La semilla de la felicidad - David Escamilla Imparato - E-Book

La semilla de la felicidad E-Book

David Escamilla Imparato

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Durante mucho tiempo la felicidad ha sido un concepto teórico e incluso filosófico y literario. Hay quienes consideran que es una aspiración factible y otros que directamente tachan de utopía. En los últimos años la felicidad se ha colado en programas políticos e institucionales, pero si queremos indagar en el comienzo de todo nos hemos de trasladar hasta el reino de Bután, donde los gobernantes se atrevieron a preguntar por primera vez a sus ciudadanos si eran felices.

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Seitenzahl: 108

Veröffentlichungsjahr: 2022

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David Escamilla Imparato

La semilla de la felicidad

Bután, una idea que inspira al mundo

Saga

La semilla de la felicidad

 

Copyright © 2012, 2022 David Escamilla and SAGA Egmont

 

All rights reserved

 

ISBN: 9788726988109

 

1st ebook edition

Format: EPUB 3.0

 

No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.

 

www.sagaegmont.com

Saga Egmont - a part of Egmont, www.egmont.com

Un ser feliz es un bien común.

George Chapman

Nunca serás verdaderamente feliz

si buscas sin parar en qué consiste la felicidad.

Nunca vivirás de verdad

si buscas sin parar el sentido de la vida.

Albert Camus

Un prólogo... feliz

Hablar de la felicidad, en estos duros tiempos de crisis que nos acechan, para muchos podría llegar a ser un auténtico disparate. Pero en realidad se trata de algo más necesario que nunca: recientes estudios han demostrado que las personas más felices son aquellas que más comparten, no las que más tienen. Y lo cierto es que en estos años difíciles estamos aprendiendo a compartir más que nunca. Ayudar a los demás genera felicidad.

Recientemente una resolución de Naciones Unidas pedía que los Estados elevaran la felicidad al grado de objetivo primordial para la humanidad. Y es que incluso hemos olvidado que el artículo 13 de la Constitución de 1812, la famosa «Pepa», decía textualmente: «El objetivo del Gobierno es la felicidad de la nación».

Por todo ello podría llegar a ser más que probable que dentro de unos cuantos años, no demasiados, en los parlamentos del mundo, los políticos se interpelaran acaloradamente los unos a los otros, argumentando orgullosos que su partido ha dejado el país con un índice de felicidad superior al de su adversario...

Recuerdo que una vez, hablando con Eduard Punset, el gran divulgador científico me dijo que para él la felicidad consistía simple y llanamente en no tener miedo. Es cierto. A menudo, cuando comparamos a dos personas que viven más o menos con un parecido estándar existencial, de repente salta la alarma cuando averiguamos que uno de ellos se angustia y sufre por casi todo, mientras que el otro se limita a aceptar las cosas tal y como vienen y sigue adelante.

Por lo tanto es el miedo o por el contrario una profunda fe en la vida, aquello que nos hace ver el mundo a través de un prisma de colores o entre tinieblas.

La felicidad ha sido a lo largo de los siglos uno de los temas preferidos de filósofos y artistas. ¿Podemos ser felices los humanos? ¿La felicidad es un concepto que se puede medir? ¿Tenemos que renunciar a la felicidad? Posiblemente no existe nada más apasionante que encontrar respuestas para todas estas cuestiones. La felicidad ha inspirado a pensadores como Aristóteles, Santo Tomás de Aquino, Kant, Freud o Bertrand Russell, y ha generado multitud de corrientes filosóficas, como el hedonismo, el epicureísmo o el utilitarismo.

Hasta hace relativamente poco, la felicidad era un concepto teórico que provocaba acaloradas discusiones. Para unos, la felicidad era una aspiración legítima, un reto al alcance de todos. Para otros, sin embargo, era una utopía imposible de alcanzar.

Pero en los últimos años, la felicidad ha empezado a formar parte de los programas políticos de importantes dirigentes europeos. Posiblemente, todo empezó en el reino de Bután, un pequeño país situado en la cordillera del Himalaya, entre India y China. Allí se tomó una decisión de gran trascendencia. Era más importante la Felicidad Interior Bruta (FIB) que el Producto Interior Bruto (PIB). Por primera vez en la historia, unos gobernantes decidían preguntar a su gente si era realmente feliz. Algo aparentemente tan «normal» se convertía en una actitud revolucionaria.

En Bután, una de las democracias más jóvenes del mundo, se llegó a la conclusión de que sin felicidad la vida no tiene sentido. El bienestar no debe medirse por la economía, sino por el nivel de felicidad de las personas.

El ejemplo de Bután despertó la curiosidad de destacados políticos de todo el mundo. Sin Bután no podríamos entender las últimas propuestas de Nicolas Sarkozy y David Cameron. Ambos mandatarios europeos han decidido investigar el nivel de felicidad de sus ciudadanos. Ellos también han entendido que los gobiernos no deben centrarse únicamente en los indicadores económicos.

Los esfuerzos de Cameron y Sarkozy han recibido el apoyo de un amplio sector de la sociedad. La felicidad ha dejado de ser un concepto filosófico para convertirse en una realidad empírica. ¡Por fin puede medirse!

Paralelamente, científicos de todo el mundo siguen analizando a través de pruebas médicas el comportamiento y las reacciones del ser humano. La felicidad también puede medirse desde el punto de vista científico.

¿Somos felices los humanos? La mayoría de las encuestas confirman que las personas experimentamos más felicidad que infelicidad a lo largo de nuestra existencia. La felicidad no es un asunto frívolo que solo interesa a pequeñas minorías. Todas las investigaciones demuestran que la prioridad máxima de nuestras vidas es encontrarnos cara a cara con la felicidad.

Las encuestas también revelan un dato sorprendente. El amor es el principal objetivo de las personas: amor a los amigos y familiares, pero sobre todo «amor romántico».

La salud y el dinero se situarían en segundo y tercer lugar respectivamente. El amor, no obstante, puede tener efectos negativos. Del amor al desamor hay solo un paso. Los estudios también concluyen que las personas felices no solo viven mejor, sino que tienen una vida más larga. Si somos felices y adoptamos una actitud optimista, podemos llegar a vivir ocho años más que los pesimistas e infelices.

Si la felicidad es tan deseable... ¿se puede practicar? La respuesta es un «sí» rotundo. Las encuestas demuestran que hay numerosas actividades que nos hacen ser felices: una buena comida con amigos, unas vacaciones, una tarde de compras o sencillamente una siesta. La conclusión es clara: podemos y debemos practicar cada día la felicidad. No hay que perder ni un minuto. Manos a la obra.

 

David Escamilla

www.davidescamilla.com

Madrid, primavera de 2012

Declaración de Independencia escrita por Jefferson

«Sostenemos como evidentes por sí mismas dichas verdades: que todos los hombres son creados iguales; que son dotados por su creador de ciertos derechos inalienables; que entre estos están la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad; que para garantizar estos derechos se instituyen entre los hombres los gobiernos, que derivan sus poderes legítimos del consentimiento de los gobernados; que cuando quiera que una forma de gobierno se vuelva destructora de estos principios, el pueblo tiene derecho a reformarla o abolirla, e instituir un nuevo gobierno que base sus cimientos en dichos principios, y que organice sus poderes en forma tal que a ellos les parezca más probable que genere su seguridad y felicidad. La prudencia, claro está, aconsejará que los gobiernos establecidos hace mucho tiempo no se cambien por motivos leves y transitorios; y, de acuerdo con esto, toda la experiencia ha demostrado que la humanidad está más dispuesta a sufrir, mientras los males sean tolerables, que a hacerse justicia mediante la abolición de las formas a las que está acostumbrada. Pero cuando una larga serie de abusos y usurpaciones, que persigue invariablemente el mismo objetivo, evidencia el designio de someterlos bajo un despotismo absoluto, es el derecho de ellos, es el deber de ellos, derrocar ese gobierno y proveer nuevas salvaguardas para su futura seguridad.»

1. Bután, el país de la felicidad

La única manera

de multiplicar la felicidad

es compartirla.

Paul Scherrer

EL TECHO DEL MUNDO

El reino de Bután es un pequeño país de 47.000 km2 situado en las faldas del Himalaya. Es la única nación del mundo que mide el grado de felicidad de sus habitantes. Su censo demográfico es un asunto controvertido. En 2003, el Gobierno declaró una población de 730.000 habitantes, aunque posteriormente The World Factbook publicó que esta cifra superaba los dos millones. La capital es Timbu, con 74.000 habitantes. Por sus características geográficas y culturales, Bután es uno de los países más aislados del mundo.

El idioma oficial es el dzongkha. Los «dzong» son los monasterios fortificados de Bután, que fueron creados en el siglo xvii . El nepalés también está muy presente en el país. La Administración del Estado utiliza dos lenguas: el dzongkha y el inglés.

Los principales grupos étnicos son los bhutias y los tibetanos. Las minorías étnicas se encuentran separadas geográficamente: los ngalong en el oeste, los sarchops en el este y los nepaleses en el sur. Están también los lepchas y los santal (descendientes de inmigrantes de la India). El 95% de los profesores y el 55% de los funcionarios públicos son de origen indio.

La mayoría de la población (70%) es budista mahayana, la religión del Estado. Muchos habitantes viven en monasterios budistas, que son también grandes centros educativos. El 24,6% de la población profesa el hinduismo, principalmente los nepaleses del sur de Bután; y el 5% son musulmanes.

Situado en la cordillera del Himalaya, Bután es un país muy accidentado, de montañas abruptas, que comprende tres zonas: la planicie de Duar, en el sur, que es húmeda, tropical y cubierta de bosques, con alturas de 300 a 2.000 metros; la región montañosa media del Himalaya, con montañas de hasta 3.000 metros, y el Gran Himalaya al norte, con picos que superan los 7.000 metros y que tienen nieves perpetuas.

La red fluvial está formada por el río Brahmaputra y sus afluentes. No hay lugares particularmente inseguros en Bután, pero sí existen restricciones para acceder a determinadas zonas fronterizas y es necesario tener permisos para hacer fotografías y filmar.

En este pequeño país, los inviernos son fríos y los veranos calurosos.

Medios de comunicación

Las principales publicaciones del país son: The Bhutan Review, de periodicidad mensual, editado por la Organización de Derechos Humanos de Bután, y Kuensel, periódico semanal de Bután fundado en 1967 como portavoz del Gobierno y editado en inglés, en dzongkha y nepalí.

En 1992, un decreto real determinó que los medios de comunicación no estarían sujetos al control gubernamental. Esta decisión impulsó la profesionalización y la independencia de los medios y de sus colaboradores. En febrero de 2006 se anunció la incorporación al mercado periodístico de dos nuevas revistas semanales de propiedad privada: Bhutan Times, en inglés, y Bhutan Observer, en inglés y en dzongkha.

La Corporación de los Servicios de Radiodifusión de Bután, fundada en 1973 y dependiente del Departamento de Información, pasó a ser autónoma en 1992. Dispone de emisoras de radio en dzongkha, nepalí e inglés. En 1999, la Corporación empezó a emitir programas de televisión en dzongkha y en inglés. Tres años más tarde se añadieron 45 canales de televisión por cable.

Partidos políticos

El panorama político cuenta con dos formaciones: el Partido del Bienestar de Bután (DPT), cuyo líder es el primer ministro Jigme Thinley, y el Partido Democrático Popular (PDP), liderado por Sangay Ngedup.

Las elecciones celebradas en marzo de 2008 dieron como ganador al Partido para el Bienestar de Bután, que obtuvo 44 de los 47 escaños de la Cámara Baja del Parlamento. Thinley nació en 1950 y realizó sus estudios universitarios en Estados Unidos.

Educación

Hasta los años sesenta, no había sistema formal de educación en Bután, excepto la educación religiosa en los monasterios. En la actualidad, la educación está generalizada y es gratuita, pero no obligatoria. La lengua de enseñanza en las escuelas primarias es el dzongkha. El inglés se fue introduciendo progresivamente en la enseñanza secundaria hasta convertirse en la lengua propia.

En algunas zonas existen escuelas primarias para minorías que utilizan el nepalí y el tibetano y algunas de las lenguas de la India. En estos casos, el dzongkha es una asignatura obligatoria.

No todos los niños butaneses tienen acceso a la educación, especialmente en las áreas rurales de las montañas. Solo el 25% de los niños acude a la escuela primaria y el 5% a la secundaria. La escolarización es más frecuente en los niños que en las niñas. Se considera que un 47% de la población sabe leer y escribir.

Los centros universitarios imparten las clases en dzongkha y en inglés. Muchos estudiantes butaneses obtienen becas para proseguir sus estudios en el extranjero, generalmente en Estados Unidos, Australia, Gran Bretaña, India, Japón o Singapur. Los estudiantes que reciben becas deben regresar al país y trabajar durante seis meses en zonas rurales, en escuelas, en clínicas médicas o en la construcción de sistemas de riego.

Las principales fiestas del país son: natividad del rey, cuaresma budista, fiesta de la Independencia (se independizó de la India el 8 de agosto de 1949), fin de la cuaresma budista, coronación del rey y la fiesta nacional (coronación del primer rey, Ugyen Wangchuck, 1907).

ENTRE DOS GIGANTES