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Imágenes y documentos ratifican las cualidades de uno de los hijos más queridos de Cuba; es por ese motivo, que si con la lectura de Camilo en el Frente Norte se acrecienta el amor por quienes dejaron un legado y una tierra libre, René Batista Moreno y su hijo Alejandro, sentirán una satisfacción infinita.
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Seitenzahl: 124
Veröffentlichungsjahr: 2022
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Cuidado de la edición: Tte. Cor. Ana Dayamín Montero Díaz
Edición: Hildelisa Díaz Gil
Diseño de cubierta: Sarai Rodríguez Liranza
Diseño interior: Claudia Gorrita Martínez
Realización: Claudia Gorrita Martínez
y Sarai Rodríguez Liranza
Corrección: Catalina Díaz Martínez
Fotos: Cortesía de los autores
© René Batista Moreno y Alejandro Batista López, 2020
© Sobre la presente edición:
Casa Editorial Verde Olivo, 2022
ISBN: 9789592244559
El contenido de la presente obra fue valorado
por la Oficina de Historia de las FAR.
Todos los derechos reservados. Esta publicación
no puede ser reproducida, ni en todo ni en parte,
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Casa Editorial Verde Olivo
Avenida de Independencia y San Pedro
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Plaza de la Revolución, La Habana
volivo@unicom.co.cu
El comandante guerrillero permanece vigilante en el Complejo Histórico que lleva su nombre.
A la memoria de don Ramón y
doña Emilia, padres del héroe.
Desde noviembre de 1967 formé parte del equipo de investigaciones históricas de la Comisión de Orientación Revolucionaria (COR), del Partido Comunista de Cuba (PCC) en Caibarién, actual provincia de Villa Clara.
La encomienda consistió en una pesquisa que recogiera, sino todos, la mayoría de los sucesos de la última etapa de la Guerra de Liberación Nacional en el Frente Norte de Las Villas, desde las actividades realizadas por los primeros grupos de alzados, la llegada de la columna invasora Antonio Maceo a las entonces tierras villareñas hasta la toma de la fortaleza militar de Yaguajay.
Este trabajo resultó provechoso, pues gracias a él conocí a combatientes de la lucha guerrillera, diversas operaciones militares y los rasgos más acentuados de la personalidad del comandante Camilo Cienfuegos Gorriarán.
Durante cada encuentro salieron a relucir innumerables hechos que caracterizaron al hombre simpático, cariñoso, burlón, valiente, audaz, de amplia sonrisa y sombrero alón que siempre lo acompañó. Un símbolo, un ideal, una personalidad con valores suficientes para ser imitado.
Tres años más tarde terminé parte de la búsqueda. Ya había recopilado un rico anecdotario sobre Camilo en el Frente Norte, título que decidí para este libro. Su elaboración me llevó a volver repetidas veces al escenario donde el jefe rebelde desarrolló sus acciones y a establecer contacto con muchos compañeros y compañeras con el propósito de precisar fecha y lugar del suceso, ya que mi intención era presentar las anécdotas en orden cronológico, tal como aparecen en estas páginas. Igualmente, desde un principio concebí designar a cada una de ellas con una frase dicha por Camilo, así como legitimar el nombre del entrevistado.
Lograr que el lector se identificara con cada historia y ofrecer de manera más pormenorizada los acontecimientos que materializaron la victoria de las armas rebeldes en esa zona, a finales de 1958, constituyó otro de mis objetivos. Algunas fueron tomadas de diferentes publicaciones y llevadas a la estructura de este texto.
Aproximadamente cien fotografías, documentos y testimonios forman esta obra. Más que una recopilación, es una antología donde se resalta la figura del Héroe de Yaguajay en toda su extensión, al caracterizar su ideología, su lucha y su cubanía.
René Batista Moreno
René Batista Moreno al partir hacia otra dimensión, dejó a su hijo Alejandro, más que una fortuna material, lo que muchos quisieran disfrutar: sensibilidad, emociones, inteligencia, apego a la cultura de su terruño y empeño por no dejar morir las tradiciones patrias.
Es por ello que a más de sesenta años de la desaparición física del Héroe de Yaguajay, este libro, muy bien custodiado por la familia desde hace algún tiempo, no podía permanecer en el anonimato, lo cual se agradece. Las fotografías, insertadas en el texto, no siempre trasmiten la exactitud del momento, sino que en ocasiones recrean una imagen más actualizada, después del triunfo del Primero de Enero, donde se muestra al mismo ser humano que fue Camilo, siempre al lado de su pueblo.
Para satisfacer el deseo del padre, el joven cubano propone a través de una nueva mirada este anecdotario, con el propósito de homenajear a uno de los protagonistas más queridos de la historia de Cuba.
Que estas cuartillas se transformen en las flores perfumadas que cada octubre le llevamos al mar a Camilo Cienfuegos y que lo hacen revivir entre la espuma de la olas.
Entrar en Las Villas no fue fácil. Los caminos estaban infectados de soldados de la tiranía y trataban por todos los medios de impedir nuestro cruce. Además, un ciclón azotaba la región.
Bajo el agua y las ráfagas, burlando siempre las emboscadas enemigas, pudimos acampar en una zona que le decían Gangalito. Nos informaban que el río Jatibonico, nuestro objetivo, estaba muy crecido. Entonces, como tampoco podíamos continuar en ese sitio por lo peligroso que era, Camilo decidió situarse en un lugar más lejano. Partimos rumbo a Cuevas de los Indios, donde permanecimos dos días.
Cuando emprendimos la marcha para atravesar el cauce, eran tan fuertes los vientos que muchos nos caímos. Resultaba imposible caminar; pero,agarrados unos a otros por los fusiles, cintos, mochilas, llegamos al Jatibonico, al tramo que le dicen Boquerón o Boquerones. Allí se tiró una soga. El primero en la fila fue quien la llevó al otro lado, arriesgando su vida, y comenzamos la travesía. La corriente era tan fuerte que quedamos prendidos de la soga. Me dio la impresión de que éramos ropa tendida en un cordel en una tarde de abundante ventolera.
El comandante invasor fue el segundo en cruzar; cuando lo hizo se tiró al suelo y besó la tierra, mientras gritó emocionado:
—¡Al fin Las Villas!
Luis Manso Moreno,
Boquerones, martes 7 de octubre de 1958.
Plano del campamento de Jobo Rosado. Asesores: Félix Torres González y Ramón de la O Sarmiento. Dibujo: Giraldo Fernández.
La Columna No. 2 Antonio Maceo llegó al campamento entre dos luces. Yo salí a recibirla, venía muy organizada y le pregunté a uno que, por lo que me habían contado, se parecía al comandante rebelde:
—¿Usted es Camilo?
—Camilo viene en el centro.
Indagué con otro que podía ser el jefe de los invasores:
—¿Usted es Camilo?
—Camilo viene atrás.
Ya casi al entrar la columna a la instalación, insistí con otro compañero y me respondió que iba delante.
Me di cuenta de que Camilo se protegía y lo protegían sus hombres, que las medidas de seguridad, pese al débil estado físico en que se encontraban, funcionaban bien.
Cuando Tomás Cortés Santos me lo presentó, me dio la mano sonriente y dijo:
—Camilo viene en el centro.
Felix Torrez González,
Jobo Rosado, miércoles 8 de octubre de 1958.
Desde el primer encuentro hubo respeto y amistad entre Camilo y Félix Torres. Yaguajay, después del triunfo revolucionario. Foto tomada por: Rafael Ruiz.
Félix Torres tuvo conocimiento de que el comandante guerrillero arribaría a la provincia por nuestra zona. Ordenó crear cinco comisiones para establecer los contactos necesarios. Yo dirigí una formada por los hermanos Roberto y Lidier Martínez, Adelino Díaz y Fermín Alzola. Y esa noche partimos rumbo a Las Llanadas.
A las cuatro de la tarde nos tropezamos con un carbonero y al interrogarlo si había visto la columna, nos dijo que no había visto a nadie ni sabía nada.
Me encaramé en un árbol y como a dos kilómetros divisé un humo que salía recto, señal de que estaba encendido un fogón.
—Muchachos —grité—, dimos con ellos, ahí están.
Al oír esto, el carbonero habló:
—Miren, yo pensé que ustedes estaban cambia’os, y por eso mentí; pero allí hay una fuerza rebelde.
Los encontramos preparando comida. Estaban en la finca de Atilano González, en la loma de Pedro Julio. Me identifiqué como uno de los subordinados del comandante Félix Torres. Después de haber explicado algunas cosas, me preguntó en qué tiempo estaríamos en el campamento del destacamento Máximo Gómez.
—Si salimos ahora y caminamos rápido, llegaremos al amanecer —le expresé.
Él mandó partir.
Recuerdo que paramos en la casa de Perfecto Nieto y Elena Cabrera; allí le ofrecieron café a la tropa. El Nene López se sentó al lado de Camilo y recostó la cabeza sobre su hombro. Enseguida se durmió en esa posición.
—Mis hombres están cansados, han pasado mucho —me explicó. Pude percatarme de la identificación y el cariño que había entre ellos.
Con los claros del día llegamos. Fue un encuentro muy hermoso y simbólico. A Félix y a Camilo los presenté, este último dijo:
—De modo que usted es el comandante de este territorio.
—No, todos mis hombres y yo somos ahora soldados del comandante Camilo Cienfuegos.
Él sonrió, y estrechándolo en un fuerte abrazo, le argumentó:
—¡Usted es el comandante Félix Torres, y seguirá como jefe de la zona! Además, reconozco los grados de sus subordinados.
Tomás Cortés Santos,
Jobo Rosado, miércoles 8 de octubre de 1958.
Los compañeros del Movimiento 26 de Julio de Iguará me informaron que Camilo había llegado a Jobo Rosado con su columna invasora y que debía llevarle un mensaje.
Me eché la pistola arriba, porque yo siempre decía que la gente de Batista nunca me agarraría vivo. Salí de madrugada a pie. Llegué casi al anochecer, pues todo aquello estaba repleto de guardias.
Cuando me presenté en la casa de Mongo de la O y su esposa Onelia, expresó que el comandante se encontraba en la vivienda de Ramiro Díaz, y así fue. Estaba sentado en un taburete y, acostados en el suelo, algunos de sus oficiales.
Saludé, pregunté por Camilo y uno respondió:
—Yo soy Camilo, ¿qué usted desea, joven?
—Soy miembro del Movimiento 26 de Julio de Iguará y le traigo un...
No pude terminar de hablar, porque uno de ellos se acercó y me dijo:
—¡Dame la pistola que traes ahí!
Camilo se levantó del asiento, lo hizo con una rapidez increíble y le ordenó:
—Déjale la pistola al muchacho, él puede utilizarla tanto como tú que eres capitán invasor.
Juan Martínez Díaz,
Jobo Rosado, jueves 9 de octubre de 1958.
Miembros de la columna invasora Antonio Maceo.
Como a las nueve de la noche, en la sala de mi casa, Camilo y varios de sus compañeros se reunieron para hacerle un informe al Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, sobre los hechos ocurridos durante la invasión.
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