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En la personalidad del teniente coronel de la reserva Jorge Luis López Verdecia está la imagen del pueblo, el compromiso de una generación que hizo suyos los más puros sentimientos de independencia y patriotismo. Ha sido protagonista excepcional, desde la base, e hechos transcendentales de la historia de Cuba y África. Subió a la Sierra Maestra e integró la Columna No. 1 del Ejército Rebelde al mando del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz y como combatiente de filas contribuyó a la derrota de la dictadura, entró en Santiago de Cuba el día de la victoria, participó en atrincheramientos al frente de batallones de milicianos, combatió a bandas de alzados, cumplió misiones internacionalistas en Sierra Leona, Guinea Conakry y Guinea Bissau. Fundador del Partido Comunista de Cuba desde su constitución en las FAR, fue miembro de su comité provincial en Las Tunas y por más de treinta años de su comité municipal. Delegado del Poder Popular. Presidente del Gobierno y fundador y presidente de la Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana en el municipio de Jesús Menéndez. Con más de ocho décadas de existencia, aún impetuoso, erguido, incansable en la educación patriótica e internacionalista de las nuevas generaciones.
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Seitenzahl: 135
Veröffentlichungsjahr: 2024
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Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización escrita de los titulares del Copyright, bajo la sanción establecida en las leyes, la reproducción parcial o total de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, y la distribución de ejemplares de ella mediante alquiler o préstamo público. Si precisa obtener licencia de reproducción para algún fragmento en formato digital diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos,www.cedro.org) o entre la web www.conlicencia.com EDHASA C/ Diputació, 262, 2º 1ª, 08007 Barcelona. Tel. 93 494 97 20 España.
Edición: María Caridad Sao Rodríguez
Corrección: Argel Fernández Granado
Diseño de cubierta y composición: Danay Guerra Alcorta
Ilustración de cubierta: Saimy K. Torres
Impresión: Pedro Pablo Gort López
Encuadernación: Jorge Polanco Martínez
Conversión a ebook: Grupo Creativo Ruth Casa Editorial
© Omar Villafruela Infante, 2024
© Sobre la presente edición:
Editorial Sanlope, Las Tunas, 2024
ISBN: 9789592515222
Editorial Sanlope
Gonzalo de Quesada 121
Las Tunas, Cuba
E.mail: [email protected]
Jorge Luis López Verdecia es un hombre asequible, sabe escuchar y responder sin alardes ni poses, ha sabido defender sus ideas y principios poniendo por delante el ejemplo. Hijo de inmigrante español y campesina cubana, de niño sufrió las penurias que la vida le deparaba a los que nacieron en ese período, el desalojo y la angustia del interminable tiempo muertode un central azucarero norteamericano. Travieso, aunque no irrespetuoso, hizo peripecias para ganarse la vida desde la adolescencia. Esa etapa lo marcó dejando huellas que ahora fluyen en sus recuerdos.
De los avatares que le impuso la vida encontraremos varios ejemplos en estas páginas narradas con sencillez y espontaneidad, como también su accionar revolucionario que se inicia con la incorporación a la lucha clandestina, después al Ejército Rebelde, en el que sobresale su marcha a la Sierra Maestra para formar parte de la Columna 1 José Martí y de donde baja al llano para tomar Santiago de Cuba.
Fundador del Partido Comunista de Cuba y jefe querido por los miles de milicianos que entrenó para defender el territorio nacional de invasiones extranjeras. Cumplió tres misiones internacionalistas en África y ostenta múltiples medallas y condecoraciones. Por sus relevantes méritos y liderazgo, fue investido presidente de la Asamblea del Poder Popular en el municipio por dos mandatos, así como presidente de la Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana desde su fundación.
Sus discursos, casi siempre improvisados, mantienen el estilo de agitador de masas de los inicios de la Revolución, aunque atemperado a estos tiempos. Es apasionado en las aseveraciones. Voz metálica, bien articulada y sonora, transmite las ideas que hilvana de manera coherente; llama a la reflexión y alimenta el espíritu.Con más de ochenta años a cuestas, mantiene los mismos bríos, convicciones y entusiasmo de sus mejores tiempos de juventud. Ha cumplido de manera digna las responsabilidades asignadas, para mostrar con ganado orgullo una hoja de servicios limpia y brillante, tanto en la vida militar como civil.
Este es el hombre que ahora tengo ante mí, atento y comunicativo, a quien el paso del tiempo no ha mellado la entereza y fuerza interior que lo mantiene firme en sus convicciones, lleno de optimismo en el futuro de la Revolución.
Después de años de insistencia, logré convencerlo de que me narrara parte de su vida y se empeñó en mostrar los hechos en que ha estado presente, insistiendo más de una vez en que no debe verse su persona como algo excepcional.
Primero le entregué un cuestionario, pero no funcionó; luego fijamos un día para la primera entrevista que duró más de dos horas y de ahí surgió la fecha para la siguiente, hasta que casi fueron diarias y suman más de veinte frente a la computadora, y otros tantos encuentros imprevistos o fortuitos. Comenzamos en enero del 2016 y terminamos en julio del propio año, con una interrupción por motivos de enfermedad, que requirió su ingreso en un hospital de Camagüey. Creí trunco mi proyecto, pero Jorge Luis López Verdecia no deja a medias las obras que emprende. Es de los que se van, pero regresan redivivos, cuando todavía les queda por hacer en la educación patriótica de niñosy jóvenes, en la atención a los combatientes y a sus familiares.
Esta es su historia…
Un niño es como una esponja, retiene las cosas y las mantiene claras en su cerebro, en especial cuando recibe maltratos. Sufrí el desalojo sin podérmelo explicar, por eso trato de memorizar los hechos ocurridos desde mi primera infancia, acontecimientos que marcaron mi existencia y ayudaron a entender y asumir aquel excepcional momento. Hubo quienes tuvieron como yo una niñez difícil
Mi padre nació en Telde1, se llamaba Andrés López Yánezy vino de polizón en un barco que entró a Cuba por el puerto de La Habana. Era muy joven cuando llegó. Me habló mucho de su tierra. Pasó mil trabajos y finalmente se estableció en la colonia cañera de los Garcell, en El Vedado, donde trabajó de jornalero. Era bueno en las labores del campo y tenía mucha resistencia física.
1Telde. Es un municipio español y una ciudad situada al este de la isla de Gran Canaria. La más antigua y la primera capital de la isla, fundada antes de 1351. Posee el título de «MUY ILUSTRE». Está a 130 metros sobre el nivel del mar y tiene una extensión territorial de 103 43 kilómetros cuadrados con una población de 101 300 habitantes.
Mi madre Ramona Verdecia Armas era de origen campesino, nació en Paso Palmar. Fuimos cinco hermanos, yo era el cuarto y nací el 21 de mayo de 1937. Delante había tres hembras. Ramona, Irma y Francisca, a quien le decíamos Paquita, yo y detrás Reinaldo, conocido por Rey. Vivíamos en armonía, rodeados de buenas familias, en lo que es hoy un terreno que está frente a la UBPC2.
2Unidad Básica de Producción Cañera de Vedado 3.
Recuerdo bien estos detalles, aunque entonces tenía siete años; los vecinos hablaban de que habría un desalojo, que nos iban a botar porque Cabrera y Galletana, dueños de la tierra, habían ganado el pleito con Ayala Polo, abogado de Puerto Padre. Llegó la Guardia Rural en dos budas3, con mucho aspaviento y sacaron a los vecinos a la fuerza; recuerdo el llanto de las mujeres y el grito de nosotros los muchachos. No entendíamos nada, ni por qué nos tiraban al camino real las pocas pertenencias y rompían las casas. Estábamos a mediados de 1944.
3Un tipo pequeño de transporte ferroviario. Buda era la marca norteamericana del vehículo.
En esas circunstancias siempre oí decir que los hombres salieron a buscar a dónde llevar las familias, recuerdo la de Tomás Rodríguez y que por suerte en nuestro caso, mi papá andaba por Chaparra. Era un isleño terco y bruto, no se hubiera dejado desalojar y lo hubieran matado.
Como era tiempo muerto hizo gestiones con una señoranombrada Lola la Chuchera. Era la única mujer que realizaba este trabajo en la compañía norteamericana. Por entonces mi papá era retranquero en las antiguas máquinas cañeras de vapor. Consiguió con ella el local del chucho y nos mudamos para Madre Vieja, donde estaba ubicado. Allá fuimos a dar. Recuerdo a mi mamá haciendo el poquito de agua de azúcar que aparecía por la tarde con el pedacito de pan. En esas condiciones improvisaba un fogón con cañas secas, con lo que apareciera, para resolvernos algo de comer. Así pasamos varios meses y al aproximarse la zafra, no podíamos estar en el chucho con la familia. Mi papá hacía gestiones para poder sacarnos de allí. Hasta que le vendieron un varentierra por veinticinco pesos en la Cuchilla del Uno de Juan Sáez,
Estábamos llenos de harapos y de miserias, sin escuela, siempre papá hablaba de las gestiones que hacía, sin re-sultado alguno, buscando la manera de sacarnos para Chaparra, hasta que otro isleño llamado Pepe Ramírez, que tenía una mula y un carretón y se dedicaba a vender hielo, le alquiló en la Loma de El Batey, la mitad de su casita. Transcurría la década de los años cuarenta. Después nos mudamos a la calle 1 de Pueblo Viejo, con mi mamá, quien le alquiló un cuarto a un inmigrante de Saint Kits y Nevis, conocido por Cheriff.
Mis hermanas mayores, Ramona e Irma, comenzaron atrabajar en las casas de Cacha Suárez y Gloria Gámez, señoras de funcionarios del ingenio, donde recibieron un tratamiento familiar.
Aún no había asistido a la escuela y ya tenía nueve años.Comencé a estudiar de noche gestionado por papá en la casa de Julio Pupo Pérez en Pueblo Viejo, quien tenía un aula particular. Allí aprendí mis primeras letras, luego con una maestra de Pueblo Viejo, hasta alcanzar el tercer grado. Aprendí las cuatro reglas, a leer y a escribir.
Siempre andaba detrás de mi papá y comenzaron a decirme El Isleñito, todavía hay personas que me dicen así. Él se hizo adicto ala bebida. Por ese mal hábito mi mamá tuvo que dejarlo, aunque nunca abandonó a los hijos. En muchas ocasiones tuve que ayudarlo a encaminarse ala cuartería de la calle 10, donde tenía una habitación, cercana a la del Curro Barrera4, hoy patriota insigne del municipio, al que luego le hacía mandados, le compraba cigarros y otras encomiendas. Era muy amigo de papá y por él supe que existía un movimiento revolucionario y que existía un líder llamado Fidel. Así transcurrieron los años.
4Antonio Froilán Barrera Labrada, fundador de la primera célula del Movimiento 26 de julio en Chaparra, subió a la Sierra Maestra e integró la Columna No. 4 bajo las órdenes del Comandante Ernesto Che Guevara. Fue capturado en Victoria de las Tunas, remitido a Holguín y asesinado el 5 de mayo de 1958. Su cadáver apareció enterrado en el cementerio de Cueto. Patriota insigne del municipio de Jesús Menéndez.
En el Chaparra de esa época imperaban los malos hábitos de vida. Era lo que más veíamos los adolescentes y los jóvenes, el juego ilícito, como el de dados, el billar por interés. Me crié en ese medio, frecuentaba también la valla de gallos de Pueblo Viejo. A los catorce años me fajé en un billar por una jugada de interés, llamaron a la Guardia Rural y estuve preso en el Vivac de Puerto Padre por tres o cuatro días. Me soltaron por una gestión de papá con un tal Villegas que trabajaba en el juzgado de esa ciudad. Hago esta anécdota porque por suerte hoy nuestros niños están rodeados de escuelas, de cultura y de posibilidades de todo tipo que ofrece el sistema educacional en el país. De esos tiempos recuerdo a Mario Curica, al Bizco y a Pastor, este último atormentado por su situación se quitó la vida. Todas estas cosas de juventud y el medio me fueron preparando. Aprendí a discernir entre lo bueno y lo malo.
Trabajé como suplente en el tráfico con Rafael Hidalgo, conductor de la máquina 36; también en el deshierbe de la línea del ferrocarril en tiempo muerto. Ahí conocí a Eduardo Hidalgo Mojena5y a Modesto Reyes, alias El Gato6, que se expresaba de manera especial de Antonio Guiteras, e influyó en mi vida captándome para formar parte de un grupo que cumplía misiones clandestinas en las filas del Movimiento 26 de Julio. Cuando llegaba el tiempo muertola vida se ponía mucho más difícil. Mamá me daba cuarenta centavos y me iba con mi hermano Rey para La Güira de Manatí a casa de mi abuela donde vivía con sus hijos. Ella le lavaba y planchaba a la familia del colono Manuel Palomo y mis tíos eran obreros fijos y tenían crédito en la tienda del dueño, para al menos, tener el sustento del día. Yo cogía el tren viajero, trataba de colarme con mi hermano y en ocasiones lograba ahorrarme los veinte centavos del pasaje hasta Vázquez, porque el carro del isleño hasta Mesa 4, valía veinte centavos también, esto me permitía comer pan con dulce de guayaba, queso, tomarme una Materva. En el tren se podía evadir el pago, con el isleño no había posibilidad. Atravesábamos de Mesa 4 por unos potreros de la compañía norteamericana, llena de reses, muchas peligrosas, fajadoras, cerca de la colonia de Luis Asanza y de ahí hasta nuestro destino a más de diez kilómetros. No podré olvidar con cuánta ternura nos recibían la abuela Adelasia Verdecia y mis tíos Bienvenido, René y Ángel.
5Eduardo Hidalgo Mojena.Mártir de la Revolución. Fue mensajero de la Sierra Maestra. En uno de sus viajes de La Habana a la zona oriental fue capturado en Holguín y asesinado, nunca apareció su cadáver.
6ModestoReyes, alias El Gato.El Canal.Guiterista. Miembro del Movimiento 26 de Julio. Sargento del Ejército Rebelde. Cuando las fuerzas del tristemente célebre Jesús Sosa Blanco abandonaron Chaparra rumbo a Velasco, sorprendieron a Modesto en la tienda La Nueva Constancia de Lora. Éste, vestido de verde olivo y con solo un pequeño revólver tuvo la osadía de disparar contra la tropa. Después del Triunfo Revolucionario no se desprendió jamás del uniforme, recorría las escuelas de Chaparra para conversar con los niños y narrarles a su modo las historias de la guerra.
Fui amigo de un grupo de inmigrantes de habla inglesa que vivían en el barracón, alejados de sus familias, para llevar una vida difícil. Venían a trabajar en las colonias cañeras, me vienen a la mente Buqui, Marcelo y José, ellos me enseñaron a comer bleo hervido, probé la harina con quimbombó, el arenque, comían lo que apareciera. Esos si pasaron mucha hambre.
Era normal que en esos lugares no hubiera luz eléctrica y las pocas casas del barrio se alumbraban con candiles, excepto la del colono que tenía una planta. En el radio de Manolito Palomo escuchaban a Eduardo Chibás, que hablaba al pueblo con el lemaVergüenza contra dinero. A mí me motivaba mucha oírlo.
Dos hijas del colono, Dialisia y Manuela estudiaban en Victoria de Las Tunas, porque allí también tenían una residencia y yo era el enlace de ellas. Me enviaban a llevarlas y recogerlas al barrio de La Güira cuando una u otra regresaban de sus viajes de estudio.
A mí me gustaba mucho porque regresaba con ellas montado a las ancas del caballo. Eran unas muchachas bellas y agradables.
Mi padre era un hombre de mal genio y no era fácil de sobrellevar, siempre tenía problemas con la Guardia Jurada, quienes eran los custodios del central y otras instalaciones, y estaban bajo las órdenes de un capitán de triste recordación. Una mañana, frente a la oficina central tuvo un altercado con uno o dos, para al final fajarse con cinco de ellos.Después se sumó la Guardia Rural y lo condujeron a palo limpio. Detrás de él, y dando gritos fui yo.
La mayoría de las veces andaba con un grupo de muchachos de mi edad, entre ellos Aparicio, quien era uno de mis mejores amigos, también su hermano Silvio. Guapeábamos para buscarnos el medio, el real, la peseta, como se pudiera. Esperábamos a que llegara el tren de Sabanazo a Velasco y me pegaba al hombro una maleta o un paquete, que pesaba más que yo por cinco o diez centavos, desde el andén hasta calles y barrios alejados como el campo de pelota. Después venía a la plaza del mercado y me reponía con las buenas frituras de bacalao que allí vendía el gallego Moncín.