opúsculo. La alusión alaño estériltampoco ofrece ninguna seguridad de quese refiera a la sequía de 1543;[19]y, en fin, las menciones constantes de la falta de caridad son propias de este tipo de narración en el que el protagonista, como él mismo anuncia en el prólogo, debe superar "las fortunas y adversidades" que le salen al paso. Difícilmente podría existir una obra como elLazarillosi los amos y gentes con que topa Lázaro fuesen caritativos.

Vemos, pues, que las tesis que parten de la ideología o de la situación social que se desprende del libro, aun cuando verosímiles, carecen de la solidez necesaria para ser aceptadas sin reservas, puesto que ninguno de sus argumentos permite fechar con absoluta seguridad elLazarillo.El único camino posible debe rastrearse fuera de la propia obra, en documentos o textos literarios que aludan a ella y cuya datación no admita ninguna duda. Hasta ahora los documentos guardan el más profundo silencio y las menciones a la obra o son posteriores a 1554, o muy inseguras. Tal sucede, por ejemplo, con la frase deLa Lozana andaluza(1529) en la que se nombra a un Lazarillo "el que cabalgó a su abuela", que se trata con seguridad de un personaje tradicional que poco tiene que ver con el protagonista de la novela. En fecha reciente he dado aconocer un libro de caballerías[20]—Baldo—impreso en 1542 que contiene, entre otras curiosidades, una autobiografía de un ladrón, Cíngar, nieto a su vez de ladrón e hijo de una mesonera, que huye de su casa a los doce años ysirve a un ciego durante cinco; a partir de ese punto la narración se centra en unos meses de su vida en los que se relatan numerosos robos y estafas. El relato se cierra con el arrepentimiento del protagonista que llegará a ser, por méritos propios, emperador. Es, por tanto, una autobiografía ejemplar —incluida en un relato en tercera persona, a imitación de Apuleyo, de quien proceden parte de los episodios—,[21]más cercana alGuzmánque alLazarillo.En el mencionado artículo intenté demostrar que elLazarillopodía haber servido de fuente al anónimo autor delBaldo,y que, por este motivo, debería datarse su composición con anterioridad a 1539. Sin embargo, ninguno de los argumentos que aduje es de por sí concluyente y se presta a interpretaciones distintas, puesto que las concordancias entre ambos textos pueden ser debidas a una misma tradición folklórica y literaria —elAsno de oro—de la que seaprovechan independientemente.[22]Sólo hay un caso en el que la relación no parece casual. Me refiero a la personificación "avara talega" que se corresponde con otra idéntica del Lazarillo, "avariento fardel" (p. 98), en una escena similar: un ciego guardando celosamente sus alimentos en una talega. Debo reconocer, no obstante, que la frase podía estar en una fuente común a ambos textos —aunque sea muy característica del estilo delLazarillo—,que incluso el influjo podía ser inverso —delBaldoalLazarillo—,o, sencillamente, que la lengua había adquirido en aquel tiempo una flexibilidad suficiente para que dos autores, con independencia, pudieran llegar a una misma personificación (esto último me parece, desde luego, más improbable). Otros intentos de demostrar la existencia de unLazarilloprimitivo, germen del que nosotros conocemos, han resultado igualmente infructuosos.[23]

A falta, pues, de un dato firme, lo más plausible —que no siempre se corresponde con la verdad— es fechar elLazarilloen años muy próximos a los de su impresión, quizá inmediatos, lo que explicaría la ausencia general de alusiones a la obra y encajaría mejor en la perspectiva literaria —desarrollo de la autobiografía novelesca y del coloquio erasmista y lucianescodel medio siglo.[24]

III. REALIDAD, FOLKLORE Y VEROSIMILITUD

Las novelas de caballerías, pastoriles—La Arcadia—y sentimentales situaban la acción de sus personajes en un espacio y en un tiempo poco precisos o muy alejados de la realidad española. ElLazarillo,en cambio, localiza su trama en un tiempo conocido por todos los lectores (Gelves, Cortes de Toledo, Carlos V), y en una geografía perfectamente especificada: Salamanca, Almorox, Escalona, Maqueda, Toledo. Para más detalles se alude al toro de piedra que presidía el puente de Salamanca, a la riqueza de vinos de la comarca de Almorox, a los soportales de Escalona, a la Costanilla de Valladolid y a varios lugares de la ciudad de Toledo que el autor demuestra conocer muy bien. Las vestiduras, las monedas, así como las costumbres peculiares de algunas zonas —comer cabezas de cordero los sábados en Toledo— no pasan inadvertidos al autor que guarda, con exquisito cuidado, la imitación de los tiempos y de las costumbres, precepto muy grato a los escritores renacentistas.

En cuanto a los personajes que intervienen en la narración, todos ellos son de sobras conocidos en la España del sigloXVI.Niños como Lázaro, huérfanos, que vagabundeaban mendigando limosna o sirviendo en calidad de mozos, eran, por desgracia, espectáculo tan cotidiano, que las gentes los contemplaban con absoluta indiferencia.[25]Ya hemos aludido, al tratar de la fecha, a los decretos de las Cortes que procuraban subsanar y reglamentar estas lamentables situaciones. En algunas localidades, como Navarra y Aragón o Valencia, se llegó a crear el oficio de "padre de huérfanos", cuya misión consistía en buscar amo a los niños que iban pidiendo limosna o devolverlos a los amos de quienes habían huido. Así, el "padre de huérfanos" debía irpor las "carnicerías, plazasylugares públicos de la ciudad por hallar a algunos que siendo sanosypudiendo servir a amo, se echan a la galloferíaycomen de los pobres";ytenía derecho,yobligación, de aplicarles diversas penas, más duras, sin duda, que las que recibe Lázaro:

Si el mozo o moza firmados con amo por el padre de los huérfanos viciosamente se saldrá de la casa, el dicho padre les puede dar de azotes o dejarlos atados a un poste según la edadyla cualidad de los tales,yhalos de hacer volver a servir... Ha de tener en su casa un par de azotes grandesydos o tres pares de vergas, un cepo grandeydos o tres pequeños en lugar donde los mozosymozas los puedan ver, con los cuales,yalguna vez con panyagua, han de ser castigados a arbitrio de buen padre.[26]

Encontrar amo no era, desde luego, tarea tan fácil como podría parecer —de hecho, Lázaro los halla, por necesidades novelescas, con relativa facilidad—. San Ignacio cuenta las dificultades que tuvo que superar para buscar amo(yno hallarlo):

Pasando algún tiempo en esta vida del hospital y de mendicar, y viendo que aprovechaba poco en letras, empezó a pensar qué haría;yviendo había algunos queservían en los colegios o algunos regentesytenían tiempo de estudiar, se determinó de buscar amo... Puso hartas diligencias por hallaramo; habló por una parte al bachiller Castroya un fraile de los cartujos que conocía muchos maestros,ya otros,ynuncafue posible le hallasen un amo.[27]

En vista de lo cual San Ignacio optó por ir a mendigar a Flandesya Inglaterra.

El mismo oficio de pregonero que alcanza Lázaro fue a parar con frecuencia a manos de vagabundosygente indeseable, por lo que el humanista Pedro de Valencia puede advertir:

También advierto que las demandas de ermitasycofradías y otros petitorios de limosnas no se den a hombres randas y sin lesión, sino a los que lícitamente pudieren mendigar. De pregoneros pueden servir los mancosylisiados.[28]

Desastres familiares como el sucedido a los padres de Lázaro eran también el pan de cada día. Eso le ocurre a San Juan de la Cruz y otro tanto a don Martín de Ayala, que sería más tarde arzobispo de Valencia. Véase, como ejemplo, un pasaje de la autobiografía de este último, de notables semejanzas con elLazarillo:

A los once años de mi edad, a mi padre le acaeció un desastre en una muerte de un pariente de mi madre, por lo cual y porque era hombre mal aplicado a la hacienda,ypor deudas que tenía y otros infortunios que le habían acaecido, hubo de dejar la tierra, y fuese a losYelbes cuando murió don García.[29]

Fugitivos, como el padre de don Martín, ladrones o desterrados como el de Lázaro, iban a engrosar la milicia que se hallaba plagada de tales individuos:

Cosa recia es que un rey y un emperador grande, delante de quien tiemblan los grandes señores, a quien obedescen tales las potencias de sus vasallos, venga a hacerse subjecto de los soldados, que los más dellos son mozos d'espuelas de sus criados, y otros eran acemileros, y muchos dellos fugitivos, malhechores, encartados, rufianes, desorejados.[30]

De entre todos los pobres eran quizá los ciegos quienes mantenían mayores privilegios. En puridad tenían el oficio de rezador de oraciones —tan criticado por los erasmistas—, que les permitía recorrer el país sin estar sujetos a las disposiciones que afectaban a los otros mendigos: "En su oficio era un águila; ciento y tantas oraciones sabía de coro", nos dice Lázaro de su amo. Véase, como muestra, este curioso contrato entre dos ciegos aragoneses fechado en 1570:

Eadem die, yo Joan Exeric, ciego natural de la villa de Maella, de grado, etc., me firmo y asiento por criado y aprendiz con vos, el honorable Pedro de Arellano, ciego habitante de Zaragoza para que me hayáis d'enseniar y de mostrar las oraciones que vos sabéis y yo podré deprender para poder rezar como lo hacéis vos y otros ciegosenesta ciudad de Zaragoza, por tiempo decuatro años de hoy adelante...[31]

El tipo de escudero, hidalgo y pobre, que huye de su lugar natal para salir de la penuria y mantener su honra, y acude a la gran ciudad, como catarribera, a la búsqueda de un grande generoso a quien servir, nos ha llegado a través de múltiples testimonios. Sin ir muy lejos, allí está la figura de don Alonso Enríquez de Guzmán, que, aunque menospreciador de escuderos, para poder subsistir tiene que efectuar las mil trapacerías, con tanta gracia y cinismo contadas en su autobiografía.[32]Bien significativas son las dos cartas que se incluyen, como modelos de epístolas de hidalgos, en elLibro de Cartas Mensajerasde Gaspar de Texeda.[33]Y no es casualidad que parte de la acción delLazarillotranscurra en Toledo, la más populosa ciudad —después de Sevilla— y que contaba con un mayor número de hidalgos, clérigos y frailes.[34]

El estamento clerical, que tan mal parado sale en la obra, presentaba en la realidad, como es sabido, una situación catastrófica. De hecho, todos los manuales de confesores y 'sumas' de casos de conciencia, y el mismo Concilio de Trento, fustigan los numerosos vicios de un estamento al que habían acudido a refugiarse justos y pecadores. Casos como el del fraile de la Merced que nos relata Lázaro, son niñerías en comparación con el histórico narrado por Gonzalo Fernández de Oviedo,[35]y clérigos amancebados, como el citado arcipreste, eran tan frecuentes, que la misma Santa Teresa no siente reparo en contarnos cómo uno de sus confesores "comenzó a declararme su perdición, y no era poca, porque había casi siete años que estaba en muy peligroso estado con afición y trato con una mujer del mesmolugar, y con esto, decía misa".[36]

Este aspecto mezquino de la realidad que aquí hemos señalado no podía pasar inadvertido a los ojos de muchos españoles y, menos aún, a los de un espíritu tanagudo y fino como muestra poseer elautor delLazarillo.Pero nos engañaríamos al creer que este escritor anónimo extrae sus materiales novelescos de la propia vida. En absoluto; la realidad le sirve de marco verosímil —no olvidemos el precepto aristotélico—, pero los episodios que se narran proceden de una muy fértil tradición folklórica. Hoy, gracias, sobre todo, a los estudios de Américo Castro, Bataillon, Maldonado de Guevara, María Rosa Lida y Fernando Lázaro,[37]conocemos a fondo este aspecto tan importante delLazarillo.

Ya hemos mencionado el texto deLa Lozana Andaluza(1529) que habla de un tradicional "Lazarillo, el que cabalgó a· su abuela". Otros ejemplos similares corroboran la existencia de un proverbial Lázaro, tan bobo,que pudo cabalgar a su abuela,[38]o pobre como el Lázaro bíblico. Timoneda en su adaptación de losMenaechmide Plauto (1559) nos dice de un criado que "es el más agudo rapaz del mundoyes hermano delLazarillo de Tormes,el que tuvo tresciento cincuenta amos". Y Sebastián de Horozco incluye en una pieza teatral el célebre episodio de la longaniza, haciendo protagonistas de la escena a un ciego y a Lazarillo.

Los engaños de niños a ciegos están desde antiguo bien documentados en el folklore europeo. Una historieta similar a la del hurto del vino gracias a una pajita ya es conocida en el sigloXIII, y la burla de la longaniza y el poste aún se mantenía vivaen la Andalucía del siglo XIX.[39]La facecia de "la casa lóbrega y oscura" que se relata por extenso en elTratado Terceroaparece en un cuento oriental del siglo XI. Chistes verbales como el de "manténgaos Dios" del mismo tratado, o la anécdota del clérigo que sólo come en los velatorios, se recogieron en algunos libros de facecias a que tan aficionados son los hombres del siglo XVI. En fin, el falso milagro que con tal habilidad pergeña el astuto buldero del Tratado Quinto es también tradicional, pero en este caso, el único, el anónimo autor utilizó, al parecer, una fuente culta (elNovellinode Massuecia).

Ya hemos visto, pues, que los personajes que atraviesan por las páginas del libro pertenecían a la realidad española, pero la tradición se los había apropiado para sí y había trazado con cuatro rasgos distintivos unas figuras esquemáticas, grotescas, cuyos perfiles aprovecha, con mano maestra, el autor. El ciego astuto y avaricioso, el clérigo miserable, el fraile mundano, el escudero pobre y roto, cargado de presunción, el echacuervo o mal buldero, el clérigo amancebado... todos ellos constituyen un modélico retablo de caricaturas que desfilan por multitud de textos antes de adquirir una forma, aún más precisa, en elLazarillo.[40]Esta realidad tradicional, esquematizadora de la otra, de la auténtica —de tintes más sombríos aún— es la que se refleja en elLazarillo.Realidad deformada por la tradición, magníficamente dispuesta en un marco real, exigido por los preceptos clásicos de la verosimilitud e imitación.

IV. LA FÓRMULA AUTOBIOGRÁFICA

Un lector que sin conocimiento de la obra comience a leer el prólogo se topará con la frase "Yo por bien tengo...", y seguirá leyendo distraídamente, convencidode que eseyoque abre el libro es el del anónimo autoryque el prólogo es uno de tantos exordios renacentistas, con todos los lugares comunes exigidos por la retórica. Sólo en las últimas líneas descubrirá que quien habla es el propio protagonista —"porque se tenga entera noticia demipersona"—, que la obra es, por tanto, o pretende ser, una autobiografía,yque el título del libro debe entenderse comoLa vida de Lazarillo de Tormes [contada por él mismo].Cuando dé fin a la obra comprenderá por qué no se especifica este dato en el títuloy,sobre todo, entenderá plenamente el sentido del prólogo.

ElLazarillose presenta, así, como una autobiografía real en la que autorypersonaje se identifican. Toda autobiografía es una narración retrospectiva: un pasado se cuentayjuzga desde el presente. En elLazarillo,sólo al llegar al último tratado alcanzaremos el presente del narrador. El protagonista, Lázaro, es sencillamente un pregonero de Toledo al que el desconocidoVuestra Mercedha escrito pidiéndole detalles sobre un determinado "caso" ("Y pues vuestra merced escribe se le escribayrelate elcasomuy por extenso, parescióme no tomalle por el medio, sino del principio, porque se tenga entera noticia de mi persona"). El "caso", como bien indicó Francisco Rico,[41]no es otro que el que se narra en el último tratado, es decir, la explicación de los rumores que circulan acerca de las posibles relaciones amorosas entre la mujer de Lázaro y el Arcipreste de la parroquia de San Salvador.

Existían, desde luego, distintos tipos de narraciones autobiográficas anteriores alLazarillo.[42]Los másparecidos son, sin duda, aquellos en que el propio autor se finge protagonista de distintos episodios fabulosos, como ocurre con elSpillde Jacme Roig o con una de las más célebresydifundidas novelas clásicas,el Asno de Orode Apuleyo, obra que con seguridad influyó en elLazarillo[43]Existían, además, las autobiografías reales, bien en forma de confesiones, como las de San Agustín, motivadas y compuestas a peticion de sus fieles para explicar su trayectoria espiritual; bien autobiografías de personajes ilustresyde soldados que quieren dejar constanciayejemplo de sus hechos, como sucede con la de Diego García de Paredes o la de Alonso Enríquez de Guzmán. En fin, otros tipos autobiográficos eran las cartas de relación,y,en general, toda clase de memoriales. La fórmula autobiográfica que utiliza el anónimo autor delLazarilloestá más próxima a estas últimas, porque laobra se presenta como una carta[44]("Vuestra Merced escribe se le escriba"). Ahondando en este punto, Fernando Lázaro Carreter ha podido dar con el modelo que inspira la ficción autobiográfica delLazarillo.Se trata de un tipo de cartas bastante frecuente en el Renacimiento —las cartas—coloquio—, de tono desenvueltoyconversacional, salpicadas de gracias (no siempre de buen gusto)yen las que a ruegos de un amigo se relataba uncasopersonal o falsamente personal, como hace, por ejemplo el médico Villalobos.[45]

No quiere decir esto que elLazarillosea una simple carta—coloquio, sino que el autor ha acudido a este género para justificar el relato autobiográfico del protagonista. Así, prólogoynarración se presentan con una unidad indestructible de interdependencia, que permite al autor llevar al extremo la teoría de la verosimilitud artística, al prolongar la ficción autobiográfica hasta el prólogo, hallazgo extraordinario que tan importante habrá de ser para la cabal inteligencia de la obra.

En las cartas-coloquio, a continuación de las fórmulas iniciales de saludoyjustificación de la epístola, se relata elcasosin más,yla carta se cierra con la típica despedida. ElLazarillo,como mal entendió el añadidor de Alcalá, podría haber concluido con la fórmula ("de lo que aquí adelante me sucediere avisaré a Vuestra Merced"),[46]pero recuérdese que el prólogo es a la vez brocheysello de la narración; que el relato es uncasosí, escrito a ruegos de un Vuestra Merced, pero también una autobiografía que, con carácter irónicamente ejemplar, está compuesta por su protagonista para que llegue a un público lector más numeroso, como advierte en el prólogo. Su estructura no puede ser, porque no lo es su intención, la de una simple carta-coloquio.

V.CONSTRUCCIÓN E INTERPRETACIÓN

Una autobiografía presenta una serie de limitaciones que una narración en tercera persona puede soslayarfácilmente. Su principal problema es el mantenimiento deldecorodel personaje. En una autobiografía real, la situación, aunque formalmente idéntica, es, de hecho, muy distinta. Todo biógrafo de sí mismo nos presentará su vida desde su punto de vista. No tiene otro. Lo que es viene determinado por lo que ha sido. Es un pasado visto desde un presente, pero ese presente es un resultado de aquel pasado. Hasta la aparición delLazarillo,las falsas autobiografías novelescas no habían mostrado especial preocupación por mantener ese decoro. Ni les era necesario, porque sólo les interesaba un momento de la vida de su personaje, el que llena la narración. Por ejemplo, Lucio, protagonista delAsno de Oro,relatará su prehistoria, pero lo hace sucintamente y para evitar el arranque abrupto; a él le interesa centrar su vida en un momento: la conversión en asno y su vuelta a su ser natural. Otro tanto podríamos decir de las autobiografías sentimentales. Se preocupan por el caso, no por sus antecedentes. Son lo más aproximado a una carta de relación de un determinado acontecimiento narrado por su protagonista: una batalla, una misión especial, una descripción de un lugar; o, sencillamente, en el terreno novelesco, lo que ocurre con las cartas—coloquio ya mencionadas: se relata elcaso,que es lo que importa.

ElLazarillova más lejos. Su autor no está interesado tanto por contar uncaso,como por presentarnos la trayectoria de una vida que desemboca en esecasofinal. En otras palabras, el autor delLazarillopretende remedar, verosímilmente, una autobiografía real con todas sus dificultades, y, entre ellas, la primera: guardar el decoro del personaje; mantener, por tanto, la visión que éste tenga de sí mismo y del mundo que le rodea. El autor, por motivos que más adelante discutiremos y que afectan a la interpretación de la obra, ha escogido como narrador de su vida a un pregonero de Toledo. Su relato, por consiguiente, debe mantener el decoro del personaje —su condición social, su visión del mundo—; de no hacerlo, la autobiografía resultaría inverosímil, carecería de sentido novelesco. Si el escritor no hubiera tenido interés en este punto, habría utilizado la narración en tercera persona, o bien se habría limitado a transponer sus pensamientos en los del personaje, a la manera deJacme Roig. Al escoger un protagonista de esa condición social, el esfuerzo que se impone el autor para mantener el decoro es extraordinario, porque su visión del mundo y la de su personaje presentan muy pocos puntos comunes.

En el prólogo, el pregonero Lázaro de Termes expone los motivos que le han inducido a escribir su vida desde el principio, no limitándose sólo al 'caso': para que se tenga entera noticia de su persona y "porque consideren los que heredaron nobles estados cuán poco se les debe, pues Fortuna fue con ellos parcial, y cuánto más hicieron los que, siéndoles contraria, con fuerza y maña remando, salieron a buen puerto". El lector, ante este aviso, esperaría encontrar una vida desarrollada por extenso, pero la realidad es otra: el grueso de la narración, casi un noventa por ciento de sus páginas, tiene como protagonista al niño Lázaro, en una edad comprendida entre los doce y los catorce años, más o menos; a partir de ese punto, el relato cambia de tono y se dirige con extraordinaria rapidez hacia su desenlace, elcasofinal que motiva la curiosidad del desconocido vuestra merced. Esta patente desproporción entre la intención del autor y su resultado no podía pasar inadvertida a la crítica, que ha intentado explicar y justificar este aparente o real fallo en la estructura del libro. Porque no se trata sólo de una desproporción; también se advierte de inmediato un cambio estructural en la misma parte central de la obra que tiene como protagonista a Lazarillo.

Tras rechazar algunasinterpretaciones psicológicas,[47]Fernando Lázaro Carreter, en un reciente estudio, hadesarrollado la tesis más convincenteycompleta de cuantas se han expuesto,yque resumo a continuación.[48]

Algunos capítulos delLazarillo,como yase había advertido desde Tarr,[49]presentan una fuerte construcción trabada provocada en primer lugar, por unas determinadas simetríasycontrastesy,en segundo lugar, por una clara gradación. Las simetríasylos contrastes se advierten, sobre todo, entre la presentación de los padresyel último tratado. Sí la madre de Lazarillo decide "arrimarse a los buenos para ser uno de ellos",yacaba amancebada con el negro Zaide, Lázaro también procurará "arrimarse a los buenos" y contraerá matrimonio con la manceba de un arcipreste; si el padre padece persecución por justiciaysangralos costales de harina, el hijo pregonará los delitosyacompañará a los que "padecen persecución por justicia",ysangraráel fardel del ciego, el arca del clérigo, o intentará hacerlo con la bolsa del hidalgo.

La gradación es aún más notable puesto que el servicio de los tres primeros amos no sólo es gradativo como conjunto, también es gradual el desarrollo de cada uno de esos episodios, aunque estén constituidos de forma diferente. El proceso del hambre que se inicia con el ciego, que adquiere una mayor tensión con el clérigo de Maqueda, culmina eneltratado del hidalgo, en el que el protagonista no sólo no puede robar comida a su amo, sino que debe, además, alimentarlo. Acabado este plan gradativo, la obra pierde unidad en los dos tratados siguientes, episodios desconectados del resto de la narración. El cuarto se relata en una docena delíneasy el quinto ni siquiera está protagonizado por Lazarillo. Sólo les une a los tres anteriores la dimensión temporal: entre el tratado tercero y el sexto transcurren sólo cuatro meses y ocho días. Ya en el sexto, en una veintena de líneas, Lázaro crece varios años hasta alcanzar la edad en que escribe su vida.

La crítica se había limitado a exponer estos hechos o a interpretarlos aisladamente. La originalidad de la tesis de Fernando Lázaro consiste en explicar el origen y el funcionamiento de los mismos. El autor delLazarilloacude, en efecto, al material folklórico para extraer anécdotas y facecias que el protagonista hace suyas. Pero no se limita a esto; también acude a la estructura del cuento tradicional para componer parte de la obra. Las simetrías, los contrastes, las profecías, numerosos motivos pertenecen a la morfología del cuento. La gradación de los tres amos iniciales en la que el primero es el más importante del terno, es asimismo de origen folklórico. De esta manera, la estructura muy trabada que advertimos al leer elLazarillo—a excepción de los Tratados Cuarto y Quinto—, es, sencillamente, una estructura propia del cuento tradicional. Esto, comoelpropio crítico señala oportunamente, no sería original. El mérito del autor de la obra es subordinar todos estos motivos y estructuras a un fin: la demostración de una tesis: "la verificación sarcástica de una tendencia de hábitos" y "la historia de un proceso 'educativo' que entrena el alma para el deshonor".[50]Sirva de ejemplo el'contraste'