Florinda - María Rosa Gálvez de Cabrera - E-Book

Beschreibung

Florinda es un texto teatral de María Rosa Gálvez de Cabrera. En él, siguiendo las andanzas trágicas de su protagonista en una historia amorosa malograda, apreciamos el radical feminismo temprano de su autora.

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Seitenzahl: 52

Veröffentlichungsjahr: 2021

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María Rosa Gálvez de Cabrera

Florinda

tragedia en tres actos

Saga

Florinda

 

Copyright © 1804, 2021 SAGA Egmont

 

All rights reserved

 

ISBN: 9788726551679

 

1st ebook edition

Format: EPUB 3.0

 

No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.

This work is republished as a historical document. It contains contemporary use of language.

 

www.sagaegmont.com

Saga Egmont - a part of Egmont, www.egmont.com

Personajes

RODRIGO, hija de María Estuarda.FLORINDA. PELAYO, primo de Rodrigo.TULGA, tío de Florinda.EGERICO, parcial del Obispo Opas, y confidente de Rodrigo.EL CONDE JULIÁN, padre de Florinda.TARIF, General moro conquistador de España.COMPARSAS DE GODOS con Rodrigo y Pelayo. De MOROS con Tarif y el Conde Julián.

La escena es en Andalucía a orillas del río Guadalete. La acción empieza al amanecer, y concluye a media noche.

 

Decoración de campo: devastado por la guerra, donde están los puestos avanzados de los Godos. De trecho en trecho se verán las centinelas de estos, armados unos con lanzas y otros con espadas. Cerca del proscenio se verán hogueras que van a extinguirse. Junto a una de ellas está TULGA y algunos soldados.

Acto I

Escena I

TULGA. Guerreros.

 

TULGA Respiramos al fin, ilustres Godos;

el alba alumbra, y dentro de sus tiendas

se esconde avergonzado el Africano.

Siete veces del sol la luz primera

nos encontró formados en batalla, 5

y sin descanso la tenaz defensa

de nuestra madre España, siete veces

iluminó con su tenaz carrera.

Hoy no se atreve el bárbaro enemigo

a volver al combate; su fiereza 10

cedió a nuestro valor desesperado.

¡Ah! Si hemos satisfecho las ofensas

que hicimos a un Dios justo, si el delito

de Rodrigo perdona su clemencia,

y expía nuestras culpas la victoria, 15

que tanta sangre y tantas vidas cuesta;

sirva al común desastre de consuelo

la inmortal gloria que a los Godos queda

de libertar a España; y si algún día

el labrador, rompiendo de esta tierra 20

el seno bienhechor halla los restos

de los que fueron ya por defenderla,

lleno de gratitud, bañado en llanto,

bendecirá su nombre hasta en la huesa.

Escena II

DICHOS. PELAYO.

 

PELAYO Tulga, abrazad a vuestro fiel amigo, 25

que vuelve vencedor de la soberbia

del Sarraceno.

TULGA ¡Oh Dios! Noble Pelayo,

héroe de España, dime ¿cuál empresa

consiguió tu valor?

PELAYO Que Tarif tiemble,

del nombre Godo dentro de sus tiendas. 30

Escucha: En las tinieblas silenciosas

de la pasada noche, a sus trincheras

llegué con mil soldados escogidos,

que aún la terrible muerte no amedrenta.

Observo el campamento, y advirtiendo 35

que en él el sueño y el silencio reinan,

animo a mis soldados, y a sus golpes

expiran las contrarias centinelas;

salto los fosos; rápido extermino

a cuantos alarmados se despiertan, 40

y osados se me oponen: el estruendo

con estrago feroz la llama aumenta,

pues el campo incendiado por mis tropas

era un globo de fuego: el aire pueblan

dolientes alaridos: en tumulto 45

corren los Africanos y acrecienta

el confuso desorden su destrozo:

mis soldados destruyen con fiereza

los bárbaros Alarbes, y dejando

poblada de cadáveres la tierra, 50

cansados de matar nos retiramos;

quedando entre las huestes agarenas

la espantosa memoria de esta noche

para su confusión y su vergüenza.

TULGA Siempre mi corazón por tus hazañas 55

esperaba, Pelayo, que tuviera

libertad nuestra patria; pero dime,

¿mi sobrina Florinda, esa belleza,

causa de nuestro daño, que ha seguido

con su padre las huestes sarracenas, 60

ha perecido acaso en el estrago

de esta noche de horror? ¡Ah cuánto anhela

mi corazón su muerte! Sí; su sangre

sólo puede lavar de mi nobleza

la mancha que mi honor ha mancillado 65

por la infame pasión y por afrenta

con que sacio Rodrigo su apetito.

¡Oh con cuánto placer, mi brazo hubiera

inmolado a Florinda, y mi deshonra

con mi venganza terminara en ella! 70

PELAYO Ignoro su destino.

TULGA ¡Infeliz Tulga,

aún vives sin honor!

PELAYO (Aparte.)

Callar es fuerza

temiendo su rigor, que esta Florinda

dentro del campamento prisionera 75

en mi Real pabellón. (A él.) Inútilmente

te abates, Tulga; tu dolor modera.

TULGA ¿Cómo puedo? Un traidor cubre de oprobio

el nombre Godo por vengar su afrenta,

y destroza millares de inocentes, 80

sin que el culpable castigado sea

PELAYO Pues qué ¿contra su Rey puede ninguno

satisfacer la personal ofensa

de Florinda? Si tú...

TULGA Pese a mis años;

pese a mi honor y a la lealtad, que fuerza 85

a tolerar su agravio al hombre ilustre;

porque del Rey abajo si otro fuera

el ofensor... ¡Inútiles furores!

Florinda es mi sobrina, y pues la guerra

su fatal deshonor trajo a mi patria, 90

yo sabré perecer por defenderla.

Yo sabré perecer por defenderla.

PELAYO Admiro tu valor y tu heroísmo.

(Mirando adentro.)

Yo parto a ver al Rey, pues que se acerca

Egerico, y sin duda mi tardanza 95

culpará ya Rodrigo: en paz te queda.

 

(Vase.)

 

TULGA Vuelva al pecho el dolor que me devora

Egerico... ¡qué odiosa es su presencia

a mis ojos! Las tropas del Obispo

Opas dirige! cauto en esta guerra; 100

yo de la lealtad dudo de un Prelado,

Hermano de Witiza, que debiera

no abandonar el templo del Eterno

en la aflicción... pero Egerico llega.

Escena III

TULGA. EGERICO y Godos.

 

EGERICO ¿Tulga, qué hacéis? Alborozado el campo 105

con ecos de placer el viento puebla.

Los valientes guerreros Españoles,

Al aire tremolando sus banderas,

repiten, viva nuestro Rey Rodrigo;

y cuando celebrar el triunfo ordena, 110

y al lado de Pelayo entre el aplauso

al regocijo general se presta,

¿vos faltáis de su lado?

TULGA Sí; vos mismo

el ejemplo me dais; vuestra presencia,

en tanto que yo animo a estos soldados 115

cansados de lidiar, más útil fuera

al lado de Rodrigo.

EGERICO ¿Por qué, Tulga?

TULGA Porque vuestra privanza os da licencia

para advertir al Rey, que no es el triunfo

seguro ni completo: no pelean 120

los Africanos hoy, pero no huyeron;

¿querrán acaso abandonar la empresa?

EGERICO No, Tulga; a la conquista de la España

están resueltos; conseguirla espera