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El presente libro se basa, por un lado, en nuestras experiencias personales durante diecisiete y diecinueve años de membresía como Hermanas en la Hermandad Evangélica de María en Darmstadt; y por el otro lado en nuestra tesis de maestría, que hemos realizado como trabajo conjunto, entregándola en lengua alemán en la Universidad de Helsinki en el año 1995. La investigación representa un análisis profundo de la teología y la práctica de piedad de las Hermanas de María. El objetivo de este libro, escrito para el público más amplio, es prestar ayuda para la formación de su opinión propia sobre la Hermandad de María, que tiene muchos amigos dentro y fuera de Alemania, y que también recibe jóvenes. El libro describe cómo nosotras llegamos a la comunidad de las Hermanas de María, lo que experimentamos allí y lo que, en parte, sufrimos, y qué llevó a la desvinculación interior y a retirarnos de la Hermandad. Nuestros respectivos aportes son caracterizados al principio de los capítulos con (RL) por Riitta Lemmetyinen y con (MJ) por Marianne Jansson.
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Seitenzahl: 304
Veröffentlichungsjahr: 2022
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Marianne Jansson y Riitta Lemmetyinen
Cuando los muros caen
Dos Hermanas de María descubren la libertad del Evangelio
Traducción: Sigrid Woelke Regehr
Revisión: Juan Carlos Martinez
Portada: Endrik Silva
Diagramación: Kelly de Britto Pilarski
Copyright © 1997 Marianne Jansson y Riitta Lemmetyinen
Título original en alemán: Wenn Mauern Fallen.
1ª edición en español © 2022 Editora Evangélica Esperança. Traducido al portugués, inglés, alemán, finlandés, sueco, noruego y danés.
Datos Internacionales de Catalogación en Publicación (CIP)
Sueli Costa CRB-8/5213
Jansson, Marianne
Cuando los muros caen: Dos Hermanas de María descubren la libertad del Evangelio / Marianne Jansson, Riitta Lemmetyinen ; traducción: Sigrid Woelke Regehr. -- 1.ed. -- Curitiba, PR BRAZIL: Editora Evangélica Esperança, 2022.
ISBN 978-65-87285-87-0
1. Mujeres - vida cristiana. 2. Experiencia religiosa. 3. Cristiandad. I. Lemmetyinen, Riitta. II. Regehr, Sigrid Woelke. III. Título.
CDD-248.2
Índices para catálogo sistemático:
1. Vida cristiana : Mujeres 248.2
Citas bíblicas em las versiones: Reina-Valera 1960 (RVR1960), Nueva Biblia de las Américas (NBLA) y Nueva Versión Internacional (NVI). Em algunos casos traducción directamente del original em alemán.
Todos los derechos reservados.Prohibida la reproducción total y parcial sin permiso de los editores.
Editora Evangélica Esperança
Rua Aviador Vicente Wolski, 353
CEP 82510-420 - Curitiba - PR
Fone: +55 (41) 3022-3390
www.editoraesperanca.com.br
Contenido
Prólogo
Regresando al mundoLa forma en que comenzó todoLa Comunión de LuzLas raíces de la Comunión de LuzTiempos de juicioCastigoEl amor místicoAscetismoAmor al prójimoUna carta de mucho pesoUn cumpleaños¿Sufre Dios en la actualidad?Toma tu cruzPentecostésLos dones de graciaEl camino de Jesús – nuestro caminoLa conmociónPoder notarial en blancoLa obedienciaEntrenamiento del “Grupo Élite”Visiones de futuro“Acciones José”El ideal de sacrificarA NoruegaServicios en FinlandiaUna filial nuevaEl comentario de la Carta a los GálatasPor salirNuestra querida madre...El viaje a DarmstadtNuevamente de civilConsecuenciasEstudioLos ex se encuentran¿Por qué y para qué todo eso?Prólogo
El presente libro se basa, por un lado, en nuestras experiencias personales durante diecisiete y diecinueve años de membresía como Hermanas en la Hermandad Evangélica de María en Darmstadt; y por el otro lado en nuestra tesis de maestría, que hemos realizado como trabajo conjunto, entregándola en lengua alemán en la Universidad de Helsinki en el año 1995. La investigación representa un análisis profundo de la teología y la práctica de piedad de las Hermanas de María.
El objetivo de este libro, escrito para el público más amplio, es prestar ayuda para la formación de su opinión propia sobre la Hermandad de María, que tiene muchos amigos dentro y fuera de Alemania, y que también recibe jóvenes.
El libro describe cómo nosotras llegamos a la comunidad de las Hermanas de María, lo que experimentamos allí y lo que, en parte, sufrimos, y qué llevó a la desvinculación interior y a retirarnos de la Hermandad. Nuestros respectivos aportes son caracterizados al principio de los capítulos con (RL) por Riitta Lemmetyinen y con (MJ) por Marianne Jansson. Además de nosotras, participaron otros dos ex miembros de la orden, cada uno con un capítulo: Jeannie Dobney (JD), la ex Hermana de María Parma, de Australia, quien se retiró en 1990 después de catorce años de membresía. Ella escribe sobre la “obediencia”. Peter Andersen (PA) de Canadá aporta un informe sobre las “Acciones de José”. Como Hermano Masseo, él pertenecía a la “Hermandad Francisco de Canaán”, asociada a la Hermandad de María. Peter Andersen abandonó la orden en 1984, después de diecisiete años de membresía.
Entretejidas en las descripciones personales se encuentran las doctrinas básicas de las Hermanas de María, especialmente de la fundadora M. Basilea Schlink. Aquí se debe señalar que es necesario distinguir entre las publicaciones de la Madre Basilea y un gran número de presentaciones orales, que posteriormente fueron transcritas de grabaciones. Los discursos orales contienen la predicación de la superiora a las Hermanas de María. Todos los miembros de la comunidad, también los que trabajan fuera de Alemania, regularmente reciben estas transcripciones para su instrucción. Los miembros de la Hermandad no deben compartir dichas transcripciones con terceros, sino que son caracterizadas con el término “Clausura”, representando un tipo de doctrina secreta.
Tanto la tesis científica, como también este libro de fácil comprensión, se basan esencialmente en estas doctrinas especiales. Las fuentes aquí citadas también están documentadas en la tesis de licenciatura, juntamente con otros textos. Citas de las transcripciones van acompañadas con la fecha respectiva de la presentación. Solamente la persona que conoce estas predicaciones doctrinales internas realmente puede hacerse una idea de conceptos y prácticas de la Hermandad de María. Para todos los lectores que desean tratar en detalle con la Hermandad de María, les señalamos por eso nuestro estudio científico bajo el título “Existencia Cristiana entre Evangelio y Legalismo. Presentación y Evaluación de Doctrina y Vida de la ‘Hermandad Evangélica de María’ en Darmstadt.” Este documento fue publicado por la “Editorial Peter Lang”, en Frankfurt.
Puede que el empleo de transcripciones no publicadas de reuniones de la Hermandad requiera de una justificación. Al igual que las transcripciones en general, también los reportes de las experiencias, que la Madre Basilea tuvo con Dios, y los mensajes carismáticos de la orden, pretenden ser doctrina de salvación y de moldear la forma de pensar de las Hermanas. De ahí que en este caso no se trata de experiencias privadas, que puedan evadir un análisis y una evaluación. Ya que el evangelio tiene por contenido la revelación detallada de Dios dirigida al mundo entero, no debería ser discutible que la doctrina de una institución evangélica deba corresponder a la dimensión pública del evangelio.
Después de una amplia experiencia y reflexión al respecto, llegamos a la convicción, que doctrina y práctica de esta orden representan una recaída no bíblica al tiempo del catolicismo anterior a la Reforma. El mensaje liberador del evangelio, como fue redescubierto en la Reforma de Martín Lutero, es oscurecido de manera alarmante. A esto se añaden profecías e ideas no bíblicas y fantasiosas sobre el fin de los tiempos y el rol que las Hermanas de María tendrán en dicho tiempo, que lastimosamente llevan a comportamientos insensatos en la Hermandad. Por esta razón, invitamos a todas las lectoras y lectores, a formarse su propio criterio sobre la base de documentos y fuentes aquí presentadas, al igual que de la mano de las Sagradas Escrituras.
Además del debate sobre doctrina y vida de la Hermandad de María, sobre todo nos importa demostrar lo que significa una vida basada en la gracia y el evangelio. Que de esta manera la buena nueva de Jesucristo llegue a brillar, entre otros para muchos afectados y heridos en su conciencia, es nuestra esperanza y nuestra oración, lo cual unimos a la publicación de este libro.
Marianne Jansson
Riitta Lemmetyinen
1
Regresando al mundo
(RL)
Lentamente se abre el portón negro. Se mueve eléctricamente. Una Hermana de María se encuentra detrás de las persianas de la portería e impulsa el botón. Repentinamente el camino a la calle está libre. Ahora debemos pasar.
Detrás del portón paramos un momento. Incontables veces hemos entrado y salido por este portal. En el caso de una despedida para el servicio exterior, siempre había allí hermanas que daban una última palabra o un saludo a las que se iban. Ahora el terreno nos mira solitario en el frío de marzo. Nadie saluda para despedirse.
Ayer hubo una conversación larga con la Madre Basilea, la superiora de la Hermandad Evangélica de María. En una carta le habíamos expresado, que sus predicaciones a nosotras, las Hermanas, nos habían causado fuertes luchas internas. Habíamos recibido la impresión, que ella no apreciaba el contenido del evangelio de la gracia de Dios y del perdón de los pecados. ¿Podría ella comprendernos en nuestra preocupación?
El portón detrás de nosotros se cierra de manera audible. Ahora está cerrado. También nuestra preocupación chocó contra un cerrojo cerrado. Diecisiete y diecinueve años como Hermanas de María terminan con el portón que acaba de cerrarse.
Queramos o no, debemos apretar el acelerador. La autopista de Heidelberg está en silencio. Es temprano en la mañana, y solamente unos pocos ya se han puesto en marcha en este día. Dejamos atrás a Darmstadt. ¿Ahora qué? Preguntas, pesadas como los semirremolques en la autopista, pasan por nuestras cabezas. No pueden ser dejadas atrás. Nos acompañan a cada paso, también después de nuestro retorno a Finlandia.
2
La forma en que comenzó todo
(RL)
En las habitaciones a lo largo del pasillo están todos dormidos todavía. Pasos lentos y un murmullo pueden ser escuchados hasta que alguien canta: “Clamo y canto, por los aires suena: Dios Padre es amor, es amor, es amor…” ¿Dónde me he despertado? El edredón grueso me mira – no es una cama típicamente finlandesa. Una palabra bíblica escrita sobre una pancarta se encuentra en la pared encima de la cama. Un hermoso ramo de flores está sobre la mesa debajode la ventana.
Mis ojos vagan a través de la pequeña habitación del sótano. La mesa de luz es bonita, delicada y pintada de blanco. Una silla extraña se encuentra en un rincón. ¿Cómo puede uno sentarse en ella? Sólo tiene un borde estrecho acolchado con cuero. Incómodo para sentarse, a no ser que – sí, eso debe ser: la silla está pensada para arrodillarse. La cama es de hierro. Al bajarme tengo que dar un salto por lo alta que es. Seguramente la cama proviene de un hospital.
Yo nunca decoraría una habitación de esta manera. Pero, después de todo, aquí se vive diferente, con cosas que la gente les regala, así me viene a la memoria. Mis pensamientos repentinamente están bien despiertos. Estoy en Alemania, con las Hermanas de María. El vuelo de ayer, de Helsinki a Frankfort, me trasladó a un mundo nuevo. ¿Y la canción recién cantada? Deben haber sido las Hermanas que cantaron.
Ese canto matutino corto tiene el efecto deseado. El pasillo del sótano de pronto está con vida. Puertas se abren y cierran. El agua de los grifos corre. Algunas chicas hablan entusiastamente en inglés en la habitación contigua. Desde otra, escucho hablar en noruego. ¿Qué dijo una de las Hermanas de María ayer? Desde que nos levantamos hasta el desayuno debería haber silencio en la casa. En ese tiempo cada una podría leer su Biblia. ¿Pero quién está acostumbrada a algo así? Con esfuerzo logro leer algunos versículos bíblicos. La concentración me cuesta, los pensamientos no se dejan domar.
En las vacaciones de Navidad, yo había leído una traducción al finlandés del libro “Realidades – El Obrar de Dios experimentado en la actualidad”. Dicho libro trata de las Hermanas y de su tierra “Canaán” en Darmstadt. Luego, mis padres tuvieron la idea que ese entorno en Alemania sería adecuado para aprender el alemán. Al despedirme, ellos estaban confiados de estar enviándome a un lugar protegido en el gran mundo, a pesar de mi edad juvenil de catorce años. El libro los había impresionado mucho. De modo que ahora estoy en ese lugar. Mis padres dijeron que yo podría regresar si no me sentía bien aquí. Me tranquilizaba saber esto.
Alguien llama a la puerta. “Es hora de ir al Laudes”, dijo alguien en finlandés. “Te muestro el camino.” Qué alivio, no soy la única proveniente de Finlandia.
¿Laudes? ¿Qué será eso? ¿A dónde vamos? Elena está bien informada y me lleva. Salimos del sótano y nos dirigimos al aire libre. Qué lindo que está todo a nuestro alrededor. Canteros de flores, arbustos y árboles bien cuidados. Todo el terreno es como un gran jardín. ¿Qué puerta es esa? De camino al Laudes pasamos por una puerta negra de hierro.
“La puerta al Jardín del Sufrimiento”, explica Elena. “Cuando entras, ves la historia del sufrimiento de Jesús representado en relieves. Allí adentro no debes hablar.”
Pasamos por un puente y llegamos a un pequeño lago. ¿Será que ahí uno puede zambullirse cuando haga calor?
“¡Eso no es posible!” Elena está horrorizada. “El lago se llama ‘Genezaret’ y nos debe hacer recordar la Biblia. El pequeño arroyuelo se llama ‘Jordán’. Y allá está el ‘Pozo de Jacob’. El pozo con los grifos de agua allí, se llama ‘Pozo del Padre’. Se puede tomar el agua de los grifos si uno tiene sed.”
“Allá está la iglesia. No entramos allá. Es la ‘Capilla del Llamado de Jesús’; allí se celebran los cultos y se presentan las escenificaciones de la iglesia. El Laudes se realiza en la Capilla de la Casa Madre.”
De una puerta salen personas.
“Esa es la casa de huéspedes ‘Gozo de Jesús’. Allí las Hermanas realizan un retiro para huéspedes.”
¿Un retiro? Ya no le pregunto a Elena. Todo es nuevo y extraño. Por todas partes necesitaría una explicación.
Nuestro camino pasa a lo largo de un muro. Detrás del mismo viven las Hermanas. Intento mirar por encima. En vano. El muro es demasiado alto para mí.
Después de una caminata de unos diez minutos llegamos a nuestro destino. La Capilla de la Casa Madre se encuentra delante de nosotras. Acerca de ella había leído en las vacaciones de navidad. Las Hermanas la construyeron con sus propias manos. Cosas increíbles les sucedieron al hacerlo. Las máquinas se apagaban cuando había hermanas peleadas entre sí. Algo similar ocurrió con el clima. La lluvia que molestaba la construcción paraba, cuando ellas se reconciliaban. Una vez faltaban las piedras necesarias para la construcción. En ese tiempo, una de las Hermanas de María se encontraba sentada en el tranvía frente a un señor desconocido, quien mostró interés en el proyecto de construcción. Él era arquitecto, y unos días después tuvo la idea, de proponer en la administración municipal de Darmstadt, que las Hermanas de María recibieran las piedras de los cuarteles que pronto serían demolidos. Su idea fue aceptada. Para la construcción llegó una abundancia de piedras, de tal modo que sobraron canastas llenas, como en la multiplicación de los panes.
Entramos a la capilla. Está tenebroso adentro. Los ventanales de cristal con pinturas apenas dejan pasar la luz del día. Adelante en el coro hay un crucifijo grade. Elena y yo nos sentamos en la parte derecha de la iglesia. Parece que todas las chicas están sentadas a la derecha. En el bloque a la izquierda se sientan los varones. Eso se cumple estrictamente aquí.
“Señor, abre mis labios, para que mi boca proclame Tu alabanza…” Escucho el canto detrás de mí. Lástima que las Hermanas están todas sentadas en los bancos de atrás. Tengo que ser paciente con mi curiosidad. Después de que canta la cantante principal, la congregación se turna con ella. Solamente yo estoy confundida, y hojeo tímidamente el libro negro que me dieron al entrar. “Oficium” dice en la portada. Contiene salmos, hasta ahí comprendo el alemán.
“Nos bendiga Dios, el Todopoderoso y Misericordioso, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Amén.” El Laudes ha terminado. La congregación se ha puesto de pie. Después de una media hora otra vez estamos afuera.
De camino a nuestra residencia me explican que participé en una liturgia de las horas. Las Hermanas realizan tres a cuatro liturgias de este tipo a través del día. Lo que Elena no sabía, era el significado de Oficium. Sería un tipo de libro de oraciones proveniente de la iglesia católica.
Después de la oración recibimos el desayuno. Alrededor de la mesa, el ambiente está animado. Chicas jóvenes de diversos países quieren, al igual que yo, pasar una parte de sus vacaciones de verano con las Hermanas de María, aprender el alemán, participar en la vida práctica y espiritual, o simplemente estar en el extranjero.
“¡Riitta!” Alguien me llama y levanta un servilletero de plástico. “Aquí dice tu nombre.”
En la puerta de mi habitación también estaba escrito mi nombre, y también sobre la cama encontré una placa con el mismo. Realmente me esperaban aquí. Repentinamente se ríen todos a mi izquierda y mi derecha. ¿Qué sucedió? No entiendo por qué se ríen. Solamente tuve tres años de alemán en el colegio. Aun así me gusta el compañerismo.
El primer día en este entorno es un domingo. Para el culto subsiguiente llevo mi Biblia en finlandés. Por lo menos entenderé el texto de la prédica. Esta vez estamos en la iglesia grande. Mientras suenan las campanas entran las hermanas a la capilla. ¡Tantas! Ellas se sientan en los bancos de adelante. La distribución de los asientos ahora es otra. Mientras pasan a tomar la comunión, aumenta aún más mi asombro. Puedo observar los rostros mientras regresan las hermanas. ¡Después de todo no son abuelitas ancianas! Parecen jóvenes, muchas en realidad entre veinte y treinta años de edad. Yo no hubiera pensado eso.
En mi libro de religión había imágenes de monjas. Ellas usaban un vestido negro, largo y un tocado extraño en la cabeza; solamente se podían ver ojos, nariz y boca. La vestimenta aquí es diferente. Un vestido de color claro, largo y hermoso, además un tipo de tocado de diaconisa que casi no tapa la cara, y zapatos negros.
Después del culto nos reunimos afuera. Una Hermana explica el transcurso del resto del día. En la tarde habrá una “Actuación de Llamados”, la actuación de proclamación “Llamado alrededor de la Medianoche”, que trata de la parábola de las diez vírgenes. Lo presentan las Hermanas. Nos piden que estemos a tiempo en los asientos, ya que esperan a más de mil personas.
Después de algunas horas, el terreno verdaderamente se transforma en un flujo de visitantes. En el estacionamiento ya no hay lugar alguno. La Capilla del Llamado de Jesús está repleta. Las hermanas tratan de llamar la atención de la gente con carteles grandes, para que antes de comenzar la actuación se haga silencio. En vano. El órgano comienza a tocar despacio en el trasfondo: “Despierten, nos llama la voz…” La gente allí reunida se une a la canción anunciada: “Medianoche es el nombre de esta hora; nos llama con tono radiante: ¿dónde estáis, vírgenes prudentes? …”
De pronto todos están callados. Expectante, la congregación mira hacia los muchos escalones del coro, donde tendrá lugar la actuación. Alguien se acerca al pequeño púlpito. Es una figura pequeña, mayor de edad. Solo puede ser la superiora, Madre Basilea. Conozco su fotografía de la contratapa del libro “Realidades”. Una Hermana le alcanza un vaso de agua. Luego, la superiora comienza a hablar con voz suave.
“El casamiento es una unión de amor, que un día es el último destino de los caminos por los que Dios nos lleva. De esta felicidad quedaron excluidas las vírgenes insensatas.” Elena me lo traduce en voz baja al oído.
“Ellas habían sido descuidadas con el aceite, el primer amor hacia Jesús.” La voz suave apelaba a la congregación reunida a realizar un cambio de rango. Para ser una virgen prudente, lo primero, lo mejor y lo último en la vida debe pertenecerle a Jesús.
Las luces se apagan. La actuación comienza. Las escenas pasan delante de nuestros ojos. Ahí está el gozo de las prudentes de tener el aceite suficiente en la lámpara cuando de pronto las despierta el llamado del novio. Pero luego los gritos por ayuda de aquellas, a quienes se les está terminando el aceite. Estos gritos nos atraviesan. Las insensatas actúan con rapidez. De pronto, están delante de la puerta ya cerrada y golpean.
“Señor, ábrenos, permítenos entrar al casamiento.”
El público retiene la respiración.
“¿Realmente no nos conoces, Señor?”
No hay respuesta, ni reacción, ni siquiera un No. Las desesperadas desaparecen en la oscuridad de la medianoche. Era demasiado tarde.
Encienden las luces. Respiro aliviada. Qué bueno que solo haya sido una actuación. Pero las diez vírgenes no se le van tan rápido de la mente a uno después de esta tarde. Seguramente esa era la idea también. El mensaje bíblico, representado de esta forma moderna, cumplió su propósito.
De noche estoy despierta en la cama por largas horas. Incontables impresiones vuelven a pasar por mi mente como una película. Los rostros jóvenes debajo de los tocados blancos, el terreno hermoso con jardines, iglesias y otros edificios. El Oficium negro. Los muchos ómnibuses, la gente y la muchedumbre. Las vírgenes, el final alarmante de las cinco, la Madre Basilea y el amor a Jesucristo.
Para los días laborables, las Hermanas nos reparten en diversas áreas de trabajo. En el terreno se pintan marcos de ventanas; en el jardín se quitan malezas, se riegan flores y se cosechan cerezas; en la cocina se pelan papas; en la sala de envíos de la editorial se colocan diversas hojas unas en las otras. ¿Será que por medio de estas tareas uno puede llegar al otro lado del muro?
“La Casa Madre es ‘clausura’”, nos explica una de las Hermanas.
“Clausura” – esta palabra no existía en mis clases de alemán. Lo busco en el diccionario. “Clausura” quiere decir el encerrarse de monjes y monjas en una zona donde no pueden entrar los de afuera. ¿Tampoco pueden entrar los padres de las Hermanas en la clausura? ¡Eso debe ser difícil para ellas! Me asignan a trabajar en la cocina de la casa de huéspedes. Antes de ponerme en camino, voy al ropero y me pongo mis vaqueros. Por supuesto que para el domingo éstos no eran apropiados, pero para el trabajo los encuentro muy prácticos. Sin los vaqueros me parece no ser yo misma. Justo al pasar por la puerta de la casa, viene una Hermana a mi encuentro. Los vaqueros. Aquí en Canaán deben quedar en la maleta. En su lugar recibo faldas que puedo usar para el trabajo. Me miro en el espejo con una de esas polleras. Pasa de la rodilla hacia abajo, el corte es amplio y pasado de moda. Suerte, que nadie de mi clase me ve aquí.
En la puerta de la cocina me saluda una Hermana amable. Hoy hay que procesar fríjoles y bananas. Tantas cajas de bananas– ya no están muy frescas, pero aún se pueden usar. “Nos fueron como respuesta a oraciones.” Es obvio, que la hermana de la cocina se alegra. “La señora del mercado trajo todo esto ayer de tardecita.”
Mientras trabajo, recuerdo el libro “Realidades”. No recuerdo haber leído algo sobre bananas, pero sí de chorizos que las Hermanas habían recibido como respuesta a oraciones, sobre frijoles, queso danés auténtico, y cómo por medio de la oración les fueron donadas un montón de remolachas forrajeras para la vaca. De modo que es cierto lo de las respuestas a las oraciones. De pronto la Hermana comienza a cantar. ¿Para qué está practicando? No, eso no es una práctica, ella estaría orando.
“Cantar es como orar tres veces; y nosotras las Hermanas también aprovechamos el tiempo del trabajo para orar.” Melodías desconocidas llenan la cocina. Solamente una de ellas me parece algo conocida, aquella con la que me despertaron el domingo.
¿Por qué ora ella? El delantal lleno de frijoles, con voz algo triste, me explica, que no hay buenas expectativas para la cosecha. Estuvo mucho tiempo sin llover.
“Eso significa para nosotras, que nos arrepentimos y oramos mucho.”
Una historia similar había en el libro también. Solo que ahí había llovido en exceso. Las Hermanas se sentían culpables por la lluvia y se arrepentían. Ahí dejó de llover. ¿Será que las Hermanas ahora son culpables por el sol? No me animé a preguntar.
A mediodía, las chicas comparten con entusiasmo. Muchas impresiones nuevas en un ambiente de trabajo desconocido son compartidas.
“Con una Hermana hice las camas en la casa de huéspedes. Ella lo hace de forma tan exacta, que luego no había una sola arruga en las sábanas. Eso nunca lo lograré.”
La muchacha americana hacía una cara de desesperación.
“Yo barrí pasillos y limpié lavatorios”, dijo otra. “Tuve que pulir los lavatorios hasta que el cobre en el desagüe se veía como oro. Si mi madre supiera, que justamente yo tengo que hacer eso aquí. Se sentiría como eminencia por haberme enviado aquí. Pero no le voy a escribir nada de eso.”
Compartíamos nuestras experiencias y estábamos especialmente escépticas en cuanto a la exactitud y puntualidad que encontrábamos a cada paso. Las Hermanas enfatizaban, que lo exterior para ellas era un testimonio de igual importancia que lo que predicaban.
Solo unas pocas Hermanas habían trabajado con nosotras. En el culto, sin embargo, vi muchas. ¿Qué hacían las otras? ¿Para qué se llega a ser una Hermana de María? De noche, en mi habitación, intenté encontrar una respuesta a diversas preguntas, ayudándome con mi diccionario. Sobre la mesa había muchos materiales escritos. La autora de todo era la Madre Basilea Schlink.
La Hermandad fue fundada en el año 1947. Siete chicas jóvenes se unieron en el momento de la fundación. Dos, así llamadas, “Madres” están en la dirección. La otra se llama Madre Martyria. A ella no la había conocido todavía.
Después de que las Hermanas jóvenes habían edificado con su propio esfuerzo la capilla y la Casa Madre, surgieron en el terreno muchos otros edificios, financiados por amigos conocidos y desconocidos. Las hermanas realizan su trabajo sin recibir pago alguno.
Días de retiro se realizan el verano entero en la casa de huéspedes, al igual que representaciones de llamado y festejos caracterizados por el año litúrgico. También hay una imprenta. Aparentemente esta pertenece a la clausura, ya que a ninguna de nosotras nos tocó trabajar en la misma. Las Hermanas allí imprimen los escritos de la Madre Basilea, y los envían a personas dentro y fuera del país. La predicación es la tarea principal y la oración, según leo en uno de los libros. Con razón, que la Hermana en la cocina estaba tan dedicada al canto. El lema de todas las tareas es glorificar a Dios, sea lo que fuere que hagan las Hermanas. Por eso, las camas perfectamente hechas y los lavatorios brillantes.
¿Qué motiva a una muchacha joven, a convertirse en Hermana de María? La superiora escribe que, para eso se necesita un llamado.
Hace algunos años atrás, mi iglesia de origen había enviado una misionera a Taiwán. El pastor en su prédica, habló sobre el llamado de ella. La misionera tenía el llamado, tal como Abraham, para irse al extranjero, a lo desconocido.
De modo que también se puede recibir un llamado a entrar en la Hermandad. Preguntaré a la Hermana en la cocina, cómo fue que ella recibió su llamado.
Lentamente nos familiarizamos con las costumbres de la casa: con las polleras que van muy por debajo de la rodilla, con la puntualidad, con los horarios fijos para leer la Biblia, con el cantar durante el trabajo e incluso con el Oficium negro.
Además del así llamado, “convento juvenil”, formado por nosotras, las chicas que éramos estudiantes, también llegaban muchos huéspedes. Había visitantes diurnos, que querían conocer el lugar por algunas horas, y visitas que participaban en un retiro de diez días. Al principio, solamente tuve que ver con los huéspedes en cuanto a la cantidad de bananas, fríjoles o papas hasta que, después de algunos días, una Hermana nos dijo que el grupo de jóvenes tendría permiso de participar en los programas para huéspedes de las mañanas y de las tardes.
En la sala de conferencias, las sillas de mimbre se encontraban en hileras, y un ramo grande de flores estaba al lado del púlpito. Muchas caras expectantes. Enseguida comenzaría un estudio bíblico, dirigido por laMadre Basilea.
Ahora pude ver a la superiora otra vez y esta vez más de cerca. Con una sonrisa brillante saluda a todos los huéspedes. Una Hermana le susurra algo al oído antes de comenzar. La Madre le hace señas con la cabeza y la Hermana le pone un chal abrigado alrededor de los hombros.
Los pensamientos van por aquí y por allá, hasta que me tengo que dar un empujón: ¡concéntrate ahora! ¿De qué se trata el trabajo bíblico? Nuevamente del amor de Jesucristo. ¿Cómo le dice ella al amor? Un amor nupcial. El término es nuevo para mí. Trata de un amor por Jesucristo, que por Él renuncia a todo. Vagamente se puede encontrar algo de eso es una relación humana entre novio y novia.
A través de una entrega de ese tipo, uno llega a estar unido profundamente con Jesús. Uno recibe ese amor cuando se está dispuesto al sacrificio y a arrepentirse de corazón de sus pecados. El verdadero llamado de una Hermana de María se encuentra en el amor nupcial. También a los huéspedes se les llama a buscar ese amor hacia Jesús.
La superiora habla de manera convincente. Ella habla de experiencias personales que tuvo con el amor hacia Jesús. Arrepentirse de los pecados – eso ha tenido que hacerlo muchas veces en su vida.
Dudo que yo sea capaz de un amor de ese tipo. Con sesenta años uno seguramente tiene mucho de que arrepentirse, pero yo recién tengo catorce.
En la tarde, dos Hermanas dirigen la reunión, en la que se profundiza el trabajo bíblico. Las sillas están en círculo, en el medio hay un ramo de flores en el piso, y a su alrededor muchos envases con banderas pequeñas que ondean cuando la puerta se abre. ¿Qué significará eso? Pasan cuencos con hojas de canciones para cantar, además de otra hoja que tiene una casa grande dibujada.
Los huéspedes van a buscar una banderita cada uno. Parecen conocer esto. Las levantan y al mismo tiempo cantan con entusiasmo.
“Esto se denomina ‘batalla de fe’”, explican las Hermanas. Al hacerlo batallamos contra los enemigos que tienen el dominio sobre la casa de nuestro corazón.
Las figuras representadas en la hoja tienen un aspecto antipático, ilustrando diversos pecados. Las figuras a la derecha e izquierda de la puerta principal de la casa en la hoja son los “pecados capitales” que más nos atormentan. Cada cual tiene los suyos propios, típicos para él o ella, como por ejemplo egoísmo, soberbia, codicia, ambición de dominio, etc. Si uno se enfrenta con fidelidad a sus enemigos internos – un cuarto de hora diaria – por fe, con oración y cantos, estos tienen que irse del corazón. Si bien puede llevar bastante tiempo, pero es posible, ya que los enemigos solo estarían ahí “en alquiler”.
Las Hermanas vuelven al estudio bíblico.
“Estos enemigos, o sea el pecado, forman una barrera contra el amor nupcial. Por eso, es vital que luchemos para sacarlos. En la medida en que tomamos en serio el tema con nuestros pecados, nos arrepentimos de ellos y les hacemos frente, seremos encendidos por el amor.”
“¿Estas banderas? Ilustran un versículo bíblico en el cual David testifica, de haber hecho ondear banderas en el nombre de Dios y haber ganado batallas. ‘… en el nombre de nuestro Dios alzaremos bandera. ¡Que el Señor cumpla todas tus peticiones!’ (Salmos 20:5).”
Después de la reunión, cada uno recibe una bandera para llevar a su habitación y un cuaderno pequeño en el cual dice “Reglamento de Confesión y Espejo de la Conciencia”. Las Hermanas han recomendado a los huéspedes que durante el retiro, aprovechen la oportunidad para una entrevista de consejería pastoral. Unas cuantas barreras ya caerían con eso. Quien desea una entrevista, puede echar un formulario diligenciado en el buzón que se encuentra en el primer piso de la casa de huéspedes.
Deposito el cuaderno en el cajón de la cómoda. Esto no es para mí. Antes puedo probar la bandera. En una hora tranquila me vence la curiosidad: ¿qué dice en este cuadernito? Son los Diez Mandamientos y preguntas relacionadas. Durante la lectura me sube el calor: a pesar de mis catorce años ya he cometido unas cuantas cosas en mi vida. ¿Y confesarme? Eso es una barrera aún más alta. ¿Cómo la puedo vencer? Nunca me he confesado.
Un día me encuentro delante del buzón. Espero que nadie me pueda ver. Echo adentro un papel algo mojado por el sudor. Después de la entrevista con una hermana me siento como liberada. Nunca hubiera pensado eso – yo podría saltar como un potrillo.
Una tarde cálida de verano se reunió afuera en la pérgola un pequeño grupo de huéspedes, entre ellos también algunos finlandeses. Fuera de la Komplet, la liturgia vespertina, no hay programa. Las Hermanas que se ocupan de los huéspedes habían explicado, que en ese tiempo las Hermanas tendrían su propio programa todas juntas: una “comunión de luz”. Un evento de este tipo no había en el programa para los huéspedes. ¿Qué harán ellas ahí? Nadie lo sabía con seguridad, pero había otras cosas de qué hablar.
Algunos del grupo estaban impresionados por la predicación que habían escuchado durante el día.
“Difícilmente alguien enfatiza tan fuertemente el amor de Dios como lo hace la Madre Basilea.”
El ambiente y la gran amabilidad aquí son tan agradables, eso lo dicen todos. Alguien comenta, cómo le impresiona el deseo de las Hermanas de María, de vivir en la reconciliación. Muchos cristianos viven en contiendas y discordias entre ellos. Aquí es importante la unidad del amor. Ni siquiera personas que a uno le parece como si fueran enemigos pueden estar excluidas de eso. Las Hermanas mismas – a pesar del gran número de ellas – viven en reconciliación unas con otras. Esa persona dice haber escuchado algo, como que de eso se trataría en la “comunión de luz”. Allí ellas se pedirían perdón unas a otras, si hubiera razón para hacerlo.
Los finlandeses se quedan juntos un rato más, los otros se van.
“Eso no lo comprendí”, dice uno, “cómo es posible que a través de una batalla de fe yo pueda ser liberado de mi pecado. Luchar cada día por un cuarto de hora contra mi arrogancia, o mi egoísmo, ¿y entonces lentamente seré libre de eso? Las hermanas testifican de sí mismas, que es así. ¿Pero realmente es posible? ¿O será que yo soy de un tipo más duro?“ Su cara muestra sus dudas.
Entre los huéspedes del retiro, durante el verano también había Hermanas de otras Casas Madre, con uniformes azules, grises, negros. Para mí, del norte luterano, donde ya ni siquiera las diaconisas llevan uniforme, esto es una experiencia nueva. De modo que todas tienen un llamado a eso, pienso. Como para la misión, así realmente también hay un llamado a una Hermandad. Estos llamados no son tan diferentes. En ambos casos, uno definitivamente tiene que rendir y sacrificar mucho. La misionera que mi iglesia envió a Taiwán tuvo que abandonar su patria, sus padres y hermanos, lenguaje, cultura y mucho más, cosas que seguramente le eran queridas y familiares. Algo similar debe ser en el caso de aquellas que entran en una Hermandad. Eso seguramente le es muy difícil a una joven.
Ahora, durante mi estadía, observo los rostros de las Hermanas de María con quienes me encuentro. ¿Será que nada en ellas muestra, que el precio era demasiado alto? En el campo, en la lavandería, o lavando la loza, me sentía como una espía que quería averiguar, si no habría aquí también Hermanas desdichadas. Ya sea que todas fueran felices, o yo no estaba en el lugar correcto en el momento correcto – mis observaciones no dieron fruto.
En la cocina, delante de una montaña enorme de loza sucia, pregunté a una Hermana: ¿Cómo es posible que seas tan alegre? Mañana otra vez habrá esta montaña para lavar y pasado mañana también. Ella se secó la cara con el delantal y me sonrió, diciendo: “La razón de mi alegría es el amor hacia Jesús. Si se tiene ese amor en el corazón, el trabajo en la cocina es un gozo.”
“Sabes, la felicidad de nosotras, las Hermanas de María, es que en todas partes donde nos ponen, podemos servirle a Dios. No se necesita hacer algo especial. Cada día en el depósito de papas, o en la imprenta, al hacer limpieza o limpiar malezas, puede ser un servir a Dios. Pero eso no es posible sin amar a Jesús.”
Impresiones, encuentros y la predicación llevada por las Hermanas dejaron huellas en mi corazón. El día a día vivido con ellas, si bien este no llegaba hasta el mundo cerrado de la Clausura, me abrió nuevas perspectivas del ser cristiana en la vida diaria. Solo unos meses antes de estas vacaciones de verano había aceptado a Cristo como mi Salvador. Que eso también puede tener consecuencias al lavar loza, hacer limpieza o limpiar afuera, llegó a ser un descubrimiento nuevo para mí.
Con corazón melancólico me despedí de Canaán al comenzar otra vez las clases. En el tren hacia el Mar Báltico pensé: Si mis padres lo permiten, regreso el próximo año. La libreta estaba llena de direcciones de chicas de todo el mundo. ¡Tantos contactos internacionales y amigas para correspondencia en una sola licencia!