La culpa es de los médicos - Dam Yun - E-Book

La culpa es de los médicos E-Book

Dam Yun

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Beschreibung

En un relato tan desgarrador como revelador, un médico argentino relata con brutal honestidad su recorrido desde los años de estudio hasta el ejercicio profesional. Alejado de todo romanticismo, desmenuza una profesión que prometía respeto y estabilidad, pero que resultó ser una trampa de sacrificio, miedo y desilusión. Con una mirada crítica y punzante, el autor describe un sistema de salud corrompido, una formación esclavizante y una sociedad que idolatra y desprecia al médico con la misma rapidez. Esta obra es un grito silencioso, una catarsis escrita para no volverse loco, un llamado a la reflexión para quienes aún creen que salvar vidas es suficiente para vivir con dignidad.

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Seitenzahl: 71

Veröffentlichungsjahr: 2025

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DAM YUN

La culpa es de los médicos

Medicina extorsiva

Dam YunLa culpa es de los médicos : medicina extorsiva / Dam Yun. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2025.

Libro digital, EPUB

Archivo Digital: descarga y online

ISBN 978-987-87-6283-8

1. Narrativa. I. Título.CDD A860

EDITORIAL AUTORES DE [email protected]

Índice

Introducción

El principio de todo

Años de facultad

Residencia o esclavitud (esa es la cuestión)

Mitos y verdades

No elegir es elegir sin haber elegido

Residencia parte “1”

Residencia parte “2”

¿Dormir o descansar?, ninguna de las dos

La mejor excusa: el médico

La relación entre médicos y pacientes

La espada de Damocles

Mala praxis, ¿qué es?

¿Quién juzga al médico?

Perdón a mi familia

Perdón a mí mismo

Una noche de guardia

¿Trabajo seguro?

Me recibo y me voy, mentira...

La oportunidad perdida

Yo lo vi

Indignación

No esperes la recompensa

Arrepentidos

No aprendieron nada

La culpa es de los médicos

El miedo sin lógica es estupidez

Domingo

Decantación

Futurología

Aborto

Culpable sin pruebas

Medicina extorsiva

Abandono de paciente

Cómo nos tratan

Hoy domingo

Imbecilidad y soberbia

¿Trabajo o changa?

Amenazas

Ahora todos son médicos

¿Vocación?

Un favor

Biografía del autor

En el país donde la justicia está, como mínimo, cuestionada, los médicos trabajamos expuestos a leyes injustas, arcaicas, absurdas y corruptas, que consideran a la medicina una profesión de resultados. Nos hostigan, exigiendo exactitud, con sueldos miserables y un cansancio extremo por los pluriempleos, haciendo de la mala praxis un negocio perfecto que aprovechan abogados inescrupulosos.

Con jueces de poca o nula confianza —un peligro para la sociedad—, el silencio de algunos médicos y la indignidad de otros lo permiten.

Las culpas están a la vista y explicadas en este escrito que no pretende representar a nadie.

Desde la primera hasta la última letra, corren solo por mi cuenta.

Dr. Dam Yun

Introducción

Empezar a escribir, no siendo escritor ni lector, es un tema complejo, pero transmitir ideas se puede hacer fácil, sin tanta burocracia de palabras.

Este escrito simple y sencillo va a tratar de explicar algo del engorroso, sucio y complejo mundo que ofrece la medicina en este país.

El principio de todo

El entrenamiento del médico tiene su comienzo en la universidad. No hablo solo del científico, sino del personal, el más importante desde mi punto de vista.

La carrera tiene un plan de estudio exigente, aplastante, ocupando horas y horas del día y de la noche.

Materias anuales, densas, aburridas y mal encaradas, pensando en la deserción del alumno, ya que mejor menos médicos —los hay de sobra—, eso es, por lo menos, lo que vengo escuchando hace años.

El ambiente que se respira es de sacrificio, nunca de alegría o de serenidad.

Ya los olores y las paredes transmiten esa sensación de solemnidad y esfuerzo.

El estudiante no es muy diferente al médico recién formado.

En el ambiente médico, ya de estudiante se percibe mucha competencia. El médico tiene poca inteligencia “útil”. Llamo inteligencia útil a la que le serviría para mejorar su estado, su ánimo, su tranquilidad y su bienestar personal.

Años de facultad

Sin pretender ser una guía de estudios, el pasaje por la facultad recorre materias anuales los tres primeros años, como un filtro para los que no soporten el ritmo.

Si bien no me parece una mala idea, algunos traen tan arraigadas las falsas ganas de ser médicos, la falsa vocación, que en realidad suele ser una vieja frustración familiar o de otra índole, que resisten esas trabas y siguen adelante como caballos con tapaojos.

También existe ese falso prestigio, ya desmoronado, del médico como estrato importante de la sociedad. Es más, creo que ahora está en los más bajos escalones de esta sociedad, tan deteriorada como su prestigio.

Una explicación de la caída del médico y su prestigio está en la medicina legal, en donde ya se visualiza el negocio de la mala praxis, el sometimiento del colega y la falta de ética, englobado en unas leyes arcaicas, injustas y mal aplicadas, por una justicia que tiene poca o nula confiabilidad.

Confieso que en esa época no tenía la valentía de abandonar la carrera. En cuarto o quinto año —no recuerdo bien—, ahora lo hubiese hecho, a pesar del sacrificio que llevaba hecho hasta ese momento.

Las clases de medicina legal eran claras: todo llevaba a acorralar al médico, para responsabilizarlo. Y lo que más recuerdo: a mis compañeros sin la más mínima reacción de desaprobación. Eso me indignaba mucho.

Más tarde lo comprendí mejor: el que estaba fuera de lugar era yo.

En mi caso, estudié mucho tiempo en un bar, el famoso bar de la esquina de cada barrio —en este caso, era en Almagro—.

Tomaba café y resumía materias. Así fui aprobando una tras otra, hasta que un día de diciembre de 1997 me recibí, de lo que más adelante me iba a arrepentir.

Mirar la calle era una distracción mientras leía, y por dentro me iba dando cuenta de que el camino no era el correcto, pero tampoco tenía claro cuál sí lo era.

La inercia de esa situación me llevó a seguir en un círculo rutinario en el que cada vez me sumergía más y más.

Mientras veía que otras carreras no requerían tanto esfuerzo y te dejaban más tiempo para disfrutar de la vida, esta te consumía hasta los fines de semana.

Pero: ¿llegaría alguna recompensa a tanta dedicación? Seguramente es lo que muchos esperaban, y yo también.

Pero la respuesta es “no”, por lo menos la mía. Otra será la de cada uno que transitó este mismo camino.

No es cuestión de quejas. Elegir mal es una decisión que te lleva a un camino que no es el tuyo, aunque eso no justifica injusticias, agresiones, hostigamiento y más que pasan los médicos día a día.

Este machete de mi vida o catarsis, o lo que sea corre únicamente por mi cuenta, sin buscar aglutinar a nadie a mi forma de pensar.

Residencia o esclavitud (esa es la cuestión)

Después de pasar por la carrera, que dura con suerte siete años, el trabajo que le sigue es la famosa residencia, una especie de esclavitud del siglo XXI enmascarada en aprendizaje y formación del nuevo médico.

Con miles de horas dentro de un hospital, el que diseñó este sistema —seguramente un dinosaurio malparido— consideró que era la única y mejor forma de aprender.

La manada suele seguir sin pensar, y hasta están orgullosos de hacer la residencia. Es una cuestión de resistir: horas sin dormir, ganas de ir al baño contenidas, malas contestaciones, comer mal y a cualquier hora. Todo sea por la formación —o deformación— de una persona.

El régimen, avalado por todos como normal, es estar 24 horas en un hospital y luego continuar 10 horas más del día siguiente. Casi 36 horas seguidas dentro de una cárcel con forma de hospital, con el riesgo de atender a algún paciente pasado de sueño y la famosa espada de Damocles de la mala praxis sobre tu cabeza.

Todo pergeñado para que el médico pueda tener algún problema: mal dormido, leyes dudosas, abogados inescrupulosos y miseria. Un combo perfecto.

Ah, me olvidaba: no esperes que alguien te defienda. Eso ya corre por tu cuenta.

Mitos y verdades

Cambiando un poco el rumbo del argumento, hoy me distrajo una charla en una mesa cercana del bar de la esquina. Una chica, de no más de 20, hablaba con unos familiares y amigos de ellos. Les comentaba que le gustaría ser médica. Uno de los comensales, que parecía estar al tanto de la situación, le contaba que debía pasar por el Ciclo Básico Común y luego ingresaba en la facultad; que también había opciones de estudiar en una universidad privada, con el siempre trillado discurso de que la UBA es la mejor.

Algunas cosas no cambian con el tiempo. Aunque no sean verdades, son mitos que se repiten de generación en generación.

Eso me remontó muchos años atrás. Recuerdo una charla similar en la casa de un amigo, donde un médico nos explicaba —en una conversación un poco enmascarada en charla informativa con fines de convencer a mi amigo, hoy médico, que dudaba de la elección—.