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Henry Morgan (Llanrumney, Gales, Reino de Inglaterra, c. 1635 – Lawrencefield, Jamaica, 25 de agosto de 1688), o Sir Henry Morgan, fue un filibustero, gobernante y marinero galés. Hijo de un rico labrador, dejó su hogar para acabar residiendo en la isla de Jamaica, donde empezó a asociarse con otros filibusteros de la época, como Christopher Myngs y el neerlandés Eduard Mansvelt, de quien fue seguidor.En connivencia con los gobernadores jamaicanos, bajo autoridad británica, y en medio de diversas tensiones políticas con potencias de la época, emprendió varias campañas bélicas contra las posesiones españolas en la zona del mar Caribe. Realizó su primera operación a gran escala en 1668 al saquear la ciudad de Puerto Príncipe (actual Camagüey) en Cuba, y culminó con la atrevida acometida a la ciudad de Panamá en 1670. En este lugar, a pesar de tener las circunstancias en su contra al atravesar el istmo de Panamá a través de la selva, y con evidente desventaja de hombres y armamento, demostró sus dotes de mando al encabezar una banda de asaltantes hasta lograr la victoria.
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Veröffentlichungsjahr: 2017
Emilio Salgari
MORGAN
CAPÍTULO PRIMERO LA TRAICIÓN
CAPÍTULO II LOS NÁUFRAGOS
CAPÍTULO III EL HERIDO
CAPITULO IV EL JAGUAR
CAPÍTULO V OTRA NOCHE TERRIBLE
CAPÍTULO VI LA ISLA FLOTANTE
CAPITULO VII LA MARCHA NOCTURNA
CAPÍTULO VIII REAPARECE DON RAFAEL
CAPÍTULO IX EL RAPTO DE YOLANDA
CAPÍTULO X LA CORBETA ESPAÑOLA
CAPÍTULO XI UNA EMPRESA PELIGROSA
CAPÍTULO XII EL NOTARIO DE MARACAIBO
CAPÍTULO XIII EN LA AMÉRICA CENTRAL
CAPITULO XIV LA TRAICIÓN
CAPÍTULO XV ENTRE EL PLOMO Y EL FUEGO
CAPÍTULO XVI EL ASALTO A PANAMÁ
CAPÍTULO XVII LA MUERTE DEL CONDE DE MEDINA
Cuando despuntó el alba la nave no estaba todavía en condiciones de navegar. Los carpinteros habían trabajado sin tregua, pero aún no habían logra-do tapar por
completo la vía de agua abierta a proa, cuyas dimensiones ponían en serio peligro a la nave.
Tampoco el timón estaba terminado, así es que Morgan se veía obligado a esperar otras veinticuatro horas antes de alejarse de aquellos parajes que podían ser peligrosísimos, porque eran frecuentados por las naves españolas.
Durante la noche el velero, arrastrado por alguna corriente, se había acercado tanto a la costa venezolana, que a simple vista se la distinguía vagamente. Cuál era, ninguno lo sabía, porque ni aun el capitán español pudo dar información precisa, afirmando que hacía cuarenta y ocho horas que no podían tomar la altura a causa del huracán.
También el otro barco, abandona-do a sí mismo, había sido arrastrado hacia el sur durante la noche, y se le veía a una distancia de diez o doce millas, un poco inclinado sobre babor, pero flotante.
Morgan, que tenía prisa por ponerse a la vela y refugiarse en las Tortugas, y por saber si los otros barcos de la escuadra, que llevaban gran parte de las riquezas apresadas, se habían salvado, no había salido de la cala, donde animaba a los carpinteros.
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