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Desde la bulliciosa Amán hasta los arrecifes de coral del mar Rojo, el Reino Hachemita ofrece a los aventureros la imagen de un Oriente de ensueño. Jordania concentra, en un área relativamente pequeña, imágenes tan variadas como el exuberante valle del Jordán o los hechizantes y rocosos desiertos de su interior. Puntuado por las emotivas llamadas a la oración del muecín y el eterno ritual beduino del té, el viaje nos transporta a través de sus tesoros arqueológicos y sus bellezas naturales, inmersos en la atmósfera vaporosa de un narguile. Tras impregnarnos de los aromas del souk (zoco) de Amán y del espectáculo de su ciudadela encendida por el atardecer, nos detendremos en el corazón de la antigua ciudad de Gerasa, antes de partir a la conquista de los castillos del desierto construidos por los califas omeyas de Damasco. Al oeste, la bíblica Betania le invita a conocer una de las cunas del cristianismo. Después podrá detenerse en el mar Muerto para descubrir la sensación de flotar en sus aguas saladas, antes de dirigirse a la increíble Carretera del Rey, la que recorrió Moisés tras cruzar el Sinaí. El cañón más profundo del país, Wadi Mujib, vertiginoso e inolvidable, es otro de los hitos de este largo recorrido, en el que no puede faltar, por su puesto, la imagen más reconocible del reino, la ciudad nabatea de Petra, el misterioso tesoro de Oriente Próximo. Después, la magia continúa en el fascinante desierto de Wadi Rum, cubierto de dunas de colores irreales… La deliciosa cocina jordana, muy especiada, recibe influencias libanesas, egipcias, turcas e iraquíes, lo que nos recuerda que el país, en un contexto geopolítico tumultuoso, sigue siendo una tierra profundamente hospitalaria.
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Seitenzahl: 276
Veröffentlichungsjahr: 2025
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EDITORIAL
¡Bienvenidos a Jordania!
DESCUBRA
Lo mejor de Jordania
Ficha técnica
Jordania en 10 palabras clave
Una mirada sobre Jordania
Historia
Población
Arte y cultura
Fiestas
Cocina local
Deportes y ocio
Personajes ilustres
VISITE
Amán
Región de Amán
Norte de Jordania
Noreste de Jordania
Mar Muerto
Camino de los Reyes
Petra, la ciudad antigua
Wadi Rum y Áqaba
Info práctica
Info práctica
Galería de fotos
Galería de mapas
EDITORIAL - Jordania CV
© Petit Futé
PETRA - Sitio de Petra.
© Felix Lipov / Shutterstock.com
Desde la bulliciosa Amán hasta los arrecifes de coral del mar Rojo, el Reino Hachemita ofrece a los aventureros la imagen de un Oriente de ensueño. Jordania concentra, en un área relativamente pequeña, imágenes tan variadas como el exuberante valle del Jordán o los hechizantes y rocosos desiertos de su interior. Puntuado por las emotivas llamadas a la oración del muecín y el eterno ritual beduino del té, el viaje nos transporta a través de sus tesoros arqueológicos y sus bellezas naturales, inmersos en la atmósfera vaporosa de un narguile. Tras impregnarnos de los aromas del souk (zoco) de Amán y del espectáculo de su ciudadela encendida por el atardecer, nos detendremos en el corazón de la antigua ciudad de Gerasa, antes de partir a la conquista de los castillos del desierto construidos por los califas omeyas de Damasco. Al oeste, la bíblica Betania le invita a conocer una de las cunas del cristianismo. Después podrá detenerse en el mar Muerto para descubrir la sensación de flotar en sus aguas saladas, antes de dirigirse a la increíble Carretera del Rey, la que recorrió Moisés tras cruzar el Sinaí. El cañón más profundo del país, Wadi Mujib, vertiginoso e inolvidable, es otro de los hitos de este largo recorrido, en el que no puede faltar, por su puesto, la imagen más reconocible del reino, la ciudad nabatea de Petra, el misterioso tesoro de Oriente Próximo. Después, la magia continúa en el fascinante desierto de Wadi Rum, cubierto de dunas de colores irreales…
La deliciosa cocina jordana, muy especiada, recibe influencias libanesas, egipcias, turcas e iraquíes, lo que nos recuerda que el país, en un contexto geopolítico tumultuoso, sigue siendo una tierra profundamente hospitalaria.
DESCUBRA - Wadi Rum.
© Max Topchii – stock.adobe.com
Sin duda es el punto fuerte de Jordania. Cuando regrese de su viaje al país jordano y le enseñe las fotos de vacaciones a sus amigos, se sentirá muy frustrado por no poder mostrarles lo que de verdad es el mejor recuerdo de su estancia: la increíble hospitalidad de los jordanos. No se trata de un argumento turístico, sino de una realidad: a menudo le invitarán a tomar el té solo por el placer de intercambiar unas palabras y nunca dudarán en ayudarle en caso de tener cualquier problema. Jordania es también un país sumamente seguro para los turistas. Aquí se aplican las reglas de la hospitalidad árabe: los huéspedes nunca pagan durante los primeros días (insistir en ello sería de mala educación), especialmente las mujeres. De hecho, si las mujeres se sienten demasiado observadas por la calle, siempre las ayudarán con galantería y amabilidad.
Jordania es un país muy soleado, con un clima muy seco. Es posible visitar los principales lugares durante todo el año, ya que los inviernos son suaves y los veranos soportables. En las regiones de gran altitud (Amán, Dana, Petra) a veces nieva en invierno y los veranos son calurosos, pero la primavera y el otoño son ideales. El valle del Jordán y las orillas del mar Muerto disfrutan de un clima templado y cálido, mientras que Áqaba posee un microclima que permite nadar y bucear bajo el sol invernal.
© mantaphoto – iStockphoto.com
La ciudad de Amán es una capital muy oriental, sobre todo el centro de la ciudad. Aquí descubrirá el placer de fumar un narguile o de pasear por los zocos. Al amanecer, la llamada a la oración cuando el sol empieza a iluminar la ciudad es un momento inolvidable. En Wadi Rum, los beduinos le guiarán por su misterioso desierto, le harán conocer el ritual del té, la cría de camellos y sus tradiciones ancestrales en torno a una hoguera. Y en el norte, los palestinos, armenios y chechenos, que viven en el país desde hace varias décadas, le invitarán a sus casas para que conozca su propia cultura.
Riqueza histórica - Teatro excavado en la roca en Petra.
© angela Meier – SHutterstock.Com
Jordania es un pequeño país en el corazón de la cuna de la humanidad. Recientes excavaciones en Gádara han descubierto un poblado prehistórico de más de 10000 años, y en el norte destacan las antiguas ciudades de la Decápolis grecorromana. Petra, la ciudad perdida construida por los misteriosos nabateos, ofrece un espectáculo único al visitante, que a buen seguro se sentirá como un explorador en medio de estos templos gigantescos, esculpidos en la roca con mano maestra. La región, conquistada por los bizantinos, posee multitud de iglesias con mosaicos excepcionales. Más tarde, los califas omeyas construyeron palacios y fortalezas medievales en el desierto, como en Ajlun, Karak y Shawbak. Durante siglos, judíos, cristianos y musulmanes han pasado por estas tierras y han dejado su huella en ella.
Los amantes de las ruinas antiguas tendrán que tomar decisiones difíciles, ya que hay muchos yacimientos históricos que visitar. Petra será, por supuesto, el punto culminante del viaje, pero también está Gádara, Gerasa y Pella. Los aficionados a la religión podrán visitar los lugares bíblicos del valle del Jordán, desde Betania a Pella pasando por Jericó, mientras que los amantes de la relajación, el buceo y la balneoterapia no pueden dejar de visitar los balnearios de Áqaba y el mar Muerto. Los excursionistas no quedarán decepcionados con los paisajes que ofrecen las reservas naturales de Ajlun, Dana, Mujib, ni con la inolvidable experiencia de caminar por las montañas del desierto de Wadi Rum y acampar bajo las estrellas.
La bandera de Jordania - Bandera Jordania
Tiene tres franjas horizontales, de color negro, blanco y verde, y un triángulo rojo en el lado del asta que contiene una estrella blanca de siete puntas. El negro representa el califato abasí, el blanco el califato omeya y el verde el califato fatimí. Por su parte, el triángulo rojo es el símbolo de la Gran Revuelta Árabe de 1916 y la estrella que contiene hace referencia a los siete primeros versos de la al-Fátiha: cada una de sus puntas representa la fe, la humanidad, el nacionalismo, la humildad, la justicia social, la virtud y las aspiraciones. La versión actual de la bandera jordana se atribuye al descendiente de Husáin ibn Ali, Abdalá I (La Meca, 1882-Jerusalén, 1951), primer rey de Jordania. Fue él quien cambió el esquema de colores utilizado desde 1917 por Husayn, rey de Hiyaz. Los colores utilizados son tradicionalmente los de los países árabes.
País - Wadi Rum.
© Hamdan Yoshida – Shutterstock.com
Nombre oficial: Reino Hachemita de Jordania (Mamlakah al-Urduniyah al-Hashimiyah).
Capital: Amán.
Superficie: 92300 km².
Idioma: Árabe.
Población - En las calles de Ammán.
© emperorcosar – Shutterstock.com
Número de habitantes: aproximadamente 11200000 habitantes (2023).
Densidad: 121 hab/km2.
Tasa de natalidad: 2,23‰.
Tasa de mortalidad: 0,34‰.
Esperanza de vida: 76,2 años para los hombres y 77,8 años para las mujeres.
Tasa de alfabetización: 96%.
Religiones: musulmanes suníes (92%), cristianos (6%), drusos (2%).
Moneda: dinar jordano.
PIB: 48800 millones de dólares en 2022.
PIB per cápita: 4200 USD.
Tasa de crecimiento: 2,2%.
Tasa de desempleo: 23,1%.
Tasa de inflación: 4,2%.
GMT+2. La diferencia horaria es de una hora. Son las 8 de la mañana en Jordania cuando son las 7 de la mañana en Madrid. Jordania cambia de hora en invierno y en verano con pocos días de diferencia con respecto a España.
Clima - Bloque Meteoro Jordania
El clima jordano se caracteriza por una fuerte insolación, pero varía de una región a otra del país: templado en las colinas, y desértico en el este y en el sur.
En el sur, las temperaturas no bajan de los 10 °C y en verano alcanzan los 40 °C.
En el norte, el invierno es bastante frío (a menudo menos de 5 °C) y las lluvias pueden ser importantes.
En el desierto, el clima se caracteriza por una enorme diferencia térmica entre el día y la noche, y durante todo el año.
Se trata de un aguardiente anisado que se consume en Oriente Próximo. Esta bebida alcohólica es sorprendentemente emblemática de la gastronomía jordana, a pesar de que la inmensa mayoría de la población es musulmana y, por tanto, no puede beberla. Consumida tradicionalmente en Jordania, pero también en Líbano y Siria, durante las comidas, es patrimonio de la minoría cristiana (6% de la población), que la fabrica y la comercializa, porque, de hecho, son propietarios de todos los establecimientos que producen o venden alcohol, ya que los musulmanes tampoco pueden venderlo. Se trata de un aguardiente de uva que tiene entre 40º y 50° de alcohol. Se destila, se aromatiza con anís y se envejece en barriles de arcilla, antes de consumirse con agua y hielo.
La palabra « beduino » procede del árabe badawi, que significa « el que vive en el desierto (badia) ». Los beduinos, que representan el 5% de la población del país, son quizá la imagen más típica de Jordania y de los países del Oriente Próximo en general. Con su kufiya, el tradicional pañuelo de cuadros rojos y blancos, transmiten la imagen de este pueblo del desierto. La mayoría se han vuelto sedentarios, pero perpetúan sus tradiciones ancestrales, para deleite de los turistas, sobre todo en el Wadi Rum.
Jordania es una tierra bíblica en muchos sentidos. Moisés murió en estas tierras tras el éxodo en el desierto. El profeta Elías también vivió aquí. Juan el Bautista bautizó aquí a su primo Jesús. A tan solo dos pasos de la Tierra Prometida, es el segundo país más marcado por la historia del pueblo hebreo y el nacimiento del cristianismo. Sin duda, este sustrato es lo que permite a los cristianos y los musulmanes del país convivir como creyentes de religiones derivadas del Libro sagrado.
Para los jordanos, el café es un importante símbolo cultural de hospitalidad. En la tradición beduina, primero se ofrecen tres rondas de café (una para el alma, otra para la espada y otra en honor del anfitrión), seguidas del té. Al aceptar el café que se le ofrece, usted manifiesta su benevolencia. Si no puede aceptar la invitación, puede declinarla procurando no ofender al anfitrión. Las cafeterías tradicionales son frecuentadas exclusivamente por hombres que juegan a las cartas, toman café o té y fuman narguile.
Si cuando está sentado en una terraza, un transeúnte señala el vaso de agua frente a usted, respóndale: « ¡It fatdal! » (« Por favor »), a modo de invitación para que se la beba. El agua es una cuestión crucial para este país, uno de los más secos del planeta, cuya población se duplicará en los próximos veinticinco años. Sus habitantes solo consumen una media de 130 litros al día, frente a los 3000 litros de Estados Unidos. El bombeo de grandes acuíferos freáticos bajo el oasis de Azraq y las soluciones de irrigación en el valle del Jordán para abastecer de agua a Amán han acabado provocando la desecación del oasis y del Jordán y, en consecuencia, también del mar Muerto. Si la agricultura utilizase aguas residuales tratadas y no de regadío, ¡el suministro de agua de Amán aumentaría en un 50%!
El Reino Hachemita existe desde 1946, pero el origen de la familia real reinante es milenario. Desciende de Hashim ibn Abd Manaf, bisabuelo del profeta Mahoma. Esta ilustre familia fue tradicionalmente la guardiana de La Meca hasta la llegada de los Saúd. Tiene varias ramas y, además de la familia real jordana, los pretendientes al trono iraquí son hachemitas. Esta familia defiende una visión moderna del islam. Los jordanos sienten apego por su monarquía y su rey, aunque su título sea reciente y se haya criado en Estados Unidos.
Es una palabra árabe para designar una colina o una montaña. La antigua Amán estaba construida sobre siete colinas, lo que llevó a los historiadores a decir que era la Roma de Oriente. La expansión de la ciudad hace que hoy esté situada sobre casi veinte colinas. El desierto jordano está formado por montañas desérticas en cuyas hondonadas el hombre ha construido magníficos lugares como Petra, o que la naturaleza ha dividido en suntuosos uadis o wadis (valles).
El nombre del río Jordán es el que ha dado la denominación al país y a la distribución de su población entre cisjordanos y transjordanos. Actualmente frontera entre Israel y Jordania, el río nace en Líbano y desemboca en el mar Muerto. Este curso fluvial es un importante elemento religioso, ya que a Moisés no se le permitió cruzarlo y murió en la orilla opuesta de la Tierra Prometida, y Jesús fue bautizado en sus aguas por su primo, Juan el Bautista. Fuente de agua potable poco frecuente en la región, a lo largo de su curso se han desarrollado varias civilizaciones.
Es el plato nacional de Jordania. Se trata de cordero cocinado en leche de cabra fermentada y desecada llamada jameed. El más famoso procede de Karak, en la Carretera del Rey. El mansaf se sirve con arroz, almendras y piñones. Es patrimonio de la tradición beduina: los nómadas lo preparan sobre todo para las ocasiones especiales, como bodas, nacimientos, en honor de un invitado… ¡Ojo, se come con los dedos! Utilizar un tenedor sería una gruesa incorrección.
La daga tradicional beduina se conoce en Jordania como shibriya. Todos los hombres la llevan porque es muy popular, símbolo de virilidad y muy útil en el desierto. La hoja es corta, de unos quince centímetros, curvada y con doble filo, y a menudo grabada con inscripciones. La empuñadura es de cuerno y la vaina de madera, y todo el conjunto está recubierto de metal blanco grabado con diseños geométricos. La vaina también puede estar decorada con medias esferas de cristal de colores. Está equipada con una trabilla para el cinturón y se lleva en la parte trasera.
Geografía - Wadi Mujib.
© Iuliia Khabibullina – Shutterstock.Com
El actual Reino Hachemita de Jordania toma su nombre del río Jordán, que lo bordea. Tiene una superficie de 92300 kilómetros cuadrados (una quinta parte de España). El país limita al sur y al este con el vasto reino de Arabia Saudí, al norte con Siria, al noreste con Irak y al oeste con Israel y Cisjordania (una de las dos regiones de Palestina). Áqaba se encuentra en la encrucijada de cuatro países: Jordania, Arabia Saudí, Israel y Egipto.
Relieves y paisajes
Geológicamente, Jordania se encuentra en una zona de divergencia entre las placas continentales de África, Eurasia y el subcontinente indio. La tectónica de placas ha creado fracturas más o menos visibles, de las cuales las más conocidas son el golfo de Áqaba y el Mar Muerto, situado a 400 metros bajo el nivel del mar. Y también cicatrices en la historia de la humanidad, como atestiguan los numerosos terremotos (sobre todo en los años 419, 551 y 747), que destruyeron las antiguas ciudades de Jordania y provocaron su abandono, como Petra y Gerasa. De norte a sur y de oeste a este, el relieve está formado por una sucesión de valles (uadis o wadis) y cadenas montañosas tan escarpadas como abruptas, que se van entremezclando entre sí, y finalmente mesetas de estepas casi desérticas que se extienden hasta la frontera iraquí. La Jordania actual puede dividirse en tres regiones principales:
Al oeste se extiende el valle del Jordán, el más fértil del reino. Con una orientación norte-sur, se despliega desde el lago Tiberíades (en Israel) hasta el mar Rojo y está cortado por el Mar Muerto. Esta zona del país es la más densamente poblada. Los rendimientos de los afluentes del río Jordán y el regadío permiten explotar intensivamente la tierra, tanto para la agricultura como para la extracción de minerales (hierro, cobre, etc.). La gran riqueza de esta zona es sin duda su producción de aceitunas, posible gracias a un clima mediterráneo muy suave.
Más al este se extienden las mesetas orientales, cuyas cumbres, que alcanzan alturas superiores a los mil metros, detienen las lluvias procedentes del Mediterráneo. Intersectadas por las gargantas excavadas por los distintos afluentes del Jordán, albergan las principales ciudades del país y el excepcional yacimiento nabateo de Petra.
El desierto, por último, cubre más del 80% de Jordania, principalmente en el este y noreste del país. Este desierto es principalmente rocoso, aunque en Wadi Rum hay unas magníficas dunas de arena roja anaranjada.
Los djebels de Jordania
Las cadenas montañosas, o djebels, forman parte integrante del paisaje y son el resultado de la convergencia de las placas geológicas. En el centro del país, una larga cadena montañosa domina el paisaje y se extiende desde la frontera siria hasta Áqaba, pasando por Amán y Petra.
En el norte. Las montañas están adornadas con bosques y campos de árboles frutales, muy productivos en verano. En invierno, las cumbres se cubren a veces con una fina capa de nieve (por término medio, cada cuatro o cinco años).
Aunque el monte Nebo ofrece una de las vistas más hermosas de la Tierra Prometida, solo se eleva a 830 metros de altitud. Cerca de la capital, los picos superan los mil metros, como el de Yusha (donde está enterrado el profeta Josué), de 1096 metros.
Hacia el Sur. Los djebels también ofrecen impresionantes paisajes escarpados, muy áridos y polvorientos, intercalados con profundos valles (uadi), con arroyos casi secos después de varios siglos. Estos valles albergaron los tres reinos bíblicos del país: Moab, Edom y Amón. Los picos más importantes del reino se encuentran a las afueras de las ciudades de Petra y Áqaba: el monte Tubeiq es el más alto de todos, con 1865 metros.
El clima varía de una región a otra en todo el país, templado en las colinas y desértico en el este y el sur.
En general es seco, pero puede llover de noviembre a marzo. Las precipitaciones anuales oscilan entre 660 mm en las mesetas y menos de 50 mm en el extremo oriental del país.
Los veranos (de mediados de mayo a mediados de septiembre) son calurosos, a veces muy calurosos, sobre todo en los desiertos y alrededor del mar Muerto (el récord actual es de 46 °C). Apenas llueve en verano.
En contra de la creencia popular, el invierno es bastante frío en Amán y el norte del país. Las precipitaciones pueden ser elevadas y las temperaturas medias oscilan entre 4 °C (mínima) y 15 °C (máxima), según el año. Incluso puede nevar en el norte (aunque es muy raro).
La región de Áqaba disfruta de una refrescante brisa marina en verano y de temperaturas suaves todo el año: incluso puede uno bañarse en invierno. En cuanto a los desiertos, las temperaturas son con frecuencia extremas: muy calurosas durante el día y casi glaciales por la noche.
Se puede visitar Jordania en cualquier época del año. Sin embargo, las mejores estaciones son el otoño, cuando el clima es suave en todo el país, y la primavera, cuando el paisaje está más verde, aunque suele llover un poco más.
El agua es un tema crucial en Jordania. El reino es uno de los países del mundo con mayor escasez del líquido elemento. El estrés hídrico se ve agravado por las necesidades de una población creciente y concentrada en las ciudades, determinadas prácticas agrícolas y el cambio climático. La escasez de agua conlleva riesgos sanitarios, pero también inseguridad alimentaria. Para hacer frente a esta situación, se han puesto en marcha iniciativas para reciclar las aguas residuales, desarrollar una agricultura resiliente y regenerar los entornos naturales. El desarrollo de energías renovables (solar) podría contribuir a la transición energética del país, muy dependiente de la importación de combustibles fósiles, pero también a un mejor abastecimiento de agua. Un acuerdo firmado en 2021 con Israel podría contribuir a garantizar el suministro de agua potable del reino, mediante un intercambio de la energía solar de Jordania por el agua desalinizada de Israel.
Fauna y flora - Oryx árabe.
© Mohamed Atef – iStockphoto.com
Fauna
Animales silvestres. La fauna original se ha empobrecido mucho en el último siglo como resultado de la deforestación y la caza abusiva. Muchas especies han desaparecido definitivamente del paisaje jordano. Es el caso de los asnos salvajes y del gamo, entre otros, exterminados por los cazadores. Aunque todavía existen especies endémicas como el chacal, el orix (una magnífica gacela blanca del desierto que desapareció y luego fue reintroducida; ver el capítulo dedicado a « Azraq »), el jird gordo, el caracal, el íbice, el gerbilino, la gacela, el puercoespín, la liebre del desierto, el zorro árabe rojo, es muy raro verlos. Es en las reservas naturales donde las posibilidades de observarlos son mayores.
No hace mucho tiempo, el oasis de Azraq era una de esas etapas esenciales para el mundo ornitológico: antes de que el Estado decidiera secar los estanques circundantes, más de un centenar de especies hacían paradas para descansar durante su migración. En la actualidad, aparte de algunos patos silvestres y pelícanos, ya no se ve ninguna. Los aficionados a las aves podrán descubrir muchos pequeños paseriformes desconocidos para los europeos (gorrión del mar Muerto, suimanga palestino, collalba de orejas negras, martín pescador de garganta blanca, pinzón rosa del Sinaí…) y algunas rapaces (buitre leonado, águila perdicera, búho leonado....), a veces simplemente caminando a través de Dana o Petra, o con la ayuda de los guías del RSCN.Cabe mencionar que la víbora cornuda y la víbora de la arena se han establecido en los desiertos calientes del sur del país. Pero no se preocupe: en primer lugar, no son mortales, y además es muy raro encontrarlas.Por último, no olvidemos los magníficos peces multicolores: tiburón, pez luna, loro, piedra, escorpión, payaso, tantos nombres que no dejan indiferente, así como los famosos corales del mar Rojo.
También debe saber que en las aguas del oasis de Azraq encontrará una especie piscícola única en el mundo: la cynobelia de Azraq.
Animales domésticos. Conocido es el dicho de que el perro es el mejor amigo del hombre. En las estepas desérticas, esta misma expresión puede aplicarse al dromedario, un animal que sigue siendo un aliado para los beduinos que viven en zonas remotas, siempre que no lo hayan sustituido por un todoterreno. Podrá verlos principalmente en Wadi Rum y Wadi Araba.
Otra cosa destacable del desierto es que el pastoreo de cabras y de ovejas se sigue practicando activamente.
Flora
La flor nacional es el iris negro. Por lo tanto, no será raro verlos junto a las aproximadamente 2250 especies de plantas (entre ellas la anémona, la flor de muerto y la orquídea de Anatolia) que crecen en todo el país. La reserva natural de Ajlun y las mesetas del rift son lugares privilegiados para disfrutar de su presencia cuando están en plena floración en primavera.Y la reserva de Dana tiene la ventaja de reunir casi todas las especies de la flora local.Al igual que los países mediterráneos, los valles fértiles de Jordania también albergan cedros, pistacheros, tamariscos, eucaliptos, robles, pinos, enebros y acacias. En cuanto a la agricultura, se cultiva trigo y cebada entre los cereales, y tomates, calabacines y pepinos entre las hortalizas, además de viñedos y olivares, aprovechando el favorable clima suave.
Historia - Una antigua ilustración que muestra al califa Omar Ibn al-Jattab.
© Nastasic – iStockphoto.com
El valle del Jordán, cuna de la civilización humana
Las primeras huellas de ocupación humana en suelo jordano se remontan a hace unos 500000 años. En aquella época, las orillas del Jordán no eran más que vastas praderas, y los nómadas que poblaban la región vivían de la caza y la pesca. Poco se sabe de este período, aparte de que el terreno no era tan árido como hoy. Durante el Neolítico (a partir del 9000 a. C.), el hombre se hizo sedentario, construyó casas, fabricó nuevas herramientas y desarrolló nuevas técnicas: cultivaba guisantes y lentejas, además de criar cabras. La ciudad de Jericó, en Cisjordania, es una de las más antiguas del mundo, junto con Damasco y Alepo, en Siria. Y en Jordania se han descubierto dos de los poblados más antiguos conocidos del mundo, uno en Beidha, cerca de Petra, y el otro en Ain Ghazal, cerca de Amán. Además de la ganadería y la agricultura, sus habitantes fabricaban cerámica. También habrían practicado una forma de culto ancestral, como indican las pinturas, dibujos y, sobre todo, las esculturas antropomorfas de sofisticados rostros que figuran entre las más antiguas del mundo (casi 10000 años de antigüedad). En este período también se produjo un gran cambio climático, causado por la finalización de la Edad de Hielo y el calentamiento global: el agua empezó a escasear cada vez más y se instauró un clima desértico.
En la tierra de Canaán
En esa época, Jordania estaba influida por la cultura egipcia. Hacia el año 3000 a. C., una tribu semita, los cananeos, se asentó en el valle del Jordán. Las relaciones entre los aldeanos sedentarios y los nómadas de paso no fueron muy cordiales. Bajo el impulso de los cananeos, se construyeron las primeras fortificaciones. La ciudad tomó forma, con sus murallas y sus consecuentes reglas cívicas. Se construyeron canalizaciones para llevar agua a las viviendas. Estas ciudades fortificadas eran independientes, pero empezó a desarrollarse el comercio, sobre todo con las potencias vecinas (Egipto, Siria, etc.). También cabe señalar que las tumbas se fueron circunscribiendo cada vez más a la práctica de un culto, como demuestran los dólmenes megalíticos. Posteriormente, a finales del milenio II a. C., estas ciudades construidas con tanto esfuerzo fueron abandonadas paulatinamente y comenzaron a aparecer pequeños poblados. Según algunos historiadores, este fenómeno estuvo relacionado probablemente con el cambio climático u otras catástrofes naturales. Otros apuntan a repetidas invasiones. Otra posibilidad que también se ha tenido en cuenta es que, a medida que se fue desarrollando el comercio, algunas ciudades fueran abandonadas en favor de emplazamientos más accesibles. Para los arqueólogos e historiadores, el período que siguió fue una auténtica pesadilla cronológica. Un nuevo pueblo, los hicsos, gracias a su maestría para el manejo de los caballos, conquistaron parte de Jordania y de Egipto. A continuación, los egipcios se apoderaron de su territorio, construyeron nuevas ciudades y trajeron consigo las influencias de su sofisticada y artística civilización.
Los reinos de Amón y Judea
A medida que la influencia egipcia disminuía, a partir del 1200 a. C., tres pequeños reinos paganos se hicieron con el control de la tierra: los amonitas en el noreste (que fundaron la ciudad de Amán), los moabitas en el centro, cerca de Wadi Mujib, y los edomitas al sur del Mar Muerto, cerca de Dana.La ruta que bordeaba el Mar Muerto era cada vez más transitada, lo que benefició a los pueblos costeros, que vivían en gran parte del comercio. Fue también hacia el 1200 a. C. cuando se produjo el famoso éxodo de los hebreos, obligados a huir del territorio egipcio para liberarse de la esclavitud bajo el reinado de Ramsés II, según narran diversos relatos bíblicos. También explican que Moisés murió en el monte Nebo, antes de poder cruzar el Jordán y entrar en la Tierra Prometida, tras guiar a su pueblo a través del desierto del Sinaí.Unos siglos más tarde, al otro lado del Jordán, David, rey de Judea, tuvo que deshacerse de los filisteos para convertirse en rey del pueblo hebreo. Se enfrentó a Goliat, un gigante tres veces mayor que él, pero salió victorioso del enfrentamiento (según cuenta la leyenda de David y Goliat) y fundó Jerusalén como sede de su reino. Fue el primero en unificar el reino de Israel. Su hijo y sucesor, Salomón, continuó su obra, reforzando el poder de Jerusalén. El comercio floreció bajo su reinado. Los reinados de los reyes que sucedieron a Salomón fueron menos notables que los de los fundadores de la monarquía. El reino de Israel se dividió. En el 586 a. C., los babilonios y su rey Nabucodonosor acabaron con la independencia del reino hebreo. Jerusalén fue derrotada y su población deportada en masa a Babilonia, donde fueron reducidos a la esclavitud: este fue el comienzo de un período de exilio que duraría casi cincuenta años. En el 539 a. C., Ciro el Grande, el primer gobernante persa, se apoderó de Babilonia, una importante ciudad de Mesopotamia. Posteriormente, concedió a los judíos exiliados el derecho a regresar a Jerusalén. El territorio de las actuales Jordania y Siria se convirtió en la quinta provincia de su imperio, con Damasco como capital.
Dominación griega
En el 331 a. C., Alejandro Magno, el famoso heredero del trono de Macedonia, emprendió una conquista que provocó la caída del Imperio persa y la creación de un nuevo imperio, uno de los mayores que el mundo había conocido. Cuando Alejandro murió en el 323 a. C., su imperio se dividió entre sus generales, que pronto empezaron a luchar entre sí. Jordania, Palestina y Egipto pasaron a manos del general Ptolomeo, mientras que Seleuco fundó la dinastía seléucida en Babilonia. En el siglo II a. C., los seléucidas se apoderaron de la región e iniciaron el proceso de helenización. Se erigieron decenas de ciudades: Antioquía, Apamea y Seleucia en Siria, y al este del Jordán, Gádara, Gerasa, Pella y Abila. Amán se convirtió en Filadelfia (por Ptolomeo II Filadelfo) y se erigieron numerosos edificios públicos, incluidos templos en honor a los dioses griegos. En esa época, los hebreos aún ocupaban parte de las tierras fértiles del norte de la actual Jordania. En el sur del país, entre el Mar Muerto y el extremo septentrional del golfo de Áqaba, los nabateos, una tribu nómada de origen arameo, habían establecido firmemente su poder a finales del siglo V a.C. Construyeron una grandiosa capital, Petra, inspirada en el arte helenístico, pero aún no se ha llegado a descubrir cómo consiguieron esculpir tan finamente esas inmensas montañas. La ciudad controla uno de los puntos más estratégicos de la ruta de las caravanas.
Épocas romana y bizantina
En el año 66 a.C., las conquistas de Pompeyo, limitadas al norte del país, fueron como un preludio de la plena integración de la región en el Imperio romano, cosa que consiguió el emperador Trajano en el año 106 d.C. Jordania vivió entonces cinco siglos de dominación romana y luego bizantina. El fin de la independencia política no mermó en absoluto la prosperidad económica del país. De hecho, este período estuvo marcado por el gran auge de las ciudades de la Decápolis. Tras la conversión al cristianismo que impuso Constantino al Imperio en el año 324, la llegada de los bizantinos a Jordania hacia el 325 supuso la cristianización de sus habitantes. El país se cubrió de santuarios e iglesias con notables mosaicos. Por esas fechas empezaron las peregrinaciones de algunos de esos primeros cristianos a Tierra Santa. A pesar de los constantes esfuerzos de los bizantinos, los valores del islam, transmitidos por Mahoma en la vecina Arabia en el año 622, no tardaron en ganar adeptos en Oriente Próximo y Oriente Medio. El primer conflicto religioso entre ambas comunidades tuvo lugar en Mauta en el 629. Sin embargo, los bizantinos consiguieron repeler a los ejércitos musulmanes. Pero tras la muerte del Profeta en el 632, los musulmanes pronto fueron mayoría en Palestina y Siria. En el 635, ganaron la batalla de Yarmuk, que tuvo lugar en el norte. Esto marcó el fin de la dominación bizantina y cristiana en Jordania, y poco después en Siria. En el 638 tomaron Jerusalén.
El reinado de los omeyas
Poco a poco fue tomando forma una brillante civilización islámica. En el 661, Alí, yerno de Mahoma, cuya legitimidad fue cuestionada por Muawiya, el primer gran caballero omeya, fue asesinado. Este asesinato marcó el inicio de un cisma que aún hoy tiene graves consecuencias para el mundo musulmán. Por un lado, los chiíes, que permanecieron leales a Alí, se opusieron a los suníes, partidarios de los omeyas. La dinastía omeya (661-750), cuya capital era Damasco, dejó un legado de suntuosos edificios en Jordania, Siria, Palestina y el desierto jordano. En Jordania construyó los « castillos del desierto », los palacios de la ciudadela de Amán, el palacio de Hisham en Jericó, la mezquita omeya de Damasco y la Cúpula (o Domo) de la Roca de Jerusalén. Este período supuso también el comienzo de una gran era de conquista dirigida por estos nuevos caballeros, que se extendió desde el oeste de China hasta el sur de España, pasando por los países del Magreb. En el 747, un terrible terremoto dañó gravemente numerosas ciudades de Jordania y Siria, debilitando al pueblo omeya. Hacia el 750, fueron derrotados por los abasíes, estrechamente vinculados a la familia del profeta, que fundaron su propia dinastía y establecieron su capital en Bagdad. Casi todos los miembros de la familia omeya fueron masacrados. Solo uno, Abderramán, consiguió escapar al norte de África y a España, donde creó el califato de Córdoba, entre el 757 y 1030, con el apoyo de sus seguidores. Los abasíes impusieron un islam más estricto y fueron mucho menos tolerantes con los cristianos que los omeyas: el Santo Sepulcro de Jerusalén fue saqueado en varias ocasiones y la persecución fue generalizada.
La época de las cruzadas
A finales de 1095, el cristianismo era muy influyente en la Europa medieval, y el papa Urbano II decidió defender las rutas de peregrinación a Tierra Santa movilizando tropas para liberar Jerusalén. El Papa prometió también una indulgencia plenaria (perdón de los pecados) a todos los que lucharan con ese propósito. Comenzó la « guerra santa » … Una riada de cruzados se embarcaron en la aventura al grito de « ¡Dios lo quiere! ». Muchos caballeros participaron en el proyecto, principalmente con una motivación religiosa. Tras dificultades extremas, los cruzados llegaron a Siria y a las inmediaciones de Palestina. Su avance se vio facilitado por las rivalidades en el campo enemigo.