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Armando Palacio Valdés fue un escritor y crítico literario español, perteneciente al Realismo del siglo XIX.
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Aguas fuertes
Armando Palacio Valdés
ÍNDICE
El Retiro de Madrid:
I. Mañanas de Junio y Julio
II. El Estanque grande
III. La Casa de Fieras
IV. El Paseo de los coches
El Pájaro en la nieve (novela)
La Academia de Jurisprudencia
El Hombre de los patíbulos
La Confesión de un crimen
La Biblioteca Nacional
El Drama de las bambalinas
Lloviendo
El Paseo de Recoletos
La Castellana
Los Mosquitos líricos
El Ultimo bohemio
Los Amores de Clotilde (novela)
El Profesor León
El Sueño de un reo de muerte
La Abeja (periódico científico y literario)
Los Puritanos
EL RETIRO DE MADRID
I
MAÑANAS DE JUNIO Y JULIO
Entre las muchas cosas oportunas que puede ejecutar un vecino de Madrid durante el mes de Junio, pocas lo serán tanto como el levantarse de madrugada y dar un paseo por el Retiro. No ofrece duda que el madrugar es una de aquellas acciones que imprimen carácter y comunican superioridad. El lector que haya tenido arrestos para realizar este acto humanitario, habrá observado en sí mismo cierta complacencia no exenta de orgullo, una sensación deliciosa semejante a la que habrá experimentado Aquíles después de arrastrar el cadáver de Héctor en torno de las murallas de Ilión. El heroísmo presenta diversas formas según las edades y los países, mas en el fondo siempre es idéntico.
Cuando madrugamos para ir a tomar chocolate malo al restaurant del Retiro, una voz secreta que habla en nuestro espíritu, nos regala con plácemes y enhorabuenas. Nuestra personalidad adquiere mayor brío, nos sentimos fuertes, nobles, serenos, admirables. Los barrenderos detienen la escoba para mirarnos, y en sus ojos leemos estas o semejantes palabras: «¡Así se hace! ¡Mueran los tumbones! ¡Usted es un hombre, señorito!» Y en testimonio de admiración nos echan media arroba de polvo en los pantalones.
El día que madrugamos no admitimos más jerarquías sociales que las determinadas por el levantarse temprano o tarde. Todas las demás se borran ante esta división trazada por la misma naturaleza. Los que tropezamos paseando en el Retiro adquieren derecho a nuestra simpatía y respeto; son colegas estimables que forman con nosotros una familia aristocrática y privilegiada. A la vuelta, cuando encontramos a algún amigo que sale de su casa frotándose los ojos, no podemos menos de hablarle con un tonillo impertinente, que acusa nuestra incontestable superioridad.
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