Becca y Chimpún - Lena Valenti - E-Book

Becca y Chimpún E-Book

Lena Valenti

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Beschreibung

Becca y chimpún es la quinta y última entrega del disparatado y emotivo Diván de Becca que tantos seguidores está acumulando. Las cosas no salen nunca como una cree que pueden salir. Pero Becca tendrá que hacer uso de su resiliencia y de su empatía para entender cómo están cambiando las vidas de todos desde que se embarcaron en La Isla del Pecado. Cada una de sus personas favoritas están sufriendo cambios personales y sentimentales, y ella tampoco se ha librado de eso. Su relación con Axel pende de un hilo después de la revelación de los últimos secretos, y ahora hay conflictos muy delicados abiertos entre ambos. La Isla les va a poner a prueba y les va a enseñar la lección más importante de todas: que no es cómo se empieza, sino como se acaba. ¿Qué les deparará el final del programa? ¿Qué harán Becca y Axel? Lo veremos en este último episodio. "Los libros, como las vacaciones, deben tener un final apoteósico." ¡Un fenómeno romántico con más de 100.000 risas vendidas!

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Primera edición: noviembre 2021

Título: Becca y chimpún Saga: El Diván de Becca

Diseño de la colección: Editorial Vanir

Corrección morfosintáctica y estilística: Editorial Vanir

De la imagen de la cubierta y la contracubierta: Shutterstock

Del diseño de la cubierta: ©Lena Valenti, 2021

Del texto: ©Lena Valenti, 2021

De esta edición: © Editorial Vanir, 2021

 

ISBN: 978-84-17932-37-4

 

Bajo las sanciones establecidas por las leyes quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización por escrito de los titulares del copyright, la reproducción total o parcial de esta obra por medio o procedimiento mecánico o electrónico, actual o futuro —incluyendo las fotocopias y la difusión a través de internet— y la distribución de ejemplares de esta edición y futuras mediante alquiler o préstamo público.

 

 

 

 

 

Cuando es amor de verdad, quieres como quieren los patos: patodalavida.

 

 

 

 

 

Para mi perrita Duna, experta en pedos y besos babosos, y maestra en amar incondicionalmente.

 

Índice

 

 

 

 

Capítulo 1

 

 

 

 

 

En el anterior capítulo

 

 

Aquí va todo muy rápido. Si os digo la verdad, creo que he dormido solo dos horas. Eli llegó al centro del laberinto, y entre las dos estuvimos atendiendo a Maca y hablando con ella largo y tendido. Y cuando pareció que Maca asimilaba lo que acababa de vivir, y aun así continuaba queriendo quedarse, Eli nos sacó del laberinto e invitó a Maca a que regresara a su habitación sin hacer ruido. Le dijo que, si quería, podía ir con Faina, que Maca se sentía segura con ella y que era bueno que durmiese acompañada. Matilde había asegurado que esas imágenes se borrarían y no se emitirían jamás. Eli y yo salimos de allí sin que nos vieran, como perfectas espías, tal y como había hecho Axel, y una vez fuera, nos metimos en el Evoque que nos estaba esperando desde hacía un par de horas.

Creo que me dormí a las cinco, después de contarle a Eli lo que me había pasado con Axel. A mi amiga parecía que le iba a estallar la cabeza. Se hacía cruces y no entendía nada.

—Tú jamás harías eso sin consenso.

—Lo sé. Pero Axel está convencido de que lo otro también es mío.

—Bueno, ¿y de quién coño es el Misoprostol? Soy la única, además de Axel, que entra en esta habitación. Y mío no es —asegura.

—Ya sé que tuyo no es. Tal vez, las personas del servicio que vienen a ordenar nuestras habitaciones... —meso mi pelo con desesperación—. Yo qué sé. Estoy mal.

Nos tumbamos en la cama y dormimos abrazadas, como dos gatas heridas, cada una a nuestra manera.

 

 

Tres horas después, alguien está aporreando la puerta con mucho nerviosismo.

Me levanto y, cuando toco el suelo con los pies, advierto que me duelen mucho las plantas y que tengo alguna que otra herida. Gajes de correr una maratón nocturna sin zapatillas.

Voy a abrir la puerta, no sin sufrimiento.

Es Matilde, que entra como un huracán a mi suite. Eli sigue durmiendo, pero con el ruido que hace la directora, abre un ojo y se medio incorpora al ver a Matilde.

—¿Qué pasa? —pregunto aún con mucho sueño y un dolor de cabeza descomunal.

Matilde sacude el iPad que tiene entre las manos y lo lanza sobre la cama.

—Quiero que eches un vistazo a todo lo que sale en la prensa rosilla. Y que me expliquéis cómo se ha colado toda esta información —exige muy mal humorada— confidencial a los medios. Nos van a joder.

Antes de que Eli secuestre el iPad, lo cojo yo.

La primera plana de la revista me deja muerta, sin color en las mejillas y todo lo rojo en el pelo.

Cuando leo el titular, me doy cuenta de que esa aventura en la isla va a salir muy cara, porque no solo ha puesto en peligro mi relación, además, también va a poner en peligro la seguridad del programa y el anonimato que Axel siempre ha querido para él.

El titular reza con una foto de Axel de fondo:

«ES ESTE HOMBRE LLAMADO AXEL GAEL, EL HIJO BASTARDO DEL DIFUNTO Y PODEROSO ALEJANDRO MONTES?».

Más abajo, otro titular con una foto mía reza:

«ESTÁ BECCA FERRER TRABAJANDO EN UN NUEVO PROGRAMA EN LA ISLA PARADISIACA DE SAMANÁ?».

Y, por último, lo más vergonzoso de todo:

«TIENEN BECCA FERRER Y EL RECIÉN DESCUBIERTO HIJO DE ALEJANDRO MONTES, UN AFFAIRE?».

Y acompañan el titular con una fotografía aérea de Axel y yo en nuestro lugar secreto de la Villa Equipo, tumbados en el suelo, besándonos, semidesnudos.

Repito: semidesnudos. Pero ¿qué es esta pesadilla? Parafraseando a Mafalda:

Que paren el puto mundo, que me quiero bajar.

 

 

Estoy a punto de abrir el vídeo que me ha pasado mi hermana Carla y que ha grabado en Villa Chicos.

Dice que en él sale Axel con Jennifer, hablando a escondidas. Y saber eso, después de todo lo que me acabo de encontrar, me pone muy tensa.

Axel cree que estoy embarazada de él y que no le he dicho nada porque estoy intentando abortar.

En la prensa amarilla acaba de salir la noticia de si Axel Gael es hijo de Alejandro Montes, de si yo estoy grabando un programa nuevo en Samaná y de si él y yo tenemos un lío.

Y todas esas imágenes de las revistas las acaban de sacar de aquí, del lugar donde estamos ahora.

Y para colmo, esto.

Me tiemblan las manos.

Matilde está pidiendo explicaciones a gritos y yo estoy a punto de echarla de la habitación a patadas. Porque a la que menos le interesa que se sepa nada, es a mí, y obvio, también a Axel.

—Pero ¿acaso esto es verdad? —Matilde agarra de nuevo el iPad y se lo queda mirando embobada—. Ya no es que se hayan enterado de que estamos grabando un programa para competir con las Tentaciones, que sí, que es una perrería. Pero ¿acaso Axel es hijo de Alejandro Montes? —sus ojos se le van a salir de las cuencas—. ¿Y me estás diciendo que tú y él estáis...?

—Dame un minuto —le pido a Matilde, con la vista fija en mi móvil—. No sé cómo ha llegado toda esta información a la prensa, pero lo averiguaremos.

—Pero ¿es verdad? ¿Alejandro Montes tenía otro hijo? Conozco a Fede y él nunca me dijo...

Alzo la mirada azul eléctrica y rabiosa y le digo con toda la educación que tengo:

—Eso tendrá que contestártelo Axel, no yo. Es su vida privada.

Matilde alza sus cejas negras, se toca la barbilla con el índice y añade con interés de mujer alcahueta:

—¿Y vosotros tenéis un lío?

—No —contesto sin pensármelo. No, porque Axel me acaba de dejar, pienso amargamente. El cretino ha roto conmigo. Es que me pinchan y no me sacan sangre—. Nosotros no tenemos nada.

—Pues las fotografías aéreas no dicen eso. Ahí hay algo. Si él te está dando besitos y haciendo tirabuzones en el pelo con los dedos, venga ya.

—No es nada. Solo jugamos y ya está.

Matilde resopla. Es evidente que no se cree ni una palabra.

—Me da igual lo que seáis. No entiendo nada de lo que está pasando igualmente. Lo de Juanjo me ha dejado helada, no esperaba tener una experiencia así, y ahora esto... pero da igual. No importa, porque lo único que me importa es este programa, cobrar mi nómina y sacarlo adelante. Nos queda una semana más, montáoslo como queráis, pero que nada de esto —sacude el iPad—, os afecte. Yo me encargaré de que el equipo no abra la boca ni diga ni mú y que no os molesten.

Eli se acerca a Matilde y con voz comprensiva y cómplice le sugiere que me deje sola.

—Voy a hablar un rato con ella. No dejes que nadie entre en esta habitación —le pide en voz baja.

Matilde se va, Eli cierra la puerta y después apoya su espalda en ella, echándome un vistazo compasivo.

—Calma, Becca. Coge aire. Tranquila ...

—¡Y un huevo! —le muestro el móvil y le enseño el vídeo que aún no he abierto y que me ha mandado Carla—. ¡Esto es el fin! ¡Todo va a volar por los aires y no sé qué consecuencias acarreará! Y, para colmo, ¡Carla me ha enviado esto ahora mismo!

—¿Carla? —abre los ojos muy interesada y se acerca a mí—. ¿La misma que está volviendo loco a Carlos y que no se acuerda de con quién ha venido? —hay mucho resquemor en su voz.

—Sí. Esa.

—Ah, muy bien. O sea que no se viene al corralito porque prefiere dormir con Carlos, pero sí va de reportera dicharachera en la villa grabando a Axel sin su permiso. Fantástico —dice irónica—. Enséñamelo.

Me siento en la cama con el móvil entre las manos. No sé qué me voy a encontrar, pero ya sé que me va a hacer daño, porque ya me lo ha hecho. Axel me ha mentido. No sé por qué razón lo ha hecho, pero me ha mentido.

—Dale al play —me ordena Eli.

—¡Pues claro que le voy a dar! —envalentonada, subo todo el volumen y veo la imagen como si se tratase de la escena de una película.

 

 

 

Capítulo 2

 

 

 

 

 

Parece ser que Axel estaba colocando una cámara en una de las zonas ocultas y sin cámaras de Villa Chicos. Es un jardín, hay una especie de jacuzzi natural hecho en la misma superficie de la tierra. El vídeo no se ve muy bien porque es de noche y Carla no puede encender la linterna del móvil para no ser vista. Llego a estas conclusiones yo sola, porque Carla no ha dicho nada.

Y de repente, veo aparecer a Jennifer entre los arbustos. Se me hiela el alma.

Axel se da la vuelta y la mira con desconfianza.

—¿Te ha seguido alguien? —pregunta Axel crujiéndose el cuello hacia un lado.

Vale, eso significa que Axel ha quedado con ella. Desconozco cómo lo ha hecho, pero es una cita acordada.

—No —Jennifer sonríe. Lo conoce desde hace tiempo, lo mira como si lo hiciera—. ¿Sigues crujiéndote el cuello? A la Reina eso le ponía caliente.

A Axel el comentario le desagrada. Lo percibo en cómo aprieta la mandíbula y se le marcan los tendones del cuello. Lo terrible es pensar que ella sepa algo tan íntimo como eso, y que nombre a una tal Reina.

—¿Qué haces aquí, Jenni? ¿Qué haces en un programa como este?

Ella dibuja un mohín de desinterés en los labios y se quita importancia.

—Bueno, al final, me gusta la farándula. Me gusta más de lo que pensaba.

—Yo nunca lo dudé, teniendo en cuenta lo mucho que te agrada llamar la atención.

Jennifer sonríe y se acerca a Axel con aire lobuno.

—No. Pero no me importa llamarla si es a cambio de billetes. Todos queremos de eso, ¿no? Además, tú no puedes hablar de discreción. Fuiste la pareja de la artista más grande que ha dado este país en mucho tiempo: Tori Santana.

—No me compares. Yo era invisible. Nuestra relación nunca salió a la luz.

Jenni se echa a reír.

—Claro que no. A Tori no le venía bien estar emparejada. Era el sueño de muchos y de muchas, por eso debía mostrarse accesible. Pero tú estabas ahí... insististe, no te despegabas de su lado. Y aun así, estabas tan cegado que no te dabas cuenta de sus infidelidades.

Esa chica tiene veneno en la lengua. Es una serpiente.

—A ti lo que te molesta es que Tori era tu sueño. Tú la querías para ti. Eras la presidenta loca de su Club de Fans. Una auténtica obsesa torista.

—Y a mucha honra—Jennifer levanta el antebrazo y muestra, entre sus intrincados diseños, una T con murciélagos. Y recuerdo que las toristas se tatuaban la inicial del nombre de la artista. Todo me sienta mal—. Aunque también estuve obsesionada contigo. —Se muerde el labio inferior mientras lo mira de arriba abajo con un deseo que me ofende.

—Querías cualquier cosa que estuviera en contacto con ella —responde Axel con un tacto que brilla por su ausencia—. No solo la querías a ella. Te bastaba con estar cerca de algo que hubiera tocado, para olerla.

—Y yo a ti te molestaba.

—Te volviste peligrosa, Jennifer. Es lo que sucede con las fanáticas. Que, o estás con ellas y les sonríes y les das lo que quieres, o se enfadan, y se convierten en enemigas. Las más acérrimas.

—Tori no era mi enemiga. Era mi diosa. El único que se interpuso entre ambas fuiste tú.

Axel entrecierra su mirada, ahora ya muy ensombrecida y llena de desconfianza y le pregunta dando un paso hacia ella:

—¿Qué estás haciendo aquí exactamente?

—Solo disfrutar —abre los brazos—. Y hacerme un hueco en la televisión. Tanto tiempo siendo la presidenta del club de fans de una megaestrella, además su mejor amiga, da para un montón de noticias, contactos y chismorreos, ¿no crees? Sé cosas sobre ti, Alexander Gael. O, debería decir: Alex Montes.

—No me llamo Alex. Me llamo Axel, no me toques los cojones —Su tono es tan mordaz como su desprecio—. ¿Qué agencia te ha representado y te ha traído aquí? —quiere saber Axel.

Entiendo por qué le hace esa pregunta. Duda de la selección del casting y duda del más que frágil hermetismo sobre el programa. Yo ahora también. Todo esto parece sacado de una pesadilla.

—¿Eso importa? Lo que importa es que estoy aquí. Que es mi momento y que tengo cuentas pendientes.

Juanjo será mi trampolín para darme visibilidad. Y después solo tendré que hablar sobre todo lo que sé. Se lo arrebataré a la tonta de Macarena.

—Si Macarena es lista, dejará a ese gilipollas infiel —contesta Axel, aguerrido—. Ya todos sabemos lo que hiciste en el baño con él. Mañana por la noche se verá en la sesión de cine.

De acuerdo. Ahora lo comprendo. Este vídeo es del martes o del miércoles.

—No hay imágenes —aclara Jennifer—.

Además, Juanjo lo negará.

—Sí, pero ya te encargarás tú de hacer de tentadora ofendida para que se entere, ¿no? Ya lo dirás de algún otro modo, para darle más emoción. Siempre te gustó el teatro.

—¿Me tienes miedo, Axel? Claro que me lo tienes —se responde a sí misma—. Llevas años viviendo en las sombras, escondiéndote ... pero no te preocupes, yo te sacaré de ahí, como tú me sacaste de la vida de Tori —advierte muy desafiante.

—De la vida de Tori te saliste tú sola cuando asomó la cabeza tu vena narcisista, celosa y psicopática. A ella no le gustabas.

—Lo mismo me decía a mí de ti —replica dañina—. Por eso se follaba al viejecito. A tu padre. ¿Lo sabías que el hijo que ella esperaba no era tuyo, grandullón? —se está burlando de su dolor en su cara—. Te hizo creer que sí, pero era mentira. Tori se reía de las ganas que tenías de tener un bebé con ella. Que se lo recordabas muy a menudo. Estabas tan enamorado, tan ciego... No te culpo.

Su brillo cegaba —explica con gesto soñador—. Y sí, se quedó preñada. Pero no de ti.

«Qué mala puta», pienso a punto de lanzar el móvil contra la pared. Y qué mentiroso calculador, Axel.

—Ni siquiera ella estaba segura de quién se había embarazado. —Un punto para Axel por tomárselo así, con sorna. Nunca se supo de quién estaba embarazada. Jennifer esto no lo sabe y cree que era de Alejandro, como le diría Victoria.

—Estás acabado.

Y, mientras tanto, yo haciendo apuntes mentales: comprar un bidón de gasolina, aplicar sobre la piel de Jennifer y lanzarle descuidadamente una cerilla prendida.

—Jennifer, solo quiero que recuerdes algo —la voz le sale rasposa y apenas se hace sitio entre los dientes—: Que nunca haya hecho gala del poder de mi apellido, no significa que no lo tenga. Piensa en ello cuando quieras meterte en la televisión. Si esto se sabe, olvídate de continuar, pero ni en este programa ni en ningún otro. Además, tengo información de ti que no gustará.

Ella deja ir el aire entre los dientes.

—Oh, no diré nada, tranquilo. Yo no —está mintiendo—. Por suerte, vuestra competencia os odia. Creo que sí tendré trabajo. Valgo mucho por lo que callo. Pero valdré tres veces más cuando lo explique. A mí no me valen tus amenazas, Axel. Me necesitáis para entretener a Juanjo y que su historia tenga continuidad. En este programa hay muy pocos efectivos y no estáis en disposición de echar a nadie más. Me vas a tener que comer con patatas, guapo—su tono victorioso me remueve la bilis—. No tenéis más tiempo. Así que no creo que me echéis. Tú me jodiste la vida y me alejaste de lo que más deseaba. Yo voy a joderte la vida que puedas tener. Aunque, ¿quién va a querer estar con un tío tan gris y tan poco hombre como tú que reniega de quién es?

—Aún recuerdo las noches que venías a golpear mi puerta para acostarte conmigo, incluso estando Tori dormida en mi cama. Por lo visto, te encanta arrastrarte con hombres como yo —eso me deja congelada—. Pero tengo muy buen gusto, yo no me acuesto con pseudohomicidas —Ah, menos mal.

Jennifer se echa a reír con fuerza. Mira a su alrededor y contesta:

—No sé cómo coño estás haciendo el papel de cámara en este programa. Pero yo voy a hacer volar tu tapadera por los aires. Tenlo por seguro.

—No estás aquí por azar, ¿verdad? —intuye Axel. Jenni se lo piensa unos segundos y decide no responder.

—Ha sido un placer volver a verte, Axel. Supongo que me seguirás viendo unos días más, hasta el final del programa. Me iré de aquí con Juanjo, y para entonces habré soltado muchas perlitas que servirán de entrantes para toda esa prensa rosa y amarilla hambrienta de titulares.

—Tú haz lo que consideres, que yo haré lo propio.

Jennifer le enseña el dedo corazón, se da media vuelta y desaparece del lugar secreto de Villa Chicos.

Para entonces, el vídeo se corta. Se ha acabado.

Apago el móvil y lo dejo en la mesita de noche. No sé muy bien qué hacer. Estoy intentando comprender mis emociones, porque mi Reina de las Maras quiere exigir la cabeza de Axel por ocultarme algo así, y la hija del Padrino quiere tirotear a Jennifer.

No tengo pistola, por tanto, lo segundo no puedo hacerlo, pero no querría tener un encuentro con Axel en este preciso momento porque me siento muy inestable, y soy como una granada. Como me lance, la explosión va a ser grotesca y las ondas afectarán a todo lo que se encuentre cerca. Me levanto de la cama con muchos nervios.

—Becca, siéntate —la voz de Eli me deja ver que ella está tan alucinada como yo por lo que ha visto—. Siéntate a mi lado y a ver si entre las dos entendemos lo que acabamos de ver. —Toca el colchón con la palma de su mano—. Ven.

—Axel me ha mentido. Le he preguntado varias veces si le pasaba algo y siempre me lo ha negado. Yo sabía que no era verdad, pero aun así ha insistido —no dejo de andar de un lado al otro—. Madre mía, que está en el programa la presidenta del club de fans de Tori Santana. Que tiene una T cutre tatuada en la piel y sabe casi todos los secretos de Axel. Todas sus miserias y todo lo que le ha hecho tanto daño.

—Porque Tori se lo contó.

—Por supuesto. Esa tía era especialista en traicionar a sus más allegados.

—¿Cómo Axel se pudo enamorar de ella? —Eli sacude la cabeza como si cayera en la cuenta de algo—. Ignora lo que he dicho. Todo el mundo estaba enamorado de ella, Axel no está hecho de hierro. Bueno, está claro que aquí lo que importa es que Jennifer ha filtrado las noticias a los medios, ¿no?

Me remuevo el pelo con la yema de los dedos.

Quiero entender por qué estamos en esta situación.

—Eso parece, sí. No tengo pruebas pero tampoco dudas.

Me paso la mano por la cara. Es que, si me pinchan, no me sacan sangre. Tarde o temprano debía saberse lo de Axel. Alguien lo iba a descubrir.

Pero en estas noticias no sale solo lo de Axel, es que se ha filtrado lo del programa y también que es posible que él y yo tengamos una relación.

Es decir, es como si hubieran sacado tres armas de destrucción masiva de golpe, con la intención de no dejar a nadie en pie.

Y yo me estoy tambaleando. Pero aún no he caído al suelo. Y no es mi intención.

 

 

 

Capítulo 3

 

 

 

 

 

Me he aseado, me he arreglado y me he llevado a mi Pit Bull, Eli, para que me acompañe al tráiler de Villa Chicos, donde está Axel, y me ataque en caso de que se me vaya la rabia por las uñas y me ponga a arañar al guardaespaldas. Porque es lo que tengo ganas de hacer. Quiero pegarle, pero yo no pego, además seguro que me rompo algo.

Me he puesto unas converse negras de verano, y un vestido de tirantes, de falda corta, color berenjena, muy ajustado. No sabía cuánto, hasta que he visto que se me ve el culo como Beyoncé.

Y mi rubia está de ese humor negro que provoca que la acompañe un nubarrón cargado de lluvias sobre la cabeza. Me la imagino con una espada, cortando cabezas, porque ella, ya sabéis que está tan contrariada como yo.

No sé qué tiene esta isla de mierda que nos está volviendo un poco locas. A ver si, sin querer, hemos ido a parar a la isla hawaiana de Lost.

Así que, en el trayecto en coche hasta el lugar donde espero encontrarme a Axel, me imagino cientos de escenas dantescas, como una en la que le grito: «¡Esto es Sparta!», y le doy una patada en todo el pecho y lo lanzo a un pozo sin fin de dolor y arrepentimiento. U otra en la que está encadenado en una sala mugrienta, y le obligo a cortarse un pie para ganarse mi perdón. La última es una escena en la que yo tengo dos cruasanes de pelo en la cabeza, y le estoy afeitando con una cuchilla por la zona de la garganta y sin querer se me va la mano por la carótida, y yo paso la lengua por la cuchilla como el Drácula viejo de la película inspirada en la novela de Bram Stoker.

Sí, tengo el humor pendiendo de un hilo. Muy fino, del tipo de fino que hace que ser mentalmente creativa no esté tan lejos de convertirte en una asesina.

Sigo conmocionada.

La discusión de ayer con Axel y lo que se atrevió a decirme me ha dolido mucho. Todavía tengo la puñalada abierta en el pecho. Pero, descubrir su mentira, su omisión sobre Jenni y sobre lo que podía acarrear su presencia, nos ha puesto todavía en una situación más delicada de la que estábamos.

Yo creo en las relaciones de confianza. Creo en contarse todo, incluso lo más vergonzoso. Y no estoy de parte de esas relaciones donde se esconden secretitos o donde se ocultan cositas sin importancia por no preocupar u ofender al otro. Las relaciones de amor longevas se construyen sobre la confianza y si esta se tambalea o se traiciona, es muy complicado volver a fiar nada.

Él y yo hemos pasado por muchas cosas, nos hemos enfrentado a psicópatas juntos, y siempre sobrevivimos si nos cogíamos de la mano e íbamos unidos con todo y contra todos.

Pero cuando algo del pasado entra por la puerta de tu realidad, todo lo construido, si no fuiste un buen albañil, se va al garete. Y yo siempre creí que éramos buenos canteros.

Eli y yo hemos llegado.

La terapeuta de parejas me ha acompañado hasta el tráiler. Y se ha quedado en la puerta, no sin antes, darme todo su apoyo y transmitirme su fuerza.

—Si ves que quieres pegarle, grita. Y yo entro —alza el puño—. Que ya le pego yo.

—¡No! —exclamo con una risita—. No somos violentas, recuérdalo.

—Hoy puede que sí.

Bueno, miro hacia la puerta del tráiler, tomo aire, y entro como una macarra con el móvil en la mano que puede que le lance, como la caja de pastilla de Misoprostol.

—¡Eh! ¡Tú! —grito asumiendo mi papel de desquiciada con galones y a la perfección.

Pero no es Axel.

Chivo ha dado un grito de mujer que me ha impactado. Se le ha caído por encima el café que tenía en las manos y le ha dado en la cara.

—¡Santa Madre!

—Ay, por Dios... —susurro poniendo cara de disculpa—. ¡Qué pulmones tienes!

—¿Señorita Becca? ¿Qué pasó? —se limpia el café de los ojos.

Chivo está mirando las pantallas, concentrado en su trabajo, y yo acabo de quitarle años de vida al pobre señor.

—Pensaba que estaba Axel aquí.

—No, Axel está en la playa. Necesitaba salir un rato y hacer unas llamadas. Lo encontrarás abajo.

—Ah ...

—¿Estás bien? —pregunta muy preocupado.

—Sí, todo bien —contesto dándome prisa por salir de ahí—. Lo siento, Chivo. Te traeré otro café.

—No hace falta, me ha entrado casi todo en la boca. Río sin muchas ganas.

—Ya, lo siento.

Él se encoge de hombros y busca unas servilletas para limpiarse, mientras aprovecho para salir de ahí.

Eli me mira de hito en hito.

—¡¿Ya?! ¡¿Lo has matado?! ¡¿Sigue vivo?!

—Sigue vivo. No estaba ahí. Dice que está en la playa.

—Vale, yo me voy a quedar aquí —espeta Eli cruzándose de brazos y apoyándose en el gigantesco camión—. Creo que voy a echarle una visita a Chivo y que me enseñe videos de la casa de chicos ahora.

La comprendo. Quiere controlar y observar a mi hermana.

—No. No es por Carla—asegura Eli leyéndome la mente—. Soy una profesional. Estoy estudiando a todos. El próximo día que tenga que intervenir quiero hacerlo todavía mejor, si puedo. Ve a buscar a ese hombre —me recomienda y, acto seguido, entra en el camión.

Me doy un paseo largo hasta la playa. Me gustaría apreciar mejor el lugar paradisiaco en el que me hallo, pero el cabreo me lo impide, porque el cielo es azul, la arena es dorada y blanquecina, el mar destella con el reflejo del sol, pero yo lo veo todo rojo.

Me saco las Converse, y las sujeto entre mis dedos, mientras mis pies se hunden en la mullida y ardiente arena. Camino por la playa desértica a estas horas tempranas sin apenas gente, así que no me cuesta divisar a Axel. Pensaba que estaría en uno de los chiringuitos que hay, pero no.

No es difícil localizarlo. No se ve a hombres así: un tío moreno, con un bañador negro corto que deja ver su culo y sus piernazas, y una camiseta amarilla muy llamativa. Sus gafas de aviador cubren sus ojos claros del sol, y está hablando por teléfono otra vez.

Esta vez me acerco a él por la espalda y ni siquiera espero a que acabe la conversación. Pero sé que está hablando de las noticias que han saltado a la palestra y de Jenni. Y está muy cabreado con Fede, porque cree que su hermano tiene algo que ver con todo lo sucedido. Axel sigue sin fiarse al cien por cien de nadie. Es algo en lo que está trabajando desde que me conoce, pero no se consigue en unas cuantas semanas. Y eso me entristece, porque conmigo ha actuado igual. Ha desconfiado de mí.

Voy a ser muy maleducada. Le doy dos golpecitos en el hombro con la palma abierta, y él se da la vuelta con toda su energía infernal y un mosqueo que casi iguala al mío. Pero digo casi porque yo me siento mucho más irascible, más ofendida como mujer y como su pareja.

 

 

 

Capítulo 4

 

 

 

 

 

—¿Qué haces aquí? —pregunta sorprendido.

—¡Eres un mentiroso! —lo increpo clavándole el índice en el pecho—. ¡¿Cómo tienes la santa cara de decirme que yo te oculto cosas y que te miento cuando tú me has escondido que una de las tentadoras era la jefa de las fans de la ex que te desequilibró?! ¡¿Eh?!

Axel apaga el móvil y se lo guarda en el bolsillo. Esto no se lo esperaba. No se esperaba que yo descubriera el percal.

—¡¿Por qué me has mentido?!

—¿Cómo lo has sabido? —Está muy ofuscado y también se siente muy impotente con todos los acontecimientos.

—Mi hermana os ha grabado —le enseño el móvil de su charla en el jardín secreto de Villa Chicos—. Grabó vuestro encuentro. Se escucha todo.

Axel me quiere arrebatar el móvil de las manos, pero yo se lo impido.

—Ni se te ocurra, Axel. ¿Por qué me has mentido? —insisto.

—Porque no era bueno para ti saberlo. No quiero que nada te recuerde a lo vivido con Vendetta por culpa de Tori. Yo... no quería que ese nombre volviese a salir.

—¡No puedes seguir haciendo eso! —exclamo muy disgustada con él y su necesidad de protegerme—. ¡No puedo borrar que hayas estado con una superestrella deseada por todo el mundo, Axel! ¡Su nombre saldrá en cualquier momento, porque es historia de la música, joder! —pateo el suelo—. En cualquier momento una canción suya sonará, o aparecerá alguien con un tatuaje suyo, o la imitarán en un programa musical... ¡No me puedes proteger ante eso ni me puedes encerrar en una burbuja de cristal! ¡Mira lo que ha pasado! ¡Si hubiese sabido que esa lagarta de Jennifer quería hacerte la vida imposible, me las hubiese arreglado para echarla o para exigirle a Fede la devolución del paquete! ¡Pero ahora ella te ha delatado y nos ha expuesto a los dos, emocionalmente y profesionalmente!

Estoy muy enfadada. Pero estoy aún más preocupada por él, incluso aunque me haya mentido. Estoy preocupada porque esto es algo que afectará mucho a Axel. Y sé que está superando muchas cosas, pero otras no. Y no creo que esté listo para que lo relacionen con alguien tan poco deseable como su padre. No sé cómo va a reaccionar, no sé qué va a hacer ni qué decisiones va a tomar.

—Créeme, que descubriré si ella ha dado el chivatazo, yo mismo me encargaré—Axe! aprieta los puños y me observa con incomodidad—. Pensé que podía mantenerlo bajo control. Sé lo mucho que significa para ti hacer bien tu trabajo, y también sé que estás lidiando con otros miedos y otras cosas... solo quería ahorrarte esta preocupación.

—Lo has hecho por ti. Crees que negando las cosas u omitiéndolas, dejan de existir. Lo has hecho toda la vida. Dar la espalda, huir y no enfrentarte a los problemas... Pero apartar la mirada no soluciona nada. El problema sigue ahí, y toma el control.

Axel aprieta los dientes y los músculos de la mandíbula se le marcan con fiereza. Tiene una actitud hostil, pero también está luchando contra sus propios demonios.

Y lo peor es que, después de decirle que lo sé y que lo he descubierto, no me quedan demasiadas ganas de seguir hostigándole como en realidad se merece. Estamos los dos metidos en esto, y necesitamos un plan.

—Estoy intentando arreglar esto.

—No es tu labor arreglar nada —contesto desolada—. Este programa debería tener sus propios miembros de seguridad, y no los tiene.

—Estoy en ello. Vamos a necesitar protección.

—Nadie nos va a atacar —aclaro con incertidumbre—. ¿Crees que nos van a atacar? ¿Otra vez?

—No. A nosotros no, este es otro tipo de acoso. Van a intentar sabotear el programa, y les va a dar igual a quiénes salpiquen con ello. No es solo Jennifer la hostil —me explica Axel—. Tengo la seguridad de que mi hermano no ha calibrado bien a quién le daba el proyecto del casting de la Isla del Pecado, y ha dejado entrar en casa a los vampiros. Me estoy gastando una pasta en cámaras diminutas que pueda controlar yo desde mi ordenador, porque creo que nos están saboteando desde dentro. Y quiero saber quiénes son, además de Jennifer, y por qué lo están haciendo. Esta filtración a los medios va a traer a paparazzis a Samaná y nos va a complicar muchísimo las labores para que completemos los tiempos de grabación. Quieren echarnos tierra encima. Así que he llamado a Noel y a su equipo.

—¿A Noel? —Pensar en Noel hace que dibuje una sonrisa tonta en mis labios. Ese hombre es tan guapo y tan bueno... y ha sido un gran apoyo para mí en mi relación con Axel—. ¿En serio va a venir?

—Sí. Es a quien he llamado. Mañana por la mañana estará aquí. Y calculo que también estarán aquí los fotógrafos, intentando sacarnos fotos a ti y a mí —se masajea la nuca y me dirige una mirada culpable—. ¿Ves? Vuelvo a traer mierda a tu vida, solo por ser hijo de quien soy.

—Eres una Drama Queen, Axel.

—No soy una Drama Queen. Sé lo que digo, ya lo he visto otras veces.

—Llora las veces que quieras —le increpo—.

¿Quién nos sacó esas fotos en el lugar secreto de nuestra villa? —mi voz sale exigente. No quiero seguir alimentando la culpabilidad y la autoflagelación de este hombre que tanto quiero y que tan nerviosa me pone—. ¿Lo sabes?

Axel niega desencantado.

—No. Pero sé que se hicieron con un dron.

—¿Y eso cómo lo sabes?

—Todas las fotografías contienen metadatos. Las que se toman desde algunos drones profesionales, muestran un diminuto número de serie en la esquina. Son particulares, de cada dron. Noel me ayudará a rastrear ese número y acceder a su geolocalizador. Cuando llegue al dron, llegaré a la persona que ha hecho esto.

Bueno, no me parece tan mala idea, y sé que Noel y él son capaces de conseguir cualquier cosa. Es lo que tiene trabajar en seguridad privada tanto tiempo. Me cruzo de brazos y succiono mis mejillas hacia adentro, como un tic nervioso.

—No podemos trabajar tranquilos nunca, ¿eh? —le lanzo una mirada velada—. ¿Qué hicisteis con Juanjo?

—Está en el calabozo del destacamento de la policía de Arroyo Barril, aquí en Samaná. Fede se está encargando de todo el papeleo burocrático para trasladarlo a España.

—No nos falta de nada, ¿eh? —Reirnos un poco de todo no nos vendrá mal—. Un maltratador, una fan de tu ex un poco sociópata, un chivato, alguien que quiere boicotear las pruebas desmontando nuestras herramientas... ¡qué alegría y qué alboroto! —silbo.

—Hay más. Ayer noche una de las cámaras dejó de funcionar. Y todavía está por ver si alguien ayudó a salir a Juanjo sin que las cámaras lo vieran, o si Juanjo aprovechó la visita inesperada de ese alguien, para tomar la puerta e irse.

—¿Qué visita inesperada? No entiendo nada. Las villas solo son visitadas por mí y por los trabajadores.

—Alguien está facilitando GHB a las dos villas. Y no sé cómo lo hacen, pero sé que es así. Vi comportamientos extraños en la casa de los chicos y de las chicas.

Alzo la mano porque soy esa niña de la escuela que no se enteraba de nada en las clases de química.

—Perdona mi ignorancia, pero ¿qué es GHB? Axel sonríe solo un poquito y los ojos se le dulcifican. Pero es solo un espejismo.

—Es una droga que se usa para desenfrenarte sexualmente. Supongo que quieren convertir a las villas en orgías.

—¿Qué dices?

—Sí.

—Pero ¿cómo lo sabes?

—Genio me entregó una bolsita que habían dejado en el punto ciego de la puerta de salida de la casa. Él la encontró antes y se la guardó para enseñármela.

—¿Y esto cuando fue?

—Ayer noche.

—¿Y ha pasado más veces?

—Esa es la segunda vez que pasa. La primera la sospeché yo por comportamientos un poco extraños con algunos tentadores y concursantes. Sabía que tenían algo, pero desconocía el qué.

—Pero ¿esto qué es? —me muerdo El labio inferior. Parece una casa de Élite con tantas intrigas, drogas y alcohol...

—Estoy investigando a los que se encargaron del casting, quiero llegar al fondo de todo esto y saber a quiénes han traído aquí realmente. Y me quedan pocos días.

Lo miro con tristeza. Estas circunstancias nos toman desprevenidos, pero no poco preparados. Eso es algo que sé que hemos ganado, que tenemos experiencia en todo tipo de conflictos sorpresivos.

Y nada de esto me turba, porque estoy convencida de que Axel lo va a saber llevar. Sin embargo, me preocupa cómo está él.

—¿Tú cómo estás?

—¿Yo? —frunce el ceño—. Bien. Todo tenía que saberse en algún momento, ¿no? —me explica con frialdad—. Hubiera preferido que no fuera aquí y menos ahora, pero, no puedo decidir sobre eso.

—¿Ya sabes cómo vas a actuar ante la prensa?

—Sí. No actuando. No voy a dar declaraciones ni voy a decir nada a ningún paparazzi. Juré que iba a estar alejado de toda esa mierda, y es lo que voy a hacer. No seré el único heredero del que hablen y que no dé juego a los medios. Además, no soy yo quien importa. Eres tú. Quiero que estés tranquila.

—Yo no estoy tranquila, Axel —contesto con sinceridad—. ¿Cómo voy a estar tranquila ahora? Tú vas a estar estresado, la fan número uno de tu ex te acosa y está informando a la prensa sobre quién eres, nos han grabado... casi follando—aclaro disgustada—, ¡casi! ¡Con la cara de monguer que se me pone! ¿Y si tienen esas imágenes completas?

—Tus rizos ocultan tu cara. Nos grabaron desde arriba, y tienes un cuerpo precioso —contesta admirándome disimuladamente—. No hay nada de lo que debas avergonzarte.

—No me vengas con esas —lo reprendo—... Para colmo, a mi hermana y a Eli se les puede ir de las manos esto —No me doy cuenta de que camino de un lado al otro, pero lo hago—. Y no voy ni siquiera a mencionar lo que piensas de mí —alzo la mano para que no me diga nada más—. Y con todo y con eso, aunque todo me supera, no voy a bajarme de este barco. Eso es lo que he venido a decirte. A dejar las cosas claras —me planto frente a él—. Este es mi programa ahora y nada va a evitar que lo termine. Y voy a hacer oídos sordos a lo que diga la prensa rosa sobre ti o sobre mí, porque ahora mismo no tenemos nada. Ademas, estoy tan cabreada contigo y muy decepcionada por mentirme y después por pensar que yo te privaría de algo tuyo como un bebé... —exhalo con abatimiento y lo miro con tristeza—. Solo quiero que me respondas a algo: ¿Ayer noche cortaste conmigo?

Axel recibe las palabras como si le abofeteara. Pero yo no me olvido de lo que me dijo y él tampoco se olvida de lo que le obligó a decirme eso. Es más, todavía lo cree. Y eso me vuelve a herir.

—Muy bien, Axel —es puro sarcasmo y es autoprotector —. No soy Tori. Jamás lo he sido. Si hubiera querido un capullo en mi vida, ya habría plantado un rosal —le digo con lágrimas en los ojos. Siento ira en mi interior. Pero también dolor, por eso lloro.

—¿Soy un capullo? —está tenso.

—Lo eres. Y ahora, puedes irte a tomar por culo. Hoy no hay grabación, pero pienso hacer corralito. No se te ocurra prohibirme nada ni seguirme. Mantén tu TOC a raya, si puedes—le advierto.

—No quiero pelearme contigo. Podemos trabajar juntos, Becca.

—Axel, no me importa lo que me digas ahora —aseguro dándome media vuelta—. Lo que me preocupa es cómo vas a reaccionar tú a todo lo que se te viene encima. Espero que no la cagues tanto como la has fastidiado conmigo. Con nosotros —sorbo por la nariz.

—No llores —me pide. Axel no soporta verme llorar. Como si le importase...

—Vete a la mierda —le digo dándome la vuelta. Lo miro por encima del hombro y me alejaré de él tanto como me permita la isla y el trabajo.

No me puedo creer que me esté pasando esto ahora y que mi relación con el hombre del que estoy tan enamorada haya sufrido un apagón.

Volvería a escuchar El Apagón de Malú. Pero mejor no, que ya me siento suficiente en la mierda.

 

 

 

Capítulo 5

 

 

 

 

 

La vida es una cachonda mental, te pone en bandeja que tú y el amor de tu vida os vayáis con vuestras personas favoritas a un lugar idílico para libraros del estrés, y de repente, aquí estalla la tragedia y lo dejáis.