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Una historia de amor a la humanidad, a la libertad, a los principios éticos que deben de habitar en el hombre, a ese derecho impostergable de sentir en sus costillas el lamento de los más desposeídos, su reclamo por un mundo mejor.
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Seitenzahl: 113
Veröffentlichungsjahr: 2024
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Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización escrita de los titulares del Copyright, bajo la sanción establecida en las leyes, la reproducción parcial o total de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, y la distribución de ejemplares de ella mediante alquiler o préstamo público. Si precisa obtener licencia de reproducción para algún fragmento en formato digital diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) o entre la web www.conlicencia.com EDHASA C/ Diputació, 262, 2º 1ª, 08007 Barcelona. Tel. 93 494 97 20 España.
Edición: Rebeca Murga Vicens
Diseño interior y de cubierta: Bienvenido Corcho Tavío
Corrección: Yamilé Pérez García
Conversión a ebook: Grupo Creativo Ruth Casa Editorial
© Alexis Manuel García Artiles, 2022
© Sobre la presente edición:
Casa Editorial Verde Olivo, 2024
ISBN 9789592245921
Todos los derechos reservados. Esta publicación no puede ser reproducida, ni en todo ni en parte, en ningún soporte sin la autorización por escrito de la editorial.
Casa Editorial Verde Olivo
Avenida de Independencia y San Pedro
Apartado 6916, CP 10693
Plaza de la Revolución, La Habana
Para Luis Monteagudo, Angalía, que dictó con la mirada estas líneas, inspiró con su ejemplo la escritura y fue generoso con sus recuerdos.
A mi padre, que siempre tuvo sus alas listas para volar mientras mi corazón nunca estuvo listo para verlo partir.
Para mi madre, que leyó para mí cuando yo no sabía leer y puso libros en mis manos cuando supe. O lo que es lo mismo: me dio la vida y los códigos para vivirla a plenitud. ¿Qué hay más importante?
Para mi hermano Ernesto, por la bendición de tenerlo, por alegrarse tanto de mis logros y por su integridad ética, que engarza de maravillas con lo que irradia esta historia.
A mi amada Rokselys, que me habla con la mirada y me besa con sus ojos, y que aun conociendo mis cicatrices se quedó para besarlas.
Para mi hijo Alejandro, por permitirme volver a vivir en él, como un benditodéjà vu. Y por terminar enseñándome más sobre historia que lo que yo le habría enseñado.
Para mi hija Liset, que me regaló el milagro de compartir el mismo cerebro. Por ello sé cuándo estás triste y cuándo no, porque la alegría es tu forma de existencia. Toc, toc, toc, toc, toc, toc, toc… Auuuuuu.
Para Elvira, mariscal de la lectura, sutil correctora sin proponérselo, y la mejor lectora deEjército Libertador.
Para mi yerno Yusnel, por su humildad y sencillez. Por entrar a nuestro hogar como el inesperado regalo del tercer hijo. Por llegar en el justo y preciso momento a nuestras vidas.
Para mi nuera Jennifer, con la certeza de que leerá esta historia con la óptica geográfica y le inspirará adentrarse en sus latitudes. Ah, y con la esperanza de que la lea también.
Para mi hermano, el doctor Quiala, casual habitante de bibliotecas y por ser espejo y sombra: el espejo nunca miente y la sombra nunca se aleja.
Para mi hermano peruano Héctor Efraín Rojas (y sus tres princesas Wari), que me hizo encontrar mi verdadera vocación: la antropología social. También por su sencillez y desprendimiento, por su lealtad y amistad ilimitada.
A todos mis amigos de cualquier parte. Ellos saben.
Para mí, y creo que para millones de seres humanos
que ignoran el materialismo dialéctico y,
sobre todo, para tanto muchacho que lloró por su asesinato,
murió por un ideal infinitamente más valioso
que una ideología: por el ideal de un Nuevo Hombre.
Ernesto Sábato
Demostraste cómo es posible ese Hombre Nuevo.
Todos veíamos así que ese Hombre Nuevo es una realidad,
porque existe. ¡Eres tú!
Haydée Santamaría Cuadrado
1 Luchadores de la libertad: nombre genérico con que se designa a los miembros de las organizaciones revolucionarias en el exilio.
Que mi nombre haya estado ligado al de Ernesto Guevara de la Serna en una de las tres epopeyas militares que comandó, y que esta fuese una de las primeras acciones de ayuda internacionalista de la naciente revolución cubana, pudiera parecer un hecho fortuito; amén del color de mi piel, negro.
Si no estuviera convencido de que la verdadera causa de mi derrotero estaba condicionada por un periplo que el Che realizara por territorio africano, con la oportunidad de conocer y departir con líderes de movimientos revolucionarios de varios países de ese continente, no pudiera contar esta historia.
Soy un convencido de que el Che decidió por él mismo su participación en la guerrilla del Congo Leopolville2durante el viaje que, por varios países, efectuó del 17 de diciembre de 1964 al 14 de marzo de 1965. Algunos meses antes de ese viaje, él estaba decidido a cumplir su sueño guerrillero de liberación de su natal Argentina. Pero la vida truncaría ese sueño; los preparativos paraesa acción se llevaban a cabo con la participaciónde variosrevolucionarios cubanos de su entera confianza, y designado como organizador de lo que podríamos llamar embrión del futuro ejército de liberación, estaba el periodista Jorge Ricardo Masetti. Pero en la primavera de 1964, el incipiente movimiento guerrillero es infiltrado por el enemigo, sufre detenciones de algunos miembros y el asesinato de otros; entre estos últimos, el de Masetti, cuyo cadáver nunca se pudo recuperar. De esa manera queda desarticulado el movimiento e inconclusa la participación del Che Guevara en su soñada guerrilla argentina. En diciembre parte hacia Nueva York para pronunciar, el día 11, un discurso ante la XIX Asamblea General de Naciones Unidas, donde señala con fuerza los hechos que llevaron al derrocamiento y asesinato del líder congolés Patricio Lumumba, y, a la par que condena las acciones imperialistas de Estados Unidos y Bélgica, también recrimina la pasividad y culpabilidad de las Naciones Unidas, que se había cruzado de brazos a pesar de contar con un contingente de tropas en esa nación.
2 Las potencias europeas se repartieron casi toda África. En el caso del Congo, fue dividido en dos partes, uno colonizado por Francia y el otro por Bélgica. Como los dos mantuvieron el nombre de Congo, para diferenciarlos se les agregaba el nombre de sus capitales: Congo Brazzaville (Francia) y Congo Leopolville, después Kinshasa (Bélgica). Este último país se independizó el 30 de junio de 1960; en octubre de 1971 se convirtió en Zaire y en mayo de 1997 en la República Democrática del Congo. Las capitales de Brazzaville y Kinshasa están una frente a la otra, separadas por el anchuroso río Congo.
Desde Nueva York, el Che viaja el 17 de diciembre hacia Argelia y de ahí visita Mali, el Congo Brazzaville, Guinea Conakry, Ghana y Dahomey (Benín). Viaja luego a Argel y también a China para entrevistarse con los líderes de ese país y regresa a Argelia. Va a Tanzania y vuelve a Argelia, donde pronuncia un discurso en el Segundo Seminario Económico de Solidaridad Afroasiática, y, antes de llegar a Cuba el 14 de marzo, hace una estancia en Egipto.
En Dar Es Salaam, capital de Tanzania, se desarrollaron muchos de los encuentros con esos líderes; a ellos les resultó maravillosa la presencia del legendario guerrillero, quien, de hecho, ya gozaba de una respetada reputación y era reconocido como un ícono de la guerra de guerrillas. Allí, el 11 de febrero de 1965, habló con los jefes de la insurrección en el Congo (Kinshasa), entre ellos con Gastón Soumialot y Laurent Desiré Kabila, a este último le ofreció unos treinta instructores ylas armas que pudiéramos tener a mano. Kabila aceptó encantado, no sin antes reclamar premura en el envío de ambas cosas. Eso mismo hizo Soumialot en otra conversación y recomendó también la conveniencia deque los instructores fueran negros. El Che estaba convencido de que aceptarían la ayuda, pues un mes antes, en un encuentro realizado en Brazaville, les había planteado a los líderes del Movimiento para la Liberación de Angola (MPLA) que enviaran a sus hombres a Zaire, donde serían entrenados por especialistas cubanos. Esla historia del llamado Grupo de Apoyo, que encabezaría Jorge Risquet Valdés.
Volviendo a las conversaciones en Tanzania, esas entrevistas se dieron en un ambiente de colaboración y respeto. A la clásica solicitud de dinero se agregó su deseo de recibir entrenamiento militar en Cuba. El Che les argumentó que el dinero que solicitaban iba a tener un uso baldío en esas condiciones y les trató de convencer, con la convicción que le daba su reciente experiencia guerrillera en Cuba, de que el soldado no se puede hacer en una academia, para este la guerra se dibujaba como el escenario natural de graduación. Su propuesta era, en esencia, preparar una base de entrenamiento en el Congo, mucho más cercano al escenario de los problemas de cada movimiento y con el objetivo de que esa lucha desbordara las fronteras de ese país y alcanzara repercusión continental, pues a su criterio, el enemigo no eran los gobiernos títeres que imperaban en la región, sino el imperialismo norteamericano.
Pero esos líderes no estaban preparados para asumir una lucha continental y no aceptaron la propuesta del Che. A partir de ese momento la idea guevariana de la revolución quedó en el compromiso de reforzar la lucha en el Congo y en ese sentido se sucederían una serie de acontecimientos que marcarían, de manera irreversible, la vida de un nutrido grupo de combatientes cubanos, entre ellos yo.
Aquel 23 de enero marcó profundamente mi vida; con los primeros albores del día dejaba de respirar mi padre. Yo había estado junto a él desde que comenzó su gravedad. El tabaco lo venció, aunque creo sería más justo decir que se dejó vencer. Nunca accedió a abandonar ese vicio que iba más allá de aspirar y expirar el humo, su apego a la hoja era algo más complicado: un amigo suyo tenía una caballería de tierra en la zona de El Marino y semanalmente traía de regalo grandes mazos de buena hoja. La vieja trabajaba como torcedora y era la única que, aparte de él, podía torcerle un tabaco. «A mí no hay quien me quite el tabaco... Si a usted le quitaran el corazón, médico, ¿podría vivir?»,les ripostaba constantemente a los doctores de turno que le atendían sus, cada vez más seguidas, faltas de aire. También estaban los ataques de tos que iban estrujando lentamente sus pulmones.
—Mijo, el Che es médico, asmático, dicen que casi no duerme trabajando y trabajando, toma el mate ese que he oído sabe a meao de mil demonios, y de contra fuma como un condenao... eh, ¿qué te parece?
—El tabaco se lo prohibieron los médicos hace poco, por si no lo sabías. Bueno, se lo redujeron a un tabaquito al día y él estuvo de acuerdo. Pero, viejo, tú fumas más de diez.
—Un tabaquito diario…Mira ¡no jodas! ¿Sabes de qué tamaño es ese tabaquito diario? De casi un metro, para que te enteres. Sí, no te rías, tú ya lo sabías, así que no cojas lucha conmigo y sigue mi ejemplo —y después filosofaba—: El hombre que no fume nunca será un hombre completo.
—Claro, se irá quedando poco a poco sin pulmones.
Así terminaban nuestras discusiones sobre el tema, él siempre buscaba un asidero y el Che era el más común. Cada vez que llegaba a la casa, de pase desde Pinar del Río, me acosaba a preguntas sobre él. Que si le había visto, que cómo estaba de salud,¿le faltaría tabaco? «Si te lo encuentras le das un mazo de los que te mando, para que vea lo que es un tabaco de verdad».
—Viejo, te digo que él está por Vuelta Abajo. ¿No te dice nada ese nombre?
Y se quedaba refunfuñando el dilema de su existencia: ¿cuál es el mejor tabaco, el de Manicaragua o el de Pinar? Y claro, siempre el suyo salía mejor parado.
La muerte fue caprichosa; ese día me estuvieron buscando en la Unidad de Artillería donde estaba destacado, y el motivo, aunque demoré unos meses en conocerlo, era un lindo homenaje que el destino me daba la posibilidad de regalarle a mi viejo. A mí en verdad nunca me preocupó eso de averiguar hacia dónde iban las personas después de muertas, sus almas quiero decir, porque para mí queda claro que el cuerpo va para la tierra. De todas maneras,