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Blanca de Rossi es una tragedia teatral en cinco actos de María Rosa Gálvez de Cabrera. Adapta la leyenda italiana de Bianca de'Rossi da Bassano, raptada y violada por el condotiero Ezzelino III da Romano en el siglo XIII, hechos tras los cuales la protagonista se suicida a causa del dolor y el trauma.
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Seitenzahl: 71
Veröffentlichungsjahr: 2021
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María Rosa Gálvez de Cabrera
tragedia en cinco actos
Saga
Blanca de Rossi
Copyright © 1804, 2021 SAGA Egmont
All rights reserved
ISBN: 9788726551754
1st ebook edition
Format: EPUB 3.0
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This work is republished as a historical document. It contains contemporary use of language.
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La acción es en la ciudad del mismo nombre: empieza por la tarde, y acaba al amanecer del día siguiente. Traje del tiempo de las Cruzadas. Todos los actores, a excepción de LEOPOLDO, ALBERTO y las comparsas, llevan la cruz en armas y manto.
El teatro representa gran plaza de Bazano: el telón del foro será de varios edificios con un arco en medio, por cuyo hueco se verá en lontananza una de las puertas de la ciudad incendiada a su tiempo. Templo magnífico a la derecha con entrada practicable: en su inmediación ancianos, mujeres y niños consternados. GENARO en medio de ellos.
GENARO Elevemos a un Dios omnipotente
nuestros humildes ruegos. Si a la patria
no pueden socorrer en su conflicto
el débil sexo, ni la edad cansada,
los clamorosos votos al Eterno 5
imploren en favor de nuestras armas.
¡Oh tristes ciudadanos! ved el fruto
de la guerra civil, de aquella infausta
discordia horrible que vosotros mismos
habéis fijado en la infelice Italia. 10
Eternamente la ambición y el odio
harán nacer el duelo y la desgracia;
y por siempre también los enemigos,
a merced de tan tristes circunstancias,
triunfarán de nosotros. Acciolino, 15
al frente de las huestes de Germanía,
juró nuestro exterminio; ha conquistado
este fértil país, y las murallas
de esta ciudad en vano a sus victorias
oponen el valor, y la constancia, 20
oprimidos del odio y de la guerra,
asolados los campos, destrozadas
las invencibles tropas, ¡ay! en vano
queremos evitar nuestra desgracia.
Dios sólo puede hacerlo: entrad al templo 25
en tanto que la suerte de las armas
fija nuestro destino, y del asalto
sabemos el horror o las ventajas.
(El pueblo entra en el templo.)
GENARO (Solo.)
Todos temen la imagen espantosa
de nuestra esclavitud; ansiosos claman 30
la viuda triste, el huérfano, el anciano
que sus hijos perdió, sus hijos... Blanca,
yo soy padre también, y tu peligro
me llena de terror: virtudes, gracias,
hermosura y valor son tus adornos. 35
¡Oh cuántas veces de mi edad anciana
apoyo fuiste, gloria y alegría!
¡Oh con cuánto placer te vi enlazada
al ilustre Bautista, ese guerrero,
que con su ejemplo y su invencible espada 40
defiende en estos muros nuestras vidas!
¡Ah! si la suerte acaso me prepara
el dolor de perderos, sí en vosotros
llego a ver sepultar mis esperanzas,
¿Para qué padre fui? Pero el estruendo 45
y el tropel pavoroso de las armas
se acerca hacia este sitio.
(Ruido dentro.)
GENARO, BAUTISTA, Guerreros con la espada desnuda.
GENARO ¡Oh Dios! Bautista,
¿Adónde vas?
BAUTISTA A defender la patria,
o perecer con ella.
GENARO ¿Los contrarios
han vencido?
BAUTISTA Jamás; mientras mi espada 50
desnuda brilló, y mi furor la esgrima.
De Acciolino las huestes rechazadas
dos veces, del asalto abandonaron
la inaccesible empresa; avergonzada
la altiva presunción de ese caudillo, 55
viendo que sus esfuerzos se estrellaban
en nuestra valerosa resistencia,
las máquinas previene; a las murallas
acerca los arietes destructores;
yo, dejando las puertas custodiadas, 60
voy a impedir que la invención consiga
lo que el valor no pudo; nuestra saña
destrozará sus máquinas astutas,
y sobre los guerreros, cuya audacia
se atreva a conducirlas, lanzaremos 65
mil géneros de muertes; dardos, lanzas,
fuego de combustión, enormes rocas,
desde los altos muros desplomadas,
sepultarán los barbaros contrarios;
y al pie de nuestros muros su arrogancia, 70
su tesón, y también nuestra victoria,
dejarán con su sangre señalada.
GENARO Todo de ti lo espero: mas mi hija,
tu esposa, ¿dónde esta?
BAUTISTA Mi amada Blanca
cumple con su deber; lidia animosa, 75
infundiendo a las tropas su constancia.
a imitarla volemos compañeros;
este es el día de salvar la patria.
(Se va con los guerreros.)
GENARO Espera... Pero ¡oh Dios! aquellos golpes,
(Golpes lejanos de tarde en tarde, que no impidan
oír la representación.)
que lejanos se escuchan, mi esperanza 80
destruyen con el eco del espanto;
de los arietes son; a las murallas
ya los pudo acercar el enemigo...
tarde llegas, Bautista; tarde tratas
de impedir la ruina. Los cimientos 85
de nuestros edificios, ¡ay! las altas
torres, y la soberbia arquitectura
de mi antiguo palacio contrastada
veré temblar; y en breve a vista mía
el muro combatido por la saña 90
de la guerra feroz, a los impulsos
del rigor cederá: siento exaltadas,
mis abatidas fuerzas por el riesgo.
GENARO, BLANCA armada, Guerreros de Bazano.
GENARO ¡Qué miro! Estos guerreros... ¡ah! mis plantas,
aunque lo impida el peso de los años, 95
los seguirán donde el valor me llama.
Amigos, escuchad; al lado vuestro
conducidme al combate;
(Los comparsas hacen lo que dicen los versos.)
mas la espalda
me volvéis... Sólo tú compadecido
contemplas mi dolor... ¿Te vas?... Aguarda... 100
(A BLANCA, que se detiene, hace un movimientode dolor hacia su padre, y se va con loscomparsas.)
En vano los detengo; de un anciano
el débil brazo, inútil a las armas,
excita su abandono. ¡Oh Dios eterno!
(Se arrodilla en las gradas del templo.)
Ante tu trono mis angustias claman.
En favor de este pueblo desdichado; 105
tu poder lo defienda; el hombre es nada
sin tu auxilio y tú sólo sus esfuerzos
puedes hacer triunfar de la desgracia.
ALBERTO con la espada desnuda, GENARO, que se levanta alverlo.
ALBERTO Infelice Genaro, aquel caudillo,
que a defender el muro se adelanta... 110
GENARO ¿Quién es, Alberto? Di.
ALBERTO No es necesario:
Ya es la ciudad despojo de la rabia
del furioso Acciolino; y nuestros pechos
son la sola defensa de la patria.
Ese ilustre guerrero, que ahora vuela 115
adonde logre eternizar su fama,
el cuidado me encarga de tu vida;
yo vengo a que, encerrado en la sagrada
mansión del templo evites el peligro;
donde nunca Acciolino...
GENARO Alberto, calla. 120
Tu compasión me insulta, y el cuidado
de ese noble guerrero, ¡oh Dios! me infama.
¡Ah! ¿qué importa mi vida, cuando todo
perece en este día? Si humillada
esta ciudad, despojo miserable 125
llega a ser de un tirano, si de Blanca
la suerte ignoro, di, ¿qué habrá en el mundo
que me obligue a vivir?
ALBERTO Esa hija amada.
GENARO Llévame donde está.
ALBERTO No; que pudiera
el riesgo de su padre intimidarla. 130
Si en vano nuestros brazos se opusieren
al furor de las huestes de Germanía,
yo te ofrezco salvar esa heroína
del general peligro; asegurada
la conduciré al templo, y en tus brazos 135
lloraréis juntos la común desgracia.
GENARO Alberto, yo me rindo a tu promesa
y a la necesidad; socorre a Blanca,
y a este anciano infelice compadece,
que no tiene en la tierra otra esperanza. 140
(Se entra en el templo.)
ALBERTO A mi valor ninguna ya le queda:
obstinados perecen con las armas.
en la mano mis fuertes compañeros.
¡Ah! si por mi prudencia se guiaran
no venciera Acciolino con ardides. 145
(Se ven arder las puertas de la ciudad.)
Pero, ¡oh Dios, qué estoy viendo! Sí; las llamas
ya consumen las puertas, que dejaron
por defender el muro descuidadas:
cierta es la desventura; el humo, el fuego
la destrucción anuncian; mas mi espada 150
impedirá...
Se ven caerlas puertas: ACCIOLINO, LEOPOLDO y sus tropasentranpor ellas con las espadas desnudas, ALBERTO.
ACCIOLINO Soldados, ya vencimos
la obstinación, la bárbara constancia
de estos hombres feroces: que la muerte
a ninguno perdone; de mi saña
sufran todo el rigor; ese atrevido 155
será la primer víctima.
(Señalando a ALBERTO.)
ALBERTO Bien cara
os venderé mi vida.
LEOPOLDO (A los comparsas.)
Deteneos.
Acciolino, ¿qué intentas? Tu venganza
en estos infelices habitantes
te cubrirá de oprobio; derramada 160
su sangre, contra ti clamará al cielo;
perdona generoso.