Erhalten Sie Zugang zu diesem und mehr als 300000 Büchern ab EUR 5,99 monatlich.
"El Ser Confinado", Diarios de una Pandemia, es una obra para atesorar, ilustra la pandemia mundial iniciada en el año 2019, en la República Popular China, la cual se expandió por la totalidad del planeta tierra, desde una mirada contemporánea y real, a través de los relatos de cien personas, de diferentes edades, desde diferentes lugares y países del mundo. ¿Cómo vivieron el virus Covid-19 desde uno o varios aspectos de su vida?, el libro invita al lector a sumergirse en las historias reales, a emocionarse con ellas y a sentirse parte de una humanidad única y asechada por el mismo evento. Desde la particular vivencia de cada relato el lector será sumergido en una "montaña rusa" de emociones, desde las pruebas y aprendizajes más profundos, hasta las oportunidades y enseñanzas únicas que este hecho histórico nos brinda. Los aportes de las autoras, desde el Psicoanálisis y el Coaching Ontológico, nos permiten analizar, reflexionar, interrogar, sobre cuestiones de la vida cotidiana en Pandemia. Al leer cada historia podemos sentir el amor, por ese desconocido que habita en cada una de sus líneas y nos comparte su ser. Experimentar que somos uno en este mundo, que el actuar, emocionar y sentir individual repercuten directamente sobre el colectivo.
Sie lesen das E-Book in den Legimi-Apps auf:
Seitenzahl: 602
Veröffentlichungsjahr: 2021
Das E-Book (TTS) können Sie hören im Abo „Legimi Premium” in Legimi-Apps auf:
LIC. NADIA CORINO
LIC. SANDRA ALTOLAGUIRRE
Corino, Nadia
El ser confinado : diarios de una pandemia / Nadia Corino ; Sandra Altolaguirre.- 1a ed.- Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2021.
Libro digital, EPUB
Archivo Digital: descarga y online
ISBN 978-987-87-1739-5
1. Relatos. I. Altolaguirre, Sandra. II. Título.
CDD 808.883
EDITORIAL AUTORES DE ARGENTINAwww.autoresdeargentina.cominfo@autoresdeargentina.com
Queda hecho el depósito que establece la LEY 11.723Impreso en Argentina – Printed in Argentina
“Purifica tus ojos, y mira la pureza del mundo.
Tu vida se llenará con radiantes formas”
–RUMI
A las cien personas de todas partes del mundo que nos enviaron sus experiencias de pandemia, a los diferentes profesionales que aceptaron escribir para el apartado “miradas”.
A quienes realizaron los prólogos, Dr. Mónico Carbajal, Médico Psicoterapeuta y Máster Coach desde Caracas, Venezuela, Lic. Bárbara Abadi, prestigiosa psicoanalista, de Argentina.
A tantas personas que fueron faros para tomar las decisiones correctas, en cada paso que dimos hasta publicar la obra.
A la artista plástica Lis Lund, por predisponerse, desde el principio, con su amor por el arte a darle vida y color a este libro.
A los Medios de Comunicación por la difusión.
A nuestras familias, amigos y referentes que nos inspiran.
A mis padres por darme la vida, por enseñarme y acompañarme de manera constante e incondicional; a la vida por haberme dado tanto. A mis hijas Amanda y Sara, que son el regalo más hermoso de este mundo; y a mi compañero de vida y de ruta Facundo, por todo el inmenso amor que sentimos día tras día.
NADIA
A mi hija Martina; a mi esposo Alejandro por la paciencia. A mis dos estrellas–guías:
Mi papá Raúl, por su bondad, su ternura.
Mi mamá Amelia, por su fuerza interior, su amor infinito
SANDRA
Esta recopilación de narrativas, historias, y hechos reales nos trasladan al corazón de lo vivido en la experiencia, de seres humanos en pandemia.
Cada una de estas miradas de alguna forma, nos lleva a la reflexión, a una visión global de lo que es el mundo actualmente.
Observar con detalle cada historia, donde diferentes relatores proponen sumergirnos en la posibilidad de entender cómo el mundo va activándose de una forma variada y diferente, no tiene precio.
En la medida que entendemos que no sólo estamos hechos de un mundo físico, material, sino que además somos inspiración, estados de ánimos, almas interconectadas a través de nuestras distintas experiencias personales nos hace ciudadanos del mundo, habitantes con un solo propósito: Amarnos.
Las autoras van generando un aprendizaje importante para todos aquellos que vayan siguiendo la lectura, desde la esperanza e inspiración Nadia y Sandra, abriendo el contexto para sumergirnos. Luego historias nada fáciles al principio, pasando por momentos meditativos, de encuentros hacia “sí mismos”, saber que somos “seres creadores de esta conciencia colectiva”, entender lo que esencialmente nos sucede como seres humanos, sin olvidar que somos en esencia unAlmaque busca trascender, más allá de los confines de lo que implica nuestra materialidad. La magia que nos regalan otros relatos para encontrarnos con nosotros mismos a través de otros, el amor de quien trasciende de quien deja huella, para reconocer que somos seres trascendentes, únicos y con una huella muy especial, sobre todo cuando son mujeres, con esa fuerza de esperanza y la declaración poética que nos dejan. En la solapa “ser espirituales” y “miradas” la obra nos deja bendiciones, dulces y amargas y que cada quien tome de acuerdo a su experiencia, proponiendo un cambio de la cotidianidad con el involucramiento de Dios o la razón divina. Entender además que cada momento es un aprendizaje que nos empuja a ser más creativos, desde la aceptación, y sobre todo, que nos ayuda a salir de las distracciones y centrarnos en lo que es más importante. El camino hacia dentro que nos propone la obra, acerca del confinamiento y los confinados, el rescatar la soledad y el ánimo, vivir en la pura presencia, con detalles cortos y precisos de nuestra espiritualidad.
Esto también pasará y estaremos mejor de lo que estamos ante un espacio más solidario donde me pregunte“¿para que yo soy necesario?”.
“El ser confinado” nos muestra, además, en varios relatos, como la solidaridad del medio ambiente nos provee del contexto, para seguir creciendo con nuestra familia o afectos, algunos rodeados de naturaleza y con la disposición para guiarlos en el propio desarrollo personal.
Todos los textos escritos de una forma sencilla, articulada y directa, son historias que nos conectan con los infinitos mundos en los que nos encontramos, un multiverso cada vez más heterogéneo, y al mismo tiempo parecido a lo que compartimos cada uno, desde nuestra casa, desde nuestro país, desde nuestro continente.
Los narradores que vivieron en las diferentes circunstancias en la que se encontraban, plasman con su tinta, emociones, sueños, realidades, paralelas, cercanas y a la vez esenciales, generando comprensión de lo que actualmente vivimos, como integrantes de este gran “planeta escuela” llamado tierra.
Te invito a escribir tu propia historia a partir de lo que aquí podrás leer, seguro será de inspiración para seguir compartiendo nuestra vibra y experiencia en estos tiempos de pandemia.
MAYO 2021
Dr. MÓNICO CARVAJAL
Director de Red Talento, Instituto Eric Berne Venezuela y de la Confederación Mundial de Coaches.
La pandemia del covid-19 nos tomó por sorpresa. Lo que al principio parecía una enfermedad localizada en un solo país rápidamente se propagó por todo el planeta. El mundo quedó perplejo ante la vertiginosa circulación no sólo del virus sino también de las imágenes terroríficas, los miedos, las dudas, la falta de certezas.
La irrupción del covid-19 supone un episodio traumático debido a la alta intensidad del evento y a lo sorpresivo e inesperado de su aparición. No hubo tiempo para prepararse. Se trata de un evento que modifica la vida y los hábitos, que pone en jaque certezas, que amenaza la vida y la salud de todos. Los efectos que tendrá en cada sujeto son sin embargo singulares y dependen de los recursos psíquicos de cada quien, de su historia y sus marcas particulares. En cada sujeto impactará en función de su subjetividad, de su mundo interno y su fantasmática y pondrá en juego mecanismos de defensa singulares. Las respuestas no son anticipables ni generalizables. Sin embargo, ante la conmoción que ocasionó una pandemia que afecta la salud, la economía, la vida cotidiana, las relaciones geopolíticas, la forma de vincularnos entre nosotros, todos fuimos convocados a reaccionar y a responder de alguna forma.
Un episodio traumático requiere un trabajo de elaboración y la palabra es una herramienta privilegiada para este proceso, tal como nos recuerda Sandra al citar la idea de Freud sobre el valor terapéutico de la palabra. Por eso la propuesta de Sandra y Nadia reviste un interés y una apuesta de gran valor. En “El ser confinado” ellas dan la palabra, con lo generoso que supone este acto de “dar”, de ceder espacio, de ofrecer escucha. Alojan en sus textos el decir de cien personas, en un gesto que invita a los lectores a pensar sus propias palabras, su propio relato. Invitan a acercarse a las vivencias de otros y a las propias, como una forma de elaboración. De forma introductoria y casi como presentación, nos cuentan sobre ellas, quiénes son, cómo pensaron el libro y también algo sobre cómo atravesaron el primer año de la pandemia. Entrevemos que el proyecto de este libro ha sido también un sostén para las autoras, creado desde su deseo y como parte de su hacer con las circunstancias y vivencias propias. Luego ofrecen un espacio para que cien personas de distintos lugares del mundo, cada uno con su estilo, puedan decir algo sobre su experiencia en este tiempo tan extraño, tan incierto, tan abierto. Abierto por lo aún inconcluso de la pandemia, pero también por la posibilidad de que cada quien pueda hacer algo singular con lo que vive y vivió.
El trabajo de elaboración psíquica que posibilita una subjetivación y un cambio de posición subjetiva tienen como condición que haya una palabra de parte de quien padece que se dirija a otro. En el encuentro con un psicoanalista en un espacio analítico, a través del vínculo transferencial, se hace posible que a partir del padecimiento de quien consulta emerja una pregunta, un interrogante sobre su sufrimiento o sobre su posición en él. Un libro no es un espacio terapéutico ni analítico, y no pretende serlo. Aun así, ofrecer condiciones para el armado de un relato y una historización donde quizás había solo un estado de angustia y confusión, ofertar un otro a quien dirigir esa palabra sufriente o esa experiencia desconcertante, puede funcionar como punto de partida para que tenga lugar una elaboración subjetiva.
La pandemia genera pérdidas en términos de salud, de vidas, en términos materiales, vinculares, de proyectos y creencias. Es un tiempo de pérdidas y de duelos, en el que se escucha seguido la vivencia de abandono, de desamparo y de soledad. Nuevamente la convocatoria a escribir, a dejarse leer, es una apuesta a poner palabras a estas pérdidas, muchas de las cuales fueron abruptas, solitarias, sin despedida y sin prácticas simbólicas que generan condiciones más propicias para una elaboración de las mismas. La propuesta de Sandra y Nadia pone además el acento en otro aspecto que considero fundamental: el lazo con otros. Un proyecto que nace de un vínculo entre ellas, que habilita modos de ligadura con otros al incluir la palabra y el relato de cien personas en textos sobre los que intervienen, como forma de interactuar y de acompañar. Un libro con múltiples relatos y miradas que hacen lazo con el lector, quien al leer evoca sus propias experiencias y vivencias y dialoga internamente con quienes dan testimonio en sus páginas. Un libro escrito por muchos y para muchos, en un momento en el que fortalecer los vínculos muchas veces erosionados por la distancia, el temor, la sospecha, la desconfianza y la situación de excepcionalidad, es de vital importancia.
JUNIO 2021
LIC. BÁRBARA ABADI
Diciembre de 2019: en la “Era del conocimiento”, de lo previsible, del control, de la información globalizada, actualizada; en la era en que el ser humano nunca estuvo tan informado sobre infinidad de temas alrededor del planeta; en una era donde se permiten las guerras con sentido, el escueto sentido que cada parte le asigna; en un mundo en el que el capitalismo es el dueño de la economía occidental, en un mundo “avanzado”, emerge ÉL.
Y llega a las vidas de los habitantes sin ser visto, sin ser esperado, rápido, tiñendo todo el aire de temor, el temor que trae la incertidumbre, el quiebre de todos los seres humanos de este planeta que deben parar: parar de caminar, parar “de correr” diariamente en sus agitadas vidas, parar sus autos, sus rutinas,su hacer, y darle una nueva forma, un sentido nuevo a suestar siendo,replantear su forma de SER. Este insignificante protagonista manifiesta tempestuosamente su poder y nos paraliza en nuestro propio poder; basta de besos, de abrazos, de visitas, de reuniones, de fiestas, de cine, de deporte, desprovistos de tanto debimos darle un nuevo significado a nuestras vidas, o al menos intentarlo, una vida que transcurría en automático, para muchos sin preguntas, casi sin reflexiones y ante nosotros:la gran oportunidad, para quien quiera despertar, de escucharse, de re–pensarse, de reinventarse, de encontrar nuevos hábitos, motivos, que produzcan nuevas posibilidades, nuevos sentidos, bienvenido covid-19, es hora de aprender.
Su origen es ciertamente desconocido. Diciembre de 2019, Wuhan, República Popular China: animales hacinados en mercados. Misteriosa neumonía. El cuerpo humano no tuvo el tiempo suficiente para desarrollar defensas, pulmones, nariz y garganta paralizados, ganglios linfáticos, explosión de moléculas inflamables, colapso del sistema inmune, rápidamente se expande. Tailandia, Japón, Corea, Medio Oriente, Europa, el mundo entero está sumergido en una enorme confusión. América parecía distante, pero la amenaza llega fácilmente en este mundo global. De China a la Antártida en pocos meses, víctimas colapsando los hospitales, familiares sin acceso a las víctimas, los médicos, enfermeros, auxiliares de la salud “no podemos ayudar a todos, no podemos hacer más, no hay nada que se pueda hacer”.
Nuevos términos en el lenguaje habitual de las personas: cuarentena, confinamiento, aislamiento, distancia social. ¿Sólo el distanciamiento físico impuesto podría reducir la tasa de mortalidad?
Parálisis económica, desempleo masivo, personas susceptibles, los gobiernos idean estrategias para detener la propagación. Ante un virus nuevo nadie es inmune y científicos de todo el mundo entran en acción: experimentos, se revela el genoma, la vacuna podrá darle al cuerpo dosis atenuada del virus, ensayos clínicos, los desarrolladores de vacunas están esperanzados, pero no hay garantías en un primer momento. ¿Es nuestro comportamiento el que puede evitar la enfermedad? Se descubre que anticuerpos en el plasma de pacientes recuperados pueden ayudar a las víctimas a no morir. En algunos países desarrollados comienzan a idear códigos de ubicación para que la población se desplace, monitores de temperatura corporal, aplicaciones en los teléfonos celulares para identificar los trayectos que las personas efectúan, avisos inmediatos en caso de detección de covid-19para subir a los transportes públicos, todo se registra en el dispositivo móvil, todos con barbijos, alcohol en gel; pero otras culturas no tienen los medios ni los recursos para cumplir con el protocolo básico. Las diferencias sociopolíticas y culturales se hacen más visibles, las miserias humanas y la solidaridad también.
“El SER CONFINADO”. Cuando escribo SER me refiero a distintos aspectos de lo que nombramos comúnmente “YO”, la personalidad, el carácter, el temperamento, la mente, el ego, el cuerpo y el alma, entremezclados de forma imprecisa. Este SER se siente, en muchas ocasiones más cercano a su alma y en muchas más, confundido, alejado de la comprensión del espíritu y de su voz. El SER nos permite la transformación, pero no es posible hablar de ella, salvo que la personalidad que habitamos a diario emprenda el camino de abandonar antiguas conductas, viejos hábitos, creencias limitantes y todo el arsenal de obstáculos que existen en nosotros y nos impiden avanzar hacia nuestro propósito. El confinamiento obligatorio, impartido por los distintos gobiernos alrededor del mundo, o elegido por los aterrados seres por más de 365 días, es único en la historia de la humanidad, tanto en su forma como en su esencia.
En este libro pretendo ilustrar, humildemente, que más allá del país, de la nacionalidad, del color, del género, de las arrugas o de la juventud, los seres humanos fuimos atravesados por el mismo “mal”, pero con él surgen distintos dolores, se manifiestan diferentes miedos o se alcanzan nuevos logros u otros niveles de conciencia. ¿De qué depende? Las diferencias en “el impacto” que covid-19 produce en los protagonistas de este hecho histórico, es decir, de todas las personas de este mundo, tienen, a mi juicio, base en el nivel de conciencia con el cuál cada uno “llega a esta pandemia”, en beneficio de unos y en detrimento de otros, como un cristal que amplifica la visión y acelera el tiempo. La obligada inacción desde “el hacer”, nos propone tomar decisiones más profundas, que tienen que ver con “el ser” o no tomarlas, entonces, si es que pretendías ordenar o remodelar algún sitio de tu casa, así comenzó, si empezaste ese libro que dormía sobre la mesa de luz, si lo terminaste de leer, si te levantaste más tarde en la mañana o te acostaste con el control remoto en la mano, así comenzó; si es que elegiste retomar aquella actividad postergada que te hacía feliz, así comenzó; si es que caíste en la cuenta de que tu vida, tu tiempo y tu energía estaban malgastados en un trabajo u ocupaciones sin sentido, así comenzó; si es que elegiste reinventarte, transformarte, acercarte a tu pasión, así comenzó; si es que estabas en “la cima” de tu proyecto, o tu negocio tenía años de prosperidad económica y se desplomó, así comenzó; si es que decidiste que tu hogar se convirtiera en una cárcel, cansado de tus hijos alborotados, pretendiendo que todo esto pase rápidamente, rechazando a tu pareja, viviendo situaciones de violencia, angustia, presión, alejamientos, así comenzó; o te reencontraste con tu hogar y lo transformas en un cobijo de amor, armonía y protección para vos y tus afectos; si comenzaste a meditar, a hacer yoga, a respirar conscientemente, a rezar, si comenzaste la dieta o el entrenamiento que tanto habías postergado, quizá una terapia alternativa, si comenzaste a cocinar casero, o acudiste por primera vez, o sos reincidente de sustancias tóxicas, del alcohol, las drogas, intentando “ahogar” la impotencia, la soledad y el dolor; o incluso decidiste terminar con tu vida, así comenzó.
Los niños merecen unas líneas aparte, una consideración más, será porque tengo dos en casa. ¡Mis amadas Sara y Amanda! El hecho es que ellos fueron súbitamente despojados de su escuela, de su seño, de sus amigos, de las plazas, de los cines, de los encuentros, se les prohibieron los abrazos de sus abuelos y muchos de ellos, ni siquiera volvieron a visitarlos, despojados de los caprichos y regalos que siempre están presentes, o en sus upas, en sus manos, ellos se adaptaron más que nadie a que sus pequeñas vidas cambien repentinamente, con menos información que un adulto, y se merecen todos los aplausos, porque no importó si eran los más aplicados o los más rebeldes, tuvieron que obedecer las nuevas reglas, e incluso ir en contra de aquellas que les marcamos los adultos desde siempre: “ de ahora en más no podés compartir, es peligroso”.
¿Y los adultos mayores? Los asilos se convirtieron en uno de los lugares más inseguros para vivir los últimos años, los seres más vulnerables. Pacientes oncológicos, con neumonía, hipertensos, (y el listado se extiende considerablemente), aumentaron su vulnerabilidad; y si estaban en sus casas aumentaron su soledad, no más visitas de hijos, de nietos, sin tecnología, sin ruido en las calles. Muchos de ellos terminaron sus vidas sin el saludo final de sus seres más queridos.
Covid-19 es un virus del tipo coronavirus, existen desde hace décadas anteriores “versiones” de él, se caracterizan por tener en la superficie una especie de “picos” que sobresalen en forma de corona y afectan mayoritariamente el sistema respiratorio de las personas, ahora bien, paradójicamente, el hecho de que millones de personas en todo el mundo hayan sufrido afecciones en su sistema respiratorio, dificultad para respirar, y, como consecuencia, reducción de movimientos “en el hacer”, otorgó al gran hogar de toda la humanidad, a nuestra bendita Madre Tierra, al Planeta, una oportunidad única para inspirar, el planeta tomó una gran inspiración de aire fresco y puro, hacía años que no sucedía y era improbable que la humanidad toda se pusiera de acuerdo para permitírselo. Había alcanzado niveles alarmantes de polución y contaminación, derretimiento de glaciares, riesgo en la capa de ozono, y gracias al covid-19, en diferentes países, comenzaron a ver el cielo, sus calles atestadas de humo, smog y contaminación impedían a sus habitantes tomar contacto visual con el firmamento, la luna y las estrellas se ven con mayor claridad en diferentes partes del mundo, los animales comenzaron a expandirse, ganaron terreno y en esa nueva libertad incluso alcanzaron las ciudades, en algunos lugares del mundo podían verse ciervos en las plazas, en los océanos también pasaron cosas extraordinarias, decenas de tortugas, lobos marinos, y animales acuáticos “invadieron” las costas, lugares antes invadidos por turistas de forma continua y permanente, hoy las playas desoladas, sin residuo, sin latas, sin bolsas, sin desechos, los vehículos prácticamente se detuvieron, el combustible redujo su consumo a un nivel mínimo e histórico, el petróleo sufrió una histórica caída en el precio del mercado. ¿Qué nos muestra este fenómeno, qué hacíamos con la Naturaleza, qué hacemos por ella?
¿De algún modo este virus es la representación de nuestra conciencia colectiva?
Ante semejante hecho histórico se acrecientan las diferencias de criterios, políticas, económicas y culturales. La humanidad estaba sumida en la superficie, perdida ¿Es esta una oportunidad para cambiar el rumbo de las cosas?, ¿cómo es posible que aún no hablemos de políticas planetarias, de sistemas económicos globales, de la educación como un sistema general, a nivel mundial? Y es que los intereses económicos y egoístas son enormes, presidentes y representantes de varios países se mostraron como un payaso en una obra de teatro, llorando amargamente sus propios intereses y tiñendo con su maquillaje el escenario. ¿Será posible que este hecho histórico nos permita identificar nuestra potencialidad? ¿Nuestra posibilidad de transformación y desarrollo como seres más humanos? ¿Y aprendamos a vivir desde el amor y el respeto por la diversidad, sabiendo que todos somos uno en este Planeta, que no hay motivos para dividirnos, juzgarnos, enfrentarnos? ¿Quizá la vida humana del Planeta Tierra, entendida como un todo, tema inspirar y desconozca la manera de conectar con la plenitud de la vida? ¿Con el amor por la vida? ¿Podemos lograr como humanidad trazar un camino nuevo, de aprendizaje y crecimiento? Aprovecho este párrafo para traer a nuestra conciencia el término Esperanza, porque históricamente nos ha sostenido como humanidad, y permanece en el ADN de cada uno como una huella imborrable de generaciones que nos anteceden, cada uno con su propio concepto y su particular aferramiento, dándole un singular y único significado, ¿Cuál es la esperanza que abrigamos, la que de algún modo te impulsa a seguir?
En este libro y a continuación vamos a ocuparnos de las vidas de 100 personas, alrededor del mundo que sí cambiaron, su mundo cambió. Testigos y protagonistas de este momento histórico nos invitan a zambullirnos en su historia, pequeña para el mundo pero gigante para cada uno de ellos. Infinita gratitud por esta entrega, la entrega testimonial de una parte de sus vidas, antes y durante la Pandemia, covid-19. Además de brindarnos su tiempo y predisposición dejaron que “interviniéramos” sus relatos con conceptos de la ontología, la filosofía, del coaching, desde la psicología. Escribo en plural porque esta obra no hubiera sido posible sin la colaboración y participación de la Lic. Sandra Altolaguirre, amiga personal y ayuda incondicional en todo el proceso, desde la recolección de las historias, la transcripción, el aporte y la intervención desde su profesión, desde sus motivaciones para darlo a conocer, en fin, por poner a consideración su Ser, este es ahora Nuestro Proyecto. Aunamos nuestros saberes y conocimientos para enriquecer notablemente esta obra. Deseamos que estas páginas no sean sólo parte de un libro, que sean una experiencia inspiradora para el lector, porque están llenas de emociones, llenas de color, como la vida misma. Cada alma que escribe, cada corazón que siente, se une en esta Gran Humanidad que somos todos los habitantes de esta Tierra. Deseo que disfrutes del recorrido, tanto como nosotras de su creación, bienvenido.
Con la intención de que comprendas como lector desde “donde miro”, te cuento una pequeña parte de mi historia, vivo en el campo, con mi marido y mis hijas, ellas son la quinta generación aquí, estas son mis raíces, la naturaleza y el contacto con esa armonía son nuestros compañeros diarios, huerta, laguna, verde, azul y amarillo. Mis padres tienen una casa a veinte metros de la nuestra, mis tíos y primo hermano a cincuenta metros, una pequeña comunidad que pronto fue tomando otro sentido.
El 14 de febrero del 2020 nos casamos por Civil y el 15 celebramos, unas cien personas, familiares, amigos y afectos compartieron con nosotros, en casa, nuestro compromiso de amor. La fiesta comenzó a las 11:00 am y se extendió hasta las 23:00 hs., durante doce horas ininterrumpidas fuimos sumando recuerdos y momentos únicos que quedarán grabados para siempre en nuestras almas. Hoy, ante esta pandemia, la llamaríamos una “fiesta clandestina”, porque no pueden reunirse más de diez personas. Esta semana vi en el noticiero como los medios y la policía llegaban a una fiesta similar, al aire libre, los invitados corrían despavoridos campos traviesa para no ser detenidos, abandonaron literalmente el lugar, incluso sus autos. Impensado.
Teníamos programada nuestra luna de miel, con la camioneta lista tomaríamos la ruta 40 y bajaríamos hasta El Bolsón. Ceferino Chamox,uno de los cien protagonistas de este libro,en ese momento era guía de turismo en el bello Parque Nacional Perito Moreno,hoy relata desde Alemania, pero en aquel entonces, sin saberlo, fue partícipe definitivo en la decisión de cancelar nuestra luna de miel, nos envió gentilmente fotos maravillosas del glaciar, pero nos informó que acababan de cerrar el Parque, y que si queríamos ir lo podríamos “ver desde afuera”. Al momento, después de un año y meses, quedó suspendida hasta el fin de la pandemia.
Trabajo en consultoría de gestión humana hace ya doce años, y marzo 2020 sería una fecha para atesorar, teníamos con mis socias cubierto el cupo de un taller de empoderamiento personal para dueños de empresas, con el objetivo de adquirir las competencias necesarias para liderar a sus equipos; continuaríamos con diagnóstico organizacional como medio para develar “la salud organizacional” y los “tratamientos más acertados” para cada cliente; acompañaríamos en gestión a otras empresas, para que logren ser más conscientes, ser más humanas, y obtener así mejores resultados, el año prometía ser exitoso. Pero todo se detuvo. Todos los proyectos y metas que teníamos por delante se diluyeron ante el anuncio presidencial “cuarentena obligatoria”. Y estuvimos algunos días atónitos, mirando hacia el cielo, leyendo, cocinando casero, levantándonos más tarde, escribiendo, porque de algo estaba segura: “lo que estaba ocurriendo era un hecho histórico”, y así surgieron las primeras páginas de este libro. Nunca imaginé que tomaría el confinamiento semejante dimensión. Laboralmente nos reinventamos, fue una ardua tarea, durante los primeros meses nuestros ingresos quedaron en cero, ante la oposición inicial de nuestros clientes que no aceptaban que parte de la vida laboral pasaría de ahora en más por una pantalla. Poco a poco todos nos fuimos amigando con ellas, y nos lanzamos al mundo virtual con capacitaciones para individuos, para ayudarlos a liderar sus vidas; para las empresas y clientes talleres 100% on line, de trabajo en equipo, empoderamiento grupal y demás; retomamos el diagnóstico organizacional; la gestión; la formación virtual y seguí formándome, como siempre lo he hecho a lo largo de mi carrera profesional, la oferta de formación vía web no tenía límites ni fronteras, tampoco nosotras. Hice un taller de coaching y filosofía en Caracas, un diplomado internacional en gestión ontológica, estoy comenzando un postítulo en consultoría y coaching organizacional, comencé a tomar clases de yoga virtuales, disciplina que practico hace más de 20 años, y comencé a brindar sesiones de coaching on line. Voy a disponer de unas líneas para explicar brevemente de qué se trata el coaching ontológico, porque al ser una disciplina “nueva” muchas personas aún lo desconocen y verdaderamente juzgo que es una herramienta muy poderosa. Para mí ha sido transformadora, primero a nivel personal e individual, y luego vivenciando su efectividad en las sesiones que brindo profesionalmente como herramienta para otros.
Para el coaching, cada persona es un observador único de su mundo y del mundo, por lo tanto, sólo él puede modificarlo si así lo desea. Como coach ontológico no le decimos a las personas que hacer, no aconsejamos, exploramos por medio de preguntas, ofrecemos interpretaciones generativas, desafiamos amorosamente a ese “observador” para lograr acceder a una nueva mirada, que le permita el descubrimiento de nuevas acciones y posibilidades, que le permitirán, a su vez, acceder a los resultados deseados en cualquier ámbito de su vida, excepto en temas de salud mental. El coaching ontológico es un proceso de entrenamiento y de aprendizaje materializado a través de sesiones, se generan nuevas ideas y posibilidades no descubiertas anteriormente por el coachee y este descubrimiento lo lleva a darle a “el problema” nuevos significados, lo cual lo conecta con nuevos caminos, y, por lo tanto, con nuevas soluciones. Toma en cuenta las fortalezas, los recursos, determina cuáles son las creencias o factores que lo limitan, a los efectos de reconocerlas/os y modificarlas/os en pos de nuevas posibilidades. Invita a “soltar” lo conocido que ya no es funcional, para abrazarse a lo no explorado. Se requiere coraje, pero sobre todo, de un fuerte compromiso para hacer sesiones de coaching, porque si uno no cambia nada cambia. Se necesita atreverse a diseñar un por-venir que involucre nuestro bien-estar y el logro de los resultados que verdaderamente nos importan.
Volviendo a la vida en el campo no tenemos niñera, ni personal doméstico, y ahora incorporé un escritorio para trabajar home office ¡como tantas personas multi task! Nos organizamos familiarmente para acompañarnos, cada uno en lo suyo, las niñas sin colegio pre aprendieron otra forma de socializar. Mi marido Facundo se ocupa de prestar servicios al agro, en “campaña” se va a su pueblo natal donde quedaron sus clientes, y antes de covid-19, cuando él estaba en casa, nosotras íbamos temprano a la ciudad, yo a la oficina, y las niñas a la escuela, nos encontrábamos por la tarde, ahora está más acompañado y eso lo hace feliz. ¡Los cuatro juntos durante las 24hs! Mi hermano menor (nos llevamos 19 años) también vino al campo a pasar la cuarentena, vivía en Tandil, a punto de recibirse de Ingeniero Agrónomo, para estudiar on line daba lo mismo el lugar y para nuestra familia: “mejor en familia”. Mis padres y mis tíos transformaron la casa de fin de semana en el campo como hogar permanente, dicen que hasta que todo pase, yo tengo mis dudas de que regresen a la ciudad después de todo esto, en fin. Bendecida situación.
Con amor todo es más fácil.
Lic. NADIA CORINO
Coach Ontológico Profesional
Un antes y un después de marzo de 2020. Queríamos compartirles con Nadia lo que fueron nuestras experiencias pandémicas. He aquí entonces mi relato:
Mi vida antes de la Pandemia era bastante ¿ordenada? Aunque disfrutaba de todo lo que hacía, porque siempre fue así, tenía horarios para todo. Eltiempoestaba bien administrado: Levantarme, ducharme, cepillarme los dientes, desayunar. Llevar a Martina a la escuela, ir al trabajo. Cuando volvía, ella ya estaba en casa. Con Alejandro, mi esposo íbamos al gimnasio, él después daba sus clases de Yoga Vital en Akasa, un espacio que tenemos donde desarrollamos nuestras actividades; luego cenábamos en familia, mientras compartimos los aconteceres de una intensa jornada.
En alguna parte del día, siempre había algo para estudiar o algún apunte para leer, una idea a desarrollar, un proyecto o libro para escribir y a ponerse manos a la obra.
Los fines de semana eran espontáneos, y súper disfrutables: conexión con la naturaleza, caminata por el parque Miguel Lillo o la playa, alguna que otra escapada por la costa atlántica, o las sierras, un cafecito en familia, siempre una reunión, cena o festejo con amigas o con mis primas y en verano, siempre un viaje:horarios, tiempo, orden.
De repente, un bicho se mete en tu vida, y en la vida de todos.
¿Me desordeno?
“Quédate en casa” era el lema ¿la casa como refugio? ¿Los que (aún) viven en la calle? ¿Los que viven un infierno dentro de sus hogares? ¿Los que trabajan por día para llevar un plato de comida a su familia? “Quédate en casa” era (es) desigual.
Los primeros días debo decir que me quedé paralizada. Parada. Atónita. Mirando todo a mí alrededor como si estuviera en una película, donde yo no era la protagonista. Preguntándome: ¿qué hago? ¿Cómo lo hago? ¿Y ahora, qué? Sentís que algo te atropella, te agarra de sorpresa, desprevenida, y te sacude, te zamarrea. Y todo cambia. Con el paso de los días, me doy cuenta que soy la protagonista. No es ninguna película de terror, es real.
Sabemos desde el psicoanálisis que “lo disruptivo es algo extraordinario que impacta en el psiquismo, y que irrumpe de manera consciente e inconsciente. Las consecuencias se miden en función de la estructura de personalidad del sujeto que lo percibe y procesa”.
Mi hija no iba a la escuela, o mejor dicho al lugar físico, a la institución escuela ¿no? Por qué clases hubo virtuales. Comenzaban entonces “las clases pantalla por medio”, y yo que iba todos los días a atender a mis pacientes, ya no podía (porque al principio eran escasos los que querían de ese modo) No gimnasio. No hay reuniones. No cafecitos. No caminatas. No hay playa. No viajes. No besos, ni abrazos, ni nada. Me invadía el silencio. Afuera estaba el peligro, decían. Pensé ¿cuál sería la salida entonces?
Empecé a salir de esa parálisis abrumadora, y a moverme. No sabía bien cuál era el rumbo, hacia donde dirigirme, pero por lo menos me movía. Sin mucha tele ni mucha información, porque lo único que hacían era mostrar el horror en otras partes del mundo, y eso no me aportaba ni me sumaba nada, solamente ansiedad y malestar. Solo me deprimía y hacía que los días fueran más grises. Las horas transcurrieron de manera creativa, tomando al encierro como salida, amigándome con él, lo invité entonces a “hacerme compañía”.
Me quedé como en una burbuja, pero con gran movimiento interno, de profunda introspección, leyendo mucho, estudiando bastante, y creando todo tipo de proyectos, junto a otros, como lo hago siempre. Porque “somos con otros” ¿verdad? No me imagino haciendo cosas en soledad. No es constructivo para mí. Siempre se construye y se aprende con el otro.
Con algunos de mis pacientes pude hacer las sesiones por video llamada, muy de a poco, aunque muchos no quisieron encontrarse de esa manera. Todos decían que era lo mismo, pero no. Yo siempre les doy un beso, y muchas veces un abrazo a todos cuando los recibo. En fin, era lo que se podía, y pensé entonces en ir a favor de las cosas, y a no poner resistencia porque las cosas iban a pasar igual
La rueda empezaba a girar. Como dice el dicho: “cuando el carro se mueve, los melones–ideas (eso lo agrego yo) se empiezan a acomodar”. Y sucedieron días hermosos. Volví a Zumba, esta vez de manera virtual con la bella Mónica Knudsen, que siempre le pone onda y alegría a sus clases. Más adelante con mi amiga Carla Duarte, que ahora vive en Buenos Aires, hicimos unos spots de “Prevención de la Salud Mental” junto con bailarinas de la ciudad que pusieron el cuerpo para danzar. Danzar en medio de tanta angustia, y tanta incertidumbre. Bailarla. Estos siete spots terminan con la frase:“Porque tu salud mental, también nos importa”. Porque lo que pasaba era que los psicólogos al principio no fuimos considerados personal esencial, y yo, como todos los colegas, consideramos que, sin Salud Mental, no hay salud. La gente tenía mucha resistencia a las sesiones virtuales, no fue fácil. (Aunque los gastos para ejercer, había que pagarlos igual)
Más adelante escribí sobre algunasemociones; una serie llamada “Ser Sensible”: sorpresa, alegría, tristeza, ira, miedo e incertidumbre. Esos relatos luego fueron actuados por actrices locales y también se convirtieron en spots. Observaba como en los medios de comunicación, y también fuera de ellos, se hablaba de la Salud solo como la salud física, orgánica. Y quise hacer algo con eso. Entonces, ¡Luz, cámara, Acción! Y salieron cosas muy bonitas, gracias, y como siempre, a un equipo de trabajo. Tiempo después se puso “en la pantalla, esto de la importancia de la Salud Mental”, pero solo un poco. Siento que muchas veces los psicólogos profesionales, “somos el último orejón del tarro”. A mi criterio, hay un sesgo biomédico de la pandemia, que tiene que ver con enfermar a partir de lo físico, sin tomar en cuenta la dimensión psicológica y social.
La rueda siguió girando, poco a poco, todas las ofertas de actividad física, yoga, y diversos cursos y charlas académicas eran virtuales. Todo pasaba por las redes, y otras diversas aplicaciones. Y me sume a todo cuanto pude. Abrirme a nuevas experiencias. Sumergirme en aguas desconocidas. Me animé a participar como panelista en un Congreso Internacional sobre Diversidad de Género y Sexualidad, presentando un trabajo sobre Abuso Sexual en la Infancia, y estuve grabando para un documental en OctubreTV sobre experiencias de mujeres en cuarentena, llamada Mirada de Mujeres.
La tecnología ocupando un rol imprescindible. Se produjo una transformación digital que nos sostuvo, acercó distancias, permitió otras formas de trabajo, nos mantuvo cerca de nuestros afectos.
De a poco creando algunos “vivos”,sintiendo a la vez que estaba más viva que nunca. Que esto también era la vida. “La vida ahora” ¿no?, y entonces con un grupo de personas, nos encontrábamos todos los domingos a conversar y crear. Para mí funcionó como un grupo de sostén: contenía y me contenían. Nos acompañamos. Y así entre contenido– y –continente transcurrieron las tardes de domingo de Arteterapia, aprovechando que había terminado justo una Diplomatura. Dibujamos, cantamos, escribimos. También armamos un texto colectivo al que le pusimos música de Papo, que luego editó el querido Jose Luis Rodríguez, grandioso artista local, y dice así:
“La vida es amor, es aprendizaje y evolución, con sus hilos invisibles, la amistad como esencial, nos unimos al todo. Con un abrazo se dice todo, lo que con palabras no podemos, junto a nuestros corazones, la distancia no es problema, unidos somos más. Nada como ir juntos a la par, luz que se expande por la inmensidad, enlazamos nuestras almas, de nuestros cuerpos en viaje, queda mucho por andar. Comienza una nueva era, yo te envuelvo con mi paz, continuaras tu libre velo, ya saldrá el sol para ti, será un mundo mejor” (…).
Cada semana, todos esperando EL VIVO. El alma desatada. El deseo puesto en esos encuentros que formaban nudo, que anudan esperanzas, que crean un devenir.
Al mismo tiempo, Alejandra Fernández, convocaba junto a otras personas a escribir poemas sobre diversos temas. Era una experiencia colectiva donde cada persona, dejaba una frase de no más de dos renglones abajo de una imagen. ¿Entonces? ¡Seguí escribiendo para variar! No sé por qué las palabras me salían por los poros, por todas las partes de mi cuerpo. Era “decir por todos lados”, para no quedarme con nada adentro. Todo ese florecer interno brotó, como inmensas ramas que salían de mí en forma de manos que se juntaban con otras para hacer, ser y crear. Energía transformadora que permitía crecer y disfrutar de ese espacio en este tiempo. Tiempo Real. Tiempo de Pandemia. (Que aún hoy no termina, claramente). Dar respuesta a la carencia: esa era la misión.La constitución subjetiva se forja en el encuentro con el otro, que transfiere energía libidinal y un sistema simbólico que sirve de sustento.
También empecé mi taller de canto con una persona maravillosa: mi gran maestro Carlos Demian Paludi ¡Qué liberador se siente!
¿Instinto gregario? Claro que sí. Como dice Bion, desde los orígenes evolutivos, el individuo socializa para protegerse de los peligros.La reacción instintiva ante situaciones disruptivas que afectan a una sociedad, es agruparse y enfrentar los peligros juntos.
De a poco se fue hablando de “Una Nueva Normalidad”, haciendo visible que la vida anterior era la normal, y esta otra, una nueva. Yo llamaría un “nuevo transcurrir en la vida”, más que una nueva normalidad. Porque ¿qué es lo normal? Una vida donde tenemos que prestar más atención al cuidado del otro, y cuando digo del otro, me refiero a todo lo otro: nuestro planeta, animales, plantas. Una nueva vida donde se resaltan los valores de respeto, solidaridad, diálogo, empatía. Sin esos principios el convivir se vuelve muy complicado.
Y como si esto fuera poco, Nadia, mujer maravillosa– amiga–, creadora– de la idea este libro me invita con todo su amor a compartir esta propuesta. A convocar a personas, que escriban sus historias de pandemia; algo de lo que me hace sentir muy cómoda porque es lo que hago todos los días de mi vida: escuchar historias de sujetos deseantes.
Y a la vez, esto me conecta otra vez con la escritura, algo que también es mi pasión, más allá deSer Psicóloga.
En este libro encontrarán cien historias de pandemia de todas partes del mundo. Nadia hará en cada grupo, intervenciones desde su mirada, desde elser y la existencia, desde su profesión, el coaching ontológico, y yo haré lo propio desde la mía, como psicoanalista, que rescata a unsujetoen cada relato; estableciendo puntos de conexión y de encuentro y también diferenciándonos en un diálogo permanente. Ya lo dijo Jaques Lacan “Mejor que renuncie quien no pueda unir a su horizonte la subjetividad de su época”.
A decir verdad, nuestras profesiones tienen grandes diferencias en cuanto a su naturaleza, y la mayor distinción es que el coach no atiende cuestiones ligadas a la Salud Mental, en términos de curar un trastorno o malestar o simplemente atender conflictos que tienen su raíz inconsciente.
Entonces ¿Qué es el psicoanálisis? Coincidiendo con la definición de La Asociación Psicoanalítica Argentina podemos decir que “es una disciplina científica que estudia, investiga y describe el alma humana: cómo se forma, cómo se desarrolla, cómo está estructurada y cómo funciona, también como se enferma y como se cura. En lo que hasta Freud había sido terreno de teólogos y filósofos, de anatomistas y neurofisiólogos, se instala el psicoanálisis, como una disciplina científica autónoma e inédita. El progreso intenso, amplio y permanente de la investigación, y la acumulación de conocimientos psicoanalíticos, ha llevado a la posibilidad de aplicar esos conocimientos, no sólo a diversas categorías de trastornos mentales, sino también, a la comprensión de ciertos aspectos de patologías sociales, y en general a diversos tópicos de la cultura: el arte, el cine, la literatura, entre otros”. En psicoanálisis hablamos de sujeto. Sujeto ligado a un inconsciente, a una historia, sujeto al significante. El universo simbólico–significante es esencial para la humanización y determina la aparición del inconsciente que se estructura como un lenguaje. El sujeto no es el Yo, el yo es una instancia psíquica, una parte del sujeto. El sujeto contiene al ser.
Para resumir, lo que importa es que ambas profesiones se conectan en un punto: resaltar aspectos creativos sanos, destacar las habilidades humanas y profesionales, y valorar el interés por conocerse a sí mismo. Me parece buena idea poder establecer las diferencias en cuanto a nuestras incumbencias, pero en este libro pusimos más el acento en lo que nos une: un análisis colectivo en este tiempo de pandemia, la mirada humana de la vida, la incorporación de la esfera espiritual en este transcurrir y en nuestras acciones, en nuestra amistad, en nuestro trabajo. Nos enriquecernos, nos nutrimos de ambas miradas. Y esto me da pie para referirme al sujeto comoSerbiopsicosocial y espiritual.Todos somos seres espirituales, ser espiritual no tiene nada que ver con ser de alguna religión, ni ser superior a nadie, ni tampoco estar iluminado con alguna luz especial. Todos somos “un mar de fueguitos” como dice el gran maestro Eduardo Galeano. Estas cuatro áreas de la persona constituyen una unidad, se afectan entre sí en una trama que siempre será única; tan particular como sujetos hay en el mundo.
El gran problema con lo que nos encontramos hoy en día es caer en reduccionismos respecto a cada una de esas áreas donde, más que separar, tienen que convivir más allá de las diferencias. Por supuesto sin invadir las incumbencias del otro ¿no?Esa es la premisa fundamental.Por otra parte, habría que diferenciar una ciencia de una creencia, pero no es éste el espacio para debatir, en relación al tema que nos convoca.
Volviendo a los relatos, Freud hablaba delvalor terapéutico de la palabra. Yen las historias que van a leer aquí, encontrarán dolor, angustia, ansiedad, incertidumbre, pérdidas de todo tipo, muerte, enfermedad, frustración, desesperación; la palabra entonces, ligada a una dimensión reparatoria que restituye al sujeto su condición de tal. Otras, hablarán del amor, amor a sus madres, a sus padres, a sus hijos, a sus abuelos, historias de añoranza por sus seres queridos, de sus sueños, de ideales, proyectos, ilusiones, viajes.
Cada sujeto habla y nos cuenta desde su experiencia vivida, irrepetible, particular. Porque la realidad covid-19se nos presenta abruptamente y sin aviso, pero como reacciono cada uno y cada una ante esta pandemia es singular, como singular son los diversos contextos en los que las personas están sumergidas: la cultura de cada país, su idiosincrasia, los diferentes sistemas de salud, educación, valores, género, cuestiones ligadas a la ley. Las respuestas dependen de muchos otros factores: de la historia del sujeto, de los vínculos, de características y estructura de personalidad, de los recursos internos, de los mecanismos inconscientes, etc. Así, como podrán observar, a medida que leen las páginas de este libro, verán que para algunos el impacto fue caótico, mientras que para otros más que caótico, fue inspirador, de introspección, de creatividad. Aún no sabemos con certeza el impacto psicológico que esto tendrá en las personas, sobre todo en niños, en adolescentes, y personas adultas mayores. De lo que sí estamos seguros es que habrá un impacto. Y ahora mismo, (verano 2021), por lo menos en mi experiencia, van llegando muchísimos pacientes a la clínica con algunos síntomas psíquicos podríamos decir, producto o consecuencia de la pandemia.
Esto es un libro, no es una sesión de análisis claramente. Sin embargo, le dimos lugar a la palabra. Un sujeto se dirige al otro, y el medio para hacer lazo, es la palabra. Encontramos varias formas de palabra en los textos: palabras que quisieron llegar a un destino, palabras con invocación simbólica, palabras mortíferas, palabras que hablan por el cuerpo, palabras que reducen el cuerpo a una palabra, palabras que hacen acto, palabras que liberan.
Son cien relatos. Cien tesoros. Cien personas que con su consentimiento escribieron sus historias, sus relatos, sus experiencias pandémicas, para que las compartamos con todos ustedes. Personas que extendieron sus brazos con nosotras en un gran abrazo mundial. Porque en momentos de crisis, nada mejor que el calor de un hermano, de un semejante. Agrupamos tales historias en siete apartados:SER COVID-19 POSITIVO, SER EN CUALQUIER PARTE DEL MUNDO, SER EN RELACIÓN A OTROS, SER LO QUE HACEMOS, SER LO QUE PENSAMOS Y SENTIMOS, SER NIÑO–ADOLESCENTE– JOVEN y SER (ES) ESPIRITUAL (ES).Seguidamente de cada grupo de historias, podrán apreciar nuestras impresiones, nuestras intervenciones, nuestras miradas, y las miradas de otros a quienes invitamos especialmente para que nos brinden sus ricos aportes. Nadia y yo escribiremos desde nuestros conocimientos; y por momentos compartiremos una observación en común.
Tomaré como referencia a diferentes autores, no solo del campo del psicoanálisis, sino de la filosofía, la sociología, de la psicología social y/o vincular. Y como siempre, el arte; matizando con algún que otro texto literario o letra de canción.
Podrán observar las pinturas de tapa y contratapa, y las carátulas de adentro, tan llenas de Amor y Magia de la mano de nuestra artista plástica Lis Lund. La sinergia de este equipo estuvo desde el principio; solo reunirnos con ella y captó maravillosamente el mensaje que queríamos transmitir.
Finalizo con este hermoso poema de Pablo Neruda, “La Palabra”:
“Todo lo que usted quiera, sí señor, pero son las palabras las que cantan, las que suben y bajan… Me prosterno ante ellas… Las amo, las adhiero, las persigo, las muerdo, las derrito… Amo tanto las palabras… Las inesperadas… Las que glotonamente se esperan, se escuchan, hasta que de pronto caen… Vocablos amados… Brillan como piedras de colores, saltan como platinados peces, son espuma, hilo, metal, rocío” (...)
Las dejo como estalactitas en mi poema, como pedacitos de madera bruñida, como carbón, como restos de naufragio, regalos de la ola… Todo está en la palabra… Una idea entera se cambia porque una palabra se trasladó de sitio, o porque otra se sentó como una reinita adentro de una frase que no la esperaba y que le obedeció… Tienen sombra, transparencia, peso, plumas, pelos, tienen de todo lo que se les fue agregando de tanto rodar por el río…. (...)
LIC. SANDRA ALTOLAGUIRRE
Psicóloga, Especialista en Psicoanálisis en Niños Y Adolescentes, Diplomada por la Paz y escritora
Era lunes por la mañana, el viernes anterior había recibido un llamado ofreciéndome trabajo, acepté inmediatamente. Apenas si pude manejar mi ansiedad, intenté controlarla, pero fue el fin de semana más largo que recuerdo, las horas no pasaban y mi casa, que hasta ese momento era mi fortaleza, se había convertido en mi prisión, me costó conciliar el sueño. Sonó el despertador a las cinco y diez, gracias a Dios que ya era hora de levantarme, me tomaría mi tiempo para desayunar, darme un baño, arreglar mi cabello, nada debía ser azaroso, era la primera vez que ejercería mi profesión. Hacía apenas unos meses había recibido mi título de enfermera, pero universitaria me apresuraba a aclarar, cómo si no serlo fuera sinónimo de vergüenza, seguramente tenía que ver con esa pregunta que escuché durante tantos años y que seguía escuchando. Con la inteligencia que tenés ¿porque no estudiaste medicina? Porque no señores, me hubiese encantado gritarles a todos. No soy de esas mujeres confrontativas, elijo sonreír, tengo muy en claro que a la gente le gusta opinar y dar su punto de vista para intentar cambiar el pensamiento del otro, ¿para qué? para nada, o mejor dicho, para no tener que hacerse cargo de sus propios pensamientos.
Llegué al hospital muerta de miedo y me dirigí a la administración, donde me informaron que debía presentarme con el jefe de enfermería, subí al primer o segundo piso, no lo recuerdo bien, estaba nerviosa, y no era para menos, mucha gente caminaba por los pasillos, el personal ensimismado en sus tareas, que apenas me miraban al pasar por al lado, y yo sola, con mi mochila cargada de ilusión. Golpeé la puerta, adelante escuché, pasé.
—Buenos días, tratando de identificar al jefe del servicio.
¿Sonrío? Me pregunté caminando al encuentro de la persona más cercana a la puerta, no conocía otra carta de presentación. Que difícil me resultaron esos pasos, ¿Cómo no ingresar al lugar que sería mi trabajo sin una sonrisa que demostrara la felicidad que sentía? Lo hice, pero el tapabocas se encargó de ocultarla y hacer todo más solemne.
Levantó la vista de las planillas que tenía en sus manos, vi sus ojos apenas.
—Amanda ¿verdad?
Me emocionó que me esté esperando y sepa mi nombre. No hubo ni una mano estrechada, ni un beso, la distancia que debíamos mantener así lo exigía. Un televisor colgado pasaba las noticias locales, nada alentadoras, por cierto, y mucho más importante que mi llegada al lugar. ¿Cómo se comienza una relación laboral sin poder dar un beso?, sin poder tocar la piel del otro en un abrazo, o simplemente estrechando la mano. Me sentí incompleta.
—Escuchen un momento (dijo el jefe de enfermeros levantando su tono de voz), ella es Amanda, y comienza hoy a trabajar con nosotros.
—Hola (dijeron distraídamente sacando apenas la mirada del televisor).
—El tema está complicado, (sus ojos se clavaron en los míos y pude notar su cansancio en la mirada)
Me contó que la terapia estaba con sus camas ocupadas, porque el día anterior habían ingresado diez ancianos, todos ellos contagiados dentro de un geriátrico.
—Tenemos compañeros en aislamiento, continuó, y veo que tus prácticas las realizaste en terapia intensiva, hablé con el supervisor del sector, ahí te necesitamos, En quince minutos comienza nuestro turno, por favor ve a cambiarte.
Mientras me colocaba el ambo me golpeó la realidad que se estaba viviendo, sola en casa no había logrado dimensionarla y me asustó no estar a la altura del momento.“Es la hora”, escuché decir al otro lado de la puerta. Salí apresurada, la sonrisa, aunque intenté ya no aparecía en mi rostro.
Entramos a la antesala de la terapia y nos vestimos de acuerdo al protocolo, lo poco que recordaba de mis compañeros se fue perdiendo a medida que la protección iba cubriendo sus cuerpos y apenas podía ver sus ojos. El supervisor retiró las historias clínicas, las camas separadas por cortinas delimitaban el espacio de cada paciente dejándolos en soledad, más todavía. Me entregaron una con el número de cama, me dirigí al lugar, María Adela leí en la ficha, noventa años, covid-19, insuficiencia respiratoria.
Dos datos, sólo dos que no hablaban de su vida, ni de su historia, ni de sus hijos y nietos. Solo un documento en el que estaba escrito María Adela, noventa años. Busqué sus ojos y los vi abiertos, con un celeste desgastado me miraron, le sonreí, sin ser consciente de que esa sonrisa no llegaría a destino. María Adela seguía mirándome y sentí un ruego en las lágrimas que corrían por sus mejillas, toqué su mano, dos pares de guantes me separaban de su piel sedienta, pero ese contacto ardió en mí, cuánto tiempo hacía que no acariciaba.
—Adela va a estar todo bien, (le dije pasando mi mano por su cabello blanco), pronto todo pasará.
Una sonrisa apareció en su rostro, ella tenía el privilegio de que su sonrisa sea visible, movió sus labios, traté de acercarme para entender lo que decía, era muy difícil con la máscara protectora, pero seguí intentando. Sus labios se movieron nuevamente, la escuché:
—Hija, quiero estar con papá.
No contuve el llanto, no estaba preparada.
Nunca nos preparamos, para dejar partir.
No sé si hice lo correcto, en ese momento mis sentimientos me invadieron y solo quería abrazarla a ella, pero no podía
—Hija quiero estar con papá, repitió
—Él te espera, le dije acariciando su mano, ve…
Inmediatamente me sorprendió la alerta en el monitor. “El carro de paro” gritó el médico ocupando su lugar en la cabecera de la cama, no lo había visto llegar, otra enfermera lo acercó y yo… apenas si pude reaccionar a lo que estaba sucediendo, no me di cuenta, o si me di cuenta, no lo sé. Me aferré a la mano de María Adela, porque para ella era su hija y mi mano la ayudó a volar.
Mi cabeza cayó hacia adelante y lloré sin consuelo, sentí que me tomaron de los hombros, y amablemente me sacaron de lugar.
—vamos, te acompaño, (dijo una voz, yo lloraba desconsolada como la niña que era, necesitaba desesperadamente un abrazo, pero no se podía. Estábamos en ese tiempo en que solo nos expresamos con la palabra).
—Perdón, (dije entre llantos a la persona que me acompañaba, temiendo no haber cumplido con mi obligación)
—Gracias, me susurró al oído, ella se fue acompañada.
Es lunes por la mañana, hora de salir de casa, tengo organizada una reunión con los supervisores, lo hago cada semana para que los distintos departamentos funcionen lo mejor posible, ya llevo cinco años en el cargo de jefa de enfermería
—Me voy, (le avisé a mi hija).
— ¿Mamá me llevás hasta la parada? Me quedé dormida y en una hora comienza la clase, no llego
—Dale, apurate (dije con palabras), “siempre la misma historia” (dijo mi sonrisa).
Sus ojos me miraron pícaros, un abrazo y un beso en la mejilla, me llenaron el alma
—Gracias ma. ¿Sabías que te quiero?
—Vamos María Adela, se hace tarde.
Soy médica de profesión, erradicada en Lima-Perú desde hace dos años y ocho meses. Me tocó aprender otro oficio, pues inicié a trabajar en un programa de televisión llamado “Nota Universitaria”, órgano informativo de la universidad Ricardo Palma. Gracias a mi líder de trabajo, el Lic. José Castro Machado, periodista reconocido, quien me dio la oportunidad de formar parte de su equipo de trabajo y en donde confirme aquello de que quien solo sabe de medicina pues ni de medicina sabe. Y antes de la cuarentena me encontraba realizando día a día extensas jornadas de grabaciones, entrevistas, comisiones diversas en todo Lima, para llevar a cabo la realización del programa de televisión. Una rutina bien fuerte y movida, un ritmo bien acelerado sin duda, por lo que esos días de encierro tan necesarios para preservar nuestra salud fueron un cambio radical que se fomentó de manera brusca y simplemente con buena actitud fuimos amoldando a nuestro quehacer hogareño.
Una de las cosas más bonitas también, es que tengo un cachorrito llamado Charlie de un año y medio, un canino ligado con Chihuahua, todos los días se quedaba solo en nuestra habitación, pues mi esposo y yo debíamos salir a trabajar una jornada completa, y llegábamos de noche para hacerle cariños, mimos y dedicarnos a él. Literalmente mi canino fue el más feliz porque toda la cuarentena la pasó 24–7 de nuestro lado. Su felicidad era incomparable, una conexión inexplicable.
Tausende von E-Books und Hörbücher
Ihre Zahl wächst ständig und Sie haben eine Fixpreisgarantie.
Sie haben über uns geschrieben: