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Biografía de Alicia Alonso. Fundadora del Ballet de Cuba, Prima Bellerina Assoluta fue bailarina profesional y coreógrafa cubana. Famosa por sus representaciones de Giselle y Carmen, además de otras grandes obras del repertorio clásico y romántico. Fue la gran figura del ballet en Iberoamérica y uno de los grandes mitos de la danza contemporáneos.
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Seitenzahl: 154
Veröffentlichungsjahr: 2022
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Edición: Yanet Blanco Fernández
Diseño y composición: Carlos Javier Solís Méndez
Imagen de cubierta: Alicia Alonso en Giselle. Óleo sobre lienzo de la pintora
estadounidense Myrtle Fallis Strong (1891-1988). Col. Norberto Sánchez, Nueva York.
Fotografías: Colección del Museo Nacional de la Danza
Dirección de arte y conversión a E-book: Rafael Lago Sarichev
Corrección: Genoveva C. Cuellar Sánchez
© Pedro Simón Martínez, 2020
© Sobre la presente edición: Alicia Alonso, gloria y escuela (Apuntes biográficos).
Ediciones Cubanas Artex, 2020
ISBN: 9789593140850
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El poeta y ensayista Juan Marinello expresó: “Alicia Alonso, artista de talla universal, es, al propio tiempo, sembradora constante, humilde y abnegada”. Sobre estos conceptos, en otra ocasión concluyó: “Alicia Alonso ha hecho gloria, pero también escuela”, frase que forma parte del título del presente libro, que ofrece una síntesis biográfica, una breve selección de textos valorativos e imágenes de especial elocuencia, para propiciar acercarnos a la personalidad artística y humana de Alicia Alonso. Aunque también Juan Marinello nos advierte: “…la razón íntima de su hazaña nos queda siempre entre las manos, como el polvo de una mariposa esquiva que defiende a toda costa la altura de su vuelo”.
Sobre la obra / 4
Alicia Alonso: órbita de una leyenda / 8
Creación coreográfica / 60
Aida /61
Mignon /61
La condesita / 61
La tinaja / 62
Giselle / 62
Pas de quatre / 63
Las sílfides / 63
Coppélia / 64
Las bodas de Aurora / 64
Ensayo sinfónico / 65
Lydia / 66
La fille mal gardée / 66
El pillete / 67
El lago de los cisnes / 67
Narciso y Eco / 68
La carta / 68
El circo / 68
Pas de deux classique / 69
Las llamas de París (pas de deux) / 69
Raymonda (pas de deux) /70
La bella durmiente del bosque / 70
El corsario (pas de deux) / 71
Diana y Acteón / 71
Génesis / 71
Festival de las flores en Genzano (Grand pas) / 72
Pedro y el lobo / 72
Misión Korad / 72
La bayadera / 73
El caminante / 73
Don Quijote / 73
Dido abandonada / 74
Sinfonía de Gottschalk / 74
Pretextos / 75
Retrato de un vals / 75
Las cuatro estaciones / 76
Juana, razón y amor / 76
Farfalla / 77
La commedia è... danzata / 77
Irazú / 77
Cascanueces (Vals de las Flores) / 78
Tula / 79
Cascanueces / 79
En las sombras de un vals / 80
Umbral/80
Diálogo a 4 / 81
Luz de vida / 81
Un viaje a la Luna / 81
Danzantes / 82
El Ballet Cómico de la Reina / 82
Al encontrarse / 82
Shakespeare y sus máscaras / 82
Verbum / 83
La flauta mágica / 83
Elegía por un joven / 84
Mozart divertimento / 85
Cuadros en una exposición / 85
Desnuda luz del amor / 86
Serenata goyesca / 86
A la caída de la tarde / 86
Lucía Jerez / 86
Preciosa y el aire / 87
Impromptu Lecuona / 87
La noche del eclipse / 88
Muerte de Narciso / 88
Nosotros / 89
Acis y Galatea / 89
La destrucción del danzante / 90
Acuarela / 90
A la luz de tus canciones / 90
Caleidos / 90
Visión de sus contemporáneos / 93
Alejo Carpentier / 95
Juan Marinello / 97
José Lezama Lima / 99
Dulce María Loynaz / 101
Fina García Marruz / 102
Mirta Aguirre / 104
Renée Méndez Capote / 105
Miguel Barnet / 106
Alfredo Guevara / 108
Orlando Suárez Tajonera / 109
Abilio Estévez / 110
Arnold L. Haskell / 111
Clive Barnes / 112
John Martin / 113
Walter Terry / 114
Ann Barzel / 115
Anna Kisselgoff / 116
Gerald Fitzgerald / 118
Olga Maynard / 119
Martin Bernheimer / 121
Peter Williams / 122
Clement Crisp / 123
Maurice Béjart / 124
Paul Bourcier / 125
Claude Baignères / 126
Dinah Maggie / 127
Brendan Fitzgerald / 128
Olivier Merlin / 130
Zelda Heller / 131
Galina Ulánova / 133
Alexandra Dashicheva / 134
Tatiana Vecheslova / 135
Oleg Vinogradov / 136
Teresa Grabowska / 137
Rudolf Nureyev / 138
José Manuel Caballero Bonald / 140
Ricard Salvat / 142
Fernando Alegría / 143
Juan Vicente Melo / 144
Pablo de Madalengoitía / 146
Aquiles Nazoa / 147
Alfio Agostini / 148
La plenitud / 151
Homenajes internacionales por su cumpleaños 90 / 174
…ademán que no presumió de único,
para mostrar la curvatura de su distinción
como estilo habitado por su pueblo.
José Lezama Lima (1949)
En 1945, Alicia Alonso interpretó por primera vez el papel de Julieta, la famosa heroína de la tragedia Romeo y Julieta, de William Shakespeare, en versión coreográfica de Antony Tudor, con música de Frederick Delius y diseños de Eugene Berman. Foto: Walter E. Owen
La posibilidad de que surjan figuras excepcionales en el arte o en la ciencia no está determinada de manera absoluta por un contexto histórico propicio; ni el desarrollo de las mismas es siempre coherente con los factores socioeconómicos o la tradición cultural con que cuente el país en que se generan. Un ejemplo de ello es que Cuba haya dado al mundo de la cultura una personalidad como Alicia Alonso, artista que ocupa una posición preeminente en la historia del arte de la danza y ostenta sin duda el lugar más alto entre las bailarinas clásicas nacidas en el continente americano. Cómo fue posible la aparición de una figura de esta categoría en un país que hasta entonces no poseía una tradición en la danza teatral, y en las circunstancias de una realidad social y económica propia del subdesarrollo, será siempre un enigma que posiblemente solo se explique como un fenómeno casual o de probabilidades estadísticas.
El año 1931 marcó su primera presentación escénica, en el Teatro Auditorium de La Habana, hoy Auditorium Amadeo Roldán, de una grácil y delicada jovencita cuyo nombre era entonces Alicia Ernestina de la Caridad del Cobre Martínez y del Hoyo, hoy conocida universalmente como Alicia Alonso. Aquella alumna de la recién creada Escuela de Ballet de la Sociedad Pro-Arte Musical de La Habana iniciaba de esta forma una trayectoria artística de alcances insólitos, que daría lugar a una de las carreras más prolongadas y brillantes en la historia de la danza escénica.
El día de su debut escénico en la danza, con el vals de La bella durmiente del bosque, el 29 de diciembre de 1931, en el Teatro Auditorium de La Habana. Foto: Joaquín Blez.
Los ancestros familiares de Alicia Alonso proceden, por ambas ramas, del norte de España, aunque se entremezclan más tarde con canarios, gallegos y vascos. A finales del siglo xix, su abuelo materno emigró a Cuba procedente de Santander y allí constituyó familia. Por parte de padre, su ascendencia es ilustre, pues procede de un personaje que desempeñó un papel relevante en la conquista de América. En 1794, don Fernando de la Maza Arredondo partió también de Santander y llegó con la Armada de España para ocupar San Agustín, en la Florida. Allí se convirtió más tarde en un rico comerciante, propietario de tierras y ayudante del gobernador. Se casó con una mujer cuyos antepasados habían participado en la conquista de la Florida en el siglo xvi. En las primeras décadas del xix parte de la estirpe De la Maza Arredondo se estableció en Cuba, y de ella desciende, de manera directa, la rama paterna de la bailarina, que en familia de militares y comerciantes sería ella la primera que se dedicara al arte.
Alicia Alonso nace en Marianao, actual municipio de la provincia de La Habana, el 21 de diciembre de 1920, hija de Antonio Martínez de la Maza Arredondo y de Ernestina del Hoyo y Lugo. El primero, militar con grado de teniente y doctor en veterinaria; y la segunda, ama de casa con especial habilidad para el diseño y las confecciones de alta costura. Su familia, de clase media, estaba constituida por cuatro hermanos, dos de ellos varones, y los acompañaba una tía materna también nombrada Alicia.
Dr. Antonio Martínez de la Maza Arredondo, padre de Alicia Alonso. Colección Museo Nacional de la Danza.
Ernestina del Hoyo y Lugo, madre de Alicia Alonso. Colección Museo Nacional de la Danza.
En aquel hogar existía un cierto ambiente artístico, determinado por las aficiones de doña Ernestina por la poesía, la atracción que sentía por el teatro y la música la tía Alicia, persona de carácter alegre y carismático. Desde muy temprano la pequeña Alicia manifestó su predilección por la danza, apodada por sus allegados “Hunga”, una apócope de “húngara”, lo que aludía a su tez aceitunada y sus enormes ojos oscuros, detalles que a los suyos se les antojaba calificar como gracias zíngaras. A esta niña, juguetona y traviesa le gustaba improvisar danzas en cuanto tenía música a su disposición, y más aún, lo hacía caracterizándose con tules, mantas, todo elemento que encontrara a su alcance y sirviera a su instinto histriónico. La vida escolar se desarrolló durante varios años en el Colegio Teresiano, más tarde pasaría a una escuela norteamericana; este ejercicio también se desarrolló en su domicilio, con profesores particulares contratados por su padre.
En 1929 se registra un acontecimiento de especial repercusión en la sensibilidad de la niña. La familia viaja a España por motivo del trabajo del padre, que fue encargado de la compra de caballos en Andalucía, destinados al Ejército cubano. Allí Alicia continúa sus estudios, de nuevo con las monjas de Santa Teresa, donde experimentó la emoción de recibir sus primeras clases de danza, que no van a ser precisamente de ballet, sino de bailes típicos españoles. Tanto en Jerez de la Frontera como en Sevilla, donde temporalmente reside, el aprendizaje de sevillanas, malagueñas, jotas y otros aires populares ibéricos, y la práctica de las castañuelas, llenó de nuevos sentidos la vida de Alicia y de su hermana mayor. Tenían el firme propósito de, a su regreso a Cuba, llevarle las danzas de España a su abuelo santanderino que, lleno de añoranzas, las esperaba.
En la época en que tomaba clases de bailes españoles, en Jerez de la Frontera. Colección Museo Nacional de la Danza.
En 1931 se encontraban de regreso en La Habana, y ese año es de particular significación para la futura artista de la danza. La presencia en Cuba del ruso ucraniano Nicolai Yavorski (1891-1948), que ofrecía sus servicios como profesor de ballet, fue aprovechada por la Sociedad Pro-Arte Musical de La Habana para fundar lo que sería la primera escuela de danza clásica en la historia de Cuba. Yavorski, antiguo integrante del conjunto de Ida Rubinstein, había actuado en La Habana el año anterior con una compañía de ópera rusa que recorría Hispanoamérica con el nombre de Opera Privée de Paris. Así se hizo posible la primera clase de ballet para Alicia. Ese mismo año, ya como alumna, se produjo su primera actuación como bailarina. Las clases de Yavorski, a pesar de su interés y dedicación, no eran de un nivel técnico muy alto, pues se trataba de un antiguo militar ruso que aun poseyendo buen gusto para el baile y algunos conocimientos rudimentarios de ballet, carecía de una formación académica integral y sistemática. Para Alicia Alonso, no obstante, esas lecciones fueron la reafirmación definitiva de su vocación por la danza. Aquellas clases se convirtieron en el centro de su vida, lo que más la estimulaba en este mundo, y por encima de todo, bailando se sentía feliz.
Don Elizardo del Hoyo, abuelo materno de Alicia Alonso. Colección Museo Nacional de la Danza.
En los años en que asistió como alumna de ballet a las clases de Yavorski, en la Sociedad Pro-Arte Musical de La Habana, es cuando Alicia Alonso se encontró por primera vez con el arte de una gran figura del baile. Se trató de la famosa bailarina española Antonia Mercé, La Argentina. La profunda impresión que recibió del arte de La Argentina, a la que vio actuar por esos días en el Teatro Auditorium, la marcó de manera indeleble y la acompañó toda la vida. Durante su estancia en Cuba, Antonia Mercé visitó la clase de Yavorski, y este hizo bailar para ella a una de sus alumnas más dotadas, que resultó ser la pequeña Hunga.
Nikolai Yavorski, su primer maestro de ballet. Foto: Albert.
La clase de ballet del profesor Yavorski en la Sociedad Pro-Arte Musical de La Habana. En la fila de abajo, cuarta de izquierda a derecha, la alumna Alicia Martínez. Colección Museo Nacional de la Danza.
El 29 de diciembre de 1931, en el Teatro Auditorium de La Habana, se produjo su primera aparición como bailarina en un escenario. Ese día, como alumna de la Escuela de Ballet de Pro-Arte, interpretó el “Gran Vals” del ballet La bella durmiente del bosque, de Chaikovski, en una versión coreográfica de Yavorski. Meses después, ya en 1932, bailaría su primer solo, cuando se le asignó el papel de El Pájaro Azul, en la misma obra. Un testigo excepcional ha relatado sus impresiones sobre aquella representación:
Recuerdo claramente el espectáculo de la Sociedad Pro-Arte Musical donde Alicia bailaba su Pájaro Azul en La bella durmiente del bosque, y el efecto extraordinario, la impresión tan grande que causó en mí verla bailar. Había una cualidad en ella fuera de lo común, que no tenían otras muchachas que trabajaban a su alrededor en las mismas clases y en los mismos espectáculos. Ella tenía un extraordinario salto, una técnica purísima desde pequeña, una fuerza muscular increíble. Y, sobre todo, su facultad de interpretar, de proyectar, que más adelante la llevó a mostrar esa amplia gama que ella tiene: desde el dramatismo más extraordinario hasta el lirismo más fabuloso.1
El año 1937 es también significativo para Alicia, debido a que bailó por primera vez una de las obras que se contaría luego entre las más famosas de su repertorio, durante toda su carrera: El lago de los cisnes, de Chaikovski, que interpreta junto al bailarín profesional Émile Laurens (también conocido como Robert Belsky), figura procedente del Ballet Russe de Montecarlo. La presencia casual en Cuba de la estrella rusa Irina Barónova permitió que esta ensayara y le diera consejos sobre la interpretación de Odette. La prensa destacó el triunfo de la joven alumna, y señaló que su trabajo no mostró desventaja alguna con relación a su experimentado partenaire.
En el solo del Pájaro azul, su primer papel como solista, en 1932. Colección Museo Nacional de la Danza.
Pero en la Cuba de la década de los años treinta del siglo xx era imposible concebir una carrera seria en la danza. No existían en el país centros formadores de bailarines que impartieran la adecuada preparación técnica y artística, ni compañías en las que luego pudiera desarrollarse un trabajo profesional como intérprete de ese género. Por otra parte, según las concepciones de la época, no se veía bien que una joven de buena familia se dedicara profesionalmente al teatro. Fernando Alonso, joven estudiante de ballet en Pro-Arte, con quien Alicia tenía relaciones sentimentales y pensaban casarse, se había marchado a Estados Unidos en busca de nuevos horizontes. Poco después ella se le unió y se casan finalmente en Nueva York, en una unión personal y artística que duraría muchos años, hasta disolverse definitivamente en 1975.
Fue en Nueva York donde culminó su formación escénica, sitio en el que iniciaría una verdadera carrera profesional y alcanzaría la condición de estrella internacional de la danza; pero el camino para lograrlo no fue corto ni fácil. Antes de comenzar sus actividades artísticas en los Estados Unidos nació Laura, su única hija. Poco después, la bailarina reanudó su entrenamiento e incluso intentó actuar con un grupo de ballet que hacía montajes para el célebre coreógrafo ruso Mijaíl Fokín, pero su reciente maternidad se lo impidió. Es preciso tener en cuenta que a finales de la década de los años treinta, en los Estados Unidos no existían grandes compañías de ballet y las posibilidades de desarrollar una carrera en ese campo eran escasas e inseguras. Al reiniciar en aquel país sus actividades en la danza, lo esencial para Alicia Alonso fue entregarse a un arduo trabajo con el fin de superar las deficiencias de lo aprendido con Yavorski y avanzar hacia la conquista de nuevas metas técnicas y artísticas. Para ello fue vital el encuentro en Nueva York con un gran profesor italiano, portador de las formas más puras de la antigua escuela italiana. Se trata de Enrico Zanfretta, nacido probablemente en Venecia en 1863, y fallecido en Nueva York en 1946. El septuagenario Zanfretta era un extraordinario maestro que dominaba los secretos técnicos y metodológicos de una escuela hoy virtualmente extinguida. Zanfretta se convirtió en uno de los dos profesores más significativos en la formación técnica de Alicia Alonso, junto con la rusa Alexandra Fedórova (1884-1972). La Alonso atribuyó a Zanfretta varios aspectos de su técnica, como el haberla guiado para la adquisición de un rápido y brillante movimiento de los pies, su celebrado virtuosismo en los llamados “pasos de batería”. El entusiasmo de la joven bailarina con las clases del viejo profesor italiano fue tal que, según relató, en aquellos tiempos practicaba sus ejercicios hasta fuera de la clase, en las horas libres. Zanfretta correspondía al talento y el entusiasmo de la alumna dedicándole prácticamente la clase a ella sola, esmerándose en aquella joven cuyas cualidades ya empezaban a ser la admiración de todos.
Encuentro con su profesora Alexandra Fedórova (1884-1972), durante una emisión del programa de la televisión norteamericana This is Your Life dedicada a Alicia Alonso. Colección Museo Nacional de la Danza.
Anuncio en la prensa de la academia de ballet instalada, en Nueva York, por el profesor Zanfretta. Colección Museo Nacional de la Danza.