Una boda en la familia - Victoria Pade - E-Book
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Una boda en la familia E-Book

VICTORIA PADE

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Beschreibung

¿Algún día organizaría ella su propia boda? Cuando la organizadora de bodas Vonni Hunter había decidido dejar de buscar marido, apareció en su vida el espectacular soltero Dane Camden para pedirle que organizara la boda de su abuela, y para convencerla de que trabajara para la cadena de grandes almacenes Camden. Y a pesar de que el pasado estaba teñido por un conflicto entre las dos familias, Vonni empezó a pensar que aquel hombre podría persuadirla de cualquier cosa. Por mucho que encontrara los ojos de Vonni maravillosos, Dane no pensaba convertir su oferta profesional en una personal. Adoraba su vida de soltero. Pero la matriarca de la familia tenía otros planes para él…

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Editado por HARLEQUIN IBÉRICA, S.A.

Núñez de Balboa, 56

28001 Madrid

 

© 2014 Victoria Pade

© 2015 Harlequin Ibérica, S.A.

Una boda en la familia, n.º 2040 - abril 2015

Título original: A Camden Family Wedding

Publicada originalmente por Harlequin Enterprises, Ltd.

 

Todos los derechos están reservados incluidos los de reproducción, total o parcial. Esta edición ha sido publicada con autorización de Harlequin Books S.A.

Esta es una obra de ficción. Nombres, caracteres, lugares, y situaciones son producto de la imaginación del autor o son utilizados ficticiamente, y cualquier parecido con personas, vivas o muertas, establecimientos de negocios (comerciales), hechos o situaciones son pura coincidencia.

® Harlequin, Julia y logotipo Harlequin son marcas registradas por Harlequin Enterprises Limited.

® y ™ son marcas registradas por Harlequin Enterprises Limited y sus filiales, utilizadas con licencia. Las marcas que lleven ® están registradas en la Oficina Española de Patentes y Marcas y en otros países.

Imagen de cubierta utilizada con permiso de Harlequin Enterprises Limited.

Todos los derechos están reservados.

 

I.S.B.N.: 978-84-687-6347-7

Editor responsable: Luis Pugni

 

Conversión ebook: MT Color & Diseño, S.L.

Índice

 

Portadilla

Créditos

Índice

Capítulo 1

Capítulo 2

Capítulo 3

Capítulo 4

Capítulo 5

Capítulo 6

Capítulo 7

Capítulo 8

Capítulo 9

Capítulo 10

Capítulo 11

Si te ha gustado este libro…

Capítulo 1

 

Ves? Los regalos están envueltos, la peluquera confirmada, el catering y la florista, también. Esta noche termino las tarjetas para distribuir a los invitados en las mesas. ¡Te prometo que va a ser una boda espectacular!

Vonni Hunter habló con la mayor calma posible con su cliente. Era frecuente que las novias tuvieran un ataque de pánico cuando la fecha se aproximaba. Pero aquella se había presentado en Burke’s Weddings veinte minutos antes de la hora de cerrar y Vonni tenía prisa para llegar a una cita.

—¿Necesitas algo más?

—Sí, que consigas que me parezca a ti dentro de cuatro días. ¡Los nervios me han hecho engordar tres kilos! —gimió la otra mujer.

Era lunes y la boda se celebraría el sábado. La novia se casaba con un importante hombre de negocios de Denver, y aunque encantadora, era robusta y poco atractiva, así que tres kilos no llegaban a hacer una gran diferencia.

Pero acababa de ir a probarse el vestido y como iban a tener que hacerle algunos cambios, le habían entrado los nervios del último momento y había decidido ir a ver a Vonni.

Esta entrelazó su brazo con el de ella.

—Melanie, no olvides que Douglas te ama —dijo afectuosamente.

—Pero tú eres rubia y guapa —se lamentó la novia.

—¡Y no consigo que ningún hombre me proponga matrimonio! —dijo Vonni, riéndose—. ¡Y te aseguro que lo he intentado! Soy la organizadora de bodas que no puede conseguir marido. En cambio, tú vas a recorrer el altar en cuatro días y a convertirte en la señora de Douglas Barnes, que te adora. ¡Soy yo la que tiene celos de ti!

La mujer de cara redonda sonrió y con lágrimas en los ojos, admitió:

—Es verdad que me ama tal y como soy. ¡Y ha engordado cinco kilos! También han tenido que arreglarle el esmoquin.

—Te lo he dicho: todo va a salir a la perfección.

—Siempre me haces sentir mejor —dijo la novia, aliviada.

—Solo quiero que tengas una boda fabulosa y una vida feliz con Douglas —dijo Vonni con sinceridad—. Te lo mereces.

—Tú también.

—¡Qué Dios te oiga! —dijo Vonni riéndose y, a la vez que llevaba a Melanie hacia la puerta, añadió—: Ya sabes que estoy aquí para lo que necesites.

—Perdona este ataque de nervios. Sé lo bien que haces tu trabajo.

—Y tu boda va a ser la mejor que haya organizado en mi vida gracias a que has tomado todas las decisiones correctas. Va a ser maravillosa.

—Yo también lo creo. Más de una se va a morir de envidia —dijo Melanie.

Vonni se rio de nuevo.

—Me aseguraré de ello.

Se despidieron fuera del establecimiento, que estaba en el centro de Cherry Creek North, junto a las tiendas más exclusivas de la ciudad. Vonni volvió sola al interior, cerró y fue al despacho, en la parte trasera.

No era raro que sus clientes la citaran en sus casas en lugar de acudir a ella. No en vano entre su clientela se encontraban las familias más ricas de Denver y estaban acostumbrados a recibir un trato exclusivo. Pero ir al edificio Camden para ver a Dane Camden era una situación excepcional.

En primer lugar porque, aunque se habían anunciado en los últimos meses varios compromisos de la familia Camden, entre ellos no había aparecido el de Dane.

En segundo, porque Vonni solía citarse con la novia o con esta y el novio, pero nunca se había encontrado a solas con el novio. Al menos, en la primera cita.

Y en tercer lugar, porque cuando Dane Camden le había llamado le había dicho que quería hablar de una boda y hacerle una proposición de la que prefería hablar fuera de la tienda.

Aunque Dane había corregido el comentario añadiendo que era una proposición profesional, había acompañado la corrección con una sensual risa de complicidad.

Debía de tratarse del carisma de Dane Camden del que tanto se hablaba. Pero por mucho encanto que tuviera, las anécdotas que se contaban en la familia Hunter sobre tratos previos con los famosos Camden, la obligaban a mantenerse cauta.

Entró en el despacho que a pesar de pertenecer técnicamente a la dueña de Burke’s Weddings, Chrystal Burke, Vonni consideraba suyo. Mientras cruzaba el amplio espacio hacia el cuarto de baño reflexionó sobre lo que representaría organizar la boda de un Camden. Además de atraer más clientela, sin duda representaría el empujón final para convertirse en socia de la empresa.

Así que era una cita que no pensaba perderse.

Se miró en el espejo. Aquella mañana se había retirado los mechones de delante con una pinza y seguía bien peinada, pero se cepilló la mata rubia de pelo que le caía por la espalda. También el maquillaje estaba bien y acentuaba sus ojos verdes. Se retocó los labios y se dio un toque de colorete para evitar el efecto de cansancio del final del día.

Como le sucedía a todo el mundo, algunos de sus rasgos no le gustaban. Pensaba que tenía la frente demasiado amplia, pero como el flequillo le quedaba fatal, no podía disimularla; y sabía que, cuando los labios gruesos pasaran de moda, tendría que usar un lápiz de labios más discreto.

Pero en conjunto, su aspecto no le creaba ningún problema. Y sin embargo, le había dicho la verdad a su clienta: a pesar de haberlo intentado por todos los medios, no había encontrado marido.

Incluso antes de terminar sus estudios había tomado la decisión de que quería casarse y tener familia, porque aunque quería desarrollar su carrera profesional, en el fondo de su corazón, quería seguir el camino tradicional y convertirse en esposa y madre. La idea de no conseguirlo le deprimía y le hacía sentirse incompleta.

Desde ese momento había comenzado lo que llamaba, «la caza de marido», y lo había convertido en el objetivo de su vida. Pero intentar algo y conseguirlo habían resultado ser cosas distintas. Así que tras dedicarle toda su energía, había decidido darse un descanso.

Vonni se estiró la camisa y se puso la chaqueta a juego con los pantalones marrones. Proyectaba la imagen perfecta de mujer de negocios, que era lo que sí había conseguido ser. Se limpió los zapatos de tacón con un pañuelo de papel y fue hacia su escritorio.

Tenía una carpeta en la que incluía toda la información que necesitaba para una primera cita. La sacó del primer cajón, tomó su bolso y se fue.

El edificio Camden estaba a tres bloques de distancia. Hacía una deliciosa tarde de junio y decidió ir caminando.

Cuando entró en el edificio amarillo de doce pisos, fue directa a la recepción y dijo al guarda de seguridad que tenía una cita con Dane Camden.

—Último piso.

Era lógico. Los Camden eran los dueños del edificio, así que era de esperar que se reservaran el mejor piso.

En el ascensor, Vonni pensó en el hombre que estaba a punto de conocer. Estaba segura de que lo reconocería porque lo había visto en las fotografías que acompañaban a los artículos sobre la familia Camden. Eran dueños de la cadena mundial de grandes almacenes Camden, así que aparecían con frecuencia en las publicaciones de negocios.

Además, Vonni recordaba haberlo visto en fotografías de más de una de las bodas que había organizado. De hecho, su nombre se citaba a menudo entre novias y damas de honor. Conocerlo parecía ser un rito de transición entre las jóvenes ricas que constituían la mayoría de las clientas de Burke’s Weddings y del círculo de amigas de Chrystal. Vonni incluso había oído a una novia bromear diciendo que, como ya había tenido una breve relación con Dane Camden, había llegado el momento de casarse.

Aunque era un donjuán, Vonni no había oído a ninguna mujer quejarse. Tampoco ninguna de ellas había conseguido llevarlo al altar; solo eran relaciones pasajeras, pero todas ellas parecían conservar un buen recuerdo, y ninguna se mostraba dolida o resentida.

«Si alguien puede enseñarte que salir con hombres está bien, es él», le había oído decir a una novia a su hermana, recomendándole una «dosis» de Dane Camden para recuperarse de un mal divorcio.

Así que Vonni lo consideraba una leyenda, y se preguntó cómo reaccionarían las mujeres de su círculo si tiraba la toalla y finalmente se casaba.

Cuando las puertas del ascensor se abrieron, se encontró frente a frente con su cliente potencial, Dane Camden… Mucho más guapo de lo que le había parecido en las fotografías.

—¿Vonni Hunter?

—Sí —Vonni no supo si admitir que lo reconocía, pero no hizo falta.

—Soy Dane. La recepcionista se ha ido, así que he venido para acompañarte a mi despacho.

—Gracias —dijo Vonni, sorprendida de que alguien tan importante fuera tan considerado.

—¿Quieres tomar algo? ¿Café, té, agua…? —preguntó a la vez que le indicaba que lo siguiera.

—No, gracias.

—Te agradezco que hayas venido —manifestó al entrar en un amplio despacho, señalando un cómodo sofá.

Vonni se sentó en un extremo y él ocupó una butaca a juego, al otro lado de la mesa de café. Casi al instante, llamaron a la puerta y una mujer que se parecía a él asomó la cabeza.

—Disculpa que os interrumpa, pero antes de irme querría que vieras una cosa.

—Vonni, esta es mi prima January. La llamamos Jani. Jani, esta es Vonni Hunter.

—Encantada —dijo January.

—Igualmente.

—¡Tienes unos ojos verdes increíbles!

—Gracias —contestó Vonni, sorprendida por el comentario.

—Eres la organizadora de bodas, ¿verdad? Si no me hubiera casado improvisadamente en un juzgado, te habría pedido que organizaras la mía. Podrías ampliar el negocio a fiestas para celebrar la llegada de bebés…

Vonni se limitó a reírse, sin saber si la mujer se refería a que estaba en estado.

—Dane, de verdad que necesito…

—Ya —antes de ir con su prima, Dane miró a Vonni con sus preciosos ojos azules y dijo—: Discúlpame, pero Jani está embarazada y consigue que todos hagamos lo que quiere —dijo risueño, confirmando que Jani esperaba un bebé.

Fue hasta la puerta y estudió con ella unos documentos, lo que dio a Vonni la oportunidad de observar al famoso Dane Camden y decidir por qué era tanto más guapo en persona.

Su cabello castaño era un poco más claro que el tono chocolate de su prima. Lo llevaba corto en los lados y un poco más largo por arriba, de manera que resultaba informal pero cuidado.

Sus ojos eran de un increíble azul oscuro, y su mirada era inteligente, cálida, penetrante y amable, además de sorprendentemente franca para una persona de su posición.

Finalmente, Vonni decidió que la diferencia fundamental con las fotografías residía en su nariz. Era larga y tenía el puente un poco elevado, con una punta levemente cuadrada. No era fotogénica, pero resultaba muy sexy en la vida real. En conjunto, su rostro era anguloso y muy masculino, y sus labios eran extremadamente sensuales.

Más que una belleza refinada, la suya era natural y cercana. Y además, era alto y delgado, pero lo bastante musculoso como para llenar las mangas de la chaqueta de su traje y los muslos de sus pantalones. Tenía los hombros anchos y parecía fuerte, saludable, viril y… arrebatador.

—Encantada de haberte conocido, Vonni —dijo Jani, y se fue.

Vonni se sobresaltó y desvió la mirada.

—Lo mismo digo —declaró Vonni como si no hubiera estado observando cada centímetro de su primo.

—Saluda a Gideon de mi parte —dijo Dane, antes de cerrar la puerta y volver junto a Vonni—. Lo siento.

—No pasa nada. Y enhorabuena. Debía haberlo dicho al principio.

—¿Por qué? —preguntó él, frunciendo el ceño.

—Por tu compromiso —respondió Vonni, riéndose al ver que todavía no se había acostumbrado.

Dane se rio a su vez.

—No soy yo quien se casa. Ni ahora ni nunca. ¡Claro, crees que te he llamado para hablar de mi boda!

—Es lo habitual. No me llaman para organizar la boda de terceros.

Dane se rio de nuevo y su risa resonó en Vonni como una aterciopelada caricia. Tuvo que recordarse que aunque no fuera el novio, debía darle lo mismo porque estaba en un descanso en su caza de marido. Y porque había aprendido a no perder el tiempo con hombres reacios a comprometerse. Y Dane Camden parecía decidido a evitar cualquier forma de compromiso.

—Supongo que resulta extraño —dijo Dane—, pero en este caso la que se casa es mi abuela. Y quiere hacerlo dentro de dos semanas. Por eso me ha llamado.

Vonni tardó unos segundos en asimilar la información. Así que era la abuela quien se casaba y no uno de los Camden que había anunciado recientemente su compromiso.

—¿Quieres que organice una boda en dos semanas?

—Sí —aseguró Dane. Y sonrió de una manera que dejó a Vonni noqueada—. Jani tiene razón, tienes los ojos de un verde precioso, y acabas de abrirlos tanto… —añadió, fascinado—. Son de color jade oscuro.

Y la estaba mirando tan fijamente, tan cerca, con tal intensidad… Pero justo cuando Vonni empezaba a sentirse incómoda, él retomó el tema.

—Una boda en dos semanas —dijo, más como si necesitara recordarse a sí mismo de qué hablaban que para repetírselo a ella—. No te asustes. Yo creo que entre los dos podemos hacerlo. GiGi, que es como llamamos a mi abuela, quiere una boda discreta.

—¿Cómo de discreta?

—Con unos cien invitados, incluida la familia. Y de acuerdo a la última vez que conté, debemos de representar un cuarto del total. GiGi y su prometido tienen setenta y cinco años, así que no quieren una gran celebración, sino algo sencillo y discreto. Y no tienes que preocuparte de la ceremonia. Tendrá lugar en la sala de la casa familiar, con el círculo más íntimo.

—Pero ¿tendré que trabajar contigo? —preguntó Vonni, sin saber si le gustaba la idea de colaborar con un hombre que tenía un efecto tan extraño en ella.

—GiGi está en Montana cuidando de una amiga a la que han operado. No puede volver hasta prácticamente el día de la boda. Están empeñados en esa fecha porque fue cuando empezaron a salir juntos en el instituto. Yo le iré informando de todo, así que sí, seré yo quien colabore contigo. Además, porque esto de alguna manera está relacionado con el otro tema del que quería hablarte hoy.

—¿El laboral?

—¿Has visto qué bien he sacado el tema? —dijo Dane, riéndose—. Hemos decidido incluir un departamento de bodas en nuestra cadena de grandes almacenes.

—¿Departamento de bodas? —repitió Vonni intentando comprender qué tenía que ver con ella. De pronto se inquietó. ¿Querría Dane aprovechar la boda de su abuela para robarle ideas y aplicar lo que aprendiera en su nuevo proyecto? Los Camden tenían la reputación de vampirizar a las demás empresas—. ¿Te refieres a vender vestidos de novia? ¿Esmóquines? —sugirió.

Al menos nada de eso la perjudicaría. Sería decisión suya recomendar o no a sus clientas que fueran a Camden.

—Me refiero a todo. La ropa, también, pero además, todo lo que tú haces.

Eso solo lograría que tuviera como competencia a todos los almacenes Camden. ¡Qué gran idea!

—Queremos ofrecer servicios desde lo más económico a lo más sofisticado —continuó Dane—. Desde confetis a locales de lujo. Decoración, mesas, sillas, vajilla… lo que sea necesario. Podemos ofrecer comida desde nuestro servicio de catering; tartas de la pastelería, flores de nuestras floristerías…

—Todo —resumió Vonni.

—Y como sabemos que eres la mejor, queremos que supervises el proceso.

Vonni temió no haber oído correctamente.

—Quieres que primero organice la boda de tu abuela como Burke’s Weddings…

—Así es.

—¿Y luego que supervise la creación de un departamento de bodas para los almacenes Camden y ayudar a que se conviertan en nuestra competencia más directa?

Dane sacudió la cabeza.

—Sí, habría competencia, pero no sería contra ti. Quiero que dejes Burke’s y que vengas a Camden. Serías la directora responsable del diseño de todos los departamentos.

—¿Me convertiría en empleada de la cadena Camden?

—Sí. Con el tipo de contrato que hacemos con los altos ejecutivos, incluyendo una de las mejores cláusulas de recisión del contrato que hay en el mercado laboral.

Vonni pasó de la inquietud a la incredulidad en una décima de segundo.

—¿Quieres que deje Burke’s Weddings, donde me han prometido hacerme socia para convertirme en trabajadora de Camden?

Su tono pareció dejar claro a Dane que esa era una posibilidad extremadamente remota.

—No serías una mera trabajadora. Estamos hablando de convertir tu nombre en una marca. Y tendrás un puesto de dirección —dijo. Y en tono solemne, añadió—: Sé que puede que sientas cierta desconfianza por el pasado.

Los problemas entre los Hunter y los Camden se remontaban a 1953. Vonni no había estado segura de que la última generación de los Camden supiera lo que ella sabía, pero evidentemente, Dane sí estaba informado.

—Pero recuerda que no fue un Camden quien hizo la jugada sucia… —dijo Dane.

—Los beneficiados fueron los Camden.

—Y…

—Ya lo sé —lo cortó Vonni.

—Solo quiero decir que nosotros no tuvimos nada que ver con lo que pasó —declaró Dane—. ¿No crees que podemos dejar a un lado algo que pasó hace tanto tiempo? Sobre todo teniendo en cuenta que lo que te ofrezco es mucho mejor que la posibilidad de convertirte en socia de Burke’s Weddings. Lo que te ofrezco es un pájaro en mano…

—Ya lo sé —le interrumpió Vonni.

Como si ser socia no lo fuera. Dane empezaba a irritar a Vonni y la forma en que ladeó la cabeza lo alertó de ello.

—Queremos lo mejor —añadió él sin darle tiempo a reaccionar—. Y en la organización de bodas, tú lo eres. Todos conocemos tu trabajo por las bodas a las que hemos ido. Y sabemos que tú eres Burke’s Weddings. Sin embargo, es la empresa la que se queda con el mérito.

—Y con vosotros se lo llevaría Camden.

Dane sacudió la cabeza.

—No, con nosotros, tú serás el reclamo. La gente acudirá a Camden para tener una boda Vonni Hunter porque cada detalle será decidido por ti, tanto para las bodas modestas como para las más lujosas. Y no solo estoy hablando de Denver, sino de las celebridades del país y las familias reales europeas. Precisamente, lo que queremos es convertirte en una marca, con todos los beneficios que ello representa.

Era halagador. Y una idea lo bastante interesante como para que a Vonni se le pasara el enfado.

—¿Así que vas a poner el mundo a mis pies como organizadora de bodas si consigo organizar la de tu abuela en dos semanas? —preguntó.

—La oferta de trabajo es independiente de la boda de mi abuela. Creemos que, con mi ayuda, eres la única persona capaz de hacer algo digno en tan poco tiempo.

Vonni se recordó que organizar la boda de un Camden sería una estrella en su currículum y dijo:

—La tarea es casi imposible, pero factible. En cuanto a…

Pensar en cómo afectaría a su trabajo que Camden hiciera lo que Dane le había contado le daba pánico. Pero al mismo tiempo le espantaba la idea de dejar Burke’s Weddings y firmar con Camden para terminar sin nada, tal y como le había pasado a su abuelo.

—No hace falta que decidas nada sobre la oferta de trabajo. Tómate el tiempo que necesites —dijo Dane—. Puedes interrogarme, negociar, y consultarme cualquier duda hasta darle la forma exacta que quieras. Y, si necesitas gritarme o abofetearme por lo que pasó con tu tío y tu abuelo, también puedes hacerlo.

Lo malo era que, cuando sonreía, a Vonni le temblaban las piernas.

—¿No temes que la posibilidad de abofetearte resulte demasiado tentadora?

—No tienes más que decírmelo y sacaré los guantes de boxeo para que me des una paliza.

Era imposible no sonreírle. No costaba mucho adivinar por qué siempre se salía con la suya.

—Pero la boda de GiGi la harás, ¿verdad?

—Sí —dijo Vonni.

—¿Qué te parece si preparas una lista inicial de lo que…tenemos que hacer?

—Tengo dos bodas el sábado y todavía tengo cosas que rematar. Así que necesitaré trabajar fuera de horas. Igual que esta reunión.

—Si tú puedes, yo puedo quedar por las tardes.

—Y el fin de semana —dijo Vonni como si lo retara.

—Estaré disponible siempre que me necesites.

—Muy bien. Esta noche tengo que terminar quinientas tarjetas, pero con suerte, a lo largo de mañana podré preparar una lista y un calendario que tendremos que cumplir. ¿Podrías quedar el miércoles por la noche?

—Despejaré mi agenda.

—Si es así, habrá boda en dos semanas.

Dane desplegó una de sus luminosas sonrisas.

—La habrá.

Vonni sacó de la carpeta una tarjeta, el contrato y la copia con el listado de lo que incluía el servicio. Luego se puso en pie.

—Te acompaño al ascensor —se ofreció Dane. Y Vonni volvió a darle puntos por su cortesía.

Cuando iban de camino, Dane comentó:

—Y, cuando no estés pensando en la boda de mi abuela, imagina tu nombre en todas las tiendas Camden —acompañó sus palabras de un gesto con la mano dibujando un cartel imaginario—. Bodas Vonni Hunter —dijo, como si leyera.

Pero Vonni llevaba años imaginando un cartel distinto, en la fachada de la tienda: BodasBurke y Hunter.

Aunque no dijo nada, Dane debió de percibir lo poco que le entusiasmaba la oferta, porque, cuando Vonni entró en el ascensor y se volvió hacia él, dijo:

—Piénsalo. Y hazme saber cuándo y dónde nos vemos el miércoles.

—Lo haré —dijo ella, apretando el botón de bajada.

Cuando las puertas se cerraban, Dane ladeó la cabeza y todavía añadió:

—¡Es cierto, tienes unos ojos increíbles!

Las puertas se cerraron y el ascensor comenzó a descender. Vonni pensó en Dane en todo el recorrido. Y en lo fácil que era entender que resultara tan atractivo. Por mucho que ella no tuviera la menor intención de permitir que la afectara.

 

 

Capítulo 2

 

CÓmo es posible que sea tan difícil dar contigo cuando lo único que estás haciendo es cuidar de tu amiga en Northbridge? —preguntó Dane cuando finalmente contactó con su abuela después de llamarla cuatro veces a la mañana siguiente.

—Lo siento, Dane. He tenido que acompañar a Agnes a rehabilitación y he olvidado el teléfono en casa —explicó Georgianna Camden—. ¿Pasa algo?

—No, pero, si quieres que me ponga un delantal y te organice la boda, tendrás que estar disponible, Geege —dijo enfurruñado, llamándola por el apodo que solo él usaba.

—¿Llevas delantal? ¡Qué mono! —bromeó su abuela.

—Puesto que me has dado un trabajo propio de una chica… Sabes perfectamente que no pienso casarme, así que no es un tema que me interese ni del que sepa nada. ¡No lo entiendo!

—Jonah y yo estamos muy bien, gracias por preguntar —dijo GiGi, pasando por alto el tono quejoso de su nieto.

Jonah Morrison era el prometido de GiGi, un hombre al que conocía desde su infancia en el pequeño pueblo de Montana, Northbridge.

—¿Y cómo está Agnes? —preguntó Dane, sabiendo que no debía olvidar los modales que su abuela le había inculcado.