Pasos Gigantes - Silvio Berstein - E-Book

Pasos Gigantes E-Book

Silvio Berstein

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Beschreibung

Historias de perseverancia contadas a través de su protagonista. Relatos de vida que convergen en un solo punto y con un mismo fin, poder llegar a la meta que perseguía. Momentos vividos como Aspirante a Suboficial de la Prefectura Naval Argentina, transcurridos hace más de treinta años en la escuela de Suboficiales Coronel Martín Jacobo Thompson de la ciudad de Zárate, épocas que jamás podrán pasar a segundo plano, por los menos para mí y todos aquellos que hemos transitado por ese prestigioso lugar. Caminaba hacia un sueño, quería llegar lejos y lo hice. Esta es mi historia.

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SILVIO BERSTEIN

PASOS GIGANTES

Caminando hacia un sueño

Berstein, SilvioPasos gigantes : caminando hacia un sueño / Silvio Berstein. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2023.

Libro digital, EPUB

Archivo Digital: descarga y online

ISBN 978-987-87-4486-5

1. Memorias. I. Título.CDD 808.883

EDITORIAL AUTORES DE [email protected]

Tabla de contenidos

Dedicatorias

Prólogo

Los motivos

Las opiniones

Capítulo I - (Fragmentos de “El Aspirante”)

Zárate, la llegada

Los Postulantes

La Rutina

Viernes de angustia

Un fin de semana distinto

El día

Capítulo II - “Pasos gigantes”

Formadores

La perfección

Cuando es tu hora, es tu hora

El vaso medio lleno

Pelotón fantasma

El aula y los amigos

El cabello largo

El gigante invisible

Formados para formar

Los Gameleros

El vaso medio vacío

La segunda casa

El manzana

El recital

La felicidad

Aspirante destacado

Serás lo que debas ser

El diploma

Silvio Tomas Berstein – Autor.

Otras obras del autor

Dedicatorias

Este libro está dedicado a mi esposa y a mis hijos, ellos son las personas más importantes y las que me dan la fuerza necesaria para seguir adelante.

A mis amigos, ellos saben quiénes son y qué lugar ocupan en mi vida, a Néstor por darme ese “empujón” para comenzar a darle forma a mis obras, a Pedro por los excelentes y oportunos consejos que me brindó instándome siempre a seguir adelante, a Jorge por confiar en mí cuando nadie más lo hizo, además de hacerme ver, allá por el año 2008, que las decisiones se toman en frío, a Roberto por ayudarme a tomar la decisión de quedarme en la institución, a Leonardo y Alejandro que siempre estuvieron presentes en momentos donde otros miraban al costado y eran indiferentes cuando les pedía un favor, a los camaradas de Martín García, lo digo en forma generalizada porque no quiero olvidarme de nadie que confió en mí, a pesar de que por dentro seguramente pensaban que era obstinado y que estaba loco, pero bueno, así es la vida, muchas veces de las personas que menos esperas que hagan algo, son aquellas que logran grandes cosas.

Ya lo dijo una vez Steve Jobs:

“Aquellos que están tan locos para pensar que pueden cambiar el mundo, son aquellos que lo hacen”.

No puedo dejar de mencionar a todas aquellas promociones que han egresado de los Institutos de Formación en estos años, porque de algún modo, éstas también son sus historias, solo que en distintos tiempos, pero manteniendo fijamente la misma raíz.

También está dedicado a quienes no llegaron al final y por diferentes razones han quedado en el camino, pero me animaría a decir que llevan siempre en sus corazones a la Prefectura Naval Argentina, más allá de cualquier trago amargo o desilusión que vivieron y no hayan podido continuar en la fuerza, todo sigue. Ya lo decía Jean Monnet, “los hombres pasan, pero las instituciones quedan; nada se puede hacer sin las personas, pero nada subsiste sin instituciones”.

Por eso, para ir cerrando esta dedicatoria, les quiero dejar una frase muy bonita que escuché una vez y la utilizo como inspiración cada vez que escribo:

“No es tanto que consigas el sueño, sino la persona en la que te tienes que convertir para lograrlo”.

Como suelo decir, sigamos soñando y mientras lo hacemos, hagamos un viaje imaginario para recordar momentos que nos hicieron lo que somos.

Anhelo que con estas humildes líneas pueda representar a la gran mayoría de los Suboficiales que hemos pasado por allí, que este libro los siga trasladando a esas épocas y los puedan recordar con nobleza, orgullo y alegría.

La madre Teresa de Calcuta decía:

“Enseñarás a volar, pero no volarán tu vuelo.

Enseñaras a soñar, pero no soñarán tus sueños.

Enseñaras a vivir, pero no vivirán tu vida.

Sin embargo…

En cada vuelo, en cada sueño, en cada vida, perdurará siempre la huella del camino enseñado”.

Por eso, espero que mis obras tengan un efecto cognitivo para los futuros aspirantes que, luego de egresar, compondrán las filas de esta prestigiosa institución, los guie por el camino correcto, los ayude a cumplir sus sueños y los haga fuertes para no rendirse jamás.

Prólogo

Hace algunos años, mientras viajaba con destino a mi trabajo, leí una frase de Mark Twain que inmediatamente cambió mi forma de ver las cosas para siempre:

“Los dos días más importantes de tu vida son: el día en que naciste y el día en que descubrís por qué o para qué estás aquí”.

Además de hacerme reflexionar profundamente sobre cuál era mi destino en este mundo, fue cuando pensé, que tal vez para lo que estaba aquí, era para ser escritor.

Debía esforzarme, no podía divagar, tenía un sueño y no iba a parar hasta conseguirlo, así que puse manos a la obra.

Pasaron las semanas, los meses y todos los días escribía algunas líneas, que luego se fueron convirtiendo en más y más. Después de algunos años y sin darme cuenta había escrito ocho libros en borradores; ya había descubierto la razón por la que estaba en este mundo.

Los motivos

Como todo escritor aficionado, era el momento justo para ver qué hacía con esas obras y si lo que había hecho era lo suficientemente bueno para publicarlo o simplemente un montón palabras sin sentido.

Sin pensarlo, me había sumergido en un mundo que no conocía, pero cada día me parecía más y más fascinante.

No tenía idea si era buen escritor o no, estaba en él y en cada momento que tomaba apuntes surgían nuevas ideas y mi mente se revolucionaba de una manera sorprendente.

Me sobraban historias, me tocó crecer de golpe y como suele decir mi esposa, prácticamente no tuve infancia, salté esa parte de mi vida, pasé de ser un niño a un adulto con muchas responsabilidades que afrontar en un abrir y cerrar de ojos.

Guardé cuidadosamente todos esos escritos en mi computadora por casi cinco años y por seguridad realicé copias en una memoria externa.

En ese tiempo me crucé con algunos “ultracrepidarios” o como yo los llamaba en criollo, los “opinólogos”, personas que hablan sobre todo sin tener conocimiento de nada; generalmente de menor experiencia y en algunos casos de menor jerarquía, nunca se callan, corrigen, tienen sugerencias para cualquier tema, quieren prácticamente arreglar el mundo a su manera y son aquellos que minimizan a los auténticos expertos en algún área.

Fue en ese momento que decidí hacer una especie de “sondeo” o “experimento personal” y eso consistió en pedir algún que otro consejo y, de vez en cuando, tímidamente mencionaba que tenía ganas de “escribir un libro”, solo para notar cuáles eran sus reacciones. Como respuesta recibía gestos de interés, visiblemente fingidos, pero de seguro a mis espaldas se reían a carcajadas de esa idea. Recuerden, las personas inteligentes no hacen nada al azar.

De a poco fui conociendo a personas que pensaban igual a mí y las cosas se fueron tornando más motivadoras y productivas.

Una vez había escuchado que si te juntás con cinco perdedores, tú serás el sexto y si te juntás con cinco ganadores, tú serás el sexto. Me gustaba la segunda opción, que de hecho ya la practicaba, solo que de manera instintiva y eso me dejaba, por ser diferente, en una posición de malo de la película.

Había llegado el día tan esperado y al fin pude concretar, gracias a Cesar de la editorial, la publicación en formato papel de mi primer libro “El Aspirante”, donde hice un recorrido muy breve sobre los dos años vividos en la Escuela de Suboficiales de la Prefectura Naval Argentina, comenzando por mi llegada a la ciudad de Zárate, los momentos previos y cuando aún era solo un postulante.

En ese momento me di cuenta que la historia había quedado un poco simple, tuve la sensación de que los lectores no quedaron sumamente conformes, esperaban algo más.

No sentí que eso haya sido un fracaso, para mí fue solamente un paso más hacia la dirección donde quería llegar. Tomé en cuenta lo que había leído sobre el lado positivo del fracaso de John Maxwell, donde él expresa que hay que estar preparado para el fracaso.

Lo que sí considere un error, fue tener en cuenta como potenciales lectores únicamente a los integrantes de la institución, que a mi entender, serían sólo ellos los que comprenderían esas historias.

Francamente, tengo que decir que me equivoqué, porque a pesar de eso fui felicitado por una gran cantidad de personas, entre camaradas, amigos y gente conocida que no tenían la menor idea de lo que era la Prefectura o cuáles eran sus funciones; a quienes les agradezco profundamente por expresarse en su momento y, hasta en algunos casos, darme consejos que fueron muy valiosos para mí.

La pandemia me dejó varias enseñanzas importantes hace un par de años, pero la publicación de mi primer libro me dejó una que jamás podré olvidar:

“Los egoístas no aplauden. Solo aquellas personas libres de envidia festejarán tus logros”.

En esos momentos conoces a las personas valiosas que deben estar en tu vida, lo demás, es solo cuestión de usar el sentido común para entender este párrafo, así que lo dejo a criterio de los lectores.

De todos modos, debo reconocer que mi escasa experiencia en la literatura y, tal vez, la falta de confianza se vieron visiblemente reflejada allí, pero era consciente de que el conocimiento que daba vueltas dentro de mi cabeza me decía que podía llegar aún más lejos y que esos “simples relatos”,