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Del Apóstol de Cuba fue tomado el título para este libro, Como las raíces de los pueblos… Familia Sánchez-Manduley. Sus páginas recorren el quehacer patriótico revolucionario del doctor Manuel Sánchez Silveira y sus ocho hijos. De él aprendieron —Silvia Acacia, Graciela María, Manuel Enrique, Celia Esther, Flavia Elba, Griselda Modesta, Orlando Silvio y Acacia Norma— a amar a Cuba y su historia, al hombre humilde y sincero. Cada uno, desde su altura, fue consecuente con ese amor. De la época en que vivieron, sobre todo, de los años de la guerra de liberación nacional son numerosos los actos suyos a favor de las causas justas y la independencia definitiva de Cuba.
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Seitenzahl: 169
Veröffentlichungsjahr: 2024
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Edición y corrección: Olivia Diago Izquierdo
Diseño de portada e interior: José Ramón Lozano Fundora
Fotos: Cortesía del autor
Realización: José Ramón Lozano Fundora
© José Manuel Sánchez del Campo Sánchez, 2020
© Sobre la presente edición:
Oficina de Asuntos Históricos de la Presidencia de la República de Cuba, 2021
Unhic, 2021
ISBN: 9789597260332
Oficina de Publicaciones de la Presidencia de la República de Cuba,
Calle 8 No. 210, e/ Línea y 11, Vedado, La Habana, Cuba. C. P. 10400
Teléfonos: (537) 836 8846/836 5234
Correo electrónico: [email protected]
Palabras del autor
G
A través de las páginas de este libro me he propuesto demostrar la importancia de la familia en la formación de valores humanos, patrióticos y solidarios. Al tratarse de Celia, parto de mi abuelo, cuya estirpe revolucionaria trascendió a sus hijos y de estos a sus nietos, al trasmitir sus enseñanzas con la fuerza de su propio ejemplo.
Cuentan que, desde edades muy tempranas, les hablaba sobre la historia de Cuba, de los próceres de la independencia y de las luchas mambisas. Igual hacía con el resultado de sus investigaciones históricas. Su labor como médico rural, las vivencias alrededor del paciente y de la vida de las familias campesinas, así como la falta de atención de los gobiernos que las sometían a la extrema pobreza, también eran temas de conversación con sus pequeños.
En un encuentrocon la periodista norteamericana Nancy Stout, autora de un libro sobre Celia que publicó en Estados Unidos, luego de siete años de recopilar información sobre la familia, comprobé que desconocía algunos aspectos sobre la contribución a la lucha insurreccional de los hermanos y cuñados de mi tía, como fue el hecho de las dos hermanas que pertenecieron a la Columna No. 1 en la Sierra Maestra. Esa falta de información, que no es sola de la periodista, me motivó a escribir sobre la familia Sánchez-Manduley, un tronco fuerte y de muchas ramas que hicieron frondoso el árbol.
Autor
Son las familias como las raíces de los pueblos;
y quien funda una, y da a la patria
hijos útiles, tiene, al caer
en el último sueño de la tierra,
derecho a que se recuerde su nombre
con respeto y cariño.*
* José Martí Pérez: «Justo pésame», periódico Patria, Nueva York, 21 de febrero de 1894, Obras Completas, tomo 28, p. 317.
Manuel Sánchez SilveiraComo mambisa su estirpe
G
Manuel es mi abuelo materno. Nació en Manzanillo el 22 de septiembre de 1886. Inició los estudios en su ciudad natal. Una vez que estuvo listo para la enseñanza superior, se trasladó a la capital, y en la Universidad de La Habana se graduó en el año 1906 de doctor en Cirugía Dental. Comenzó a ejercer como dentista particular en la provincia de Matanzas, mientras continuó los estudios hasta obtener el título de doctor en Medicina. Para entonces corría 1911 y era un joven de veinticinco años.
Pasados dos años creó la familia Sánchez-Manduley al contraer matrimonio con Acacia Manduley Alsina, también manzanillera. Fundaron su hogar en el central Isabel en Media Luna, donde nacieron sus nueve hijos —una niña falleció a los catorce meses—. Por este orden crecieron: Silvia Acacia, Graciela María, Manuel Enrique, Celia Esther, Flavia Elba, Griselda Modesta, Orlando Silvio y Acacia Norma.
Tenía solo veinte días de nacida la menor al morir mi abuela el 19 de diciembrede1926, en la ciudad de Manzanillo.
A los dos meses regresó la familia a Media Luna. Irene, mi bisabuela materna, y su hija Gloria, que nunca se casó para ayudar a la crianza de sus sobrinos, se entregaron a ellos. Grandes todos, la tía Gloria regresó a vivir a Manzanillo con su hermana Amanda. Luego de esta fallecer residió en La Habana, primero con Acacia y después con Griselda.
Mi abuelo no se volvió a casar. Pienso que no repitió nupcias por su forma de ser, los principios de la época, en definitiva, para que otra figura femenina no suplantara a la madre de sus críos.
Fue conocido como defensor de los campesinos y trabajadores de Media Luna y, posteriormente de Pilón, en ambos pueblos ejerció como médico sin horario ni exigencias económicas al atender a los desposeídos. Su hermano Miguel quiso abrir un negocio en Media Luna y le recomendó que fuera una farmacia cerca de su consultorio. Así lo hizo y cada vez que Manuel atendía a un enfermo sin dinero para adquirir las medicinas, lo mandaba al establecimiento de su hermano. «Dígale que lo manda el médico del central». Al año la farmacia quebró.
Siempre al lado de los pobres y humildes, defendía y apoyaba fundamentalmente a los obreros y cortadores de caña, cuyos jornales eran ínfimos y solo durante los tres o cuatro meses de zafra azucarera. Por su prestigio lo invitaban a las actividades sociales, a veces como padrino de bodas y otras de bautizos.
De mi mamá, recuerdo historias que lo ubican en posiciones antagónicas con respecto a los mandatarios de la época. Durante los años 1933 y 1934 mientras sucedieron los gobiernos de Céspedes,1 la Pentarquía2 y el de Grau San Martín, muchos cubanos sufrieron desilusión; papá y su hermano Juan fueron dos de ellos.
1 Carlos Manuel de Céspedes y Quesada quien fue presidente de la República de Cuba desde 13-8-1933 al 4-9-1933.
2 Gobierno formado por cinco personas: Ramón Grau San Martín, Sergio Morera Carbó, Porfirio Franca Álvarez de la Campa, José Miguel Irisarri Gamio y Guillermo Portela Moller 5-9-1933 al 10-9-1933.
Cuando empezaron a conspirar, a finales de 1933, por orden desde La Habana de Mario García Menocal,3 se alzaron con un grupo de Manzanillo y Niquero, en la Sierra Maestra, en un sitio llamado La Angulema. Para este alzamiento, mamá y algunos amigos se pasaron la noche llenando cartuchos de perdigones con un aparato que les prestaron. Al enterarse el ejército de Batista,4 llegó la contraorden; ella y Héctor Llopis Manduley fueron los encargados de llevar la comunicación al lomerío. Envueltos en capas para que los guardias a la salida del pueblo no los reconocieran, arribaron al lugar. Ya allí había gente mandada por Guiteras,5 que era ministro de Gobernación. En ese grupo se encontraban Felo Condis y Mariano Bofill, amigos de mi abuelo.
3 Mario García Menocal había sido presidente de la República de Cuba del 20-5-1913 al 20-5-1921.
4 Fulgencio Batista Zaldívar, jefe del Ejército en el gobierno del presidente Ramón Grau San Martín; presidente de la República del 10-10-1940 al 10-10 1944 y mediante un golpe de Estado fue presidente del 10-3-1952 al 1-1-1959, etapa de la más sangrienta dictadura militar.
5 Antonio Guiteras Holmes, revolucionario cubano, fue ministro de Gobernación en el Gobierno de los Cien Días presidido por Ramón Grau San Martín.
A finales de 1934, uniformados del régimen de Batista se presentaron en la casa, la registraron y se llevaron a mi abuelo preso para el cuartel Moncada, la segunda fortaleza más grande del país, ubicada en Santiago de Cuba. Como por esos días hubo fuego en el cuartel, mi mamá salió para Santiago. Allí supo que lo habían trasladado para la cárcel de Boniato. Más tarde lo pusieron en libertad.
La campaña política a favor del autenticismo que mi abuelo abrazó con fervor revolucionario dejó maltrecha a la familia no solo en el plano político, también en su economía. La lucha de los auténticos en contra de la primera etapa de Batista en el poder había sido muy intensa, especialmente en Media Luna, Niquero y Pilón, encabezada por mi abuelo, que de nuevo quedó decepcionado por la corrupción de sus políticos.
Debido a desacuerdos con el dueño del central, dados sus principios y posición política, tuvo que mudarse de Media Luna para Pilón. Su lucha por el bien de los cubanos contra gobiernos y políticos corruptos, conocida por sus adversarios, fue razón de los arrestos en varios momentos sin que le hicieran callar sus profundas convicciones y acusaciones sobre el trabajo difícil del campesino, el analfabetismo, la desnutrición, las precarias condiciones higiénico-sanitarias, las epidemias y la falta de escuelas, una situación que se extendía más allá de los centrales azucareros, muy propia de los campos de Cuba.
«Y de las ciudades también…» Han pasado los años y no olvido la imagen triste que tuve delante siendo pequeño aún. Yo vivía en Santiago de Cuba con mis padres, tocaron a la puerta y mamá me pidió que abriera. Era la horade almuerzo. Afuera, una señora con dos niños, uno de ellos en brazos y al otro con mucha dificultad lo sujetaba por la mano junto con una lata de chorizos que intentaba alcanzarme, al tiempo que me decía: «Pregúntale a la señora si puede darme las sobras para comer los tres». Esa miseria recorría a toda Cuba.
Estos problemas eran motivos de conversación durante las tertulias nocturnas de mi abuelo y sus amigos allá en Pilón, en uno de los extremos del portal donde, además, oían la BBC de Londres, comentaban las noticias y, sin importarles que a las diez el central interrumpía el fluido eléctrico, se mantenían hasta cerca de la medianoche. Del otro lado, mis tías y sus amistades se reunían para compartir temas diversos de su interés.
La casa era de madera, levantada del suelo, típica de los centrales azucareros. El ala izquierda, desde el portal hasta la segunda habitación, se utilizaba como consultorio; en la primera estaba el sillón de dentista y en la segunda se realizaban los análisis. El resto era vivienda de la familia. Aún me parece ver al abuelo vestido con su bata de médico.
De mis días de vacaciones en Pilón —yo vivía con mis padres en Santiago de Cuba— atesoro recuerdos infantiles, entre muchos, el reloj de sol en el jardín, la casita de madera entre las ramas de un algarrobo donde jugábamos los primos; la mata de mango filipino al fondo, cuyas ramas topaban el piso de lajas y ofrecían, además de una deliciosa sombra, mucha privacidad: mango-bar le decían a ese espacio de juegos y fiestas familiares. Con el tiempo supe que también fue sitio de contacto de los revolucionarios.
Al final, en la parte de atrás de la vivienda, estaban el establo, un gallinero y las cochiqueras que junto con el jardín eran atendidas por un haitiano de nombre Cliber, a quien la familia adoraba. También había un potrero y el campo de aviación.
De vacaciones, Julio César, el hijo de Griselda, el mayor de todos los primos, y Aníbal, un muchacho que trabajaba en la casa, nos llevaban a los menores a cazar con tirapiedras, a pescar en el muelle, al campamento que tenían en un marabuzal donde nos enseñaban a fumar. Aníbal Bazánmás tarde fue mensajero en la Sierra Maestra y terminó la guerra de liberación con grado de primer teniente.
Allí viví días muy felices, en Santiago sentía la añoranza de volver, contaba las semanas para la próxima visita, como la vez que el abuelo me mandó a decir que tenía un regalo para mí: un caballo con montura y todos sus arreos. Mi más preciado obsequio de niño lo recibí de él.
Nunca dejó de sorprendernos, era un hombre polifacético, le gustaba tanto la Medicina como la Espeleología. Siempre nos hablaba de la vida, de la naturaleza y de acontecimientos nacionales. Tenía dos colecciones fascinantes de mariposas y caracoles silvestres, allí todo estaba clasificado. Era un hombre de una paciencia admirable. Nos enseñó a atrapar las mariposas con un jamo confeccionado por él mismo; a recoger caracoles y a proteger la vegetación del patio; muy divertido resultaba matar las bibijaguas porque explotábamos sus nidos con carburo y así estos insectos no dañaban las plantas.
Por mi mamá supe que, aunque conocido como médico, además de ser dentista, arqueólogo y espeleólogo, era un apasionado historiador. Él determinó el lugar exacto donde mataron a Carlos Manuel de Céspedes,fueel primero en colocarle allí una tarja al patriota. La pasión por la historia del país lo condujo en 1927 a San Lorenzo para visitar el sitio donde cayó Céspedes; lo acompañó Jesús Pavón, ayudante del patriota, y donde nace el río Contramaestre colocó una tarja que decía: «Aquí cayó el Padre de la Patria».6 Todavía se encontraban los horcones de la casa donde vivió, y se preocupó por mandar uno de esos puntales al Museo Bacardí de Santiago de Cuba.
6 Carlos Manuel de Céspedes y del Castillo, primer cubano que le dio la libertad a los esclavos.
En el año 1946, la editorial El Arte publicó el discurso que Sánchez Silveira pronunciara en el Club de Leones de Manzanillo, ocasión en que abogó por la construcción de un parque nacional donde se hallaban las ruinas del ingenio Demajagua, para perpetuar la memoria de Céspedes y de todos los cubanos caídos por la independencia.7
7 La idea del doctor Sánchez Silveira quedó materializada el 10 de octubre de 1968.
Con el mismo interés de que el pueblo reconociera a sus próceres, con suma emoción se desempeñó en la colocación del busto de José Martí en la cima del pico Turquino, la mayor altura de Cuba. De esta misión en el año de su centenario, costeada por la Asociación de Antiguos Alumnos del Seminario Martiano de La Universidad de La Habana, se convirtió en el alma del proyecto al asumir la dirección técnica. Con relación a Antonio Maceo8 mandó a esculpir dos medallones: uno con su esfinge y el otro con la ruta de la invasión de oriente a occidente para ubicarlos en una esquina de Media Luna y darles nombre a esas calles. Según él, una se llamaría General Antonio Maceo y la otra Avenida de la Invasión.
8 Antonio Maceo Grajales, mayor general de las guerras de independencia que llevó la invasión de oriente a occidente, ejecutor de la protesta de Baraguá. Murió en combate el 7 de diciembre 1896 en San Pedro, antigua provincia de La Habana, actual provincia de Artemisa.
Una vez fundado el Partidodel Pueblo Cubano (Ortodoxos) por Eduardo Chibás Rivas —después de que este rompiera con el autenticismo— Manuel le manifestó su apoyo. La cartaportadora de este mensaje fue publicada por el periódico Juventud Rebelde el 9 de mayo de 2002.
Ensenada de Mora, mayo 19 de 1947
Dr. Eduardo R. Chibás
Senador de la República
Habana
Estimado amigo y compañero auténtico:
En esta fecha, símbolo de nuestro calendario patriótico, he decido abandonar las sillas auténticas para ser uno más del grupo ortodoxo que usted preside con su civismo y valentía de costumbre. Fui de los primeros que me lancé por estas tierras orientales predicando como un mesías la buena nueva, que había surgido un hombre capaz de hacer tangible en un gobierno cubano las prédicas e ideales del Maestro, que un día como hoy cayera inmolado en los campos de Dos Ríos. Nuestra política la convertimos en un sacerdocio tal por el credo, que determinaron al pueblo de Cuba vaciarse en las urnas electorales en consecución de una Cuba mejor llevando como al salvador, al Dr. Grau San Martín.
La única forma de demostrarle al pueblo que los hombres que formamos al partido de la revolución, no los engañamos, es haciendo constancia de que denunciamos a tiempo y constantemente el incumplimiento del poder ejecutivo de nuestra Plataforma Política y que conociendo el absurdo de su obstinación, lo honrado ante la opinión defraudada, es el abandono de las filas; pero enarbolando la misma bandera y credo, demostrando que no estamos contaminados, ni somos responsables de esa pérfida a las masas populares.
Quien tiene el honor de dirigirse a usted es un viejo político, entendido por viejo mi edad, y por político, mi intervención en la cosa pública como deber ciudadano, nunca he tenido puesto electivo, ni público. Tengo la desdicha de que cada vez que mi partido ocupó el poder, fui el primero en abandonarlo y combatirlo, porque nunca un gobierno cubano, para mal de la patria, cumplió ni aproximadamente su plataforma de gobierno. Como usted tengo el honor de ser protestante y perseguido desde la prórroga de Machado,9 abecedario cuando las células secretas, nacionalista con Mendieta10 y contra Mendieta cuando por obra de Batista fue presidente. Fui de los fundadores del autenticismo en Oriente y candidato a la Constituyente,11 abandonando la política activa cuando por fin llegamos a la meta de ver al Dr. Grau presidente, objetivo primordial de mi campaña política. Ya mucho antes que usted, perdí la fe en el mito presidencial, ya yo la tenía perdida con un nuevo dolor en el alma por la desilusión de nuestro pueblo. Rogamos que no se haya perdido la fe y pueda creer en una nueva reconstrucción. Confío en sí en nuestra juventud auténtica tan valiente, que siguen el grupo impoluto que usted preside. Esos pinos nuevos, confianza del Maestro para el porvenir de la patria, no pueden fallar en la intensa lucha que se avecina, ni doblegarse a la dádiva gubernamental.
9 Gerardo Machado y Morales, presidente de la República de Cuba del 20-5-1925 al 12-8-1933.
10 Carlos Mendieta Montefur, presidente de la República de Cuba del 18-1-1934 al 11-12-1935.
11 Constituyente, es un organismo de representantes colegiados que tienen como función redactar la nueva Constitución.
La lucha pasada por el autenticismo me costó el destierro a este apartado lugar de la Maestra. En la nueva, aunque me lleve a vivir a las faldas del mismo Turquino, que desde aquí veo, me tiene en la misma línea de lucha para una Cuba mejor. Fiadores de mi conocimiento, nuestros amigos, los Ochoa y Galano.
Con mi mayor aprecio y consideración, affmo. amigo y correligionario,
Dr. Manuel Sánchez Silveira.
Atraída por las locuciones de Eduardo Chibás a través de la radio, mi tía Celia quiso informarle las injusticias, corrupciones y sucesos políticamente escandalosos en la zona de Media Luna, Pilón y Niquero. Cuando él tuvo interés en conocerla descubrió que era hija de uno de los fundadores del autenticismo en la provincia de Oriente. Lo supo por el encuentro con mi tía Flavia en la casa de Teresa Lamadrid Díaz, Teruca, su vecina de la calle Reina, esquina a Belascoaín, donde se hospedaba mientras estudiaba en la Universidad de La Habana la carrera de Odontología. Ese día el líder ortodoxo supo que las Sánchez eran hijas de Manuel.
Mi abuelo junto con mi tía Celia trabajaron arduamente para crear en Pilón una filial del Partido Ortodoxo, que en muy poco tiempo reunió a más de setecientos afiliados, influyó de manera decisiva el prestigio del padre y el poder persuasivo de la muchacha.
Chibás se había propuesto alcanzar la presidencia de Cuba mediante las elecciones. Comenzó así su campaña política. En mayo de 1948 visitó nuestra casa en Pilón para desde allí realizar mítines en toda la zona, los cuales fueron organizados por Celia y miembros del partido. En Pilón, donde tuvo un éxito rotundo, su auditorio quedó entusiasmado y muy motivado con su alocución. Luego la comitiva partió hacia Media Luna; en la casa de mi tío Manuel Enrique, de Quique como le decíamos, se levantó una tribuna y, junto con Chibás, estaban mi abuelo, Celia, y otros familiares suyos.
Pese a todo, no ganó las elecciones de 1948, fue superado por Carlos Prío Socarrás,12 postulado por el Partido Auténtico; pero continuó su lucha contra la corrupción gubernamental desde su condición de senador de la República, en el mismo espacio radial desde donde se sintió su último aldabonazo antes del disparo que once días después le provocó la muerte.13 Por esos días de agosto de 1951, el abuelo y mi tía se encontraban en La Habana, se mantuvieron pendientes de su salud hasta su fallecimiento.
12 Carlos Prío Socarrás, presidente de la República de Cuba 10-10-48 al 10-3-1952.
13 Ante la vergüenza por no poder mostrar las pruebas de la corrupción que denunciaba, se dio un tiro en una alocución radial. Falleció el 16 de agosto de 1951.