El califa de Bagdad - María Rosa Gálvez de Cabrera - E-Book

El califa de Bagdad E-Book

María Rosa Gálvez de Cabrera

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Beschreibung

El califa de Bagdad es un texto para zarzuela de la autora María Rosa Gálvez de Cabrera, definida por su misma autora como una "ópera cómica en un acto" y que gira en torno a enredos amorosos en un entorno oriental.

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Seitenzahl: 37

Veröffentlichungsjahr: 2022

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María Rosa Gálvez de Cabrera

El califa de Bagdad

ÓPERA CÓMICA EN UN ACTO.

Saga

El califa de Bagdad

 

Copyright © 1804, 2021 SAGA Egmont

 

All rights reserved

 

ISBN: 9788726551716

 

1st ebook edition

Format: EPUB 3.0

 

No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.

This work is republished as a historical document. It contains contemporary use of language.

 

www.sagaegmont.com

Saga Egmont - a part of Egmont, www.egmont.com

ACTORES.

Isaun, Califa de Bagdad, Señor Bernardo Gil.

 

Lemaida, viuda, Señora Joaquina Briones.

 

Zetulbe, su hija, Señora Laurrana Correa.

 

Yemaldin, sobrino de Lemayda, Señor Juan Carretero.

 

Kesia, criada de Lemaida, Señora Manuela Correa.

 

El Cadi, Señor Miguel Garrido.

 

Un Juez, Señor Vicente Camas.

 

Coro De Musicos.

La Scena es en Bagdad.

El teatro representa el interior de un aposento. En el lado izquierdo habrá una ventana que cae á la calle; y mas léjos una puerta que conduce á otra habitacion. A la derecha hay otra ventana, y mas allá una puerta por la que se baxa al jardin: otra puerta en el fondo por la que se sale de la casa. La habitacion y quanto encierra deberá ser muy sencillo.

ACTO ÚNICO.

SCENA PRIMERA.

DUO.

Zetulbé y Kesia, que salen del aposento inmediato.

 

Kesia. Descúbrase vm. á mí.

Zet. No me atrevo...

Kesia. ¡Niñerías!

Hable vm.

Zet. No puedo, no.

Kesia. ¿Por qué?

Zet. ¿Quieres que te diga

que tengo amor?... no me atrevo.

Kesia. Vm. el secreto publíca á su pesar.

Zet. ¡Justo cielo!

¡Qué imprudencia! Con que, amiga,

me has arrancado el secreto.

Kesia. Le ha descubierto vm. misma.

¿Y ese objeto que vm. ama

ha nacido en este clima?

Zet. Yo de eso no me he informado.

Kesia. ¿Tiene destino por dicha?

Zet. Creo que no.

Kesia. ¿Tiene bienes?

Zet. Tambien lo ignoro á fé mia.

Kesia. ¿Quál es su nombre?

Zet. No puedo

decírtele todavía.

Kesia. ¿Y le ama vm.?

Zet. Muy de veras.

No me chancéo, no amiga:

su nombre y todo lo ignoro.

Ya sabes que soy sencilla,

y que no gasto misterios

contigo. Estás instruída

en este asunto, y ahora

te ruego que no lo digas.

Kesia. ¡Sin saber su nombre amarle!

es cosa extraña. Tranquila

viva vm., que yo el secreto

no descubriré en mi vida.

Despues de las señas que acaba vm. de darme,

no falta mas que me diga, cómo fué el conocer á su amante.

Zet. Tienes razon, y voy á sacarte al momento de dudas. Hace dos meses que volviendo yo de pasco, acompañada de la que nos servia ántes que tú vinieses á casa, nos asaltó cerca de la plaza una tropa de esos Arabes del desierto, que vienen casi todas las noches á robar en la ciudad: al espanto me tenia fuera de mí, quando de repente se presenta un jóven desconocido, y arrojándose á los malvados que me rodeaban, los dispersa, llega á mí, me mira, arroja un suspiro, y yo me pongo á huir precipitadamente. Amiga mia, te confieso que aquel suspiro y aquellas miradas introduxéron en mi corazon una inquietud, una conmocion que al principio atribuí al agradecimiento, pero despues conocí que era efecto del amor.

Kesia. ¿Ha dado vm. parte de esa aventura á su madre?

Zet. Sí; pero ya sabes que sus contínuas desgracias la hacen desconfiar de todo: y así es que á pesar de lo mucho que la he recomendado mi libertador, aun está creyendo que segun su trage y el aparecimiento repentino en aquel terrible momento, era tambien del número de los salteadores. Dice además, que á no ser por mi pronta fuga, hubiera caído en sus manos despues de haber escapado de las de los otros. Pero oxalá, Kesia, oxalá le hubiese visto mi madre, que así haría de él otro juicio mejor, y no me hubiera tratado de loca esta mañana quando la hablaba de este hombre generoso.

Kesia. ¿Y le ha vuelto vm. á ver desde aquel dia?

Zet.