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Estas tres regiones fueron durante mucho tiempo un puente entre Oriente y Occidente. Acogieron a griegos, romanos, bizantinos, normandos, angevinos y borbones, quienes dejaron tras de sí tesoros arquitectónicos como castillos, iglesias, catedrales y capillas excavadas en la roca. Las excavaciones han sacado a la luz algunos de estos tesoros, así como muchas otras riquezas desde la era paleolítica, que han enriquecido las colecciones de museos y parques arqueológicos. Así, esta increíble fusión de influencias y creencias ha dejado vestigios importantes y variados en las tres regiones. El sur de Italia es, sin duda, un trío encantador que combina mar o montaña, gastronomía y sentido de la hospitalidad. Aquí, la naturaleza y el litoral embellecen el paisaje y enriquecen la mesa. El mar, fuente inagotable de alimento y hogar del pez espada y el bacalao (entre otros), sustenta a muchos habitantes y extiende sus aguas cristalinas en el sur de Apulia y a lo largo de la costa tirrena. Sus olas acarician delicadamente las ruinas romanas, los pequeños pueblos de pescadores y los grandes complejos hoteleros. A la civilización mediterránea se superpone la de tierra firme, con sus valores rurales tradicionales. El interior de estas tres regiones no deja de impresionar al visitante. Parques nacionales, pueblos medievales en la llanura apuliana, aldeas de Basilicata aferradas a la roca, sitios bizantinos perdidos en las montañas de Calabria… El paisaje más inesperado es aquel que se descubre alejándose de la costa, donde abundan las granjas fortificadas, los santuarios de montaña y las ruinas de antiguos castillos.
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Seitenzahl: 251
Veröffentlichungsjahr: 2025
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EDITORIAL
¡Bienvenido al sur de Italia!
DESCUBRA
Lo más destacado de Apulia, Calabria y Basilicata
Ficha técnica
Apulia, Calabria y Basilicata en 10 palabras
Pinceladas sobre Apulia, Calabria y Basilicata
Historia
Población
Arte y cultura
Fiestas
Cocina local
Deportes y ocio
Personajes ilustres
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Apulia
Basilicata
Calabria
INFO PRÁCTICA
Info práctica
Galería de fotos
Galería de mapas
CASTELMEZZANO - El pueblo de Castelmezzano encaramado en las montañas.
© leoks – Shutterstock.com
Estas tres regiones fueron durante mucho tiempo un puente entre Oriente y Occidente, acogiendo a griegos, romanos, bizantinos, normandos, angevinos y borbones, quienes dejaron tras de sí tesoros arquitectónicos como castillos, iglesias, catedrales y capillas excavadas en la roca. Las excavaciones han sacado a la luz algunos de estos tesoros, así como muchas otras riquezas desde la era paleolítica, que han enriquecido las colecciones de museos y parques arqueológicos. Así, esta increíble fusión de influencias y creencias ha dejado vestigios importantes y variados en estas tres regiones. El sur de Italia es, sin duda, un trío encantador que combina mar o montaña, gastronomía y sentido de la hospitalidad. Aquí, la naturaleza y el litoral embellecen el paisaje y enriquecen la mesa. El mar, fuente inagotable de alimento y hogar del pez espada y el bacalao (entre otros), sustenta a muchos habitantes y extiende sus aguas cristalinas en el sur de Apulia y a lo largo de la costa tirrena. Sus olas acarician delicadamente las ruinas romanas, los pequeños pueblos de pescadores y los grandes complejos hoteleros. A la civilización mediterránea se superpone la de tierra firme, con sus valores rurales tradicionales. El interior de estas tres regiones no deja de impresionar al visitante. Parques nacionales, pueblos medievales en la llanura apuliana, aldeas de Basilicata aferradas a la roca, sitios bizantinos perdidos en las montañas de Calabria… El paisaje más inesperado es aquel que se descubre alejándose de la costa, donde abundan las granjas fortificadas, los santuarios de montaña y las ruinas de antiguos castillos.
Sur de Italia
VIESTE - Vieste, la ciudad blanca.
© leonori – Shutterstock.com
OTRANTO - Cueva de bauxita.
© arkanto – iStockphoto.com
Es difícil no sorprenderse mientras se recorren las tres regiones. La diversidad de los paisajes es tan extrema que, incluso a veces, cuando uno cambia de región, tiene la sensación de haber cambiado de país. Entre Apulia, que es plana, y Basilicata o Calabria, las dos montañosas, hay un mundo de diferencia. El paisaje de Apulia es un poco dispar al de los otros dos; podríamos describirlo como neutral y singular a la vez. Lo que allí se descubre no es tanto la naturaleza como tal, sino la abundancia de los decorados donde ella misma sirve de escena, siempre espectacular. De norte a sur, lo que interviene y sorprende es la magia de lo que el hombre ha hecho de esta dulce y dócil naturaleza. Se dan pocos relieves cambiantes, ni extensiones salvajes ni climas inestables. Apulia es en general uniforme, con algunas pocas excepciones. Pero qué decir del esplendor de las catedrales marinas de la costa adriática, del encanto de los trulli del valle de Itria, del fastuoso barroco de Lecce o de la magia de los faros y de las torres costeras de Salento. Todas ellas diferentes escenografías que componen la belleza y la riqueza de Apulia.
Al igual que sus vecinos, la región ha sabido aprovechar las aportaciones e influencias de sus antiguos ocupantes. Aquí cada rincón de naturaleza, por más salvaje que sea, alberga una abadía medieval, una iglesia normanda o un castillo suabo. Y cada pueblo tiene sus maravillas.
Por otro lado, en Basilicata y Calabria, la belleza de la naturaleza es quizá más llamativa. Algunos paisajes de la provincia de Matera evocan una Patagonia argentina en la que ningún ser humano habría puesto todavía los pies. El Mezzogiorno profundo es otro decorado teatral caracterizado por la variedad del paisaje costero. En las playas dentadas y rocosas encontramos vastas extensiones de arena que solo se detienen frente a los espejos que conforman los lagos donde, al atardecer, se crean maravillosos cuadros impresionistas.
Allí donde la costa se vuelve áspera y salvaje, las profundidades ocultan bellezas submarinas excepcionales, mientras que en el lugar donde la costa se suaviza, surge el verde esmeralda del mar.
Como ocurrió en la gran mayoría de las regiones de Italia, Apulia, Basilicata y Calabria han desempeñado, durante siglos, un papel de encrucijada de pueblos. Los primeros asentamientos humanos, que se remontan a la época prehistoria, se conservan por todo el territorio.Las criptas de las iglesias y los yacimientos arqueológicos conservan los testimonios de una presencia humana que también se manifiesta por el arte italiote de los primeros habitantes del territorio (daunios, peucetios, mesapios, lucanos). Se han descubierto dólmenes, menhires, ciudades sepultadas y necrópolis llenas de sorprendentes objetos funerarios, esparcidos por toda la zona. También se reafirma la presencia griega gracias a un número incalculable de vestigios.Durante el transcurso de su historia, las tres regiones han acogido a otros habitantes de diferentes orígenes: eslavos, sarracenos, albaneses y comunidades judías. También han conservado laureles y basílicas, herencia de la época en la que los ermitaños bizantinos, que huían de las persecuciones, se refugiaban en el territorio.Desde los griegos hasta los Borbones, pasando por los lombardos, normandos, suabos, angevinos y aragoneses, ninguno de estos ocupantes abandonó estas regiones sin dejar rastro de su paso. Un recuerdo grabado en piedra, mármol o madera, etc. La caliza del país, tierna, dócil y dorada, ha servido de base para la construcción de catedrales, castillos, abadías y casas-cuevas. Lecce es sin duda el lugar donde se muestra este arte en su máximo esplendor, en sus múltiples capiteles, balcones y escudos que dan a la ciudad su encanto barroco.
Ya sea en Apulia, en Basilicata o en Calabria, las alteraciones y los excesos son bienes escasos. No se encuentra en el norte, por lo que el ánimo de lucro no es un credo por aquí. Más bien al contrario, reina una dulzura de vida sureña alejada de los turistas y del capitalismo triunfante.Quienes viven en estas regiones, fieles a sus raíces campesinas y a su estilo de vida rural, saben apreciar los beneficios de la naturaleza, lo que se traduce en un gusto natural por las cosas buenas: los productos son frescos y las pastas caseras. Los alimentos de Apulia, conocidos en el mundo entero, son la base de una espléndida variedad de experiencias gastronómicas. Las maserías, estas antiguas granjas esparcidas por el campo, forman parte del patrimonio de Apulia y, sobre todo, de Basilicata son el testimonio del fuerte apego de los habitantes por la tierra. Ya sean fortificadas, antiguas o simplemente rehabilitadas en B&B, comparten la limpieza de su producción agrícola y la belleza del lugar donde se encuentran.
Los habitantes de estas regiones también se sienten alentados por un fervor religioso que explica la importancia de respetar las tradiciones. Aquí los ritos relacionados con los peregrinajes y las manifestaciones de fe son esenciales. Cada ciudad tiene su santo patrón y lo festejan con un ceremonial diferente. Y la naturaleza ocupa el mismo lugar que la religión, se celebra del mismo modo la llegada del higo, de la uva o del pez espada. Un ambiente acogedor fruto del matrimonio íntimo entre la amabilidad de los hombres, su devoción por los ritos y su respeto por la tierra.
La bandera italiana - Bandera italiana
Los italianos se inspiraron en la bandera francesa para crear su emblema nacional a raíz de la campaña napoleónica llevada a cabo en la península.
Además, los colores utilizados serían idénticos a los del uniforme de los lombardos que se unieron a Napoleón: verde, blanco y rojo.
Aunque también existe un origen literario y religioso. En el 18.ºcanto del Purgatorio, extraído de la Divina Comedia, Dante describe a Beatriz utilizando los tres colores, símbolos de las virtudes teologales: el blanco para la fe, el verde para la esperanza y el rojo para la caridad.
No obstante, la bandera tricolor fue adoptada oficialmente por la República Cispadana en 1797, seguida de la República Cisalpina y de las demás repúblicas jacobinas de la época. Abandonada a la muerte de Napoleón en 1815, se retomó en 1861 y se convirtió en la bandera del Reino de Italia. Fue entonces cuando se enalteció con las armas de la casa de Saboya, las cuales desaparecerían con la caída de la monarquía.
El estandarte, tal y como lo conocemos actualmente, nació cuando Italia se convirtió en república, el 1 de enero de 1948.
Nombres oficiales: Apulia, Basilicata y Calabria.
Capitales: Bari, Potenza y Catanzaro (por orden).
Superficies: 19358 km² (Apulia), 9992 km² (Basilicata) y 15079 km² (Calabria).
Idioma: italiano.
© illpaxphotomatic – Shutterstock.com
Número de habitantes: en 2024, alrededor de 4030000 (Apulia), 555000 (Basilicata) y 1877000 (Calabria).
Densidad: 208 hab/km² (Apulia), 56 hab/km² (Basilicata) y 124 hab/km2 (Calabria).
Religión: católica.
Moneda: euro (€).
PIB: 2,085 billones de euros (2023, para Italia).
Tasa de crecimiento: 0,9% (2023, para Italia).
Tasa de desempleo: 6,2% (2024, para Italia).
Tasa de inflación: 2% (2024, para Italia).
No hay diferencia horaria, el horario de invierno y de verano es el mismo que en España: GMT + 1 hora.
Clima - Bloque Meteo Italia
Los inviernos son suaves en Apulia, pero se debe de tener cuidado con el viento. En Basilicata y Calabria, donde el relieve es más montañoso, son más bien fríos. En verano, el calor es intenso y el sol incide especialmente en las costas. Tenga en cuenta que la costa jónica es la más cálida.
Berenjena - Melanzane ripiene.
© Nadore – iStockphoto.com
Es la base de la cocina de toda la región. Este vegetal se consume en su totalidad, incluida la piel. Preparada con aceite o en ensalada, cocinada rellena, frita con anchoa o asada con pimentón. Es muy apreciada a la parmigiana (con tomates, aceite de oliva, cebolla, albahaca, mozzarella y parmesano). En Calabria, las famosas melanzane se asan en el horno con aceite, perejil, sal y queso.
Aunque forman parte del patrimonio cultural de las tres regiones, sus retratos y sus testimonios parecen haber estado más presentes en Basilicata. El bandolerismo se extendió durante el siglo XIX bajo la ocupación de los Borbones y fue alimentado por la miseria campesina. Las reivindicaciones políticas (la lucha contra el centralismo, las subastas de bienes domésticos y eclesiásticos) fueron la causa de incendios y otras formas de intimidación por parte de los campesinos enfurecidos. Podrá verlos en sus retratos con un hacha o rifle en la mano y con la mirada acalorada, adornando las paredes de las casas o de los restaurantes.
Burrata - La burrata se degusta mejor fresca.
© barmalini – Shutterstock.com
Este es uno de los peores vicios gastronómicos de la región. Deberá enfrentarse a esta tentación tanto en Apulia como en Basilicata. La mozzarella de búfala suele conservarse en suero de leche o incluso dentro del caciocavallo, el queso local. El resultado es de una sencillez sorprendente, pero una delicia para el paladar.
La estrella de los quesos locales. Es un producto tradicional de la provincia de Bari, pero también se hace en Basilicata y en la Sila de Calabria. Se elabora a partir de leche de vaca y su pasta es dura. La mayoría de las veces, se presenta en una divertida forma redonda, ahumado y colgado de la pared. Su sabor no le parecerá demasiado original, pero es un queso bastante dulce que se utiliza también como base en la cocina, especialmente en las pastas.
Forma parte del patrimonio cultural de la región de Apulia, donde gran parte de los monumentos se construyen en la piedra local. De hecho, las regiones altas están formadas por capas de piedra caliza y en las zonas bajas y en las plataformas se encuentra a más o menos profundidad. La particularidad de esta piedra es su docilidad; podemos hallarla sobre todo en Lecce, en las catedrales y en los palacios, o en Tavoliere. La piedra que se utiliza también para la construcción de los trulli es la chiancarella y la podemos encontrar, sobre todo, en el valle de Itria. Originalmente se empleaba para la construcción de murallas, pequeños muros de piedra seca que se edificaban alrededor de las casas medievales.
Este es el apodo que se le da al castillo de Castel del Monte, el emblema supremo de Apulia. Cuando se llega desde Andria, puede apreciarse desde lejos como este castillo, de geometría perfecta, parece una corona por su forma redonda y por sus torres más altas situadas en los extremos. Además, su piedra es tan rubia y luminosa que el castillo destaca sobre el paisaje como una decoración teatral. Jean-Jacques Annaud no se equivocó al venir a rodar algunas escenas de su película: El nombre de la rosa. El castillo forma parte de la lista del Patrimonio Mundial de la Unesco desde 1996.
Un plato que se sirve en la mayoría de los restaurantes de la provincia de Bari. Emblema de la cocina campesina de Apulia, se trata de una sabrosa mezcla de alubias y achicoria, adornadas con aceite de oliva y algunos condimentos. En general, esta especialidad se sirve como antipasto o como entrante, antes de un buen plato de pasta o de carne.
El fischietto significa « silbato » y es uno de los objetos de artesanía local (Apulia y Basilicata) que suele acabar en la maleta de regreso a casa. Sin embargo, los más divertidos son los que se encuentran en Matera, que tienen la forma de un pequeño gallo pintado y dos agujeros para variar los sonidos. Uno de los méritos de la región es favorecer las vocaciones musicales de los turistas.
Si observa un mapa de la región, verá que gran parte de Calabria es montañosa. De una superficie total de 15080 km², el 42% está ocupado por montañas, el 49% por colinas y el 9% es llano.
Entre dos horizontes marinos, el Tirreno al oeste y el Jónico al este, la región cuenta con seis macizos discontinuos, de los cuales la Sila es el pivote y el Aspromonte la última surgencia meridional. Al norte, el macizo del Pollino, que la región comparte con Basilicata, ostenta los picos más altos de la zona: el monte Pollino, de 2248 m, y la Serra Dolcedorme, de 2267 m.
La tarantela, la más fascinante de todas las danzas folclóricas, apareció por primera vez en Apulia en la Edad Media. Se baila tradicionalmente el 29 de junio frente a la capilla de de San Pedro y San Pablo, en Galatina. Según la creencia popular, las víctimas de picaduras de tarántula (una araña presente en la zona) podían eliminar el veneno bailando. De hecho, el dolor favorecía un estado de trance, que a su vez inducía los movimientos de danza que supuestamente curaban. Así pues, la tarantata (persona mordida por la tarántula) se tumbaba en el suelo o en la cama; bajo el efecto de la música, empezaba a mover la cabeza y las piernas, y luego se deslizaba sobre la espalda, sin levantarse nunca.
POLIGNANO A MARE - Polignano A Mare, Lama Monachile.
© Mi.Ti – Fotolia
Relieve
Algunas características del relieve son inherentes a la geografía de Apulia, como por ejemplo, gran cantidad de llanuras y colinas, ausencia de zonas montañosas, precipitaciones limitadas, un vasto contacto con el mar y el clima mediterráneo. Por lo que la unidad geográfica de la región es evidente. Sin embargo, sigue habiendo diferencias entre Gargano y Salento. En primer lugar, Apulia se divide en cinco subregiones: el Gargano y Daunia, al norte; el Tavoliere, al noreste; la Murgia, en el centro; y Salento, al sur. La región limita con el mar Adriático al este y con el mar Jónico por el lado del Salento, al oeste.
El norte se divide entre dos relieves: al este, el promontorio de Gargano y sus pequeñas montañas que culminan a 1056 metros de altura (Montecalvo); al oeste, el Tavoliere, el granero de la región, una extensa llanura de trigo y pastos que rodea la ciudad de Foggia. El centro de la región, en la provincia de Bari, está formado por una gran meseta caliza, la « Murgia », salpicada de abetos, dolinas, cavernas y cuevas, resultado de la acción subterránea de las aguas. Por último, el sur, con la península de Salento, cuyo relieve es más bajo y la tierra más fértil que en la Murgia.
Basilicata tiene una frontera norte con el norte de Campania, una frontera este con Apulia y una frontera oeste con Campania. Limita al sur con el mar Jónico y una pequeña parte de su territorio tiene salida al mar Tirreno. A diferencia de la vecina Apulia, el relieve de Basilicata no es verdaderamente uniforme: el conjunto de su territorio se divide entre un 70% de montañas, un 20% de colinas y un 10% de llanuras. De hecho, la región está atravesada, de norte a sur, por los Apeninos lucanos. La parte occidental es montañosa, mientras que la parte central y la costa tienen unos relieves más suaves. Al norte, en la región de Melfi, el paisaje es más boscoso y se encuentra más elevado, mientras que al este, en la Murgia de Matera, es mucho más árido.
Zonas sísmicas
Los movimientos sísmicos forman parte de los desastres naturales de las tres regiones y del sur de Italia. Los más intensos se han producido, particularmente, en Basilicata y Calabria. El último, en 1980, devastó una parte de Basilicata, incluida la capital, Potenza. Fue uno de los terremotos más intensos y devastadores del territorio italiano durante el siglo XX, con unas 300 ciudades y pueblos destruidos, y más de 3000 víctimas. Pero el terremoto más grande jamás registrado en Europa tuvo lugar en 1908 y devastó las ciudades de Messina, Sicilia y Reggio, en Calabria, provocando la muerte de más de 100000 personas. Más de un siglo antes, en 1783, otro terremoto sacudió Calabria, matando a casi 50000 personas. Los movimientos sísmicos están presentes en el norte de Basilicata (regiones de Melfi y Potenza), seguido de Irpinia, en Campania. El monte Pollino, al sur de la región, también suele verse afectado por los temblores de tierra.
Ríos y lagos
Aunque Apulia sea una región pobre en ríos y lagos, Basilicata, en cambio, es diferente. Los principales ríos de la región discurren entre los Apeninos y la llanura jónica y son el Bradano, el Basento, el Cavone, Agri y el Sinni. Todos desembocan en el mar Jónico después de haber transitado largos y atormentados recorridos. También hay un gran número de torrentes y lagos volcánicos, como los de Monticchio, sin contar los embalses construidos para recibir las aguas de los ríos y utilizarlos para el riego y la producción de energía eléctrica. Las presas más importantes son las de Bradano, Agri y Pertusillo. Calabria no es realmente una tierra de humedales, a pesar de sus múltiples torrentes de montaña. Entre los principales lagos cabe destacar los lagos del Angitola, de Tarsia, Crati y Neto, y otros más pequeños como los de Ampollino, Arvo, Cecita y Arimacina.
Una de las particularidades de esta parte del sur de Italia es la variedad climática. Las diferencias de relieve ejercen una gran influencia en el clima.
El clima de Calabria es sin duda el más variado. En una distancia de unos cien kilómetros, se puede pasar rápidamente de un clima a otro. Se pueden distinguir tres características: el clima de la zona del Tirreno, cálido pero suave en invierno, suave en verano y poco propenso a las precipitaciones (chubascos repentinos). El clima alpino de las zonas montañosas, con nieve en las cumbres durante el invierno. El de la zona jónica, la más cálida, donde tan solo caen alrededor de 800 y 600 mm de lluvia al año, 1000 mm menos que en las montañas. Este tipo de clima hace que la región sea muy atractiva, ya que en verano se puede tomar el sol sin sufrir del calor excesivo y esquiar agradablemente en invierno.
El clima de Basilicata es muy parecido al de Calabria. El típico clima continental sobre las montañas y totalmente mediterráneo en las costas jónicas y tirrenas. En el interior se combinan estos dos climas. Las lluvias son bastante abundantes en el sudoeste (alrededor de unos 1400 mm) y escasas hacia el interior (mínimo unos 600 mm al año). De todos modos, pueden darse de forma muy irregular.
La región de Apulia, es la región con el relieve más uniforme. Disfruta de un clima esencialmente mediterráneo. Las temperaturas son suaves en invierno y cálidas en verano. En gran parte de la región, las medias anuales oscilan entre los 16º y 17º, con algunas variaciones entre el Gargano y el Salento. En invierno, la temperatura media oscila entre los 10º y 16º, siendo enero el mes más frío.
Otra de las peculiaridades del clima de Apulia es que la ausencia de barreras montañosas permite que los vientos puedan incidir a su antojo, volviéndolo muy inestable. Puede ser frío, cálido, húmedo. Por lo tanto, el clima de esta región es relativamente uniforme y, a su vez, muy irregular, lo que puede acarrear consecuencias catastróficas en la producción agrícola.
La temperatura media del mar Adriático es de 23º en julio y 24º en agosto, mientras que en las costas jónicas aumenta uno o dos grados más.
En vista del número de zonas naturales protegidas y de parques nacionales en las tres regiones, resulta evidente decir que todas ellas gozan de una gran cantidad de espacios verdes. Solo en Apulia, los bosques ocupan unas 116407 hectáreas y las zonas protegidas otras 128905 hectáreas más. El mar, a su vez, parece ser un entorno respetado, ya que se divisa bastante limpio y transparente. Sin embargo, los problemas con la gestión de los residuos o con la amenaza de incendios, muy específicos de la región, siguen produciéndose.
Además, la erosión de la costa y los procesos de desertificación, combinados con la explotación del suelo, constituyen una situación peligrosa. Sin embargo, aunque los problemas del suelo pueden afectar al turismo, el mar de Apulia sigue siendo uno de las más bellos y saludables de Italia.
Gracias al apoyo de la Unión Europea, Basilicata se ha puesto al día recientemente en materia de producción ecológica. Actualmente cuenta con 361 granjas ecológicas que abarcan una superficie aproximada de 12000 hectáreas, de las cuales casi 8000 están cultivadas.
Apulia. En Apulia, la vegetación es escasa, solo representa el 4% del total de la superficie de las tres regiones. Su bosque ha sido destruido casi en su totalidad por diferentes motivos, como la extensión de las tierras de cultivo debido al aumento de la población, la construcción de viviendas y la red de carreteras, así como por daños deliberados producto de las guerras o de actos vandálicos. La vegetación espontánea se encuentra únicamente en forma de jirones diseminados por el territorio. En las franjas costeras, predomina el bosque y matorral mediterráneo, mientras que en el interior prevalece el bosque latifoliado. El Gargano, sin embargo, es una gran extensión de bosques de coníferas. Las especies vegetales más extendidas en la región son los pinos, los enebros, las hayas, los arces, los castaños, los tilos y las encinas.
La destrucción de la vegetación espontánea ha tenido consecuencias en el desarrollo de la fauna, que es bastante pobre en Apulia. Algunos animales han desaparecido por completo (lobos y jabalíes) o se han vuelto cada vez más inusuales (conejos salvajes, liebres, zorros y erizos).
Basilicata. Aquí también encontramos una vegetación relativamente deteriorada, los bosques solo abarcan el 19% de la superficie de la región. El bosque mediterráneo se ha empobrecido y ha sufrido las consecuencias de la erosión. El litoral jónico sigue estando parcialmente cubierto de pinares. La zona del Pollino, sin embargo, es un buen ejemplo de combinación extraordinaria entre diferentes especies vegetales. Los arces se mezclan con los grandes bosques de hayas y de abetos blancos, de varios millones de años de antigüedad; que se extienden desde el centro hasta el norte del parque, entre los 1000 y los 1900 metros. A ello se le suma la majestuosa presencia del pino loricato (Pinus heldreichii), especie local característica. La fauna, sin embargo, es menos abundante, aunque todavía podemos observar, pero en cantidad reducida, lobos, jabalíes, liebres y zorros. Entre las aves, siguen existiendo las rapaces, como el halcón, el águila o el buitre.
Calabria. Calabria conserva una flora especialmente interesante. La estrecha alianza entre la montaña y el mar la ha hecho abundante y variada. Cerca del litoral, crece una vegetación típica, caracterizada por grandes masas compactas de plantas que viven en la arena. Hacia el interior, hay grandes zonas herbáceas donde dominan las gramíneas y la flora mediterránea. Y más internamente, se extiende el matorral con todas las especies que lo caracterizan: la encina, el pino, el brezo, el olivo silvestre, el pistachero, el terebinto, etc. Como sucede con el Pollino, los macizos del Aspromonte y los de la Sila cuentan con la presencia de diversas combinaciones vegetales en las que predominan los pinos calabreses, que forman hermosas manchas negras. Al igual que en otras regiones, la fauna de Calabria es bastante pobre, pero variada. Podemos mencionar el lobo de los Apeninos, el ciervo, el corzo, el gato salvaje, la marta, la nutria y las ardillas. Sin olvidar los pájaros (pito real, herrerillo, halcón, milano real, cárabo) y una variedad particular de la culebra lisa meridional.
NAPLES - Estatua de Federico II de Hohenstaufen.
© Whiteway – iStockphoto.com
De la Prehistoria a la Edad de Bronce
La gran mayoría de los vestigios prehistóricos recogidos en las tres regiones son tan abundantes como difusos, y a veces muy difíciles de datar con precisión. Se sabe, sin embargo, que los indicios de vida más antiguos (del Paleolítico) aquí descubiertos, lo fueron, sobre todo, gracias a los fósiles de animales de la región de Vulture, en Basilicata. También se sabe que los arqueólogos han descubierto material defensivo especialmente interesante, que data del Neolítico, en el territorio de Matera (Basilicata) y en Calabria (utensilios y armas de la provincia de Catanzaro). Estos hallazgos, junto con los de Apulia (como los poblados neolíticos del yacimiento de Foggia), que datan de alrededor del tercer milenio a. C., parecen demostrar que la región ya estaba habitada durante el periodo Neolítico. Esto se confirma principalmente en Apulia y Basilicata, donde las necrópolis (colina de Timmari en Basilicata) y los monumentos megalíticos (incluidos los de Salento) de la Edad del Bronce corroboran esta hipótesis.
Primeros indígenas
Las fuentes históricas y epigráficas ponen de manifiesto la presencia, junto al asentamiento por el que más tarde se enfrentarían griegos y romanos, de una población indoeuropea que llegó a la región, probablemente durante la Edad del Hierro. Los lyki se instalaron en Lucania (antiguo nombre de Basilicata) y los yapigios, originarios del norte de Dalmacia (de donde proviene posiblemente el término latino Apuli), en Apulia. El origen de los calabreses es más controvertido, ya que, al entrar en contacto con la primera colonización griega, los nativos, que descendían probablemente de los sículos, los apulianos-lucanos o los ibero-ligures, perdieron algunos de sus rasgos para asimilarse a los recién llegados. El descubrimiento de los adornos funerarios de los siglos VII-VI a. C. parece ser una prueba de ello. Estos pueblos yapigios, divididos en varios subgrupos —daunos, peucetios y mesapios en Apulia; fenicios, sículos, enotrios en Basilicata—, se dedicaban principalmente a la ganadería y a la agricultura. Resistieron, con un gran sentido de la independencia, a la llegada de los colonizadores griegos en el siglo VIII.
Colonización griega
Los primeros vestigios de la colonización griega se remontan al siglo XV a. C., cuando algunos griegos procedentes de Micenas se instalaron en Apulia y convivieron durante más de cuatro siglos con los yapigios. Pero el verdadero desembarco de colonos griegos, procedentes de Esparta y Laconia, en las costas jónicas, se produjo en el siglo VIII a. C. Estos participaron en el nacimiento de la civilización de la Magna Grecia. Su centro se estableció en la rica y poderosa ciudad de Tarento (Apulia), que extendió su influencia sobre las ciudades vecinas. Las ciudades de Siris, Metaponto y Heraclea, en Basilicata, así como Regio, Síbari, Crotona y Locri, en Calabria, reflejan el esplendor de la cultura griega.
Durante tres siglos, los pueblos autóctonos del interior tuvieron que acostumbrase a la presencia de los mesapios, que adoptaron algunas instituciones griegas, pero resistieron a los intentos de Tarento de imponer su autoridad. En Basilicata, las tribus osco-umbras (establecidas en la región entre los siglos VI y V a. C.) se vieron superadas con la llegada de los lucanos (siglos V y IV a. C.), que no tardaron en atacar las colonias griegas del mar Jónico. Los autóctonos de Calabria, que se suelen equiparar con los brucios (Brucio es el antiguo nombre de Calabria), se empeñaron en imponer su hegemonía en la región, difícilmente comparable a la de los griegos. Sin embargo, parece que los cultos y los ritos religiosos autóctonos adoptaron, en gran parte, las costumbres griegas; el arte, centrado esencialmente en la cerámica y las monedas, muestra claras influencias de los modelos de la Magna Grecia.
La conquista romana
La amenazante expansión samnita dio pie a los primeros contactos entre Roma y los pueblos autóctonos de las regiones del sur. Los lucanos, distribuidos entre Lucania y el Brucio, y aliados de los romanos contra los samnitas desde el principio, se rebelaron contra la ocupación romana. Se pusieron del lado de los samnitas, sus antiguos adversarios, y de la colonia griega de Taranto.
La edad de oro bajo los normandos y los suevos
Entre los siglos IX y XIII, el sur de Italia fue testigo de la llegada de nuevos invasores. Después de los bizantinos, los godos, los lombardos y los sarracenos, les tocó el turno a los normandos, liderados por el gran Roberto Guiscardo, que en 1059 se apoderó de Apulia y Calabria, y fue nombrado duque de estas. En 1071, conquistó Bari y al mismo tiempo expulsó a los bizantinos del sur de la península. En poco más de treinta años (1060-1091), ocupó Sicilia, que estaba bajo el dominio de los árabes. Aliado con el papado, el sobrino de Roberto Guiscardo, Roger II, agrupó todas las posesiones normandas y fundó el reino de Sicilia en 1130.
Pasado un tiempo, la lucha entre los emperadores germánicos y el papado entró en una nueva fase con la llegada de la dinastía de los Hohenstaufen; lo que marcó profundamente a toda Italia, empezando por el paisaje, que se adornó con fortalezas, cada una más poderosa que la anterior. El primero de los Hohenstaufen, Federico I Barbarroja, duque de Suabia, se comprometió a restablecer la autoridad imperial en la península. Si hasta entonces el destino del sur de Italia había estado separado del norte, esto dejó de ser así con la boda de Constanza, heredera del reino normando de Sicilia, con Enrique VI, hijo de Federico I Barbarroja, en 1186; el sur de la península pasó a manos del Sacro Imperio Romano Germánico. Fruto de esta unión nació Federico II, que estableció la capital de su reino en Palermo, Sicilia. Fue un erudito, uno de los primeros príncipes en adoptar un cuerpo de leyes seculares, las famosas Constituciones de Melfi, en 1231. También fue el artífice de la mayoría de los castillos de Apulia y de Basilicata, incluido el impresionante Castel del Monte, cerca de Bari.