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La sibila de oriente es uno de los dramas teatrales de Pedro Calderón de la Barca. Suele emplear en ellos auspicios y profecías iniciales que desvían la atención del público, con componentes mitológicos, rasgos deudores de la obra de Lope de Vega y centrados en temas clásicos de la época como la religión, el amor y el honor.
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Seitenzahl: 66
Veröffentlichungsjahr: 2020
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Pedro Calderón de la Barca
Saga
La sibila de orienteCover image: Shutterstock Copyright © 1660, 2020 Pedro Calderón de la Barca and SAGA Egmont All rights reserved ISBN: 9788726510119
1. e-book edition, 2020
Format: EPUB 3.0
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SAGA Egmont www.saga-books.com – a part of Egmont, www.egmont.com
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Suena música, córrese una cortina, y debajo de un dosel aparece Salomon durmiendo, vestido á lo romano, y por lo alto, en una apariencia, sale una Vision , cantando, cubierto el rostro.
Sal. Dios grande, inmenso Señor,
¿Vos á visitarme á mí?
¿Vos á vuestro esclavo haceis
Tan grandes favores?
Vis. Sí.
Sal. Qué me mandais?
Vis. Salomon,
(Que es lo mismo que decir
Pacífico y manso) hijo
Del real Profeta David,
Tú, cuyo imperio será
Quieto, apacible y feliz,
Quiero que me labres casa,
En que morar y vivir.
Yo te he de asistir á ella;
Pide y espera de mí
Mercedes; que yo concedo
Cuanto me quieras pedir.
Sal. Grande Dios de las batallas,
Pues hoy cargas sobre mí
Todo el peso de tu pueblo,
Porque mi humilde cerviz
No desmaye, dame ciencias
Con que me pueda regir.
Vis. Justa fue tu peticion;
Yo la concedo. Y asi
Ninguno será mas sabio
Antes ni despues de tí.
Aprovéchate de serlo,
Si eterno quieres vivir;
Porque saber para errar,
No es saber, sino morir.
[Cúbresela apariencia, y despierta Salomon.
Sal. Espera, sagrada nube,
Corre ese velo sutil,
Veré cara á cara al sol.
Pero no es tiempo, ay de mí!
De que á su deidad se corra
El velo, ni descubrir
Tesoros, que el cielo guarda
Para siglo mas feliz.
[Suenamúsica dentro.
¿Pero qué música es esta?
¿Ya no se ausentó de aqui
La magestad que adoré?
¿La maravilla que ví?
¿Por quien quedé sabio y rico?
Sale Eliud .
Eli. Si vuestra Alteza salir
Quiere á un corredor, podrá
En él mirar y advertir
Su poder, viendo dos Reyes
De quien es Rey.
Sal. Cómo asi?
Eli. Candáces é Iran, señores
De Egipto y Tiro, de tí
Llamados, entran ahora
En Jerusalen, que al fin,
Aunque el Egipcio no es
Vasallo, súbdito sí,
Y te obedece, viniendo
Á tu presencia.
Sal. Decid,
Que solos entren los dos.
Eli. Ya los dos vienen aqui.
Tocan cajas, y sale por una parte Candáces de Egipcio, y por la otra Iran de Tirio.
Iran. Jóven invicto, en cuya augusta frente
Verde el laurel, sin marchitarse, viva,……
Cand. Grande hijo de David, á cuyo oriente
Ceda el laurel imperios á la oliva,
Tú, cuyo nombre viva eternamente,
Tú, cuyo imperio eternamente viva,
Salve, y reines del orbe obedecido;
Salve, y triunfes del tiempo y del olvido.
Iran. ¿Mientras Iran, invicto Rey de Tiro,
Habla, te atreves, bárbaro gitano,
Á interrumpir su voz? Mucho me admiro
De tu arrogancia y presuncion en vano.
Cand. Candáces, Rey de Egipto soy, y aspiro
Á lugar mas supremo y soberano,
Y tú aqui ni me igualas, ni prefieres,
Pues yo soy Rey donde vasallo eres.
Con libre imperio y absoluto estilo
Me aclamo Rey desde las altas rocas,
Adonde tan callado nace el Nilo,
Que apenas saben dél naciones pocas,
Hasta donde la hidra y cocodrilo
Le miran respirar por siete bocas,
Con escándalo tal sus horizontes,
Que ensordece los ecos de los montes.
Iran. Cuando vasallo deste imperio sea
Tiro, mayor aplauso me previenes,
Pues ya dices, que en mí la suerte emplea
Aquesa dignidad, que tú no tienes.
Quién no anhela á ser mas? ¿quién no desea
Adelantar sus glorias y sus bienes?
Pues no es pequeño triunfo, honor pequeño,
Llevarse de ventaja tan gran dueño.
Deja por eso mi sagrada esfera
De ser Hibleo en galas y en primores,
Escuela donde va la primavera
Á aprender los matices y colores,
Que ha de sacar Abril; pues de manera
Se tejen los claveles y las flores,
Que, si Egipto al oido causa enojos,
Tiro da admiraciones á los ojos.
Y asi, con mayor causa solicito
Preferirte, por dueño y por estado.
Cand. Antes verás, que á tu soberbia quito
Las alas, que tan altas han volado.
Sal. Basta; no mas!
Losdos. Señor…...
Sal. El Rey de Egito
Hable.
Iran. ¡Como á extrangero me has tratado!
Sal. El Tiro hará lo que le mande.
Iran. Ciego [aparte.
De enojo, soy volcan de nieve y fuego.
Cand. Apenas supe, que mi dicha suma
Á tu servicio, gran señor, me llama,
Cuando rompiendo la rizada espuma
Del rubio mar, que da á tu pueblo fama,
En un delfin, que es pájaro sin pluma,
En un águila, que es pez sin escama,
Monte de velas, uracan de pino,
Selva de jarcias, vecindad de lino,
Aré los campos de cristal y nieve,
Donde bebe en carámbanos la aurora
La blanca espuma, que en aljófar llueve,
Y el argentado humor, que en perlas llora
El viento, á cuyo son las plantas mueve
Ese del mar caballo. Solo ahora
Torpe me pareció; mas bien hacia,
Anteviendo el honor á que venia.
Al fin llegué, si puede vida humana
Los rayos penetrar de tanta esfera,
Donde la magestad mas soberana
En tu semblante luce y reverbera;
Y por ser cuanto adquiere, cuanto gana
Quien por premio el servirte solo espera,
En alas del deseo y del cuidado,
Vengo obediente adonde me has llamado.
Sal. Hable el de Tiro.
Iran. Á tu obediencia atento
Apenas ví lo que tu carta encierra,
Cuando á un veloz caballo, cuyo aliento
Geroglífico ha sido de la guerra,
Sierpe del agua, exhalacion del viento,
Volcan de fuego, escollo de la tierra,
Caos animal, pues con tan nuevo modo,
No siendo nada desto, lo era todo:
Llegué en efecto, donde á mi deseo
El Egipcio, señor, ha preferido
En tu gracia y amor, no en el empleo,
Aunque á besar tus plantas ha venido.
No digo, que es esfera, ni lo creo,
Del sol tu solio, que desvanecido
Á tanta luz, si al sol honrar quisiera,
Dosel de Salomon el suyo hiciera.
Sal. Reyes de Egipto y de Tiro,
Que á mis decretos venis
Obedientes y leales,
La causa que os trajo oid.
Hijo nací generoso
De Bersabé y de David,
Si heredero de sus glorias
No, de sus imperios sí.
Es mi nombre Salomon,
Que es lo mismo que decir
Pacífico. Bien el cielo
Cumplió su palabra en mí;
Pues desde que el Rey mi padre
Juntó al nacer y al morir
Oriente y ocaso, y yo
Sombra de su cuerpo fui,
Se suspendieron las armas
En Palestina; y ási
No veis en Jerusalen
Vestido un arnes, ni ois
Los militares estruendos
De la caja y el clarin.
La oliva cede al laurel,
Habiendo sido hasta aqui
Escuela y leccion de Marte;
Pues desde que en juvenil
Edad esgrimió la honda
Contra el jayan Filistin,
Hasta que en su senectud
Venció en una y otra lid
Al apóstata idumeo,
Y al idólatra gentil,
No se desnudo las armas,
Por cuya causa (advertid)
No quiso nuestro gran Dios
De su mano recibir
Casa y templo en que morar,
Altar y ara en que vivir.
Y asi, dejando piadoso
Tan gran carga sobre mí,
Me manda en su testamento,
Que yo piadoso y feliz
Labre al arca del señor
Templo, que pueda partir
Con el sol rayos y luces,