Alcanza la cima de tu bienestar - Verónica Guzmán Livingston - E-Book

Alcanza la cima de tu bienestar E-Book

Verónica Guzmán Livingston

0,0
6,99 €

oder
-100%
Sammeln Sie Punkte in unserem Gutscheinprogramm und kaufen Sie E-Books und Hörbücher mit bis zu 100% Rabatt.

Mehr erfahren.
Beschreibung

Alcanza la cima de tu bienestar nos desafía a salir de nuestra zona de confort, ponernos a prueba y autosuperarnos. La autora comparte su extraordinaria historia que comienza en los Andes patagónicos, transita por la antigua Europa, India, California y otros rincones del mundo. Nos cuenta sus propias vivencias, habla de aciertos y fracasos, cómo estas experiencias, buenas o malas, pueden servir para tomar coraje y llevar adelante nuestros sueños. Comparte reflexiones, información de especialistas e ideas de otros autores que nos invitan a indagar sobre nosotros mismos temas como la autoconciencia, la autoestima, la gestión emocional y el empoderamiento. Por medio de ejercicios nos motiva a aventurarnos a un proceso de introspección para superar nuestros miedos u obstáculos, aprender de nuestros errores y descubrir nuestro potencial.

Das E-Book können Sie in Legimi-Apps oder einer beliebigen App lesen, die das folgende Format unterstützen:

EPUB

Veröffentlichungsjahr: 2023

Bewertungen
0,0
0
0
0
0
0
Mehr Informationen
Mehr Informationen
Legimi prüft nicht, ob Rezensionen von Nutzern stammen, die den betreffenden Titel tatsächlich gekauft oder gelesen/gehört haben. Wir entfernen aber gefälschte Rezensionen.



VERÓNICA GUZMÁN LIVINGSTON

Alcanza la cima de tu bienestar

Guzmán Livingston, Verónica Alcanza la cima de tu bienestar / Verónica Guzmán Livingston. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2022.

Libro digital, EPUB

Archivo Digital: descarga y online

ISBN 978-987-87-3458-3

1. Crecimiento Personal. I. Título.CDD 158.1

EDITORIAL AUTORES DE [email protected]

Dibujo de portada: Artista Julia Vallespín Se han modificado el nombre de las personas que aparecen en los relatos para proteger su identidad.

Tabla de Contenidos

Introducción

CAPÍTULO 1

La herida de nuestro niño interior

La importancia de conocer las heridas de nuestro niño interior

Cómo nos afecta la herida de nuestro niño interior

Cómo las heridas de mi niña interna me han condicionado en mi vida

A tener en cuenta

Mi proceso de aprendizaje

Nuestro mayor obstáculo

Creencia enriquecedora

Conclusión

Ejercicios

CAPÍTULO 2

Sistema de creencias

La importancia de conocer nuestro sistema de creencias

Cómo nos afecta nuestro sistema de creencias

Cómo me ha condicionado mis creencias en mi vida

A tener en cuenta

Mi proceso de aprendizaje

Nuestro mayor obstáculo

Creencia enriquecedora

Conclusión

Ejercicios

CAPÍTULO 3

El miedo al cambio

La importancia del miedo al cambio

Cómo nos afecta el miedo

Cómo me ha condicionado los cambios en mi vida

A tener en cuenta

Mi proceso de aprendizaje

Nuestro mayor obstáculo

Otra consideración

Creencia enriquecedora

Conclusión

Ejercicios

CAPÍTULO 4

La sensibilidad y la gestión emocional

La importancia de la sensibilidad y la gestión emocional

Cómo nos afecta la insensibilidad

Cómo me ha condicionado la insensibilidad a mi vida

A tener en cuenta

Mi proceso de aprendizaje

Nuestro mayor obstáculo

Otra consideración

Creencia enriquecedora

Conclusión

Ejercicios

CAPÍTULO 5

El equilibrio de una sana autoestima

La importancia de la autoestima

Cómo nos afecta el desequilibrio de nuestra autoestima

Cómo la baja autoestima me ha condicionado en mi vida

A tener en cuenta

Mi proceso de aprendizaje

Nuestro mayor obstáculo

Otra consideración

Creencia enriquecedora

Conclusión

Ejercicios

CAPÍTULO 6

La dualidad de la escasez y la abundancia

La importancia de la dualidad de escasez o abundancia

Cómo nos afecta la escasez y la abundancia

Cómo la escasez me ha condicionado en mi vida

A tener en cuenta

Mi Proceso de aprendizaje

Nuestro mayor obstáculo

Creencia enriquecedora

Conclusión

Ejercicios

CAPÍTULO 7

Relaciones enriquecedoras

La importancia de establecer relaciones enriquecedoras

Cómo nos afecta las relaciones sociales

Cómo me ha condicionado las relaciones en mi vida

A tener en cuenta

Mi proceso de aprendizaje

Nuestro mayor obstáculo

Creencia enriquecedora

Conclusión

Ejercicios

CAPÍTULO 8

La conexión con uno mismo

La importancia de conectar con nosotros mismos

Cómo nos afecta no estar conectados con nosotros mismos

Cómo me ha condicionado no estar conectada conmigo misma en mi vida

A tener en cuenta

Mi proceso de aprendizaje

Nuestro mayor obstáculo

Creencia enriquecedora

Conclusión

Ejercicios

CAPÍTULO 9

Vivir con pasión

La importancia de vivir con pasión

Cómo nos afecta no vivir una vida apasionante

Cómo me ha condicionado vivir con pasión

A tener en cuenta

Mi proceso de aprendizaje

Nuestro mayor obstáculo

Creencia enriquecedora

Conclusión

Ejercicios

CAPíTULO 10

Cómo convertirse en su mejor versión

La importancia de convertirse en la mejor versión de uno mismo

Cómo nos afecta no ser aquellas personas que podemos ser

Cómo me ha condicionado no cambiar mi forma de ser en mi vida

A tener en cuenta

Mi proceso de aprendizaje

Nuestro mayor obstáculo

Creencia enriquecedora

Conclusión

Ejercicios

FOTOGRAFÍAS

CONCLUSIÓN

Mi intención

NOTAS

Capítulo 1

Capítulo 2

Capítulo 3

Capítulo 4

Capítulo 5

Capítulo 6

Capítulo 7

Capítulo 8

Capítulo 9

Capítulo 10

Dedicado a mis padres, quienes me dieron la libertad y confianza de buscar mi felicidad y a mis grandes maestros, las personas que he amado y que siempre estarán en mí corazón.

Introducción

Esa mañana, me senté un rato al pie de la ventana de la habitación. La bruma del mar era densa y el viento soplaba con fuerza. La visibilidad era casi nula, pero el paisaje poco a poco se dejó mostrar. A unos metros de la casa apareció una familia de ciervos, que enseguida se perdieron en los pastizales. Más a lo lejos, el mar, el pueblo de Mill Valley y el Monte Tamalpais en California, EE. UU.

En ese momento mi cerebro apagó el piloto automático y entró en consciencia. Mis sentidos se activaron, observé al detalle y con asombro lo que había a mi alrededor. Recuerdo que todavía me costaba creer mi situación, me sentía como si todo fuese irreal y estuviera dentro de un sueño.

El silbido del viento me hizo reaccionar. Era hora de limpiar la casa y preparar la comida antes que llegara mi novio del trabajo. Me puse a hacer la cama, repasar los tres baños, poner a lavar la ropa y aspirar las dos plantas de la casa. Las paredes blancas recién pintadas intensificaban la percepción de amplitud y pulcritud.

Cociné algo de verduras, puse la mesa, regué las plantas y me senté a esperar. Mis pies se hacían caricias con la alfombra, mis manos estaban inquietas buscando algún tipo de entretenimiento y mi cabeza nuevamente me llevó a reflexionar sobre el presente. Ahí estaba yo, en un sofá moderno de seis plazas, frente a una mesa de cerezo, un hogar y un piano.

Ya llevábamos más de un año juntos con Niko pero con muchas idas y vueltas. Yo venía por segunda vez a Sausalito, decidida a hacer todo lo posible para salvar nuestra relación. Había dejado mi trabajo como socorrista en la playa de Barcelona, el cual mantenía hacía 10 años, para aventurarme, según sus promesas, a vivir una supuesta vida mejor en California.

Nunca había sido mi sueño vivir en los EE.UU., mi único motivo era estar con él. Había tratado de ser flexible, comprensible, adaptándome lo más posible a sus formas para ser aceptada, para que lleguemos a un término medio donde poder mantener nuestra relación. Mi vida era tan diferente a lo que acostumbraba que me costaba reconocerme a mí misma.

No gozaba de una situación económica para poder mantenerme sola en ese país, en esa clase social. Dependía totalmente de él y eso me provocaba inseguridad que lograba controlar yendo a caminar, haciendo ejercicio, yoga y reiki.

De repente la puerta se abrió, era él. Yo me levanté entusiasmada para darle un abrazo, pero enseguida sentí que algo andaba mal. Se lo notaba cansado y algo apagado. Dejó su chaqueta en el guardarropa, se lavó las manos y se sentó a la mesa. Yo serví la comida y comenzamos a almorzar.

No puedo recordar bien cómo surgió la conversación, pero me quedé helada al escuchar sus palabras. Muy calmadamente y directo, me declaró que él era superior a mí. Sí, superior a mí. Me comentó que eran pocos los que habían alcanzado la libertad económica que él había logrado y esto lo ubicaba en una posición más alta que la mía.

Mi garganta comenzó a cerrarse, sentí una fuerte presión en el pecho y mis ganas de comer se fueron de inmediato. Yo lo escuché, luego repetí sus palabras en inglés para confirmar lo que había comprendido. Y él asintió. Sinceramente él creía que era superior a mí.

Estaba claro que yo económicamente no había hecho ningún gran avance. A pesar de mis 34 años, no tenía casa, ni auto y mis únicos bienes materiales eran equipamientos deportivos. No había seguido ninguna carrera universitaria ni había alcanzado un alto cargo a nivel laboral. Mi pasión era viajar, explorar y descubrir las maravillas del mundo, y eso era lo que había acumulado. Mis riquezas eran las historias de mis experiencias y aventuras. ¿Pero eso lo hacía superior a mí?

Para disimular mi malestar seguí comiendo. Respire hondo, tratando de tranquilizar mi angustia, hasta que mi cabeza me enseñó otra perspectiva. De pequeña, siempre creí que las cosas no surgen por casualidad, que todo tenía su razón de ser y que cada persona que se me acercara a mi vida tenía un mensaje para darme. Un aprendizaje que había que descifrar. Como una aventura mágica y misteriosa, con una clara misión, descubrir cual era mi propósito en esta vida. ¿Cuál era el verdadero mensaje de esta situación?, yo pensaba.

Solo dije: «I don´t agree» (no estoy de acuerdo), sin dar más explicación. Él trató de argumentar su punto de vista, pero yo no seguí la conversación. Levanté los platos y me fui a dibujar al living. Como si me hubieran dado un latigazo en el lomo, una sensación de debilidad circulaba por mi sangre. No era la primera vez que alguien me discriminaba, pero se trataba de la persona que amaba y esta vez era mucho más doloroso.

Aquel día después de unas horas mi novio me abrazó y me pidió perdón. Me dijo que no era correcto lo que me había dicho y yo le dije que lo perdonaba. ¿Pero eso cambiaría su forma de pensar? ¿Cómo fue que llegué a la situación donde mi pareja me consideraba inferior? ¿Por qué me había alejado tanto de mi forma de ser? ¿Cómo podía yo aceptar la falta de aprecio y respeto?

Fue una situación dolorosa, pero al mismo tiempo fue la experiencia que necesitaba para darme cuenta de lo poco que me valoraba a mí misma. Fue un claro aviso que algo en mí no estaba bien y debía cambiarlo. Era de vital importancia tomar responsabilidad de mi estado, buscar mi equilibrio y empezar a elegir lo mejor para mi salud mental y emocional.

...

Hoy guardo en mi memoria un hermoso recuerdo de una relación que me impulsó a crecer. Considero que Niko me amaba, que él no tenía intención de hacerme sentir miserable y que su verdadera razón de expresarse reflejando sus propios vacíos, era motivar de alguna forma a que yo sacara el potencial que tenía para dar.

Gracias a su mensaje hoy soy una persona más eficiente, más positiva y generosa. Me enseñó a superar mis limitaciones en cuanto a las posibilidades, ver abundancia y aumentar mi autoestima. ¿Pero cómo lo he logrado?

Una valiosa intención me llevó a aventurarme a hacer cambios en vida y acepté embarcarme en un viaje de aprendizaje y evolución. A partir de mi experiencia, me he dado cuenta cómo ciertas creencias y actitudes nos limitan nuestro poder de amar, y cómo podemos modificarlas para fluir con libertad y llegar a cumplir nuestros sueños.

Cuanto más me sumerjo en mí misma, más entiendo la importancia de la conexión que tenemos con la naturaleza y con todos los seres vivos. El desequilibrio de uno afecta a todos. Es mi deseo ayudar al lector a que pueda reducir la ansiedad, mirar al pasado sin remordimientos, visualizar el futuro sin temor y vivir en el presente en paz y alegría. De esta manera promover un estado de consciencia holística y bienestar común.

En este libro, comparto los 10 aprendizajes más relevantes de mi vida, los cuales considero como fases del proceso de transformación hacia nuestra auténtica identidad, nuestra mejor versión. Va dirigido a aquellas personas que desean un cambio en su vida, quieran cumplir sus sueños, afrontar sus miedos y llegar al equilibrio físico, mental, emocional y espiritual que están buscando.

A través de la descripción de mis vivencias, explico mis aciertos, mis fracasos y mi proceso de aprendizaje. Encontrarás información relevante de otros autores y especialistas que te ayudarán a comprender aún más del tema. Además, te propongo ejercicios para que comiences a ser consciente de tu estado y a tomar acción hoy mismo.

Verás cómo alcanzar los sueños es posible y que solo depende de nuestro poder de intención y decisión. Existe un camino de transición que nos permite sanar nuestras penas y llegar al sentimiento de abundancia, equilibrio y amor que nos merecemos. No hay que darse por vencidos en la búsqueda.

¡Te invito a que recorramos juntos este camino y que descubras todo el potencial que llevas dentro!

CAPÍTULO 1

La herida de nuestro niño interior

Cuando me recuerdo de niña, me veo subida al gran radal que se encuentra en el jardín posterior de la casa de mis padres en Bariloche, Argentina. Junto a mis tres hermanas nos gustaba imaginar que en vez de estar arriba de las ramas de un árbol, nos encontrábamos en un enorme barco navegando por el océano. En lo más alto del árbol, una de mis hermanas montaba guardia para divisar posibles piratas. Otra estaba encargada de izar las velas, mientras que yo preparaba un banquete para la tripulación. La capitana, mi hermana mayor, nos daba las órdenes: «¡Quien no obedezca será arrojado a los tiburones!», decía jugando. Abajo rondaba el temido tiburón blanco, Tina, nuestra perra. Un fuerte grito de mi madre: «¡Pecas a comer!» nos hacía saltar y correr a la cocina. La comida estaba lista.

Mis padres trabajaban duro para poder mantenernos, pero a la hora de comer y los domingos era tiempo en familia. La mesa de la cocina siempre era un caos. A mi madre apresurada se le solía caer comida dentro del vaso de mi hermana, mi padre te tiraba el corcho del vino suavemente a la cabeza para que le pasase la sal y todos hablábamos al mismo tiempo. En fin, creo que la comunicación no era nuestro fuerte, pero en general siempre había risas.

Yo era una niña algo desprolija, vamos a decir: «sencilla». Ropa cómoda, holgada, jogging con parches en las rodillas y zapatillas descosidas. Pelo atado para no atraer a los amigos, los piojos, uñas negras de jugar en la tierra y una sonrisa de oreja a oreja.

Nunca tuve mucha atracción por las barbies, ni las muñecas. Más bien, me gustaban los autitos eléctricos, andar en bicicleta por el barrio y bailar. Y sí, me gustaba la danza clásica. Era el único momento del día que me limpiaba la cara, mi mamá me hacía un rodete alto, con redecilla y clips (hebillas para el pelo), me ponía medias (cancanes) color crema, una malla rosa, tutu, zapatillas de ballet y me desplazaba como una mariposa.

El resto del tiempo, me fascina treparme a los árboles, explorar los bosques, terrenos baldíos y casas abandonadas. Pasaba horas jugando sola, creando mi propio pasatiempo. Dibujaba, pintaba y recolectaba flores, semillas y hojas. Solía ponerlas a secar dentro de algún libro de ciencias de la estantería de nuestro cuarto. También me entretenía reciclando envases, que con un tanto de engrudo (harina con agua) papel de diario y tempera convertía en algo creativo para regalar.

En casa solo había dos habitaciones, la de mis padres y la de sus cuatro hijas. Nuestra habitación tenía dos cuchetas (camas marineras) que solíamos desplazar según la actividad del día. Uno de mis juegos favoritos consistía en crear un puente de mantas entre las camas altas de las cuchetas que estaban separadas por un metro y medio de distancia. Era necesario la participación de todas mis hermanas, ya que debíamos mantener en tensión las frazadas para que una lograse llegar al centro gateando. Una vez preparadas, todas soltamos al mismo tiempo y la que estaba en el puente caía hasta el suelo donde la esperaban un par de colchones y almohadas. Con suerte salíamos ilesas y superábamos la prueba de miedo.

En el invierno jugábamos con el trineo en la calle con mi perra o hacíamos una pista de esquí en el jardín de casa. En verano solíamos ir a Miramar, un balneario en la costa atlántica, donde mis abuelos tenían un apartamento. Mis padres nos subían al auto a las tres de la mañana y emprendíamos viaje. Eran unos 1600 km a 90 km/h, una dormía en el piso, dos en los asientos y yo en la luneta (la parte posterior de los cabezales), pegada al vidrio trasero (en esos tiempos no existían tantas restricciones). Se hacía algo largo, pero todos juntos nos manteníamos entretenidos cantando, jugando y preguntando: «¡Papá!, ¿cuánto falta?».

En la escuela nunca fui abanderada. Habrá sido por mi guardapolvo, que como bien dice la palabra, guardaba bastante suciedad, con uno o dos botones menos, porque la verdad es que me fue bastante bien en mis estudios. A pesar de mi leve dislexia, a los diez años encontré la forma de que mis neuronas hagan sinapsis. Me costaba leer y escribir. Hasta cuarto grado, en mi cuaderno de notas se disputaban los SA (satisfactorio) y los PSA (poco satisfactorios). Yo sola me dí cuenta que para aprender no me quedaba otra que ponerme a estudiar, así que simplemente me sentaba y lo hacía. En poco tiempo, los SO (sobresalientes) con una sonrisa comenzaron a aparecer en mi boletín de notas.

Mis padres consideraron importante que aprendamos a cuidarnos por nosotras mismas. Nos dieron confianza y libertad en nuestras acciones. Nos inculcaron a ser activas y a no tener miedo a lo desconocido. No limitaron nuestros sueños, no impusieron una religión, un género ni un estereotipo de vida. Nos brindaron espacio, tiempo y apoyo para que encontremos lo que nos haga sentirnos felices sin marcarnos un determinado camino a seguir.

Durante mi niñez tuve la oportunidad de realizar todo tipo de actividades deportivas, artísticas e intelectuales en búsqueda de mis talentos. Mi familia siempre se mantuvo unida en un entorno relativamente sano y sin grandes inconvenientes.

Pero… ¿puede una niña llegar a tener una herida con una infancia feliz?

La importancia de conocer las heridas de nuestro niño interior

Se dice que cuando somos niños somos altamente vulnerables e indefensos ante cualquier situación. Supongo que ya has escuchado hablar de esto antes, pero ¿sabemos realmente por qué?

Desde los 3 años (o antes inclusive), a los 7 años de edad aproximadamente es cuando más asentado quedan nuestras heridas emocionales. Es una etapa de vital importancia, ya que no poseemos las herramientas suficientes para comprender la totalidad de la situación y proteger nuestros sentimientos.

Las heridas emocionales surgen al experimentar una situación incómoda o desagradable. Si somos incapaces de procesar los hechos de tal forma que no nos dañen, la tensión crea una secuela que queda guardada en nuestro subconsciente.

Cuando somos niños, nuestras emociones son como una montaña rusa. Podemos estar saltando de alegría y en cuestión de segundos estar llorando a moco tendido. No sabemos cómo gestionar nuestros sentimientos. Un pequeño incidente puede representar una catástrofe y la paciencia de los padres entra en juego.

A veces sin querer o queriendo superamos los límites de nuestros responsables y como resultado nos llevamos como mínimo un comentario de despectivo o de desaprobación: «¿pero sos tonto?», «otra vez haciendo macanas». Pasamos a ser más una molestia que un ser amado. Terminamos aceptando que no somos suficientemente buenos o valiosos, copiando patrones de conducta y asimilamos toda frase despectiva como pura verdad.

Se supone que al alcanzar la madurez, las experiencias vividas nos han permitido adoptar estrategias para el control de nuestras emociones. Sería interesante saber cuántos de nosotros hemos tenido la suerte de que alguien nos haya enseñado algo acerca del manejo de nuestros pensamientos y emociones. Pues yo no he sido la afortunada y me he dado contra la pared cientos de veces para llegar a comprender el comportamiento de la raza humana. Fue de tantas decepciones que sufrí, que terminé buscando ayuda e información para comprender mejor cómo funciona nuestro cerebro, nuestras emociones y nuestras reacciones.

Algo que me gustaría que quede claro, es que muchos de los problemas de nuestra vida adulta, se originan en nuestra infancia. Aunque tengamos un recuerdo idílico, guardamos traumas psicológicos que arruinan un momento perfecto, una oportunidad laboral, hasta una relación.