No hay milagro más cruel que este - María Magdalena - E-Book

No hay milagro más cruel que este E-Book

María Magdalena

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Beschreibung

"Nos han enseñado que los libros han de ser recios, duros, siempre nuevos para que sus páginas no crujan, olorosos. Por dentro y por fuera. En su contenido y en su continente: los libros han de ser machos. Y universales. Y totalitarios… Pero no. Pues como este ensayo plathiensemente titulado demuestra, los libros también pueden ser seres frágiles, vulnerables, vidas volátiles a las que hay que cuidar con las manos y con el alma al leerlos. María Magdalena nos ha dado una biografía personalísima de Sylvia Plath. Leer sus reflexiones sobre la maternidad y sobre la muerte es como acercarse con los dedos a la fontanela de un recién nacido. Piel delicada que dentro guarda un latido intenso. Páginas leves que dentro guardan el latido de tantas ideas sobre lo que significa ser una escritora a la que tomaron por loca. Nunca la fragilidad había sido tan peligrosa como entre estas páginas. Por eso estoy convencida de que nos encontramos ante una de las más apasionantes aproximaciones a la vida y a la obra de la autora de Ariel. Sea el milagro" (Luna Miguel).

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Seitenzahl: 114

Veröffentlichungsjahr: 2022

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1984, Buenos Aires. Poeta y escritora. Psicoanalista. Editora en Las Furias. Trabajó con niños, adolescentes y adultos en los hospitales C. Tobar García y J. T. Borda. Co-organizó conversatorios sobre psicoanálisis y feminismos, y ciclos de poesía y música. Publicó los libros de poesía «Spleen» (2013, Letra Viva), «Los nombres del padre» (2016, Buenos Aires Poetry), «La pequeña muerte» (2015, plaquette artesanal), «Continente negro» (2018, Alción editora; 2021, el diván negro —México—), el ensayo «La perfecta desnudez. Conversaciones desde Alejandra Pizarnik» (2018, Letra Viva) en co-autoría con Javier Galarza y Leonardo Leibson y «Diario de la errancia. Elogio del viaje» (2020, La Docta Ignorancia).

Magdalena, María

No hay milagro más cruel que este. Sylvia Plath: amar, maternar, escribir. / María Magdalena; editado por Nicolás Cerruti. - 1a edición. Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Las Furias, 2022.

Libro digital, EPUB

Archivo Digital: descarga y online

ISBN 978-987-48302-5-8

1. Literatura. 2. Biografías. 3. Feminismo. I. Nicolás Cerruti, ed. II. Título.

CDD 809.89287

 

 

EDICIÓN Nicolás Cerruti

DISEÑO Romina Luppino

Edición en formato digital: junio de 2022

Conversión a formato digital: Libresque

No se permite la reproducción parcial o total, el almacenamiento, el alquiler, la transmisión o transformación de este libro, en cualquier forma o por cualquier medio, sea electrónico o mecánico, mediante fotocopias, digitalización u otros métodos, sin el permiso previo y escrito de los editores. Su infracción está penada por las leyes 11.723 y 25.446.

Índice

CubiertaSobre María MagdalenaPortadaCréditosDedicatoriaEpígrafesEl dolor al que despiertas no es tuyoHemos llegado tan lejos, se terminóIIIIIIUna muñeca viviente, por donde la mires. Puede coser, puede cocinar, puede hablar, hablar, hablarIIIIIIYa no soy una enfermera, blanca y atenta. No soy una sonrisaIIIIIISoy hermosa como una estadísticaIIIIIIMe sentía sabia y cínica como el infiernoIIIIIIEl gran strip teaseIIIIIIY un nombre con bordes negros se marchita a mis piesIIIIIILa perfección es terrible, no puede tener hijosIIIIIISerás la novia de un poeta, un interludioIIIIIITodavía estoy en carne vivaIIIIIIMe ponen la corona de alambre en la cabeza, la hostia del olvido sobre la lenguaIIIIIIY aquí está el final de la escritura, los ganchos ágiles que se doblan y encogen y las sonrisas, las sonrisasIIIIIIEl invierno es para las mujeresIIIIIIRedesLas Furias editoraAcerca de este libro

A Nicolás, por el nuevo amor.

Y a Ciruelo, por el amor nuevo.

Pienso realmente que el amor, en un mundo como el actual, se encuentra acorralado, asediado, y en este sentido, amenazado. Y creo que es una tarea filosófica, entre otras, defenderlo. Hecho que supone, probablemente, como decía el poeta Rimbaud, también reinventarlo.

ALAN BADIOU

 

 

 

… el obrero puede sindicarse, hacer huelga: las madres están separadas las unas de las otras dentro de sus hogares, atadas a sus hijos y a sus vínculos compasivos. Sus «huelgas» muchas veces han adoptado la forma de crisis mentales o físicas. Para las madres, la privatización del hogar no sólo ha significado el aumento de la impotencia sino, sobre todo, una desesperada soledad.

ADRIENNE RICH

 

 

 

Tú puedes desear. Puedes leer, adorar, ser invadida.

Pero escribir no te está concedido.

Escribir estaba reservado a los elegidos. Eso debía suceder en un espacio inaccesible a los pequeños, a los humildes, a las mujeres.

HÉLÈNE CIXOUS

El dolor al que despiertas no es tuyo1

Palabras introductorias

 

Este es un libro vulnerable. Tal como denominó Adrienne Rich su ensayo sobre la maternidad, por tratarse de un «testimonio personal mezclado con investigación y teoría derivada de ambos»2. Encontrar esa denominación me ayudó a despejar las dudas que tenía acerca de cuánto implicarme en estos fragmentos. Ella dice en el prólogo: «Estoy cada vez más convencida de que sólo el deseo de compartir una experiencia privada, y muchas veces dolorosa, puede capacitar a las mujeres para crear una descripción colectiva del mundo que será verdaderamente nuestro»3. No podría escribir sobre el amor, la maternidad y la escritura si no fuera desde mis propias heridas. La fuerza del feminismo reside, justamente, en el descubrimiento del hilo invisible que conecta la intimidad de mi dolor con el de otras mujeres. Buceé en mi historia personal a través de diarios, cartas, escritos; reviví historias amorosas, duelos y separaciones que estuvieron signadas por lo catastrófico. Estuve enferma de neurosis y de amor romántico, una combinación que puede ser letal. Entendí que algo de la neurosis puede curarse en el diván, y que mucho del amor romántico puede ser deconstruido colectivamente. «Lo personal es político» implica este cuerpo que escribe sus heridas para darle luz a ese hilo invisible que nos une en el dolor, para construir un mundo más habitable, para dilucidar los mandatos que forman parte de nuestra educación sentimental; para encontrar modos de amar y de maternar que, aunque continúen doliendo, no duelan de más.

 

*

 

Las biografías de Sylvia Plath están llenas de intentos vanos de simplificar lo contradictorio y lo complejo: o víctima o victimaria, o santa o bruja. Plath era una norteamericana blanca de clase media que soñaba con la casa en los suburbios, el jardín, el marido perfecto y los hijos relucientes; también era una mujer oprimida por la sociedad patriarcal de los años 50 que se debatía entre la escritura y la vida doméstica; era la gran poeta y la mujer desesperada, la que percibía a las otras mujeres como una amenaza, la que se burlaba de la infertilidad, la que vanagloriaba el ser madre como condición ineludible de lo femenino; la que celaba, hostigaba, insultaba, quemaba manuscritos de su marido; la que añoraba «un gran amor extraordinario creador floreciente denso»; la que abandonó a sus hijos y fue abandonada con sus hijos, la que salvó a sus hijos. No escribo para victimizar ni para reivindicar, tampoco para encontrar culpables y exigir condenas. Escribo para pensar, con las herramientas que nos facilitan las teorías feministas, lo contradictorio y lo complejo que ha sido –y continúa siendo– amar, maternar y escribir para las mujeres4. Tres tareas que, siguiendo a Sigmund Freud5, pueden pensarse también como imposibles cuando intentan conjugarse. Sylvia Plath es el hilo conductor de este libro. Un hilo que, de distintas maneras, nos une a todas.

1 Tanto los títulos de los textos —que pertenecen a versos de Sylvia Plath— como los fragmentos de poemas que aparecen en el libro, son traducciones propias.

2 Rich, A., Nacemos de mujer. La maternidad como experiencia e institución, Madrid, Traficantes de sueños, 2019, p. 28.

3Ibíd., p. 60.

4 Esto mismo aplica también para otras identidades. Aun así, elijo situar en este libro a la mujer como sujeto político, en parte porque así se reconocía Plath, en parte porque es el territorio del cual puedo dar cuenta.

5 S. Freud establece que analizar, educar y gobernar son tareas imposibles, ya que «se puede dar anticipadamente por cierta la insuficiencia del resultado». En Freud, S., «Análisis terminable e interminable», Obras Completas, Vol. XXIII, Buenos Aires, Amorrortu, 2006, p. 249.

La mujer se ha perfeccionado. / Su cuerpo // muerto lleva la sonrisa del logro, / la ilusión de una necesidad griega // Fluye de los pergaminos de su toga, / Sus pies // desnudos parecen estar diciendo: / Hemos llegado tan lejos, se terminó. // Cada niño muerto enroscado, una blanca serpiente, / Uno en cada jarrita // de leche, ahora vacía. / Ella los ha plegado // De nuevo en su cuerpo, como pétalos / de una rosa cerrada cuando el jardín // Se contrae y los olores sangran / desde las dulces, profundas gargantas de la flor de la noche.

«BORDE»

Hemos llegado tan lejos, se terminó

I.

El lunes 11 de febrero de 1963 Sylvia Plath preparó el desayuno para sus hijos, puso toallas debajo de las puertas, se encerró en la cocina, abrió el gas y metió la cabeza en el horno. Un modo de morir holocáustico. Creo que podría ser un poco judía, dice en el poema «Daddy». George Steiner sugiere que allí Sylvia se vuelve «una mujer transportada a Auschwitz en los trenes letales»6, aun sin ninguna ascendencia judía en sus antepasados. Unos años antes, fue también el modo de morir que Ted Hughes, su marido, eligió para un pájaro que habían rescatado y cuidado durante varios días: el gas fluyó a través de un tubo desde la cocina hacia la caja de cartón donde estaba resguardado. Luego, Ted se lo entregó «intacto, perfecto, hermoso en su muerte»7. Lo enterraron en un parque, bajo una piedra, en una especie de ritual sagrado. A ella, Ted la enterró en el borrascoso pueblo de Heptonstall, Inglaterra. En las horas previas a su muerte, el poema «Edge» se convierte en testamento y a la vez en reescritura de su propio mito —lo envía para su publicación a la revista The Observer ese mismo día. Allí evoca a la figura de Medea, pero se trata de una Medea suicida. En el poema los niños son plegados dentro del cuerpo de la mujer. Por fuera del poema, los niños son protegidos y puestos a salvo de la muerte. Sobre su mesa de trabajo, Plath dejó el manuscrito de su último poemario, Ariel. El nombre del caballo que solía montar en su casa de campo, y el nombre que en hebreo significa «leona de Dios». En el poema que Anne Sexton escribe al enterarse de la noticia de su suicidio, llamado «La muerte de Sylvia», le pregunta: ¿qué es tu muerte / sino una vieja pertenencia, / un lunar que se cayó / de uno de tus poemas? En tierras extranjeras, desde su gran exilio8, Plath se encontró finalmente con su vieja pertenencia, ese arte para morir que ejercía excepcionalmente bien. Pero también amó, maternó y escribió con la misma excepcionalidad. Qué es su muerte, entonces, sino un desvío, una distracción, en la continua búsqueda de renacimiento que signó su vida.

II.

Las mujeres —esos seres insensatos, presas de la pasión y de la locura, feroces y destructivas— en Grecia estaban destinadas a la reproducción, a la reclusión en el hogar y a la servidumbre. Quizás como intento de domeñar el espíritu demoníaco que se les ha adjudicado desde tiempos inmemoriales. ¿Acaso no es por la pecaminosa Eva que los hombres han perdido el paraíso? ¿Y no es Pandora la culpable de haber desatado todos los males sobre la tierra, el origen de la maldita raza de las mujeres, una plaga que los hombres tienen que sobrellevar9? Medea, gran hechicera, hija del rey Etes de Colchis y de la ninfa marina Idia, se enamora de Jasón, con quien se casa y tiene dos hijos. Jasón la abandona para casarse con la joven hija del Rey de Corinto, Glauce. Medea es así traicionada por el hombre por quien abandonó su tierra, su hogar y su familia, y lleva a cabo su venganza impulsada por la deshonra y el destierro: ¿qué ganancia para mí es vivir? No tengo ni patria / ni refugio de los males10. Prepara una pócima mortal y la impregna en un vestido y en una corona que luego enviará como dones a la prometida de Jasón. Glauce muere, y también su padre al abrazarla. Luego acuchilla a sus hijos y huye de Corinto en un carro tirado por caballos alados. Jasón añora un mundo sin «linaje femenino», una fantasía frecuente de la época. Según él, Medea no es mujer sino leona feroz, infanticida. Medea no es mujer porque no es madre. Una madre no mata a sus hijos. Sin embargo, un padre puede abandonarlos y ninguna maldición caerá sobre él. «El patriarcado tiene a Dios de su parte», escribe Kate Millet11. Pero hay otras Medeas. Las que fueron tamizadas por la pluma de mujeres. Y así encarnaron voces distintas, contaron otras historias, subvirtieron la perspectiva del mito. Christa Wolf devuelve a Medea a sus orígenes, antes de que fuera transformada en filicida por Eurípides. No es ella quien mata a sus hijos, aun así está advertida de que esa es la historia que contarán, la única historia que permanecerá durante los siglos de los siglos. Al final de su monólogo, lanza la pregunta clave: «Adónde ir. ¿Es imaginable un mundo, una época en que encuentre mi lugar? No hay nadie a quien poder preguntárselo. Esa es la respuesta»12. Por su parte, la Medea de Chantal Maillard afirma al comienzo de su último acto: «Soy un fantasma»13. Ella sí ha matado a sus hijos, ella se responsabiliza de haber matado a quienes ama. No busca el perdón. Sino la compasión difícil. No es piedad, dice. Quien se apiada, obedece. Quien se apiada, se sitúa por encima del otro. La compasión, difícil, es la capacidad de compartir el padecimiento ajeno. «Desde el territorio convenientemente iluminado en el que nos situamos, ¿cómo comprender al que habita las tinieblas? Supe entonces que para comprender a Medea debíamos penetrar en las zonas oscuras, abandonar la buena conciencia y el territorio protegido. Debíamos salirnos de la pauta y atrevernos a vagar en los márgenes»14. ¿Qué hacer con la deshonra y el exilio en un mundo en el que ser mujer es una tragedia? Todas somos un poco judías, todas somos un poco Medeas.