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La delirante es una tragedia teatral de María Rosa Gálvez de Cabrera. Estructurada en cinco actos, aborda el tema del peligro de la rebeldía y la necesidad del control de las pasiones que pueden llevar a la locura en la mujer.
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Seitenzahl: 64
Veröffentlichungsjahr: 2021
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María Rosa Gálvez de Cabrera
Tragedia original en cinco actos
Saga
La delirante
Copyright © 1804, 2021 SAGA Egmont
All rights reserved
ISBN: 9788726551648
1st ebook edition
Format: EPUB 3.0
No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.
This work is republished as a historical document. It contains contemporary use of language.
www.sagaegmont.com
Saga Egmont - a part of Egmont, www.egmont.com
La escena es en Londres en un salón de palacio, donde la Reina recibe las audiencias particulares. Puertas a los lados, mesa con escribanía, y un sillón inmediato. En foro trono con asiento cubierto de cortinas. La acción empieza a las 8 de la noche, y acaba a la misma hora de la mañana siguiente.
LADY PEMBROKE inmediata a la puerta que va al cuarto de la Reina. EL LORD PEMBROKE sale por el lado opuesto sobresaltado.
LORD PEMBROKE ¿Te puedo, amada esposa, sin recelo
hablar en este sitio? ¿No habrá
espías que puedan escucharme?
LADY PEMBROKE
No, Pembroke.
De la reina Isabel hoy se confía
el cuarto a mi cuidado: ella a esta hora, 5
del Támesis undoso en las orillas
divierte su tristeza. Habla, ¿qué es esto?
¿Por qué sobresaltado?...
LORDPEMBROKE Aquí dominan
la ambición, la lisonja; aquí una Reina
adorada se ve, y está perdida, 10
si llegan a escucharnos, la inocencia.
LADY PEMBROKE Pues ¿qué temes, esposo?
LORD PEMBROKE Una desdicha.
La infelice Leonor está en palacio.
LADY PEMBROKE ¿Cómo pudo? ¡Ay de mí!
LORD PEMBROKE La tiranía
de la reina Isabel...
LADY PEMBROKE ¿Ha descubierto 15
que Leonor vive? ¡Oh Dios!
LORD PEMBROKE No, esposa mía;
pero desconfiada o recelosa
de cuanto puede en mí la amistad fina
con el conde de Essex, hoy que a la corte
llegó, sin preceder la orden precisa 20
de la Reina, dejando a los rebeldes
en Irlanda la tregua concedida,
mandó se reconozcan los palacios
de los ilustres Lores que tenían
con él correspondencia, y sus papeles 25
sin dilación se traigan a su vista.
El primero es el nuestro que ha sufrido
el violento rigor de su pesquisa;
y al ver entrar las guardias y el tumulto
del pueblo, que medroso las seguía, 30
Henriqueta, a quien hemos confiado
la guardia de Leonor, se atemoriza;
la cubre con su velo, y presurosa
en tu busca a este alcázar se encamina
trayéndola consigo; yo en tu cuarto 35
me hallé cuando llegó.
LADY PEMBROKE Si conocida
fue Leonor al entrar...
LORD PEMBROKE Nadie parece
que hizo reparo en ella, y escondida
queda en tu habitación. Como Henriqueta
bajo el nombre falaz de Margarita 40
la cuida en su delirio, sin que sepa
quien es la desgraciada, que confía
tu piedad a su celo, no conoce
el riesgo a que la expone su venida.
¡Ah!, si acaso Isabel... Lady, ¿qué haremos? 45
LADY PEMBROKE Disimular prudentes y encubrirla:
modera tu inquietud; hace tres años
que su muerte de todos fue creída;
y el mundo olvida pronto la memoria
de un objeto infeliz. Si no examina 50
la Reina en los papeles que registre
indicios de Leonor, ¿por qué te agitas?
Las cartas que del Conde has recibido
ya las consumió el fuego, y la salida
de este funesto alcázar al instante 55
asegura a Leonor.
LADY PEMBROKE ¡Ah! Yo volvía
a ese fin a las puertas, y hallo en ellas
a su esposo Arlington, que prevenía
por orden de la Reina, que las guardias
se doblen en palacio.
LADY PEMBROKE La improvisa 60
vuelta del Conde alarma los cuidados
de la fiera Isabel; y esto origina
sin duda prevenciones tan extrañas,
pues que Leonor no ha sido conocida.
LORD PEMBROKE En vano, amada esposa, mis temores 65
quieres desvanecer; ella peligra.
Aún antes de nacer, el nombre sólo
de su madre Estuarda la ojeriza
la atrajo de Isabel; por todas partes
de sus fieros rencores perseguida, 70
este mismo palacio fue testigo
de la serie fatal de sus desdichas;
aquí el conde de Essex para su esposa
pidió en vano a Leonor; la tiranía
la arrastró hasta el altar para entregarla 75
del malvado Arlington a la perfidia.
Sacrificada al odio su existencia,
la traición de este infame fue tenida
por obra de Leonor, y en tal estado
su desesperación la conducía 80
al tenebroso seno de la muerte,
si tu alma generosa y compasiva
del horror del sepulcro no arrancase
la victima inocente de la envidia;
y haciendo de la tumba una muralla 85
contra sus enemigos, fue su vida
libre por tus cuidados. Ni su esposo
ni la Reina sospechan que respira;
pero ¿cómo podremos por más tiempo
mantener el secreto, ni encubrirla, 90
si bajo el mismo techo que habitamos
su implacable rival también habita?
LADY PEMBROKE Pues el conde de Essex llegará en breve;
sabiendo que Leonor aquí peligra,
libertará a lo menos su inocencia 95
del yugo que forjó la tiranía.
Feliz ella mil veces si pudiera
de la calma gozar; pero perdida
la luz de la razón, su entendimiento
desconoce el. placer, y aún a sí misma. 100
LORD PEMBROKE Ese Mísero estado en que se encuentra,
que precaver no puede su ruina,
aumenta mi recelo. Estos lugares
renuevan su dolor; enfurecida
nombra a Isabel; te llama, y Henriqueta 105
no puede en sus extremos impedirla.
LADY PEMBROKE Pronto logrará verme; con la noche
mi servicio a la Reina se termina:
el tiempo vuela, esposo; y pocas horas
me faltan de asistencia tan prolija. 110
LORD PEMBROKE Yo esperé a Isabel; sabrá las quejas
que contra su rigor la lealtad mía
tan justamente tiene: atropellada
mi mansión, mi nobleza así ofendida...
De mis labios sabrá...
LADY PEMBROKE No, amado esposo, 115
provoques su furor; si desconfía
de tu correspondencia, verá en ella
que iguala nuestro honor a su injusticia.
Serena de Leonor los desvaríos;
que a tu lado quizá su fantasía 120
no agitará el delirio; y yo entre tanto,
si puedo hablar al Conde, la noticia
le daré del estado en que su amante
vive por sus desgracias sumergida;
sabiendo de mi labio este infortunio, 125
menos será su pena, y más tranquila
quedaré, si un asilo le previene,
donde acaben en paz sus tristes días.
El cielo solamente, cara esposa,
Puede recompensar tu alma benigna. 130
¡Ah!, como tus piedades de mi pecho
aumentando la llama, a idolatría
llega mi fiel pasión.
(Tomándola la mano.)
LADY PEMBROKE Rumor escucho;
(Ruido: LADY mirando adentro a las damas.)
Las damas a este sitio se avecinan
la Reina vuelve: disimula esposo. 135
LORD PEMBROKE Siento que aquí me encuentre.
DICHOS, ISABEL y damas.
ISABEL (Aparte al salir mirando a LADY y a su esposo.)
¡Oh cuánto humilla
mi vanidad la imagen venturosa
de una fe conyugal correspondida!
Retiraos (A las damas.) Pembroke.
(Se va con LADY.)
haz que al instante
Arlington se presente aquí a mi vista. 140
(Se va LORD PEMBROKE.)
ISABEL (Sola sentada junto a la mesa.)
¿De qué sirve a mi afecto un alma grande
y un corazón sensible, que respira
sólo el placer de amar, cuando en mi pecho
celos, rencores y furor se abrigan?
¡Oh sombra de Norfolk! ¿De qué me acusas? 145
Tu, a quien mi amor un tiempo prefería,