Erhalten Sie Zugang zu diesem und mehr als 300000 Büchern ab EUR 5,99 monatlich.
«Morirse a tiempo» es, según lo presenta su autora, «un ensayo de un pequeño poema imitación de Campoamor». En esta breve historia en verso el sonido de las campanas de la iglesia anuncia una boda. María va a casarse con un hombre al que no ama.-
Sie lesen das E-Book in den Legimi-Apps auf:
Seitenzahl: 18
Das E-Book (TTS) können Sie hören im Abo „Legimi Premium” in Legimi-Apps auf:
Rosario de Acuña
Ensayo de un pequeño poema imitación de Campoamor
Saga
Morirse a tiempo
Copyright © 1879, 2021 SAGA Egmont
All rights reserved
ISBN: 9788726687071
1st ebook edition
Format: EPUB 3.0
No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.
This work is republished as a historical document. It contains contemporary use of language.
www.sagaegmont.com
Saga Egmont - a part of Egmont, www.egmont.com
A las seis poco más de una mañana
del mes de los claveles y las rosas,
el agudo chillar de una campana
de la villa del oso,
anunciaba al curioso
que, en la iglesia cercana,
la misa de una boda se decía,
y no anunciaba más, su voz parlera,
porque más no sabía,
que la lengua de bronce,
bien pregone el dolor o la alegría,
muda al afecto humano,
obedece, no más, cuando mano
del sacristán la mueve…
¿Es posible que existan las campanas
estando en pleno siglo diez y nueve?
El caso es que la boda pregonaba
sin saber, ¡pobre ciencia!,
si penas o placeres anunciaba.
Allá, en la sacristía,
rodeada de rica estantería,
y ante un Cristo torcido y contrahecho
en la Edad Media hecho,
y en el siglo pasado
con un barniz brillante retocado,
cuatro velas de cera derramaban
rojos y vacilantes resplandores,
iluminando las diversas caras
de unas cuantas señoras y señores.
Alto, ceñudo, enjuto y desgarbado,
con acento forzado,
en fuerza de quererle dar valía,
el señor cura párroco del templo
la epístola (o sentencia) concluía,
en tanto que dos rubios monaguillos
cruzaban esas pícaras miradas
que lanzan en las bodas los chiquillos.
Terminose la epístola; un suspiro
hondo y casi apagado,
como si de salir avergonzado
se quisiera volver dentro del pecho,
fue cual punto final de la lectura
que presenciaba el Cristo contrahecho:
toma el hisopo el cura,
rocía a los señores
que en curva precisada,
ceñían la pareja desposada,
y con más ahuecado y ronco acento,