Televisión y deporte en Cuba. La programación deportiva en la TV comercial cubana (1950-1959) - Carlos Alberto González - E-Book

Televisión y deporte en Cuba. La programación deportiva en la TV comercial cubana (1950-1959) E-Book

Carlos Alberto González

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Beschreibung

La historia de la televisión en Cuba desde su nacimiento en 1950 ha estado muy ligada por diferentes motivos a la actividad deportiva. En este libro se intenta un acercamiento a la programación deportiva de la TV cubana en su primera década de vida (1950-1959), mediante un análisis de los principales programas sobre el tema y las transmisiones de eventos que efectuaron los diferentes canales en ese período de televisión comercial. Se incluyen tablas y fotos que apoyan toda la información expuesta, así como un capítulo introductorio donde se presenta una aproximación a la historia de las relaciones entre deporte y televisión en el mundo, como necesaria referencia para adentrarse en el escenario cubano.

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Seitenzahl: 324

Veröffentlichungsjahr: 2025

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Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización escrita de los titulares del Copyright, bajo la sanción establecida en las leyes, la reproducción parcial o total de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, y la distribución de ejemplares de ella mediante alquiler o préstamo público. Si precisa obtener licencia de reproducción para algún fragmento en formato digital diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) o entre la web www.conlicencia.com EDHASA C/ Diputació, 262, 2º 1ª, 08007 Barcelona. Tel. 93 494 97 20 España. Este y otros libros puede encontrarlos en ruthtienda.com

Edición:

Lic. Mariana Venero Domínguez

Corrección:

Ailenis Hernández Díaz

Diseño de cubierta e interior:

Luis R. García-Casariego

Fotografias:

Tomadas de la prensa de la época

Composición para eBook:

Ana Irma Gómez Ferral y Valentín Frómeta de la Rosa

© Sobre la presente edición:

© Carlos Alberto González García, 2018

© Editorial enVivo, 2024

ISBN:

9789597276685

Instituto Cubano de Radio y Televisión

Ediciones enVivo

Calle 23 No. 258, entre L y M,

Vedado. Plaza de la Revolución, La Habana, Cuba

CP 10400

Teléfono: +53 7 838 4070

[email protected]

www.envivo.icrt.cu

www.tvcubana.icrt.cu

Índice de contenido
Portada
Portadilla
Créditos
Dedicatoria
Prólogo
Introducción
A manera de preámbulo
CAPÍTULO I
El deporte como componente significativo en la naciente televisión comercial cubana
Primeras transmisiones deportivas de nuestra televisión
Se inaugura oficialmente CMQ-TV. Se entabla la competencia
Jai Alai, una nueva oferta televisiva de CMQ-TV
CAPÍTULO II
Fuerte competencia entre CMQ-TV y UR-TV
El pionero de los programas informativos deportivos de nuestra televisión
Primeros espacios utilitarios vinculados a la actividad física
Comienzan las transmisiones de lucha libre profesional por televisión
Otros eventos transmitidos por CMQ-TV
Principales ofertas de UR-TV en 1951
CAPÍTULO III
Crece nuestra televisión en 1952
La pelota sigue marcando la pauta
Se televisa la XIII Serie Mundial Amateur y vuelve a las pantallas la Liga Profesional
Mucho deporte por televisión
La televisión transmite el acontecimiento deportivo del año
CAPÍTULO IV
1953: Se suman nuevos canales al mapa televisivo cubano
Sale al aire Canal 7, CMBF-TV
Primera gran transmisión deportiva de televisión desde el exterior
Programación deportiva de los demás canales
CAPÍTULO V
1954: «Crisis» en la televisión. La hazaña del Estratovisión
Programación deportiva del Canal 2
Sin cambios sustanciales la parrilla deportiva de CMQ-TV y CMBF-TV
La hazaña de la transmisión de las Grandes Ligas por el sistema Estratovisión
Noticias Deportivas, Gallos y Rincón de caza y pesca por el Canal 4
CAPÍTULO VI
Los programas deportivos entre los favorecidos por el público
Se crea Microondas Nacionales S.A.
Disputa por las transmisiones del boxeo entre los canales 2 y 6
CMQ sigue apostando por el deporte
Otra vez las Grandes Ligas a través del sistema Estratovisión
Jonrón del Canal 4
La represión policial del 4 de diciembre
Canal 11 se convierte en 10
CAPÍTULO VII
1956: Telemundo adquiere los derechos del boxeo
CMQ-TV mantiene las transmisiones del béisbol
Por tercer año consecutivo, la Serie Mundial de las Grandes Ligas en vivo
Progresa la televisión en el país en 1956
La programación deportiva de Televisión Nacional
CAPÍTULO VIII
1957: Nueva reorganización de los canales
Transmisiones deportivas «más allá del horizonte»
Oferta deportiva del Canal 2
CAPÍTULO IX
El deporte de los Estados Unidos inunda nuestras pantallas
Pelota, principal oferta de CMQ-TV
Boxeo y documentales deportivos por CMBF-TV
Retorna la lucha profesional a la TV por el Canal 2
Al aire el Canal 12 en colores
CAPÍTULO X
Revolución en el poder: se auguran trascendentales cambios en el deporte y la televisión
Sigue la pelota como propuesta deportiva principal de CMQ-TV
Canal 4 mantiene los derechos de transmisión del boxeo profesional
Lucha libre por Telemundo
Noticiero Deportivo por el Canal 12
Hacia una nueva etapa de la televisión cubana
RESUMEN DEL TOMO I
ANEXOS
Eventos nacionales e internacionales celebrados en Cuba
Eventos internacionales transmitidos desde el extranjero
Programas deportivos
Principales narradores y periodistas de la programación deportiva
SOBRE EL AUTOR

A mis padres, a quienes debo todo lo que he logrado, que hoy estarían muy orgullosos por la publicación de este libro.

A mi hijo, inspiración permanente para seguir adelante.

A todos los que me quieren.

PRÓLOGO

Los estudios sobre la relación entre los medios de comunicación masivos y el deporte, como fenómenos socioeconómicos y culturales íntimamente relacionados, por lo menos desde la segunda mitad del siglo XX[1], no han sido frecuentes en Cuba. Vacío doblemente necesario de entender e historiar, si tomamos en cuenta que la Isla fue pionera en América Latina en el lanzamiento de medios tan poderosos como la radio y la televisión, y en esa misma medida los deportes, y en particular el béisbol, ya formaban parte del imaginario social de los cubanos desde décadas atrás. Todo esto, desde luego, deber ser visto y analizado dentro del desarrollo de la sociedad capitalista cubana de la época, sin separar el deporte y los medios, de los intereses y mecanismos comerciales y financieros que han convertido a las prácticas deportivas y sus transmisiones televisadas en una de las actividades más lucrativas del mundo contemporáneo.

De la historia de la programación deportiva en la televisión comercial cubana, en el periodo que va desde los inicios del medio televisivo en 1950 hasta el triunfo de la Revolución en 1959, se ocupa el presente libro, una documentada y bien escrita investigación cuyo autor es el periodista, comunicador y profesor Carlos Alberto González. Se trata del primer volumen de una saga mayor, en que su autor aspira a sistematizar la historia audiovisual cubana, en particular la de la televisión, y su relación con los deportes en las últimas seis décadas. Para lograr su objetivo en el primer tramo de la investigación, Carlos Alberto ha utilizado fundamentalmente fuentes primarias de información, que van desde la numerosa prensa deportiva de los años cincuenta hasta los documentos y libros de la cadenas deportivas y dedicadas a los medios en los periódicos: Alerta, Avance, El Crisol, Diario de la Marina, El País, Excélsior, Mañana, El Mundo, Prensa Libre, Información, Ataja y Pueblo, así como de las revistas Bohemia, Carteles, Cinema, Ellas y Gente. Asimismo acudió a otras fuentes escritas y orales (reportajes, entrevistas, comentarios), que le permitieron reconstruir el ambiente deportivo y la manera en que la televisión lo difundió y extendió a recepciones cada vez más amplias. Una virtud de este libro, como señala el autor en la introducción, es que ha sido concebido no solo para ser leído por especialistas, sino también como una contribución al conocimiento de esta temática en el público general, gran consumidor de la programación deportiva de la televisión en Cuba.

El primer capítulo está dedicado a narrar los orígenes de la televisión comercial en Cuba, un momento en que se enfrentaron los empresarios Gaspar Pumarejo y Goar Mestre por lograr la hegemonía y el monopolio de la naciente audiencia. Como es conocido, Pumarejo, exdependiente de la ferretería Humara y Lastra de la calle Muralla devenido, empresario y locutor radial, le «robó la arrancada» a Mestre, un joven de familia adinerada educado en los Estados Unidos, el 24 de octubre de 1950 con las trasmisiones del Canal 4, Unión Radio Televisión. El 18 de diciembre de ese año, Goar Mestre, dueño del circuito CMQ, inició sus transmisiones del Canal 6, con un espacio dramatizado que escribió Marcos Behmaras y protagonizó Alejandro Lugo. Como dato de gran interés, días antes de lanzar su señal al aire, Pumarejo entrevistó a varios peloteros ante las cámaras: Vicente López, Tata Solís, Pedro Formental y Jiquí Moreno, los que fueron interrogados por destacados narradores deportivos del momento: Felo Ramírez, René Molina y Rubén Rodríguez. Asimismo el impulsor del Canal 4 trató de que entre su primeras trasmisiones estuviera el campeonato profesional de béisbol cubano, hecho que constituyó otro «hit» de Pumarejo en su porfía con Mestre. Como nos cuenta Carlos Alberto: «el martes 31 de octubre, a siete días de haberse inaugurado Unión Radio Televisión, se empezó oficialmente a transmitir por TV la Liga Profesional Cubana de Béisbol, desde el entonces Estadio del Cerro o Estadio de La Habana, hoy Latinoamericano, con lo que Cuba se convertía en el primer país de Iberoamérica en realizar transmisiones televisivas de este deporte».

La noticia de que se podría ver el juego como si se estuviera en el estadio, descrito además en las voces de los más populares narradores, debió ser una verdadera sensación entre el público y los aficionados, aun cuando todavía el estilo «radial» de los comentaristas, la destreza de los camarógrafos y el equipamiento técnico propiciaran algunos deslices en la pantalla. A partir de entonces, jueves y sábados en la noche, la pelota y después el boxeo, llegaron para quedarse como uno de los más gustados espacios y un jugoso negocio.

La narración prosigue con las disputas entre Pumarejo y Mestre por dominar el mercado televisivo de la pelota invernal, para lo cual Mestre no vaciló en dar algunos «golpes bajos» a su rival, aprovechando sus diferencias financieras con la Liga Profesional para promover un campeonato paralelo desde el estadio La Tropical. Luego, una vez iniciadas oficialmente sus transmisiones, Mestre también utilizó el béisbol entre sus programas de mayor promoción comercial, apoyado por las marcas Bacardí y Regalías el Cuño. De hecho, como afirma el autor: «Pumarejo había ganado la batalla de sacar primero la TV en Cuba, pero Goar Mestre venía decidido a tomar el liderato en este sector, que consideraba le correspondía, y las transmisiones deportivas formaban parte de la lucha por ganarse la preferencia de los televidentes en medio de la fuerte competencia con la que nacía el panorama televisivo en Cuba».

Al béisbol y el boxeo, le siguieron los pasos otros deportes espectaculares y de notoria popularidad como la pelota vasca en su variante de jai alai, televisada desde el frontón de Concordia y Lucena bautizado como El Palacio de los Gritos. Entre los narradores de este deporte estuvo el popular locutor del noticiero RCA-Víctor, Enrique Navarrete.

Los capítulos siguientes profundizan en las fuertes pugnas entre los dos circuitos televisivos por el control del mercado de audiencia deportiva, lo que llevó a realizar innovaciones al canal de Mestre, que inauguró un espacio informativo-deportivo con el patrocinio de la marca cigarrera Regalías el Cuño, titulado Crónica Deportiva y conducido por los cronistas Gabino Delgado y José Antonio Losada. También se desarrollaron en la pequeña pantalla, espacios utilitarios dedicados a la gimnasia, con atención al público femenino, como el espacio Gimnasia rítmica y otros dedicadosa promover la práctica de ejercicios en general, como Gimnasio Kresto; Pumarejo lo imitó rápidamente con su espacio Gimnasia en el hogar.

La televisión comercial también explotó el interés o la curiosidad que despertaban deportes heterodoxos como la lucha libre o pancracio, más cerca del circo de feria que del verdadero ejercicio físico, y en contraste con estos espectáculos «preparados», también se prestó atención a eventos desplegados por los sectores de la burguesía, como los del Vedado Tennis Club, o los llamados Big Five, clubes de la más rancia aristocracia. Asimismo el fútbol profesional también acaparó pronto la atención de los patrocinadores y las televisoras, narrado desde el estadio La Tropical por el maestro de la crónica deportiva Elio Constantín. Ante la imposibilidad financiera de transmitir la pelota invernal en la temporada de 1951-52, se buscó el sustituto en la pelota amateur, menos glamorosa que su rival pero con equipos de larga tradición y gran calidad. Un hito en este sentido fue la transmisión del XIII Campeonato Mundial de Béisbol Amateur que tuvo por sede a La Habana en 1952.

Diversos programas importados contribuían a llenar una parrilla de programación deportiva que trataba de seducir al público por su visión panorámica del universo de las prácticas físicas en la Isla y en los Estados Unidos, así como también otros más alejados del imaginario nacional, como es el caso de la tauromaquia mexicana y española. Las demandas de la competencia y de un mercado en expansión, llevaron a las televisoras cubanas, particularmente a CMQ, a realizar acuerdos con sus homólogas estadounidenses para intercambiar programas, producidos en Norteamérica por la NBC. Otro éxito tecnológico de Mestre fue la transmisión por control remoto de las regatas de Varadero en 1952.

Hacia finales de 1950 surgieron nuevos programas como la Revista deportiva Esso, Resumen deportivo, Cabalgata deportiva, Los deportes en acción y En defensa personal. Otras novedades fueron las aperturas de diferentes canales, lo que trajo como resultado expandir el área geográfica de los eventos a transmitir en Matanzas, Santa Clara, Camagüey y Santiago de Cuba, y la posibilidad de hacerlo en cadena de televisión. También aparece un nuevo trasmisor en 1953, el Canal 7 CMBF-TV, catalogado como «una emisora de video dedicada a documentales, películas, deportes y noticias». Un hecho inédito ocurrió el 30 de septiembre de aquel año: la primera gran transmisión deportiva desde el exterior, hecha por el canal 6 con el patrocinio de Malta Hatuey y Gillette,del primer juego de la Serie Mundial de Béisbol de las Grandes Ligas de los Estados Unidos, entre los «Yankees» de New York y los «Dodgers» de Brooklyn, producido por la cadena NBC. Otra hazaña tecnológica fue la transmisión, al año siguiente, de la Serie Mundial de Grandes Ligas por el sistema de Estratovisión, que el autor considera «un antecedente de las comunicaciones televisivas por satélite», y que se realizó con equipos de transmisión y recepción instalados en un avión DC–3, volando a 3 kilómetros de altura, a 80 kilómetros de las costas cubanas y describiendo círculos de 15 kilómetros de diámetro en forma de ocho. Otras mejoras especializadas de la cadena de Mestre fue la creación de la empresa Microondas Nacionales S.A., para la adquisición de tecnología y equipamiento de punta. Un suceso extradeportivo, en este caso fue la protesta de los estudiantes de la FEU en el Estadio del Cerro en diciembre de 1955; también es relevante dentro de esta historia, pues mientras la televisión nacional transmitió la manifestación y la golpiza de los policías, la CMQ prefirió salir del aire y pasar a comerciales, en una franca actitud de indiferencia cívica ante la gravedad de los hechos.

En los últimos años de la década de los cincuenta se mantuvieron la tendencia al incremento de la programación deportiva, con especial relieve para los programas sobre la pelota de Grandes Ligas, cuyos juegos podían ser vistos en vivo los sábados por CMQ en el programa El juego de la semana, patrocinado por productos de la cervecería Tropical y la gasolinera Shell. Sin embargo, paradójicamente los bajos índices de audiencia provocaron la retirada de los anunciantes y la suspensión del programa. Finalmente, la aparición en 1958 de la señal en colores marcó un nuevo hito dentro del desarrollo tecnológico de la televisión cubana, cuya parrilla incluía un programa de comentarios diarios, titulado Vida Deportiva.

El triunfo de 1959 no modificó de inmediato el esquema de las relaciones comerciales entre la televisión y los deportes, pero si abrió perspectivas inéditas al desarrollo deportivo integral del país, con la creación de la DGD y la masividad de las prácticas físicas a lo largo y ancho de la nación. Luego, la creación del INDER, la abolición del profesionalismo y la nacionalización de los grandes medios de comunicación, puestos ahora al servicio público y no de intereses especulativos, abrió una nueva etapa que marcaría el fin del béisbol, el boxeo y la lucha profesional, y de sus transmisiones con fines de lucro por la pequeña pantalla.

Creemos que este libro de Carlos Alberto González se inscribe ya, por derecho propio, dentro de los buenos ejemplos de cómo explicar los corolarios sociales de los deportes, en este caso su íntima correspondencia con los medios de comunicación de masas, desde perspectivas novedosas y multidisciplinarias, integrando saberes y haciendo valer aquel axioma, que tanto gustaba repetir el gran sociólogo alemán Norbert Elias, de que «...los estudios sobre deportes que no eran estudios sobre la sociedad, eran ejercicios académicos estériles y fuera de contexto». Esperemos los nuevos volúmenes que completarán esta saga fundamental de nuestra historia contemporánea acerca de la correlación entre la televisión y los deportes, ya no el «matrimonio de intereses» como fue en el pasado, sino como parte sustantiva de nuestra identidad cultural como pueblo.

Dr. Félix Julio Alfonso López

INTRODUCCIÓN

El maridaje entre deporte y televisión, para muchos calificado como «matrimonio de intereses», se ha erigido como un fenómeno mundial. Se concertó prácticamente desde el nacimiento de esta como medio de comunicación masiva, y en la actualidad atraviesa a escala planetaria por un momento de feliz «luna de miel», pues es el deporte un segmento clave y cada vez más amplio en la programación de innumerables cadenas televisivas.

Como tendencia universal en nuestros días, las transmisiones de grandes eventos están entre los programas de televisión que mayores índices de audiencia logran, sin contar la existencia de un apreciable número de canales de pago de perfil exclusivamente deportivo —incluyendo algunos especializados en una única actividad—, así como otras modalidades de negocio televisivo muy extendidas en el tema del deporte como el abono codificado y el pago por visión.

Se ha comprobado que, en general, el deporte despierta un marcado interés en la teleaudiencia. Son innumerables los magazines, noticiarios, programas de entrevistas, de análisis, documentales y grandes reportajes deportivos que las televisoras incluyen en sus programaciones, además de que las noticias referidas al tema ocupan un puesto importante dentro de los espacios informativos que no son exclusivos de deporte. Eventos como los juegos olímpicos o la copa mundial de fútbol son capaces de «paralizar» al mundo.

Cuba no ha sido una excepción. La historia del medio televisivo en el contexto cubano desde su nacimiento en 1950, ha estado muy ligada por diferentes motivos a la actividad deportiva: hasta 1959 como parte de la oferta comercial de las televisoras privadas que dominaban por entonces. Después del cambio de modelo social que marcó la Revolución, como vehículo en la construcción de una nueva sociedad.

Hoy nadie duda de la fuerza que tiene el deporte en Cuba. En épocas en que están en pleno desarrollo certámenes de gran relevancia como nuestra Serie Nacional de Béisbol, los juegos olímpicos, o eventos de fútbol de primer nivel como la Copa del Mundo, la Eurocopa, o la Copa de Campeones de Europa, estos pasan a ser temas prioritarios en el diálogo y la discusión a nivel social. Pocos temas generan tantos intercambios de puntos de vista. Y detrás de todo ese desborde masivo está, quien lo duda, la mano de la televisión.

Valgan los ejemplos del récord histórico de asistencia al estadio Latinoamericano que se implantó en varios encuentros de la postemporada 2010 en los que estuvo envuelto —con una actuación inesperada— el equipo «Industriales», y el recibimiento apoteósico y espontáneo que tributó el pueblo de la capital a la selección azul a su regreso de Santa Clara con el trofeo de campeones. O los increíbles desfiles de miles de aficionados, ataviados con banderas y símbolos de los equipos de su simpatía, para reunirse en los lugares públicos donde se transmitían los encuentros de la Copa Mundial de Fútbol de Sudáfrica 2010 o la Eurocopa 2012.

Demostraciones del carácter aglutinador del deporte, que ejemplifican cómo esta actividad encierra en sí misma una carga de significados desde lo cultural y lo identitario, y genera en las personas una extraordinaria seducción, expresada en el seguimiento, admiración y hasta veneración por deportistas o equipos que se convierten en verdaderos íconos, — gracias en gran medida— al lente de ampliación de la TV y sus inmensas potencialidades comunicativas.

Los altos índices de audiencia media nacional alcanzados por las transmisiones televisivas de diversos eventos en los últimos años, aun cuando constituyen datos cuantitativos obtenidos a partir de muestras restringidas, son otro ejemplo manifiesto de lo expresado. Baste señalar el récord de 69 % logrado en la inauguración de los XXVI Juegos Olímpicos de Atlanta en 1996, 55.5 % en el Mundial de Fútbol de Sudáfrica 2010, 43.09 % de los Juegos Panamericanos de Guadalajara en 2011, en Río de Janeiro 2007, 39.57 % y en los Juegos Olímpicos de Londres 2012, 41 %, cifras no conseguidas habitualmente por otro tipo de programación, con excepción de las telenovelas.[*]

Increíblemente, a pesar de su innegable importancia como actividad social y la apreciable incidencia que ha tenido en la evolución de la televisión en nuestro país, el deporte ha pasado prácticamente inadvertido en el ámbito investigativo de la comunicación, pues lamentablemente los contenidos deportivos y su relación con los medios han sido calificados tradicionalmente como secundarios o menores en comparación con el estudio de otras áreas.

Los ámbitos académicos de otros contextos durante mucho tiempo adoptaron posiciones similares, pero hoy la vida ha demostrado que no existe otra actividad social que, de manera permanente, sea capaz de formar y reforzar identidades locales y nacionales tal como lo hace el deporte, además de constituir un espacio con enormes poderes de convocatoria, terreno ideal para la producción de socialización, con una creciente influencia recíproca con los medios de comunicación, en especial la televisión; todo lo cual ha provocado a escala mundial una reconsideración paulatina de la histórica subvaloración que tuvieron los investigadores de las ciencias sociales hacia la actividad deportiva.

En Cuba todavía se necesita desbrozar este camino de acercamiento investigativo al terreno deportivo y sus articulaciones con la sociedad. En concreto desde la comunicación, se impone transitar por senderos casi vírgenes en los temas referidos a la relación que han tenido y tienen los medios con el deporte, los cuales aportarían nuevos elementos que contribuirían desde esas aristas a explicarnos mejor el pasado y también el presente.

En particular constituye un desafío —por ser un campo intransitado—, investigar y sistematizar la historia del vínculo entre deporte y TV en Cuba a lo largo de los casi setenta años del medio en nuestro país.

La obra que les proponemos consta de dos volúmenes, en los que abordamos la relación entre deporte y televisión en el contexto cubano en las más de seis décadas de existencia del medio en suelo nacional. Establecemos cuatro períodos, a partir del análisis del diferente contexto socio-político presente en cada momento, y consiguientemente teniendo en cuenta los desiguales objetivos, funciones y rutinas de trabajo, así como los diversos escalones en el desarrollo tecnológico que ha atravesado nuestra TV.

La primera parte, que el lector tiene ahora en sus manos, comienza —a manera de preámbulo— con un breve acercamiento al matrimonio entre TV y deporte en el mundo, como necesario marco referencial para introducir la realidad cubana, de 1950 hasta 1960, etapa en la que se enmarca la televisión privada y de carácter comercial en el contexto capitalista neocolonial de aquellos años, desde la fundación de la primera planta el 24 de octubre de 1950 hasta el cambio de propiedad de todos los canales nacionales con las nacionalizaciones promovidas por el Gobierno Revolucionario después del triunfo del 1ro. de enero de 1959.

Es un período en que el deporte —poco diversificado, mayoritariamente profesional, vinculado al juego y las apuestas, y con gran influencia de los Estados Unidos— representaba una parcela significativa en la programación de las diferentes cadenas como parte de la competencia.

En el segundo volumen, todavía en proceso de preparación, serán incluidas las otras tres etapas del desarrollo de nuestra programación deportiva televisiva que hemos establecido: 1960-1975, 1975-1990 y 1990 hasta hoy, todas correspondientes a la televisión después del triunfo de la Revolución.

Para lograr el texto que entregamos hoy se requirió de una prolongada y minuciosa consulta de la información relacionada con el tema, aparecida en diferentes publicaciones periódicas impresas y en informes internos de los diferentes canales televisivos de la época.

En aras de poder compendiar todo el panorama desde 1950 hasta 1959 fue cardinal la paciente búsqueda en los libros de la Cadena CMQ, contentivos de recortes de la prensa nacional cubana de esos años, que se atesoran en el Centro de Investigaciones de la Radio y la Televisión del ICRT y que incluyen textos y fotos extraídos de las páginas y secciones dedicadas a la radio y televisión en los periódicos Alerta, Avance, El Crisol, Diario de la Marina, El País, Excélsior, Mañana, El Mundo, Prensa Libre, Información, Ataja y Pueblo, así como de las revistas Bohemia, Carteles, Cinema, Ellas y Gente.

En el caso de la etapa revolucionaria, que se incluirá en el segundo tomo de esta obra, nos apoyamos en la revisión del diario Revolución hasta 1965 y a partir de esa fecha, hasta la década de los ochenta, fundamentalmente de Granma y en menor cuantía de Juventud Rebelde.

En sentido general, se consultaron las programaciones de cada canal, publicadas diariamente en los diferentes periódicos, lo que permitió de forma bastante fiable conocer las transmisiones y programas deportivos emitidos, aun considerando el riesgo de algún cambio de última hora que en determinado momento pudo haberse producido.

La exploración nos permitió también el acceso a informaciones, reportajes, entrevistas y comentarios críticos publicados y, en menor medida, opiniones de los televidentes, todo de gran importancia para poder reconstruir el panorama deportivo existente en cada momento, así como el contexto histórico en las diferentes etapas del desarrollo de nuestra televisión, y aproximarnos así a algunas características de la producción y el consumo televisivo de la programación de deportes.

A lo largo del libro se utilizan fragmentos extraídos de los medios de prensa consultados, reproducidos tal y como fueron publicados originalmente, por lo que se advierte que, al tratar de respetarse al detalle la fidelidad de la fuente, en alguno de ellos podrá aparecer alguna que otra imprecisión tipográfica, ortográfica, de redacción o de uso de los signos de puntuación.

La valiosa información que pudimos obtener a través de entrevistas realizadas a un grupo de profesionales partícipes en estos sesenta años de historia fue el complemento del paciente trabajo de revisión bibliográfica realizado.

La obra ha sido concebida pensando en un público amplio: desde estudiantes universitarios, profesionales del medio e investigadores hasta el público general interesado en la programación deportiva de la televisión en Cuba.

El autor

A MANERA DE PREÁMBULO

Televisión y deporte en el mundo: un matrimonio de más de medio siglo

Desde los iniciales intentos de concretar en la práctica la transmisión de señales mediante la televisión, el deporte estuvo presente, porque ya desde mucho antes se había convertido en una actividad de seguimiento masivo que había tenido significativos resultados, primero a través de la prensa y luego en la radio, por constituir un importante filón económico.

Por ello, en el proceso de establecimiento del soporte televisivo y la definición de sus posibilidades expresivas, la programación deportiva desempeñó un papel relevante, al encabezar la puesta en marcha de las transmisiones por control remoto desde exteriores.

La mayoría de los estudiosos coinciden en que el inicio de la historia de las transmisiones deportivas por TV abiertas al público en el mundo ocurre el 2 de junio de 1931, cuando la BBC inglesa hace la cobertura del Derby hípico de Epsom con una cámara mecánica.[2]

Antes, el 12 de julio de 1928, se habían captado imágenes de un jugador de tenis golpeando la pelota, por lo que algunas fuentes mencionan este hecho como la primera transmisión de algún deporte, pero realmente no fue aquello un evento deportivo.

Igualmente se menciona que el 17 de febrero de 1931 se había realizado en Japón la primera transmisión en circuito cerrado: un juego de béisbol del equipo de la Universidad de Waseda, en Tokio. Sin embargo, las imágenes no fueron vistas por el público porque fueron transmitidas directamente al laboratorio eléctrico de la mencionada universidad.[3]

En agosto de 1936, con motivo de los XI Juegos Olímpicos celebrados en Berlín, tuvieron lugar las primeras experiencias de televisión en directo con equipos electrónicos de una competición deportiva, cuando las firmas alemanas Telefunken y Fernseh transmitieron 72 horas en vivo del desarrollo de algunas pruebas del programa de aquella justa, aunque las transmisiones se redujeron a un circuito cerrado.

Unas 150 mil personas en Berlín y Leipzig recibieron la señal en salas especiales creadas con esa intención, con capacidad para 50 espectadores y llamadas «oficinas públicas de televisión», en las que se recibía la señal en pantallas de cerca de dos metros de diagonal. Se dice que para la cobertura fueron usadas cámaras de RCA y Farnsworth, que como es lógico entender eran extremadamente grandes y solo podían trabajar con una buena iluminación natural.

En Gran Bretaña, uno de los países precursores en el desarrollo del nuevo medio, ocurren entre 1937 y 1939 varios acontecimientos pioneros en la historia de la televisión deportiva, al llevarse a la pantalla prestigiosos eventos.

El 4 de febrero de 1937 es la primera vez que un comentario de este tema es realizado en televisión. La BBC contrató a Herry Mallin para comentar una competencia de boxeo amateur entre Inglaterra e Irlanda, que se realiza en los estudios de Alexandra Palace.

En junio de 1937 la BBC realiza la primera transmisión del torneo de tenis de Wimbledon; el 9 de octubre del propio año se transmite en directo la primera carrera de coches de la historia: el Imperial Trophy Road Race, mientras el 2 de abril de 1939 se televisa la regata entre Oxford y Cambridge.[4] Algunas fuentes manejan que el 16 de septiembre de 1937 había sido televisado el primer encuentro de fútbol en directo, en Highbury, entre el Arsenal y sus reservas[5] aunque sobre las transmisiones futbolísticas pioneras existen informaciones divergentes.[6]

Pero es en los Estados Unidos donde la televisión se desarrolla de manera más continua y el deporte aparece indiscutiblemente relacionado con ese progresivo avance. El 17 de mayo de 1939, apenas unas semanas después de haber salido al aire la primera señal de la TV en territorio estadounidense, la entonces estación experimental de la NBC denominada W2XBS[7] lleva a las pantallas de los escasos receptores existentes en la ciudad de Nueva York las incidencias de un partido de béisbol colegial entre los equipos «Columbia» y «Princeton».[8] Uno de los famosos de la época, Bill Stern, es el presentador de aquel encuentro, disputado en el Baker Field.

Solamente una cámara fue usada en esa experiencia inicial, la única que poseía en aquellos momentos la NBC, que fue instalada sobre una plataforma cerca de la tercera base.

Desde ese único ángulo, se tomaron fundamentalmente entrevistas y el juego del infield. La recepción, por supuesto, no fue buena, por lo que aquel primer intento de cubrir deportes por la televisión recibió críticas negativas en los periódicos norteamericanos.

El primero de junio, solo unos días después, se transmite desde el Yankee Stadium el primer combate de boxeo, en el que se enfrentan los pesos pesados Max Baer y Lou Nova, y que, según datos manejados en la época, fue presenciado por unos 20 mil televidentes.

La pelea fue relatada por Walter Lanier Barber, el célebre Red Barber entonces un ya conocido narrador de la radio, quien sería a través de la historia uno de los más importantes profesionales de la radiodifusión deportiva en los Estados Unidos.

Algunas fuentes afirman que el 26 de agosto del propio año 1939 fue Barber quien narró en la W2XBS el primer partido del béisbol televisado de las ligas mayores, entre los «Rojos» de Cincinnati y los «Dodgers» de Brooklyn desde el estadio Ebbets Field, aunque otras referencias citan a Bill Stern.

El 30 de septiembre se televisa el primer encuentro de fútbol colegial en territorio estadounidense («Fordham» vs. «Waynesburg College») y el 22 de octubre el primer partido de la NFL (Nacional Football League) entre los «Brooklyn Dodgers» y los «Philadelphia Eagles».

El 25 de febrero del año siguiente la W2XBS lleva a las pantallas por ocasión inicial un partido de hockey sobre hielo, el que escenifican los «New York Rangers» y los «Montreal Canadians» en el Madison Square Garden. Tres días después, desde el propio escenario, se televisa el encuentro de baloncesto en el que se enfrentan los conjuntos de «Fordham» y la «Universidad de Pittsburg», y el 2 de marzo se transmite el primer evento de pista.

La televisión iba creciendo despacio, pero con el desarrollo de la Segunda Guerra Mundial las investigaciones, lógicamente, fueron aplazadas. No fue hasta 1946 que se restablecieron en los Estados Unidos los trabajos en busca de mejorar las cámaras, los transmisores y los aparatos receptores.

Ese mismo año la NBC televisó la pelea por el título mundial del peso pesado entre Joe Louis y Billy Conn, que fue vista por más de 100 mil personas (algunos señalan 141 mil), la más grande audiencia lograda por una pelea de boxeo hasta esa fecha. En esta ocasión la reacción de la prensa fue muy favorable a la TV, incluyendo una elogiosa crítica realizada por el Washington Post.

En 1947 WABD, WCBS-TV y WNBT transmiten por vez primera íntegramente una serie mundial del béisbol estadounidense, al cubrir para Nueva York —aunque también se recibe en Filadelfia— las incidencias del enfrentamiento entre «Dodgers» y «Brooklyn», con una recepción calculada en 3.9 millones de personas —un número considerable de ellas en bares, como era usual por aquellos años—, la mayor audiencia lograda por la TV hasta esos momentos.[9]

A finales de la década de los años cuarenta eran habituales en la televisión norteamericana transmisiones de boxeo, lucha profesional, baloncesto y bolos. Se calcula que en la temporada de 1948-1949, el deporte constituía un 30 % de la programación televisiva de horario estelar en los Estados Unidos.

Con un equipamiento todavía limitado y pocas habilidades para llevar a las pantallas juegos que utilizaran escenarios amplios, los ejecutivos del nuevo medio se habían ido dando cuenta desde los inicios que un camino conveniente estaba en la prioridad de deportes que requerían espacios más pequeños, los que podían ser manejados más fácilmente con una o dos cámaras. John Catsis afirma que en aquellos momentos había más boxeo en la televisión de los Estados Unidos que partidos de fútbol americano hoy.

En poco tiempo la TV había demostrado ser un medio capaz de desafiar la estructura empresarial y de mercado de las formas comerciales dominantes en ese momento, es decir, el cine, el teatro dramático y de variedades, y otros programas que ocupaban el tiempo de ocio de los espectadores. Surgía así otra rama de la creciente industria del esparcimiento popular y hacia fines del decenio de 1940, quedaba claro para los administradores y los controladores de los espectáculos deportivos que se hacía necesario llegar a un arreglo satisfactorio con la televisión.

Por esos años aparecen en la NBC los primeros programas deportivos, entre ellos la famosa Cabalgata Deportiva de Gillette (duró en pantalla hasta 1960) y Lucha desde St. Nicholas Arena.

El 29 de julio de 1948 la BBC da cobertura a la ceremonia inaugural de los XIV Juegos Olímpicos, con sede en Londres. Durante los 17 días que duró el certamen la cadena británica transmitió en vivo un promedio de tres horas y media diarias, y se calcula que 80 mil televisores en territorio londinense recibieron imágenes y sonido de las competencias.

Un año después se marca la fecha de la primera experiencia de transmisión deportiva en la extinta Unión Soviética, específicamente de un evento celebrado en el estadio moscovita Dínamo.[10]

En 1951 ocurren varios acontecimientos que demuestran el desarrollo progresivo que van teniendo las transmisiones deportivas en la TV en territorio estadounidense, como resultado del crecimiento del nuevo medio en aquella nación, que reportaba al cierre de 1950 (según publicó la prensa de entonces) más de 100 estaciones televisivas funcionando diariamente y 10 millones de aparatos en poder del público, con un promedio de venta mensual de 800 mil telerreceptores.

El 11 de agosto de 1951 se realiza la primera transmisión en colores de un partido de béisbol, un doble programa entre los «Dodgers» de Brooklyn y los «Braves» de Boston. El 22 de septiembre, gracias a la unión de todo el país con una línea de cable coaxial, tiene lugar la primera transmisión en vivo de costa a costa de un evento deportivo cuando la NBC cubre un juego de la liga universitaria de fútbol americano entre los equipos de las universidades de Duke y Pittsburgh. Días después, el 3 de octubre, se logra lo mismo con un encuentro de la serie mundial.

Por cierto, para septiembre de 1955 se realizan las primeras transmisiones en colores de las ligas mayores del béisbol norteamericano. Ya para ese año el porciento de hogares con TV en los Estados Unidos había crecido vertiginosamente desde apenas un 9 % en 1949 hasta un 64.5 %.

En los inicios de la década del cincuenta del pasado siglo, la televisión se abre paso en otros países y en muchos de ellos el deporte estuvo íntimamente ligado al nuevo medio desde sus propios comienzos. Por ejemplo, varias fuentes señalan que en Argentina, solo un mes después de haber llegado oficialmente la TV al país, se televisó con apenas dos cámaras un partido de fútbol —«San Lorenzo» vs. «River»—, exactamente el 18 de noviembre de 1951.

Joseba Bonaut Iriarte menciona que en 1948 se había llevado a cabo la primera transmisión del Tour de Francia por parte de la TV francesa y en 1952 del primer partido de fútbol, la final de la Copa de Francia entre el «Niza» y el «Burdeos».

Un año después ocurren las primeras transmisiones futbolísticas de la RAI italiana en su período de pruebas, incluso antes de iniciar sus emisiones regulares.

La primera transmisión deportiva realizada por la televisión en España se efectúa el 24 de octubre de 1954 cuando TVE lleva a las pantallas el partido de fútbol entre el «Real Madrid» y el «Racing de Santander», gracias a la empresa inglesa Marconi, que cedió una de sus unidades móviles. Era la primera de muchas transmisiones futbolísticas que emitió TVE en sus primeros años de vida, en una demostración de que el deporte, y el fútbol en particular, se ganó desde los primeros momentos un espacio en la naciente programación. En 1948 había tenido lugar la primera manifestación de deporte televisado en territorio español, dentro de varias demostraciones de la RCA en Madrid, que incluyeron un partido de baloncesto disputado el 19 de agosto. En los años inmediatos, como parte de la programación experimental que puso en marcha TVE a partir de 1952, surgieron algunos espacios que incluyeron contenido deportivo.[11]

La importancia creciente de la televisión en su relación con el deporte a nivel mundial se va a poner de manifiesto en 1956, en los VII Juegos Olímpicos de Invierno, celebrados en la ciudad italiana de Cortina d’ Ampezzo, y en las pruebas de hípica de los XVI Juegos de Verano, las cuales se realizaron en Estocolmo al no poder garantizar los organizadores de Melbourne todos los requerimientos sanitarios para este deporte. Se calcula que 6 millones de europeos pudieron ver ambos certámenes, en sus hogares o sitios públicos.[12]

Dos años después, en junio de 1958, la Copa Mundial de Fútbol que se organiza en la propia Suecia, se convirtió en el primer evento deportivo transmitido al mundo vía satélite, a través de la red Eurovisión.

Con el desarrollo paulatino de la tecnología, que evoluciona desde el primario kinescopio, pasando por las iniciales grabadoras de cinta de video de inmenso tamaño, hasta sus variantes más ligeras y a color, las transmisiones deportivas por TV se fueron mejorando.