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«Tribunales de venganza» (1880) es una tragedia histórica en dos actos escrita en verso por Rosario de Acuña. Ambientada en el siglo XVI durante la resistencia de los valencianos para defender sus libertades ante la corona, se centra en la figura de Guillem Sorolla, uno de los jefes más audaces de la asociación de los comuneros de Valencia, llamada la Germanía.
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Seitenzahl: 93
Veröffentlichungsjahr: 2021
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Rosario de Acuña
Drama trágico-histórico en dos actos y epílogo
Estrenado en el TEATRO ESPAÑOL el 6 de abril de 1880
Saga
Tribunales de venganza
Copyright © 1880, 2021 SAGA Egmont
All rights reserved
ISBN: 9788726687033
1st ebook edition
Format: EPUB 3.0
No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.
This work is republished as a historical document. It contains contemporary use of language.
www.sagaegmont.com
Saga Egmont - a part of Egmont, www.egmont.com
AL EXCMO. SEÑOR
DON ANTONIO ROS DE OLANO
en prueba de la admiración que le profesa
La autora
ANDREA, 26 años -Dª Elisa Mendoza Tonorio
GUILLÉN SOROLLA, 24 años - D. Rafael Calvo
ASAIL, árabe (36 años) - D. Donato Jiménez
DON LUIS CABANILLAS, noble, 38 años - D. José Luna
VICENTE, agermanado - D. Ricardo Calvo
Primer agermanado - D. Alfredo Calvo
Segundo agermanado - D. Fernando Calvo
Tercer agermanado - D. Fernando Corral
CAPITÁN - D. José Calvo
2º capitán - D. Pedro Moreno
PAJE - Dª Ana Gallardo
SOLDADO AVENTURERO - D. Mariano Jiménez
FRAILE - D. Jorge Bucero
Soldados, heraldos, pajes, jueces, verdugos, frailes y pueblo.
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La acción pasa en el siglo XVI, en los años 1519 y 1522. El primero y segundo acto en Valencia y el epílogo en Játiva.
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Nota. Véase Historia de España de D. Modesto Lafuente, Parte 3ª, libro 1°, capítulo VIII, páginas 261 y siguientes hasta la 292. El capítulo se titula Las germanías de Valencia.
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Todos los versos que llevan asterisco pueden suprimirse en la representación.
Casa humilde de artesano. A la derecha del espectador, en primer término, una chimenea sin lumbre, pero con leña: segundo término, una puerta. A la izquierda del espectador, primer término, un telar de la época, segundo término una puerta. Telón de fondo, en el frente un balcón con barandilla baja y practicable para saltar por ella. Sillas y taburetes de la época; mesa cerca de la chimenea, vasos y botellas en la mesa. Al empezar el acto es de día, pero en la primera escena anochece y entran una lámpara encendida: el balcón cerrado.
SOROLLA, VICENTE, l.º, 2.º y 3.º AGERMANADO, más otros dos que no hablan. Sorolla y Vicente sentadosalrededor, dejando su colocación a cargo del director de escena.
VICENTE. Cuantos detalles pides, esta noche
en casa de Lorenzo te daremos,
y si no quieres ir...
AG. 1.º (Interrumpiendo.) Lo cual sentimos...
VICENTE. Cuando se empiecen á contar los hechos
de la gran Germania valenciana,
sabrás nuestra intención, nuestros proyectos.
AG. 2.º ¿Te decides o no?
SOROLLA. Y bien, supongo
que por fin consintiera en vuestro empeño,
pobre artesano soy, sin más riquezas
que las escasas que al trabajo debo,
ni la fama se ocupa de mi vida
ni más blasones que mi nombre tengo.
¿Dónde está mi valer, ni qué servicio
a esa noble hermandad prestarle puedo!
VICENTE. ¡Vive Dios! no. Guillen, tú puedes mucho,
tu vasta ilustración, tu gran talento...
AG. 2.° Al brillo que despiden tus virtudes,
al fulgor de tus nobles pensamientos
podrán mirarse las grandezas todas
que ocultas guarda el generoso pueblo.
AG. 1.º ¡No abandones, Sorolla, a tus hermanos!
VICENTE. Otra causa mejor jamás la vieron
los que la historia escriben: la justicia
al combate nos llama.
(Entra Asail con una lámpara encendida que deja sobre lamesa, y se va por la izquierda, que es por donde salió, llevándoselas botellas vacías.)
SOROLLA. No comprendo
que se pueda acudir a los desmanes
sin intentar, por bien, poner remedio.
VICENTE. La junta de los trece á quien pensamos
dar el sumo poder, verá de hacerlo,
pero si ella nos manda que a las armas,
a las armas, Guillen, acudiremos.
SOROLLA. (En tono de reproche.)
Un rey se sienta en el hispano trono.
VICENTE. Por desgracia ese rey nació extranjero...
AG. 1°. (Interrumpiendo.) Y emperador de tierras bien lejanas,
se aconseja no más de los flamencos.
SOROLLA. (Con arrogancia.)
¿Y desde cuándo ala extranjera gente
el altivo español le tuvo miedo?
Si el austriaco don Carlos con orgullo
quiso regir los españoles reinos
trayendo las costumbres de su patria,
no con desdenes se pondrá el remedio
que más aumentará su camarilla
cuanto más se convenza del desprecio.
AG. 1° (Ap. al segundo.) (Mírale, resplandece su figura.)
AG. 2. (Ap. al primero.)
(Y al par que admiración causa respeto.)
SOROLLA. El desdén ignorante que demuestran
a extraño rey los castellanos pueblos
risible cobardía me parece,
que él es uno no más y muchos ellos.
VICENTE. Son tantos los desmanes que sufrimos,
es tanta la justicia que queremos,
que ese rey ambicioso de victorias
tuviera que olvidarlas mucho tiempo: (Con intención.)
y ya lo ves, en guerras dispendiosas
con el afán de glorias y trofeos,
pasa la vida sin que nunca llegue
libertad y justicia á concedernos.
Valencia, esta Valencia de los Cides
gime oprimida por feroces dueños...
AG. 1.º Los hijos de la bárbara nobleza,
gobernando á su antojo nuestro pueblo
sin conocer autoridad ninguna,
pues sólo el rey pudiera contenerlos,
de sus pasiones escuchando el grito,
ni honra ni vida respetar supieron,
y con ultrajes viles nos ofenden
sin que el castigo conseguir logremos.
VICENTE. (Levantándose.) Esposas de su hogar arrebatadas,
ancianos que su nombre defendiendo,
al rudo golpe de salvaje mano
por sus hijas llorando perecieron,
vírgenes indefensas ultrajadas,
niños abandonados en los templos,
familias que perdieron sus riquezas
con mana envueltas en villanos pleitos,
sin paz los artesanos, sin trabajo
el desgraciado y pobre jornalero,
sin jueces los cerrados tribunales
y la ciudad entera sin gobierno
Este cuadro que horrible se presenta
fuerza es que tenga quien le de remedio,
ya que ese rey ajeno a nuestras penas
entregados nos deja a nuestro esfuerzo.
AG. 1.º Justicia, solamente la justicia
levanta nuestro brazo.
SOROLLA. Quiera el cielo
que en pos de la justicia, la venganza
no venga a perturbar vuestro deseo!
VlCENTE. (Con ímpetu. Se levantan todos menos Sorolla)
Si acaso fuera así, que no nos culpen:
sin murmurar sufrimos largo tiempo
y más en nuestro daño se gozaron...
Las rocas de fuertísimos cimientos
cuando tiembla la tierra, se estremecen
y sus pedazos saltan a los cielos.
SOROLLA. (Levantándose.)
También los Comuneros de Castilla
levantáronse en armas: ¡cuánto duelo
y cuánta sangre! ¡para qué!...
VICENTE. Sorolla,
esa guerra sagrada que emprendieron
sin término la vemos todavía.
¿Quién será el vencedor?, ¡sábelo el cielo!
SOROLLA. Carlos primero de la tierra toda
audaz pretende conquistar el cetro:
el que sueña con tales ambiciones
y concibe tan grandes pensamientos,
¿podéis imaginaros que vacile
ante las vallas que levante el pueblo?
VICENTE. El torrente que brama impetuoso
por seco tronco de podrido cedro
le vemos detenerse en su carrera...
SOROLLA. Para luego seguir aun más soberbio.
VICENTE. En fin, Guillen, no intentes disuadirnos.
AG. 1.º Nuestra empresa es muy santa...
SOROLLA. Yo no quiero
que consintáis impunes los delitos,
¡antes morir que merecer desprecio!
lo que ambiciona el alma conmovida
escuchando las quejas de un gran pueblo,
es la noble templanza del que justo
VICENTE. Ya lo he dicho; la junta que de trece
de nosotros, sin falta elegiremos
esta noche, será la que nos guíe
prestándole obediencia en juramento.
(Dos o tres de los agermanados toman las capas poniéndoselas.)
AG. 2.º Si vienes, ya lo sabes, de la junta
serás: piénsalo bien...
SOROLLA. Allá veremos....
(Se dirigen ala puerta de la izquierda.)
AG. 3.º (Despidiéndose de Guillen, le da la mano.)
La patria te reclama...
AG. 1.º (Despidiéndose.) El pueblo gime.
SOROLLA. Tal vez acudiré...
VICENTE. (Despidiéndose.) Guárdete el cielo.
SOROLLA. (A todos.) Y a vosotros también.
(Se van todos menos Sorolla. Se van por la izquierda.)
SOROLLA y luego ANDREA
SOROLLA. ¡Hermosa raza
de los altivos e indomables pueblos
que supieron morir entre las llamas
por no sufrir desconocidos dueños!
¡Ay! Si la historia relatase un día
con lenguaje imparcial sus grandes hechos,
acaso el mundo estremecido viera
quien de virtudes le enseñó el ejemplo.
¡Ignorados plebeyos de mi patria
ni ellos mismos tal vez se conocieron
y acaso rompan la fatal cadena
que forjan los tiranos en sus reinos!
(Se sienta quedándose pensativo. Pausa. Sale Andrea por laderecha y por detrás de Guillen: le echa los brazos sorprendiéndole.)
ANDREA. El verte pensativo me entristece,
que nunca vive pensativa el alma
cuando encuentra un cariño tan sincero
como te ofrezco yo.
SOROLLA. (Con cariño.) ¡Andrea, calla!
No imagines jamás que el pensamiento
de un amor tan profundo se olvidaba:
tú eres el puro aliento de mi vida,
el sublime ideal de mi esperanza,
la inspiración del noble sentimiento
y de la buena acción, la hermosa causa.
¿Cómo sin ti viviera ni un instante,
si eres la parte que embellece el alma?
ANDREA. (Sentándose y con dulzura.)
Ya soy tu compañera, Guillen mío,
la misión de mi ser tu bien me manda.
Si aquí, en tu hogar, con el amor de esposa
la dulce paz mi corazón derrama,
es porque en ti las perfecciones veo
y espejo fiel de tus virtudes santas
devuelvo los fulgores que recibo.
SOROLLA. ¡Notas del cielo vierten tas palabras!
ANDREA. La belleza infinita de esos cielos
también me la enseñaron tus miradas.
SOROLLA. jAy! cuán pocos conocen la ventura
que aqueste albergue sin riquezas guarda,
cuan pocos viven sin pesar ninguno,
sin la necia y brutal desconfianza.
ANDREA. Viven tan mal porque jamás quisieron ;
prestarle a la mujer la luz del alma,
haciéndola partícipe del mundo
que en la razón del hombre se levanta.
Adorno de su vida, vano juego
de sus pasiones torpes y livianas,
nosotras meditamos sin conciencia,
conocemos tan sólo la desgracia,
somos dignas no más que por orgullo,
y amantes, porque amando nos ensalzan,
siendo nuestra existencia desvalida,
ave sin canto, rosa sin fragancia,
primavera sin sol, concha sin perla,
diamante sin pulir, lumbre sin llama.
SOROLLA. No todas han nacido, Andrea mía,
con una inteligencia despejada.
ANDREA. No, Guillen, no, si el hombre nuestro dueño
como tú me hablas siempre las hablara,
ni en vanidoso alarde vivirían
ni tan llenas se vieran de ignorancia:
hay en el fondo de la vida nuestra
un germen de virtudes sacrosantas
que sólo espera cariñosa mano
para crecer como fecunda planta.
SOROLLA. Y tú de esos vergeles de la tierra
eres la más hermosa y más gallarda,
que contigo reposa el alma mía
cuando el humano batallar le causa...
(En tono de reproche cariñoso.)
No me escuchas, Andrea; ¡pensativa
y por estarlo yo me reprochabas!
ANDREA. Sí, pensativa estoy, hace algún tiempo
que noto en Asail tristeza tanta