Clandestina - Dominique Aury - E-Book

Clandestina E-Book

Dominique Aury

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Beschreibung

Pauline Réage fue el pseudónimo con el que Dominique Aury firmó una de las novelas más famosas del s. XX, pseudónimo a su vez de Anne Desclos tal como indicaba su partida de nacimiento… Tras estos nombres se esconde una figura reservada y singular, imprescindible en el panorama literario del pasado siglo en Francia: escritora, editora, traductora, secretaria de la Nouvelle Revue Française, única mujer en el comité de lectura de la editorial Gallimard durante veinticinco años, autora de Histoire d'O y jurado de importantes premios literarios. Dominique Aury fue una mujer que mantuvo siempre una posición discreta, que ella quiso suya porque así, decía, podía disfrutar de una enorme libertad: las palabras ocultas, la utilización de pseudónimos, los testimonios contradictorios… Esta larga conversación con ella, y a petición suya, no se hizo pública en Francia hasta después de su fallecimiento. Así, este es el libro de una vocación literaria pura, de una vida entre libros, consagrada a ellos, y dedicada a la literatura.

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Dominique Aury

Clandestina

Escritora, traductora, mujer

ENTREVISTAS CON NICOLE GRENIER

PRÓLOGO Y TRADUCCIÓN DE Gabriela Torregrosa

Esta obra ha recibido una ayuda a la edición del Ministerio de Cultura y Deporte.

Título original: Dominique Aury, Vocation: clandestine

© Editions Gallimard, Paris, 1999

© Del prólogo y la traducción, Gabriela Torregrosa, 2022

© Foto página 2, AGIP / Bridgeman Images

© De esta edición, Trama editorial, 2022

Zurbano, 71,

28010 Madrid

Tel.: 91 702 41 54

[email protected]

www.tramaeditorial.es

isbn: 978-84-18941-95-5

Prohibida su venta en América Latina.

Índice

‘Never explain, never complain’

Gabriela Torregrosa

CLANDESTINA

Notas

Navegación estructural

Cubierta

Portada

Créditos

‘Never explain, never complain’

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Colofón

Notas

NEVER EXPLAIN, NEVER COMPLAIN LA APASIONANTE VIDA DE DOMINIQUE AURY

«Regarder sa part d’obscurité avec lucidité, en l’assumant avec bienveillance, cela permet de la conserver en soi plutôt que de l’imposer aux autres».

Pauline Réage par Richard Malka: Le secret de la liberté

‘historia de o’: 40 años de misterio

En 1954, el muy desprejuiciado editor francés Jean-Jacques Pauvert1 publica uno de los títulos más emblemáticos de su catálogo, la novela que llevaba toda una vida esperando: Histoire d’O, un libro que va a conmocionar a la sociedad francesa de su tiempo. La denuncia presentada ante la Comisión del Libro de la Brigada Antivicio dice así:

[E]ste libro pretende describir las aventuras de una mujer joven que, por complacer a su amante, se somete a todos los caprichos eróticos y a todas las sevicias.

Considerando que este libro, violenta y conscientemente inmoral, donde las escena de libertinaje con dos o varios personajes alternan con escenas de crueldad sexual, contiene un germen detestable y condenable, y que por lo mismo ofende a las buenas costumbres.

No llegó a celebrarse un juicio, pero se impusieron a la obra las tres prohibiciones de rigor: venta a menores, exhibición y publicidad, por atentar contra las buenas costumbres. Pura cosmética. El libro circula al principio en pequeños círculos, de manera casi clandestina, crítica y lectores lo reciben con cierta (impostada) indiferencia. Un año más tarde, sin embargo, la novela recibe el prestigioso Premio Deux Magots y se desata el escándalo, ya no hay vuelta atrás. Desde entonces se han impreso más de un millón de ejemplares de este clásico de la literatura erótica, ha sido traducido a decenas de idiomas, adaptado al cine y a novela gráfica, y nunca ha dejado de reeditarse y venderse. «O nos meten en la cárcel, o acabamos en formato de bolsillo», dijo la autora a su amante. Afortunadamente, fue lo segundo.

La novela, publicada con pseudónimo, la firma una misteriosa Pauline Réage, ¡una mujer! Albert Camus se niega a creérselo. ¿Cómo?, ¿aquel infecto artefacto literario obra de una mujer? ¡Imposible! «Creo que la idea de que se tratara de una mujer provocó el rechazo de muchas personas. La novedad sorprendente y profundamente impactante, que el libro más escandaloso tuviera como autora a una mujer, sin duda tuvo una importancia primordial», reflexiona Pauvert en sus memorias2. El prólogo iba firmado por Jean Paulhan, intelectual de prestigio e histórico director de la Nouvelle Revue Française, de ahí que durante años muchos le atribuyesen la autoría del libro; sin duda, aquel texto incendiario que lo prologaba, «Le bonheur dans le esclavage» («La felicidad en la esclavitud»), tuvo mucho que ver en todo aquel escándalo.

Enseguida, Pauvert y Paulhan fueron convocados a la Brigada Antivicio. Pauvert, que como editor de las obras completas de Sade ya tiene algo de experiencia en esto, se ampara tras el secreto profesional: la señora Réage se niega a revelar su identidad y él ha firmado un contrato. Mientras que Jean Paulhan, que la considera una obra maestra del género, juega al despiste insistiendo en su decencia y misticismo. Durante años se suceden los insultos, las amenazas y las diligencias judiciales sin que llegue a saberse, más allá de los círculos intelectuales, que no acaban de dar crédito, la identidad de la autora de O.

La misma Pauline Réage firma en 1969 Retour à Roissy (Regreso a Roissy), un último capítulo de Historia de O, su secuela, no publicado en 1954 y que supone una especie de mise à mort morale de su protagonista, su degradación inexorable. Si Retour à Roissy aporta más bien poco desde el punto de vista literario, sí resulta elocuente el texto introductorio, «Une fille amoureuse», un texto conmovedor donde Réage se explica sobre la génesis de la novela:

Une fille amoureuse dit un jour à l’homme qu’elle aimait: moi aussi je pourrais écrire de ces histoires qui vous plaisent…3

Histoire d’O es el resultado literario de este reto que ella lanza a su amante: escribir un texto erótico a su gusto, una fantasía erótica a su medida, para mantener su atención, versión sicalíptica de Sheherezade… Además de una larga carta de amor, dirá años más tarde la autora. Así que cada noche, en la oscuridad de su cuarto, en la cama, a lápiz, va escribiendo los capítulos que componen Histoire d’O, sin tachaduras, sin vacilaciones, para entregárselos al día siguiente a su amante, que, maravillado y un punto incrédulo, siempre pide más. Desde ese momento y ya para siempre él es el destinatario único de estas fantasías de sumisión. Y después de una noche entera escribiendo, «había que levantarse, lavarse, vestirse, peinarse, recuperar la armadura estricta, la sonrisa de todos los días, el dulce gesto de costumbre».

Esta breve crónica de Historia de O se cierra en 1975, cuando sale a la luz O m’a dit, una entrevista de la editora y escritora de literatura erótica Régine Deforges a Pauline Réage; aunque, más que entrevista, podríamos hablar de conversación íntima entre dos mujeres que se confiesan sobre sus fantasías, sus amores, sus filias y sus fobias sexuales. En ella se percibe una voluntad recíproca de acercarse, de entender sus trayectorias vitales. Réage/Aury, desde la posición de más edad y una independencia de espíritu que en determinado momento parece chocar y admirar a una Deforges más joven pero nada inocente (¿o sí?) y que, a diferencia de Aury, no se esconde tras el anonimato, una postura valiente y también más arriesgada. Sin duda, un referente de la reivindicación de la libertad sexual de las mujeres.

la monja de las letras

Habrá que esperar al uno de agosto de 1994, cuarenta años después de la publicación de la novela erótica más famosa del siglo xx (chúpate esa, Sombras de Grey), para conocer la identidad de la mujer que se esconde detrás de Pauline Réage. Durante todos estos años, la autoría de O ha seguido siendo un misterio, a pesar de los rumores, a pesar de los problemas legales, a pesar de la visita que hace la policía a la casa donde la autora vive con sus padres y su hijo Philippe. Aquel primero de agosto el periodista John de St. Jorre publica en The New Yorker un artículo, «The unmasking of O», donde da cuenta de su encuentro con Dominique Aury, quien al fin reconoce abiertamente la autoría de la obra. Tiene 86 años. Aunque ella no lo sepa, le quedan cuatro años de vida, la gente a la que un día amó y quiso proteger hace tiempo que ha desaparecido. No tiene nada que perder. Así que se expresa desde la distancia de los años, desde el desapego… Y una cierta forma de coquetería muy suya, una forma de seducción irresistible que practica con hombres y mujeres indistintamente.

¿Pero quién era Dominique Aury? Quizá habría que empezar diciendo que Dominique Aury no era en realidad Dominique Aury, sino Anne Cécile Desclos (1907-1998), tal como figura en su partida de nacimiento. En la correspondencia que intercambia con sus amigos más íntimos o amantes (Thierry Maulnier, Maurice Blanchot o Jean Paulhan…), estos se dirigen a ella cariñosamente como Annette, aunque en el mundo editorial siempre haya sido Dominique Aury, un pseudónimo que elige cuando empieza sus colaboraciones en prensa para no comprometer a su familia. «Dominique» por ser un nombre epiceno y «Aury» por el nombre de soltera de su madre: Angèle Louise Anne Auricoste. Y es una intelectual y mujer de letras moderna e independiente, secretaria de dirección de la Nouvelle Revue Française, único miembro femenino del comité de lectura de la editorial Gallimard durante veinticinco años, escritora, antóloga, madre, hija, resistente, editora, traductora, amiga y colaboradora de grandes nombres del panorama literario y editorial francés de la época, entre otros, André Gide, Maurice Blanchot, Jean Paulhan, Gaston Gallimard…

¿Y qué tiene que ver Pauline Réage con Dominique Aury? «Une fille amoureuse» afirma categórica: «Si je n’ai rien d’elle, elle a tout de moi»4. Pauline Réage viene a ser la expresión literaria de su parte de sombra, y Histoire d’O una larga carta de amor a la persona amada, no está de más repetirlo. Una expresión de devoción absoluta a su amante, Jean Paulhan, veintitrés años mayor que ella, un intelectual comprometido que le abre las puertas del mundo editorial y que permanecerá a su lado –robándole tiempo al tiempo, en una complicidad que tiene mucho que ver con los libros– los veinte años que le quedan de vida. Dice en «Une fille amoureuse»:

Les livres étaient leur seule entière liberté, leur commune patrie, leurs vrais voyages; ils habitaient ensemble les livres qu’ils amaient comme d’autres une demeure de famille5.

Dominique Aury fue sin duda mucho más que la autora de Histoire d’O, aunque siempre haya que pagar un peaje a O y a Réage para llegar hasta ella. Si esta identidad literaria llegó a pesarle es algo que nunca sabremos. Lo que sí es probable es que la publicación de este relato erótico con el que obsequió a su amante no fuese más que una concesión, una más, a Paulhan, una cuyas consecuencias la perseguirían hasta el final de sus días. Pues sin duda no debió de colocarla en una situación fácil, no siempre, en los círculos intelectuales en los que ella se movía. Como dice A. Pieyre de Mandiargues en el postfacio de Regreso a Roissy: «Nada está menos de moda en 1954 que la historia de O». Comoquiera que sea, es probable que estas cadenas también las asumiese gustosa. Por Paulhan. A fin de cuentas, O nos habla de Dominique, dice de ella, sí, pero no todo, quizá no lo más importante.

En 1988, Dominique Aury concedió una entrevista a la televisión francesa, una entrevista que no llegó a emitirse pero cuya transcripción se publica en 1999, en la colección L’Infini de la editorial Gallimard, un año después de su fallecimiento. Este es el libro que el lector tiene entre las manos. Una larga entrevista que repasa los aspectos más relevantes de su trayectoria vital –y donde ya reconoce, sin reconocerlo, ser la autora de Histoire d’O. En este sentido, Clandestina. Escritora, traductora, mujer tiene el mérito de ofrecernos una imagen de la mujer de letras más ajustada a la realidad, devuelve «el fenómeno de O» a su justa dimensión, impidiendo que Pauline Réage fagocite despiadadamente a Dominique Aury. Es una cuestión de justicia. Clandestina. Escritora, traductora, mujer es el libro de una vocación literaria pura, de una vida entre libros, consagrada a ellos, dedicada a la literatura, y donde destaca por encima de todo la figura luminosa de Jean Paulhan, su gran amor. Desde una posición discreta («effacée» es la palabra que aparece recurrente en entrevistas y otros textos), que ella quiso suya, porque desde ahí podía disfrutar de una enorme libertad sin hacer daño a los suyos: «Never complain, never explain», recuerda que le decía su padre. Y puede que este permanecer en un segundo plano, algo tan poco habitual en un mundo tan aficionado al platillo y el autobombo, no siempre haya sido bien interpretado, pues en cierta medida la desdibuja y desdora, tanto o más si cabe que la autoría de O. ¿Por qué si no el mote de «la nonne des lettres» (la monja de las letras) si era una mujer apasionada e intensa, a pesar de sus problemas de salud, del psicópata de su exmarido, de una madre fría como un témpano, de su hijo Philippe, de psique tan frágil…? ¿Si amó todo lo que pudo, todo lo que quiso…? ¿Si fue una mujer independiente, moderna? Y aún. Nunca dio explicaciones a nadie, ni las pidió a los demás.

En este sentido, Clandestina. Escritora, traductora, mujer es un retrato forzosamente parcial, que se centra en la actividad intelectual de la editora dejando de lado otras muchas facetas de su personalidad (solo al final se plantea la inevitable pregunta sobre la autoría de Histoire d’O). Y una vez más, Aury se coloca en un segundo plano y deja brillar a su amante, Jean Paulhan, presentándonos un retrato de él éclatant a fuerza de adoración; y con él el de una época interesantísima de la edición francesa, de la que fue mucho más que testigo privilegiado… Clandestina. Escritora, traductora, mujer nos habla de su infancia, de las lecturas prohibidas, de Proust, de sus estudios ingleses, de sus amistades, de la resistencia, de la depuración de escritores tras la Ocupación alemana, de Drieu, del comité de lectura de Gallimard, la Nouvelle Revue Française… ¿Y lo que no se cuenta? Poco se dice, por ejemplo, de Thierry Maulnier, periodista de extrema derecha, su primer amante tras el temprano fracaso de su matrimonio, con quien se inicia en la escritura y que demasiadas veces se llevaría el crédito por la labor editorial en la que ella se había dejado las pestañas (la historia volvería a repetirse con Paulhan). Nada se dice tampoco de sus amantes femeninas: de las novelistas Edith Thomas o Janine Aeply, que se enamoraron desesperadamente de ella y le escribieron cartas enardecidas recriminándole su frialdad e indiferencia. ¿Monja de las letras? ¿Eminencia gris? Pas le moins du monde! Quizá Dominique tenga la clave de un equívoco que ella se pasó la vida alimentando: