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Enfermedades de José Martí, sustentado en un profundo estudio dotado de rigor científico, es una obra indispensable realizada por su autor de forma pormenorizada y cronológica en medio de un intenso rastreo y pesquisas en los archivos de Cuba, España y México, donde residiera el Apóstol. Ahora, en su segunda edición, constituye un formidable aporte, por cuanto los documentos y elementos gráficos que atesora se desprenden de los testimonios de facultativos que lo atendieron. El contenido de estas páginas, con un lenguaje ameno y coloquial, revela cómo nuestro Héroe Nacional hubo de enfrentar tantas dolencias con un espíritu indomeñable, incluso en la etapa en que preparaba la Guerra Necesaria contra el colonialismo español en Cuba. Entonces, él habría de sentenciar: "No hay enfermedad que me detenga".
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Seitenzahl: 423
Veröffentlichungsjahr: 2023
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Edición y corrección: Lic. Natividad Alfaro Pena
Diseño de colección: Marta Mosquera
Diseño de cubierta: Sergio Rodríguez Caballero
Imagen de cubierta: Obra de Kamyl Bullaudy Rodríguez
Composición: Javier Laffita Zamora
Conversión a ebook: Idalmis Valdés Herrera
© Ricardo Hodelín Tablada, 2022
© Sobre la presente edición:
Editorial Oriente, 2023
ISBN 9789591112699
INSTITUTO CUBANO DEL LIBRO
EDITORIAL ORIENTE
J. Castillo Duany no. 356
e/ Pío Rosado y Hartmann
Santiago de Cuba
E-mail: [email protected]
editorialoriente.wordpress.com
www.facebook.com/editorialoriente.scu
A mis hijos Damarita y Riki, con la esperanza
de que marchen siempre por el amoroso
camino que nos legó Martí.
“No hay enfermedad que me detenga”. José Martí
Cuando aquel joven me preguntó acerca de alguna bibliografía reciente sobre el tema que trabajaba, pensé que se trataba de un recién graduado un tanto osado, porque para incursionar con plena seriedad en el ámbito de las enfermedades que aquejaron a José Martí se requiere de una preparación especializada, y, por otra parte, se carece de suficientes asideros, pues son escasas las publicaciones que abordan el delicado asunto.
Pronto comprobé mi equivocación, pues mi interlocutor no solo es Doctor en Medicina, sino Especialista en Primer y Segundo Grados en Neurocirugía, y ha publicado diversos textos cuyas temáticas son los padecimientos del Apóstol y otros aspectos del quehacer martiano, lo cual constituye aval más que suficiente para valorar los síntomas que presentaba el Maestro e intentar su diagnóstico.
Quién mejor que un galeno para proponerse estos objetivos. Otros médicos, con semejantes méritos, han incursionado en esta dirección con resultado notable.1Ricardo Hodelín nos entrega ahora un libro que continúa los estudios que, confiamos, constituyan un motivo de búsqueda constante para quienes se interesan en la profundización de la vida y la obra del Apóstol.
Enfermedades de José Martíes una obra analítica, con un respaldo científico sustentado en el estudio pormenorizado de los escritos de Martí, fundamentalmente su epistolario, en el cual refiere las limitaciones físicas que le impedían realizar cuanto se proponía en determinados momentos, y las secuelas de las etapas críticas por las que atravesó en diversas ocasiones; así mismo, el autor apela, como obligados puntos de referencia, a los testimonios de los coetáneos del Maestro y a los aspectos biográficos que en alguna medida aportan elementos para la comprensión del asunto estudiado; por último, una copiosa bibliografía, en la que abundan las obras de carácter médico, citada oportunamente, sustentan las hipótesis que presenta el autor. El conjunto de estas fuentes es utilizado con maestría por el doctor Hodelín, quien a falta de una historia clínica del paciente, reconstruye los momentos más comprometidos de la trayectoria vital de este, sin dejar de señalar el optimismo martiano en las etapas de recuperación, cuando tenía un especial significado la voluntad indoblegable de quien sentía la necesidad de continuar sus labores por el bien de la patria.
De este modo, el autor va aproximando al lector a un aspecto de la vida del Héroe que generalmente permanece oculto, o que es soslayado, o solo mencionado tangencialmente, quizás por la ausencia de una adecuada preparación de quienes la estudiamos. Pero no lo hace solo con la terminología propia de las Ciencias Médicas, sino ha tenido el cuidado de que esta sea comprensible, en lo fundamental, por los profanos, mediante definiciones de síntomas y enfermedades, y hasta el empleo del vocabulario popular, de la época y actual, con que los conocemos. Esto nos permite comprender mejor los argumentos empleados por Hodelín en sus análisis del deterioro de la salud de aquel hombre que en múltiples ocasiones se vio precisado a emplear la ayuda de sus amigos a fin de que le escribieran las cartas que hoy constituyen elementos para la aproximación al diagnóstico.
Se carece de otras fuentes directas, profesionales, pues, como señala el autor, no era práctica generalizada en aquella etapa del sigloxixllevar el registro escrito de la evolución de cada paciente, y, por otra parte, hubiera sido casi imposible seguir el curso de los padecimientos de quien tuvo que realizar viajes frecuentes, y poco se preocupaba por su persona, por su cuerpo, del que tomaba conciencia cuando se le negaba a continuar con el ritmo indetenible que le imprimían sus fuerzas morales.
Por ello fueron múltiples los médicos y estomatólogos que lo atendieron, y ha sido justo Hodelín en rendirles unpequeño homenaje a todos ellos, al recoger sus nombres —algunos citados hasta ahora de modo incompleto— y una reseña biográfica en la generalidad de los casos, así como sus fotos, cuando ha podido localizarlas. Las atenciones de estos se unieron a las de muchos patriotas dispuestos al sacrificio del tiempo y de los recursos propios para hacer menos dolorosos los períodos de obligada reclusión, del descanso casi desconocido, de la ingestión de medicamentos, de la alimentación adecuada; en fin, de todo aquello que constituye la rutina normal de un paciente, pero que en Martí era obligación impuesta, y eludida en cuanto apuntaba la mejoría. Para estos hombres y mujeres, cuya fidelidad al excepcional ser humano que los atrapó en sus redes amorosas, es también el homenaje.
Considero que este libro de Hodelín hubiera requerido de mayor síntesis de los datos y afirmaciones de algunos de los biógrafos citados, y de una selección más ajustada de las anécdotas de testimoniantes cuyas afirmaciones carecen de confirmación. En cuanto a la estructura, estimo que el capítulo VI podría haber sido el inicial, pues en él se encuentran las hipótesis fundamentales que el resto de la obra sustenta y demuestra. Como toda sugerencia, estas quedan, para una futura edición, a la consideración del autor.
Hodelínha demostrado, una vez más, conEnfermedades de José Martí,que la profundización en el conocimiento de lavida y la obra del Apóstol requiere de estudios multidisciplinarios que hagan posible abarcar las múltiples aristas de una personalidad histórica que, en solo cuarenta y dos años, aportó ideas trascendentales, guiadoras para su tiempo y el nuestro, cuya capacidad creadora en los ámbitos artístico-literario y políticos, y su modo de ser y vivir, lo convirtieron en un paradigma de las generaciones que le sucedieron.
El libro ofrece una faceta del Maestro que generalmente no es abordada, y sin la cual seremos incapaces de apreciar en su justa medida la grandeza íntima, cotidiana, de quien logró unificar a su pueblo, orientarlo en las batallas por la verdadera independencia, frente a los enemigos internos y al imperio en pleno ascenso, y guiarlo hasta el umbral de la guerra libertadora, a la vez que derrotaba al dolor y a la muerte.
Ibrahim Hidalgo Paz
Doctor en Ciencias Históricas
1 Ángel M. Tundidor Bermúdez y David Brene Padrón: “La penosa enfermedad del hombre de Dos Ríos”, en Diana Abad (coord.):Homenajea José Martí en el centenario de su muerte en combate, Escuela de Historia, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, Morelia, México, 1997.
Quienes han leído muchas de las cartas de José Martí a su amigo mexicano Manuel Mercado, probablemente han observado las tantas veces que el remitente refiere los males de su salud. Sin duda, el cuerpo del Maestro fue aquejado con frecuencia por múltiples quebrantos, a pesar de que no hay noticia alguna de que fuera un niño enfermizo.
Evidentemente, fue demoledor el efecto de su estancia en las canteras de San Lázaro sometido a trabajos forzados de larguísimas jornadas al sol y a la lluvia, como él mismo narró en su libroEl presidio político en Cuba. Aquel oprobioso lugar fue una verdadera máquina asesina hacia los reclusos acusados de oponerse al gobierno colonial. Es patente que el precoz y maduro joven que describió en ese texto aquel horror, cargó para siempre con las huellas en su cuerpo impresas por los meses de picapedrero en las canteras, huellas que se irían activando con el paso de los años y las tensiones de quien nunca llevó una vida muelle y tranquila. Y a ello se sumó, ya cuando era el Delegado del Partido Revolucionario Cubano e impulsaba la conciencia patriótica cubana para la Guerra Necesaria, el veneno administrado por órdenes de las autoridades metropolitanas del que pudo salvarse en lo inmediato, pero que trabajó sobre su ya endeble físico.
De todo esto y de mucho más trataEnfermedades de José Martí, libro cuya primera edición ganó la admiración de sus lectoresy el reconocimiento académico mediante el Premio Martiano de la Crítica Medardo Vitier del 2008. La Editorial Oriente ha obedecido a un reclamo de los tantos lectores y estudiosos de la obra martiana al entregar esta segunda edición, aprovechada por el autor para hacer correcciones y adiciones que, indudablemente, completan y redondean ciertos ángulos de su estudio sin variar sus tesis fundamentales.
Otros investigadores, también profesionales de la Medicina, habían tocado antes este tema de la salud martiana. Como puede observarse en la bibliografía, Hodelín no ha desechado esas observaciones, mas las ha completado con un examen minucioso de la principal fuente de que hoy disponemos para saber cuándo sufrió Martí afecciones y padecimientos. En ausencia de un historial clínico, que no era en vida del Maestro práctica generalizada, y puesto que tampoco su agitada existencia fue atendida sistemáticamente por médico alguno, este estudio se vale con acierto de los propios señalamientos en sus cartas respecto a su salud, de testimonios de amigos y conocidos, de los datos de la autopsia, y de algunos aspectos señalados por sus biógrafos.
El método seguido por Hodelín le ha exigido la pericia del historiador que se mueve frecuentemente con una diversa variedad de fuentes para allegar elementos sustentadores de sus conclusiones, de manera de escapar así al juicio apresurado y meramente hipotético.
De este modo, con el rigor científico que le permiten esas fuentes, el autor concluye que el Maestro padeció a lo largo de su vida de sarcoidosis, una enfermedad que suele afectar a varios órganos y sistemas del organismo humano, cuyos síntomas y signos suelen mejorar por un tiempo para luego reaparecer.
Desde el punto de vista de los estudios martianos,la obra resulta la más integral y acuciosa en su temaporla variedad de fuentes manejadas que sustentan suprofundoanálisis médico.Resalta de modo particular la extensa revisión del enorme volumen de los escritos martianos en busca de las señales acerca de su salud, lo cual ha convertido a Hodelín en un gran conocedor de esa obra escrita. Llamo la atención al interesado acerca de que no debe pasar por alto los anexos, pues estos completan y hacen fehaciente la detallada información que se aporta.
Por otro lado, el libro resalta por mostrarnos la enorme voluntad de Martí para sobreponerse a sus constantes dolencias, en lo que constituye un indudable aporte al conocimiento de la personalidad del mayor de los cubanos. Esa fuerza de voluntad y de carácter se distinguen en el texto, por ejemplo, mediante el análisis acerca de cómo, tras desembarcar por La Playita de Cajobabo en 1895, a pesar de las duras jornadas por montañas y montes, Martí no se quejó de dolores: estar en la pelea por la patria, cumplir su deber, amenguaba sus malestares.
Como han observado quienes han laborado con sus últimos diarios, en especial con el de Playita a Dos Ríos, en esas páginas íntimas, no destinadas a la imprenta, Martí muestra su regocijo por estar en su país, en la campaña libertadora para cuyo ordenamiento trabajó arduamente durante aquellas semanas por los campos orientales. No hay quejas acerca de su cuerpo a pesar del seguro cansancio debido a las largas jornadas a menudo a pie y la lógica tensión generada ante el posible encuentro con el enemigo.
Ejercer el juicio médico a distancia no suele recomendarse a quienes se dedican a esta profesión, siempre sometida al axioma de la imprescindible observación y revisión del paciente. Sin embargo, el desafío de analizar las enfermedades de Martí es casi una necesidad que imponen la magnitud histórica de este singular “paciente” y la curiosidad de su pueblo y de los estudiosos de su obra para entender mejor al ser humano, al individuo entodas sus dimensiones. El doctor Ricardo Hodelín se ha arriesgado a ello con entrega, pasión y seriedad. Esta es, sin duda, una muestra de amor martiano y una ofrenda a la cultura nacional. Aprovecho, pues, la oportunidad para felicitarle nuevamente y agradecerle por habernos entregado este libro indispensable.
Pedro Pablo Rodríguez
Doctor en Ciencias Históricas
7 de noviembre del 2017
En 1997, durante el cumplimiento de una colaboración médica en el exterior, presenté las primeras cuartillas de esta investigación, y años después lo hice en el Seminario Juvenil de Estudios Martianos. Desde entonces he tenido la suerte de intercambiar con excelentes profesionales del mundo de la historia y de la Medicina, que se entusiasmaron con este proyecto y mucho aportaron para lograr el resultado final.
José Luis de la Tejera Galí me animó a convertir el ensayo inicial en un libro, proporcionándome imprescindibles contactos. Ibrahim Hidalgo Paz me abrió las puertas del Centro de Estudios Martianos, siguió atento todo el proceso y tuvo la cortesía de escribir el prólogo a la primera edición. Israel Escalona Chádez atendió mis frecuentes consultas y revisó el manuscrito, que se benefició con sus atinadas sugerencias.
Daisy Cué Fernández fue muy gentil al permitirme hurgar en su biblioteca martiana, luego leyó con dedicación el texto y trabajó con esmero en la corrección de mis avances. Elio Ortega, en su condición de jurado del Concurso 3 de Diciembre, me sugirió continuar esta investigación; así mismo, la destacada historiadora Nydia Sarabia —recientemente fallecida—, jurado del Concurso Rubén Martínez Villena de la CTC Nacional, me ofreció bibliografía y convincentes reflexiones. Luis García Pascual aportó datos relevantes.
Alfonso Herrera Franyutti, médico e historiador mexicano, me ayudó a localizar fotografías de los galenos que atendieron al Apóstol; además, sostuvimos un continuo intercambio epistolar muy favorable, que se mantuvo para esta segunda edición. En su último viaje a Cuba se entusiasmó al comentarle que preparaba una nueva edición, pero lamentable falleció sin poder leerla.
Mis profesores, los médicos Rosaralis Santiesteban Freixas, Juan Enrique Yara Sánchez, Wilkie Delgado Correa y Reinaldo Roca Goderich, leyeron el manuscrito y realizaron valiosos comentarios; el profesor Roca falleció también antes de que saliera esta edición. El doctor Gregorio Delgado García, historiador médico del MINSAP, me proporcionó originales importantes y me invitó a presentar los resultados preliminares en dos Congresos Nacionales de Historia de la Medicina y de Historia de la Ciencia y la Tecnología, donde fueron muy provechosos los debates.
Fructíferos intercambios sostuve con Carlos Marchante Castellanos y Regino Sánchez Landrián, especialistas de la Fragua Martiana, así como con Ramón Guerra, del Museo Casa Natal de José Martí, y Axel Li Cabrera, de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana. Las bibliotecarias Lucía Portuondo y Zucel Díaz, de la Biblioteca Provincial Elvira Cape; Orfelina Brito Almenares y Zoe Betancourt Chacón, del IPU Cuqui Bosch, estuvieron solícitas a mis peticiones. Muy útiles resultaron los encuentros académicos y conversaciones con mis colegas médicos, y también con mis compañeros de la UNHIC, de la UNEAC y de la Sociedad Cultural José Martí.
Gracias al profesional equipo de trabajo de la Editorial Oriente, a sus editoras: Zeila Robert Lora (edición prístina) y Natividad Alfaro Pena (segunda edición) por el entusiasmo en mejorar cada vez más el libro. Para la segunda edición, Kamyl Bullaudy Rodríguez, artista de la plástica, tuvo la gentileza de regalarme una de sus obras que ilustra la cubierta; además, importa destacar el intercambio académico con Luis Toledo Sande. Jorge Juan Lozano Ros me ofreció valiosos documentos y la fotografía de uno de los médicos que se añade. Pedro Pablo Rodríguez aportó argumentos convincentes y escribió el prólogo a esta edición. En la Isla de la Juventud fueron muy amables, en sus atenciones, los descendientes de José María Sardá, los trabajadores y directivos de la Universidad Jesús Montané Oropesa, así como Yanelis Plasencia Padrón y Julio César Sánchez Guerra.
De inestimable ayuda fueron los documentos y otros préstamos recibidos en instituciones como: el Centro de Estudios Martianos, el Archivo Nacional de Cuba, el Archivo Histórico de la Universidad de La Habana, la Biblioteca Nacional José Martí, la Biblioteca Pública de Gijón (España), el Museo Emilio Bacardí, el Museo de Historia de las Ciencias Carlos J. Finlay, el Museo Municipal de Historia de la Isla de la Juventud y la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana.
Como escribió Martí, “no hay mayor hermosura que el agradecimiento” y a todos ustedes les estaré siempre sinceramente agradecido.
Ricardo Hodelín Tablada
En Santiago de Cuba, 4 de septiembre del 2007 y 4 de agosto del 2017
En los cuarenta y dos años de vida del Apóstol su salud estuvo sistemáticamente afectada. Dolencias de diferentes tipos no lograron disminuirlo ni restarle fuerzas para realizar la gran obra que nos dejó. No sería correcto escribir su verdadera historia sin referirse a estas enfermedades que lo acompañaron, que convivieron con él y sobre las cuales supo poner toda la integridad de su fuerza moral para continuar adelante con su gran sueño de luchar por una patria libre.
La capacidad de trabajo de Martí se ve reflejada en sus innumerables escritos, tan disímiles que van desde traducciones, poemas, ensayos, cartas, crónicas, discursos, críticasliterarias y de arte, hasta los documentos políticos del PartidoRevolucionario Cubano. De esos textos mucho se ha escrito; sin embargo, las enfermedades de Martí han sido poco abordadas por sus historiadores y biógrafos.
En 1955 César Rodríguez Expósito publicó el libroMédicos en la vida de Martí, en el cual describió a los galenos que se relacionaron con el Apóstol durante la organización de la Guerra Necesaria y esbozó brevemente algunas de sus enfermedades; años más tarde, en 1969, el doctor Alfonso Herrera Franyutti, médico e historiador mexicano, también se refirió al tema en su libroMartí en México.Recuerdos de una época, con dos ediciones posteriores (1996 y 2007), y Josefina Toledo Benedit enLa ciencia y la técnica en JoséMartí, publicado en 1994, con una segunda edición en el2003, dedicó un acápite al paciente José Martí. En 1997 los doctores Ángel M. Tundidor Bermúdez y David Brene Padrón, en un libro editado en México, publicaron un artículo donde realizaron el diagnóstico diferencial de lo que ellos llamaron “la penosa enfermedad del hombre de Dos Ríos”.
Son estos los únicos antecedentes sobre el tema, y por haber sido tratados en el contexto de obras que perseguían otros objetivos, no analizan con profundidad el asunto; de ahí la motivación para escribir este libro, en el que intento acercarme esencialmente al hombre enfermo, al ser humano que sufrió las agresiones de múltiples dolencias.
Esta investigación se ha basado en la revisión de las biografías más antiguas escritas acerca del Maestro, muchas de las cuales fueron publicadas en la primera mitad del sigloxxy se distinguen por el hecho de que sus referenciasbibliográficas se limitan a las crónicas y relatos históricosde los protagonistas de la época; también se utilizan fuentes documentales encontradas en diferentes archivos, así como la llamada literatura confidencial: diarios, memorias y, sobre todo, se realiza un estudio cuidadoso de su epistolario. Asombra hallar en la intimidad de sus cartas, múltiples síntomas que mucho le hicieron sufrir.
En cinco capítulos se hace un recorrido cronológicopor su vida, ahí trato de demostrar las afecciones y las contextualizo según el estado de la Medicina en la época. El último capítulo se dedica al análisis de la enfermedad principal que considero fue causa de sus mayores dolencias. Una relación de los médicos y estomatólogos que atendieron a Martí,que incluye a quienes lo hicieron cuando ya era cadáver, y el país donde lo asistieron, enriquece el libro, así como una selección de sus cartas, donde se reflejan las enfermedades, y otras de doña Leonor que evidencian la preocupación constante de una madre que sabe a su hijo enfermo. Fotografías y documentos inéditos o poco conocidos aparecen en el “Testimonio gráfico”. Los títulos, más bien motivos episódicos o estéticos, de cada uno de los capítulos y acápites son tomados de frases martianas.
Esta segunda edición —revisada y ampliada— ve la luz un decenio después de la primera, la cual, a su vez, estuvo precedida por diez años de investigación. Nuevas publicaciones de temas martianos han aparecido sistemáticamente luego de la edición inicial. Si bien he examinado atento estos volúmenes, ensayos, artículos, etc., consideré de elemental ética intelectual mantener, sin modificaciones esenciales, los argumentos planteados en la edición prístina, así como la lógica expositiva del texto.
Pequeños cambios de redacción y estilo ayudaron a mejorar el corpus final. Así mismo, se amplían algunos capítulos, se añaden: un acápite en el capítulo V, los nombres de dos nuevos médicos, fotografías de uno de ellos y de otros dos galenos reseñados en la edición anterior (una inédita), y se aportan otros elementos a favor de la hipótesis que planteo en relación con las dolencias del Apóstol.
En los casos de libros que en este período tuvieron otras reediciones, los volví a visitar y cité, en su última versión, cuando aparecieron modificaciones en ellos. También señalé errores puntuales siempre que encontré las fuentes primarias para demostrarlos, e intenté dar respuesta a las críticas y sugerencias realizadas a la primera edición. Es necesario advertir al lector que todas las citas fueron de nuevo cuidadosamente cotejadas, y en la transcripción literal se han respetado la ortografía, la puntuación y la redacción originales. He aquí la obra para rendirle merecido tributo a nuestro Héroe Nacional y demostrar que nunca claudicó ante las dolencias, lo cual lo engrandece. Comparto con gusto con el lector —verdadero destinatario de este esfuerzo— el fruto de veinte años de trabajo en esta investigación.
Desde el punto de vista de los estudios martianos, la obra resulta la más completa y acuciosa en su tema por la variedad de fuentes manejadas que sustentan su profundo análisis médico […] libro imprescindible […] Con el rigor científi-co que le permiten esas fuentes, se concluye que el Maestro padeció a lo largo de su vida de sarcoidosis […] Los anexos completan la detallada información que se maneja.
Pedro Pablo Rodríguez López
Centro de Estudios Martianos
Este libro, que tiene una bibliografía de mil kilates, es sencillamente absorbente, una lectura que te atrapa y no puedes dejarla; pretendí leerlo poco a poco y lo hice en dos días. Si me faltaba algo para adentrarme en nuestro Héroe Nacional y admirarlo y amarlo profundamente eraEnfermedades de José Martí.
Reinaldo Roca Goderich
Hospital Provincial Clínico Quirúrgico Saturnino Lora
Ya sabemos la larga y grave dolencia que padeció Martí el resto de su vida a causa de aquellos hierros arrastrados durante meses: una lesión inguinal recibida. Y cuánto se le agradece al doctor Ricardo Hodelín Tablada su libroEnfermedades de José Martí. Cada vez que he tenido que explicaren algún panel o conferencia, sobre todo a los jóvenes, qué es la sarcoidosis, las canteras de San Lázaro devienen símbolo en la vida del hijo y del padre.
Imeldo Álvarez García
PeriódicoCubarte. El portal de la cultura cubana
En este texto, escrito con amor y respeto ternísimo a la vida y obra de José Martí, así como a la investigación científica e histórica, el autor, con la habilidad propia de un cirujano, relata todas y cada una de las afecciones somáticas que padeciera el Apóstol […] Estoy seguro de que la lectura serena y reflexiva deEnfermedades de José Martí, devendrá suave caricia a la mente y el alma de quienes llevamos en el corazón el legado ético y espiritual que dejara a la humanidad uno de los más grandes genios de todas las épocas y de todos los tiempos.
Jesús Dueñas Becerra
RevistaCubaliteraria
Este libro desgarrador y sorprendente, nos enfrenta a un tema tan doloroso como son los padecimientos físicos del Maestro […] Cuando terminamos de leerlo pensamos cuánto sacrificio derrochó este hombre para estar a la altura de la revolución iniciada en La Demajagua […] Dentro de las investigaciones de la vida de Martí que están alcanzando una cima se sitúa esta obra que realza su grandiosidad humana y fortalece el amor hacia el héroe.
Valentín E. García Fernández
RevistaCubaliteraria
Obra grande, valiosa y trascendente […] resalta el acucioso acopio de fuentes bibliográficas y lo atinado que ha sido su manejo a todo lo largo del texto. Esa labor de orfebre constituye un acto creador de indudable resalte. El tema principalde la obra ha sido suficientemente rastreado y expuesto, de tal manera que utilizando fuentes diversas históricas y médicas, quedan definidos y resaltados en contextos históricos y circunstancias de su vida, esos padecimientos que acompañan la existencia de todo ser humano.
Wilkie Delgado Correa
Universidad de Ciencias Médicas de Santiago de Cuba
Esta paciente investigación avalada por el rigor científico y años de intenso trabajo, explica con un lenguaje claro y ameno cómo se tradujo en la vida de Martí su sentencia “No hay enfermedad que me detenga”, cumplida por él hasta su muerte. Pesquisas por toda Cuba, España y México, naciones estas por donde residió Martí, le permitieron al autor recopilar abundante y valiosa documentación, incluido un relevante testimonio gráfico sobre facultativos que lo atendieron.
Sergio Martínez Martínez
Corresponsal de Radio Rebelde y Radio Taíno
El libro revela una faceta fundamental de la existencia del Apóstol cubano, quien padeció muchas dolencias en su corta vida de 42 años. El doctor Hodelín reproduce fragmentos de cartas a Manuel Mercado y otros amigos donde Martí no oculta los más serios momentos de aquellas enfermedades. Admirable es este hombre que llevó a cabo la preparación de la Guerra Necesaria, sobreponiéndose a lo que a veces humorísticamente llamó “las maluqueras”.
Julio Batista Delgado
Periodista de Radio Progreso
Es una obra analítica, con un respaldo científico sustentado en el estudio pormenorizado de los escritos de Martí, fundamentalmente su epistolario, en que refiere las limitaciones físicasque le impedían realizar cuanto se proponía en determinadosmomentos, las secuelas de las etapas críticas por las que atravesó en diversas ocasiones, asimismo, el autor apela, como obligados puntos de referencia, a los testimonios de los coetáneos del Maestro y a los aspectos biográficos que en alguna medida aportan elementos para la comprensión del asunto estudiado.
ECURED
Enciclopedia Cubana. Conocimiento
con todos y para todos
Para la redacción de este libro, el Dr.Hodelín consultó 261 fuentesbibliográficas, 31 fuentes hemerográficas (revistas y periódicos) y las fuentes documentales de 13 archivos en Cuba, España y México. El rigor investigativo es, pues, más que evidente. Aunque las enfermedades padecidas por Martíconstituyen elleitmotivde este trabajo, el mismo va desarrollándose en orden cronológico y resulta finalmente, otra biografía […] El libro que está lleno de conmovedores relatos […] anécdotas emocionantes que nos hablan de su calidad humana y de testimonios sobre el permanente combate del héroe contra las circunstancias adversas de su vida, es una contribución seria a un aspecto de la vida de Martí que nos ayuda a comprender mejor su grandeza.
Rolando López del Amo
PeriódicoCubarte. El portal de la cultura cubana
[…] Estas dolencias y algunos elementos de su repercusiónsocial son abordados con detenimiento porEnfermedades deJosé Martí, una investigación del neurocirujano santiaguero Ricardo Hodelín Tablada.
Alejandro Rodríguez Rodríguez
Asociación Hermanos Saíz
Este libro es por derecho propio, un hito en la bibliografía martiana y aparte de su enjundioso material, que sirve para los investigadores de la obra martiana, el lector normal encontrará en él una especie de simbiosis entre la novela y la investigación histórica […] luego de terminar este libro, quedé como en un acto de posesión mágica, pues mis ojos habían conocido y mi mente aprendido sobre un Martí diferente.
David González Gross
Sociedad Cultural José Martí
Atrapado no es el sugestivo título de una serie de televisión ni de un suculento filme, constituye el participio que evidencia lo que le sucede a todo el que se acerque a la lectura de Enfermedades de José Martí […] además de constituir un estudio médico referencial y contextualizado, es un libro donde podemos encontrar al gran hombre que fue José Julián Martí Pérez. Sin llegar a ser una biografía novelada, en el libro confluyen las técnicas narrativas y los procedimientos de notación científica. Con diáfana calidad expositiva, el autor, sabe incidir en lo que explica, argumenta o ilustra para que el decodificador no avezado en terminologías especializadas entienda el mensaje.
José Luis de la Tejera Galí
Revista Honda. Sociedad Cultural José Martí
Enfermedades de José Martí, es mucho más de lo que propone el título, pues si bien es indudable que aborda de forma pormenorizada las dolencias que padeció nuestro Héroe Nacional, también se extiende en consideraciones […] de modo que bien podría incluirse como otra incursión más en el género de las biografías del Apóstol […] la recreación biográfica le otorga una gran utilidad a esta obra porque es seguro que serán muchos más los nuevos lectores que se acerquen a la vida del Apóstol a través de una novedad editorial de título sugestivo […]
Hebert Pérez Concepción
SIC. Revista Literaria y Cultural
Una nueva mirada a nuestro Héroe Nacional nos ofrece Enfermedades de José Martí. Su lectura nos hará sentir más cerca del ser humano que fue el Apóstol. La obra pone al alcance del lector poco avezado un análisis científico de las dolencias del Maestro, pero lo hace utilizando formas asequibles, es decir, a la terminología propia del tema une las definiciones traducidas al lenguaje popular, de la época y actual, de manera que quienes no conocen la terminología de las Ciencias Médicas puedan entenderlo. Llama la atención el hecho de que, a tantos años de su muerte y sin existir una historia clínica de Martí, Hodelín haya podido reconstruir los padecimientos físicos y tratamientos de aquel que se resistía a ser un enfermo.
Rosa María García Vargas
Sitio web Tiempo 21
Un frío propio de enero azotaba la ciudad de La Habana, ycasi al final del mes, el viernes 28 del año 1853 nace José Julián en la calle Paula, número 41.1En Cuba toma posesión del mando de la colonia don Juan de la Pezuela y Ceballos, que además de sus funciones como gobernador realizó valiosos estudios de Antropología. José Julián era el primogénito del humilde hogar constituido por el valenciano don Mariano Martí Navarro y la canaria doña Leonor Pérez Cabrera. Como era costumbre en la época, el sábado 12 de febrero fue bautizado en la iglesia del Santo Ángel Custodio, por el presbítero Tomás Sala y Figuerola, capellán del Real Cuerpo de Artillería de la plaza de La Habana. Sus padrinos fueron Marcelina Aguirre y José María Vázquez. La iglesia estaba situada en la Loma del Ángel, muy cerca del inicio de la calle Compostela.2
De niño era muy sensible. Su hermana Amelia recuerda cierto día en que se encontraba en el patio de la casa, cultivando con un azadón varias plantas por él sembradas; cerca de Martí jugaba otra de sus hermanas, conocida cariñosamente como La Chata, la cual tuvo un disgusto con este. Pepe, molesto, se levantó de pronto y sin querer le hizo una herida en la frente. Su angustia fue muy grande y le dolió a él más lo sucedido, que la herida a la hermana.3
Otra anécdota del niño José Julián en la cual se evidencia su sensibilidad es aquella que recuerda su encuentro con otros niños que, entregados a bromas y travesuras propias de la edad, habían cazado un grillo y con un hilo le habían amarrado una pata. Martí, que no está de acuerdo con semejante juego, con dolor e intenso pesar le pide a sus amigos que liberen el animalito y él mismo va corriendo en busca de unas tijeras. Respira satisfecho cuando este, privado del amarre, se pierde en la yerba.4
En 1860 comienza a estudiar en el colegio de San Anacleto dirigido por Rafael Sixto Casado y Alayeto, destacado pedagogo cubano. En esta escuela conoce a Fermín Valdés Domínguez y Quintanó, su compañero de aula, de lo cual nace una amistad que duraría toda la vida. Don Mariano también le pagaba las clases de inglés, pues tenía mucho interés en que su hijo aprendiera ese idioma.
Durante su infancia es precaria la situación sanitaria del país. La fiebre amarilla azota la ciudad, de cada cien personas mueren diez.5Entidad que los caribeños llamaban homonhatina y los aztecas le decían cocolirios. Es tan antigua la enfermedad que se cree que algunos compañeros de Cristóbal Colón murieron de ese vómito negro.6 Tras las lluvias de mayo venían las viruelas y las gripes, y durante la segunda mitad del siglo xix, con la temporada ciclónica, acechaba el cólera,7 que en 1850 entró a Cuba procedente de los Estados Unidos de Norteamérica, en lo que se conoce como la segunda entrada de la epidemia en la Isla.8 A lo anterior se añade que existían pocos médicos municipales, los hospitales eran escasos, en malas condiciones y las medidas sanitarias muy precarias. En este ambiente, crece y se desarrolla el niño José Julián.
A los nueve años, el 13 de abril de 1862, viaja por tren con el padre a Matanzas. Don Mariano había sido nombrado capitán juez pedáneo del partido territorial de La Hanábana, jurisdicción Nueva Bermeja, en la actual provincia de Matanzas. Colón o Nueva Bermeja, como también se le llamaba, era una de las 31 jurisdicciones militares y civiles en que estaba dividida la Isla, fungía al frente de cada una de ellas un teniente gobernador. Estas jurisdicciones, a la vez, se dividían en partidos territoriales que en Colón fueron cinco: Las Jíquimas, La Nacagua, Macurijes, Palmira y La Hanábana. Cada partido tenía al frente un capitán juez pedáneo.9
Allí comienza el niño Martí su sufrimiento al conocer la esclavitud. Sufre al ver a los negros esclavos amontonados en barracones sucios; le duelen sus miradas tristes y sus cantos como lamentos, y se horroriza al ver cómo un mayoral de mal corazón castiga a latigazos a un negro esclavo, en un salvaje “bocabajo”.10
En aquel momento en que no pudo defender al desdichado, se rebeló de indignación su alma de niño y desde entonces nació en su corazón la piedad por los que luego llamaría “mis negros”. Otros atropellos le sorprenderían cada día. Tiempo después escribiría en sus Versos sencillos: “Rojo, como en el desierto,/ Salió el sol al horizonte:/ Y alumbró a un esclavo muerto,/ Colgado a un seibo del monte./ Un niño lo vió: tembló/ De pasión por los que gimen:/ Y, al pie del muerto, juró/ Lavar con su vida el crimen!”.11 Su visión y defensa de la raza negra sería una constante en toda su vida.12
Desde este período en que vivió en La Hanábana se evidencia que era un niño inteligente, interesado por la escritura. Del estudio de 22 documentos —encontrados por Iduate Andux—13 en las cuales aparece la firma de Mariano Martí durante su actuación en La Hanábana, se ha llegado a la conclusión que dos de estos documentos, ambos de fecha 23 de abril de 1862, fueron escritos, sin ningún género e duda, por José Martí Pérez, y son los manuscritos suyos más antiguos que se conocen hasta ahora.
De regreso a La Habana, un compadre de la familia, don Francisco Arazoza, facilitó la continuación delos estudios de José Julián que, a los doce años, en marzo de 1865, ingresa en la Escuela de Instrucción Primaria Superior Municipal de Varones, sita en Prado no. 88, dirigida por Rafael María Mendive. El destacado pedagogo, al descubrir la natural inteligencia de este adolescente, se esmera en formar en él cualidades positivas no solo desde el punto de vista intelectual, sino también —y sobre todo— en el orden cívico y, muy especialmente, en el del patriotismo.14Martí desde muy pequeño estaba siempre atento al acontecer internacional; al conocer la noticia del asesinato de Abraham Lincoln, se coloca un brazalete de luto que lleva durante una semana. Expresa así su dolor por la desaparición de quien había decretado la abolición de la esclavitud en el vecino país. Ya para entonces el joven Martí había conocido los horrores de la esclavitud en el viaje que realizara con su padre al territorio de La Hanábana.
Su maestro Mendive, quien, como señalé, ha descubierto el talento de su discípulo, obtiene el consentimiento de don Mariano y se compromete a costearle los estudios hasta el grado de bachiller. Martí aprueba el examen de admisión para los estudios generales de la segunda enseñanza, y sin perder tiempo examina sistemáticamente las diferentes asignaturas. El 30 de septiembre de 1867 solicita matricularlas asignaturas del curso 1867 a 1868, su segundo año de bachillerato, en el colegio San Pablo, fundado y dirigido por Mendive.15Ese mismo año, con el fracaso de la Juntade Información en la búsqueda de una solución para la administración de la metrópoli en Cuba, los españoles se preocupan por la inminencia de un estallido independentista y viene a la Isla Francisco de Lersundi como capitán general.
Desde niño Pepe tiene que trabajar para ayudar a su familia. A fines de 1866 presta servicios a un peluquero, que según fuentes orales era amigo de Marcelina Aguirre, madrina de Martí.16 Él llevaba los accesorios de trabajo a los artistas de teatro, lo que le permitía disfrutar de los espectáculos tras bambalinas, hecho que sin duda influyó en sus posteriores conocimientos sobre esas manifestaciones artísticas. No podemos descartar la posibilidad que desde 1866 Pepe trabajara con su padre en el comercio de confitería que este tenía.17
En 1868 Carlos Manuel de Céspedes —que ya venía entrenándose en el tiro de escopeta en los campos de Manzanillo— preparó un manifiesto al país, en el cual expuso las causas de la revolución, hizo constar el objetivo de esta de conquistar la independencia, fijó el carácter con que asumía la jefatura del movimiento, y al amanecer del 10 de octubre proclamó la libertad de sus esclavos y se declaró en estado de guerra contra España, al frente de 37 hombres medianamente armados.18 En aquel momento, Martí estudiaba en el Instituto de Segunda Enseñanza de La Habana. Ya desde entonces se destaca por su pensamiento político. Tenía quince años y estaba claramente definida su posición al lado de los pobres de la tierra. Sus escritos de la época dejan transparentar la semilla, de lo que después germinaría como un gran hombre.
En la noche del 22 de enero de 1869 en el Teatro Villanueva —construido en 1846— se celebraba una función en honor de beneficiados anónimos. Uno de los artistas que trabajaba había llegado recientemente de Santiago de Cuba. Se presentaba la obra bufaEl perro hueveropor la compañía Los Caricatos, y aquel cómico pronunció en alta voz un viva para la tierra que produce la caña de azúcar.19El entusiasmo reinó entre los cubanos, que le respondieron a viva voz. La indignación esta-lló entre los voluntarios, quienes respondieron con vivas a España. Se oyeron disparos y hubo heridos entre los participantes. Los voluntarios, que conocían las ideas de Mendive, aprovecharon la ocasión y tirotearon la fachada de su casa.
Otra versión al respecto, considera que los patriotas habaneros habían convencido a Jacinto Valdés, actor de la compañía, que era además el mejor guarachero del elenco, para que diera vivas a la independencia de Cuba,20 aunque en realidad esto ocurrió el día 21. Don José Nin Pons —cuñado de Rafael María Mendive—, director y propietario del teatro, fue multado injustamente con 200 pesos fuertes por el gobernador, quien le impuso otra multa al artista al cual juzgaba causante de los hechos. Las autoridades trataron así de no darle importancia a lo acaecido la noche del 21. A pesar de lo sucedido, al día siguiente hubo otra función.21
El 22 por la mañana el teatro fue engalanado con banderas y ya desde el día 20 el periódico La Chamarreta, abiertamente revolucionario, que tenía por lema “periódico que huele a machete y sabe a horquetilla”, anunciaba la función del 22: “[…] el viernes se trata de dar una función en Villanueva, por los Bufos Habaneros, cuyos fondos se destinan para un fin no muy laudable, esperamos que todas nuestras simpáticas amigas y nuestros leales compañeros contribuyan con su asistencia. No se permitirá entrar a quien no lleve un garabato o una horquetilla”.22
Los anuncios en el teatro eran muy sugerentes: “¡Viva la libertad!”, “Gorriones y Bijiritas”; otros proclamaban: “Se armó la gorda”, “Ya se cayó”. Para estos investigadores la función era en beneficio de la artista Florinda Campos, muy destacada por las habilidades mostradas a la hora de interpretar papeles antiespañoles.23
En efecto, al terminar una canción, un actor comenzó a darle vivas a otro artista del elenco nombrado Carlos Manuel, muchos entonces dieron vivas a Carlos Manuel de Céspedes. El público comenzó a gritar “¡Viva Cuba!”. Los voluntarios respondieron “¡Viva España!”. Se produjo un tiroteo y el teatro fue rodeado y ocupado por los voluntarios. Una de las muchachas espectadoras, emocionada con los hechos, subió al escenario con una bandera cubana, la joven nombrada Antonia Somodevilla fue gravemente herida por una bayoneta.24Cualquiera que sea la versión real, lo cierto es que hubo una gran reyerta en una instalación con capacidad para 1 300 personas.
Teniendo en cuenta la creciente vocación teatral del inquieto adolescente Martí y sus vínculos, como de familia, con el hogar de su maestro Rafael María Mendive, el cual —como apunté— era cuñado de José Nin Pons, dueño del Teatro Villanueva, el investigador martiano Luis Toledo Sande ha sugerido la posibilidad de que a Martí pudieran haberlo llevado también aquella noche al teatro.25 Doña Leonor, que permanecía en su casa por encontrarse con su hija Lolita que solo tenía tres años,26 al conocer los hechos salió rápidamente en busca de su hijo. De aquí la inspiración de este cuando escribió estos versos: “No hay bala que no taladre/ El portón: y la mujer/ Que llama, me ha dado el ser:/ Me viene a buscar mi madre/ A la boca de la muerte,/ Los valientes habaneros/ Se quitaron los sombreros/ Ante la matrona fuerte”.27
Además del poema escribiría también años después, en México, una crónica en la que alude a estos sucesos:
No basta que sobre un teatro indefenso y repleto, sobre mujeres, y hombres, y niños, se haya lanzado a un tiempo una muralla encendida de fusiles […] ¡ni los horribles días de enero que llenaron de cadáveres asesinados la calzada de Jesús del Monte y las calles de Jesús María, y las que mi madre atravesó para buscarme, y pasando a sus lados las balas, y cayendo a sus lados los muertos, la misma horrible noche en que tantos hombres armados cayeron el día 22 sobre tantos hombres indefensos! ¡Era mi madre: fue a buscarme en medio de la gente herida, y las calles cruzadas a balazos, y sobre su cabeza misma clavadas las balas que disparaban a una mujer, allí en el lugar aquel donde su inmenso amor pensó en encontrarme!28
Al día siguiente del suceso, Martí publica enLa Patria Libresu conocido “Abdala”, poema dramático encabezadopor la frase “escrito expresamente para la Patria”. Segúndoña Micaela Nin, esposa de Mendive, la reacción de don Mariano al conocer la publicación de su hijo no fue buena. El adolescente llegó corriendo a casa de su maestro. Al interrogarle doña Micaela, este apretó con fuerza los labios como para contener un sollozo. Sus grandes ojos negros tenían una dramática angustia, el sombrero le vacilaba en la mano trémula. No pudo el muchacho responder a la pregunta y se dejó caer en una silla, donde rompió a llorar largamente. El señor Mendive se quedó a solas con el discípulo lloroso y le oyó contar al oído las iras de don Mariano, el cual al leer el diario le pegó enfurecido.29
Jorge Mañach afirma: “[...] el celador lee‘Abdala’y comprende todo lo que hay que comprender [...] el padre le recibe con ceño tempestuoso, y aquella tarde Pepe conoce también por primera vez el daño que viene de las manos amadas”.30Claro que don Mariano debía reaccionar así. De seguro fue una gran preocupación y asombro para él que su hijo publicara este poema dramático, en el cual el joven Abdala pelea por su patria agredida y demuestra con sus hechos que no hay nada más sagrado que el amor de un hombre por la libertad de la tierra donde ha nacido.
Debemos recordar que no es este el primer escrito de Martí. Motivado por los deseos de expresar sus ideas que —a pesar de su corta edad— ya comenzaban a madurar, cuatro días antes había publicado un artículo político en el único número de El Diablo Cojuelo.31
La propia Micaela Nin recuerda a Martí con una imagen que le quedó profundamente impresa: era la del niño sen-tado cerca, mientras ella se dedicaba a la costura, recostada su cabeza grande y expresiva en sus pequeñas manos, acodado sobre la mesa de trabajo, con los ojos arrasados en lágrimas, como quien pide silenciosamente con humildad conmovedora un cariño o una ternura. Según Micaela, Martí fue un niño triste,32 y continúa refiriéndose a don Mariano:
[…] más que educar a Pepe, para hacer suya su alma, trató de domarlo para la violencia, aplicándole los métodos tradicionales en que se desarrolló su hombría. Su empeño fue asimilarlo a su mundo, como él antes había sido asimilado al de su padre, repartiendo también bendiciones y manotazos y exigiendo igualmente, el sumiso acatamiento de su autoridad. Martí conoció el castigo corporal por primera vez en la vida de manos de su padre, con él aprendió las amarguras de la opresión.33
Otra valoración sobre su carácter subraya:
Es, más que un tímido, un adolescente hiperemotivo al que la intensiva emoción conmueve en sus sentimientos más íntimos y complicados. Sin embargo, no se deja ahogar por estos ímpetus y consiguiendo dominarse conquista, tras largas vigilias de estudio, de serena meditación, el anhelado equilibrio entre sus emociones y sus razones, entre su angustia y su esperanza. Por esto, subsiguientemente, se vio libre de conflictos secretos sobre su propio destino.34
Al decir de Julio Le Riverend, la guía del maestro querido Mendive fue ciertamente de importancia en la formación de la personalidad de Martí.35Marinello, por su parte, acota: “[…]sufre desde que abre los ojos al mundo, las estrecheses e incomprensiones del ámbito familiar y las heridas de una realidad social integrada por la injusticia y la violencia”.36
El 24 de enero la represión continuó en toda la ciudad. Fueron tiroteados el teatro Payret y el café El Louvre, y al atardecer, ante el asombro de los vecinos y otras personas que pasaban por aquel sitio, la casa de la prestigiosa familia Del Monte fue saqueada. Por esos tiempos circulaba en La Habana un pequeño periódico clandestino tituladoEl Laborante, que con valentía se enfrentaba a la prensa integrista, a la vez que brindaba noticias de la manigua, y donde posiblemente escribió Martí algún artículo.37
Entre abril y octubre de 1869 laboraba como dependiente de diligencias en la oficina del comerciante Felipe Gálvez Fatio, ubicada en el segundo piso de la casa de este, en Virtudes no. 10, esquina a Industria. El joven Martí, al cobrar sus honorarios, entregaba a don Mariano el producto de su labor diaria,38 aunque se ha planteado que fue en el establecimiento de don Cristóbal Madan donde llegó a trabajar durante más tiempo, posiblemente entre seis y ocho meses. En realidad, Cristóbal Madan había embarcado para los Estados Unidos de Norteamérica el 17 de abril; debido a que Gálvez Fatio administraba los bienes del hacendado Madan es que se ha planteado que Martí trabajó con él, lo cual no es cierto.39
Por esos días le escribe a su maestro Rafael María Mendive que se encontraba en París:
Trabajo ahora de seis de la mañana a 8 de la noche y gano 4 onzas y media que entrego a mi padre. Éste me hace sufrir cada día más, y me ha llegado a lastimar tanto que confieso a Ud, con toda la franqueza ruda que Ud me conoce que sólo la esperanza de volver a verle, me ha impedido matarme. La carta de Ud de ayer me ha salvado. Algún día verá Ud mi diario y en él, que no era un arrebato de chiquillos, sino una resolución pesada y medida.40
Vemos ya desde aquí cómo el joven Martí de solo dieciséis años de edad deja trascender una situación psíquica que le preocupa y estresa: “[…]esto me hace sufrir cada día más”, dice Martí. Si bien padece ahora por su padre, otros sufrimientos aparecerán después que lo llevan al agotamiento mental y a la necesidad de que los médicos le orienten tomar un descanso en su trabajo. Recordemos que el ser humano es un ser biopsicosocial, y la salud representa un equilibrio activo entre el hombre y su medio ambiente natural, familiar y social. No podemos decir que nuestro Martí estaba sano cuando mentalmente estaba afectado.
Como era costumbre en aquella época, el 4 de octubre de 1869 los españoles celebraron una revista militar en homenaje al natalicio de la regente de España. Terminada esta, la escuadra de gastadores del primer batallón de voluntarios —soldados presuntuosos que no pertenecían al ejército de España— irrumpió con música marcial por la esquina de Industria y San Miguel. Los voluntarios formaban milicias reclutadas entre civiles, porque muchos querían lucir los uniformes guerreros para hacer alarde público de fidelidad a la metrópoli o ser bien vistos por las damas de la época.
El grupo de voluntarios pasó ante la casa de los hermanos Valdés Domínguez, en calle Industria no. 122. Allí, j