De nuevo en sus brazos - Victoria Pade - E-Book
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De nuevo en sus brazos E-Book

VICTORIA PADE

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Beschreibung

Chloe Carmichael no había vuelto a Northbridge, Montana, desde hacía años. Catorce años exactamente, desde que sus padres la habían separado de todo lo que conocía y amaba: el hogar de su infancia, su mejor amigo y el amor de su vida, Reid Walker. La razón de su regreso habían sido los negocios, pero no podía dejar de pensar en Reid. Chloe sabía que no debía olvidar el pasado, pero lo cierto era que cuando estaba con él, sentía grandes esperanzas sobre el futuro…

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Editado por Harlequin Ibérica.

Una división de HarperCollins Ibérica, S.A.

Núñez de Balboa, 56

28001 Madrid

 

© 2006 Victoria Pade

© 2018 Harlequin Ibérica, una división de HarperCollins Ibérica, S.A.

De nuevo en sus brazos, n.º 1722- agosto 2018

Título original: Back in the Bachelor’s Arms

Publicada originalmente por Silhouette® Books.

 

Todos los derechos están reservados incluidos los de reproducción, total o parcial. Esta edición ha sido publicada con autorización de Harlequin Books S.A.

Esta es una obra de ficción. Nombres, caracteres, lugares, y situaciones son producto de la imaginación del autor o son utilizados ficticiamente, y cualquier parecido con personas, vivas o muertas, establecimientos de negocios (comerciales), hechos o situaciones son pura coincidencia.

® Harlequin, Julia y logotipo Harlequin son marcas registradas por Harlequin Enterprises Limited.

® y ™ son marcas registradas por Harlequin Enterprises Limited y sus filiales, utilizadas con licencia. Las marcas que lleven ® están registradas en la Oficina Española de Patentes y Marcas y en otros países.

Imagen de cubierta utilizada con permiso de Harlequin Enterprises Limited. Todos los derechos están reservados.

 

I.S.B.N.:978-84-9188-614-3

 

Conversión ebook: MT Color & Diseño, S.L.

Índice

 

Créditos

Índice

Capítulo 1

Capítulo 2

Capítulo 3

Capítulo 4

Capítulo 5

Capítulo 6

Capítulo 7

Capítulo 8

Capítulo 9

Capítulo 10

Capítulo 11

Capítulo 12

Capítulo 13

Capítulo 14

Si te ha gustado este libro…

Capítulo 1

 

 

 

 

 

Veré a un paciente más y termino. Estoy de vacaciones la semana que viene y las empiezo hoy a las doce de la noche. Así que, ¿qué sucede? —preguntó el doctor Walker a la enfermera de Urgencias con la que estaba trabajando.

—Sólo nos queda una paciente —respondió la enfermera—. Estamos en la segunda semana de octubre. Primera tormenta de nieve del año, carreteras con hielo… Llamó desde un teléfono a la salida de la ciudad. Dice que está bien, pero el air bag se desplegó y ya sabes la política de la policía de esta zona… Cuando el air bag se infla, los llevan a Urgencias, digan lo que digan los ocupantes del vehículo. Se llama Chloe Carmichael.

Reid se quedó helado.

—¿Cómo dices que se llama?

—Chloe Carmichael —repitió la enfermera. Luego, sin darse cuenta del efecto que producía aquel nombre en Reid, la enfermera agregó—: Daré el alta a la chica con gripe, así podrás ocuparte del accidente de coche… Y con eso terminamos. El próximo turno empieza dentro de un momento. Así que después de esto, son ellos quienes se ocuparán de lo que venga.

Reid no respondió mientras la enfermera se marchaba. Se quedó inmóvil al lado del mostrador que rodeaba el área llamada «la pecera» por el personal médico, una especie de oficina donde hablaban, recogían fichas, iban a buscar suministros y hacían trabajo administrativo.

La sala de Urgencias del único hospital de Northbridge, Montana, tenía cuatro salas que salían de la pecera. Dos de ellas estaban oscuras y vacías. Reid acababa de examinar a una adolescente en la tercera sala. La chica había creído que estaba embarazada y fue un alivio para ella descubrir que lo que tenía era una simple gripe. De tal modo que la nueva paciente sólo podía estar en la cuarta sala.

«Chloe Carmichael», pensó Reid.

Eran las doce menos cuarto del domingo por la noche. Un mal comienzo para sus vacaciones, se dijo.

Reid miró la sala número cuatro. Las luces estaban encendidas. La pared que daba a la pecera era de cristal, y la cortina no estaba totalmente cerrada, así que Reid podía ver parcialmente a su paciente por entre la ropa y el equipo médico colgado de los percheros.

Estaba sentada en la cama con ropa del hospital y, al parecer, tenía mejor aspecto que hacía catorce años, a pesar del accidente de coche.

En aquella época tenía diecisiete años y él dieciocho… Reid la recordó y le pareció que había sido ayer.

La familia de Chloe se había instalado en Northbridge cuando ella era una niña. Vivían cerca de la casa de la familia de Reid, donde aún vivía su madre. Y allí habían permanecido los Carmichael hasta hacía catorce años, cuando se habían ido del pueblo bruscamente. Desde entonces habían alquilado la casa de Northbridge. Hacía unos meses habían puesto la casa en venta y Reid y su hermano habían querido comprarla, puesto que alquilar era una buena inversión en una ciudad universitaria. Aunque la casa aún estuviera relacionada con Chloe Carmichael.

Reid y Luke, su hermano, iban a cerrar la venta de la casa que ella había heredado de sus padres. Pero a Reid le habían dicho que un gestor inmobiliario actuaría como representante de Chloe, porque ella no quería volver a Northbridge.

Entonces, ¿qué estaba haciendo allí?

—Oh, bien, todavía no has entrado a ver a la paciente —dijo la enfermera, sobresaltándolo.

Reid había estado tan concentrado en sus pensamientos que no se había dado cuenta de que la enfermera había vuelto.

—Ibas a recetarle anticonceptivos a la chica, para que no tuviera ningún otro susto —le recordó la mujer.

—Anticonceptivos… Sí…, son un buen invento —respondió él.

—Eso creo.

Reid escribió la receta, la firmó y se la dio a la enfermera.

Luego fue a la habitación de Chloe Carmichael.

Ella seguía teniendo el pelo negro y rizado, un poco más corto, a la altura de los hombros; la misma tez de porcelana, los mismos labios tentadores y, seguramente, no podía asegurarlo totalmente porque no se los veía bien desde la pecera, los mismos ojos azules.

No, aquellos catorce años no le habían hecho ningún daño. Sólo habían perfeccionado aún más lo que entonces ya era perfecto.

«Maldita sea», se dijo.

Y de pronto lo asaltaron los recuerdos de una de las últimas veces que había visto a Chloe Carmichael, el principio del fin para ellos…

Había sido una noche de verano, en el jardín del frente de la casa que pronto sería suya y de su hermano. La casa de la que los habían echado a su madre, al reverendo y a él. La casa que le habían prohibido a él. La casa de la que Chloe Carmichael tenía que escaparse para hablar con él.

Los recuerdos eran tan vívidos… El recuerdo de cuando había agarrado su suave rostro entre las manos… El recuerdo de haber besado aquellos labios tibios con gusto a sal por sus lágrimas…

—Me da igual lo que digan. Lo nuestro no va a terminar. Esto es sólo el comienzo, te lo aseguro —le había dicho él aquella noche, haciéndose el valiente.

Todo para nada. Nada más que tristeza.

—¿Qué estás haciendo? —lo sorprendió nuevamente la voz de la enfermera—. Creí que querías terminar de una vez con los pacientes para que podamos irnos a casa. Pero veo que sigues aquí. ¿Tienes los pies pegados al suelo o qué?

Reid no respondió mientras la mujer entraba en la pecera para rellenar los papeles de la joven con gripe.

Reid miró hacia donde estaba la paciente que tenía que ver, Chloe Carmichael. Y se dio cuenta de que con sólo oír su nombre sus sentimientos habían salido a la superficie.

Eran sentimientos desagradables. Una rabia terrible, aun después de tantos años.

 

 

—El doctor Walker vendrá a verla en un momento —le dijo la enfermera a Chloe.

Al oír el nombre del médico, Chloe rogó que aquel doctor Walker fuera de una familia diferente de la que había conocido ella.

Pero, ¿qué posibilidades tenía de que fuera otra familia?

Pocas.

Al menos, pensó, sus vecinos y amigos habían tenido varios hijos: cinco. Con suerte, el médico sería Cassie Walker, la chica de los Walker. Y si no era así, se conformaría con que fuera cualquiera de los chicos menos Reid. «Éste no, por favor», rogó Chloe.

Northbridge y Reid. Un lugar donde sabía que iba a sentirse incómoda, avergonzada… Y un hombre al que había tenido que herir cuando era un muchacho.

Era un capítulo que no quería recordar y había pensado que no iba a tener que hacerlo.

Cuando habían muerto sus padres, en accidente de barco hacía casi un año, Chloe había heredado la casa de Northbridge.

Pero Chloe no había querido tener nada que ver con Northbridge y había decidido venderla. La misma inmobiliaria que se había ocupado de alquilarla se había ocupado de la venta.

Pero cuando la mujer de la inmobiliaria había tenido compradores la había llamado para ver si ella quería conservar algunos muebles y pertenencias que había en una caja, y si quería que se las enviara.

Chloe había averiguado el precio del envío, pero éste había sido excesivo, así que, puesto que no sabía qué iba a querer guardar o tirar, no tenía sentido que se lo enviaran todo. Y había decidido ver ella misma las cosas.

Así que se había resignado a hacer aquel viaje. Había pensado hacer una escapada rápida para arreglarlo todo y marcharse nuevamente. Prefería que no la viera la gente del pueblo. Y con suerte, había pensado, sólo la verían unos pocos de los que hacía catorce años se habían enterado de los rumores del pueblo.

Pero ahora allí estaba. La había llevado la policía al hospital y la grúa tenía que recoger el coche alquilado. Sería un accidente del que se hablaría en Northbridge, junto con el hecho de que la conductora había sido Chloe Carmichael.

En aquel momento se abrió la cortina que rodeaba la cama y Chloe lo vio.

No necesitaba ver el letrero del hospital prendido en su bata para saber quién era, aunque había cambiado considerablemente desde la última vez que lo había visto. Lo habría reconocido en cualquier parte. Después de todo, el recuerdo de su imagen la había acompañado muchas veces en aquellos catorce años.

—Reid —susurró más para sí misma que como saludo.

Él lo tomó como saludo y respondió:

—Chloe…

Por su tono, Reid tampoco se alegraba de verla, pensó ella. Incluso parecía disgustado.

Chloe respiró profundamente e intentó salvar la situación.

—Eras tú… La enfermera dijo «el doctor Walker» y yo pensé que podría ser Cassie o alguno de tus hermanos… O tú. Y al parecer, eras tú.

—Al parecer —repitió él sarcásticamente.

Aquello no iba a ser fácil, pensó ella.

Reid miró la ficha que tenía en la mano, pero Chloe pensó que lo hacía para no mirarla.

—¿Soltera? —preguntó después de un momento, leyendo—. ¿Hay alguien a quien quieras informar del accidente? Sé que tus padres han muerto…

—Agradecí mucho las flores y la tarjeta que envió tu madre. Me preguntaba cómo supo…

—Hubo un pequeño artículo en el periódico —comentó él, sin apartar la vista de la ficha—. ¿Hay alguien a quien quieras llamar para que venga? ¿Amigos? ¿Otra familia? ¿Novio o prometido?

¿Quería saber si estaba comprometida con alguien?, pensó ella. ¿O sólo era un formalismo para todos los pacientes?

—No, no hay novio ni prometido ni nadie a quien quiera llamar.

Él no pareció acusar su respuesta.

—¿Quieres contarme lo que pasó? —preguntó Reid.

Por un momento Chloe pensó que estaba hablando de lo que había sucedido hacía catorce años. Pero, por supuesto, no era el caso.

—El tiempo era bueno cuando dejé el aeropuerto de Billings —empezó a explicar Chloe—. Pero a medio camino hacia aquí empezó a nevar. Mucho. La carretera se cubrió de hielo y, aunque yo estaba conduciendo a paso de hormiga, el coche se salió de la carretera y choqué contra un poste de teléfono. El motor se apagó. No podía abrir las puertas y tenía el air bag contra la cara. No pude hacer nada más que usar el teléfono móvil para pedir ayuda.

—¿Has perdido la conciencia en algún momento?

—No, pero el policía que vino tuvo que forzar la puerta para sacarme. Cuando estuve fuera, me pareció que no tenía ningún hueso roto ni nada, pero la policía insistió en traerme aquí de todos modos.

¿Estaba divagando?, se preguntó ella. Temía que así fuera. Pero estaba muy irritada tanto por el accidente como por volver a ver a Reid.

—¿Te duele algo? —preguntó él, mirándola.

Y Chloe deseó que no lo hubiera hecho.

—No, en realidad, no. Fue una sacudida, pero no me he hecho daño. El air bag recibió casi todo el impacto. Tengo un par de rasguños en los brazos y una herida en la rodilla, pero por lo demás, estoy bien.

—De todos modos, tengo que examinarte.

Reid no parecía tener ganas de hacerlo. Y ella tampoco se alegraba de que tuviera que ser así.

—¿No hay otro médico? —preguntó Chloe.

—Molly, ¿puedes venir? —llamó Reid por encima de su hombro, en lugar de responder a Chloe.

Apareció la enfermera que Chloe había visto antes.

—¿Ha entrado ya el otro turno? —preguntó Reid.

—No —contestó la enfermera—. Y es posible que tarden un poco. La tormenta ha tomado a todo el mundo por sorpresa. J.T. acaba de llamar. Su coche no arranca, así que va a venir andando. Y cuando he colgado ha llamado Shauna para decirme que su marido ha tenido que salir a arreglar una tubería helada, y que ella tiene que encontrar a alguien que se quede con los niños para venir.

Reid miró a Chloe.

—Si quieres esperarlos, que sepas que Shauna es una enfermera y J.T. un practicante. Ellos nos reemplazan por la noche y si hay algo que no puedan hacer nos llaman. También puedo examinarte estando Molly en la sala, si así estás más cómoda. Tú eliges.

Sí, con Molly se sentiría más cómoda, pensó ella. Lo que quería era terminar de una vez por todas con aquello y marcharse.

—¿Qué tienes que hacer? —preguntó Chloe.

—Tengo que examinarte la cabeza, el cuello y la columna para ver si hay algún daño. Luego las extremidades… —hizo una pausa para dirigirse a la enfermera una vez más—. ¿Te has fijado si hay marcas del cinturón de seguridad?

—Sí. No hay nada —respondió la enfermera.

—¿Marcas del cinturón de seguridad? —preguntó Chloe.

—Si has hecho mucha fuerza contra el cinturón y hay alguna marca, significa que puede haber una herida interna —respondió él como si hasta un tonto debiera saberlo.

—El cinturón se desabrochó solo antes del accidente. Me lo había tenido que quitar. Supongo que ha sido una suerte que el air bag funcionara bien.

—Entonces no tenemos que preocuparnos de daños del cinturón, ¿no?

A ella le pareció notar cierto sarcasmo en su pregunta.

—Te pondré el estetoscopio y apretaré un poco para ver si eso te causa dolor —añadió Reid—. Luego te auscultaré el corazón y los pulmones. Puedo hacerlo con la ropa puesta y te tocaré lo menos posible, créeme.

Porque él no quería tocarla… Y ella no quería que la tocase, ¿no?

Por supuesto que no, se dijo Chloe.

—¿Me voy o me quedo, entonces? —preguntó la enfermera, confusa.

—¡Quédate! —dijeron ambos al mismo tiempo.

—Quédate —repitió Reid luego.

La enfermera se acercó a la cama mientras él se lavaba las manos. Le sonrió, pero al parecer seguía sin comprender lo que sucedía entre ellos.

Chloe recordó que la mujer le había dicho que era nueva en el pueblo. Lo que quería decir que no sabía que hacía mucho tiempo, cuando eran adolescentes, Chloe y Reid habían estado locamente enamorados.

Hasta que Chloe se había quedado embarazada. Y se había desatado un infierno.

Capítulo 2

 

 

 

 

 

El lunes por la mañana había sol y el cielo estaba azul.

Reid no había podido dormir. Estaba en el salón de la casa que había comprado con Luke y que compartía con él, frente a la casa de los Carmichael.

Sabía que no se había portado bien aquella noche.

Hacía catorce años la familia Carmichael y Chloe le habían dado una lección sobre frustración y desesperación.

Pero catorce años era mucho tiempo. Y en las tempranas horas de la mañana, una vez que su rabia irracional había cedido, se dio cuenta de que no estaba orgulloso de cómo había actuado la noche anterior. Ni de la forma en que había tratado a Chloe profesionalmente.

Había sido una estupidez comportarse como un adolescente resentido, pero no hacer lo que debía haber hecho como médico era inexcusable.

Era evidente que Chloe no había sufrido ningún daño serio; su experiencia profesional se lo decía. Pero había sido reacio a tocarla. Y la cosa había ido a peor porque al tocarla había sentido algo que lo había hecho volver a la época en que la había acariciado, besado y abrazado, la época en que no había pensado más que en eso.

No había podido examinarla profesionalmente, sin recordarlo. Sin desear más. En un escenario íntimo.

Y de una forma que no tenía nada que ver con su trabajo.

Era inexcusable, inaceptable y estaba totalmente fuera de lugar.

Él no era así como médico. Y mucho menos como hombre.

No es que quisiera ser amistoso con ella. Hacía catorce años él había querido actuar correctamente y había recibido un duro golpe. No quería nada con ella ahora.

Pero mientras Chloe estuviera en el pueblo sería mejor tener un trato amable con ella. Y para eso tenía que olvidarse de sus viejas heridas y hacer las cosas lo mejor posible.

—Eh, ¿qué estás haciendo levantado tan temprano? —le preguntó su hermano Luke.

—No te lo vas a creer cuando te lo cuente —Reid miró a su hermano.

—¿Te refieres a la nieve? Estaba cayendo cuando me fui a dormir —respondió Luke haciendo un gesto hacia la ventana.

—La nieve, no. Lo que la nieve ha traído consigo.

—¿Qué ha traído la nieve?

—A Chloe Carmichael —contestó Reid.

Luke se despertó totalmente.

—¿A Chloe Carmichael? ¿Está aquí? ¿En Northbridge?

—No sólo en Northbridge, sino aquí enfrente —le señaló la calle—. Al parecer, está en la casa.

Luke se acercó a la ventana, al lado de Reid.

—¿Cómo lo sabes?

Reid le contó la historia.

—Necesito café —dijo Luke.

Reid se alejó finalmente de la ventana y siguió a su hermano a la cocina.

—No te van a demandar por mala práctica, ¿verdad? —preguntó Luke.

—Estoy razonablemente seguro de que ella estaba bien.

—¿Y está en la casa?

—Sí.

—¿Le has dicho que estamos trabajando en ella?

Betty, la agente inmobiliaria, les había dado el visto bueno y la llave para que entrasen en la casa. Les había dejado claro que Chloe no quería que la molestasen con nada que tuviera que ver con la casa o con la venta. Y Chloe le había dado un permiso escrito a Betty para contratar a gente para arreglar el inmueble para facilitar el proceso.

Betty les había dado la opción a Reid y a Luke de que hicieran el trabajo ellos mismos. De esa manera matarían varios pájaros de un tiro, porque Chloe tendría menos gastos, puesto que Reid y Luke no le cobrarían la mano de obra, y ellos tendrían hechas las cosas a su gusto y a tiempo de que los inquilinos se mudaran allí.

Betty les había advertido que era un riesgo, porque si la venta no se llevaba a cabo por algún motivo, habrían malgastado su tiempo. Pero como Reid y Luke estaban seguros de que la venta se realizaría, habían decidido asumir el riesgo.

—No le dije nada sobre la casa. No fui… muy simpático con ella.

Luke frunció el ceño.

—¿Estuviste tan antipático como para que decida no vender?

—Estuve muy antipático. Pero ella quiere vender. Además, tenemos un contrato. No puede echarse atrás sólo porque yo haya estado un poco… desagradable.

—Antipático, desagradable…

—Digamos que no fui muy hospitalario… Por ejemplo, no me ofrecí a llevarla del hospital a donde fuera a dormir. Finalmente se lo ofreció Molly. Y fui detrás de ellas, como un tonto… Éramos los únicos dos coches en la carretera.

—Por eso sabes que está aquí.

—Sí. Molly debe de haber pensado que estaba loco.

—Molly lleva muy poco tiempo en el pueblo y no sabe nada de Chloe Carmichael.

—Se dio cuenta de que pasaba algo.

—¿Y a qué ha venido? Betty dijo que su decisión de vender era firme.

—No sé a qué ha venido. Yo me ciño a mi profesión de médico.

—¿No le preguntaste a qué había venido ni sabías que iba a quedarse en la casa hasta que la viste entrar?

—Sí. Sé que debía haberlo preguntado. Pero no estaba de humor.

—¿Qué aspecto tiene? —preguntó Luke.

—Está fantástica —contestó Reid.

Luke sonrió.

—¿Y fue tan desagradable como tú? —preguntó.

—No. Sólo yo.

—¿Y no te dio ninguna idea de a qué ha venido?

—No creo que haya venido a recordar viejos tiempos.

—¿Y qué hacemos ahora? Llama a Betty. ¿Crees que tiene que ir a hablar con Chloe?

Reid sabía lo que tenía que hacer, como médico y como hombre. Así que estaba preparado para esa pregunta.

Agitó la cabeza y dijo:

—Esperaré a que sea más tarde e iré yo mismo. Tengo que asegurarme de que está bien del accidente. Y voy a disculparme por haber sido tan brusco. Tal vez eso suavice la situación.

Luke no se entusiasmó con aquella solución sino que, muy al contrario, se preocupó por Reid.

—¿Puedes hacer eso? ¿Estás seguro de que quieres hacerlo?

—Creo que tengo que hacerlo —dijo Reid—. Por el bien de la venta, de los inquilinos y de mí mismo. No me gusté a mí mismo anoche.

Luke asintió como si comprendiera.

—No debió de ser fácil volver a verla… Con lo que me costó convencerte de que viviéramos frente a su casa y que comprásemos su casa…

—No, no ha sido fácil volver a verla. Sobre todo porque no me lo esperaba y no estaba preparado. Pero Chloe está aquí. Estamos todos implicados en la venta de la casa y haré lo que tenga que hacer. Además, es mejor que me asegure de que está bien y de que no se me pasó nada en la consulta de ayer.

—¿Estás seguro? Aunque me tomé la semana pasada de vacaciones para hacer las cosas de carpintería, pero podría arreglar algo para esta semana también, si tú no estás en condiciones de enfrentarte a Chloe.

Reid negó con la cabeza.

—La semana pasada tenías vacaciones, pero si te tomases ésta, tendría que ser a tus expensas, y sé que no puedes permitírtelo. Sobre todo ahora, con esta nueva hipoteca sobre nuestras cabezas. Además, viene un sustituto de Billings a reemplazarme, y no sería justo hacerlo volver. No creo que sea para tanto tener que ver a una antigua novia, ¿no?

—Creo que fue algo más que una antigua novia… —dijo Luke.

—Aun así. Debo enmendar mi conducta. Y por otra parte, seguramente no se quedará mucho tiempo. Y después, no creo que vuelva a verla en mi vida. Ése es el incentivo.

—¿Y no sientes nada por ella? —Luke no parecía convencido con el razonamiento de su hermano.

—Sólo cosas malas —respondió Reid sin dudarlo.

Y la sensación que había tenido cuando la había tocado también se encontraba entre aquellos sentimientos malos, pensó Reid.

Porque no era algo que quisiera experimentar.

 

 

Chloe se sentía un poco turbada el lunes por la mañana. El accidente de coche, el reencuentro con Reid Walker y hasta el hecho de que él la hubiera tenido que examinar físicamente había sido una experiencia inquietante. ¡Y encima había descubierto que Reid vivía justo enfrente!

Y por si fuera poco, al llegar a la casa había tenido que limpiar el baño, darle la vuelta a los colchones y poner sábanas limpias y mantas antes de acostarse. Había quedado agotada física y mentalmente.

Y luego había tenido imágenes de Reid metiéndose en su cama. Conclusión: había dormido muy mal.

Eran las siete y veinte de la mañana y notaba que su cuerpo estaba rígido, probablemente como consecuencia del accidente.

La rigidez cedió un poco cuando empezó a moverse por la casa. Quiso ver lo que estaba sucediendo en ella. Había llegado muy tarde el día anterior para hacerlo por la noche.

El salón estaba casi pintado. Había un rollo de moqueta contra la pared. Los muebles que habían dejado sus padres habían desaparecido y había una sola bombilla desnuda en el techo para dar luz.