Heredando las promesas - Rev. Daniel G. Caram - E-Book

Heredando las promesas E-Book

Rev. Daniel G. Caram

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Beschreibung

El Rev. Daniel Caram presenta un estudio sobre la vida de Abraham para que podamos entender al hombre a quien se le llama el "padre de la fe". Es importante entender que la vida de Abraham representa el verdadero patrón para heredar las promesas de Dios. Él es un ejemplo a los hijos de la fe, y nos muestra cómo nosotros de la misma manera podemos heredar las promesas y la bendición. "Y habiendo esperado con paciencia, alcanzó la promesa" (Hebreos 6:15).

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Heredando las promesas

Siguiendo los pasos de Abraham

Título original: “Inheriting the Promises: folowing in the steps of Abraham”

Registrado © Rev. Daniel G. Caram, septiembre 2003.

Versión 1.0 en inglés

Título en español:

“Heredando las promesas: siguiendo los pasos de Abraham”

Versión 1.0 en español

Publicado por Zion Christian Publishers.

Libro de texto de Zion Christian University.

Usado con permiso. Todos los derechos reservados.

Foto de portada: Galaxia M81 © NASA 1999

Libro de texto de Zion Christian University

usado con permiso.

Todos los derechos reservados.

Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida, almacenada o transmitida en manera alguna ni por ningún medio, ya sea eléctrico o mecánico, sin permiso por escrito del editor, excepto en el caso de citas breves en artículos o reseñas.

A menos que se indique lo contrario, las citas son tomadas de la Santa Biblia, versión Reina-Valera © 1960, propiedad de las Sociedades Bíblicas Unidas.

Traducción al castellano: equipo de trabajo IBJ-Guatemala.

Edición en castellano: equipo de trabajo IBJ-Guatemala.

Quisiéramos reconocer la colaboración de:

Mary Humphreys, por su eficiencia en la edición de la versión en inglés; Jeremy Kropf, por su eficiencia en el formato de la edición en inglés; y el equipo de trabajo de IBJ-Guatemala, por su trabajo en la versión en español.

Publicado en formato e-book en mayo 2020

En los Estados Unidos de América.

ISBN versión electrónica (E-book) 1-59665-627-1

Para obtener más información comuníquese a:

Zion Christian Publishers

Un ministerio de Zion Fellowship, Inc

P.O. Box 70

Waverly, NY 14892

Tel: (607) 565-2801

Llamada sin costo: 1-877-768-7466

PRÓLOGO

Un verdadero modelo de fe

“Que por fe … alcanzaron promesas” (He. 11:33). El versículo anterior nos dice que la fe es el principal medio a través del cual las promesas de Dios son reclamadas. Con este pensamiento en mente, vamos a examinar al hombre a quien se le llama “el padre de la fe” (Ro. 4:11-16). Por supuesto, ese hombre es Abraham y fue contado como uno que heredó la promesa.

La vida de Abraham ilustra el verdadero modelo para heredar las promesas de Dios. Él es un prototipo (modelo) para los hijos de la fe. Su caminata nos mostrará cómo, también nosotros, podemos heredar las promesas y las bendiciones. Se dice de Abraham: “Y habiendo esperado con paciencia, alcanzó la promesa” (He. 6:15). ¿Cuántas promesas dejamos sin reclamar, debido al error de no permitir que la palabra de la promesa nos pruebe?

La sociedad cristiana de hoy está siendo invadida por una mentalidad conocida como “fácil adquisición-ismo”: no hay ningún costo, ninguna inversión, ningún precio a pagar. ¡Solamente reclámelo, es suyo! Súbitamente, tenemos una generación que puede saltar de Egipto a la Tierra Prometida, sin pasar por la prueba del desierto. Difícilmente, sea este el modelo que encontramos en las Sagradas Escrituras.

Hasta que la fe llega a ser visible

“Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje de Abraham sois, y herederos según la promesa” (Ga. 3:29).Sí, legítimamente podemos decir que estamos llamados a heredar una bendición a través de Abraham. Podríamos citar Gálatas 3:14 y decir: “las bendiciones de Abraham me pertenecen”. Teóricamente, somos llamados, pero algo que usualmente pasamos por alto, es que existen ciertas condiciones que debemos cumplir antes de recibir esa promesa. Jesús dijo: “Porque muchos son llamados, y pocos escogidos” (Mt. 22:14).

¿Qué significa: ¿muchos son llamados, y pocos escogidos? Simplemente significa que una cosa es ser llamados, y otra, estar capacitados. El profeta Isaías declaró que somos hechos aptos en el horno de la aflicción. En otras palabras, somos hechos aptos por medio de la prueba de nuestra fe. “He aquí te he purificado, y no como a plata; te he escogido en horno de aflicción” (Is. 48:10). Ser escogidos va asociado con pasar la prueba.

Seguir las pisadas de la fe

En lo físico, Israel puede reclamar ser los herederos del padre Abraham, pero en lo espiritual, sus vidas no llegaron a estar a la altura de la vida del fiel Abraham. Israel tuvo muy poco fruto espiritual, y sus vidas tuvieron poca similitud con la de Abraham. Fue por esto que Juan el Bautista dijo: “Dios puede levantar descendencia a Abraham aun de estas piedras” (Mt. 3:9). Abraham es el padre espiritual de aquellos que siguen sus pasos: “Y padre de la circuncisión, para los que no solamente son de la circuncisión, sino que también siguen las pisadas de la fe que tuvo nuestro padre Abraham antes de ser circuncidado. Porque no por la ley fue dada a Abraham o a su descendencia la promesa de que sería heredero del mundo, sino por la justicia de la fe” (Ro. 4:12-13).

La promesa a Abraham tenía que ver con su descendencia: somos su simiente si caminamos en las pisadas de la fe de Abraham. Esto es lo que se llama “la justicia de la fe”. Abraham no solamente creyó, sino que también practicó lo que Dios dijo. Él activó su fe por medio de la obediencia.

Llamados, escogidos y fieles

La vida de Abraham es un ejemplo de alguien que ha sido llamado, escogido y encontrado fiel. A lo largo de este libro, vamos a considerar estos tres aspectos de la caminata cristiana. No es suficiente ser llamados y escogidos, ¡es el final de la carrera lo que cuenta! Muchos no la terminan: no llegan al final siendo fieles. El prerrequisito para reinar con Cristo en el Milenio se encuentra en Apocalipsis 17:14:

Abraham pudo vislumbrar algo eterno, y esa visión consumió toda su vida.

“Pelearán contra el Cordero, y el Cordero los vencerá, porque él es Señor de señores y Rey de reyes; y los que están con él son llamados y escogidos y fieles” (LBLA).

Perspectiva

La vida de Abraham nos ayuda (a la Iglesia) a poner la vida en la perspectiva correcta. Abraham pudo vislumbrar algo eterno, y esa visión consumió toda su vida. Se dice de Abraham: “Porque esperaba la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios” (He. 11:10).

La ciudad que Abraham pudo ver desde lejos no era terrenal; era una ciudad celestial, y abarcaba a toda su simiente espiritual. Él sabía que el verdadero Reino era el celestial, aun cuando muchas de las promesas tenían relación con el ámbito físico, (las promesas físicas van a llegar a ser una realidad en el Milenio). Pero en cuanto a su estadía sobre la tierra, él estaba destinado a ser un extraño y un peregrino; sentando un precedente para la simiente espiritual que estaba por venir, (ver He. 11:13 y 1 P. 2:11).

Las mayores promesas serán cumplidas por los descendientes de Abraham

El alcance total de las promesas que se le dieron a Abraham fue recibido solamente en una medida simbólica. Esto queda claramente establecido en Hebreos 11:13: “Conforme a la fe murieron todos éstos sin haber recibido lo prometido, sino mirándolo de lejos, y creyéndolo, y saludándolo, y confesando que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra”.

También se nos dice en Hebreos 11:39-40: “Y todos éstos, habiendo obtenido aprobación por su fe, no recibieron la promesa, porque Dios había provisto algo mejor para nosotros, a fin de que ellos no fueran hechos perfectos sin nosotros” (LBLA).

Nuestros padres espirituales vieron todo esto desde lejos. ¡Estaban convencidos de su validez, vivieron sus vidas a la luz de esa visión, y les fue contado como que si lo hubieran alcanzado! Sin embargo, es por medio de la Iglesia que la visión va a completarse: “…a fin de que ellos no fueran hechos perfectos sin nosotros”. ¡Es por medio de la Iglesia que esta visión va a consumarse! De hecho, el propio Maestro probó este punto cuando dijo: “Aun mayores que éstas hará …” ¡Es la gloriosa Iglesia de los tiempos del fin la que va a cumplir las obras de fe y la que va a constituir la ciudad que Abraham vio desde lejos!

He escrito este pequeño comentario con este pensamiento en mente: por medio de las lecciones espirituales, demostradas en los pasos fieles de Abraham, nosotros también podamos recibir esas promesas, y entrar a lo que el padre Abraham vio a lo lejos. ¡Amén!

“Pero deseamos que cada uno de vosotros muestre la misma solicitud hasta el fin, para alcanzar la plena seguridad de la esperanza, a fin de que no seáis indolentes, sino imitadores de los que mediante la fe y la paciencia heredan las promesas” Hebreos 6:11-12.

EL LLAMAMIENTO DE ABRAHAM

Génesis 12:1 “Pero Jehová había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré”.

De Ur

Aunque estamos comenzando nuestro viaje en el capítulo doce en un sitio llamado Harán, en realidad, el viaje de Abram comenzó a una distancia bastante lejana al sur de Harán, en un lugar llamado Ur, en la tierra de los caldeos (mejor conocida como Babilonia). Al principio de esta aventura (Gn. 11:31) pareciera como que Taré (el padre de Abram) era quien encabezaba esta expedición. Sin embargo, en el Nuevo Testamento, se nos dice claramente que Dios llamó a Abraham desde Ur:

“Y él dijo: Varones hermanos y padres, oíd: El Dios de la gloria apareció a nuestro padre Abraham, estando en Mesopotamia, antes que morase en Harán, y le dijo: Sal de tu tierra y de tu parentela, y ven a la tierra que yo te mostraré” (Hch. 7:2-3; ver también Neh. 9:7; Jos. 24:3).

El nacimiento de una visión

Observe los versículos citados arriba, y note que el llamado y la visión le fueron dados exclusivamente a Abraham. También tomemos en cuenta lo que el profeta Isaías dijo con respecto al llamamiento de Abraham: “Mirad a Abraham vuestro padre, y a Sara que os dio a luz; porque cuando no era más que uno solo lo llamé, y lo bendije y lo multipliqué” (Is. 51:2). De esto se trata la elección. No tiene nada que ver con la genealogía. Dios nos llama en Su presciencia. Él sabe lo que vamos a hacer si se nos da la oportunidad.

Debe comprenderse claramente, que Dios estaba dando origen a una visión que era únicamente para Abraham. Es Dios Quien elige nuestras heredades (Sal. 47:4). El resto de la familia de Abraham no compartió esta visión, y esto nos ayuda a entender que cierto precio viene unido con la visión. El patriarca José es un buen ejemplo de alguien que pagó el precio por su visión: sus hermanos lo persiguieron por esto.

El Nuevo Testamento nos dice que Abraham buscaba la ciudad que no estaba hecha por manos (He. 11:10). No se nos dice (en sí), en qué punto de la vida de Abraham nació la visión. Talvez sucedió cuando se le dijo a Abraham que mirara hacia arriba, para ver si podía contar las estrellas (Gn. 15:5). De cualquier forma, algo eterno nació en el espíritu de Abraham desde el llamado inicial.

Jesús comparó al Reino con un tesoro escondido en un campo: “Además, el reino de los cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo, el cual un hombre halla, y lo esconde de nuevo; y gozoso por ello va y vende todo lo que tiene, y compra aquel campo “(Mt. 13:44). Aquí tenemos a un hombre que agarra la visión de algo eterno: el Reino espiritual. Luego, vende todo por esa visión, ¡y esa visión consume su vida!

Hace muchos años el Señor me despertó con una visión. No puedo definir la visión, excepto que sabía que la mano del Señor había venido sobre mí para Su propósito eterno, y ese pensamiento consumió cada día de mi vida. Como el peregrino de la historia de John Bunyan, que cada día estaba absorto con el llamado celestial.

DEJA TIERRA Y PARENTELA

Génesis 12:1“… vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre… “

Vete de tu tierra: las implicaciones espirituales

Para Abram, el llamado fue literal: “Vete de tu tierra”. Sin embargo, puede que para nosotros el llamado tenga otros cauces; permítame explicarle: la diferencia principal entre el Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento, es la diferencia entre lo físico y lo espiritual.

Aun cuando el Antiguo Testamento funcionaba en el ámbito de lo tangible, fue tipo y sombra del ámbito espiritual.

Refiriéndose al Antiguo Testamento, el apóstol Pablo dijo en 1 Corintios 10:11: “Y estas cosas les acontecieron como ejemplo, y están escritas para amonestarnos a nosotros, a quienes han alcanzado los fines de los siglos”. La palabra ejemplo, significa tipo. El Antiguo Testamento fue el tipo; el Nuevo Testamento es el antitipo.

Por lo tanto, la connotación principal que queremos recibir de la caminata de Abraham, son las implicaciones espirituales. Para nosotros, “vete de tu tierra”, puede significar separarse del mundo. En la Escritura, Egipto es un tipo del mundo, y se nos exhorta a no conformarnos, o a no amar el mundo (el sistema del mundo). Babilonia es una figura de la falsa religión; por lo tanto, salir de Babilonia puede significar separarnos de nuestra antigua religión. De hecho, Ur era un famoso centro del ocultismo y de la adoración a la luna.

La connotación literal

Asimismo, debo señalar que el llamado a dejar la tierra también puede ser verdaderamente literal. Esto puede comprenderse en el llamado misionero. Muchas veces, Dios llama a las personas a dejar su tierra natal para servirlo a Él en tierras extranjeras. Hemos sabido de algunos queridos hermanos que, virtualmente, han pasado gran parte de su vida en otro país. Sí, hay un precio a pagar, ¡pero las ganancias eternas son tan grandes! Que nosotros, como el apóstol Pablo, seamos capaces de decir: “No fui desobediente a la visión celestial” (Hch. 26:19, LBLA).

Las estadísticas nos muestran que el 92% de los misioneros que empiezan el primer año nunca terminan su carrera, ¡ni regresan al campo misionero!

Y de la casa de tu padre

Obviamente, hay una razón para que se le diga a Abram que se separe de su parentela y de la casa de su padre. Primero, ellos no compartían la visión de Abraham, (confirmaremos esto más adelante en este estudio). Segundo, la casa de su padre era idólatra. Aunque en Génesis no se nos dice esto de manera específica, se nos dice en otros pasajes. Por ejemplo:

“Y dijo Josué a todo el pueblo: Así dice Jehová, Dios de Israel: Vuestros padres habitaron antiguamente al otro lado del río, esto es, Taré, padre de Abraham y de Nacor; y servían a dioses extraños. Y yo tomé a vuestro padre Abraham del otro lado del río, y lo traje por toda la tierra de Canaán, y aumenté su descendencia, y le di Isaac” (Jos. 24:2-3).

Abram no solamente fue llamado a salir de Babilonia, sino también de su familia, porque ellos eran idólatras. La Escritura hace especial énfasis en unas pocas personas que cortaron con los lazos idólatras de sus padres. Gedeón destruyó los dioses de su padre (Jue. 6:27-32). Asa no permitió que su madre reinara debido a su idolatría (1 R. 15:13). Rut dejó su tierra, su familia y sus dioses (Rt 1:15-16).

Ídolos familiares

En el cristianismo, hay mezclada mucha más idolatría de la que podemos pensar (tanto natural como espiritualmente). Hace algunos años, estaba predicando en una iglesia de una aldea de Guatemala. Al concluir el servicio, hice una invitación al altar; y, mientras lo hacía, me sentí impulsado a preguntar a las personas si estaban libres de la idolatría anterior. Me sorprendí de lo que sucedió. La mayor parte de las personas comenzó a llorar, y respondió viniendo al frente.

Después, supe que cuando los jesuitas evangelizaron esa área siglos atrás, permitieron que los indígenas conservaran sus ídolos. En otros países, el catolicismo está muy mezclado con otras pequeñas deidades, las cuales se les permite incluir en sus días festivos, etc. Estos indígenas se habían convertido al pentecostalismo y, aparentemente, aún creían que podían conservar sus dioses ancestrales. ¡Éste es un problema en muchos países!

Eventualmente, a menos que espiritualmente nos separemos de ellas por completo, que las evidenciemos, etc., las falsas religiones de nuestra familia van a corromper nuestra vida y ministerio, y hasta nuestro lugar eterno. Conozco a un hombre que amaba nuestra iglesia. Él amaba las verdades que predicábamos; sin embargo, su esposa era una firme católica y él no fue capaz de pagar el precio de romper con la religión familiar. Lamentablemente, hoy él acompaña a su esposa a su Babilonia espiritual.

Conocimos a otro hombre que ciertamente tenía un ministerio muy influyente; pero de alguna manera, nunca se desconectó de las creencias mormonas de su madre. Más tarde en su ministerio, se involucró mucho con las genealogías (como hacen los mormones). Esto manchó todo su ministerio.

Mientras tengamos ídolos en nuestra vida, nunca podremos servir, o seguir de todo corazón al Señor nuestro Dios. Eventualmente, hasta el estar unidos a una familia que sirve a otros dioses (religiones) va a afectar nuestra relación con Dios. ¡Debe haber una clara condena, un rompimiento en el espíritu! No estoy apoyando el romper lazos con la familia, queremos ver salvos a nuestros familiares. Pero no debemos atarnos por su persuasión. No estoy tratando de minimizar el precio; a menudo su familia lo rechaza debido a su fe.

Acabo de regresar de un país en el cual estuve tratando sobre este preciso tema. La dama que estaba traduciendo comenzó a llorar, su familia la había rechazado por su fe. Aunque en los Estados Unidos no nos vemos muy afectados por la religión de nuestras familias, en algunas naciones, dejar la religión significa ser excluidos de la familia.

Parte de la cruz incluye a la familia

El tema de la familia clasifica a las personas desde el principio. Invariablemente, el llamado de Dios va a amenazar nuestros lazos familiares en alguna medida. Jesús dijo: “No penséis que he venido para traer paz a la tierra; no he venido para traer paz, sino espada. Porque he venido para poner en disensión al hombre contra su padre, a la hija contra su madre, y a la nuera contra su suegra; y los enemigos del hombre serán los de su casa. El que ama a padre o madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a hijo o hija más que a mí, no es digno de mí; y el que no toma su cruz y sigue en pos de mí, no es digno de mí” (Mt. 10:34-38).

La espada, es la Palabra de Dios que separa a aquellos que van a continuar conociéndolo, de aquellos que no lo harán. Todo esto trata sobre relaciones familiares. También observemos que no solamente somos probados con respecto a nuestros padres, sino también con respecto a nuestros hijos. Con frecuencia las personas pasan el primer obstáculo, sufren el rechazo de sus padres; pero después, cuando sus hijos están en contra de ellos, ceden. En la sociedad actual, a menudo los padres sufren por causa de la justicia a manos de sus propios hijos, los cuales no quieren apartarse del mundo.

Deseamos honrar a nuestro padre y a nuestra madre, pero si la elección está entre honrar a Dios o a nuestros padres, debemos honrar a Dios. A Abram se le ordenó dejar a su parentela y la casa de su padre.

A LA TIERRA QUE TE MOSTRARÉ

Génesis 12:1“… a la tierra que te mostraré”.

La verdadera fe da un paso

Que excelente concepto de fe presenta esto. Dios habló, Abram creyó y por lo tanto dio un paso. Me contaron sobre cierto maestro de un seminario que se especializaba en dar principios, (no hay nada malo con los principios, en tanto no ensombrezcan lo que Dios está diciendo). Este maestro les estaba diciendo a sus seguidores, que nunca deberían dar un paso hasta que ciertas cosas sucedieran. Él le dio a sus seguidores una lista de cosas que debían suceder antes… debían tener el dinero suficiente, la casa correcta, el colegio correcto, etc.

La verdadera fe a menudo requiere que nosotros avancemos cuando aún no hay nada que se pueda divisar: “Por la fe Abraham, siendo llamado, obedeció para salir al lugar que había de recibir como herencia; y salió sin saber a dónde iba” (He. 11:8).

La fe no siempre es por vista

Él fue llamado. Él obedeció sin saber todo lo que involucraba. Esto es lo que llamamos “la obediencia de la fe”. No siempre sabemos lo que involucra. Podemos ver el final, pero no todas las etapas que están en medio. Como aprenderemos de la caminata de Abraham, hay una visión progresiva. Como dijo el salmista: “… en tu luz veremos la luz” (Sal. 36:9). Esto significa que, a medida que caminemos en la verdad del presente o en la luz del presente, más luz nos será dada. ¡La senda del justo aumenta en la luz!