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Somos Una Misma Raza Cuando viajas te adentras en un mundo de múltiples oportunidades. Los tapujos, las estructuras, los modismos y los mandatos se caen o los ubicamos en otro lugar que ya no tienen tanta importancia. Somos dignos de cada segundo que pasa por delante nuestro, cada instante que por más fugaz que sea, recorre nuestro mundo interior. Cada sonrisa que llega, nos alimenta de diversas maneras y nos deja un mimo en el corazón, cuando estamos abiertos a recibir. El lugar del que vengas o la edad que tengas, pasa a ser lo menos destacado en una conversación, más bien lo que venís a Ser y a compartir con el mundo sí que tiene muchísimo valor. Algo que resulta tan enriquecedor que me emociona de solo recordarlo. Viajar es una apertura, da la posibilidad de profundizar y también sumar numerosas experiencias para la mente y el corazón. Nuestras retinas se bañan de imágenes colosales que vamos descubriendo a cada paso que damos, en un abrir y cerrar de ojos. Aprendemos a distinguir detalles que en la cotidianidad son difíciles de ver, e incluso percibir. Aprendemos a observar lo puro y tan enriquecedor de la vida.
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Seitenzahl: 190
Veröffentlichungsjahr: 2025
MARIANO SACHERI
Sacheri, Mariano Fui, soy y seré camino / Mariano Sacheri. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2025.
Libro digital, EPUB
Archivo Digital: descarga y online
ISBN 978-987-87-6487-0
1. Autobiografías. I. Título.CDD 808.8035
EDITORIAL AUTORES DE [email protected]
Diseño de tapa: Gonzalo Sacheri
Biografía
Agradecimientos
Prólogo
Capítulo 1 - ¿Qué estoy haciendo en este plano terrenal?
Capítulo 2 - Prefacio de la hazaña. Primer viaje mochilero
Capítulo 3 - Norte argentino 2018
Capítulo 4 - Bolivia. 1era frontera
Capítulo 5 - Perú 2da frontera
Capítulo 6 - Rumbo al Pacífico
Capítulo 7 - Ecuador, 3era frontera
Capítulo 8 - Colombia, 4ta frontera
Capítulo 9 - Chile, 5ta frontera
Capítulo 10 - Retorno a la Argentina
Capítulo 11 - Bariloche, un renacer
Mariano Sacheri, nacido en Buenos Aires, Argentina, en 1990. Licenciado como Locutor Nacional en la Universidad de la Matanza, masajista profesional, ayudante de cerrajero, ayudante de cocina, barman, recepcionista en un hospital, encargado de local, valet parking, administrador de un hostel, cubrió varios puestos de trabajo a lo largo de sus más de 30 años.
Como primera obra, presenta “Fui, soy y seré camino”, una aventura vivida en América del Sur, recorriendo países tales como Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia y Chile, comenzando en el norte argentino, y concluyendo en primera instancia en Mendoza y luego más adelante en Bariloche, en la Patagonia Argentina.
Un libro biográfico de lectura simple y descriptiva, lleno de historias, sentires y anecdotas, donde un joven relata cómo fue la travesía que lo atravesó por completo y le hizo cambiar su perspectiva de la vida.
Gracias a cada persona, ser espiritual, acompañante, compañera y compañero, que me he cruzado en esta bella vida, en este camino, gracias por estar, y por mostrarse en esencia.
Gracias a mi queridísima abuela Nilda, por recordarme que la memoria tiene su tiempo, muchas veces efímero, y que esos momentos puntuales, tan valiosos valen la pena ser recordados.
Gracias a mis viejos por ser luceros en medio de todo este viaje, y tener el anhelo de volver a verlos.
Gracias a todos los que han formado parte de éste hermosa historia de viaje.
Cuando la vida se presenta como lo que realmente es y no como lo que debería ser, las trasformaciones se vuelven mucho más profundas, lo que se siente, lo que se puede lograr vivir, pueden cambiar por completo tu mirada, tu perspectiva, tu rutina, tus valores, tus verdades, tu entorno, lo que sentís en lo profundo de tu ser, tus sentimientos y todo lo que sos en esencia... Te sorprende, duele, genera cosas importantes en niveles muy profundos, es un choque con tu presente interno y externo, nos lleva a entender y a poder echarle un vistazo a lo que hoy o en ese momento estamos viviendo.
Los pasos que encontramos día a día son cada vez más sorprendentes, ya que las situaciones que se van presentando a lo largo del camino de búsqueda, son muy representativos para lo que transitamos.
El viaje interno resulta muchas veces acogedor y en otras ocasiones perturbador, depende lo que intentes ver o sanar, tendrás llaves para poder abrir esas puertas, y muchas otras te encontraras con cerrojos pesados y oscuros, que no te serán fáciles de descifrar.
Apertura a tu sentir, a tu yo interior, a lo que las cosas son en realidad, a lo que te quieren decir, a los portales humanos que se presenten, a las mágicas almas que descubras en el camino, con las que compartas parte, todo, o un ínfimo momento de sabiduría y luz.
Las salidas abruptas de una rutina que no nos gusta, que nos atrapa, que nos mantiene cautivos y muy poco motivados, nos aferramos a estructuras mentales, a estructuras de familia, al típico “tengo que” o el más utilizado “debería”, nos ahogamos en suposiciones que ni siquiera iremos a cumplir, y la mente se estresa con solo ir una y otra vez al pasado y al futuro. Así funcionamos.
Cuando te das cuenta que tu presente es lo único y más importante, comenzas a ver la realidad de otra manera, a descubrir cosas que estaban bajo muchos tapujos de años, empezas a medirte con tus propias reglas, y dejas caer el gran peso de tus verdades en el suelo.
Generas nuevos acuerdos, nuevas reglas, que justificas con experiencias detrás, sos un ser mágico que ha podido salir de la estructura, del sistema como muchos lo llamamos, nos hemos alejado de la rutina alocada del ser humano, y nos adentramos en nuestro interior, en eso que nos lleva mucho trabajo llegar. Conocemos a nuestra soledad, la miramos, la observamos con detenimiento, hasta que la aceptamos por cansancio o porque realmente la entendemos, y finalmente la terminamos abrazando con mucho amor, porque nos ha dejado un fabuloso mensaje personal.
Sos lo más importante aquí, ahora y siempre.
En este libro de viaje encontrarás relatos de experiencias vividas durante más de 12 meses en más de 5 países, incluida Argentina.
Los invito a acompañarme en ésta aventura literaria que tendrá sucesos de todo tipo, descriptivos, amorosos, divertidos, y con un mensaje muy profundo de aprendizaje.
Gracias por leer, por participar.
Muchas veces me hice esta pregunta para mis adentros, para mí interior, hablando solo, o pensando en voz alta, caminando en la plaza, andando en la bici, o simplemente algún sueño.
Cuáles son nuestros objetivos en esta vida, cual es nuestra misión, que hemos venido a descubrir, que a aprender, que a vivir, tantas cosas nos suceden constantemente, que es lo que nos quiere decir cada acción, porque conocemos a ciertas personas en un momento adecuado y a otras no, que hacemos bien, que hacemos mal, tantos cuestionamientos en medio de la vida, que no nos permitimos siquiera pensarlos, y le mandamos tanta información a la mente, para que tenga y guarde, y ahí es donde se produce el estrés, tantos pensamientos para algo que no sucede, algo que nuestra mente crea para quitarnos del medio, y continuar esta vida como subordinados del ego, dentro de una suposición constante.
Que he venido hacer a este plano... ¿Por qué la Tierra y no otro planeta?, ¿Por qué como humano y no como animal?, y como nuestra alma es tan perfecta, llena de luz y energía… ahí está una de las claves de la vida.
Cuando salís de viaje te enfrentas con situaciones particulares, también lo son las cotidianas, de todos los días, pero a veces y solo a veces, las cosas que a otras personas les pasan se convierten en tus temores también, porque lo viste o lo escuchaste por ahí en algún formato digital, o al revés te lo contaron, e inconscientemente comenzás a tejer una historia en tu cabeza que no ocurrió jamás, pero te mantiene en vilo, cautivo bajo esa falacia.
El temor que se me presentó en varias oportunidades, no fue precisamente el de morir, porque morir, moriremos en algún momento de esta vida, hay que aceptarlo como lo que es y sigo vivo para escribir estas líneas; lo que más me aterraba era no poder informar a mis seres queridos esa supuesta muerte, no tener los medios ni contar con nadie al lado por si las dudas ocurriera este hecho.
¿Qué pasaría si estuviese por morir? Mmm… déjeme que lo piense rápido.
En el norte argentino, casi me caigo de una de las montañas más coloridas que tiene Humahuaca, el bellísimo Hornocal, pero zafé.
En Bolivia, recorriendo parte del sur, y subiendo en buseta hasta Atocha, casi me explota la cabeza por cambio de presión atmosférica, pero zafé.
De camino hacia Aguas Calientes, para conocer la maravilla de Machu Pichu, casi me pisa el tren, pero zafé.
En Máncora, casi me rompo la cabeza contra una piedra, jugando al futbol en la playa, pero zafé.
Entrando en Colombia, estuve cerca de caer de la combi, porque la puerta se abría sola cada dos por tres, pero zafé.
En Ecuador, en algunas de las hermosas playas, estuvieron a punto de robarme, y también zafé.
Zafé varias veces, pero todo por una razón ejemplar, no era ni el momento ni el lugar.
Corría enero del 2017, por esos momentos me encontraba habiendo renunciado a un trabajo de 3 años, y con la mente y el alma puestos en un viaje que venía meditando hacía un largo tiempo. Comencé una travesía alucinante por el norte argentino, junto a Nico Llanos, (un gran amigo que me regaló la vida), las tan bellas provincias de Tucumán, Salta y Jujuy, y todos sus recovecos... nombraré algunos de los muchos lugares que tuvimos la suerte de pisar. Comenzamos por Tucumán, conociendo su casco histórico, Tafi del Valle y Amaicha del Valle, cruzamos a Salta descubriendo las Ruinas de los Quilmes, llegamos a Cafayate, Cerro San Javier, San Lorenzo, hicimos salto bungee en el Dique Cabra Corral, una experiencia alucinante realmente, luego Quebrada de las conchas, y después la capital salteña. Más tarde salinas grandes y luego centro de Jujuy, Purmamarca, Humahuaca y la increíble ciudad de Iruya, toda esta experiencia fue la previa para otra larga y gran travesía para salir a descubrir el resto de Sudamérica.
Un viaje así, con mochila, dónde llevas de todo, desde la ropa, las ganas, los miedos, cada aprendizaje del sendero, y lo trasladas por km y km, fue el primer acercamiento a una vida completamente diferente.
Para mí este primer viaje fue un increíble descubrimiento de todo lo que afuera de mi zona de confort había y que jamás pude haber conocido sino saltaba. A veces se trata simplemente de dar el salto.
Al volver del norte, venía con la idea clara de seguir viajando, vi miles de lugares para irme, el que me llamó fuerte la atención fue Nueva Zelanda, un país pequeño al otro lado del mundo, con buen semblante laboral y oportunidades, y también la opción de irme con una visa de trabajo me sedujo aún más, ya que tenía la posibilidad de viajar y trabajar.
El último trabajo me había permitido tener unos cuantos ahorros para poder llevarlo adelante, pero… siempre hay un pero; la forma de ingresar en este programa era completamente al azar, si al azar, lee bien. Pura suerte obtener la Working Holiday para ése país siendo argentino.
Lamentablemente no la obtuve, y digamos que en ese preciso instante se me vino un poco abajo la idea de continuar viajando, acompañado por mi malestar de tener que volver a conseguir un empleo de subsistencia, juntar dinero y volver a irme.
Los días, las semanas, y los meses pasaron, comencé a estudiar Masoterapia, algo que me mantuviese con hambre de conocimiento. A los 4 meses, un amigo de la vida, el Edu, me ofreció ser ayudante en su cerrajería, en el barrio de Haedo.
En medio de ese año pude hacer un ida y vuelta a la costa Argentina, tan bello paraje que tiene nuestro país y que a mí en particular me encanta. Más adelante junto con mi primo Mariano, surgió la idea de ir a Europa, imaginé mi cabeza, con mucha euforia, como cuando algo que creía perdido, logré hallar de nuevo. Pensada otra vez me voy de viaje, 15 días a Europa, conocer los lugares más que increíbles, lugares que alguna vez soñé en conocer, descubrir castillos, manejar otro idioma, claro que la idea me entusiasmaba, pero poco a poco, comencé a dudar, no en la chance de viajar que aún seguía latente al costado de mi cama y de mi mochila, sino a la relación cantidad de días y cantidad de dinero a invertir. Allí se dio algo más que mágico, mi mente dudosa de Europa comenzó a leer blogs y más blogs de gente que se atrevía a subir al norte argentino y comenzar una trepada país por país, con diferentes destinos finales como la amazonia Ecuatoriana, Colombia, México, Brasil... Todas esas experiencias me sumaron mucho a empezar a forjar un deseo de querer hacer algo con todo lo q había ahorrado en esos años a puro laburo.
Accedí a pensar que podía ser posible, que lo podía llevar a cabo. Fue así que un día por la tarde, me puse hacer un itinerario de viaje, desestimando el viaje a Europa, y comenzando a imaginar mi travesía Sudamericana. Hacer un listado de lugares que me gustaría visitar, que cosas era obligatorio llevar, que papeles debía presentar, como estaba el cambio monetario en ese momento, entre otras más y menos importantes. A fin de ese año concluí mis estudios y me transformé en Masoterapeuta, comencé a tener mis primeros clientes, me tomé unos días para pensar qué hacer, al lado del sabio mar, para reflexionar la fuerza interna que me acompañaba, de la valentía que en ese momento tenía para danzar con mis propios fantasmas y tomar la decisión de partir entre marzo/ abril del año 2018, y así comenzar los preparativos para lo que sería hasta ese momento mi mayor hazaña personal.
El norte argentino, seria nuevamente el punto de partida, pero ésta vez desde un paraje particular que me gustó y enamoró desde el principio, por sus colores, su gente, su simpleza, y su silencio, Purmamarca, el comienzo de todo.
¿Es la mejor opción? Ni lo pensé, saqué el boleto de inmediato, mi ansiedad no pudo evitarlo, ya estaba viajando con la mente puesta en lo que me esperaría, si quiera me percaté de lo que tardaría en llegar de Buenos Aires a Tucumán, finalmente fueron 32 hs.
Empecé el viaje en la terminal de Retiro, llevaba un montón de cosas en la mochila, pero no solo materiales, sino también deseos, anhelos, ganas de sumar experiencias en mi haber, de salir en búsqueda de una gran aventura, en busca de una vivencia de lo más increíble, algo que también me sanara por dentro. Una búsqueda con infinidad de aristas.
Me despedí de mi hermana Sole y de mi cuñado Diego, quienes me dieron el aventón hasta allá, y me despedí de tierras porteñas.
El vagón era compartido por mucha gente de muy diversas edades, música y vibras. Comprendí en ese momento que ahí realmente comenzaba mi aventura.
En el tren se formó un grupo copado, mates, cartas, vivencias, no queríamos dormir asi que caminábamos, charlábamos y nos metíamos en los intermedios del tren, a disfrutar y conocer a desconocidos que terminaban por ser gente amiga y de buen corazón. Entre ellos estaban, Pame y Guille, Maya y Nico.
Los temas de charla iban referidos a objetivos de viaje, deseos, realmente saber que de esa manera estábamos oyendo lo que el otro decía, respetando sus ideales, sus creencias y sobre todo respetando la opinión, sin juzgar su vida, apariencia y/o contexto personal.
Hubo varias paradas intermedias, recuerdo una en la que nos dejaron bajar, aprovechamos para estirar las piernas, comprar algo de comida, respirar aire no viciado y volver al vagón, para continuar la travesía, que duro como decía arriba nada menos, que 32 hs.
De la Terminal de trenes de Tucumán hasta la terminal de buses, habían unas 15 a 20 cuadras, con la mochila de 85 litros en la espalda y otra de 25 litros en el pecho, salí derecho a caminar, estaba más chivado que en un partido de fútbol. Oriundos de la provincia me sugirieron tomar un bondi hasta la nueva terminal, pero sabía que mi viaje se trataba de caminar cada calle, cada rincón del mundo, así me propuse empezar por el mío. Compré el boleto y de ahí siesta y descanso arriba del bondi que me dejaría a las 6 am en la terminal de buses de Jujuy, y eso que aún quedaba un tironcito más.
En esa terminal se dio la segunda charla copada entre viajeros, conocí a Andrea, una muchacha la paceña, (oriunda de La Paz, Bolivia), que andaba girando por nuestro país, me quedé hablando con ella, ya que la notaba nerviosa e incómoda, me contó que estaba aguardando por un giro de dinero para poder volver a su país. Luego de un rato ya un poco más relajada se refirió a su hermoso país y su tierra natal, también me invitó a dar un paseo con ella cuando llegara allí, para moverme y conocer sus raíces.
Aquí sucedió el primer imprevisto, mientras yo charlaba con Andrea, previamente había sacado mi boleto para ir desde la terminal de Buses hasta Purmamarca, y de tanta charla lo olvidé por completo, cuando arribó un bus, pensé -debe ser el mío-, consulte con el chofer, a lo que él respondió: - el tuyo se fue hace 15 minutos-, luego le pregunté si me podía acerca a Purmamarca, me respondió amablemente que solo podía dejarme en el cruce, que separa la entrada al pueblo de Purmamarca y la ruta que te lleva hasta Humahuaca y el resto del Norte. Volví rápido adentro del terminal agarré mis cosas, saludé a Andrea, le deseé buen viaje y así a los apurones yo también seguí el mío.
Ya en el cruce, agradecido con el chofer por el aventón, me dirigí a entrar en la ruta que conecta Jujuy con Purmamarca. Las cosas buenas seguirían pasando.
Estaba caminando, cansado, hambriento y con ganas de llegar a una cama, cuando me dispuse a hacer dedo, el primero de toda esta travesía, a ver si en una de esas alguien me levantaba y llegaba más a prisa. Unos pibes rosarinos que iban hasta el techo de cosas pararon y me dijeron “subí nomas” el espacio es chico pero el corazón gigante, sin dudas que las buenas vibras empezaron a aparecer.
Llegué a Purmamarca, me fui directo a un hostal caminando esas calles hermosas, llenas de colores, de casitas viejas, de calles sin veredas y de aromas típicos del norte. Ya en el hostel, pagué mi noche, dejé los bártulos, y me fui a caminar por el pueblo, por la hermosa plaza que tiene numerosos puntos de venta, comercios de todo tipo, desde los artesanales y almacenes, hasta una masajista en la plaza.
Dos noches en el hostal del viejo músico y me movilicé al famoso camping Billy, llegué y había desde “el vamos” una energía de lo más increíble, viajeros de todas partes, muchos argentinos con la misma idea, subir y ver q onda por los demás países sudamericanos.
Mi carpa, mi casa (mi mochila claro) y yo, en una aventura que recién estaba por empezar.
Y ahí comenzó una etapa de mucho mate, charlas, fulbito, caminatas, nuevas amistades, desarrollo de nuevas habilidades, compartir el saber propio y aprender el ajeno, malabares, macramé, piruetas, compost, huerta, masajes, amor.
En este camping conocí gente muy piola, pero hubo dos personas en particular que me cayeron súper bien, como si nos hubiésemos conocido en otro lado, antes del viaje, antes de llegar a este cuerpo, quizás en una vida pasada. Ellos eran Pablito y Migue, dos pibes que viajaban junto con otros 6, todos profes de ed. física, y con los que tuve la chance de disfrutar un poco en Purmamarca y otro en Humahuaca. Son dos almas con las que conecté mucho y se disfrutó de los mates, el futbol, y las charlas, grandes personas.
Junto a mi gran amigo Pablito de Curcio, en Purmamarca.
Un voluntariado, es un intercambio entre el/la dueño/a de hostel, finca, bar, camping que necesite una mano para ayudarlo en diversas tareas (limpieza, recepción, jardinería, venta, etc.), a cambio te dan una cama y comida (esto es muy variable dependiendo el lugar y el intercambio que puedas obtener), si estas interesado en buscar te dejo algunas páginas para que se orienten (Workaway, Woofing, Worldpackers, entre otras).
Así fue como empezamos a vivenciar una forma de viajar y no gastar los ahorros con los que salimos, no sabiendo lo cuán largo y cuánto íbamos a recorrer, ni que países podíamos llegar a descubrir.
Los días en el camping de Billy fueron pasando, todos los días fueron distintos, me levantaba a la hora que quería, pintaba desayuno por ahí, muchas veces solo, y otra vez acompañado, y en otras ocasiones comíamos juntos, todos los que estábamos en el camping, porque éramos un montón, y nos salía dos chirolas (poco dinero) a cada uno comer y beber. Compartí tiempo con dos chefs así que las comidas que brindaban eran una masa, poníamos 20 30 pesos por día y comíamos súper bien.
A lo económico se sumaba lo barato por día que pagábamos de camping, si mal no recuerdo pagabas 70 pesos la primera noche y después bajaba de 45 a 60 pesos por noche con carpa, ya los dormis (casitas individuales con cama o litera) eran otro cantar, siempre que tengas un poquito más de comodidad es un poco más costoso.
Hablar con la familia y los amigos era todo un tema, yo salí con un plan mágico de Claro Argentina que supuestamente me daría vida digital en todo Sudamérica, en Argentina me sirvió poco, y cuando cruce a Bolivia jamás funcionó. Así que por la noche cuando salíamos hacer las compras para la cena y la fiesta nocturna, nos poníamos todos frente a un bar muy pintoresco llamado Entre Amigos, que dio la casualidad que una muchacha llamada Abril laburaba ahí y nos dio la data de wifi. Al lector le cuento que como por media hora todos entrábamos como en la nebulosa digital, quedábamos colgados de los ojos y ni bola al de al lado. Cosas que pasan cuando viajas. Dejabas los saludos correspondientes, un mensaje de buenas noches, un “estoy mejor que nunca, no se preocupen” y a volver al camping a cocinar y a divertirnos.
Una noche en Purmamarca, pintó una caminata nocturna por entre medio de los cerros, éramos unos cuantos, nos seguían unos perros, llevábamos instrumentos, nos faltó el fogón, pero bueno, linternas no faltaron, para no llevarnos puestos los cactus. Estuvimos unas horas y luego algunos volvieron al camping, otros nos quedamos y decidimos volver por el camino largo por medio de un valle tan increíble y vasto, llamado El Cerro de los Colorados, por cierto, si llegan a Purmamarca se los súper recomiendo. Allí estábamos iluminados por la inmensidad de estrellas que esa noche nos acompañaban, caminos sinuosos, por medio de colores, el infinito silencio que por partes nos acompañó, estaban Migue, la pioji, la vikinga, nico y yo, pasamos por el principio del pueblo, por el cementerio y luego nos adentramos en la placita principal de Purmamarca, para pegar la vuelta al camping, pasar por la canchita de futbol, donde también nos detuvimos debajo de uno de los arcos, a mirar las estrellas, a tener charlas de todo tipo y divagar un poco sobre nuestras elecciones, una noche mágica.
El grupo humano de esos 20 días se empezaba a desgranar, empezaban a bajar y/o subir para diversos puntos de nuestro país, primero la flor se fue para Iruya, Pablito y cía., para Humahuaca, Abril se quedaba por trabajo, y otros nos quedamos varios días más, hasta que llegó mi turno de partir e ir acompasándome con el ritmo de los demás, próxima parada, Humahuaca.