La historia contada por las revistas cubanas de los sesenta - Vilma N. Ponce Suárez - E-Book

La historia contada por las revistas cubanas de los sesenta E-Book

Vilma N. Ponce Suárez

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Beschreibung

El presente libro constituye una recopilación de artículos que abordan sucesos y procesos históricos de la década de los sesenta del siglo XX; también se recrean momentos de la vida, y la producción artística y literaria de intelectuales cubanos y extranjeros que se distinguieron en esa etapa. Estas páginas revelan pasajes interesantes de uno de los períodos más trascendentes de la historia Patria, desde la perspectiva que ofrecieron las publicaciones periódicas de esa época y de los estudios realizados por las autoras sobre las revistas INRA, Cuba, El Caimán Barbudo, Pensamiento Crítico, y Revolución y Cultura.

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Seitenzahl: 245

Veröffentlichungsjahr: 2025

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Edición y corrección: Lic. María Luisa Acosta Hernández

Diseño interior, realización

y conversión a ebook: Grupo Creativo RUTH Casa Editorial

Diseño de cubierta: Jadier Iván Martínez Rodríguez

Coordinadora editorial: Saray Alvarez Hidalgo

©  Vilma N. Ponce Súarez e Hilda Pérez Souza, 2024

© Sobre la presente edición:

RUTH Casa Editorial, 2024

Editorial de Ciencias Sociales, 2024

ISBN: 9789962740865 RUTH Casa Editorial ISBN: 9789590626685  Editorial de Ciencias Sociales

Prohibida la reproducción total o parcial, por cualquier medio, sin la autorización de RUTH Casa Editorial y el Grupo Editorial Nuevo Milenio. Todos los derechos deautorreservados en todos los idiomas. Derechos reservados conforme a la ley.

RUTH Casa Editorial

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www.ruthcasaeditorial.com

[email protected]

INSTITUTO CUBANO DEL LIBRO

Grupo Editorial Nuevo Milenio

Calle 14, no. 4104, entre 41 y 43, Playa, La Habana, Cuba

[email protected]

www.nuevomilenio.cult.cu

Sinopsis

El presente libro constituye una recopilación de artículos que abordan sucesos y procesos históricos de la década de los sesenta del sigloxx; también se recrean momentos de la vida, y la producción artística y literaria de intelectuales cubanos y extranjeros que se distinguieron en esa etapa. Estas páginas revelan pasajes interesantes de uno de los períodos más trascendentes de la historia Patria, desde la perspectiva que ofrecieron las publicaciones periódicas de esa época y de los estudios realizados por las autoras sobre las revistasINRA, Cuba, El Caimán Barbudo, Pensamiento Crítico, yRevolución y Cultura.

Datos de las autoras

Vilma N. Ponce Suárez (Matanzas, 1959). Profesora en Educación General Media de Historia (1980). Licenciada en Educación, especialidad Marxismo Leninismo (Instituto Superior Pedagógico Enrique José Varona, La Habana, 1982). Máster en Ciencias de la Comunicación (Universidad de La Habana, 2003). Investigadora auxiliar de la Biblioteca Nacional de Cuba José Martí (BNCJM), donde trabaja desde 1998. Sus estudios sobre las revistasPensamiento Crítico(1967-1971) yCuba(1962-1969), como coautora, recibieron mención en el Premio Anual de Investigación Cultural 2005 y 2019, respectivamente, otorgado por el Instituto Cubano de Investigación Cultural Juan Marinello. Es autora de la MultimediaPensamiento Crítico:una revista cubana para el ejercicio de pensar(La Habana, BNCJM, 2016) ydel libroMetodología para la caracterización de las revistas y el análisis de sus mensajes(Ediciones Bachiller, BNCJM, La Habana, 2023). Coautora de las obrasLecciones de la construcción del socialismo y la contemporaneidad(Editorial Pueblo y Educación, La Habana, 2001) yLos ideales educativos de América Latina(Choza, J., K. Rodríguez Puerto, y E. Sierra, Ediciones Thémata, Sevilla, 2019). Elaboró el programa del curso “Revistas cubanas de los años sesenta, fuentes bibliográficas para el estudio de la historia patria”. Es responsable de la Cátedra María Villar Buceta y miembro del Consejo Científico de la Biblioteca Nacional de Cuba José Martí.

Hilda Pérez Souza (La Habana, 1972). Licenciada en Educación, en Pedagogía de la Educación Primaria (Instituto Superior Pedagógico Enrique José Varona, La Habana, 1991). Máster en Bibliotecología y Ciencias de la Información (Universidad de La Habana, 2012). Investigadora Agregada de la Biblioteca Nacional de Cuba José Martí (BNCJM), centro donde trabajó desde 2001 hasta 2023. Por sus estudios sobre la revistaCuba(1962-1969), como coautora, recibió mención en el Premio Anual de Investigación Cultural 2019, otorgado por el Instituto Cubano de Investigación Cultural Juan Marinello.Publicósu investigación“Periódicos cubanos de los siglosxviiiyxix: conservación de ejemplares únicos en todo el país”, pp. 153-164,IFLA. Publications133(2008). Ha divulgado sus resultados investigativos en eventos y publicaciones nacionales e internacionales. Es miembro de la Asociación Cubana de Bibliotecarios.

Notas de presentación

La idea de escribir este libro surgió cuando impartíamos, a un grupo de bibliotecarias escolares, el curso titulado “Revistas cubanas de los años sesenta, fuentes bibliográficas para el estudio de la historia Patria”. El texto sería de utilidad para los estudiantes y tendría como novedad que la historia se revelaría desde la perspectiva que ofrecieron algunas publicaciones creadas en esa época, comoINRA,Cuba,El Caimán Barbudo,Pensamiento Crítico,yRevolución y Cultura. Nos interesaba, además, que el valioso caudal de información histórica que aportaban estas revistas fuera conocido por maestros, y estudiantes de las enseñanzas media y superior.

Una de las etapas más relevantes de la historia de Cuba fue el período comprendido entre el triunfo de la Revolución en 1959 y 1970. Volver a los sesenta constituye un ejercicio investigativo necesario para comprender la fidelidad a los principios revolucionarios, mantenida por el pueblo cubano, a pesar de las sistemáticas agresiones económicas, políticas, militares y mediáticas del Gobierno de los Estados Unidos. Esa lealtad ha tenido sus fundamentos en los procesos iniciados en aquellos años, la labor que realizaron las instituciones, organizaciones y asociaciones, y el prestigio que adquirieron sus líderes desde ese momento. La confianza en ellos, particularmente en Fidel Castro, se enraizó en la psicología social de los campesinos, obreros e intelectuales, en la medida que, como sujetos hacedores de los cambios, recibían los beneficios socioeconómicos y culturales que por derecho propio les correspondían. En esa epopeya, los jóvenes estuvieron en la avanzada, al asumir un papel decisivo en el enfrentamiento a las dificultades y la búsqueda de soluciones, durante el proceso de construcción de una sociedad distinta a la conocida hasta entonces en Cuba.

Los años sesenta fueron momentos convulsos. Así lo apreció el periodista y escritor uruguayo Eduardo Galeano, cuando visitó la Isla en 1964: “Se comparte la tensión, el estado de alarma permanente, la sensación de que cada minuto puede ser el último, y la desorbitada euforia de la construcción de un mundo nuevo en tiempo récord”.1 Las revistas surgidas al calor de esas transformaciones devenían en testigos de una empresa singular que no tenía precedentes en el mundo.

La Biblioteca Nacional de Cuba José Martí ha conservado estos valiosos productos comunicativos para las actuales y futuras generaciones. Algunos han sido objeto de estudio como parte de la línea de investigación sobre las revistas cubanas de los años sesenta del siglo xx, iniciada por el Departamento de Investigaciones, en el año 2001. Estas indagaciones han contribuido a revelar peculiaridades de un conjunto de publicaciones de diferentes perfiles y públicos-meta. Asimismo, aportaron datos sobre las instituciones e intelectuales que las crearon, en medio de contextos socioeconómico, político y cultural singulares.

INRAyCubafueron revistas de generalidades y se dirigían a un público nacional e internacional heterogéneo. La primera se conformó a partir de 1960, como órgano oficial del Instituto Nacional de la Reforma Agraria (INRA), responsable de llevar a cabo los cambios más radicales en la economía cubana, durante los primeros años de la Revolución. La revista contó con la orientación del comandante Fidel Castro Ruz y tuvo como director al doctor Antonio Núñez Jiménez, quienes eran, además, el presidente y vicepresidente del INRA, respectivamente. En abril de 1962, la publicación cambió el nombre por el deCuba,y en 1964 pasó a ser dirigida por el escritor y periodista Lisandro Otero. La Comisión de Orientación Revolucionaria de las Organizaciones Revolucionarias Integradas (ORI) se encargó de su edición, hasta que en 1968 fue responsabilidad de la AgenciaPrensa Latina. TantoINRAcomoCubase distinguieron por la calidad de sus reportajes, ilustrados con numerosas fotografías; las que constituyen hoy importantes fuentes documentales de ese pasado.

Las otras tres revistas circularon en la segunda mitad de los años sesenta:El Caimán Barbudo,bajo la dirección del profesor y escritor Jesús Díaz, tuvo su primer número en marzo de 1966. Se creó como suplemento cultural del diarioJuventud Rebelde,órgano divulgativo de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC). Con posterioridad, en diversas etapas, fungieron como directores Félix Sautié, Alberto Arufe y Armando Quesada. En su fundación intervinieron jóvenes escritores, artistas, periodistas y un grupo de profesores del Departamento de Filosofía de la Universidad de La Habana; estos últimos, con Fernando Martínez Heredia al frente del equipo, fundaronPensamiento Crítico,en 1967, revista que resultó una valiosa compilación bibliográfica sobre asuntos sociopolíticos y filosóficos, en aquella época. Transcurridos unos meses, el Consejo Nacional de Cultura presentó el primer número deRevolución y Cultura, conocida comoRCy dirigida por Lisandro Otero, quien en esa fecha ocupaba el cargo de vicepresidente de este organismo; aunque se concibió como una publicación que abordaría los problemas del arte, la literatura, la política y la teoría, en realidad se concentró en tratar los dos últimos temas.

La mayoría de las ilustraciones de estas revistas las realizaron artistas cubanos y extranjeros, que con el paso de los años se reconocieron en el mundo por la calidad de sus obras. Otras publicaciones comoLunes de RevoluciónyBohemiafueron también consultadas, por sus interesantes artículos, reportajes, fotografías e ilustraciones sobre determinados hechos históricos.

De la lectura de los textos aquí recogidos, se podrá apreciar el interés que tuvieron los gestores de las revistas por dejar constancia del acontecer nacional, y los sucesos y procesos que se generaban en distintos países. Asimismo, se puede advertir la inclusión de autores cubanos y de otras nacionalidades, como franceses, estadounidenses, italianos, argentinos y chilenos, por solo citar los de mayor productividad.

Los pasajes recogidos en este libro se publicaron durante los años 2020 y 2021, en la revista cultural digitalLibrínsula, el portal web de la Biblioteca Nacional de Cuba y las redes sociales. En el primer capítulo, titulado “Pinceladas de una época”, se agruparon los textos que abordaron sucesos y procesos históricos; mientrasque en“Gentes de libros, lentes y paletas” se concentraron los que trataron aspectos de la vida, y la producción de algunos escritores, pintores, diseñadores y fotógrafos, cuya obra fue distinguida en la llamada “década prodigiosa”.

Las autoras

1 Galeano, E.: “Che, Cuba”, Cuba (29): 65, La Habana, septiembre de 1964.

Pinceladas de una Época ¡Vamos a los Carnavales!

Vilma N. Ponce Suárez

Las fiestas populares más esperadas por los cubanos cada año eran los carnavales. En esos días podían disfrutar, a plenitud, de música, canto, baile, comida y… de abundante cerveza, en un ambiente de fantasía, recreado con disfraces, comparsas, farolas, diablitos, fuegos artificiales, serpentinas, muñecones, payasos y carrozas.

La elección por un jurado de las Estrellas del Carnaval y sus Luceros (antes nombradas Reinas y Damas de Honor) constituía un espectáculo esperado por las familias cubanas. También se seleccionaba la conga que sería oficial en las fiestas, pero en ello intervenía directamente el público con sus aplausos. Se convocaba, además, al concurso de carteles, con los cuales se identificaría el carnaval. Otras iniciativas nacían del ingenio de los pobladores. Con meses de anticipación, hombres y mujeres se involucraban en su preparación. No importaba el cansancio que se sentía luego de cumplir la jornada laboral, estudiar, participar en trabajos voluntarios, guardias cederistas y en los ejercicios para la defensa del país. Cada edición del carnaval debía superar a la anterior en organización y belleza. Las imágenes de estas coloridas fiestas populares quedaron impresas enrevistas de aquella época, comoINRAyCuba. Excelentes fotógrafos fueron sus autores, entre los que estuvieron: Raúl Corrales, Alberto Korda, Osvaldo y Roberto Salas, Ernesto Fernández, Mario García Joya (Mayito), Iván Cañas, Cristóbal Pascual, Carlos Núñez y Orlando García.

Un amplio fotorreportaje sobre el desarrollo del Carnaval de La Habana 1960 ofrecióINRAa los lectores, en su edición de marzo. Su portada anunció que este sería el tema central, pues estaba ilustrada con la fotografía de una muchacha negra (Fig. 1 ), vestida con ropas típicas de las fiestas.2Ese año se identificó como “Carnaval de la Reforma Agraria”, por ser la tarea de primer orden que acometía el pueblo y el Gobierno revolucionario. Su autor, el experimentado fotógrafo Raúl Corrales, era en ese momento el director del Departamento de Fotografías del Instituto Nacional de la Reforma Agraria (INRA). Sus fotografías, algunas a toda página y en color, captaron detalles de los desfiles de carrozas y comparsas; y en particular, de una simpática representación de cientos de mujeres disfrazadas de piratas que llegaron en medio de la noche por mar, para “atacar” a los supuestos guardianes del Castillo de la Fuerza.

El número ya estaba en la imprenta cuando sucedió la explosión del vapor francés La Coubre en el puerto de La Habana, a causa de un sabotaje organizado por los enemigos de la Revolución. Fue uno de los momentos más tristes que vivió el pueblo cubano, por las numerosas víctimas y daños materiales que provocó el siniestro. El director de la revista, Doctor Antonio Núñez Jiménez, y su Consejo de Redacción decidieron, de inmediato, incorporar un editorial en el que se explicaba por qué la portada no se correspondía con las infaustas circunstancias que vivía el país. Dos fotos acompañaron este texto: una del carnaval, con la frase: “Así quiere vivir Cuba”; la otra, mostraba la destrucción causada por los explosivos en el puerto de la capital, junto a la expresión: “Así quieren que Cuba viva”.3

Fig. 1. Corrales, R.: “Fotografía de una joven en el Carnaval”,INRA(3): portada, La Habana, marzo de 1960.

“Carnaval de la Educación” fue el nombre dado a las fiestas en 1961. Y no podía ser de otro modo, pues ese año los cubanos se propusieron culminar con éxito laCampaña de Alfabetización. Varias fotografías ilustraron la bella crónica “Me voy con la comparsa”, del escritor y periodista Jaime Sarusky, publicada en la revistaINRA. En ella describió con estilo literario lo acontecido en los días del carnaval:

Y las trompetas que van hinchando la noche como velas al viento alegre del Carnaval, de otro Carnaval en Revolución. El pueblo suelto, sin trabas, libres para su música, para la desbordante y voluptuosa aventura del carnaval. Entran y salen las caretas y los diablitos y los muñecones y la reina y sus damas hermosas y Cuba, Revolución.4

Este júbilo se apreció en las instantáneas tomadas por Osvaldo Salas durante el carnaval de 1962, el “Primer carnaval socialista de La Habana”. El fotógrafo captó con el lente de su cámara los rostros alegres de mujeres, mientras cantaban y marcaban los pasillos de las coreografías. Mostrar al mundo la idiosincrasia del cubano y su apoyo al proceso revolucionario era el principal propósito de estas imágenes. Así se resumió en el texto que acompañó las fotografías: “[…] el pueblo alegre, confiado en su fuerza, hizo sus carnavales […]. Un día amanece en las calles bailando en las comparsas. Otro día, sin bajar la guardia, amanece con su fusil en las trincheras de la Patria”.5

Entre los trabajos periodísticos más encomiables de aquella época estuvo el reportaje “26 de Julio: Santiago arde”, de los periodistas Darío Carmona y Norberto Fuentes, publicado en la revistaCuba(agosto 1964). Incluso resultó premiado ese año en el Concurso 26 de Julio, convocado por la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC). Junto con los fotógrafos Ernesto Fernández, Mario García Joya (Mayito), Freddy Morales, Carlos Núñez y Roberto Salas, los reporteros partieron hacia Santiago de Cuba, donde se celebraría un nuevo aniversario del Asalto al Cuartel Moncada. En este trabajo periodístico informaronquemiles de personas de diferentes provincias y de otros países llegaron a Santiago para disfrutar de su carnaval, y asistir al actocentralque se efectuaría en la explanada, en torno a la Ciudad Deportiva. Como saludo a la fecha histórica, se organizó también un desfile gimnástico integrado por 10 000 estudiantes, obreros y soldados. Periodistas de 55 países, entre ellos representantes de 32 publicaciones estadounidenses, pudieron constatar el regocijo reinante en el pueblo. Al respecto Fidel Castro dijo en su discurso:

Nosotros hemos invitado a un grupo de periodistas norteamericanos. Algunos se han preguntado por qué. En realidad, en primer lugar, como deferencia con el pueblo norteamericano que es tan vilmente engañado, que es tan mal informado, y al que se le dicen tantas mentiras sobre la Revolución.6

A los carnavales de Santiago se dedicó también la crónica “La conga suelta en la Trocha”, del periodista argentino Alfredo Muñoz-Unsain, publicada enla revistaCuba(agosto, 1967). Las fotografías de Orlando García descubrían la presencia de personas de avanzada edad en la concurrida fiesta, mientras tocaban sus instrumentos musicales tradicionales. Las imágenes confirmaban lo que anunciaba el reportero: “Hay rostrosriquísimos en Santiago, donde dejaron su rastro genético africanos, españoles, chinos, franceses venidos a través de Haití, e indígenas cubanos. ¡Qué museo viviente de rostros de mujer!”.7En la descripción del Carnaval de Santiago intercaló párrafos en negritas que correspondían a fragmentos de una charla que sostuvo Haydée Santamaría, una de las heroínas de la gesta del Moncada, con familiares de los revolucionarios fallecidos en ese suceso.

En la década de los sesenta, el carnaval devino en celebración del reinicio de las luchas libertarias el 26 de julio de 1953; además, se conserva como nuestra principal fiesta popular.

2 Corrales, R.: “Risas, piratas, lucerio, cubanas, carrozas, serpentinas, comparsas, maracas, farolas, alegría”, INRA (3): 50-[59], La Habana, marzo de 1960.

3 “Sabotaje”, INRA (3): 40-45, La Habana, marzo de 1960.

4 Sarusky, J.: “Me voy con la comparsa”, INRA (2): 4-11, La Habana, marzo de 1961.

5Salas, O.: “Primer carnaval socialista de La Habana”,Cuba(1): 73, La Habana, abril de 1962.

6 Castro Ruz, F.: “Discurso pronunciado en la concentración, en conmemoración del onceno aniversario del 26 de Julio”, Santiago de Cuba, 26 de julio de 1964. Recuperado de http://www.cuba.cu/gobierno/discursos/1964/esp/f260764e.html.

7 Muñoz-Unsain, A.: “La conga suelta en la trocha”, Cuba (64): 16, La Habana, agosto de 1967.

La revolución del libro cubano

Vilma N. Ponce Suárez

En realidad, Leonel López Nussa, en su reportaje “Aventuras del pensamiento: el nuevo libro cubano”, trató más los éxitos recientes en la producción y la comercialización del libro, que sus dificultades.8El trabajo salió publicado en la revistaINRA(agosto de 1960), de la cual el pintor y periodista llegó a ser uno de los redactores más productivos.9

El despegue de la industria editorial había ocurrido el 31 de marzo de 1959 con la creación de la Imprenta Nacional de Cuba, bajo la dirección del eminente escritor Alejo Carpentier. Poco tiempo después, en septiembre y diciembre de ese año, se celebraron los festivales del libro. En el reportaje se señaló que en cada uno de los encuentros se vendieron 25 000 colecciones, lo que constituyó un hecho sin precedentes en el país. Los cambios en esta esfera eran palpables, pues de una limitada edición de obras antes de la Revolución, ahora, en solo pocos meses, se colmaban los estantes de las librerías.

Acerca de esta transformación cultural hablaron Alejo Carpentier, y los directores de las editoriales privadas Editorial Lex y Ediciones La Tertulia. El propietario de esta última editorial manifestó algunas preocupaciones respecto a la gran cantidad de libros producidos y la posibilidad de que no tuvieran salida en el mercado por la no existencia de una tarifa para la exportación de obras a costo reducido y las trabas aduanales provocadas por medidas burocráticas. No obstante, el reportaje preponderó la exaltación de la labor realizada por la Imprenta Nacional y las diversas editoriales existentes en ese momento, al posibilitar que numerosos libros instructivos y de entretenimiento llegaran a manos del pueblo. “Libros, libros y más libros” y “Libros a granel” fueron dos de los intertítulos que ratifican lo antes señalado.

López Nussa entrevistó a Marcia Leiceca, representante de la Casa de las Américas, quien se refirió a la edición de las obras premiadas en el primer concurso literario hispanoamericano, convocado por esa institución. Intervinieron por la Imprenta Nacional, Guillermo Lorentzen y el escritor haitiano René Depestre, directivos que describieron las diversas colecciones, entre ellas: “Vidas de Grandes Hombres”, “Viajes y Reportajes”, “Biblioteca Histórica”, “Obras Cubanas” y “Enciclopedia Popular”. Esta última dedicada a los obreros, campesinos y soldados rebeldes que aún no habían cursado la enseñanza primaria. Asimismo, aseguraron que en los planes estaba la impresión de obras cumbres de la literatura universal y cubana de todas las épocas, comoLa Isla del Tesoro, de Robert Louis Stevenson;La guerra de los mundos, de Herbert G. Wells;Las aventuras de Tom Sawyer,de Mark Twain;La Revolución Francesa, de Albert Mathiez;Los compañeros de Colón, de Washington Irving;Memorias de un hombre de acción, de Pío Baroja;Cecilia Valdés, de Cirilo Villaverde;Poemas, de Nicolás Guillén;El reino de este mundo, de Alejo Carpentier; entre otras. Y, en efecto, muy pronto los que ya eran lectores, o comenzaban a hacerlo, pudieron disfrutar de estos libros. El periodista se refirió, además, a la loable gestión editorial de la Universidad Central de Las Villas, distinguida por “la gran pulcritudtipográfica” de sus textos. Mencionó también aEdicionesR, creada por el grupo de jóvenes nucleados en torno aLunes de Revolución, suplemento cultural del diarioRevolución. Esta empresa, según habían declarado los gestores en su revista, tenía el propósito de: “[…] favorecer la creación poética y literaria, y el fortalecimiento del pensamiento social y filosófico en la nación”.10Según el criterio de López Nussa, en Ediciones R se divulgaría una categoría de libro menos comercial.

Algunas de las fotografías presentadas en el reportaje captaron a los antiguos repartidores del periódicoEl País, mientras laboraban como encuadernadores de la edición inicial deEl ingenioso hidalgo Don Quijotede laMancha, de Miguel de Cervantes Saavedra. Con esta novela se inauguraría la colección “Obras Maestras de la Literatura Universal”. Otra de las instantáneas descubrió a los obreros en plena faena dentro del taller gráfico, otrora La Marina. En esa ocasión preparabanRobinson Crusoe, de Daniel Defoe, primer título que integraría la Biblioteca Juvenil. Varias portadas de diferentes libros fueron reproducidas, entre las que se encontraban dos impresas en los talleres tipográficos del Instituto Nacional de la Reforma Agraria (INRA). No faltaron las imágenes de los lectores en las librerías, durante la búsqueda de un texto de su preferencia.

Sobre esteboomeditorial hablaría el poeta chileno Pablo Neruda en la entrevista que le hiciera Fayad Jamis parala revistaINRA, en enero de 1961. Así significó: “La Revolución ha traído una gran floración y fecundidad editorial. Las editoriales siempre estuvieron fuera de Cuba. Ahora se publica aquí una gran cantidad de obras. Como van las cosas, Cuba será uno de los centros más importantes del libro en América Latina”.11Muy próxima estaba la circulación, en la Isla, de 30 000 ejemplares de su último poemario tituladoCanción de Gesta, gracias a la laboriosidad de los trabajadores de la Imprenta Nacional de Cuba.

Un cambio sin precedentes en el país se generaba en la conciencia de una parte de la población: se incrementaba el interés por conocer y aprender. Tales aspiraciones aumentarían luego de culminar la Campaña de Alfabetización, en diciembre de 1961, y promover el estudio en los diferentes niveles de enseñanzas, incluida la universidad. Para ello era fundamental la impresión de libros y revistas ofertados a un precio módico, asequible al poder adquisitivo de la mayoría. La proeza era una realidad en aquellos años, en los que tuvo plena vigencia la máxima martiana de “Ser culto es el único modo de ser libre”.

8 López Nussa, L.: “Aventuras del pensamiento: el nuevo libro cubano”, INRA (7): 90, suplemento XIII, La Habana, agosto de 1960.

9 Véase, Ponce Suárez, V. N.: La revista INRA (1960-1962): incidencia de los mediadores comunicacionales y entorno mediático en sus peculiaridades. Informe final de investigación, Departamento de Investigaciones de la Biblioteca Nacional de Cuba José Martí, La Habana, 2021.

10 “El nacimiento de una editorial”, Lunes de Revolución (61): 10, La Habana, 30 de mayo de 1960.

11 Jamis, F.: “Neruda en Cuba”, INRA (1): 16-19, La Habana, enero de 1961.

Nacionalización de empresas en Cuba

Hilda Pérez Sousa

Después del triunfo de la Revolución, en Cuba existía un grupo de empresas norteamericanas que tenía dominio absoluto en factores claves de la economía, como los centrales azucareros y algunos servicios públicos. El 6 de agosto de 1960, el Gobierno Revolucionario puso en manos del pueblo cubano la Ley 851 De Defensa de la Economía Cubana, que establecía:

[…] proceder a la expropiación forzosa, a favor del Estado, de bienes y empresas propiedad de personas jurídicas nacionales de los Estados Unidos de Norteamérica, como decisión justificada, por la necesidad que tiene la nación de resarcirse de los daños causados en su economía, y afirmar la consolidación de la independencia económica del país.12

De esta forma Cuba respondía a las crecientes presiones por el gobierno de Estados Unidos, que pretendía golpear la economía cubana con la rebaja de la cuota azucarera. Según se dio a conocer en laGaceta Oficialde la República de Cuba, en su edición extraordinaria el propio día 6 de junio, “Las compañías norteamericanas expropiadas; se indemnizarán en bonos redimibles en 50 años, que devengarán un interés de un 2 por ciento anual”.13Estas declaraciones fueron puestas a conocimiento del pueblo en la clausura del Primer Congreso Latinoamericano de Juventudes. La locación escogida para este transcendental acontecimiento fue el Estadio del Cerro, donde se aglomeraron un grupo importantede personas y algunas delegaciones de países hermanosde América Latina, quienes dieron su firme respaldo al escuchar las palabras del Primer Ministro del Gobierno RevolucionarioFidel Castro Ruz. La revistaINRAasí lo mostró en un extenso reportaje con fotografías a tamaño de página, donde colaboraron varios fotógrafos. El cual fue publicado en la edición de septiembre de 1960, con el nombre “¡Se llamaban!”.14

La Ley de Nacionalización de esos monopolios expropió, para beneficio de Cuba, las empresas y compañías que extrajeron las riquezas de la nación, durante muchos años. La semana fue declarada “Semana de Jubilo Nacional”. Esta vez el Capitolio Nacional sirvió para “velar” de manera simbólica los “cadáveres” de los monopolios norteamericanos nacionalizados. Los símbolos de las empresas petroleras: Esso Standard Oil S.A., la Shell de Cuba S.A. y The Texas Company, conocidas popularmente como la Esso, la Shell y la Texaco, respectivamente, y la compañía de teléfonosCuban Telephone Companyfueron destruidos.´

La Shell, compañía angloholandesa, se encontraba en los terrenos próximos a Esso, que ocupaban el borde de la bahía habanera. La “Texas Company era la tercera refinería de petróleo existente en el país, la segunda construida durante el gobierno de Fulgencio Batista,distribuidora de la marca Texaco, sita en los márgenes de la Bahía de Santiago de Cuba”.15 De estas tres compañías, la primera en nacionalizarse fue la Texaco, posteriormente ocurriría lo mismo con las otras dos (Esso y Shell).

Este tema de la nacionalización fue tratado en varios reportajes, desde la revistaCuba, tal fue el caso de “Refinería Ñico López: banderas de fuego”. En esta ocasión, las fotos correspondían a Osvaldo Salas e ilustraron los testimonios de varios trabajadores que se quedaron en la fábrica, después de nacionalizada, en aras de llevar adelante la producción del combustible.

Otro artículo peculiar fue “Ya nadie se acuerda de Esso”16donde quedaron expuestos los testimonios de trabajadores que estuvieron presentes, cuando se produjo la intervención y nacionalización de las empresas petroleras Esso, Texaco y la Shell en el país. Para esta ocasión la revista utilizó una ilustración de Roberto Hernández, más conocido como Guerrero.

12 Castro Ruz, F.: “Discurso pronunciado en el acto de clausura del Primer Congreso Latinoamericano de Juventudes”, La Habana, 6 de agosto de 1960. Recuperado de www.cuba.cu/gobierno/discursos/1960/esp/f060860e.html.

13 “¡Se llamaban!”, INRA (8): 4, La Habana, septiembre de 1960.

14 Ibídem.

15 Jiménez Soler, G.: Las empresas de Cuba 1958, 2 ed., p. 564, Ed. Ciencias Sociales, La Habana, 2008.

16 “Ya nadie se acuerda de ESSO”, Cuba (81): 28-29, La Habana, enero de 1969.

La declaración de la Estrella

Vilma N. Ponce Suárez

Fotografías publicadas porla revistaINRA,en su edición de octubre de 1960, mostraban la Plaza Cívica (actual Plaza de la Revolución) colmada de personas que portaban carteles con consignas revolucionarias. El 2 de septiembre, el Gobierno convocó a la Asamblea General del Pueblo para aprobar la Primera Declaración de La Habana. Las instantáneas captaron a mujeres y hombres, blancos y negros, mientras suscribían el histórico documento, antes leído por el máximo líder de la Revolución Fidel Castro Ruz. La relación de sus nombres y firmas dieron fe del consentimiento popular.

La Primera Declaración de La Habana fue la nueva plataforma programática de la Revolución Cubana y la respuesta contundente a la Declaración de San José, pactada contra Cuba en la séptima Reunión de Consulta de ministros de Relaciones Exteriores de la Organización de Estados Americanos (OEA), en Costa Rica. Sobre esos documentos y hechos trató el reportaje “La declaración del yugo y la declaración de la estrella”, publicado enINRA.17