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El autor de este libro no necesita presentación: Fidel Castro Ruz. Conocido en todos los continentes por su pensamiento político y su posición revolucionaria de tenaz e intransigente batallador por la justicia y la igualdad social; por su consagración a los ideales de independencia nacional y respeto a la soberanía y autodeterminación de los pueblos; por su postura antimperialista irreductible: por su afán y su accionar en el elevado propósito de lograr el ejercicio de todos los derechos humanos de la niñez, de las mujeres y hombre de todas las edades de nuestro país; por su obra en la construcción de la sociedad socialista cubana. Luchar contra la discriminación de la mujer fue tarea dura; hasta llegó a proclamarse un código de carácter moral, el Código de la Familia: la obligación para los hombres de compartir con las mujeres las tareas del hogar, la cocina, la atención a los hijos. Se avanzó mucho en ese terreno. Hoy las mujeres son ya por sí mismas un decisivo y prestigioso segmento de la sociedad, que constituye el 65 por ciento de la fuerza técnica y científica del país. Las mujeres se abren paso por sí mismas, son una fuerza abrumadora. Deseamos que este libro permita apreciar las vías y los medios que fueron configurando todo un basamento teórico-práctico muy propiamente cubano, a partir del pensamiento político de Fidel, y de los fundamentales aportes de Vilma en la teoría y en la práctica, en las distintas circunstancias que atravesó el proceso revolucionario. No puede obviarse que todo ello acontece en medio del impacto del bloqueo, las presiones, agresiones y hostigamientos durante sucesivas administraciones estadounidenses.
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Seitenzahl: 921
Veröffentlichungsjahr: 2024
Sinopsis
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Este libro ha sido elaborado por la Federación de Mujeres Cubanas y la Editorial de la Mujer, con la colaboración de la Oficina de Asuntos Históricos del Consejo de Estado.
Compilación: Yolanda Ferrer Gómez y Carolina Aguilar Ayerra
Edición y corrección: Editorial de la Mujer con la colaboración de Fernando Carr Parrúa
Diseño y emplane digital: Luis E. Mederos Antúnez
Composición de textos: Odalys Armenguer Estrada,
Teresa Martínez Martínez,
Yuselis González Chuy
Diseño de cubierta, interior y emplane digital: Luis E. Mederos Antúnez
Fotografía de cubierta: Ismael Francisco González Arceo
Edición digital y conversión a e-book: Grupo creativo de RUTH Casa Editorial
Segunda edición: Marzo de 2009
Sobre la presente edición
© Federación de Mujeres Cubanas, 2024
© Editorial de la Mujer, 2024
ISBN:9789597241652
Edición Especial para el 8vo. Congreso de la Federación de Mujeres Cubanas
Editorial de la Mujer
Galiano no. 264 e/ Neptuno y Concordia,
Centro Habana, La Habana, Cuba.
Apartado Postal: 2120.
Código Postal: 10200
Correo electrónico: [email protected]
Sitio web: www.mujeres.co.cu
Sinopsis
El autor de este libro no necesita presentación: Fidel Castro Ruz. Conocido en todos los continentes por su pensamiento político y su posición revolucionaria de tenaz e intransigente batallador por la justicia y la igualdad social; por su consagración a los ideales de independencia nacional y respeto a la soberanía y autodeterminación de los pueblos; por su postura antimperialista irreductible: por su afán y su accionar en el elevado propósito de lograr el ejercicio de todos los derechos humanos de la niñez, de las mujeres y hombre de todas las edades de nuestro país; por su obra en la construcción de la sociedad socialista cubana.
Luchar contra la discriminación de la mujer fue tarea dura; hasta llegó a proclamarse un código de carácter moral, el Código de la Familia: la obligación para los hombres de compartir con las mujeres las tareas del hogar, la cocina, la atención a los hijos. Se avanzó mucho en ese terreno.
Hoy las mujeres son ya por sí mismas un decisivo y prestigioso segmento de la sociedad, que constituye el 65 por ciento de la fuerza técnica y científica del país.
Las mujeres se abren paso por sí mismas, son una fuerza abrumadora.
Deseamos que este libro permita apreciar las vías y los medios que fueron configurando todo un basamento teórico-práctico muy propiamente cubano, a partir del pensamiento político de Fidel, y de los fundamentales aportes de Vilma en la teoría y en la práctica, en las distintas circunstancias que atravesó el proceso revolucionario. No puede obviarse que todo ello acontece en medio del impacto del bloqueo, las presiones, agresiones y hostigamientos durante sucesivas administraciones estadounidenses.
Índice
Sinopsis
Introducción
Capítulo I 1959-1974
ALOCUCIÓN AL PUEBLO DE CUBA,Santiago de Cuba,1ro. de enero de 1959, "Año de la Liberación" (Fragmento)
DISCURSO EN EL ACTO DE FUNDACIÓN DE LA FEDERACIÓN DE MUJERES CUBANAS,Teatro de la Central de Trabajadores de Cuba, La Habana, 23 de agosto de 1960,"Año de la Reforma Agraria" (Fragmentos)
DISCURSO EFECTUADO EN EL ACTO DE GRADUACIÓN EN CORTE Y COSTURA DE LAS PRIMERAS OCHOCIENTAS CAMPESINAS,La Habana, 31 de julio de 1961, "Año de la Educación" (Fragmentos)
DISCURSO ANTE COMPOSITORES MUSICALES PREMIADOS,27 de septiembre de 1961, "Año de la Educación" (Fragmentos)
DISCURSO EN LA GRADUACIÓN DE OCHO MIL ALUMNAS DE LA ESCUELA PARA CAMPESINAS "ANA BETANCOURT",11 de diciembre de 1961, "Año de la Educación" (Fragmentos)
CONCLUSIONES FORMULADAS EN LA MESA REDONDA SOBRE LOS CÍRCULOS INFANTILES, TRANSMITIDA POR LA TELEVISIÓN,15 de mayo de 1962, "Año de la Planificación" (Fragmentos)
DISCURSO EN EL I CONGRESO NACIONAL DE LA FEDERACIÓN DE MUJERES CUBANAS,La Habana, 1ro. de octubre de 1962, "Año de la Planificación" (Fragmentos)
DISCURSO EN LA GRADUACIÓN DE LA ESCUELA PARA CAMPESINAS "ANA BETANCOURT",Ciudad Deportiva, La Habana, 6 de diciembre de 1963, "Año de la Organización" (Fragmentos)
DISCURSO EN LA REUNIÓN CON LOS SECRETARIOS GENERALES DE LOS 25 SINDICATOS NACIONALES,Teatro de la Central de Trabajadores de Cuba, La Habana, 21 de enero de 1965, "Año de la Agricultura"(Fragmentos)
DISCURSO EN LA III PLENARIA NACIONAL DE LA FEDERACIÓN DE MUJERES CUBANAS,Isla de Pinos, 19 de febrero de 1965, "Año de la Agricultura" (Fragmentos)
DISCURSO EN LA V PLENARIA NACIONAL DE LA FEDERACIÓN DE MUJERES CUBANAS,Santa Clara, 9 de diciembre de 1966, "Año de la Solidaridad" (Fragmentos)
CLAUSURA DEL PRIMER CURSO DE OPERADORAS DE PICCOLINO,Cangrejera, La Habana, 30 de septiembre de 1968, "Año del Guerrillero Heroico" (Fragmento)
DISCURSO PRONUNCIADO EN EL X ANIVERSARIO DE LA FEDERACIÓN DE MUJERES CUBANAS,Teatro Charles Chaplin, La Habana, 23 de agosto de 1970, "Año de los Diez Millones" (Fragmentos)
DISCURSO DE CLAUSURA DEL XIII CONGRESO DE LA CENTRAL DE TRABAJADORES DE CUBA,Teatro de la CTC, La Habana, 15 de noviembre de 1973, "Año del XX Aniversario" (Fragmento)
DISCURSO DEL ACTO CENTRAL EN CONMEMORACIÓN DEL XXI ANIVERSARIO DEL ASALTO AL CUARTEL MONCADA,Matanzas, 26 de julio de 1974, "Año del XV Aniversario" (Fragmentos)
DISCURSO EN EL II CONGRESO DE LA FEDERACIÓN DE MUJERES CUBANAS,La Habana, 29 de noviembre de 1974, "Año del XV Aniversario" (Fragmentos)
Capítulo II 1975-2005
DISCURSO EN EL III CONGRESO DE LA FEDERACIÓN DE MUJERES CUBANAS,Teatro Karl Marx, La Habana, 8 de marzo de 1980, "Año del II Congreso" (Fragmentos)
DISCURSO EN EL IV CONGRESO DE LA FEDERACIÓN DE MUJERES CUBANAS,Teatro Karl Marx, La Habana, 8 de marzo de 1985, "Año del III Congreso" (Fragmentos)
DISCURSO EN EL ENCUENTRO CON LAS COMPAÑERAS DE LA PRIMERA BATERÍA ARTILLERA ANTIAÉREA DEL REGIMIENTO FEMENINO DE GUANTÁNAMO QUE PARTIÓ A CUMPLIR MISIÓN INTERNACIONALISTA EN ANGOLA,Palacio de la Revolución, La Habana, 24 de junio de 1988, "Año 30 de la Revolución" (Fragmentos)
DISCURSO EN EL V CONGRESO DE LA FEDERACIÓN DE MUJERES CUBANAS,Palacio de las Convenciones, La Habana, 7 de marzo de 1990, "Año 32 de la Revolución" (Fragmentos)
DISCURSO EN EL VI CONGRESO DE LA FEDERACIÓN DE MUJERES CUBANAS,Palacio de las Convenciones, La Habana, 3 de marzo de 1995, "Año del Centenario de la Caída en Combate de José Martí" (Fragmentos)
CARTA ENVIADA CON MOTIVO DEL DÍA INTERNACIONAL DE LA MUJER,La Habana, 8 de marzo de 1997,"Año del 30 Aniversario de la Caída en Combate del Guerrillero Heroico y sus Compañeros"
DISCURSO PRONUNCIADO EN LA ASAMBLEA NACIONAL DEL PODER POPULAR,Palacio de las Convenciones, La Habana, 24 de febrero de 1998, "Año del Aniversario 40 de las Batallas Decisivas de la Guerra de Liberación" (Fragmentos)
INTERVENCIÓN ESPECIAL EN EL ACTO POR EL DÍA INTERNACIONAL DE LA MUJER,Palacio de las Convenciones, La Habana, 8 de marzo de 2005, "Año de la Alternativa Bolivariana para las Américas" (Fragmentos)
Capítulo III En eventos internacionales 1963-1998
DISCURSO DE CLAUSURA ANTE EL CONGRESO DE MUJERES DE TODA AMÉRICA,La Habana, 15 de enero de 1963, "Año de la Organización"
DISCURSO ANTE LA CONCENTRACIÓN CELEBRADA CON LAS MUJERES CHILENAS EN EL ESTADIO SANTA LAURA,Santiago de Chile, 29 de noviembre de 1971, "Año de la Productividad"
DISCURSO EN LA CLAUSURA DEL ENCUENTRO SOBRE LA SITUACIÓN DE LA MUJER EN AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE HOY,La Habana, 7 de junio de 1985, "Año del III Congreso"
ENTREVISTA CONCEDIDA A LA PERIODISTA LOURDES ÁLVAREZ, DE EL DÍA, DE MÉXICO,La Habana, 8 de junio de 1985, "Año del III Congreso" (Fragmentos)
DISCURSO EN LA CLAUSURA DEL III ENCUENTRO CONTINENTAL DE MUJERES,La Habana, 7 de octubre de 1988, "Año 30 de la Revolución"
DISCURSO PRONUNCIADO EN LA CLAUSURA DEL ENCUENTRO INTERNACIONAL DE SOLIDARIDAD ENTRE MUJERES,Teatro Karl Marx, La Habana, 16 de abril de 1998, "Año del Aniversario 40 de las Batallas Decisivas de la Guerra de Liberación"
Introducción
La Revolución de las mujeres dentro de la Revolución Socialista en Cuba
El autor de este libro no necesita presentación: Fidel Castro Ruz. Conocido en todos los continentes por su pensamiento político y su posición revolucionaria de tenaz e intransigente batallador por la justicia y la igualdad social; por su consagración a los ideales de independencia nacional y respeto a la soberanía y autodeterminación de los pueblos; por su postura antimperialista irreductible; por su afán y su accionar en el elevado propósito de lograr el ejercicio de todos los derechos humanos de la niñez, de las mujeres y hombres de todas las edades en nuestro país; por su obra en la construcción de la sociedad socialista cubana.
Identificado por sus principios internacionalistas y solidaridad militante, ha sido consecuente siempre con su convicción de que "Patria es Humanidad", fiel cumplidor del histórico mandato bolivariano y martiano de luchar por la verdadera independencia y la integración de los pueblos de América Latina y el Caribe, optimista y confiado en que los seres humanos serán capaces de crear un mundo mejor.
Ha consagrado su vida a luchar contra el imperialismo estadounidense, a desentrañar su esencia fascista y sus rasgos predominantes en la etapa más peligrosa de la expansión capitalista. Con singular agudeza y acertadas predicciones ha estudiado y visibilizado, y ha desenmascarado, cada intención y cada estrategia que el imperialismo ha diseñado y aplicado para erigirse en amo del mundo.
Su valiente y apasionada defensa de las ideas socialistas y de sus más geniales exponentes: Marx,1 Engels2 y Lenin,3 y su permanente alineación con las causas justas, lo han hecho acreedor de fuertes y universales sentimientos de admiración, de guía para millones de mujeres y hombres que reconocen y comparten los sólidos y científicos argumentos de su discurso político.
Su capacidad de persuasión, constante labor educativa, permanente vinculación con las masas y sistemática preocupación por sus necesidades, criterios y expectativas; su seguridad en las potencialidades y sentimientos patrióticos de su pueblo, y su consagración absoluta al trabajo, a la Revolución, han construido una sólida relación de reciprocidad, pues, a su vez, el pueblo cubano lo identifica como su genuino dirigente, le ha hecho depositario de su cariño y confianza, ubicándolo en lugar cimero en su corazón.
La introducción de este libro, cuyo nombre responde a la síntesis de su tesis fundamental sobre las mujeres y el socialismo, solo aspira a esbozar un acercamiento a la relación dialéctica que existe entre su pensamiento y el avance social y político de las mujeres cubanas en los últimos 47 años, a la transformación de sus vidas y convicciones, al protagonismo en una de las más esforzadas y difíciles batallas por el desarrollo socioeconómico del país, en las condiciones materiales y subjetivas creadas desde 1959 hasta la fecha, en permanente enfrentamiento al enemigo. Fidel ha sido y es excepcional ideólogo e impulsor de las concepciones revolucionarias acerca del papel de la mujer en la sociedad y en la Historia.
El propósito de esta publicación es, igualmente, resaltar los conceptos más generales desarrollados por el político de mirada extensa y profunda sobre este aspecto esencial de la revolución social: la revolución de las mujeres dentro de la Revolución socialista.
Adentrarse en el estudio de estas bases requiere leer más de una vez los fragmentos de discursos que hemos seleccionado, pues el período de casi cinco décadas transcurridas resulta suficiente para validar y confirmar, en la vida misma, las predicciones y previsiones de Fidel, sus conceptos y reflexiones, sus acciones y su visión de futuro acerca del grupo social constituido por las mujeres, secularmente ignorado, invisibilizado, discriminado y hasta despreciado durante cinco siglos, en la Cuba colonial y neocolonial.
Desde su primera alocución al pueblo realizada en Santiago de Cuba el 1ro. de enero de 1959, dedicó un espacio a particularizar sobre las desventajas que afrontaban las cubanas y afirmó: "La mujer es un sector de nuestro país que necesita también ser redimido, porque es víctima de la discriminación en el trabajo y en muchos otros aspectos de la vida".4 En sus discursos posteriores, al referirse a la realidad social cubana, se demuestra obviamente la utilización en sus reflexiones, no solo de las categorías de clase y raza, sino la de género, aun cuando esta última no existía como tal, para evaluar justamente la condición y situación de las mujeres cubanas.
Puede apreciarse cómo en tiempos tempranos de la década de los sesenta, Fidel aborda temas de gran interés en la actual agenda de género. Asimismo, su inigualable sentido didáctico de cada criterio vertido, la claridad y riqueza de cada tema abordado con el propósito de persuadir sobre las justas reivindicaciones de las mujeres, de todos sus derechos, de la necesidad de eliminarobsoletos patrones culturales, prejuicios, creencias, conceptos, que entretejieron la trama social de la discriminación y la desigualdad y, sobre las ruinas de esos cimientos, introducir y diseminar las nuevas ideas de la igualdad social entre las mujeres y los hombres.
Para tal empresa de dimensión histórica resultó imprescindible impulsar, con la exacta medida del amplio y profundo alcance cultural, político y económico que ello implica, uno de los objetivos estratégicos de la Revolución, de los más complejos y multifacéticos: solucionar el problema de la discriminación y desigualdad de la mujer, para lo cual era preciso propiciar, paralelamente, la transformación de los patrones culturales de los hombres, de la sociedad en su conjunto y crear relaciones sociales diferentes. Fue necesario asumir y desarrollar la ardua tarea de romper arraigados esquemasmentales, derribar barreras sociales, culturales, psicológicas; abrir caminos y promover estilos nuevos de vida, diseñar políticas, crear mecanismos, instituciones y dedicar presupuestos para la construcción de la base material, proceso al cual se integraron activamente las destinatarias y máximas protagonistas de esta gesta para conquistar la justicia.
Todo ello, sin renunciar a un solo propósito esencial de la Revolución, en medio de un proceso radicalmente transformador colmado de luchas, enfrentado a grandes desafíos, sometido a un criminal bloqueo económico, comercial y financiero, impuesto por la potencia imperialista más poderosa.
El propio Fidel priorizó, dentro de la estrategia revolucionaria cubana, la decisión de librar la batalla por el pleno ejercicio de la igualdad de la mujer, y dijo: "Ya no se trata de una igualdad en abstracto, o de una lucha en abstracto por la igualdad; ya no se trata de una teoría, se trata de una realidad, y las realidades son más fuertes que las teorías, las realidades son más sólidas que las abstracciones".5
El impacto de la Revolución en la vida, en el pensamiento y en la forma de actuar de las mujeres cubanas, puede apreciarse a simple vista. Los programas y las políticas públicas adoptadas incentivaron su participación en el trabajo profesional, aceleraron el desarrollo de los niveles educacional, técnico y científico, propiciaron la independencia económica y la creciente incorporación a la política, al desempeño de responsabilidades de dirección. La promulgación de leyes que garantizan el ejercicio de la igualdad, junto con los antes mencionados progresos, ha proporcionado una extraordinaria experiencia a las mujeres cubanas que las ha potenciado como sujetos sociales, ciudadanas plenas, investidas de todos los derechos, dignificadas, reconocidas, poseedoras de las cualidades y conocimientos para encarar con seguridad el porvenir.
Sin lugar a dudas, la irrupción de la mujer al trabajo —concebida por Fidel como la vía fundamental de su liberación y factor irrenunciable para el desarrollo—, junto con los extraordinarios avances educacionales y culturales, constituyen premisas indispensables a fin de garantizar los derechos humanos y la justicia para las mujeres que, objetivamente, se han cumplido en Cuba, que califica hoy como un país con una fuerza laboral casi paritaria entre mujeres y hombres, una nación de dirigentes, técnicos y científicos altamente preparados, mujeres y hombres, lo cual demuestra un histórico salto de calidad en la batalla por la igualdad de derechos y oportunidades.
En 1966, en una reunión con la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) celebrada en la provincia de Villa Clara, nuestro Comandante en Jefe Fidel Castro reflexionaba acerca de los éxitos de la fuerza laboral femenina que trabajaba en los planes agrícolas productores de alimentos. Entonces acotó algunas reflexiones medulares que definen, incluso, una singularidad del proceso revolucionario cubano:
Cuando nosotros llegamos esta noche aquí, le dije a un compañero que este fenómeno de las mujeres en la Revolución, era una Revolución dentro de otra Revolución. Y si a nosotros nos preguntaran qué es lo más revolucionario que está haciendo la Revolución, responderíamos que lo más revolucionario que está haciendo la Revolución es precisamente esto; es decir, la Revolución que está teniendo lugar en las mujeres de nuestro país.6
Con irrebatibles argumentos y criterios novedosos vertidos en esa misma oportunidad, recalcaba la necesidad de librar una pelea a fondo contra seculares creencias acerca de los papeles tradicionales desempeñados por el hombre y la mujer, históricamente. Puntualizó la urgencia de desenmascarar cuánto tienen de hipocresía, de mito, de intencionalidad, todos los criterios encaminados a perpetuar viejos patrones culturales y a eternizar la ideología del sexo débil, sustento para legitimar la sumisión, mansedumbre y dependencia de la mujer.
Al evaluar los resultados obtenidos en los órdenes organizativo, productivo y de adelanto social, Fidel enfatizó:
[…] y esa es una de las grandes lecciones de que hablábamos anteriormente, una de las grandes enseñanzas, y tal vez una de las más grandes victorias contra prejuicios que tienen, no voy a decir años, ni siglos, sino prejuicios que tienen milenios; el prejuicio de considerar que las mujeres solo eran aptas para fregar, lavar, planchar, cocinar, limpiar la casa y tener hijos, el prejuicio milenario que situaba a la mujer dentro de la sociedad en un estrato inferior.7
Deseamos que este libro permita a lectoras y lectores apreciar las vías y los medios que fueron configurando todo un basamento teórico-práctico muy propiamente cubano, a partir del pensamiento político de Fidel, y de los fundamentales aportes de Vilma Espín Guillois,8 en la teoría y en la práctica, en las distintas circunstancias que atravesó el proceso revolucionario. No puede obviarse que todo ello acontece en medio del impacto del bloqueo, las presiones, agresiones y hostigamiento durante sucesivas administraciones estadounidenses, que aun cuando existan ciertas variaciones que distinguen a unas de otras, coinciden, en su objetivo fundamental de destruir a la Revolución, profundizar el criminal bloqueo económico, financieroy comercial y tratar, por todos los medios, de lograr su demencial e irrealizable idea de que Cuba retorne al pasado de esclavitud.
Afirmamos que la primera conclusión que salta a la vista con su lectura es el preclaro, multifacético y avanzado pensamiento del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, sobre la dimensión revolucionaria que asume la solución del problema de la mujer cuando se pretende crear una sociedad mejor. Al leer estos fragmentos y discursos se pone en evidencia el desarrollo de su pensamiento, la coherencia, continuidad y evolución de sus ideas en cada etapa del proceso.
Ningún jefe de Estado o líder político ha hecho planteamientos tan trascendentales y revolucionarios acerca de las causas y efectos de la discriminación y la desigualdad entre hombres y mujeres, y ha impulsado una obra tan consecuente con sus ideas, con la finalidad de asegurar a mujeres y hombres iguales oportunidades para ascender hacia la máxima dignidad humana.
Queda nítidamente expresada en la estrategia cubana trazada por Fidel el rumbo que siguió de enrolar a los oprimidos y explotados —en este caso oprimidas— para llevar a cabo, simultáneamente, las batallas por el desarrollo socioeconómico, junto con la que se libra en el campo de las ideas para borrar la herencia de una cultura que se edificó a través de todas las sociedades clasistas, desde la esclavitud, enraizándose en la conciencia social.
En esa dirección resalta la idea de las mujeres que manifestaron su decisión y voluntad de unirse en una sola organización de masas, como un camino revolucionario y democrático, como una forma organizativa cuya legitimidad es avalada por el tiempo y la praxis social. Unirse para luchar con todas y para el bien de todas, parafraseando a Martí,9 marca para la Federación de Mujeres Cubanas tres rasgos que desde entonces la identifican: unidad, autenticidad y apoyo irrestricto a la Revolución.
En el programa de acción de la FMC se define el objetivo fundamental de diseñar y llevar por todos los medios la lucha por transformar los patrones culturales, los conceptos tradicionales sobre los papeles sociales y familiares de las mujeres y los hombres; la labor política ideológica para difundir las ideas de igualdad y su implicación social; y, al mismo tiempo, esclarecer que no se trata de una lucha de sexos, sino de la formación de seres humanos nuevos, hombres y mujeres más cultos, libres, democráticos, solidarios, amantes de la justicia.
Para el movimiento revolucionario de las mujeres cubanas y su organización de masas —la Federación de Mujeres Cubanas— cada uno de estos discursos pronunciados por Fidel, generalmente, ha sido precedido por momentos de reflexiones, evaluaciones, estudios, análisis, y otros posteriores de proyecciones, diseños de políticas, estructuración de mecanismos, elaboración de programas e implementación de acciones que, de manera ininterrumpida, gestaron un proceso dirigido a promover el adelanto de las mujeres cubanas.
Cuando expresamos "adelanto" no solo nos remitimos a lo que esas acciones representan para el desarrollo del país y la defensa de la Revolución, sino, fundamentalmente, a la toma de conciencia de sus posibilidades y la elevación de su autoestima, al encuentro con los conocimientos sobre su papel social y familiar.
Muy estrechos son los vínculos entre Fidel y la Federación, con sus más de cuatro millones de afiliadas. Así, la FMC ha recibido su atención directa y prioritaria, su oportuno consejo y visionaria mirada, que, indudablemente, han cristalizado en reveladores índices de participación, y en los altos niveles de preparación técnica, científica, profesional y cultural de las cubanas.
Los congresos, aniversarios y otras fechas significativas han servido a Fidel para llegar hasta las causas más profundas de cada tema relacionado con las luchas por la igualdad, ya sean inherentes a las condiciones materiales o la subjetividad, desde los presupuestos teóricos hasta la vida cotidiana. En su intervención en el II Congreso afirmó:
Ustedes a veces dicen que han aprendido de nosotros, pero la realidad es que es mucho más lo que aprendemos del pueblo, lo que aprendemos de las masas. Porque siempre renuevan y fortifican nuestra confianza, nuestra fe, nuestro entusiasmo revolucionario. Ustedes nos ayudan a educarnos a nosotros. Y cuando digo nosotros, lo digo no solo como dirigente del Partido, lo digo también como hombre. Nos ayudan a todos, a todos los revolucionarios, a tomar más clara conciencia de estos problemas. Y ayudan al Partido y ayudan a los dirigentes de la Revolución; un Partido donde hay un porcentaje altísimo de hombres en la dirección.10
El Jefe de la Revolución ha afirmado que las mujeres nunca lo han defraudado, y las mujeres conocen y valoran sus concepciones y saben que en todas las circunstancias, desde las luchas estudiantiles universitarias, hasta el Moncada, la clandestinidad y la Sierra, y hasta este primer lustro del siglo XXI, siempre han contado con su respeto, confianza y comprensión, como uno de los más firmes y consecuentes defensores de los derechos de las mujeres.
Presentamos en este libro la agrupación de los discursos en tres capítulos: el primero abarca desde el triunfo de la Revolución hasta 1974, año en que tuvo lugar el II Congreso de la FMC. El segundo comienza en 1975 y concluye en marzo de 2005. A partir de 1990 tiene lugar un momento excepcional para la Revolución: la desintegración de la URSS y de la comunidad de países socialistas de Europa del Este.
Precisamente, cuando acontece el V Congreso de la FMC, Fidel alerta acerca de los peligros de este suceso negativo para las fuerzas revolucionarias de todo el mundo y, especialmente, del impacto económico y político para nuestro país. Fidel anunció el comienzo del "Período Especial en Tiempo de Paz", como le llama a la difícil etapa vivida por el pueblo cubano en circunstancias internacionales de grave peligro, al producirse en la práctica un doble bloqueo: el establecido desde hace más de cuarenta años por el imperialismo estadounidense y las secuelas de la pérdida de los socios económicos y comerciales más consecuentes.
Concluye el libro con un último capítulo de discursos ordenados cronológicamente, que abordan un mismo tema: Las mujeres de nuestra región y la situación de los países de América Latina y el Caribe.
Como se comprenderá perfectamente, los tres capítulos fueron escogidos por consideraciones de mayor relevancia que la de una fecha determinada.
Al llegar al Congreso de 1974, ya había tenido lugar un fenómeno masivo, sin precedentes en la vieja y caduca sociedad, que podría definirse, como ha dicho Vilma, en una palabra: participación. Las mujeres, convocadas por Fidel y por su Federación, irrumpieron en la vida pública, impulsadas por el afán de contribuir, de brindar su trabajo voluntario para hacer, también ellas, la Revolución, decididas a no quedarse atrás. Fueron los años duros de convencer a los hombres, y a ellas mismas, de que las mujeres no eran seres de segunda categoría; que podían y debían ocupar su lugar y empuñar las armas para no permitir que les arrebataran las conquistas. Fueron los años en que se incorporaron voluntarias al surco y a la fábrica, los de sumarse masivamente a la vida económica; la etapa en que se enaltecieron, en que demostraron de cuánto eran capaces y ganaron el respeto de la sociedad.
Ya estaban plasmadas las cuestiones esenciales de la agenda política para erradicar la discriminación y la desigualdad. Leyes, políticas públicas, programas, planes de acción, mecanismos, presupuestos, niveles de empleo y educación, salud de la mujer, garantía de los derechos reproductivos y sexuales, acceso a cargos de dirección, igualdad en la familia y en la sociedad, fueron tratados, exhaustivamente, en este evento.
En el Código de Familia11 —elaborado en su tiempo con un profundo enfoque de género— se abordaban los conceptos que debían regir las relaciones entre hombres y mujeres en la vida privada. Fueron los primeros 15 años de magisterio de la Revolución los que dieron inicio a la evolución, a la transformación de las formas de pensar y actuar.
Cuando las cubanas llegamos a México a la Primera Conferencia Mundial de las Naciones Unidas sobre la Mujer, de 1975, las metas que allí se trazaron ya eran conquistas en nuestro país. La lucha por transformar los patrones culturales, reconceptualizar los roles de género tradicionales; la creación de las condiciones materiales y subjetivas llevaba ya tres lustros, y anunciaba el inicio de una etapa de nivel superior en las aspiraciones y expectativas de las mujeres.
Los 15 años siguientes se iniciaron con un evento trascendental, el I Congreso del Partido en 1975, que dedicó una de sus comisiones y resoluciones a evaluar la marcha de la batalla por la igualdad y trazar las proyecciones futuras. Se retomaron las tesis y resoluciones de los congresos de la Federación y se hicieron planteamientos muy avanzados que marcaron un hito en la política a seguir.
Los conceptos de lo femenino y lo masculino marcados por la tradición, continuaron evolucionando en esta etapa, en la que se profundizó en el debate ideológico para lograr cambios fundamentales en la familia, en la distribución de deberes y el ejercicio de los derechos en su seno, en la erradicación de criterios diferentes predominantes en la sociedad, al evaluar los llamados "problemas morales", cuando se trataba de un hombre o de una mujer, en el reconocimiento al valor social del trabajo doméstico.
El enfrentamiento a toda manifestación de discriminación, la batalla por la promoción de la mujer a responsabilidades de dirección en la vida económica, política y social, y la adopción de nuevas leyes, marcaron esta etapa de nuevos avances.
En sus discursos de clausura del III Congreso, en 1980, y IV Congreso de la FMC, en 1985, Fidel realizó profundas reflexiones que nuestros lectores y lectoras podrán valorar. En cada uno de estos eventos se produjeron enriquecedores debates entre las federadas y los ministros, jefes de organismos y otros dirigentes de la Revolución, en los que nuestro Comandante en Jefe fue marcando pautas.
El V Congreso de la FMC, en 1990, como expresamos anteriormente, da inicio a una época extremadamente difícil. En las mujeres y su organización, el efecto de estos graves sucesos se manifestó con la interrupción del curso normal de nuestro quehacer y trazó una línea divisoria imaginaria, y a la vez real, en un período de treinta años de obras a favor de la igualdad, en el que se habían alcanzado los más elevados índices de participación, demostrativos de la situación concreta del cambio.
En el empleo el número de trabajadoras había crecido siete veces: de doscientas mil, en 1959, a un millón cuatrocientas mil, en 1990. Más de la cuarta parte de los dirigentes políticos y administrativos en ese año eran mujeres, un indicador que partió, prácticamente, de cero en los días iniciales del proceso revolucionario. Entre los técnicos de nivel medio superior se alcanzó un 58,3 % de participación femenina, y se presentaba ya un quinquenio de prevalencia de la feminización de la fuerza calificada del país. La membresía de la Federación se elevó en treinta años a más de tres millones y medio de afiliadas, y miles de dirigentes profesionales se prepararon en la labor política y social que construyó un movimiento de mujeres organizado, fuerte y revolucionario.
Ciertamente, los momentos y acontecimientos seleccionados como hitos en los discursos pronunciados por Fidel, y las tres etapas definidas, pueden contribuir a hacer análisis comparativos y, objetivamente, constatar desde lo cuantitativo y cualitativo la marcha ascendente y el adelanto de las cubanas.
Ninguna definición puede resultar más elocuente para caracterizar el Período Especial de Tiempo de Paz que la pronunciada por Fidel en nuestro V Congreso:
Para esta generación de cubanos [...] es un enorme privilegio ser testigo de esta época, ser protagonista de este momento de la historia de nuestra Patria. Les aseguro a ustedes que este momento es más importante que cualquiera que haya vivido nuestro país en cualquier época anterior.
Haya o no haya guerra, haya o no Período Especial, este momento es el más importante de la historia de nuestro país y uno de los más importantes del mundo, en que se decide si todas las banderas revolucionarias se pliegan y si una gigantesca ola contrarrevolucionaria se apodera del mundo por un período prolongado de tiempo, o se lucha, se resiste, y se da el ejemplo y hacemos lo que hay que hacer. Y nosotros podemos sostener esas banderas, podemos defenderlas, en cualquier circunstancia, con guerra o sin guerra, con Período Especial o sin Período Especial.
[...] en la guerra, resistir es la victoria; pero también en la paz y en Período Especial en Tiempo de Paz, resistir es la victoria.12
Esta filosofía, este camino y esta estrategia han conducido los derroteros de las mujeres, del pueblo cubano, desde 1990, en que las mujeres han escrito una gloriosa página de su historia, de su firmeza, de su fidelidad a la Patria, a la Revolución.
Pese a los avatares, el balance es positivo, los indicadores de empleo femenino, educación de la mujer, salud, crecimiento de la afiliación, preparación de las dirigentes profesionales, acceso a cargos de niveles decisorios, han ascendido en todos los casos. En Cuba no hubo regreso de las mujeres al hogar.
El Período Especial ha sido también un momento de revalorización del trabajo doméstico y de reconceptualización de los roles de género. Realmente se ha producido un redimensionamiento del papel de la familia y la división del trabajo en su interior, a partir del lugar decisivo que ocupan las mujeres en todas las actividades y niveles de acción de la vida nacional. La muralla aprisionante entre los ámbitos público y privado ha sido derribada inexorablemente. "Lo cotidiano es político", fue probado con creces en tiempos en que resistir y vencer se convirtió en estrategia colectiva, en acciones vitales, tanto en la sociedad como en la familia.
El mensaje enviado por Fidel a las mujeres el 8 de marzo de 1997, expresa su opinión y reconoce el valor de este movimiento social indetenible:
[...] sin la mujer la obra ingente de la Revolución no habría sido posible. A lo largo de estos años difíciles, no ha habido tarea económica, social y política, no ha habido logro científico, cultural y deportivo, no ha habido aporte a la defensa de nuestro pueblo y de la soberanía de nuestra Patria, que no haya contado con la presencia invariablemente entusiasta y patriótica de la mujer cubana.
Nadie como ella ha hecho los mayores sacrificios en el Período Especial que estamos aún viviendo, ni se ha empinado tanto hasta convertir en hazaña el esfuerzo cotidiano.13
Ocho años después, el 8 de marzo de 2005, nuestro Comandante en Jefe pidió reunirse con las mujeres e hizo importantes reflexiones que dieron inicio a la Revolución Energética en Cuba. Afirmó en esa ocasión que comenzábamos de dejar atrás el Período Especial. ¡Cuántos logros hemos alcanzado desde entonces!
Nos emocionan sus palabras cuando ese día expresó: [...] la mujer ha dignificado a la Revolución y la ha llevado a los más altos sitiales que proceso alguno en esta época haya alcanzado.14
Finalmente compartimos con los lectores y lectoras algunas conclusiones que en nuestro criterio constituyen elementos fundamentales para arribar a una concepción cubana sobre la igualdad de género en nuestras condiciones y experiencia particular:
1. Junto al hecho histórico y trascendental del triunfo de una Revolución verdadera, la concepción teórico-política de Fidel acerca del problema de la mujer en la sociedad y su inclusión como objetivo priorizado dentro del programa revolucionario, actuó como disparador del proceso de lucha por el ejercicio pleno de la igualdad de derechos, de oportunidades y posibilidades.
Desde el primer momento demostró que las mujeres afrontaban situaciones comunes con los demás oprimidos, pero que por el único hecho de serlo tenían una situación de mayor desventaja social, lo cual dio fundamento a programas específicos dirigidos a la población femenina de mayor atraso y marginación social.
2. El papel desempeñado por las cubanas en la lucha por la segunda y definitiva independencia demostró que las mujeres eran capaces de realizar las más riesgosas misiones, desde las audaces y responsables acciones en el clandestinaje urbano, hasta combatir valerosamente empuñando las armas, a la par de los hombres, en la guerra revolucionaria librada por el Ejército Rebelde en la Sierra Maestra.
3. El papel de Vilma Espín Guillois, figura legendaria de la clandestinidad y la Sierra, su prestigio y autoridad, inteligencia, valentía, cultura e ideas revolucionarias propiciaron que después del triunfo, mujeres de todo el país le expresaran la decisión de participar y defender la Revolución. Vilma impulsa y dirige la creación de la Federación, acción en la que demuestra su talento político, al desarrollar fiel y creativamente las ideas de Fidel sobre la justicia y la igualdad. Desempeña un rol esencial en forjar la unidad de las mujeres.
Fundamentales son sus aportes en la teoría y en la práctica a la ideología revolucionaria y al avance de la conciencia social en todo lo concerniente a la igualdad de género. Contar con su dirección y orientación; con su permanente labor educativa, transformadora de las formas de pensar y actuar de hombres y mujeres; y con su tenaz defensa de los derechos y deberes de las cubanas, ha sido factor decisivo para desencadenar este poderoso movimiento social.
4. La batalla se encauzó a partir del reconocimiento de que la inmensa mayoría de las mujeres cubanas estaban sometidas a alguno o a todos los sistemas de opresión: la clase, el sexo y la raza, y que afrontaban mayores desventajas por el solo hecho de ser mujeres.
5. En la experiencia cubana se demuestra que la desaparición del capitalismo no implica la desaparición automática de la discriminación de género, lo que confirma la necesidad de impulsar la Revolución de las mujeres dentro de la Revolución socialista, a través de un proceso cultural, social, educativo y político, dirigido a lograr la plena participación de la mujer, reconceptualizar los roles enseñados y asumidos, borrar las ancestrales barreras culturales, económicas, ideológicas y psicológicas, que excluyeron a las mujeres del ámbito público y crear las bases para el ejercicio de todos sus derechos humanos.
6. Desde un principio, se reconoció el potencial revolucionario y creativo que hay en las mujeres como fuerza decisiva de la Revolución y su derecho a obtener iguales posibilidades y oportunidades para el despliegue de su personalidad, para su plena realización como seres humanos.
7. La experiencia cubana enseña que la creación de una organización de masas por voluntad y decisión de las mujeres revolucionarias, ha constituido factor decisivo para la unidad, para movilizarlas, elevar su nivel político, ideológico y cultural, creándoles conciencia de sus posibilidades y capacidades, impulsándolas y preparándolas para participar, activamente, en la obra de la Revolución y para defenderla a cualquier precio. La Federación ha luchado en cada territorio por el adelanto de las mujeres, por sus derechos, trazando estrategias y planes, educando, influyendo en toda la población, evaluando el camino, marcando pautas, exigiendo a organismos e instituciones que se cumpla la política trazada, actuando como conciencia crítica en el seno de la sociedad, exigiendo para hacer cumplir los planes y programas para el logro de la igualdad de género.
Ha propuesto legislaciones y modificaciones a leyes, ha trabajado con los órganos de la Administración Central del Estado, con las organizaciones de masas, con los medios de difusión. Ha librado batalla tras batalla, encabezando la Revolución de las mujeres dentro de la Revolución socialista.
8. En nuestro país se ha impulsado y logrado imprescindible coherencia entre la concepción del problema y la voluntad política de solucionarlo, a través del diseño y aplicación de políticas, estrategias, mecanismos, recursos y acciones para hacer realidad el propósito de construir una sociedad de iguales, eliminando toda forma de discriminación y creándose, en la medida de las posibilidades, condiciones materiales, culturales e institucionales capaces de articular teoría y práctica.
9. En Cuba, la lucha por la igualdad de derechos y oportunidades es una batalla que libran juntos las mujeres y los hombres; es tarea de toda la sociedad. La máxima martiana de que el mejoramiento humano es el paradigma de nuestra Revolución, ha orientado la educación y formación de mujeres y hombres mejores, más cultos, más plenos, más justos y solidarios. Nuestra historia confirma que jamás vimos este proceso como una lucha entre los sexos, sino como un combate colectivo por la transformación más profunda de la sociedad humana.
10. En la historia de las luchas de las mujeres cubanas se comprueba que en un país subdesarrollado y dependiente, como lo fue el nuestro, la independencia nacional y la liberación de la mujer constituyen partes indivisibles de un mismo proceso revolucionario, que asume como uno de sus objetivos fundamentales la eliminación de toda forma de opresión y discriminación. Es imposible la liberación social sin la liberación de la condición de colonia o neocolonia.
A 47 años del triunfo de la Revolución se demuestra que cada logro de las mujeres cubanas ha sido posible por la obra de la Revolución, por la dirección certera y las enseñanzas de Fidel y de Vilma, por el papel del Partido, que ha impulsado la batalla, por el trabajo ininterrumpido, audaz y profundo, de la Federación de Mujeres Cubanas y, ante todo, por la voluntad, la inteligencia, las cualidades, los méritos, la firmeza y el espíritu patriótico, que caracterizan a la población femenina de nuestro país.
Hemos avanzado y continuamos adelante para lograr lo que Fidel planteó como objetivo esencial en 1974: "Tiene que llegar el día en que tengamos un Partido de hombres y mujeres, y una dirección de hombres y mujeres, y un Gobierno de hombres y mujeres. Y creo que todos los compañeros están conscientes de que esa es una necesidad de la Revolución, de la sociedad y de la Historia".15
Esperamos que esta recopilación contribuya a los estudios de género en Cuba y aporte elementos acerca de la política trazada durante estos hermosos años de Revolución para el logro de la igualdad. Las mujeres han estado en el centro de la batalla por una sociedad justa, como protagonistas y beneficiarias. Es cierto que persisten prejuicios discriminatorios, actitudes machistas, pero las transformaciones demuestran un salto histórico trascendental en la conciencia y en la acción de mujeres y hombres. La obra es extraordinaria y los retos son grandes. Sabemos que, como afirmara Fidel en su histórico discurso al clausurar el II Congreso de la FMC: [...] cuando se juzgue a nuestra Revolución en los años futuros, una de las cuestiones por las cuales nos juzgarán será la forma en que hayamos resuelto en nuestra sociedad y en nuestra Patria los problemas de la mujer, aunque se trate de uno de los problemas de la Revolución que requieran más tenacidad, más firmeza, más constancia y más esfuerzo.16
Nada mejor para expresar los sentimientos de las mujeres cubanas que las palabras de Vilma en el XX Aniversario de la FMC en 1980:
¡Gracias Fidel por tu trabajo incansable, por tu ejemplo, por tu sabia conducción de nuestra Revolución victoriosa, por tu aporte al futuro de la humanidad, al socialismo!
Es una dicha extraordinaria tenerte al frente de nuestro pueblo, de nuestro glorioso Partido, dirigiendo las batallas que hemos de librar para cumplir cada uno de los objetivos trazados.
Yolanda Ferrer Gómez.17
Carolina Aguilar Ayerra.18
Capítulo I 1959-1974
ALOCUCIÓN AL PUEBLO DE CUBA,
Santiago de Cuba,
1ro. de enero de 1959, "Año de la Liberación" (Fragmento)
Santiagueros:
Compatriotas de toda Cuba:
[...] Temporalmente, la tarea de los fusiles ha cesado. Los fusiles se guardarán donde estén al alcance de los hombres que tendrán el deber de defender nuestra soberanía y nuestros derechos.
Pero cuando nuestro pueblo se vea amenazado, no pelearán solo los treinta mil o cuarenta mil miembros de las Fuerzas Armadas, sino pelearán los trescientos mil o cuatrocientos mil, o quinientos mil cubanos, hombres y mujeres que aquí pueden coger las armas. Habrá las armas necesarias para que aquí se arme todo el que quiera combatir cuando llegue la hora de defender nuestra soberanía. Porque está demostrado que no solo pelean los hombres, sino pelean las mujeres también en Cuba, y la mejor prueba es el Pelotón Mariana Grajales,19 que tanto se distinguió en numerosos combates. Y las mujeres son tan excelentes soldados como nuestros mejores soldados hombres.
Yo quería demostrar que las mujeres podían ser buenos soldados. Al principio la idea me costó mucho trabajo, porque existían muchos prejuicios y había hombres que decían que cómo mientras hubiera un hombre con una escopeta se le iba a dar un fusil a una mujer. ¿Y por qué no?
Y yo quería demostrar que las mujeres podían ser tan buenos soldados y que existían muchos prejuicios con relación a la mujer, y que la mujer es un sector de nuestro país que necesita también ser redimido, porque es víctima de la discriminación en el trabajo y en otros muchos aspectos de la vida.
Organizamos las unidades de mujeres, que demostraron que las mujeres pueden pelear, y cuando en un pueblo pelean los hombres y pueden pelear las mujeres, ese pueblo es invencible.
Mantendremos organizadas las milicias o la reserva de combatientes femeninas y las mantendremos entrenadas, todas voluntarias. Y estas jóvenes que hoy veo con los vestidos negro y rojo, del 26 de Julio, yo aspiro a que aprendan también a manejar las armas.
Y esta Revolución, compatriotas, que se ha hecho con tanto sacrificio, ¡nuestra Revolución, la Revolución del pueblo, es ya hermosa e indestructible realidad! ¡Cuánto motivo de fundado orgullo, cuánto motivo de sincera alegría y esperanzas para todo nuestro pueblo! Yo sé que no es aquí solo, en Santiago de Cuba; es desde la punta de Maisí hasta el cabo de San Antonio.20
Ardo en esperanzas de ver al pueblo a lo largo de nuestro recorrido hasta la capital, porque sé que es la misma esperanza, la misma fe de un pueblo entero que se ha levantado, que soportó paciente todos los sacrificios, que no le importó el hambre; que cuando dimos permiso tres días para que se restablecieran las comunicaciones, para que no pasara hambre, todo el mundo protestó, porque lo que querían era lograr la victoria costara lo que costara. Y este pueblo bien merece todo un destino mejor, bien merece alcanzar la felicidad que no ha logrado en sus 50 años de República; bien merece convertirse en uno de los primeros pueblos del mundo, por su inteligencia, por su valor, por su espíritu.
DISCURSO EN EL ACTO DE FUNDACIÓN DE LA FEDERACIÓN DE MUJERES CUBANAS,
Teatro de la Central de Trabajadores de Cuba, La Habana, 23 de agosto de 1960,
"Año de la Reforma Agraria" (Fragmentos)
Compañeras de la Federación de Mujeres Cubanas:
En este salón se han efectuado muchas reuniones. Este es el Teatro de los Trabajadores y aquí hemos tenido muchos actos en esta Revolución de los trabajadores y de los campesinos, pero a pesar del entusiasmo que siempre ha reinado en todas las ocasiones, siempre que se han reunido los obreros, pocas veces se ha respirado aquí un aire de tanto optimismo, de tanta alegría, de tanto espíritu combativo. Y es que se viene a demostrar en este caso de hoy algo que se había venido observando en todas las reuniones públicas, y es el extraordinario espíritu revolucionario de las mujeres cubanas.
La Revolución tiene, sin duda alguna, en el sector femenino de nuestra población, un respaldo muy grande. Por eso, desde los primeros instantes se observaron una serie de actividades con la participación activa de la mujer cubana. No era nada nuevo para nuestro país. Nuestro país puede sentirse afortunado en muchas cosas, pero entre ellas, la primera de todas, por el magnífico pueblo que posee. Aquí, no solo luchan los hombres; aquí, como los hombres, luchan las mujeres.
Y no es nuevo. Ya la historia nos habla de grandes mujeres en nuestras luchas por la independencia, y una de ellas las simboliza a todas: Mariana Grajales,21 aquella que le dijo al hijo más pequeño: "¡Empínate, para que vayas a luchar también por tu Patria!". Y en esta etapa heroica de nuestro pueblo, también quedarán grabados para siempre muchos hechos en los cuales fueron protagonistas mujeres cubanas. Madre también heroica —aunque todas las madres son heroicas porque nadie ha sufrido en Cuba como han sufrido las madres—, madre heroica es la madre22 de nuestro inolvidable Frank País,23 que perdió dos hijos24 en la contienda y que, para prestigio de la Federación de Mujeres Cubanas, preside a las mujeres de Oriente. O como la señora madre25 de los Ameijeiras, que perdió tres hijos.26 O como aquella campesina del Oro de Guisa27 a la que los esbirros de Sosa Blanco28 le asesinaron siete hijos y al esposo. Madres heroicas han sido todas las madres que vieron caer a sus hijos asesinados o combatiendo; madres también dignas de consideración y de respeto, aquellas que vieron a sus hijos arrastrados al crimen por la tiranía infame, porque también han tenido que sufrir las consecuencias del pasado odioso.
Mujeres heroicas, como aquellas dos compañeras nuestras, Lidia29 y Clodomira,30 asesinadas cobardemente por los esbirros de Esteban Ventura.31 Fácil es imaginar la indignación de los combatientes revolucionarios cuando recibieron aquella noticia. Lidia había sido una formidable colaboradora desde los primeros momentos. Clodomira era una joven campesina humilde, de una inteligencia natural grande y de una valentía a toda prueba.
En cierta ocasión, muy cerca ya de los primeros días del mes de abril del año 58, cuando ya las comunicaciones en la carretera de Manzanillo a Bayamo habían sido cortadas, fue necesario llevar un mensaje urgente a la ciudad. Nadie transitaba por las carreteras; el pueblo cumplía la consigna de no transitar; era, además, peligroso. Clodomira se ofreció para llevar el mensaje; mas, no había vehículos y ella tuvo la audacia de presentarse en el campamentode las fuerzas de la tiranía, decir que tenía necesidad urgente, por razones familiares, de llegar a Manzanillo, pidió que la llevaran en un carro de combate, y los ingenuos soldados de la tiranía la llevaron hasta Manzanillo en un carro de combate.
Es decir, que siempre resolvía los problemas y, por eso, muchas veces se arriesgó, entrando y saliendo en la Sierra, hasta que fue arrestada, junto con Lidia, torturada y asesinada, pero sin que revelara un solo secreto, ni dijera una sola palabra al enemigo.
Aquellos cobardes llegaron a ultrajar a mujeres cubanas y hasta a asesinarlas. Lo hicieron porque sabían que la Revolución tenía en las mujeres verdaderas combatientes, verdaderas luchadoras. Y aquí, donde siempre fue tradición el respeto a la mujer, hicieron trizas de esas tradiciones y no respetaron a las mujeres.
[...]
Por eso es bueno recordar, por eso es bueno organizar, por eso es bueno unir, por eso es bueno prepararse a luchar, por eso este paso que han dado las mujeres cubanas es una victoria más de nuestro pueblo, una fuerza más de nuestro pueblo. Esta unificación de todos los sectores femeninos de la Revolución es constituir una fuerza, una fuerza entusiasta, una fuerza numerosa, una fuerza grande y una fuerza decisiva para nuestra Revolución.
La Revolución, que es tan fuerte en el pueblo, que es tan firme en el pueblo, que para combatir contra los criminales que quieren volver, si no estuviesen ayudados por el imperialismo americano, si no estuvieran ayudados por el Departamento de Estado, por el Pentágono, y por las fuerzas más reaccionarias de la plutocracia yanqui, bastarían las madres cubanas para liquidarlos si intentaran regresar. Y ellos lo saben. Ellos saben que en nuestro país no tienen fuerza ni para resistir a una parte de nuestra población, que no cuentan ellos con fuerza, ni con valor; ni para enfrentarse a las madres cubanas.
Pero, claro, ellos no cifran su esperanza en sus propias fuerzas; cifran su esperanza en las fuerzas del extranjero poderoso; cifran su esperanza en las armas del extranjero explotador. Pero, para luchar contra ellos y contra el extranjero, hay algo más fuerte todavía, algo que se llama "pueblo", algo que se llama "hombres y mujeres, jóvenes y viejos, niños y ancianos". Para luchar contra ellos, hay algo que se llama "pueblo de América", y hay algo que se llama "pueblos del mundo". Para luchar contra ellos está el mundo, ¡el mundo que se vuelve contra ellos! Para luchar contra ellos, hay algo que se llama "Historia"; para luchar contra ellos hay algo que se llama "progreso de la humanidad". Pero nosotros, en esa gran lucha, estamos en la primera trinchera, en la lucha contra el imperialismo, contra el imperialismo rapaz y explotador, contra el imperialismo sanguinario y voraz, que aquí ha perdido unas cuantas de sus uñas de rapiña. En esa lucha a los cubanos nos ha tocado la vanguardia, la primera trinchera. Y, como es natural, los enemigos de la humanidad tratarán de tomar esta trinchera, y, como es natural, ¡los enemigos de la humanidad no podrán tomar esta trinchera!
Por eso ha sido una feliz casualidad; por eso ha sido hoy, una feliz y significativa coincidencia, que en los precisos momentos en que se intriga contra nuestro país, en que el imperio poderoso moviliza todos sus millones y todas sus influencias para maniobrar contra nuestra Patria, cuando se trata de cercar a nuestro país, y de justificar agresiones contra nuestro país, allá en el seno de la OEA,32 hoy, precisamente, se haya constituido esta Federación de Mujeres Cubanas, como respuesta digna, como respuesta elocuente de que, nosotros, por nuestra parte aquí, estamos, en primer lugar, muy tranquilos; en segundo lugar, muy seguros; en tercer lugar, muy claros; en cuarto lugar, muy unidos. Y si los que allí se reúnen bajo la mirada severa y regañona de Míster Herter,33 si los que allí se reúnen —dicen que en representación de otros pueblos de América—, pudieran ver este espectáculo de hoy, pudieran contemplar estos millares de mujeres con sus banderas desplegadas, si pudieran contemplar esos centenares de mujeres que ya han aprendido los primeros auxilios, para socorrer al combatiente si lo necesita, pudieran contemplar esto, que es como la imagen del alma de un pueblo, que es la expresión viva de lo que es un pueblo, ¡y de lo que es un pueblo revolucionario!, de lo que es un pueblo patriótico, de lo que es un pueblo que ha descubierto su verdad, un pueblo que ha descubierto su camino y un pueblo que puede decir con orgullo —que es hoy un privilegio en este Continente— ¡que es verdaderamente libre y soberano!
[…]
¡Sigue tú con tus esbirros!; ¡sigue tú con los desertores y los traidores;" ¡sigue tú con tu plaga de vendepatrias!;34 ¡que aquí queda un pueblo bajo cuya bandera caben todos los hijos buenos y dignos! Cualesquiera que sean sus creencias, cualquiera que sea su pensamiento, ¡basta con que a su Patria la quiera por encima de todo!; ¡basta que el bien de su Patria prefiera a cualquier otro interés!; ¡basta con que quiera para su Patria la justicia!; ¡basta con que a su Patria ni la venda ni la traicione jamás!35
Y eso es lo que quieren los hijos dignos, los que se reúnen aquí entre estas mujeres cubanas, que agitan sus banderas, y que saben que una cosa los une, ¡y es esa bandera que ellas honran! Y que otra cosa las une, ¡y son los hijos que dejaron en sus casas o llevan en sus entrañas!, y no quieren que mañana sean esclavos de nadie; y no quieren que mañana sean explotados por nadie; y no quieren que mañana sean discriminados por nadie; y no quieren que mañana sean golpeados ni torturados por nadie; y no quieren que mañana sean asesinados por nadie; ni que sean unos traidores, ni que sean sumisos a nadie, ¡y tú lo que enseñas es la sumisión y la traición! ¡Y tú vienes aquí con tu oro a comprar conciencias, a sobornar conciencias, a fabricar traidores, a promover Judas!
Y las une, la alegría de hoy, la tranquilidad de hoy, el orgullo de hoy y el honor de hoy. Y basta ser madre para albergar esos sentimientos, y toda madre quiere para sus hijos, en el mañana, lo mejor. Y cada madre quiere que sus hijos puedan estudiar; y cada madre quiere que si su hijo tiene vocación pueda estudiar una carrera universitaria, que antes era nada más que para un grupo de familias que podían contar con sus recursos, porque para las familias humildes, muy raras veces había oportunidad de ir a una Universidad.
Y las madres quieren que el día de mañana, sus hijos no trabajen para otros, que trabajen para ellos y para su Patria. Y basta ser madres para sentirse unidas en esa noble aspiración, y para sentirse unidas, estrechamente, en el desprecio a la injusticia, y a los que no le han hecho más que mal a nuestra Patria, a los que no han sembrado más que el hambre y la miseria, a los que no han sembrado más que el dolor y el luto, abolidos ya para siempre en nuestra tierra.
Porque si tenemos que caer, caeremos todos, pero luchando por el bien; si tenemos que caer, caeremos todos, pero luchando por la libertad; si tenemos que caer, caeremos todos luchando contra el abuso y contra el crimen; si tenemos que caer, caeremos todos, pero luchando por nuestra Patria, por nuestra dignidad, y por la felicidad de nuestro pueblo. Y como nos pongan a escoger entre la esclavitud o el sacrificio, ¡escogeremos siempre el sacrificio!; como nos pongan a escoger entre la sumisión o el sacrificio, ¡escogeremos siempre el sacrificio!; como nos pongan a escoger entre la indignidad y elsacrificio, ¡escogeremos siempre el sacrificio!; porque hemos aprendido demasiado bien, ¡que la vida no vale la pena vivirse, cuando se vive esclavo, cuando se vive sin vergüenza, cuando se vive sin honor, cuando se vive sin libertad!
¡Ah!, si pudieran contemplar esto los que allá se reúnen, ¡con seguridad que tendrían bastante cuidado en tratar los problemas de Cuba!, y quizás el hábito de la sumisión no les nublara la inteligencia, y el hábito de la obediencia al poderoso del Norte no los sustrajera de la realidad que está viviendo este Continente y, sobre todo, se darían cuenta de la torpeza que implica desconocer lo que es un pueblo cuando ha descubierto una verdad. Una verdad que no podrán contrarrestarla los millones de Herter, ¡una verdad que es como una llama que no podrá apagar en la América Nuestra la conjura de los serviles!
[...]
Y por eso, como dice el pueblo ¡con OEA o sin OEA, ganaremos la pelea!; ¡con OEA o sin OEA, venceremos!; ¡con OEA o sin OEA, la Revolución es un hecho que no podrán borrar de este Continente! Y de eso nos sentimos seguros todos los cubanos; de eso se sienten seguras las 14 compañías de campesinos del Segundo Frente Frank País,36 que se graduaron el domingo en San Julián; de eso se sienten seguros los millares de jóvenes de las Brigadas que están en la Sierra Maestra; de eso se sienten seguros los mil cuatrocientos primeros maestros voluntarios que ya van a terminar su curso en la Sierra Maestra; de eso se sienten seguros los soldados de nuestro glorioso Ejército Rebelde; de eso se sienten seguras las milicias obreras revolucionarias; de eso se sienten seguras ustedes; de eso se siente seguro todo el pueblo; con esa seguridad indestructible que nace de la convicción que surge de una causa justa, de una causa que se lleva de veras en el corazón, y de que, además, se tiene ese sentimiento de dignidad, ese sentimiento de valor y ese sentimiento de honor, que en instantes como este los pueblos experimentan.
Los que creían que aquel era entusiasmo de los primeros días, los que se imaginaban que transcurridos los meses el entusiasmo decaería, ¡qué decepción!, ¡qué desengaño!, porque han transcurrido casi diecinueve meses de Gobierno Revolucionario y, ¡qué cosa tan extraordinaria!, el entusiasmo delpueblo es mayor, el embullo del pueblo es mayor, la alegría del pueblo es mayor. Claro, los que no conocían a los pueblos, creían que el pueblo reaccionaba lo mismo cuando se actuaba mal que cuando se actuaba bien; creían que el pueblo reaccionaba lo mismo cuando se le servía que cuando se le traicionaba. Los que desconocían a los pueblos, los que no tuvieron pupila para penetrar en el sentimiento de los pueblos, ni oídos para escuchar los latidos del corazón del pueblo, ¡se engañaron, se equivocaron!, porque el pueblo, el pueblo reacciona como ha reaccionado nuestro pueblo; a mayor bien, a mayor justicia, a mayor honradez, a mayor dignidad nacional, a mayor entereza, mayor entusiasmo, mayor espíritu de lucha; a mayor obstáculo, mayor espíritu de pelea; a mayor adversario, mayor valor. Porque los pueblos, al fin y al cabo, se hacen en la lucha; los pueblos, como los hombres, al fin y al cabo, se hacen en la pelea; y a nosotros, dándonos pelea, nos han hecho más fuertes; agrediéndonos, nos han hecho más aguerridos; hostigándonos y tratando de destruirnos, nos han hecho más fuertes.
Por eso, cada día es un avance más; por eso, cada día es una unión más estrecha. No hace mucho, todos los jóvenes del país se reunieron en la Asociación de Jóvenes Rebeldes, cuyas Brigadas Juveniles de Trabajo están ya en la Sierra Maestra. Y hoy se reúnen las mujeres y constituyen esta Federación de Mujeres Cubanas, unidas en esa palabra, "cubanas", y unidas en esa bandera que llevan en sus manos. Y se han unido para trabajar, para trabajar y para luchar; se han unido para todas las tareas que la Revolución nos trae; se han unido para la lucha y se han unido para el trabajo; se han unido para ayudar a la Patria en cualquier circunstancia. Si mañana en el combate, mañana prestarán su esfuerzo; si hoy en el trabajo, hoy prestarán su esfuerzo.