De historietas y animaciones: la vida de Juan Padrón - Aramis Acosta Caulineau - E-Book

De historietas y animaciones: la vida de Juan Padrón E-Book

Aramis Acosta Caulineau

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Beschreibung

De historietas y animaciones: la vida de Juan Padrón es un recorrido cronológico y crítico de la obra de uno de los artistas del humor y la comunicación más grandes de Cuba. Trabajar junto a Padroncito por más de cuarenta años ha permitido al autor de estas páginas vivir de cerca sus historias, enseñanzas y proyecciones, y ser parte del proceso creativo de su mundo intelectual y cultural, experiencia que ha sabido reconstruir con meticulosidad y agradecimiento. Acercarse a la figura mítica de Juan, como expresa Silvio Rodríguez en la apertura de este libro, es reconocer que «la historietística cubana y nuestro cine de animación tendrán la huella eterna de uno de los talentos más rotundos del humor gráfico de todos los tiempos. Y es que pocos artistas logran sintetizar la identidad de un pueblo como la obra de Juan Manuel Padrón Blanco».

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Seitenzahl: 528

Veröffentlichungsjahr: 2025

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De historietas y animaciones: la vida de Juan Padrón

Aramis Acosta Caulineau

Presentación de Silvio Rodríguez

Créditos

Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización escrita de los titulares del Copyright, bajo la sanción establecida en las leyes, la reproducción parcial o total de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, y la distribución de ejemplares de ella mediante alquiler o préstamo público. Si precisa obtener licencia de reproducción para algún fragmento en formato digital diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) o entre la web www.conlicencia.com EDHASA C/ Diputació, 262, 2º 1ª, 08007 Barcelona. Tel. 93 494 97 20 España. Este y otros libros puede encontrarlos en ruthtienda.com

Revisión general

Mercy Ruiz

Edición

Beatriz Rodríguez Elías

ilustracion de cubierta

Reinerio Tamayo

Diseño y composición

Alexis Manuel Rodríguez Diezcabezas de Armada

imágenes

Archivos del ICAIC y archivo familiar

Sobre la presente edición

© Aramis Acosta Caulineau, 2025

© Ediciones ICAIC, 2025

ISBN: 9789593044233

Ediciones ICAIC

Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos

Calle 23, no. 1155, entre 10 y 12, El Vedado, La Habana, Cuba

Correo: [email protected]

Teléfono: (53) 7838-2865

Presentación

Tuve la fortuna de conocer a los hermanos Padrón cuando eran muy jóvenes —es decir, cuando lo éramos. Con quince años yo era aprendiz de dibujante en el semanario Mella y, como mi mesa de trabajo quedaba muy cerca del departamento de diseño, un buen día tuve delante unos dibujos que aquellos hermanos enviaban desde la ciudad de Cárdenas.

Tiempo después, ya en el Ejército, vi que «El Hueco (una historieta muy profunda)», página que escribía Norberto Fuentes y yo dibujaba, la estaba continuando Juan —hay que decir que mucho mejor que yo. Poco después, a él, como a mí, le tocó pasar por el Servicio Militar Obligatorio, donde corrimos parecida suerte, ya que los dos estuvimos trabajando en publicaciones militares. Por entonces en lo único que nos diferenciábamos era en que Juan no dio con una guitarra.

Gracias a tal capricho de la suerte, después nacieron Piojos, Vampiros, Verdugos, Kashibashis y Elpidios; lo que quiere decir que la historietística cubana y nuestro cine de animación tendrán la huella eterna de uno de los talentos más rotundos del humor gráfico de todos los tiempos. Y es que pocos artistas logran sintetizar la identidad de un pueblo como la obra de Juan Manuel Padrón Blanco.

Desde el nacimiento de Padroncito —y luego toda su trayectoria humana y artística— es lo que cuenta este libro que, seguro estoy, van a atesorar.

Buen provecho, amigos.

Silvio Rodríguez Domínguez en La Habana, 13 de agosto de 2024

Juan Padrón junto al autor.

Agradecimientos

Luciano castillo, director de la cinemateca de Cuba, fue la persona que me propuso escribir este libro. Contar con su apoyo, escucharlo hablar de cine, aportarme sus inestimables puntos de vista y criterios, fueron de enorme valía. La confianza depositada en mi trabajo, sus siempre justas valoraciones, la amabilidad con que me expuso sus diferencias y el ímpetu contra mis incertidumbres han sido experiencias que no podré olvidar jamás.

Agradeceré siempre al ICAIC por haberme formado en la disciplina y el tesón de la creación artística hace más de cuarenta años, y a los Estudios de Animación por abrirme sus puertas.

Gracias a Juan Padrón y a su esposa Berta por todo el cariño con que siempre me han recibido, así como a sus hijos Ian y Silvita, por sus amables sonrisas.

A mis padres, que en su momento disfrutaron de las aventuras de Elpidio Valdés, como «el más pinto de la paloma»; a mis hermanos, por el cariño eterno; y a Máximo, oportuno en sus criterios profesionales y amigo siempre.

A Esther Hirzel y Norma Martínez por su entusiasmo y apoyo.

A Reinerio Tamayo por la simpática ilustración de la portada, y al poeta y trovador Silvio Rodríguez, que me sorprendió gratamente al aceptar escribir las palabras de presentación.

No hubiese sido posible este libro sin el apoyo incondicional y las sugerencias acertadas de la directora de Ediciones ICAIC, Mercy Ruiz, la editora Beatriz Rodríguez, y el diseñador Alexis Manuel Rodríguez Diezcabezas de Armada.

Muchas gracias a cada uno de ellos y a los que no he mencionado, pero que saben están.

Mi paraíso sería la historia.

Deseo moverme a todo lo largo del tiempo

y contar de allí y de allá, de una época y otra.

A eso podría dedicar con gusto el resto de mi vida.

Juan Padrón

Autocaricatura

De cómo un niño comenzó a dibujar…

«Había una vez» podría ser el conjuro para comenzar la narración de esta historia que tiene tanto de magia y de cuento, pero en la que todo, absolutamente todo, es verdad. Su protagonista —Juan Manuel Padrón Blanco, conocido por muchos como Padroncito, de quien relataremos aventuras, venturas y desventuras— nació el 29 de enero de 1947 en el central Carolina, construido en el Valle de Guamacaro entre las ciudades Coliseo y Cárdenas, en la provincia de Matanzas, la otrora Atenas de Cuba.

Los antepasados paternos llegaron a Cuba desde las islas Canarias en 1853, mientras que los maternos, de origen asturiano, arribaron en 1860. Sus padres fueron Silvia Eutelia Blanco Redondo, ama de casa, y Juan Leopoldo Padrón García, jefe económico del central azucarero. El desenfado que caracterizaba la vida del batey, la alternancia entre la época de molienda y el tiempo muerto al terminar la zafra, el humor y la forma de cuentear del campesinado, los olores y sabores identificativos del central, y una familia con cierto desenvolvimiento económico definirán el desarrollo de Juan Padrón.

Aunque en los años cincuenta la posibilidad de acceder a los medios masivos de comunicación era limitada, en casa de Padrón existía un televisor que permitía a Juan, y a su hermano Ernesto1 (Juan lo llamaba Tito), disfrutar fundamentalmente de los dibujos animados producidos en los Estados Unidos. También leían historietas norteamericanas traducidas al español como Superman y Los halcones negros, así como tiras cómicas publicadas en los periódicos de la época que recibía su padre. Más adelante se nutren de revistas europeas, entre estas la franco-belga Spirou (donde nacieron Los Pitufos) y la española TBO. Padroncito recibirá la influencia en el trazo de los movimientos de los historietistas y humoristas gráficos de origen español Carlos Conti Alcántara (1916-1975), creador de los personajes El loco Carioco y Apolonio Tarúguez, y José María Blanco Ibarz (1926-2019), autor de las series Los kakikus, La familia Ulises y Otto el cañón.

Desde muy temprana edad, los hermanos Padrón realizaban sus propias historias ilustradas mientras aprendían la técnica de cómo dibujar a lápiz a partir de un libro —regalo de un amigo de la familia— sobre primeras nociones de dibujo. Uno de los textos más consultados era de la autoría del afamado dibujante catalán Emilio Freixas Aranguren (1899-1976) quien, de manera didáctica, enseñaba cómo dibujar historietas. Precisaba Juan que su abuelo paterno ejercía como juez a la hora de analizar cuál de los hermanos dibujaba mejor, aunque el dictamen final lo daba el padre. Casi siempre vencía Ernesto; en varias ocasiones Juan confesó ser mal dibujante.

En la casa, había una cámara filmadora Kodak de 8 mm, que Juan y Ernesto usaban jugando a convertirse en directores de cine, guionistas y dibujantes. Entre sus «películas» más divertidas, figuraba una sobre un soldado perdido en medio de la guerra, en la cual los actores principales fueron varios niños del barrio con cascos plásticos.

Contaba Juan que, junto a su hermano y a un grupo de amigos, iba al cine frecuentemente a ver películas de terror protagonizadas por vampiros, hombres lobo y momias asesinas, lo que le provocaba un miedo incontrolable que duraba par de días. Casi siempre, al regreso del cine, Ernesto gritaba: «¡Un vampiroooo!», para provocar así la estampida de todos. Antes de dormir, Juan miraba debajo de la cama y cerraba la ventana del cuarto. A los pocos días todo volvía a repetirse. Mucho más tarde, y con cierta picardía, Padroncito comentó que los vampiros eran unos pobres infelices, y que en vez de miedo había que tenerles lástima, pues eran alérgicos al ajo, no podían disfrutar de un paseo bajo el sol caribeño ni verse en los espejos y estaban obligados a dormir en un ataúd y a saciar su sed solo con sangre.

Juan se educó en escuelas públicas. En 1953, matricula en el Colegio Presbiteriano La Progresiva (hoy Marcelo Salado), en Cárdenas, donde cursa hasta el sexto grado.2 Viajaba a diario de Carolina a Cárdenas y, en varias ocasiones, se quedaba en casa de su abuelo materno para regresar al central el fin de semana, lo cual sucedió hasta el año 1956, cuando la familia decide radicar en Cárdenas y solo volver al central en tiempo de zafra.

El nuevo entorno constituirá otro elemento importante en su formación, primero como niño y más tarde como joven comunicador. Matricula en el Instituto José Antonio Echeverría de Cárdenas para cursar el bachillerato. Pero no concluye los estudios y, si bien era todavía un niño, rechaza el consejo paterno de que estudiara la prestigiosa y rentable carrera de Arquitectura. Más adelante, ya en La Habana, cursa Historia del Arte en la Facultad de Artes y Letras de la Universidad de La Habana; se gradúa en 1978.

Confesó Padrón que «el bichito del cine» lo padecieron desde la más tierna infancia, porque los «atacó con ferocidad». Juan ha narrado en detalle cómo a fines de los años cincuenta, en compañía de su hermano Ernesto y de su primo Jorge Pucheux,3 se les ocurrió fundar una compañía cinematográfica a la que bautizaron con el rimbombante nombre de Troya Sono Films, aunque su producción era silente. Con una pequeña cámara Kodak Brownie de 8 mm, entusiasmados por la influencia que ejercían en ellos las historietas, las series de televisión y los episodios de series que se incluían como relleno en las tandas de los cines, filmaban casi sin parar, sobre todo los fines de semana, películas de sus géneros preferidos: policíacas, de guerra y de ciencia ficción, llamadas comúnmente «fantásticas».

Para sorpresa del público —sus padres y abuelos—, en la sábana que fungía como improvisada pantalla, proyectaban películas caseras en las que mostraban algunos trucos sencillos, maquetas y hasta animaciones cuadro a cuadro. Para lograr el efecto de un camarógrafo que filma una batalla y se estremece ante el impacto de una explosión, los hermanos Padrón lanzaban grandes puñados de tierra y terrones desde fuera del encuadre y, al mismo tiempo que filmaban, agitaban la cámara. Lo más simpático de todo era escuchar cómo su padre, al ver el resultado final, manifestaba su tardía inquietud al pensar que sus hijos habían usado explosivos reales. Entre las películas más logradas por su «productora», Padroncito recuerda El Capitán Rayo contra la radiación de la muerte, para la cual consiguieron montar en cámara lo filmado.

Notas

1 Ernesto Padrón Blanco. Nace en Matanzas el 14 de marzo de 1948, es diseñador gráfico, historietista y director cinematográfico de cine de animación. Colaborador de diversas publicaciones destinadas a niños y jóvenes. Fue el director del primer largometraje cubano animado en la técnica del 3D: Meñique (2014).

2 Por casualidad histórica este es el centro escolar donde estudiaba el niño Elián González antes de su intento de secuestro en Miami.

3 Jorge Pucheux Padrón. Nace en La Habana el 7 de diciembre de 1944, es Licenciado en Historia del Arte por la Universidad de La Habana en 1976. Comenzó a trabajar en el ICAIC en el año 1960, por lo que es uno de sus fundadores. De asistente de cámara llegó a ser camarógrafo y director del Departamento de trucaje y efectos especiales. Actualmente reside en México.

La Habana. El Servicio Militar Obligatorio. Sus historietas

El joven Juan se traslada a vivir a La Habana a inicios de la década del sesenta. Su debut en la prensa plana fue en la revista del Ministerio de Educación, en 1961, con un texto sobre la Campaña de Alfabetización. ¡Contaba apenas con catorce años de edad!

Un pariente de Pucheux lo lleva a visitar los talleres de publicidad que laboraban para el Ministerio de Educación donde ve a ilustradores de libros pintando con acuarelas, temperas y tintas de colores, trabajando la técnica de impresión silk screen (serigrafía). Lo que más le impresionó fue la mesa de animación con una cámara Mitchell de 35 mm que se movía con motores eléctricos, una novedad para la época.

Por un artículo publicado en INRA, del Instituto Nacional de Reforma Agraria, descubre el Departamento de Animación, prácticamente recién inaugurado en el Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC),4 y a través de Pucheux, quien era asistente de cámara en el ICAIC en esa época, visita el departamento y entra en contacto con aquellos iniciadores del cine cubano.

Sin recibir remuneración, trabaja como aprendiz en el Departamento de Animación Especial,5 que realizaba encargos para la serie didáctica Enciclopedia Popular y créditos para todas las películas producidas. El dibujante español Juan José López (Jan)6 comienza a enseñarle técnicas y trucos en el arte del diseño gráfico, la técnica del dibujo en movimiento y los procesos de ilustración, entintado y aplicación de la paleta de color.

Allí conoce a algunos especialistas que más tarde formarán su equipo artístico, como Gisela González,7 técnica del color en casi la totalidad de su extensa filmografía, y Modesto García,8 su futuro diseñador escenográfico. Gisela González recuerda sus primeras impresiones cuando se conocieron en la década del sesenta:

A Padrón lo conocí a través de su primo Jorge Pucheux quien era mi esposo por esos años. Eso fue en el recién creado Departamento de Trucaje que dirigía Modesto García.

Ahí trabajábamos haciendo línea y relleno, y efectos especiales, para películas de ficción y documentales. El Departamento de Dibujos Animados estaba en otro sitio, por Cubanacán.

Padrón era muy joven, como todos nosotros. Él iba de vez en cuando y era como un aprendiz o asistente de Juan José, un español que era animador y estuvo un tiempo trabajando con nosotros. Él era como el maestro de Padroncito. Eso fue como en los años sesenta más o menos.

Tiempo después Padrón empezó a trabajar con nosotros en Dibujos Animados, por los años setenta y pico, cuando radicábamos en la casita de 23 y 10 en El Vedado.

Trabajé como su colorista en todos los cortometrajes que realizó, así como en cuatro de sus largometrajes hasta el año 2003 en que me jubilé.

Padrón era una persona de un talento excepcional. Tenía una habilidad increíble a la hora de contar una historia y elaborar un guion cinematográfico. Siempre era muy seguro en lo que quería para sus proyectos, aunque también escuchaba muchos otros criterios de quienes trabajábamos directamente con él.

Yo le hacía varias propuestas de color para que él escogiera la que más le gustaba. Fueron años maravillosos para todos los que trabajábamos en dibujos animados.

La obra de Padrón quedará por siempre en la historia del cine cubano porque logró que tanto sus películas para adultos como las que realizó para los niños fueran de gran disfrute, con ese acento humorístico y chistoso que tenía para contar historias.

Los niños cubanos han hecho suyo el personaje de Elpidio Valdés y a través de él han podido conocer la historia de Cuba y otras más contadas a la manera de Padrón, de increíble sabiduría y humor.9

En 1963,10 su interés por el cine lo lleva, con solo dieciséis años de edad, a trabajar como animador asistente en la recién creada sección de producciones fílmicas del Instituto Cubano de Radiodifusión (ICR). Allí conoce a Lillo11 y a Fresquito Fresquet,12 ambos con amplia experiencia en el humor gráfico. Aprende a filmar con una cámara Kodak de 16 mm y colabora con viñetas humorísticas para el periódico Hoy. Ver con detenimiento las películas animadas le permite detectar errores de imagen incluso en obras de la productora Walt Disney. Padrón nunca perdió esa virtud, era capaz de descubrir un simple cambio de color en un fotograma filmado.

De vital importancia para su formación fueron sus profesores: el dibujante y animador catalán Juan José López (Jan), el realizador de origen australiano Harry Reade,13 así como su posterior amistad pedagógica con el director y artista plástico cubano Tulio Raggi (1938-2013).

Ya en ese primer momento, cuenta en su página de vida con la animación íntegra del corto ¡Viva Papi! La primera versión se había realizado en el año 1963, en los estudios del ICR con el guion y la dirección de Harry Reade y la animación de Juan Padrón, bajo la supervisión de Juan José López (Jan).

Fue Padrón quien propuso el uso de la voz de Bola de Nieve14 en la narración del texto. A pesar de contar con una historia atractiva, el resultado obtenido en esta versión no satisfizo al joven Padroncito. En la década del ochenta, cuando Juan era reconocido como uno de los más prestigiosos directores del cine cubano, realizaría su propia versión de esta historia en los Estudios de Animación del ICAIC. Desde ese instante Padrón adopta la norma de nunca empezar un guion sin antes tener definido el final del mismo, algo que no solo aplica a sus historietas, sino también al dibujo animado.

Permanece en el ICR hasta 1964, año en que se incorpora al Servicio Militar (un año en la Marina de Guerra Revolucionaria y dos años en el Ejército). Es asignado a la infantería de la Marina enel distrito naval de occidente radicado en el Castillo del Morro en La Habana, y, por sus dotes comunicativas —principalmente a través del dibujo—, colabora con las relaciones públicas, por lo que presenció varios reportajes sobre fragatas en alta mar, coheteras y antisubmarinos, experiencia que le servirá para representar al detalle estos elementos en sus filmes animados. A finales de 1964 es trasladado a la revista Avante delEstado Mayor donde entabla amistad con el actor Frank González.15

Más tarde comienza en la Sección Fílmica del MINFAR (Ministerio de las Fuerzas Armadas Revolucionarias), donde aprende a trabajar con la cámara de animación de forma profesional, algo que ya había manejado de manera incipiente en el ICAIC. La estancia de Juan allí fue de gran provecho para su futura obra cinematográfica, pues tuvo acceso a todo el proceso tecnológico del primer laboratorio a color montado en Cuba, con tecnología de la RDA y películas Orwo.

Por esa época publicaba viñetas en los periódicos Hoy, Revolución (enviaba los dibujos a Chago Armada)16 y la revista Mella, editada por la Asociación de Jóvenes Rebeldes (hoy Unión de Jóvenes Comunistas), que destinaba dos páginas a trabajos humorísticos en la sección «El Hueco»,17 espacio de preferencia popular. Allí conoce a los jóvenes Newton Estape Vila (Santa Clara, 1913-La Habana, 1980), Carlos Fundora Hernández, Juan José López y al trovador Silvio Rodríguez, fundador del movimiento de la Nueva Trova.

El director de Mella, Eugenio Rodríguez Balari, recuerda el tiempo en que coincidió con Padrón:

Padrón era muy joven, pues por aquella fecha tendría unos diecisiete o dieciocho años y daba sus primeros pasos laborales como humorista en la publicación. […] considero que sus vínculos con el semanario Mella fueron útiles, como lo fueron a la publicación sus colaboraciones e iniciativas […] e influyeron en sus posteriores líneas de creación y desarrollo en el arte cinematográfico.

Años más tarde vimos a Juan Padrón alcanzando nuevos y más elevados peldaños de profesionalismo y creatividad […]. Sin embargo, creo que hay algo más trascendente que decir sobre la obra de Juan Padrón […], el artista supo magistralmente utilizar el medio y convertirse en educador y sembrador de conciencia patriótica al fomentar en las nuevas generaciones de cubanos un enorme sentido de lucha y de amor a su patria.

Cuando Newton y Silvio abandonan Mella, Virgilio Martínez le propone asumir en su totalidad las páginas semanales de «El Hueco». Después de un intenso trabajo en la televisión, Juan ya graficaba en la sección con tan solo dieciséis años de edad. Dos segmentos formaban parte de «El Hueco»: «Si a usted le pasara esto» y «SMO»;en el primero, se denota un predominio del absurdo, los personajes terminan sus acciones en situaciones de alta comicidad por lo inesperadas y ridículas. La fraseología popular y el desenfado de las posturas asumidas son muy aceptadas por el público, quien aprecia, además, la simplicidad del dibujo y el uso de colores como el azul, referentes del mar y el cielo de Cuba. En «SMO»,Padrón introduce como elemento narrativo los efectos onomatopéyicos escritos y eficazmente puntuados y prolongados que más tarde empleará con igual resultado efectista en algunas de sus películas o créditos animados. Presente en su gráfica están los elementos de movimiento y sonido normalmente empleados en la cinematografía.

A partir de 1965, desaparece «El Hueco» y, de forma paulatina, también «Si a usted le pasara esto». «SMO»cambia su nombre por «Reclutas SMO» (Reclutas ese meó), cuya comicidad llegará al lector por diferentes vías. Utiliza, entrelazados y, rodeando al chiste principal, elementos visuales atrevidos, tal vez un poco absurdos en su grafía y textos con faltas ortográficas para apoyar un contenido. Juega con el lector y consigo mismo, discurre entre lo cotidiano y lo anecdótico de manera directa y transparente, lo cual provocó que, por más incomprensiones que desacuerdos, desapareciera en el mismo año.

Las experiencias personales en la vida cotidiana de Juan Padrón y la observación constante de prototipos serán las principales fuentes de su obra gráfica. Indiscutiblemente, la constancia en el trabajo, el talento innato y el examen del entorno que proporciona nuevos temas condujeron a que sus publicaciones cada día ganaran en seguridad, ingenio, inteligencia, dinámica compositiva y comicidad, y le permitió incursionar en experimentaciones formales que atraían el favor popular.

Comienza, entonces, a colaborar para El Sable (1965-1967), suplemento de humor del periódico Juventud Rebelde, dirigido por el asturiano José Luis Posada,18 que surge a partir de la fusión de Mella y La Calle. Aprendió a dibujar caricaturas en un estilo de humor análogo al de las realizadas por Charles Addams en TheNew Yorker con la utilización de medios tonos, pincel seco y otras técnicas. El Sable permite la interrelación de dos tipos de humorismo gráfico: por una parte, el protagonismo de Virgilio Martínez y Marcos Behmaras (Matanzas, 1926-1966) con una crítica elevada e intransigente y, por otra, una crítica mucho más universal, inaugurada con el semanario humorístico El Pitirre. Allí se relaciona con los dibujantes humoristas Manuel Lazo Fernández, Norge Luis Ruiz, Aldo Roig Morgado, Virgilio Martínez Gainza, Carlos Villar Alemán (Carlucho), además de los escritores Héctor Zumbado Argueta (La Habana, 1932-2016), Juan Blas Rodríguez (Blasito) y Évora Tamayo Maillo, entre otros.

Muchos especialistas consideran que, a partir de su paso por El Sable, el humor gráfico de Juan Padrón es considerado «serio». Aun cuando sus trabajos nunca estuvieron de espaldas al acontecer nacional, a partir de este momento sus chistes adquieren una carga de crítica social no apreciable antes en sus temas. Ahora abarcan desde la burocracia que ahoga toda iniciativa, la carencia de materiales de todo tipo, la ineficiencia en el trabajo, los dirigentes despóticos y otras problemáticas sociales que atentan contra el proceso revolucionario y la calidad de vida.

Los personajes creados por Padrón usan elementos de la fraseología popular, no solamente referidos a lo que expresan, sino también, y con gran aceptación de público, a lo que exhiben como contenido del propio diseño. Es notorio su gusto por desarrollar una temática sobre el mundo prehistórico, la que años después será una constante en sus cortos animados. En esta publicación da a conocer una de sus series temáticas más importantes: la referida a la existencia de vampiros, con una gran carga de cubanía. Con ello se inicia el humor negro del medioevo en su carrera artística. Morfológicamente, Padrón diseña figuras alargadas, con grandes narices y colmillos que se desenvuelven con naturalidad en el mundo de los mortales.

En paralelo a su trabajo en El Sable, colabora con los Estudios de Animación de la televisión haciendo guiones para la serie animada El profesor, que dirigía Hugo Alea.19

Padroncito vivía en ese entonces en un cuarto en la azotea de una casa de huéspedes en El Vedado. Le llamaban «La Torre» y formaba parte de un viejo caserón que durante la Segunda Guerra Mundial había sido la embajada de la Alemania nazi. Su esposa Berta ha contado que por mobiliario solo tenía una pequeña cama con un colchón medio desvencijado, una tabla sobre ladrillos como librero, una silla y un gabinete donde guardaba sus trabajos e implementos de dibujo. Juan siempre ha comentado que para él esa torre era, en todo sentido, medieval. La madera estaba llena de comejenes y, en las noches, los murciélagos volaban por toda la habitación. Las vigas del techo, los muros, la humedad y el espacio mínimo le recordaban sus días de servicio militar en la fortaleza de El Morro. Muchas de sus ideas y dibujos sobre vampiros, comejenes, piojos y verdugos están inspirados en ese espacio de La Torre donde vivió unos años.

En 1965, se publican en Cuba diferentes revistas de historietas entre las que se encontraban Muñequitos, Aventuras y Fantástico,de las cualesPadrón es colaborador; con ellas inicia la experiencia de trabajar para los niños. La revista Muñequitos publica una historieta protagonizada por el primer personaje destinado a los más pequeños de casa cuyo nombre es Kashiba­shi, un samurái errante que constituyó el primer héroe individual concebido por el autor. Los textos onomatopéyicos son la única descripción en cada batalla, derroche de acción y comicidad.

Con el objetivo de mantener activa la programación de las múltiples salas cinematográficas del país, y frente a la ausencia del cine norteamericano como consecuencia del bloqueo económico y la nacionalización de sus distribuidoras en Cuba, las películas japonesas de samuráis invaden los cines de la Isla. Las acompaña como una avalancha una enorme cifra de películas provenientes de los países del campo socialista y una selección de los mejores filmes europeos adquirida por el ICAIC. La llegada del personaje Kashibashi a una historieta coincide con esta realidad y demuestra el gusto e interés de su autor por este tipo de filmes.

Confesaba Padroncito que descubrió las películas de Akira Kurosawa (1910-1998)20 en las funciones de la Cinemateca de Cuba en el Cine de Arte ICAIC (hoy Charles Chaplin) de la capital. Se inscribió como miembro de la Cinemateca, y con una tarjeta prepagada mensual tenía unas veinte entradas al cine. Consumía generalmente su tarjeta y, en más de una ocasión, pedía prestada la de sus amigos para repetir las películas de Kurosawa. Vio más de veinte veces El bravo (Yojimbo), estrenada en La Habana en 1963, con el fin de disfrutar una y otra vez muchas de sus secuencias.

En la década del setenta, comienzan a exhibirse en Cuba muchas películas japonesas de animación, estilo anime. Juan queda impactado por la historia y el estilo de realización de El pequeño príncipe del Sol (1968),21 dirigida por Isao Takahata,22 con diseño de puesta en escena y animación de Hayao Miyazaki,23 quien laboró también en los dibujos originales al lado de un grupo creativo. Tal impresión le llevó a solicitar una copia de la película para verla cuadro a cuadro en una moviola, y así estudiar las escenas, prestando atención a la autenticidad y originalidad de las soluciones. Muchas de las notas tomadas le sirvieron en la preparación del primer largometraje animado en Cuba: Elpidio Valdés.

Algunos factores incidieron en el posterior desencanto de Padrón por el cine de animación japonés: con un objetivo comercial establecían animaciones de entre seis y ocho cuadros por dibujo (en un inicio eran solo dos cuadros por dibujo), por lo que comienzan a aparecer clichés repetidos sin cesar, como el corte de pelo de los personajes, los ojos y las expresiones faciales y corporales, el sonido y los efectos.

Para la revista Fantástico crea, en 1967, el personaje Barsoom de Marte con la aspiración de recrear situaciones simpáticas en el universo de la ciencia ficción. Barsoom es un marciano que intercambia con terrícolas con desventaja intelectual. De este personaje se desconoce bastante su genealogía, solo sabemos su procedencia del espacio cósmico. Su mayor aporte está determinado por la temática.

Ese mismo año, colabora en la revista Pionero con historietas de su nuevo personaje, Delfín, pionero cubano lleno de peripecias y mensajes de formación, donde el bueno y el malo están bien diferenciados. Define los caracteres negativos con acciones desarrolladas en espacios exteriores en relación con las deficiencias que tienen como estudiantes.

La Chicharra sustituye en marzo de 1968 a la revista El Sable,con el objetivo de aminorar el exceso de crítica, por lo que la nueva publicación prioriza desarrollar el humor blanco o general, al tiempo de consolidar el humor negro. Esta vertiente, en las manos de Juan Padrón, afianzará el mundo de sus vampiros, verdugos y «vampiranyelos» que ahora, recontextualizados, salen de sus castillos lúgubres para habitar en espacios abiertos y contemporáneos. Interactúan así con el mundo real a partir de una serie de chistes y situaciones absurdas que llevan a la hilaridad. «Vampiranyelos» es un término netamente padrónico que fusiona en estrecha amistad a un vampiro y un ángel, la picardía y la inocencia en escenarios celestiales con toques de cubanía y sexualidad.

En 1969, se casa con Stela Vlasova, joven de Leningrado y amiga de la esposa de Harry Reade. Cuando Stela regresa a la URSS, Juan la sigue un año después en el barco Armenia que zarpaba rumbo a Odessa. Vive con ella en Leningrado hasta mediados de 1970. Logra el divorcio a inicios de 1974. Durante este tiempo su gran pasión fue visitar sistemáticamente el Museo del Hermitage. También colaboró con las revistas humorísticas Krokodil y Pikker y con los diarios Tsentrálnaia Pravda y Leningradskaya Pravda. A distancia continuó enviando colaboraciones a través de la embajada cubana a las diferentes publicaciones de la Isla, entre ellas el semanario DDT, que comienza a publicarse en La Habana, en 1969, con una frecuencia quincenal como suplemento del periódico Juventud Rebelde, con el objetivo de luchar contra los vagos, burócratas, impuntuales, oportunistas. Padrón asume el humor blanco y mantiene, además, su línea devampiros y verdugos. Sobresale el uso del color en función de destacar algunos elementos formales y psicológicos.

En este año, presenta, bajo el nombre de Centauros, un grupo de chistes en los cuales aborda la figura mítica griega para centrarse en esa doble condición animal y humana cuya morfología resultaba muy atractiva para el humor, fundamentalmente referida a la figura femenina que resulta ser protagónica. La revista Pionero reedita las aventuras de Kashibashi, uno de los más importantes personajes infantiles, aunque, en esta ocasión, el dibujo se torna más esmerado y expresivo, y las soluciones y las ofensas que emiten los personajes son muy infantiles y simpáticas, hecho que facilita la comunicación con los niños.

Humor de situaciones con cavernícolas fue, a finales de los setenta, una de las colaboraciones más exitosas de Padroncito para la revista Prismas, espacio en el cual el artista desarrolla la idea de lo tribal y la existencia de brujos y magia en esas comunidades. El personaje protagónico se llamó Tapok. Para el rugido de animales y la presencia del mundo salvaje apeló una vez más a textos onomatopéyicos y, en ocasiones, los animales tratados como peligrosos se encontraban en situaciones ridículas. En Tapok todos los elementos que conforman el código literario superan la grafía. En esencia, es una historieta discursiva por excelencia, aunque no por ello se obvia de la producción padroniana, pues de hacerse podríamos minimizar uno de los muchos polos que integran su almacén de ideas y su propia estética.

En la URSS, nace el más famoso de los personajes cubanos en la página, Elpidio Valdés contra los ninjas, el 25 de marzo de 1970.

Cuando regresa a Cuba en el mes de julio, se percata de que ninguna página de Elpidio había sido publicada hasta ese momento. Juan diría en entrevista:

La gente que dirigía el periódico era de estos «iluminados» (término padroniano empleado para referirse a muchos de los jefes que ostentan el poder de la última palabra) que saben lo que el pueblo quiere ver. Ellos sí saben. ¡Cuando dibujaba los verdugos, que eran claramente de la Edad Media, me decían: «¡Bien se ve que el compañero no fue torturado por la tiranía batistiana!» No me lo prohibían, pero el director del suplemento era un cobarde y temía que esos chistes no les gustaran a sus jefes, por lo que los fue reduciendo poco a poco hasta hacerlos desaparecer. En uno de los momentos más duros de la guerra en Vietnam, Fidel diría: «Por Vietnam estamos dispuestos a dar hasta nuestra propia sangre». Interpretación del iluminado: «Los vampiros parecen una burla a las palabras de nuestro Comandante en Jefe». Y después sobre los piojos: «Nuestro país quiere ser una potencia médica mundial y usted dibujando piojos». Y sobre el humor negro: «El humor negro no es lo que queremos para nuestra juventud y si no es bueno para nuestra juventud, tampoco para la latinoamericana». Entonces mandaron a retirar mis chistes. Yo me preguntaba: ¿Con tan solo 22 años ya soy una amenaza para la juventud?24

Finalmente, Padroncito logra que se publicara en Cuba la primera historieta del legendario Elpidio Valdés en agosto de 1970, cinco meses después de su nacimiento.

Notas

4 Fundado a principios de 1960, en esa época se encontraba en el tercer piso del edificio ICAIC (antiguo Atlantic), en calle 23 entre 10 y 12, El Vedado.

5 Se crea en el año 1962 y radicaba en Telecolor, en la entrada del Bosque de La Habana, cerca del Río Almendares. Dedicado al trucaje cinematográfico y a los efectos especiales, incluía también el departamento de marionetas o animaciones corpóreas.

6 Juan José López (Jan), (Toral de los Vados, 1939). Autor de los famosos personajes Superlópez y Don Talarico. En 1959, emigra con su familia a La Habana donde comienza a trabajar como dibujante animador en la televisión cuba­na y más tarde en el ICAIC. Jan fue el mentor, profesor y guía de Juan Padrón.

7 Gisela González Prieto (La Habana, 1940). Desde niña actuó en programas infantiles de la televisión cubana. Fue bailarina en el cabaret Tropicana y en 1960 comienza en el Departamento de Dibujos Animados del ICAIC como dibujante y colorista. Actualmente vive en México.

8 Modesto Tomás García Álvarez (La Habana, 1930-2016). Graduado de Pintura en la Academia Nacional de Bellas Artes San Alejandro, fue el director del Departamento de Trucaje y efectos especiales del ICAIC en el momento de su creación. Radicó en México y se desempeñó como director de arte de RAMM Productions.

9 Entrevista realizada el 1.o de diciembre de 2020 por Aramis Acosta.

10 A finales de 1962, los hermanos Padrón regresan a Cárdenas por unos meses pues el país se pone en estado de alerta ante una inminente guerra, comenzaba la Crisis de los Misiles.

11 Manuel Lamar Cuervo (Bogotá, 1929-Miami, 2019). Dibujante, humorista gráfico y director cinematográfico, tiene entre sus personajes más populares a Matojo.

12 Lázaro Fresquet Brañas (La Habana, 1931). Sus primeras caricaturas vieron la luz cuando tenía diecinueve años. En la década del cincuenta participa en los salones de humorismo. Obtiene primer premio en 1955. Publicó en La Quincena, El Pitirre,Palante y Bohemia. Actualmente vive en los Estados Unidos.

13 Harry Reade (Sidney, 1927-New South Wales, 1998). Dibujante, guionista y profesor de animación, se une al recién creado Departamento de Dibujos Animados del ICAIC a inicios de los sesenta. Su filme La cosa fue el primero realizado en Cuba en recibir un reconocimiento internacional, cuando lo declaran Filme Notable en el Festival de Cine de Londres. Harry era miembro del Partido Comunista Australiano.

14 Ignacio Jacinto Villa Fernández (La Habana, 1911-Ciudad de México, 1971). Uno de los compositores e intérpretes de la música cubana y universal más importantes de todos los tiempos.

15 Francisco González López (La Habana, 1946-2021). Comenzó a trabajar en el ICRT en el año 1967, como diseñador de vestuario y decorador. Cursó estudios de actuación con Roberto Garriga, Marta Jiménez Oropesa, Odilia Romero y Oscar Luis López. Actuó en la televisión, la radio, el cine y el teatro. Puso su voz a múltiples personajes del animado cubano; el más popular es el mambí Elpidio Valdés.

16 Santiago Rafael Armada Suárez (Santiago de Cuba, 1937-La Habana, 1995). Autor de la tira Julito 26 que apareció en el periódico clandestino El Cubano Libre.

17 Bajo la dirección de Eugenio Rodríguez Balari (La Habana, 1938-Estados Unidos, 2021), director de Mella entre los años 1963 y 1964, y la dirección artística de Virgilio Martínez Gaínza (La Habana, 1931-2008), fundador de DDT, suplemento de humor gráfico y literario del periódico Juventud Rebelde.

18 Conocido como el Gallego Posada (Asturias, 1929-La Habana, 2002). Caricaturista, ilustrador, dibujante, grabador, diseñador escenográfico y pintor, español exiliado en Cuba, colaboró con publicaciones en Juventud Rebelde, El Caimán Barbudo, Bohemia y Revolución y Cultura.

19 Hugo Francisco Alea Fernández (Santiago de Cuba, 1940). Guionista y director de audiovisuales de la televisión cubana. En la serie animada (stop motion) El profesor, fue guionista, animador y director. Realiza los diseños junto a Reinaldo Alfonso.

20 Akira Kurosawa (Tokio, 1910-1998). Célebre director de cine japonés. Su ópera prima fue el filme Sugata Sanshiro y su filmografía cuenta con treinta películas a lo largo de cinco décadas que incluyen influyentes títulos como Rashōmon, Los siete samuráis, Ran, Yojimbo, entre otros.

21 Título de estreno en Cuba sobre el original: Las aventuras de Hols, el príncipe del Sol (Taiyō no Ōji Horusu no Daibōken).

22 Isao Takahata (Ise, 1935-Tokio, 2018). Director, productor y guionista de animación japonesa. Funda Studio Ghibli junto a Hayao Miyazaki.

23 Hayao Miyazaki (Tokio, 1941). Director, ilustrador y productor del cine de animación japonés. Entre sus películas más famosas se encuentran El viaje de Chihiro y La princesa Mononoke.

24 Juan Padrón: Mi vida en Cuba, epílogo de Berta Durán, Penguin Random House, Barcelona, 2021, p. 264.

¡Y Nace Elpidio Valdés!

Según análisis familiar, probablemente en Cuba fuera 24 de marzo cuando Padroncito diseñaba el personaje:25

Estaba en Leningrado, bajo cero y con tremendo gorrión. Me gustó tanto trabajar al personaje cubano que descarté todo lo que había dibujado de Kashibashi. Fui al mercado y me compré una botella de vino tinto moldavo, un cartón de cigarrillos Ligeros, pan negro y medio queso Gruyere, y comencé de nuevo, pero con el cubano de protagonista.26

El 14 de agosto de 1970 es una fecha significativa en la historia de la obra de Juan Padrón, pues aparece publicado por primera vez en la revista Pionero el personaje de Elpidio Valdés, en Elpidio Valdés contra el Gun Market Co.

Al principio —explicó treinta años después—, era un personaje secundario dentro de una historieta de samuráis, y a medida que lo fui desarrollando, me gustó tanto que lo convertí en protagonista. Lo «bauticé» Elpidio Valdés para que sonara a Cecilia Valdés. No pensé mucho en el diseño, le puse el bigote y la raya al medio, lo dibujé tal y como se me ocurrió. Y aunque decía que era un mambí, se movía en diferentes lugares buscando armas en los Estados Unidos, Japón y hasta en el planeta Marte.27

Juan explicaba que llegó a Elpidio gracias al samurái Kashibashi; los trazos son similares diferenciándose solo por la sustitución de la catana por el machete. Las historietas de Elpidio —muy parecido al propio Padrón en sus años juveniles— siguieron publicándose en Pionero, publicación semanal de gran aceptación entre los niños (y sus padres). Creado con elementos de comicidad y criollismo, el nombre de Elpidio nos remonta a las zonas rurales de Cuba y su apellido a la clásica novela de Cirilo Villaverde. A pesar de ser el primogénito, Elpidio Valdés contra los ninyas se publica como la segunda historieta del legendario mambí. SegúnPadroncito, por un error suyo en el tamaño de las páginas —no encajaban con las pautas del semanario Pionero— tuvo que repetir este trabajo.

En 1970 comencé a trabajar en un personaje de aventuras que se movería por los finales del siglo pasado en diferentes escenarios. Nada mejor, de acuerdo a la época que le destinaba, que fuera un cubano mambí. Dibujé una historieta del personaje Kashibashi, sin mucho rebuscamiento y lo bauticé casi sin pensarlo. Terminé esa historieta y de inmediato comencé otra, ya sin Kashibashi y con Elpidio Valdés como personaje principal. Este fue un personaje de esos que rápidamente «se va de las manos», y en poco tiempo ya uno sabe cómo va a «reaccionar» ante cualquier situación. Después de la tercera o cuarta historieta lo dibujé con más precisión y ya sabía quién era. Gracias a mi manía de visitar museos, buscar datos, fotos, diarios de guerra y libros sobre la vida y la lucha de los mambises logré recrear un mundo apropiado alrededor de Elpidio, tratando de que fuera históricamente preciso. Por ejemplo, la ropa, los fusiles, los grados militares, las frases, la comida, etc. Y es por eso que se convierte Elpidio de teniente a coronel, nace Palmiche, tiene un brigadier de jefe, anda remendado y todo lo demás.28

Acerca de la inesperada irrupción del personaje de inimaginable trascendencia, escribió el crítico e investigador Luciano Castillo en la introducción a una entrevista a su creador: «Insertó a un cubano del siglo xix diseñado de un tirón sin boceto alguno, el 14 de agosto de 1970. Bautizó aquel mambí como Elpidio Valdés sin sospechar siquiera que pronto cobraría vida propia, se independizaría de aquellas tramas situadas en otros países y saltaría machete en mano a la pantalla».29

Elpidio cuenta desde su nacimiento con un contexto histórico definido, sensible a la formación de sentimientos identitarios en el cubano, lo que obliga a su autor a profundizar en la historia de Cuba. Descubre en los espacios de venta de libros viejos en La Habana una serie de pequeños libritos publicados por personas que habían combatido en las guerras de independencia. No eran escritores, fueron depositarios de sus propias experiencias personales como memoria escrita de su paso por la contienda bajo títulos como El campamento mambí o Mi vida en la manigua. Ellos mismos editaban sus libros con tiradas de apenas quinientos o mil ejemplares con la intención de repartirlos entre familiares y amigos:

Esos ejemplares son lo más divertido del mundo, porque con ellos te das cuenta de que los mambises no eran esa gente encartonada que a veces ponemos en la ilustración, vestidos de blanco, con el machete, y que nada más pensaban en la independencia en abstracto. Ellos eran una partida de jodedores, y se hacían grandes bromas, y se escapaban muchas veces del campamento en busca de comida porque siempre estaban hambrientos. Los libritos esos me dieron la verdadera imagen del mambí.30

El mambí Elpidio nace mulato, con pelo ondulado y de baja estatura. Padrón rompe con el código de relacionar al héroe con la piel blanca, los ojos verdes, alto, fornido y montado en un caballo totalmente blanco y melenudo. Sus rasgos reflejan más juventud que los personajes negativos, generalmente gruesos, calvos y bigotudos. Esto suscita la inmediata identificación de los más pequeños de casa con Elpidio. Psicológicamente es un personaje valiente, pícaro, inteligente, entregado sin límites a la causa independentista y, por encima de todo, cubanísimo.

De gran importancia resultan las escenas de combate y los textos onomatopéyicos. Las páginas están conformadas por cuadros de diferentes tamaños y posiciones, según la importancia del instante que se relata. Elpidio Valdés contra el Gun Market Co.,por ejemplo, tiene como escenario los Estados Unidos de Norteamérica, prevalecen las particularidades del género oeste, se aprecian las tabernas, zonas semidesérticas, trenes y carretas, indios y contrabandistas, así como el armamento —fusiles y pistolas—, el cual delata a un autor admirador y conocedor del cine.

La aceptación de la figura carismática del mambí alcanzó en muy poco tiempo una dimensión popular nunca antes vista y devino símbolo de hidalguía patriótica de los cubanos en su lucha independentista. En Elpidio Valdés se concentra la valentía y la honestidad, la justicia y el humor criollo. Con un atractivo diseño, el personaje se sitúa entre los más longevos de la historieta cubana con decenas de publicaciones en libros y revistas.

En este mismo 1970, Juan comienza una nueva serie titulada Zooilógico compuesta de cuatro chistes con cebras, lagartijas, camellos y jirafas humanizados y particularmente ingeniosos. Un año después, en enero de 1971, reproduce, ahora para el semanario DDT, su popular personaje de Kashibashi. Como en ediciones anteriores, muestra elementos de la tradición japonesa, a partir de su preferencia por la filmografía de este país, en la cual proliferaban duelos espectaculares, todo un alarde coreográfico y súbitos surtidores de sangre que parecían teñir las pantallas. En esta ocasión le interesa parodiar sus códigos estéticos.

En el mes de abril del mismo año, nace Cerbatanas, conformada por cinco chistes independientes generalmente enmarcados en la selva africana; se destaca el carácter guerrerista de algunas tribus y sus condiciones de vida. La cerbatana, como arma de guerra y supervivencia, será el elemento protagónico, acompañada de otros referentes culturales, como el uso de máscaras, la ligereza en los movimientos, la piel oscura y el pelo voluminoso.

En agosto nace la serie Piojos, dotada de una gran simplicidad en su concepción estética. En este nuevo conjunto de chistes gráficos, inserta el humor blanco, con referencias hilarantes a las relaciones amorosas de los piojos y su incompatibilidad con algunas costumbres humanas.

Un nuevo personaje, Ulises, sirve al autor para la reinterpretación del mundo clásico por medio de parodias sobre la historia de la antigua Grecia, que se publica solo una vez, al igual que Centauros.

Elpidio Valdés reaparece en septiembre de 1971, ahora en el planeta Marte. Esta incursión en la ciencia ficción responde a la popularidad que alcanzó la lectura de libros de este género. Durante varios años Padrón manejó la idea de dibujar algo sobre las novelas marcianas de Edgar Rice Burroughs, donde había naves en forma de acorazados que volaban por el cielo del planeta Marte y habitaban héroes de cuatro brazos con espadas flamantes, hombres plantas y leones de seis patas, personajes que aportaban posibilidades estéticas para que el humor y el absurdo convivieran.

El nombre de esta nueva serie es Elpidio Valdés contra los zernis y los dibujos corresponden al dibujante Jorge Isidro Sagués (Jordi). En ella introduce un personaje femenino, Zori, y también es la primera ocasión en la cual Elpidio combate con su machete.

Sin dejar de mostrar a los niños un nuevo episodio del singular mambí, Padrón continúa investigando la etapa de la guerra contra España, pues en estos años la directiva de la Unión de Pioneros de Cuba le pide usar al popular personaje en la educación patriótico-militar de los niños. Para brindar a los pioneros una historia amena y educativa viaja sistemáticamente a Santiago de Cuba y Camagüey, donde visita museos e investiga sobre los pormenores de la guerra; realiza apuntes; se entrevista con los directores, historiadores y el personal especializado de museos y galerías; consulta archivos, fotografías, diarios de campaña y libros de historia. Tiene conciencia de que, aunque Elpidio Valdés es un personaje de ficción, su vida está basada en hechos históricos.

Esta intención educativa también se muestra en la serie Abecilandia,surgida en octubre de 1971, con las letras del abecedario como protagonistas. Los textos onomatopéyicos dinamizan las historias, y la carencia de un entorno identificativo constituye uno de los elementos formales.

Notas

25 Juan Padrón muere en La Habana el 24 de marzo de 2020. Exactamente el día en que Elpidio Valdés cumple cincuenta años.

26 Juan Padrón: ob. cit., p. 7.

27 Tomado de Toni Piñera: «30 años Juan Elpidio Padrón Valdés», Juventud Rebelde, La Habana, 4 de marzo de 2000.

28 Tomado de Alejandro González Acosta: «Veinte años haciendo reír y pensar», Cine Cubano, La Habana, no. 95, 1979, pp. 132 y 133.

29 Luciano Castillo: «Juan Padrón y sus vampiros a ritmo de conga (I)», 5 de octubre de 2020 [http://www.habanaradio.cu/articulos/juan-padron-y-sus-vampiros-a-ritmo-de-conga/], artículo publicado en tres partes, las siguientes los días 8 y 12, fecha de lectura: 16 de octubre de 2020.

30 Tomado de Alina Perera Robbio: «Me emociona que Elián recuerde a Elpidio», Juventud Rebelde, La Habana, 13 de febrero de 2000.

Juan, director de cine

A partir del año 1972, Juan Padrón comienza a trabajar (en muchos casos sin recibir remuneración), como realizador cinematográfico en el Departamento de Dibujos Animados del ICAIC.31 Su primer trabajo fue el guion y los diseños de una nota animada para la televisión con el personaje de Elpidio Valdés, quien ya para esta fecha era muy conocido por los niños en las páginas de historietas, pero ahora, por primera vez, lo presenta en movimiento y hablando directamente a cámara durante un minuto. El público se identifica con la voz del actor Frank González quien, bajo la dirección de Padrón, le imprime al personaje un sello de cubanía y humor criollo. Esta nota animada fue dirigida por el experimentado realizador Tulio Raggi, condición que impone la dirección del departamento ante las dudas acerca de la capacidad del novel Padrón.

En el ICAIC, Juan tuvo la oportunidad de convivir con sus fundadores, especialmente con el pequeño grupo de artistas vinculados a la animación cinematográfica. Muy importante para la filmografía padroniana fue el imprescindible apoyo del más veterano de los productores del cine de animación en Cuba, Paco Prats,32 quien ya había desarrollado todo el proceso de producción en muchos de los cortos concluidos hasta el momento. Sobre su encuentro con Juan Padrón, el propio Prats refiere:

Yo era el productor del Departamento de Dibujos Animados y para mí colaborar con él en sus películas representó una satisfacción mayúscula. Por su inteligencia, simpatía, siempre haciendo chistes, era muy agradable trabajar con él. Cada uno de sus filmes era algo nuevo. Los guiones estaban correctamente realizados y, sobre todo, no se creía que sabía más que los demás, sino que escuchaba mis opiniones y criterios sobre la organización del trabajo sin pretender cambiar el sistema de producción establecido. Aprendió en muy poco tiempo la técnica de esta nueva especialidad diferente a la realización de las historietas. Desde el principio me di cuenta de que Elpidio Valdés tendría un éxito seguro en las salas cinematográficas y que establecería entre el resto de nuestros directores una sana emulación en aras de mejorar sus propios filmes. El éxito que ha alcanzado Elpidio Valdés ha sido increíble.33

De forma simultánea Padrón continúa trabajando en el diseño de sus historietas. El 15 de enero de 1972 publica en la revista Pionero una nueva serie no humorística titulada Ronin, el samurai errante con dibujos realistas del humorista gráfico Lorenzo.34 La sobriedad y soltura en las líneas convierten a esta serie protagonizada por un japonés en un alarde de maestría artística, fundamentalmente, en las escenas de combate y en el ritmo de las imágenes. Nuevamente, el contexto tiene que ver con la influencia que ejerce el cine japonés en su autor desde una óptica más seria y consecuente con la historia de ese país, la trasmisión de valores está presente a partir de la identificación de los niños con los héroes. Los conflictos de esta serie están enmarcados en la fidelidad, el deber, la traición y la venganza. La principal semejanza del personaje protagónico con el cine de samuráis radica en la agilidad y destreza en el combate.

En el mes de marzo aparece un personaje soviético, Kolia Babalaikov, que tocauna balalaika (guitarra tradicional). Con él, Padrón vuelve a concebir personajes de corte histórico, enmarcados en una geografía conocida, con elementos humorísticos y representación infantil. Las acciones ocurren en la Segunda Guerra Mundial, por lo que el armamento es representado con bombas, submarinos, cohetes, que nos remiten al momento histórico del argumento. Con esta serie, su autor pretende acercar al niño a las situaciones reales del conflicto bélico, así como trasmitir valores como la amistad y el sentido de justicia.

En este año se consolidan los objetivos de la serie de Elpidio Valdés: la educación patriótico-militar, la enseñanza de algunos momentos de la historia nacional y la trasmisión de mensajes relacionados con la formación integral de los pioneros. Nuevas historietas desarrolladas en los campos de Cuba muestran cómo dormían, vestían y vivían los mambises. Comienzan a introducirse paulatinamente personajes nuevos y apelativos que adquieren popularidad, como «panchos», para caracterizar a los españoles. Padrón sabe cómo tratar la historia —acontecimientos reales, fechas y sucesos— con seriedad, fantasía, humor y desenfado en las descripciones y el entorno, pero también con respeto a la valentía de ambos contrincantes, lo cual permitió a los niños cubanos aprender la historia de las luchas contra España de manera divertida y verídica.

A partir de 1973, Juan comienza a interesarse por publicar trabajos críticos sobre el amor y el desamor con temas que oscilan desde los hombres mujeriegos y conquistadores, hasta los tipos fuertes y orgullosos, usando un lenguaje vulgar, popular y chabacano. El mayor éxito de estas viñetas reside en la habilidad de Padrón para captar los rasgos esenciales de los personajes a modo de estereotipos, también publica chistes de textos con parte de los fonemas alterados para hablarnos de la degradación del lenguaje debido a su mala utilización.

Las páginas del semanario DDT acogen la serie Comejenes (1973), en la cual la alimentación de esos voraces insectos es el camino de enlace con el mundo de los humanos. El diseño recuerda hombrecitos muy delgados con enormes cabezas.

Durante 1973, se consolida su acercamiento a la dirección cinematográfica, realiza tres notas animadas de treinta segundos para la televisión que, con el título Pionero,inculcan a los niños mensajes de libertad y patriotismo. En ellas asume el guion, el diseño y la dirección, responsabilidades que desempeña también en el cortometraje de treinta segundos La higiene (1974),35 con el que incursiona en notas animadas televisivas de bien público. Para entonces, el dibujante recibe una invitación para llevar algunas de sus historietas al dibujo animado. Esta idea lo entusiasma, aunque, una vez más, debe codirigir sus primeras películas con animadores de experiencia para demostrar sus dotes en este campo.

Los niños constituyen un público muy especial, son sensibles por excelencia y esto les permite asimilar los mensajes transmitidos por los diferentes medios de comunicación. Juan Padrón lo tiene presente tanto en las historietas como en su obra cinematográfica, por lo que sus argumentos no olvidan jamás la finalidad pedagógica.

Constantemente, Juan Padrón nos recuerda que, en especial, los personajes protagónicos están llamados a convertirse en paradigmas de imitación. Para su obra visual, la armonía representa uno de los elementos de mayor ayuda a que sean reconocibles y perdurables en la memoria de los niños. La expresividad lograda por los elementos que componen la cabeza (ojos, nariz, boca) permite al público establecer la aceptación del personaje protagónico, quien será el principal transmisor de las ideas. Por este motivo, Padrón insiste en que los protagonistas sean espejos de las virtudes a imitar.

Elpidio Valdés, desde su nacimiento en la historieta, había probado su eficacia comunicativa y, en estos años, pensar sus disímiles aventuras desde la producción seriada permitió contar, en el menor tiempo posible, con un número mayor de obras para ser exhibidas sistemáticamente en el cine y la televisión. La traslación de Elpidio Valdés del mundo de la historieta al dibujo en movimiento fue factible debido a las similitudes existentes entre ambos soportes, lo que permitió ajustar los diseños de escenas, encuadres y caracterizaciones de los personajes fijos, al cine de animación. Padrón ya había acostumbrado a su público a disfrutar del humor gráfico con elementos comúnmente usados en el cine de animación. Para el ICAIC, la llegada de Elpidio Valdés resultó ser el descubrimiento del personaje atractivo y necesario que se buscaba, con el objetivo de desplazar la atención del niño hacia realidades más cercanas a él que aquellas recibidas como casi única opción del universo disneyano. Así, los niños cubanos recibirían mensajes formadores de actitudes positivas, como la solidaridad, el amor al país y la historia de Cuba, de manera dinámica, divertida y efectiva.

Según expresó Juan, los nombres que seleccionó para los personajes de la serie eran, por lo general, conocidos suyos dela infancia. Elpidio es el nombre de un campesino, amigo de la familia, que vivía en una zona cercana al central y tenía un caballo blanco.Marcial era un viejo mulato amigo de su padre que, cuentan, había sido mambí y se caracterizaba por ser muy mal hablado, aunque este detalle no se incorporó al Marcial dibujado. La pícara, pizpireta y valiente Eutelia es el nombre de su mamá (Silvia Eutelia Blanco Redondo). El nombre de María Silvia, la protagonista femenina y novia de Elpidio, nace de la unión de los nombres de su suegra María del Carmen Gondar y su madre Silvia Eutelia. El general cubano, serio, de voz grave, estricto y patriota, está inspirado en un sargento de la época en que Padrón estaba en el Servicio Militar.

La «Balada de Elpidio Valdés», compuesta e interpretada por Silvio Rodríguez para la serie animada, que ensalza las virtudes combativas, contribuyó a la empatía de los niños, pues era fácil de aprender. El trovador en una entrevista habló sobre la génesis de la canción:

Un buen día, cuando solo habían salido unas pocas aventuras del coronel Valdés, se me apareció en la casa y me dijo que quería que le compusiera una balada para aquellas aventuras. Nunca supe bien por qué lo de la balada. Él le decía balada y yo pensaba todo el tiempo en un son originario, salvaje, tratándose de un mambí oriental como Elpidio. Con tal concepto en mente rastreé por Cayo Hueso a un negro viejo al que había escuchado tocar la marímbula y le pedí a Jesús Ortega una vihuela. Difícil me fue afinar la vihuela: seis cuerdas pareadas y para colmo viejas. Luego pensé que me iba a ser duro hacerle entender al marimbulista la idea de aquel son precario, pero en eso me equivoqué. Tan pronto me puse a sincopar el bajo, el golpe de los flejes se convirtió en su sombra.

No había tiempo para retoques, los muñequitos esperaban, y de pronto habíamos terminado la grabación, creo que en la segunda toma. Si no recuerdo mal, Padroncito me ayudó en algo de la letra; cuando menos lo de «gaitos» lo tomé de lo que él decía: uno de los nombretes insurrectos contra las tropas de la Corona. Después de aquel día me quedé con la idea de mejorar el tema y creo que lo hablamos, pero nunca se hizo. La quesuena es la misma versión de entonces y con el tiempo he llegado a tomarle cariño. Ahora hasta quizá sea un sacrilegio hacerla con otro músico que no sea aquel viejo incógnito, del que quisiera recordar el nombre y que posiblemente esté descansando ya con su marímbula, su sombrerito y su tabaco.36

En el año 1974, Juan Padrón asume la producción simultánea de dos cortometrajes protagonizados por Elpidio Valdés: Una aventura de Elpidio Valdés y Elpidio Valdés contra el tren militar. La dirección del departamento estaba satisfecha con el resultado artístico de las pequeñas notas realizadas para la televisión, pero aún no confiaban en que se lograsen iguales resultados cuando las historias, al animarse, tuviesen mayor cantidad de minutos en pantalla.Por tal motivo, los dos primeros animados de Elpidio Valdés se realizaron en codirección con animadores deexperiencia.

El primero en iniciar su proceso de producción fue Una aventura de Elpidio Valdés, dirigido junto al animador Noel Lima Monteagudo.37 En esta ocasión, Elpidio rescata a su caballo Palmiche, capturado por los españoles y sometido a una estrecha vigilancia en un fuerte repleto de soldados. Es la vía para presentar ante el público al héroe de la historieta, sus amigos, ideales y aventuras, hablando, gesticulando y «con vida».