Emilio Bacardí Moreau. De apasionado humanismo cubano. Tomo I - Olga Portuondo Zúñiga - E-Book

Emilio Bacardí Moreau. De apasionado humanismo cubano. Tomo I E-Book

Olga Portuondo Zúñiga

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Beschreibung

Resulta imprescindible en los inicios del tercer milenio la biografía de quien fuera patriota, intelectual, político e industrial. Conspirador durante las guerras de independencia y deportado dos veces a Chafarinas; primer alcalde de Santiago de Cuba y senador de la República. Fue fundador de las fábricas de ron Bacardí y de la cerveza Hatuey. El mecenazgo de Emilio Bacardí Moreau favoreció innumerables obras para el bien público y la preservación de la historia patria. Como historiador nos legó su magna obra: Crónicas de Santiago de Cuba. En estos tomos el lector hallará además gran parte de su epistolario.

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Veröffentlichungsjahr: 2023

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Edición y corrección: Lic. Natividad Alfaro Pena

Diseño: Sergio Rodríguez Caballero

Obra de cubierta: Esteban Valderrama

Composición digitalizada: Abel Sánchez Medina

Conversión a ebook: Idalmis Valdés Herrera

© Olga Portuondo Zúñiga, 2022

© Sobre la presente edición:

Editorial Oriente, 2023

ISBN 9789591112989 (Obra completa)

ISBN 9789591112996 (Tomo 1)

Instituto Cubano del Libro

Editorial Oriente

J. Castillo Duany no. 356

e/ Pío Rosado y Hartmann

Santiago de Cuba

E-mail:[email protected]

editorialoriente.wordpress.com

www.facebook.com/editorialoriente.scu

Índice de contenido
Agradecimiento
Introducción
La familia Bacardí-Moreau y el ron
Emilio Bacardí Moreau
La deportación entre 1879-1885
El regreso a Santiago de Cuba
La deportación de 1896-1897
Con la familia en Jamaica y el retorno a Santiago de Cuba
Primer alcalde de Santiago de Cuba
En el escenario político cubano
Las trampas de la política republicana: El concejal liberal
Genio y figura de un intelectual cubano
Cuando domina el corazón…
Narraciones inéditas o menos conocidas
Cosas viejas (Dos épocas)
De Cuba a Chafarinas
Papeles en el destierro 1897-1898
El deportado
Tormentos en Filipinas
El desterrado
El fuerte de Tabacal
Los anónimos
El denunciante de Pintó
Hacia Tierras Viejas
Oriente
Epílogo Una gota de miel
Sitges
El Dr. Francisco Antomarchi: sus días en Cuba
Carta abierta
La condesa de Merlin. Una cubana eminente
Florencio Villanova y Pío Rosado 1854-1880.Notas históricas rápidas
Prólogo
I Progresos
II Incubación de rebeldía
III La revolución
Loco, profeta y santo
Lanuza y yo en la cárcel de Málaga
Datos del autor

A don Eusebio Leal Spengler.

Agradecimiento

Vale la pena reiterar que no es posible la elaboración de un libro sin la cooperación de muchas personas. De manera que no puedo soslayar la ayuda que me brindaron, con la amistad de siempre: José Ignacio Llopart y Concha Verástegui (por quienes conocí a Sitges y las casas de sus indianos); Annie Baumgarth y Rafa Simón Arce, con su apoyo espiritual y su cooperación en los archivos y biblioteca de Madrid; José Bolívar me facilitó información de archivos en los Estados Unidos, y también Natacha Moreira Lino en el Archivo de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana. Aquí, imposible prescindir de la perenne y dispuesta colaboración del entrañable León Estrada. Emilio Cueto me garantizó la cubierta; Jorge Abdala Franco, Aida Morales Tejeda, Raquel Blanco Borges y Santiago Portuondo Zúñiga dieron un inestimable aporte en las ilustraciones.

Debo las facilidades proporcionadas por sus trabajadores en el Archivo del Museo Municipal Emilio Bacardí Moreau, en el Archivo Histórico Provincial de Santiago de Cuba y en la Biblioteca Elvira Cape para el trabajo en una documentación que reclama mayor conservación.

No puedo dejar de mencionar en esta relación a Rodolfo Tamayo, quien incentivó mi inicio en este texto, y a Aimara Vera Riverón, siempre interesada en la publicación de una biografía de Emilio Bacardí, consciente de su papel imprescindible en la cultura santiaguera y cubana.

Agradezco la paciencia de Hassell Serrano Gómez y la siempre increíble ayuda de Daisy Lazo López.

 

Introducción

Estamos en la primera mitad del tercer milenio y en Santiago de Cuba no existe una biografía más o menos exhaustiva de Emilio Bacardí Moreau, una en la cual se aprecie su condición de luchador revolucionario por la independencia de Cuba, que lo muestre siempre dispuesto a servir a su comunidad en las azarosas circunstancias que le tocó vivir, de hombre preocupado por su ciudad que materializa en constantes aportes para fortalecer la identidad de la patrilocalidad santiaguera y de la nación, amante de su familia y liberado de prejuicios. Al momento de su fallecimiento, Joaquín Navarro Riera (Ducazcal) subrayaba: “Cuando se escriba, algún día, la biografía completa y fiel de Emilio Bacardí Moreau, podrá ser admirada, en toda su plenitud, una de las vidas más ejemplares que ha fructificado y florecido en el mundo”.1 Al referirse a Emilio Bacardí como narrador, Ricardo Repilado afirmaba: “[...] la vida, la obra y el pensamiento de este gran santiaguero están pidiendo a gritos un profundo estudio biográfico-crítico [...]”.2 Por encima de cualquier otro criterio, por aquel de su condición de presidente de la empresa que lleva su apellido, Emilio Bacardí fue un intelectual humanista.

Los propios escritos y la correspondencia cruzada entre él, su familia y sus amigos, orientan el estudio biográfico hacia un campo de investigación que no es el de su condición de industrial, sino de individuo dedicado al cultivo del saber y a una formación ilustrada de liberalismo radical. Sus narraciones, sus obras de teatro y hasta sus cuentos infantiles permiten calibrar esos pensamientos, acordes con las diferentes épocas del transcurrir de su vida: durante la colonia, la ocupación militar norteamericana y hasta la tercera década de la república cuando fallece. Es un hombre insertado en la política y la economía de su Santiago natal, nunca ajeno a la cultura con su imprescindible papel de promotor y creador.

Ahora bien, la tónica ha sido siempre vincular la vida y obra de Emilio Bacardí con la de la empresa del ron. El historiador y archivero santiaguero Nicolás Torres Hurtado —pionero de este tema—, en su libro Orígenes de la Compañía Ron Bacardí,3 se refiere al fundador del museo que lleva su apellido como hombre de negocios, entre los demás miembros de su casa; del mismo modo, Guillermo Cabrera Infante en “El viejo y la marca”, insiste en su relación con el ron.4 Otros muchos artículos en periódicos y revistas centran su atención en la estirpe por motivos de la producción ronera. En este propósito fueron precursores Juan Luis Martín con “Tres cuartos de siglo de Bacardí” y Alberto Boix Comas con “Cuba y su Bacardí”.5 Así ha ocurrido con el norteamericano Tom Gjelten, que escribió Bacardí y la larga lucha por Cuba6 para prestar su cuidado a la condición empresarial de la familia hasta épocas recientes.

El primero en exaltar la vida revolucionaria y culta de Emilio Bacardí, ya en la república, fue su cercano amigo Federico Pérez Carbó en textos de la revista Acción Ciudadana.7 Su hija menor, Amalia Bacardí Cape, publicó el título Emilio Bacardí en su tiempo8 y José Argamasilla Bacardí, Lascrónicas de Bacardí,9 para ello consultaron documentos de archivos y acudieron a los recuerdos familiares. Ella ha reeditado casi toda su literatura y parte de su epistolario. En los años finales del siglo xx el reconocido profesor Francisco Ibarra escribía “Don Emilio Bacardí Moreau”, del que solo vio la luz un fragmento al sorprenderle a su autor la muerte sin terminarlo.10 En la revista digital de la Universidad de Oriente, Igor Guilarte Fong publicó “Emilio Bacardí en la universalidad cubana”, informativo de interés en el cual no se excluye la condición intelectual de Don Emilio.11 Numerosos historiadores y literatos cubanos —en particular los santiagueros— han escrito breves biografías de este primer alcalde, o se han acercado a algunos de los aspectos de la versátil personalidad del autor de Vía crucis.12

Disperso en los archivos, hay un extenso repertorio documental sobre E. Bacardí en: el Museo que lleva su nombre, la Biblioteca Elvira Cape, el Archivo Nacional de Cuba y el Archivo Histórico Provincial de Santiago de Cuba. Las condiciones de conservación de esta papelería no son las más idóneas y reclaman la necesidad de su urgente rescate. También hay documentación suya en archivos fuera de Cuba. Para conocer su vida hasta 1868 resulta muy importante el libro que nuestro biografiado dedica a Pío Rosado y Florencio Villanova, al igual que para su quehacer político y activo promotor cultural son indispensables sus Crónicas..., así como los dos tomos de las Crónicas de Santiago de Cuba de Carlos Forment Rovira.13

No vamos a prescindir de ofrecer los orígenes de la familia de Don Emilio, ni del surgimiento de la empresa familiar; pero muy poco se ha escrito de las dos deportaciones y de sus viajes, de su labor al servicio de la comunidad santiaguera, de su ética patriótica y de su humanismo; así, pues, insistiremos en estos aspectos que forman parte trascendente de su identidad vigorosamente cubana, muestran la firmeza de su carácter y el cumplimiento de su proyecto existencial.

1 Se respeta la redacción original de todas las citas y documentos. (N. de la E.)

Ducazcal: “Vida ejemplar”, en Luz de Oriente, no. VI, Santiago de Cuba, septiembre de 1922, p. 7.

2 Ricardo Repilado: “Emilio Bacardí como narrador”, en Cosecha de dos parcelas, p. 119.

3 Nicolás Torres Hurtado: Orígenes de la Compañía Ron Bacardí.

4 Guillermo Cabrera Infante: “El viejo y la marca”, en Ciclón 2, no. 5, septiembre de 1956.

5Archivo Histórico Provincial de Santiago de Cuba (AHPSC).Bacardí,leg, 1, no. 26 y leg, 4, no. 61.

6 Tom Gjelten: Bacardí y la larga lucha por Cuba, A Penguin Book, Estados Unidos de Norteamérica, 2008.

7 Federico Pérez Carbó (comp.): “Diario del deportado Emilio Bacardí Moreau”, en Acción Ciudadana, año III, no. 19, Santiago de Cuba, 31 de mayo de 1942, pp. 8-9, y “Emilio Bacardí Moreau”, en Acción Ciudadana, año V, no. 56, 30 de junio de 1945, pp. 10-13.

8 Amalia Bacardí Cape: Emilio Bacardí en su tiempo, Gráficos Andrés Martín, España, 1986.

9 José Emilio Argamasilla Bacardí: Las crónicas de Bacardí, Colección de Tradición Cubana, Biblioteca de la Universidad de Miami Richte, 1992.

10 Francisco Ibarra: “Don Emilio Bacardi Moreau”, El Caserón, no. 3, Delegación Provincial de la UNEAC, junio de 1967.

11 Igor Guilarte Fong: “Emilio Bacardí en la universalidad cubana”, en Santiago, no. 130, Universidad de Oriente, enero-abril del 2013, pp. 18-30.

12Vid. Ismael Sambra: “El patriota Emilio Bacardí”, en El Caserón, no. 3, UNEAC, Santiago de Cuba, junio de 1987, pp. 17-21.

13 Emilio Bacardí Moreau: Florencio Villanova y Pío Rosado 1854-1880. Notas históricas rápidas, y Carlos Forment Rovira: Crónicas de Santiago de Cuba, t. I y t. II.

La familia Bacardí-Moreau y el ron

La ascendencia de Emilio Bacardí por ambas ramas procedía de Cataluña, en particular de la población de Sitges, que en el siglo xix se dedicaba a la producción vitícola. Juan José Antón Bacardí Tudó venía de Secuyta Arquevisbat en Tarragona y se casó el 16 de septiembre de 1804 con Marina Masó Masó, natural de Sitges.14 Juan llegó a ser maestro albañil (mestre de casas) y Marina parece proceder de una familia de comerciantes de su localidad natal. De aquella unión, radicada en la villa de Sitges corregimiento de Villafranco de Parradel, nacieron ocho hijos: Juan, Magín,15 Facundo,16 José, Lázaro,17 Manuela, Marina y María.

Padre de una numerosa familia, y vinculado por parentescos y relaciones de amistad, el maestro albañil, aunque no sabía leer, procuró educación y conocimientos de comercio para todos sus hijos varones. Así que les gestionó la licencia real que permitiría viajar a Santiago de Cuba. Entre los catalanes de aquella época era muy frecuente la emigración, respaldados por Real Orden del 12 de octubre de 1778 que autorizaba pasar a las Indias a los españoles hijos de familia. Compulsados por la coyuntura política y económica viajan al Nuevo Mundo, a raíz de las guerras carlistas y las transformaciones generadas por el tránsito hacia la sociedad capitalista: el primero en llegar a la segunda capital de la isla de Cuba fue el primogénito. Este pronto se asoció con Juan Colomés para fomentar una tienda de géneros hacia la segunda década del siglo xix. Le seguiría Magín, a quien su padre autorizó para la licencia de embarque en la Comandancia Militar del Tercio Naval de Barcelona, reclamado desde Santiago por el catalán Facundo Carbonell a partir de 1824.18

 

 

Sitges, lugar de origen de la familia Bacardí-Moreau.

 

Cuatro años más tarde, el alcalde mayor del Ayuntamiento de Sitges certificaba que Facundo Bacardí y Masó, natural de aquella villa y sujeto de buena fama, vida y costumbre, deseaba pasar a la ciudad de Santiago de Cuba, luego de obtener el real permiso, para agregarse a la tienda de Juan Colomés,19 allí establecida. Tenía tan solo catorce años, e iba en busca de prometidas mejoras económicas.

Poco antes habían llegado sus hermanos varones José y Magín —posteriormente también Lázaro—, quienes se dedicaron a la quincallería y realizaron algunos intentos por establecerse como comerciantes, asociados con otros catalanes. En 1843 los dos hermanos rompen la sociedad para constituir una nueva firma en dos establecimientos: un almacén de víveres, ferretería y locería al por mayor y menor, y una pulpería. Facundo, con un barcelonés, recibe utilidades de una casa comercial ese mismo año, y con Juan Carbonell estableció tienda de mercería al por mayor y menor; más adelante, añadieron otra del mismo rubro en la villa de El Cobre. Lázaro, con otro sitgetano, funda establecimiento. Fueron inscritos en el libro de matrícula del comercio para este propósito.

De manera que las primeras referencias comerciales sólidas de la familia Bacardí-Masó en Santiago de Cuba, se remiten a mediados del siglo xix. Coincidían con una época de prosperidad de este núcleo urbano, relacionada con la esclavitud plantacionista de la caña de azúcar y del café; crecían las exportaciones del mineral de cobre procedente del Real de Minas de Santiago del Prado dirigidas hacia Swansea por la inglesa Compañía Consolidada.

Residiendo Facundo en Santiago de Cuba, contrajo matrimonio el 5 de agosto de 1843 con Lucía Victoria Moreau.20Resulta importante destacar que esta era hija natural de María Magdalena Moreau, cuyos padres eran Pedro Benjamín Moreau y María Luisa Gogué, procedentes de Jeremías en Saint-Domingue.21Lucía Victoria quedó al cuidado de sus abuelos maternos, de cuya ocupación azucarera y productora de ron no cabe duda. El matrimonio Bacardí-Moreau se estableció en la calle Jagüey no. 8, cerca de los almacenes del puerto, y tuvieron a: Emilio, Juan (1846-1852), Facundo Miguel Hilario (1848), María Magdalena Marina (1851), en Santiago; José (1854) en Barcelona, y Amalia Lucía (1861) de nuevo en Santiago.22

No es posible discernir cuándo comienza a emplearse la fórmula de fabricación del ron; si bien, debió llegar a Cuba desde la vecina Jamaica o desde Saint-Domingue con los colonos que venían huyendo de la revolución de los esclavos. El conde de Mopox, luego de su expedición al oriente de la isla de Cuba entre 1796-1802 —en especial a la región de Guantánamo—, no por casualidad obtuvo licencia de la monarquía por Real Cédula del 23 de agosto de 1796 para exportar a los Estados Unidos 9 000 pipas de aguardiente y ron.23

Los franceses Pedro B. Moreau y Antonio Thomas, dueños respectivamente de los ingenios Santa María y San Ildefonso (con más de 150 esclavos entre ambos) del partido de Santa Catalina en la jurisdicción de Cuba, ya producían 70 pipas de ron en 1823.24

 

 

Machón: Casa fundada en 1838.

 

Desde el siglo xviii y la primera mitad del siglo xix, los ingenios de la región santiaguera elaboraban melazas o mascabados en su mayoría, sin que se practicara la refinación (aguardiente) y, de esta forma, los exportaban hacia el mercado norteamericano. Los alambiques eran muy frecuentes en los ingenios para la destilación de las mieles finales y la fabricación del cañambril, ron rústico, nada suave al paladar y muy popular entre los campesinos.

Suele decirse que un súbdito británico, John Nunes, tal vez jamaicano mestizo, comenzó en 1838 a fomentar la industrialización del ron con algún éxito durante veinticuatro años, aunque sin poder ampliarse dada la escasez de su capital.25 Está demostrado que, hasta 1862, había cuatro alambiques en la ciudad, uno de ellos a nombre de Manuel Idral y Luisa Nouchet, otro al de José León Boutellier. El pintor inglés Walter Goodman, en su obra La Perla de las Antillas. Un artista en Cuba, reconocía el consumo de aguardiente de caña en un día de carnaval a comienzos de los años sesenta del siglo xix, en la Plaza de Armas o en el café más próximo a esta: “¡Música! ¡Aguardiente! Aquí combinan el canto y el baile con humo de tabaco y alcohol de caña”.26

El periódico santiaguero El Redactor de 1862 publica estos versos, que se recitaban en las noches del barrio de Los Hoyos donde los negros tocaban tumbas, abusaban de los licores fuertes y se dejaba escuchar lo siguiente:

 

Parado sobre un barril

Con precautoria medida

Dios nos libre en esta vida

Del zumo del cañambril27

 

Ciertamente, a mediados del siglo xix, y a raíz del desarrollo en las zonas rurales de un sinnúmero de destilerías en los ingenios para procesar la melaza, se extendió rápidamente el consumo del aguardiente y del ron.28

 

Anuncio de El Palo Gordo, publicado enEl Redactor, Santiago de Cuba, sábado 23 de mayo de 1857, no. 635, p. 4.

 

Cuando el 20 de agosto de 1852 se produce un terremoto y numerosas réplicas en el transcurso de los meses siguientes, la secuela será la epidemia de cólera que provocó miles de fallecidos en el centro urbano y en las zonas rurales,29 entre los cuales se encontraron Juan (de seis años) y María (de nueve meses), hijos de Facundo y Lucía Victoria, así como el abuelo de esta última. La familia Bacardí Moreau determina emprender el viaje a Sitges en el transcurso de aquel mismo año.

La situación de crisis económica capitalista afecta a los Bacardí-Masó en sus negocios locales a mediados de los años cincuenta del siglo xix. Una de las medidas administrativas aplicadas con todo rigor por el capitán general José de la Concha fue contra “todo el que ejerce en esta isla una industria, comercio, profesión, arte u oficio”.30 El objetivo era regularizar el pago del impuesto municipal, fuera la propiedad española o extranjera.

 

 

Propaganda que los señala establecidos en 1862.

Parece que José logró sobreponerse, mientras Magín y Facundo no volverían en algún tiempo a aparecer en la lista de los comerciantes de su ciudad. La crisis había motivado la ruina de numerosas familias criollas. En 1855 la compañía de Facundo Bacardí fue declarada en bancarrota —al igual que la de su hermano Magín—, pero consiguió recuperarse para pagar sus deudas. Facundo logra acomodarse gracias al préstamo de su esposa, que había heredado de su abuelo $10 000, luego tomó prestados otros $17 000 de la abuela de su cónyuge, Clara Astié.31 La abuela de la esposa de Facundo testó en 1859, legó la tercera parte y la casa de Marina baja no. 32 a Emilio —de quince años—; el resto de su fortuna lo distribuyó entre los demás hijos de los Bacardí-Moreau.32

La recuperación viene aparejada con la obra del liberalismo caudillista representado en la ciudad por el gobernador departamental Carlos Vargas Machuca y Cerveto (1855-1860), quien hermoseó con avenidas el centro urbano y dio su apoyo a la construcción del ferrocarril Sabanilla-Maroto para extraer los productos agrícolas del Valle Central de la jurisdicción de Cuba. En marzo de 1861, España había anexado la otrora República de Santo Domingo y todo auguraba la bienandanza económica.

No es hasta el 6 de febrero de 186233 cuando José y Facundo Bacardí, junto a José León Bouteiller, se constituyen como socios comanditarios por dos años para formar una licorería al por mayor y menor con una pequeña destilería —con techo de hojalata donde se guardaban un antiguo alambique de hierro fundido, algunos tanques de fermentación y otros tantos barriles de añejamiento— con la cual pensaban superar la crisis y progresar. El mayor capital ($3 000) era de José, mientras los otros ponían su trabajo personal. Luego incorporarán el alambique de Manuel Idral, comerciante catalán. La fábrica situada en Marina baja no. 32, como en sus orígenes —en Matadero Viejo, entre San Ricardo y San Antonio—, comenzó a imponerse con su producto en el mercado colonial. La firma quedó registrada como Bacardí, Bouteiller & Compañía, y entre 1862 y 1874 su progreso fue lento, pero ascendente.

14 AHPSC. Emilio Bacardí, leg. 2, no. 29 (Parroquia San Jaime de Passamant, Libro Primero de Baustismo, 1696-1774, en catalán). Juan Joseph Antón Bacardí y Tudó nació el 21 de noviembre de 1772, hijo legítimo de Ramón y Josefa, labradores ambos de Passamant, y Marina Masó Masó, de Sitges, e hija de Magín y Manuela.

15 Magín Alexi Antón fue bautizado el 1 de septiembre de 1807. Madrina, Manuela Masó. Archivo General de Indias (AGI). Ultramar, leg. 362, no. 72.

16 Facundo Emmanuel Antón fue bautizado el 15 de octubre de 1813. (En la partida de bautismo aparece como Fecundo). Su madrina, María Carbonell y Masó. AGI. Ultramar, leg. 349, no. 63.

17 Lázaro Bartolomé Ramón. Bautizado el 2 de junio 1819. Madrina, Antonia Puig y Bou. AGI. Ultramar, leg. 361, no. 89. Tenía doce años y era reclamado para la casa de comercio de su hermano Juan.

18 AGI. Ultramar, leg. 342 y 362, no. 72. Todo hace indicar que su viaje a Santiago de Cuba se produciría en 1832, luego del reclamo de su hermano Juan Bautista.

19 AGI. Ultramar, leg. 349, no. 63. La tienda de géneros era El Palo Gordo.

20 Facundo Bacardí Masó se casó a los treinta años con Lucía Victoria Moreau, de veintiún años.

21 Nicolás Torres Hurtado: Ob. cit., p. 27.

22 Ibídem, p. 28. Facundo se casaría con Ernestina Guillard Darrigol; José, con Carmen Fernández Fontecha.

23 Biblioteca Nacional de España (BNE). HA/ 24926. Se pagaría por derecho de extracción un peso en pipa, lo que reclamaban también los comerciantes habaneros para su beneficio.

24 Archivo Nacional de Cuba (ANC). Correspondencia de los Capitanes Generales, leg. 11, no. 1 (fuera de caja) y Gobierno General, leg. 491, no. 25173.

25En los más antiguos machones de los papeles de cartas oficiales aparece 1838 como el año de establecidos. “Compañía del ‘Ron Bacardí’”, enEl Libro de Cuba, La Habana, 1925. Se dice que durante veinticuatro años Nunes manejó con éxito relativo su destilería.

26 Walter Goodman: La Perla de las Antillas, pp. 170-171.

27 “Cañambril así llaman los aficionados al zumo dulce y fortificante de la caña, ese líquido fuerte e ingrato al paladar que, cuando se toma con desconocimiento se sube a la cabeza, y que según algunos refresca la imaginación, da ánimo y valor al tímido y cobarde se anima las fuerzas dando calor al estómago y según otros es mala cosa pues la más de las veces da armas al hombre para desfogar su mal humor contra unos otras tupe el entendimiento, y hace que por él muchas veces haya trapisondas, y enredos y otras cosas que tienen un desenlace fatal. Si esto es así nada más natural que renunciar a él a las fuertes emociones y pedir con todas veras de corazón”. El Redactor, 27 de agosto de 1862, p. 3.

28 El éxito radicaba en la destilación exclusiva de las mieles finales de la caña de azúcar —a diferencia del aguardiente tradicional que se procesaba sin depurar los componentes— tras un largo envejecimiento en barriles, y mezclada con otros destilados adecuados era sometida a un segundo período de envejecimiento. Se acostumbra también a hablar de una fórmula secreta, regalada por un marino destilador de Jamaica, en agradecimiento, que pasaba de generación en generación dentro de la familia Bacardí y gracias a la cual se mantenía la calidad del ron. En realidad, técnicos como Alfonso Matamoros, Mariano Savigne y Humberto Corona han dominado los métodos y las proporciones de la destilación y añejamiento, y han sido capaces de reproducir esta calidad.

Mucho se ha hablado de que si las aguas de la región santiaguera o las cañas del antiguo ingenio Algodonal (actual Salvador Rosales), o la proximidad al ferrocarril, otorgan la calidad al ron. Consideramos, como algunos especialistas, que es la conjunción de todos estos factores y del clima los que dan la peculiar calidad del ron oriental de Cuba. No hay ninguna fórmula secreta original.

29Vid. Olga Portuondo Zúñiga: ¡Misericordia!, pp. 83-118.

30 BNE. HA/17317/5. “Establecimiento y organización del impuesto municipal de comercio e industria de la isla de Cuba. 1865”.

31 Clara Astié —natural de Jeremías en Saint-Domingue— estaba casada entonces con el sitgetano Daniel Arabitg y Parellada, padrino de Emilio (otorgó testamento en Barcelona el 16 de mayo de 1857). De ambos heredan los Bacardí-Masó, en particular Emilio que recibió $1 000.

32 AHPSC. Protocolos Notariales, leg. 407, f. 230v. Codicilo de 6 de mayo de 1859. José y Magín reaparecen en las listas con un comercio al por mayor y menor dedicado a la venta de quincallería y efectos de escritorio. Torres Hurtado: Ob. cit., p. 36.

33 AHPSC. Bacardí, leg. 1, no. 1. En el machón de los papeles de cartas aparece 1862 como año de establecimiento.

Emilio Bacardí Moreau

Emilio era el primogénito de Facundo. Nacido el 5 de junio de 1844 en la calle Jagüey no. 8 (actual Cornelio Robert), era natural de Santiago de Cuba donde las circunstancias políticas de la proclamación constitucionalista gaditana, bajo el gobierno departamental de Manuel Lorenzo entre septiembre y octubre de 1836, habían dejado una huella profunda contra el gobierno colonial central, el cual bloqueó la ciudad, envió la llamada Expedición Pacificadora y luego aplicó la represión mediante el ejercicio extrajudicial de la Comisión Militar Ejecutiva y Permanente. Bacardí revela su interés por estos sucesos al recoger una copiosa información en el tomo II de lasCrónicas de Santiago de Cuba.34

Como miembros los Bacardí-Moreau de aquella comunidad catalana de comerciantes que llegaron en número importante a Santiago de Cuba a principios del sigloxix: los Sagarra, Blez, Cuadras, Carbonell y otros, además de sus descendientes, entre los que descuella nuestro biografiado, desde temprana fecha sintieron su identidad comprometida con Cuba.

Emilio recibió educación en Sitges y Barcelona, enseñanza elemental y lecciones de Dibujo bajo la guía de Daniel Costa y en contra del deseo de sus padres, influido por el romanticismo liberal de Víctor Hugo (1802-1885)35y el republicanismo anticlerical del italiano Giuseppe Mazzini (1805-1872).36Norte ambos de su trayectoria existencial desde entonces, trató de cumplir con sus postulados ideológicos y prácticos.

 

“Guaches”, de Emilio Bacardí en Barcelona.

 

Su estancia en Barcelona coincidió con La Vicalvarada, pronunciamiento del general Leopoldo O‘Donnell el 28 de junio de 1854 con el beneplácito de otros caudillos militares: el conservador Ramón María Narváez, los progresistas Baldomero Espartero, Domingo Dulce y Francisco Serrano, cuyo objetivo era sustituir en el gobierno al conde de San Luis. Se prometió la regeneración liberal ante la amenaza de un inminente fracaso. Así se inició la segunda fase del movimiento, con la movilización de las masas populares, el 14 de julio en Barcelona y luego en Madrid, secundada en otros sitios. Terminó con la designación del general Espartero (duque de la Victoria) en el gobierno junto a O´Donnell.37 Esta circunstancia también dejará huellas en su ideología y en la acción política de su vida.

Años después, el propio Emilio habla emocionado de su vida en Sitges, de donde era oriunda su madre y residencia de la familia, en viaje a aquel paraje de la costa del levante catalán:

Aquí corrimos cuando niños, en el Cap de la Vila fuimos á la escuela de Tarrida, en la cisterna del Viñet bebimos agua, y el cuerpo de San Gaudencio nos vio mirarlo ¡hace tanto tiempo! con mirada atónita de niño asombrado y curioso. Las arenas eran nuestra diversión, las barcas reclinadas en tierra y en reposo nuestras barreras para saltos, y la Cruz de Ribas, asomando a lo lejos, nos recordaba que hasta allí habíamos llegado en alegre correría.38

Cultivó durante su niñez, luego desarrollada en el destierro, una profunda sensibilidad artística. Llegó a pintar al óleo y la acuarela, lo que explicaría el primer premio a un aficionado exigente en un concurso convocado por una fábrica de diseños estampados.39 Desde Barcelona regresa en el vapor Teresa Cubana a Santiago de Cuba en 1857; durante su travesía, al pasar la línea imaginaria del Trópico disfruta de la tradicional ceremonia organizada por la marinería para celebrar este hecho.40

Ya traía consigo las ansias de libertad, matricula en las clases nocturnas del Colegio San José bajo la tutela del profesor cubano Francisco Martínez Betancourt. Sobresalía entre sus condiscípulos por sus virtudes literarias.41 El progreso económico de la ciudad se manifestaba en el esplendor cultural y en la educación, la música, la literatura y las diversiones, aunque también proliferaban el juego y la corrupción administrativa.

La anexión de Santo Domingo a España (1861-1865) fue, al decir de Bacardí: “[...] el acto diplomático más disparatadamente inconsciente [...]”, y luego añadía que los jóvenes, como él, lo consideraban una sinvergüencería comentada entre ellos en cualquier parte.42 La situación política se complicó con la Guerra de Restauración como respuesta de los mambises dominicanos, y con el ataque de la Armada española a los puertos del Pacífico (1865-1866) que todos consideraban derrotada por las repúblicas sudamericanas de Perú y Chile. La debilidad del imperio español se hizo evidente y en Santiago de Cuba se ridiculizaban sus alardes de grandeza, mientras en toda la colonia de Cuba quedaban las finanzas endeudadas por los enormes gastos bélicos y, a la sazón, se reclamaron reformas urgentes. Entre la oligarquía esclavista había perdido fuerza la tendencia anexionista luego de la Guerra de Secesión en el país vecino, y las aspiraciones a la autodeterminación bullían en el seno del pueblo. En el estudio histórico de Emilio Bacardí, Florencio Villanova y Pío Rosado, se relatan las circunstancias históricas que permearon su propio pensamiento y lo condujeron por la senda del independentismo. Así, titula sugerentemente uno de sus epígrafes: “Incubación de rebeldía”. Y dice:

El ambiente que se respiraba, las concausas que iban fomentando una nueva mentalidad, la incubación de otros ideales que venían desenvolviéndose por los acontecimientos bélicos de Santo Domingo y México; el enardecimiento estimulador que se adquiría por los evidentes fracasos de los gobiernos realistas e imperialistas de España y Francia, y la convivencia con los emigrados de Santo Domingo que siguieron a las fuerzas españolas —reintegradas en la Isla para rebelarse más tarde juntamente con el pueblo cubano— son hechos que el cronista debe anotar [...]43

Al mediodía del 25 de enero de 1866 en la sala del Cabildo de Santiago de Cuba se celebraban las elecciones para un delegado que debía asistir a la Junta de Información convocada en Madrid por la Unión Liberal, con vistas a discutir nuevas medidas aplicables a Cuba y Puerto Rico. En sus Crónicas..., el propio Bacardí relata cómo un grupo de muchachones —entre los que se encontraba él—, la mayor parte discípulos del colegio San José, se reunieron para expresar su deseo de que fuera elegido por el Consistorio José Antonio Saco, dada la presión del gobierno para que saliera su opositor Juan Bautista Uztariz. Dispersados, y nuevamente reunidos en la propia plaza gritaban “¡Viva Saco!” con mayor fuerza. El reformista bayamés fue electo por mayoría absoluta de 27 votos contra 18 para Ustariz.44 La juventud santiaguera se insubordinaba con cada suceso que recordaba el despotismo colonial, tal y como ocurriría en el sepelio del conocido licenciado Manuel Cisneros y Correa, muerto en duelo frente al teniente coronel Sierra en abril del propio año, proclamas subversivas decían que había sido un asesinato.45 De las palabras del cronista se desprenden los sentimientos propios, que son los de su generación, cuando evoca los hechos:

Temor, cansancio, indiferencia, salvo honrosas excepciones, constituían la atmósfera respirable en Oriente, aunque en la juventud de aquellos días guardaba cuidadosamente en lo hondo del corazón, sin darse cuenta de las futuras contingencias, destellaba a chispazos, en conversaciones, en escritos y en actos de desordenada rebeldía, pocos en los de arriba y frecuentes en los de abajo, la aspiración a la libertad, bullidora en la sangre rica de savia y de energías de las nuevas generaciones cubanas.46

Exacerbada la coyuntura política con la burla que significó la Junta de Información, y el establecimiento del general Narváez en el gobierno metropolitano —y bajo los efectos de copiosas libaciones—, el 24 de diciembre de 1867 un grupo de mocetones, Emilio entre ellos, generaron un incidente en la calle baja de San Félix contra el sereno conocido con el apodo de Siete Cantinas, que se complicó con la intervención de los vecinos levantados con la algazara y terminó con una multa para todos los implicados luego de ser llevados ante el alcalde mayor, Antonio Serret y Copello.47

La isla de Cuba vio sus presupuestos en déficit, su administración cada vez más centralizada, y multiplicados los empleados y militares procedentes de la metrópoli. Se editaban numerosos periodiquillos manuscritos, entre ellos La Aurora Literaria, cuyos redactores eran: Emilio Bacardí, Octavio Ferrer y Antonio Martínez Acosta.48

Mientras tanto, desde muy tierna edad, Emilio trabajaba en el primitivo alambique, y por esta razón tuvo que abandonar los estudios y continuar su aprendizaje mediante el autodidactismo. Cuando sale el primer número del semanario El Oriente, colabora junto a otros jóvenes —Florencio Villanova, Pío Rosado, Tomás Martínez Betancourt, J. A. Godoy, Juan Agustín Mariño, J. G. Pujals— dirigidos por el educador y poeta dominicano Manuel de Jesús de Peña y Reinoso. Muchos, unidos por la amistad, se reunían también los sábados en la barbería La Flor del Siboney con los maquinistas ferroviarios norteamericanos, y algunos empleados y dependientes cubanos afines a estas mocedades.49

 

 

Primera destilería que tuvo la industria Bacardí.

 

Blancos y libres de color conspiraban, y el 9 de octubre de 1867 se produjo el motín de presos de la Real Cárcel, y logran escapar algunos detenidos por acciones contra el Gobierno. Apresados pocos días después, fueron juzgados y condenados. Santiago de Cuba quedó conmocionada por los fusilamientos.50

 

Emilio Bacardí, joven.

 

En enero del año siguiente, Bacardí se encontraba participando en el certamen artístico y literario que se celebraba por el Liceo de Puerto Príncipe, donde obtuvo premio por su estudio “Conveniencia de reservar a las mujeres ciertos trabajos”, al igual que otros santiagueros en sus especialidades: Laureano Fuentes en música, el dramaturgo Tomás Mendoza y Francisco González en literatura, etc. El ensayo pone en evidencia sus criterios desprejuiciados sobre género y raza desde entonces: “El trabajo es siempre trabajo sea cualquiera el brazo que lo ejecuta, y las mismas condiciones se merece siempre la mujer, pertenezca a la raza que pertenezca y sea cual fuere su grado de cultura [...]”.51

 

Facundo y Lucía Victoria, padres de Emilio Bacardí.

 

Luego del estallido de la revolución el 10 de octubre de 1868, Emilio y su hermano Facundo orquestaron un intento de golpe de fuerza al gobierno de la ciudad santiaguera el 4 de diciembre de ese año, que pretendía aplicar la Constitución proclamada tres meses atrás en la metrópoli con la Revolución Gloriosa. Proyectaban levantar a la población al tocarse elHimno de Riegodurante la retreta de la Plaza de Armas. Aquello resultó un total fracaso y sus consecuencias represivas no trascendieron más allá, por la fórmula asimilista que preconizaban y ante la amenaza de la proximidad de las fuerzas mambisas.52Cualquier coyuntura era propicia para expresar sus ideas de progreso; de forma tal que durante la amnistía —proclamada por el capitán general Domingo Dulce— Bacardí publica el semanarioEl Bejuco,53clausurado después, como otros muchos de expresión criolla.

 

Emblema del Murciélago. Museo Municipal Emilio Bacardí.

 

En el transcurso del período siguiente, suponemos a Don Emilio en labores de la fábrica del ron y desconocemos sus acciones políticas. ¿Viajó exiliado a la vecina Jamaica durante algún tiempo, por la crítica situación sanitaria y económica de la ciudad? En las Crónicas... no aparecen referencias a su convivencia santiaguera por estos años. Comprobamos su conocimiento en idioma inglés, que bien pudo aprender para esta época. Eso sí, lo sabemos contrario a la esclavitud, abolicionista activo y admirador incondicional de los progresos de Antonio Maceo dentro del campo insurrecto.

En 1874 se reconstruye la sociedad de la rudimentaria industria ronera como Bacardí y Compañía, ya con un capital total de $6 500, donde están presentes Facundo Bacardí Masó y su esposa Lucía Victoria Moreau, sus hijos Emilio y Facundo, y José Bouteiller, todavía hablaban de la producción de aguardientes, licores y dulces.54 El capital se había duplicado y José salió de la sociedad para trabajar independiente en el mismo giro; Bouteiller se retira apenas un mes después.

Es bueno detenerse sobre algunos temas de obligada referencia cuando se trata de la firma Bacardí y de su producción industrial. Me refiero, por ejemplo, a su marca registrada: un murciélago con las alas abiertas. Siempre se ha dicho que en la fábrica original había muchos de estos animales y de ahí que Facundo lo adoptara como emblema. Pedro E. Lay, miembro de la familia y de la dirección de la empresa, asegura en una carta: “Facundo Bacardí era receptor de una marca de aceite italiano que tenía por distintivo un murciélago. Bacardí vendía su ron por galones lo mismo que el aceite, y encima de la tapa de los galones se ponía lacre rojo o verde en la cual se imprimía un sello que era la marca ‘Murciélago’”.55

 

 

Facundo, Amalia, Emilio y María Lay con sus hijos en 1884.

 

De esta forma, entre los consumidores se acostumbró solicitar “el ron del murciélago” hasta llegar a imponerse como marca comercial de la casa. Se produciría Carta Blanca y Carta de Oro.

En 1876, durante la celebración en Filadelfia de una exposición industrial, se le otorgó a la Carta Blanca Superior la medalla de honor. Ese mismo año Bacardí contrajo nupcias con María Lay Berlucheau, una santiaguera descendiente de franco-haitianos, de la que tuvo varios hijos: José (Pepín), Emilio (Emilito o Miló), Facundo (Totén), Daniel, Carmen, María (Mariita). Motivada por la Guerra de los Diez Años, la situación económica parece haber sido difícil, desatendida la fábrica a raíz del retiro en 1877 de Facundo Bacardí Masó, la dirección pasó a manos de Emilio, siempre dedicado al laborantismo.

Terminada la Guerra Grande, en virtud del Pacto del Zanjón, es bien conocido el rechazo de muchos patriotas orientales a este —al frente de los cuales se hallaba el Titán de Bronce—, quienes aspiraban a continuar la lucha para lograr la abolición de la esclavitud y la independencia.

Recién concluida la Guerra de los Diez Años, españoles y cubanos pensaban que habría un extenso período de paz, aunque todos habían quedado insatisfechos. El 9 de septiembre de 1878 Emilio Bacardí pronuncia un encendido discurso en la primera reunión del Partido Liberal, en el que afirma el derecho de todos los hijos de Cuba a la condición de españoles, y declara su apoyo a la abolición, porque la esclavitud es un cadáver que “se cae a pedazos, y no se galvaniza un cadáver en putrefacción”, “nada ni nadie impedirá que la civilización siga su camino”.56 Días después, el orador liberal insistirá sobre la libertad, en evidente exaltación patriótica cubana como el anterior, discursos que recorrían en impresos las calles santiagueras.57

Comenzado 1879, ya se respiraba la gravedad de la situación política. Los partidarios de acciones represivas se instalaban en el poder de la Isla: el 24 de junio tomaba posesión como gobernador civil y comandante general Camilo José Polavieja y del Castillo;58 un mes después, recorría la provincia de Santiago de Cuba el capitán general Ramón Blanco y Erenas. Llamaban la atención de Polavieja en la provincia oriental varias expresiones de insubordinación, por lo que pretendía mantener el rígido control de la situación: el Partido Liberal agrupaba a antiguos oficiales del ejército mambí y a conspiradores de la clandestinidad santiaguera, quienes encontraron una tribuna ideal para ganar un papel en la reorganización del gobierno colonial municipal de forma legal.59 En carta a Marina Bacardí, Federico Pérez Carbó relataba sobre Bacardí:

Después del convenio del Zanjón, en 1878 reanudó su oposición a la esclavitud de los negros, pronunciando discursos, redactando artículos y cooperando a la apertura de sociedades de instrucción y recreo populares; también a la formación de grandes clubs obreros. De esa labor surgió el Casino de Artesanos, paternidad de la actual sociedad Luz de Oriente, Club Aponte, etc., etc.60

El malestar económico afectó hasta a los antiguos voluntarios, porque no se les pagaba la soldada, y porque el territorio oriental quedó como tierra arrasada y su hacienda pública en quiebra. Bacardí se inició en la carrera política como concejal del Ayuntamiento, elegido por el Partido Liberal en enero de 1879. Junto a los demás miembros de su partido presentó proyectos: para la colonización agrícola, para frenar y evitar manifestaciones grotescas en los festejos populares, trabajó por reducir la vagancia, por reglamentar la venta de billetes de lotería con el fin de que este negocio no fuera realizado por hombres saludables.

El ministro plenipotenciario de España en Washington escribía el 11 de febrero de 1879 lo siguiente:

Hace pocos meses que los intransigentes de la insurrección, que no quisieron acogerse a los beneficios de la amnistía tan generosamente otorgada de S.M. entre los que se encuentran varios que figuraron como cabecillas, sobre todo el polaco Roloff, empezaron a reunirse con el objeto de procurarse algunos fondos y promover un nuevo levantamiento en el Departamento Oriental.Al efecto, ayudados de las hojas rebeldes “La Independencia” y “La Voz de Cuba” empezaron a esparcir los rumores mas absurdos sobre la existencia de grandes partidas que se abrigaban en la Manigua sin haber abatido la bandera separatista y sobre sus triunfos en los encuentros con las fuerzas del Ejército o la Guardia Civil […] Poco a poco han ido reuniéndose esos elementos yhan conseguido ponerse de acuerdo, eligiendo por jefe al titulado General Calixto García Íñiguez.61

Antonio Maceo desde Haití y Vicente García desde Venezuela organizaban expediciones para incorporarse al movimiento armado de un momento a otro. Se hablaba de cómo Flor Crombet, José María Rodríguez y Pablo Beola movilizaban las masas, pretendían la abolición de la esclavitud y trabajaban en las dotaciones de las fincas y entre la clase de color libre de las ciudades. Según las autoridades españolas, el plan era atacar los cuarteles, hospital y Comandancia General para apoderarse de armas y municiones; también, asaltar el presidio y cárcel para poner en libertad a los presos; robar los comercios a fin de obtener recursos y dinero “para lanzarse al campo y arrastrar consigo las negradas y desafectos”, así extender nuevamente la guerra en el Departamento Oriental.62

Sin duda, los revolucionarios conspiraban y trabajaban en un plan general para restablecer el conflicto armado en la región: José Maceo, Guillermo Moncada y otros, preparaban la nueva contienda. Había todavía alzados en partidas rebeldes, y el comandante general interino, de origen criollo, brigadier Andrés González Muñoz, convocó a una reunión de antiguos oficiales del Ejército Libertador para informarles de que el régimen español estaba en conocimiento de sus trajines conspirativos.63 El alerta solo sirvió para precipitar lo que ha sido conocido como la Guerra Chiquita el 26 de agosto de aquel año.64 En mi criterio, una manera expedita de acelerar las acciones militares rebeldes de los que pretendían perpetuar el estado de guerra en la manigua —sin que estas hubieran podido alcanzar su mejor disposición—, y así arrestar a aquellos miembros del Partido Liberal que no habían dejado de simpatizar con las acciones revolucionarias independentistas y se dedicaban al laborantismo. La estratagema iba también contra el presidente del Consejo de Ministros en España, Arsenio Martínez Campos y su política de pacificación de Cuba.

Comenzaron las aprehensiones de cubanos en Baracoa, Jiguaní, Manzanillo y Las Tunas, así como las deportaciones en masa a Fernando Poo, Ceuta, Melilla y los otros presidios de África.65El 6 de septiembre Emilio Bacardí, de treinta y cinco años, era conducido a la Real Cárcel de Santiago de Cuba por la policía, sacado de su propia casa de la calle Trinidad baja no. 12, y cinco días después, trasladado al Castillo delMorro66con una escolta de 20 hombres. Decretado el estado de guerra en la provincia de Santiago de Cuba desde el 19 de septiembre, proliferaron los fusilamientos.

Al igual que el resto de los concejales liberales, Bacardí asiste con regularidad a las sesiones del Ayuntamiento durante 1879, aun luego de su detención, está ausente cuando toma posesión de la alcaldía un militar, el coronel de infantería Arístides Santalís Cambiany, retorna para desaparecer definitivamente de las reuniones el 27 de octubre.67 En días subsiguientes los revolucionarios serían víctimas de ejecuciones, sin juicios previos; mientras, otros llenaron los calabozos con vistas a una inmediata deportación.68

34Vid. Bacardí:Crónicas...,t. II, pp. 477-524.

35 Dramaturgo y novelista romántico francés, político e intelectual. Rompió lanzas contra el conservadurismo clasicista. Ingresa en la Academia Francesa en 1841. Defensor del sufragio universal y la libertad de prensa, de los grupos sociales menos favorecidos. Protagonista activo en la política: Par de Francia; es nombrado alcalde del 8vo, distrito de París en 1848. Condenado al exilio durante el Segundo Imperio francés (1852-1870). Defensor de la República. Propugnador de la novela histórica. Inicia experiencias espíritas. Admirador de la cultura oriental.

36Su pensamiento rechazaba la existencia de papa y de rey, porque uno y otro eran incompatibles ya con la marcha de Las Luces y el progreso de la Ilustración. “Dios y el Pueblo” era su divisa. Dice Mazzini: “Nuestro primer propósito y el objeto de todas nuestras aspiraciones era; obtener laindependencia.El segundo adquirir launidadde la patria, sin la cual es una farsa la independencia. Y el tercero lafundación, en fin, de un gobierno republicano”. Véase en Mazzini:República y monarquía en Italia, cap. III. Pedro Santacilia fue también un gran seguidor de los principios ideológicos de Mazzini.

37“Emilio Bacardí Moreau”, en Emilio Bacardí Moreau:De Cuba a Chafarinas, Biblioteca Popular de Cultura Cubana, Santiago de Cuba, 1947. En Barcelona la iniciativa partió, al parecer, de los elementos militares; pero informaciones complementarias hacen dudar mucho de la espontaneidad de su acción. El 13 de julio, a las siete de la tarde, los soldados que ocupaban los cuarteles de San Pablo y del Buen Suceso cedieron a las demostraciones de la muchedumbre y se sublevaron al grito de: “¡Viva la reina! ¡Viva la Constitución! ¡Mueran los ministros! y ¡Abajo Cristina!”. Después de fraternizar con las masas y de desfilar con ellas por las Ramblas, se detuvieron en la Plaza de la Constitución. La caballería, acuartelada en la Barceloneta desde hacía seis días por la desconfianza que inspiraba al capitán general, se sublevó a su vez. A partir de este momento, toda la guarnición se pasó al lado del pueblo y la resistencia de las autoridades se hizo imposible. A las diez, el general Marchesi, gobernador militar, cedió a la presión general, y a media noche el capitán general de Cataluña anunciaba su decisión de incorporarse al movimiento. Entonces se trasladó a la Plaza del Ayuntamiento y arengó al pueblo, que la llenaba totalmente.

38Vid. Sitges en Tomo I, p. 283.

39 Archivo del Museo Emilio Bacardí (AMEB). Emilio Bacardí. Carta de Federico Pérez Carbó a Marina Bacardí de Covani, Santiago de Cuba, 20 de noviembre de 1941.

40Vid. Hacia Tierras Viejas en Tomo I, p. 197.

41 Los jóvenes se reunían los domingos en su casa para hacer sesiones literarias.

42 Emilio Bacardí: Florencio Villanova y Pío Rosado, pp. 24 y 26.

43 Ibídem, p. 10.

44 Bacardí: Crónicas..., t. III, pp. 388-390. Entre los autores de aquella alharaca figuraban, además de la juventud de clase media blanca, “una pandilla de criaditos de todos colores, bullanguerosobedientes a una señal, turbamulta conocida entonces aquí por chichijó”. Bacardí: Florencio Villanova..., p. 100 (nota 7).

45 Bacardí: Crónicas..., t. III, pp. 291-292.

46 Bacardí: Florencio Villanova y Pío Rosado, p. 24.

47 Ibídem, pp. 297-298. En la morada del poeta Juan Agustín Mariño cenaban Vicente Pujals, José Antonio Godoy, Buenaventura Ferrer, Emilio Bacardí y algunos más. En la loma del Tivolí despertaron a Juan Rosell. Bacardí: Ob. cit., pp. 107-109 (nota 8).

48 Ibídem, p. 40.

49 Ibídem, pp. 446-448.

50Vid. Olga Portuondo Zúñiga: Entre esclavos y libres de Cuba colonial, pp. 270-271. El 24 de octubre quedaban condenados 65 a diez años de presidio y 14 a fusilamiento. Cuatro de estos últimos seguían prófugos, el resto (10) fueron puestos en capilla antes de ejecutar la sentencia.

51 Ismael Sambra: “El patriota Emilio Bacardí”, en El Caserón, no. 3, UNEAC, Santiago de Cuba, junio de 1987, pp. 17-21. No encontré el original (O.P.Z.).

52Vid. Bacardí: Crónicas..., t. IV, pp. 46-48. Se describe el hecho que parece tener otras implicaciones ignoradas.

53 Ibídem, p. 92.

54AHPSC.Bacardí,leg. 1, no. 2, 10 de noviembre de 1874. Facundo Bacardí Masó aportó $4 000,00; Emilio, $700,00; Facundo, $700,00, y Bouteiller $1 000,00. En total$6 400,00.

55AHPSC.Bacardí,leg. 1, no. 10, 29 de septiembre de 1925. El criterio de que el murciélago como emblema empresarial de la fábrica Bacardí surge de la heráldica de muchas familias barcelonesas y también de la cantidad de este animal que existía en la fábrica fundada por Facundo en 1862, proviene de una correspondencia del 18 de abril de 1946 en la cual José M. Bosch (Pepín), entonces subdirector gerente, lo afirma. Él había solicitado un escudo para la familia fundadora. AHPSC.Bacardí, leg. 4, no. 64.

56Vid. Tomo II, pp. 7 y 10. Discursos de septiembre de 1878.

57 Ibídem.

58 Emilio Bacardí: Crónicas de Santiago de Cuba, t. VI, p. 262.

59 El Partido Liberal había obtenido 12 diputados en las elecciones, sobre 9 el Partido Conservador de los integristas.

60 AMEB. Federico Pérez Carbó, leg. 1. Marina Bacardí de Covani de Federico Pérez Carbó, Santiago de Cuba, 20 de noviembre de 1941.

61 Archivo Histórico Nacional (AHN). Ultramar, leg. 4948, no. 2, 3 de marzo de 1879.

62 Ibídem.

63 Entre ellos, José Maceo, Guillermo Moncada, Quintín Bandera.

64 Emilio Bacardí; Crónicas de Santiago de Cuba, t. VI, pp. 274-275 y 283-284.

65 Ibídem, pp. 153 y 297.

66 AMEB. Emilio Bacardí, leg. 14, no. 1.

67 AHPSC. Actas Capitulares, nos, 76, 77, 78 y 79. Enero-diciembre de 1879. Debió salir de la cárcel, porque asiste desde el 15 de septiembre a las reuniones del Ayuntamiento, luego no está en la toma de posesión de Santalís el 25 de septiembre y regresa durante casi todo el mes de octubre hasta el 27, cuando desaparece definitivamente del Consistorio.

68 Emilio Bacardí: Crónicas de Santiago de Cuba, t. VI, pp. 294-299.

La deportación entre 1879-1885

Junto a diez compañeros,69 Bacardí —por sus antecedentes políticos y sus ideas separatistas— es embarcado el 5 de noviembre en el vapor Pasaje que los transportará a Puerto Rico, donde fueron recluidos en el Castillo de San Cristóbal y el gobernador general de ese país les participa su embarque el 11 del mismo mes en el vapor correo Antonio López —que llevaba 400 cumplidos y 1 300 pasajeros— con un grupo de 49 desterrados procedentes de La Habana para un total de 57 deportados que serían conducidos hasta España.70

Emilio Bacardí —como Federico Pérez Carbó, José Rogelio Castillo y Enrique Trujillo— recogió en un diario las vicisitudes de aquella travesía donde fueron tratados como animales, encerrados en las bodegas sin ver el sol, y en infames condiciones de higiene. Este trato inhumano hizo exclamar a Bacardí en su diario: “¡Cómo el hombre degrada inútilmente a otro hombre!” y “¡Ya se ve somos fieras!”.71 A lo largo de todo aquel trayecto marítimo no hubo ocasión que no se recordara la patria y la familia.

Al puerto de Cádiz arribaban el 26 de noviembre, tras dieciocho días de travesía, en que apenas pudieron ver la luz del día y respirar el aire puro, donde se servía un rancho a través de un pequeño boquete, tan malo que apenas alguno lo comía. A las siete de la tarde fueron trasladados a la cárcel pública, mezclados con malhechores; cuatro días después, desde su ministerio, el general Arsenio Martínez Campos decretó la orden de libertad relativa que les permitía moverse en la hermosa villa portuaria.72

 

Imagen de Cádiz.

 

Nuevamente Pérez Carbó recuerda la nobleza de su amigo:

Durante los días que nos había dado Martínez Campos (noviembre de 1879) por cárcel la ciudad de Cádiz, vagaban por las calles, ateridos, campesinos de Manzanillo y Bayamo que habían sido arrebatados a la familia en el traje habitual de nuestros hombres de campo. Algunos habían caído ya con pulmonía, casi todos sin un pan para llevarse a la boca. Azotado su bolsillo acudió al Alcalde y obtuvo de éste un lote de frazadas y la ración del preso; pero esto último era humillante para el deportado que tenía que ir dos veces al día a la puerta de la cárcel para recibir el sopón. Bacardí consiguió del contratista que diera en dinero el valor de la ración, y todas las mañanas iba a pié en busca del dinero que se lo entregaban en calderillas y personalmente cargaba las dos talegas y hacía la partición entre los grupos de cubanos diseminados por los arrabales de la antigua Gadir.73

 

 

Federico Pérez Carbó, joven.

 

Se ofreció entonces la posibilidad de mejorar la alimentación y gozar de mayor calidad de vida cuando se les concede socorro a los deportados.74 En su diario, Bacardí ha dejado constancia de sentido afecto por la ciudad gaditana: “¿Qué fue Cádiz para nosotros? Un oasis en donde pudimos descansar. La afabilidad de sus habitantes, las simpatías que por nosotros demostraban nos hicieron fácil la vida, ligera la ausencia de la patria y hogar”.75 Él recorre las calles, disfruta de sus costumbres y perfecciona el arte de pintar.

José, por él, y como apoderado de su legítimo hermano Emilio —gerentes ambos de la compañía Bacardí—, vendió un alambique situado en la calle baja de Matadero no. 83 por $3 250.76 Al año siguiente de la deportación de Bacardí, en noviembre de 1880, un incendio consumió la casa de Marina baja no. 32, destruyendo el edificio y las mercancías almacenadas: ¿había sido autoprovocado como una manera de eludir la situación económica de la familia? o, por el contrario, ¿era un acto de venganza de las autoridades metropolitanas contra el conspirador y revolucionario cubano? En carta de años posteriores, Elvira Cape se quejará de la sistemática manera de hostigar que las autoridades metropolitanas ejercían sobre los licoreros.77

El 2 de mayo de 1880 se había producido la caída del ministerio de Martínez Campos que llevó al poder a Antonio Cánovas del Castillo. Volvieron a la cárcel del cuartel del Banderín, llamado Los Mártires. Muchos años después, Federico Pérez Carbó recordaba:

Nos hallábamos en 1880 en el Penal de los Mártires, en Cádiz, aguardando el futuro destino que el feroz Cánovas del Castillo dispusiera contra los deportados cubanos. No recuerdo qué pasó entre un escoltay un deportado, que él presenciara, y sin medir las consecuencias, a falta de juez, quiso administrar justicia por sus manos, yendo a parar a una galera subterránea, entre criminales empedernidos, parricidas, asesinos, salteadores, contrabandistas. Es fama que estos no sólo lo respetaron sino que lo despidieron con bendiciones.78

Por Real Orden del 18 de mayo se dispone la deportación de los cubanos a la isla de Chafarinas. Así, Bacardí se embarcó el 23 de ese mes y pasó por Ceuta,79 luego por Melilla80 para finalmente quedar en el presidio del islote de Chafarinas81 a fines de mayo de 1880. Allí se sintió reconfortado con la presencia de los matanceros Benigno y Plácido Gener, así como de los gaditanos revolucionarios republicanos Fermín Salvochea82 y Pedro Pérez Lazo, y con estos se organiza una escuela al aire libre para los deportados cubanos analfabetos a los cuales les costearon los materiales de instrucción.83

Tal y como expresa Federico Pérez Carbó: